Capítulo 5: Las citas ideales varían dependiendo de cada pareja


Minato y Kushina salieron cogidos de la mano del lugar. Sonrisas falsas pintadas en sus caras. Falsa felicidad y falsa miel. Falso amor y falsa relación. Lo único que no había sido falso allí era su deseo porque todo hubiera marchado conforme al plan y largarse de una vez. Caminaron en silencio, guardándose las palabras hasta que, por fin, pudieran doblar una esquina y se soltaron. No lo hicieron como si sus manos quemaran, sino porque simplemente ya no era necesario tener los dedos entrelazados.

Uzumaki soltó una gran bocanada de aire y se puso una mano en el pecho. ¡Eso había estado cerca! Creía que iba a morir en esa silla, taladrada por las palabras y miradas de Mikoto. Hasta había pedido, en algún momento de la noche, que las velas que decoraban el restaurante incendiaran los manteles… y el resto del lugar, para variar.

—Creí que seríamos atrapados.

—Y que lo digas 'ttebane.

Minato estrechó los ojos unos instantes en reconocimiento. Kushina había vuelto a ser Kushina. No había mayor prueba que su muletilla aparecer de nuevo. Sinceramente se había asustado un poco por las decisiones de la chica a lo largo de la noche. Las palabras, los gestos, las miradas… el exceso de contacto físico con ella. Era aliviador saber que había vuelto a sus cabales y que había estado tan incómoda como él.

—Estoy hecha polvo. Como si el monte de los Hokage se hubiera derrumbado encima de mí. Como si me hubieran puesto a archivar informes como castigo todo el día. Como si se hubieran acabado las reservas de ramen del mundo… como… bueno, simplemente me siento fatal.

El rubio se sentía igual, así que se limitó a asentir. Tenía ganas de despejarse de lo ocurrido y estaba segura de que ella se sentiría de la misma forma.

—¿Quieres hacer algo más?

—Vamos. Estoy fastidiada de estar sentada en esa silla. Siento como si el culo se me hubiera puesto plano, dattebane. Tengo una idea. Solamente sígueme.

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—Fugaku —Mikoto sonó sospechosamente casual—, ¿puedo llamarte así, verdad?

Él asintió, luego vio la desesperación en su rostro. Probablemente pensaba que estaba mudo. Todo lo que hacía era asentir sumisamente o decir monosílabos. ¿Mikoto recordaría su voz?

—¿Cómo es el trabajo en la estación de policía? ¿Te gusta?

Uno, dos, tres… ocho segundos se tardó la respuesta en aparecer. ¡Pero si esa había sido una pregunta fácil! Lamentaba que su cerebro se encontrara en tal caos. Estaba dejando la peor impresión posible.

—Me agra-agrada ser un policía.

Genial. Ahora tartamudeaba.

—Oh, ¿hay muchos delincuentes por ahí en estos días?

Esta vez fue menos tiempo lo que tardó en contestar, pero su charla continuaba siendo decepcionante.

—Alborotadores principalmente.

—Ah… —cambió de tema con presteza—. ¿Hace cuánto que conoces a Kushina?

Fugaku luchó para no estar nervioso. Era su oportunidad dorada, se dijo. Estaba con Mikoto. Como en una cita en un restaurante elegante con una vista preciosa. No podía desaprovechar lo que tanto esfuerzo le costó a Kushina construir.

—Desde los once. Ella-ella me golpeó.

—¿Te golpeó? Vaya manera de comenzar una amistad.

—Sí —Uchiha comenzó a sentir comodidad, pero aún sentía cómo le sudaban las manos al empuñar el cuchillo. Sí, el plan era que comiera lento inicialmente, pero él no lo había hecho por la estrategia, sino porque le temblaban tanto los dedos que no podía comer propiamente si no lo hacía con sumo cuidado, poniendo toda su concentración en ello. Era el único que no había terminado aún sus alimentos. Y él no quería parecer torpe frente al objeto de su afecto. Heriría su orgullo de hombre. Aunque ya lo había herido incontables veces en cuestión de minutos—. Me confundió con mi primo. Él le había llamado tomate.

—Oh, recuerdo que se ponía muy salvaje cuando éramos niñas. Se metían mucho con ella después de clases. Pero ella siempre ganaba. Admirable.

Así fue como inició su conversación…

Sobre Kushina.

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El Rayo Amarillo esperaba que Kushina saliera del comercio al cual le había prohibido la entrada. Era una tienda cerca del lugar donde había sido el concierto del otro día, así que habían tenido que caminar un buen rato antes de llegar, pues el restaurante había estado a, por lo menos, kilómetro y medio de ese lugar, y la chica seguía en tacones y vestido. Saltar por los tejados y dejar que se le viera la ropa interior no era algo que pudiera hacer, como le había aclarado minutos atrás.

Mi-na-to —canturreó Uzumaki lentamente, muy cerca de su cara. Había estado un pelín distraído y le había cogido por sorpresa, invadiendo su espacio personal. Ella sonrió con todos los dientes y se alejó un paso de él sin darle tiempo para defenderse atacando con una enorme cantidad de espuma que fue arrojada directo a su cara. Ella rió en voz alta y él tuvo que limpiarse el jabón de los ojos para evitar perder la vista. Cuando su visión dejó de ser borrosa y llorosa, Kushina le sacó la lengua de manera burlona y se echó a correr tan rápido como pudo, en dirección al monumento Hokage.

¡Eso era una declaración de Guerra!

Así que Minato no tuvo más remedio que sacar su cartera, ir a la tienda (¡un local de bromas!) y comprar dos latas de espuma.

¡Quería venganza!

No le costó mucho trabajo alcanzar a la chica, ella no podía correr apropiadamente en tacones. Le vació una lata en la cabeza en menos de treinta segundos. El que ríe al último ríe mejor. Pero ese momento no era el último y Kushina contraatacó rociando sobre sus pantalones caros y volviendo a huir como la criminal que era. Él la siguió, atreviéndose a crearle una cola de conejo sobre el vestido. Ella chilló sorprendida y lo hizo tragar espuma.

—¿Sabe buena, cierto? —se burló antes de escapar una vez más. Cosa inútil porque él era el Rayo Amarillo de Konoha y ella estaba en tacones.

Minato le roció con presteza medio bote de espuma durante los próximos cinco minutos y ella alcanzó a garabatear una enorme K en el pecho y espalda de él.

—Oh, sí. Soy Kushina —y fingió acomodarse un sombrero que no poseía, como había visto en una película extranjera.

Namikaze corrió a alcanzarla nuevamente. Parecía que jugaban al "corre que te atrapo" una y otra vez. Ya habían llegado, para esos momentos, al pie del monumento Hokage, en las escaleras infinitas para ascender a la montaña donde, a su alrededor, había pasto, y a la joven le dificultaba aún más eso de correr, así que terminó quitándose los tacones tan rápido como pudo. Pero sus pies resintieron aquellas horas parada sobre esas agujas de diez centímetros y se sintió caer, así que terminó huyendo del Rayo Amarillo a gatas, por lo menos unos cuantos metros.

—Ya. Ya. ¡Me rindo 'ttebane!

Y él le creyó tontamente, ofreciéndole su mano para levantarse. Ella fingió aceptarla y vació el resto de su lata en sus zapatos, que también eran caros. Pero, vamos, su vestido y maquillaje también habían sido caros incluso si ella no los había comprado. Ahora estaban a mano.

Lanzó su vacía lata a unos metros de allí, muy lejos de ella. Estaba desarmada y no era honorable atacarla así.

—Paz —pidió y él, con su sentido del honor, se la concedió.

—¿Esta es tu idea para despejarte?

—¿Sabes? —lo ignoró—. Siempre me he preguntado qué se siente tener barba. ¿Pica o algo así dattebane?

—Puedes averiguarlo por ti misma.

Con precisión, Minato dibujó barba y bigote en la limpia cara de Kushina con los restos de espuma que poseía su lata. Ella lo miró con ojos grandes, parpadeando confundida.

—¿Tienes un espejo contigo?

Uzumaki iba a gritarle "¿para que querría yo un puñetero espejo?", pero recordó que, esa noche dentro de su cartera efectivamente había uno. Lo sacó sin mayor ceremonia y se echó un vistazo. ¡Vaya…!

—¡Parezco Santa Claus! —bromeó con su propia imagen, de buen humor. Él se rió con ella—. ¿Qué hora será? —preguntó.

Minato le dio un vistazo rápido a su reloj de pulsera.

—Más de las diez de la noche.

—No es que sea muy tarde —razonó la muchacha—. Pero me gustaría ir a casa.

Pero, a pesar de que la chica dijo que le gustaría marcharse, se quedó donde estaba, mirando penetrantemente a sus pies.

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Fugaku había llevado a Mikoto a su casa. Ella se había negado rotundamente primero —"No va a pasarme nada"—, pero él le aseguró que no temía por su seguridad, sino que simplemente quería hacerle compañía. Ella frunció menos su ceño al escuchar sus palabras y bajó su guardia un poquito, aceptando su propuesta, además, aún tenía trabajo qué hacer.

—… de hecho, esta fue la primera vez que he visto juntos a Minato y Kushina como una pareja de verdad. Si he de admitirlo, me ha molestado un poco, sin ofender a tu amigo.

—¿De verdad? Creí que te lo habían presentado antes.

—Escuché sobre su relación desde casi el principio, pero no habíamos interactuado de esta manera hasta hoy.

—De verdad parece que se quieren ¿no? —aguijoneó. Fugaku ni siquiera se dio cuenta de que ella trataba de sonsacarle información, pero sabía muy bien qué tenía que decir. Como policía, de vez en cuando tenía que ponerse duro en los interrogatorios y decir algunas cuantas mentirillas con tal de que los acusados admitieran sus crímenes. A Mikoto, aunque él no estuviera consciente de sus tretas, le iba a ser difícil conseguir la información que necesitaba.

—Eso parece —mintió, agradeciendo mentalmente el sacrificio de la pelirroja.

—Por supuesto. Fue como un romance de cuento. Increíble. Tan poco tiempo y cuánto amor.

—Prefiero no meterme en su relación —dijo tímidamente Fugaku, volviendo a cohibirse. Estaban llegando a la casa de la chica. Su tiempo con ella se estaba terminando y solamente habían estado hablando de Kushina toda la noche. Su mejor amiga seguro que le sentaría una buena patada en el culo por inútil. Si ya hasta la estaba sintiendo.

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—He sentido algo extraño toda la noche 'ttebane. Como si estuviera hablando constantemente de mí.

—Llevas toda la noche estornudando —señaló a la vieja superstición—. Tiene sentido.

—¡Pff! ¿Crees en eso?

—Es divertido hasta cierto punto.

—Como los horóscopos —concedió—. Es graciosísimo ver las cosas que ponen los periódicos: "Cuida tu salud", "el amor se aproxima a tu vida", "tendrás dinero a manos llenas por un trabajito extra que te surgirá". Si me lo preguntas, para mí es más bien como un consejero al que le importas un carajo.

—Pero hay gente que cree en ellos.

—Yo me río con ellos.

—Eso ya lo he notado. ¿Hay algo en lo que creas?

—En el todopoderoso Dios del Ramen. Si te mantienes comiendo ramen durante todo el año, te deja cupones debajo de la almohada por ser una buena persona.

—Muy graciosa.

—Pero sí existe. Se llama Teuchi y su palacio es Ichiraku, dattebane.

—¿Estás diciendo que el hijo del dueño del ramen va a tu casa a poner cupones bajo tu almohada? —arqueó una ceja.

—¡Por supuesto que no quise decir eso! —chilló.

Risas, luego, un momentáneo silencio.

—¿Aún estás cansada?

Kushina flexionó los dedos de los pies un par de veces y dio vueltas a su talón.

—Algo —admitió—. Pero soy un ninja y tengo que llegar en algún momento de la noche —y, como pudo, se levantó. A los cinco pasos sus pies ya resentían el esfuerzo físico. Jodidos tacones.

Minato también se levantó del suelo. Se sacudió la tierra de sus ya arruinados pantalones y suspiró un poco. Tendría que aguantar unas cuantas patadas y posiblemente algunos manotazos pero ya se lo agradecería mañana, aunque fuera internamente.

De un momento al otro, Kushina se sintió flotar y luego se dio cuenta que, demonios, Minato se había atrevido a cargarla ¡ya cargarla como un costal de patatas sobre el hombro! Jodido hombre desgraciado.

—Bájame si no quieres morir —chilló, pataleó y golpeó.

—Sabía que me golpearías.

—Bueno, señor adivino, lo he hecho. Ahora bájame.

—Pero así llegaremos más rápido.

Uno, dos, tres pasos y el Rayo Amarillo ya estaba haciendo gala de su apodo. Llegaron al hogar de la chica en menos de tres minutos, aún sin utilizar el Jutsu Volador del Dios Trueno. ¡Trabajo listo!

Pero Kushina seguía pataleando.

—¡Cabrón desgraciado, atrévete a cargarme así una vez más dattebane! —gritó cuando la bajó y le cerró la puerta en la cara tan pronto como entró en su departamento.

Por lo visto, a Minato no le iban a ofrecer café o té de cortesía esa noche.

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—Bueno, Fugaku. Es hora de que entre a mi casa. Gracias por acompañarme —Mikoto pensó en agregar "gracias por tu compañía, fue agradable charlar contigo", pero ella no era tan hipócrita, así que se guardó su actuación para una situación más crítica.

Fugaku miró al suelo decepcionado. Él quería mantenerse conversando con Mikoto, caminando a su lado y escuchando su risa ocasional. También ver su rostro. Pero eso no iba a poder ser hasta que su pequeño diablo guardián le concediera otra oportunidad, él no era tan valiente para pedirle una cita a Mikoto todavía, por más que hubiera avanzado en su incipiente relación con ella esa noche. O eso creía él.

—Buenas noches, Mikoto —saboreó su nombre en su lengua, cual hombre enamorado.

—Buenas noches, Fugaku —y, armándose de valor, porque sabía que moriría de aburrimiento al día siguiente por lo que estaba a punto de decir, pero una chica tenía qué hacer lo que una chica tenía que hacer, agregó—. ¿Podríamos encontrarnos mañana? Tú y yo.

Uchiha puso cara boba al instante. La palabra "cita" casi se marcaba en su frente de tan emocionado que estaba solamente de pensarlo.

—Po-por supuesto —tartamudeó de la pura felicidad.

¡Ah, el amor! ¡Cómo lo estupidizaba!

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"Y no lo olvides: en el primer encuentro con los padres de tu pareja sé tú misma. No trates de aparentar lo que no eres sólo por darles gusto, ellos lo notarán de inmediato".

Pasaje de la revista que Kushina ignoró deliberadamente.

¡Lástima!


¡Lamento muchísimo haberme tardado tanto para solo editar miserables 2500 palabras! *llanto* intentaré agilizar esto para terminar antes de que noviembre sin ti nos deje.

Gracias por los reviews a Sylvia2343 (oh, lo de los sellos planeo usarlo más adelante, Kushina simplemente no era tan íntima de él en esos momentos ni le importaba tanto como para enseñarle), Kei Hinamaru (la verdad no me había puesto a pensar que sería similar a un fem!naru & sasuke D:, bueno, no des dinero por Fugaku, lo vas a perder jajaja), Kats-th31 (Fugaku es débil ante su mujer, como debe ser UwU), Alejhandora (¡lamento la tardanza!, la verdad esa frase de la nutella la usaba cuando estaba jovencísima y no sabía de la vida y me he cambiado el user tantas veces que ya es hasta gracioso recordarlo. gracias por leer. lloro cuando encuentro a un lector antiguo) y xXKushinaXx. (en su ""cita"" con Minato pudo ser ella misma :D, hablando de hiatus, un fic Minakushi antiquísimo ha estado actualizando recientemente y quise llorar; quizá es una señal de Dios para que todos terminemos nuestros Minakushis en hiatus jajaja).