Hola a todos, sé que este es un inusual y raro fanfic, pero por eso es llamado de ese modo. Solo dejarte llevar por la imaginación.

Además de que me gustan las relaciones de amor-odio. En todo Internet solo hay un fanfic sobre ellos así que yo quise darle una oportunidad.

Era un día soleado y fresco en Nueva York, y el ambiente estaba de una manera muy opuesta a la de Clary. La chica pelirroja caminaba en el Instituto enfurruñada, estaba sumamente colérica y musitaba palabras ininteligibles sobre los problemas que acarreaba que Jace tuviera fuego celestial en sus venas, él era prácticamente intocable. Y no poder tocar a Jace se podría definir como una condena. Y vaya si Clary sabía de eso.

Todos los acontecimientos ocurridos habían sido su culpa, si tan solo hubiera llegado a su hermano Jonathan con mayor rapidez; todo el mundo hubiese sido feliz. Clary habría obtenido un hermano normal, Jace estaría como siempre y ya no tendrían que preocuparse sobre los intentos de dominación del mundo del chico demonio. Si tan solo… pero esos "si tan solo" solo eran desperdicio de pensamientos. Aunque todo esto en comparación con la última conversación con Jace era un juego de niños; él le había dicho que deberían "guardar un poco de distancia" y no solo se refería en el ámbito físico. Esto dejó anonadada a Clary, pero según él era para no tentar a la suerte y que no la lastimara. Estar lejos de él era mucho más doloroso que una quemazón de fuego celestial, pensaba Clary como si fuera lo más obvio del mundo.

Entre tanto y tanto pensar no se había dado cuenta de que Alec estaba en su mismo camino hasta que estuvo al alcance de su campo de visión, ella casi cae por el impacto con su cuerpo, pero él la atrapó antes de que entrara en contacto con el suelo.

Los dos habían estado despistados y dolidos durante los últimos días, Alec por su rompimiento inesperado con Magnus y Clary por su distanciamiento de Jace.

-Lo siento- ambos dijeron al mismo tiempo.

Las cosas con Clary habían mejorado, ya que Alec ya no estaba celoso de ella. De hecho ahora que la conocía incluso le agradaba al igual que a Clary le caía bien él. Su relación era sana, al fin.

-Te ves molesta, ¿estás bien?- le preguntó con amabilidad. Era cierto, a veces Clary se podía leer tan fácil como un libro. Alec se percató de los ojos esmeralda ardiendo como fuego y casi daba la impresión de que su cabello cobraría vida y se convertiría en llamas.

-Si… bueno, no realmente. Es que… es Jace, está un poco raro- Alec sonrió. La rareza era algo muy común en Jace. Pero como era tan terco jamás se abría con nadie y no resolvía el problema y cuando hallaba una supuesta solución, todo le salía mal y los culpaba a ellos con la excusa de por qué no le habían ayudado; cuando el mismo había sido toda su vida tan huraño.

-Eso es normal, Jace siempre ha sido extraño- Clary se dio cuenta de la paradoja de su oración y al parecer también Alec, sonrieron. Pero el recuerdo de la plática con Jace hizo que se le escapara una lágrima.

-Hey, mi hermano puede ser a veces un poco…- meditó un poco sobre la palabra adecuada para usar- imbécil. Pero no eres la única que pasa por un mal momento; ya ves a Izzy que se debate entre decirle a Simon que está enamorada de él o…- pero se calló repentinamente al ver que había revelado uno de los secretos más íntimos de su hermana; poniendo una cara de espanto.

-No saldrá ni una palabra de mi boca sobre esto- dijo Clary solemne sabiendo que si lo hacía no solo ella sería una de las víctimas de asesinato de Isabelle, sino también Alec. Porque repentinamente sentía una actitud protectora hacia él. Su rostro una vez calificado de hermoso ahora estaba demacrado. Era una flor blanca marchita, un ángel caído. Todo en el desbordaba tristeza, de los ojos hundidos y ojeras moradas hasta la postura encorvada y el arqueamiento de las cejas en una expresión de pena y perdida.

Se veía… miserable. A la pelirroja le dio un impulso de darle apoyo en todo lo que lo que necesitara y en ese momento le pareció que necesitaba un abrazo y sin más que decir lo hizo. Rodeó su cintura con los brazos y se podría decir que lo estrujó hasta el punto de dejarlo sin aire.

Sorprendentemente al chico nephilim no le desagrado en cambio la apretó más contra sí, más que un abrazo; parecía como si fuera una competencia de quién estrechaba más fuerte. Pero lo que en realidad pasaba es que ellos anhelaban el contacto humano y si solo ellos se lo podían dar, eso harían.

Se separaron jadeando y Alec guió a Clary a una de las cientos de habitaciones del instituto, estaban en el tercer piso y nadie subía allí nunca. Al momento en que entraron se abrazaron con pasión y locura al punto de que puso a Clary en la cama y se posicionó encima de ella, recorriendo sus brazos, estómago y cuello por encima de sus ropas con las yemas de los dedos; provocándole estremecimientos.

Mientras que ella no se quedaba atrás y le acariciaba la espalda y pecho por encima de la camisa. Nunca se besaron, jamás hubo contacto de labios o se tocaron partes íntimas. Solo fue un abrazo. Sano y amistoso porque los dos estaban solos, bueno Alec estaba solo; porque Clary tenía a Jace; pero lo notaba en extremo distante y sospechoso y si Alec podía aplacar su sufrir era justo que ella se lo devolviera y gozaran de la calidez tranquilizadora, reconfortante y consoladora que despedían sus cuerpos.

Era probable que ellos estuvieran horas de ese modo, ya que cuando estuvieron saciados de sus toques, se levantaron sin decir una palabra y se arreglaron el cabello despeinado.

Salieron como si nada hubiera pasado y antes de despedirse él le tomó de la mano y acarició el dorso con el pulgar y susurrando en su oído:

-Mañana a las 6:30

Y caminó hasta que se perdió de vista su exquisito cabello azabache.

Los dos sabían que esto solo estaba comenzando, ellos jamás podrían dejar el uno al otro, era algo que no se podía deshacer, una droga, una condena, era como si hubieran probado el fruto prohibido y ya no pudieran dejar de pecar. Y ellos sabían que iba a ser así siempre, hiciesen lo que hiciesen.