UN SENTIMIENTO DESCONOCIDO

Te quiero...

¿Por qué no podía dormir por esas simples palabras? Nunca le había pasado y se estaba dando cuenta que no le gustaba nada.

Te quiero…

¿Sería verdad? ¿Y a él que le importaba?

Te quiero…

¡Maldita sea! Si la jodida come-pastelitos le decía al maldito mono que lo quería a él no tenía que importarle.

Te quiero…

¿Y por qué demonios salió corriendo del lugar si él nunca se comportaba así? ¿A qué le tenía miedo? ESE NO ERA ÉL.

Te quiero…

Jodida palabra.

Hiruma Yoichi era un demonio que no tenía que importarle para nada una simple y maldita palabra, pero aun así por más que se lo repitiera no podía sacárselo de la cabeza ocasionando que no pudiera dormir.

.

.

A la mañana siguiente Mamori por más que tratara de comprender el por qué de que Hiruma estuviese aun de más mal humor que de costumbre no lo podía entender. Ya le había dicho varias veces (más bien gritado) que estaba siendo demasiado cruel con el entrenamiento.

-Solo cállate, maldita manager.

Esa había sido la respuesta que había recibido cada una de las veces, pero ella ya no podía seguir soportándolo; si era necesario le quitaría el arma de las manos sin importar las consecuencias.

.

.

¿Por qué se comportaba así? Era normal para él dispararles a los malditos enanos, pero nunca le había dado ese placer perverso de volver una y otra vez al maldito mono y por todo eso se sentía confundido. Seguía sin comportarse como él mismo.

Eso no podía seguir así, pero tampoco podía pararse era como si una fuerza extraña estuviera guiando sus disparos continuamente hacía el maldito mono. Y no tan solo eso, también estaba Cerberos que tan solo cargaba contra el jodido mono por orden suya.

Volvió a apuntar con su querida arma una vez más al que estaba torturando por todo ese entrenamiento, pero se dio cuenta que esta había desaparecido de sus manos.

-¡Qué mierda…! ¡Devuélvemela jodida manager!

-¡Hiruma-kun! ¿No te has dado cuenta que él entrenamiento tendría que haber terminado hace media hora?

¿Tan rápido había pasado la hora? Mira a todos los malditos integrantes del equipo que se encontraban prácticamente desmayados en el jodido suelo. Estaba tan entretenido que se le había pasado la hora.

-Falta poco para el maldito partido, que importa si nos pasamos de la hora, maldita manager.

Te quiero…

-Tck…

-¿Qué te pasa?

-Nada maldita mamá gallina.

Prefería desaparecer de una vez del campo de entrenamiento, no quería cometer una locura. ¿Por qué tenía que volverle a la cabeza esas malditas dos palabras que lo habían dejado toda la noche sin dormir? Le faltaba poco para terminar de salir del área de entrenamiento cuando siente un disparo de su querida arma que en ese momento se da cuenta no está en sus manos.

Se voltea y la ve en el suelo al lado de la maldita manager y a esta con cara de susto.

.

.

Siente la mirada de Hiruma-kun antes de levantar la suya, por lo general nunca era descuidada cuando tenía una de esas armas en sus manos, pero había estado tan enojada con ese demonio que no se había percatado que la había disparado hasta soltarla.

Solo agradecía haber estado apuntando al cielo.

-Maldita despistada.

Mamori ve como Hiruma se agacha al lado suyo y recoge su arma. Estaba en problemas.

-Hiruma-kun…

Cuando se levanta puede ver que tiene una mirada que nunca antes le había visto y siente como su cuerpo quiere retroceder como si tuviera miedo de lo que le podría hacer Hiruma. Pero no, ella no tenía porque retroceder, no había hecho nada malo. Así que en vez de eso lo miró con como diciéndole "yo no tengo la culpa de nada"

-Tck…

Se voltea y se va.

-¿Qué le pasa a Hiruma?

Se da cuenta que no tan ella lo dice en voz alta si no que todo el equipo, pero como este ya estaba otra vez casi fuera del campo ni siquiera escucho. Según las cuentas de Mamori esa era la primera vez en que se iba sin rebatirle nada.

.

.

Diciéndose que era un completo idiota se dirigió a las duchas, si fuera por él no se toparía con ninguno de esos malditos renacuajos, solo que ese deseo no se le pudo cumplir no habían pasado ni dos minutos cuando el resto del equipo llegó. "Maldita mala suerte" pensó para si mismo.

Trato de no ponerle atención a lo que hablaban, pero aun así llegaron frases sueltas.

-Pobre Monta…

¿Pobre Monta? Él no le encontraba nada de pobre.

Te quiero…

Malditas palabras.

-Agotado-MAX.

Sin que lo notara una sonrisa se formo en su rostro, ese maldito mono se lo merecía, el equipo tendría que darse cuenta que no era momento para distraerse con estupideces, él solo se los estaba haciendo saber a su manera. Tendrían que agradecérselo.

-Hiruma esta vez sí que se pasó, ¿no lo crees Musashi?

-Sus razones tiene que haber tenido, Kurita.

Por como conocía al maldito viejo estaba seguro que sabía que estaba escuchando su conversación, porque o si no nunca habría puesto esa voz tan burlona al decirlo.

¡Además de que él no necesitaba ninguna maldita razón!

-¿Qué razones? -¿por qué ese jodido gordo tenía que seguirle la corriente?- ¡Mira como quedo el pobre Monta! Apenas y puede moverse.

Kekeke… eso estaba muy bien. Se lo merecía.

-Tienes razón Kurita, sobre todo después del rechazo que sufrió ayer.

¿Así que lo rechazaron? Eso aun era mejor.

¡Un momento! ¿Cómo que rechazo?

Estaba malditamente seguro que había escuchado bien.

Te quiero…

¡Si no había podido dormir por esas malditas palabras!

Sin darse cuenta de lo que hacía termino de ducharse lo más rápido posible para poder salir de ahí.

No quería hablar con nadie.

Solo que no tuvo tanta suerte, ya que afuera lo estaba esperando quien había pronunciado esas palabras tan cursis en su opinión. La miro con una cara como diciéndole: "No tenemos nada de qué hablar", solo que como siempre no funciono con ella.

-Hiruma-kun, ¿qué te pasa?

¿Qué le pasaba? ¡Ni una jodida cosa! Se encontraba perfectamente. ¿Por qué tenía que preocuparse por todos? ¡Él nunca le había pedido que se preocupara por él!

-Déjame en paz, maldita mamá gallina -siguió caminado hasta la casa club, aun tenía muchas cosas que hacer, cosas importantes.

Podía escucharla como lo seguía, después de todo ella también tenía trabajo.

Te quiero…

¿Por qué diablos se había vuelto de repente tan curioso? Parecía que no iba a poder hacer nada hasta saber qué era eso del rechazo. Paro de caminar y se dio la vuelta para mirarla, haciendo que también ella se parara y lo mirara con curiosidad. Abrió la boca para preguntar… y la volvió a cerrar.

Y ella seguía mirándolo.

-¿Por qué estas tan raro hoy, Hiruma-kun?

-Tck.

Y él demonio se estaba poniendo nervioso.

-¿Qué te dijo el jodido mono ayer? -le soltó sin pensarlo un minuto más. No entendía el porqué de que estuviese actuando así, pero ya había empezado e iba a seguir hasta el final.

Ella lo miro con cara de confusión antes de responderle.

-¿De qué hablas?

-¡No te hagas la tonta! Ayer se te confesó –al fin había entendido y lo volvía a mirar como si no lo entendiera.

-Eso es verdad, pero es algo que no te interesa.

-¡Es por el equipo! Eso solo sería una distracción.

-Cualquiera diría que estas celoso.

Se quedo paralizado ante eso. No podia moverse.

¿Celoso? ¿Él?

No. Imposible. De ninguna manera.

-No digas estupideces maldita manager, yo no estoy celoso.

-Entonces, ¿por qué tanto interés?

Ya se lo había dicho, solo le interesaba el equipo. Nada más. Y así se lo hiso saber.

-Lo que digas Hiruma-kun.

Volvió a ponerse a caminar, pero él aun no había terminado con ella.

-Le dijiste que lo querías.

.

.

Mamori no podía creer lo que estaba pasando, pero aun así trato de ocultar su sorpresa y le respondió sin mirarlo.

-Solo le dije que lo quería como amigo. Nada más.

Queriendo ver su expresión se dio la vuelta y fijo su vista en él.

Sorprendiéndola aun más lo que vio.

Alivio. Puro alivio.

Eso le saco una pequeña sonrisa y sin creerlo el conocido demonio se la devolvió.

-Eso es bueno, y más te vale que nunca le digas a alguien esas palabras.

-¿Ni siquiera a ti?

Después de decirlo, se vino a dar cuenta de lo que se podia entender, pero ya no podia decir nada, si decía algo solo lo empeoraría.

.

.

Ahora lo entendía, podía verlo. No por nada tenía una mente privilegiada, aun era muy pronto, pero algún día el exigiría esas palabras.

-Esas palabras son solo mías.

Y siguió con su camino, tenía trabajo que hacer, solo que al caminar no pudo evitar una pequeña sonrisa.

S llegaron hasta aquí ¿qué importa que se demoren otro poquito?

¿Me regalan un comentario?