Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia es de twistedsistersRB, yo solo la traduzco.
Holaaaa, voy a empezar una nueva traducción que espero que os guste tanto como a mí, allá vamossss :D
Por cierto, quería darle las gracias a mi amiga Bianka Mekare por haberme ayudado con algunas partes del fic ;)
Capítulo 1
BPOV
¿Puede el amor verdadero hacer que la peor pesadilla sea un hermoso sueño?
Me gustaba pensar en esa cita cuando pensaba en cómo de loco había empezado este viaje. Cuando estaba segura de que mi vida había terminado, me di cuenta de que tal vez no sería tan malo. Él no se veía como un asesino psicópata o algo así.
Mi madre murió al darme a luz. Mi padre me cuidó sólo toda su vida, hasta que decidió que no podía hacerlo más. Pensó en encontrar el futuro perfecto para mí, pero yo me asusté. Yo tenía que casarme con un tipo que él pensaba que era el adecuado.
Teniendo en cuenta que yo era menor de edad en todos los sentidos de la palabra, él tuvo que dar su consentimiento, y lo hizo sin vacilar.
Recuerdo vívidamente el día que conocí a mi futuro esposo. Era verano, un verano inusualmente cálido para Forks, el pueblo más lluvioso en los . continentales. Llevaba unos vaqueros cortos que apenas cubrían mi culo y una camiseta pequeña sin mangas. En mi camino por las escaleras me recogí el pelo en una coleta alta, deteniéndome momentáneamente al oír voces en la cocina, pero me encogí de hombros y seguí caminando.
—Buenos días —dije cuando entré en la cocina. El hombre de al lado de mi padre era tal vez unos años más joven que papá, probablemente era un amigo.
—Buenos días —gruñó papá—. Este es Edward Masen.
Finalmente miré mejor a su amigo, era curioso que nos hubiera presentado. Nunca me presentaba a sus amigos.
¡Oh, maldita sea! Ese Edward Masen era maravilloso, se me permitía verle, ¿no? Él era por lo menos diez años mayor que yo, pero nadie podía ver lo hermoso que era, desde su despeinado cabello de color bronce, sus gruesas y oscuras cejas, sus ojos verdes profundos, su mandíbula cincelada cubierta con un poco del pelo y sus deliciosos labios. Maldita sea, era la perfección.
—Señorita Swan —él me saludó, poniéndose de pie y cogiendo mi mano, llevándola a sus labios carnosos—. El placer es mío —su voz era como el chocolate derretido.
—Sr. Masen —dije amablemente, tratando de mantener el tartamudeo lejos de mi voz. Mis entrañas se revolvieron en el segundo en el que me tocó.
— ¿Estás seguro, Charlie? Es muy joven y tiene todo el mundo ante ella —le dijo el Sr. Masen a papá, dirigiéndose a él, pero sin soltar mi mano.
—Sí, Edward. Ya hablamos sobre esto —papá hizo contacto visual conmigo, y yo sentí que mi aliento se enganchaba en mi garganta. Me preparé para recibir malas noticias—. Bells, ambos sabemos que yo no puedo hacerme cargo de una adolescente, y tú no ocultas que no te gusta estar aquí.
— ¡Pero me gusta! —insistí con tanta vehemencia como pude. Claro, yo odiaba a sus mujeres y a las noches en las que casi me ahogaba mientras mantenía la almohada sobre mi cara y mis orejas para mantener esos sonidos horribles lejos, pero estaba en casa, y él era mi padre.
—Pensé en algo que sería ideal para ti a largo plazo. Decidí darle tu mano a Edward. Él vive en Seattle, y es médico en el Hospital de Niños de Seattle —siguió hablando, pero lo perdí en la parte donde dijo que iba a casarme con un hombre de su edad. ¡Casarme! ¡Yo tenía dieciséis años!
— ¡Pero soy menor de edad! —le solté, haciendo mi mejor esfuerzo para no llorar.
—Yo te doy mi consentimiento. Tengo que firmar el formulario de consentimiento del matrimonio y ya estarás apta para casarte —explicó.
— ¿Y si no quiero? —le desafié, evitando el contacto visual con el Sr. Masen.
—Vas a querer, Bella. No pienses en el ahora, piensa en el futuro. Vas a tener una gran vida —Charlie me dijo con orgullo.
Aparté la mano que todavía estaba con la del Sr. Masen y corrí a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí antes de tirarme en la cama y comenzar a sollozar.
Él estaba haciendo esto para estar a solas con sus chicas.
Había fallado como padre y había decidido entregarme como un coche viejo.
¿Cómo iba a pensar que yo estaría de acuerdo en casarme? ¡Casarme!
El matrimonio...
Yo era una cría. No. Me negaba a hacerlo.
Alguien llamó a mi puerta y hundí mi cara aún más en la almohada, llorando más fuerte. Los golpes insistieron.
¿Desde cuándo él llama? Me pregunté. Charlie siempre irrumpía sin pensar que una chica adolescente necesitaba su privacidad.
— ¡Vete! ¡Te odio! —grité.
La puerta se abrió como si yo no hubiera dicho nada. La cama se hundió a mi lado y la persona que estaba sentada allí envió una corriente extraña por mi cuerpo. No era Charlie. Era el señor Masen, mi futuro esposo.
—Bella —dijo en voz baja.
—Así sólo me llaman los amigos. ¡Y tú no eres uno! —le espeté, sacando mis garras. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para poner fin a esta cosa antes de que empezara.
—Está bien —él asintió con la cabeza—. Isabella, te entiendo totalmente. Yo no podría haber estado más sorprendido cuando tu padre se acercó a mí —dijo en voz baja.
— ¿Cuántos años tienes? —murmuré contra la almohada.
—Cumplí treinta y cinco el mes pasado —respondió él en voz baja, su voz me envolvió como la suavidad del chocolate derretido. ¡Así que él tenía dieciocho años más que yo! Su gran mano me tocó el hombro, provocando que una corriente eléctrica pasara a través de mi piel y un endurecimiento extraño apareciera en mi estómago—. ¿Quieres darte la vuelta para mí, Isabella?
Poco a poco me di la vuelta y le miré a esos ojos enormes, verdes y preocupados. Realmente era un hombre hermoso. Un hombre. Y yo era una niña.
— ¿Por qué? —lloré, cubriéndome los ojos con las manos—. ¿Qué he hecho mal?
Él envolvió sus fuertes brazos alrededor de mí y los apretó. Me apoyé en su pecho y me aferré a su costosa camisa de vestir, mojándola con mis lágrimas saladas.
—Mírame —él me persuadió suavemente. Cuando nuestros ojos se encontraron, él continuó en un tono tranquilizador—. Te prometo en este segundo que no pasará nada hasta que estés lista. No puedo rechazar la propuesta de matrimonio porque estoy seguro de que no acabarías con otra persona más comprensiva que yo. Conozco el círculo de amigos de tu padre, y créeme, no quieres terminar casada con un bruto.
— ¿Podemos no casarnos? Puedes llevarme a Seattle como planeabas y... yo... —no tenía ni idea de qué decir. Yo no podría vivir por mi cuenta.
El Sr. Masen frotó su pulgar sobre mi mejilla, apartando las lágrimas.
—Este es el deseo de tu padre, y lo repito, tendrás tu propia habitación si lo deseas. Considérate mi compañera de casa.
—Quitando el hecho de que llevaremos anillos y un pedazo de papel que nos unirá de por vida —añadí.
—Eso se puede deshacer si las cosas no funcionan. Me gustaría que esperaras hasta terminar la escuela secundaria para divorciarte, ¿de acuerdo? Quiero asegurarme de que estarás a salvo.
Maldita sea. Él ya estaba actuando como un marido protector.
—Está bien —murmuré —. ¿Cuándo es la condena? Lo siento, la boda —añadí tímidamente.
Él se rió en silencio y tomó mi mano con las suyas antes de inclinarse y besarme suavemente.
—En agosto. Llegarás a Seattle una semana antes de la boda.
—Eso es como... dentro de una semana —le dije, pensativa.
—Quiero hacerlo lo más rápido que pueda. Y las clases empiezan en septiembre. Quiero que te acomodes antes de iniciar el año en tu nuevo instituto.
—Gracias —murmuré, dándome cuenta de que no podía odiarlo. Era increíble. Él me estaba salvando de Charlie.
—Me tengo que ir, pero estaré de vuelta en una semana. ¿Es tiempo suficiente para empaquetar todo? —preguntó preocupado.
—Más que suficiente —De repente no podía esperar para irme. No me importaba por qué Charlie no me quería aquí, pero al parecer este hombre quería que yo viviera con él, y él ni siquiera me había forzado.
Decidí ser una buena anfitriona y lo llevé escaleras abajo, y sólo para mostrarle a Charlie que estaba bien con su loca idea, cogí la mano del señor Masen en la escalera. Él me dio una mirada de lado y la esquina de su boca se elevó un poco.
—Charlie, me tengo que ir ahora. Estaremos en contacto —le dijo a papá sin dejar ir mi mano.
—Bien, bien. ¿Has terminado con tu rabieta? —papá me preguntó, mirando fijamente nuestras manos enlazadas.
—Sí —sonreí con fuerza—. Esto es exactamente como me imaginaba que sería mi vida. Gracias —murmuré con amargura y abrí la puerta principal, arrastrando al Sr. Masen detrás de mí. Cuando la puerta se cerró detrás de nosotros, sentí que otro sollozo rasgaba a través de mí.
—Shh —una vez más estuve en el calor de sus brazos. Se sentía sorprendentemente bien. Yo no quería dejarlos.
—No puedo quedarme con él. ¡Por favor, no puedo! —le rogué—. No después de esto.
El Sr. Masen apretó los labios y suspiró pesadamente, lavó mi cara con su dulce aliento.
—Puedo enviarte mi coche el viernes para recogerte si yo no puedo. ¿Tres días son suficientes para que puedas empaquetar?
—Más que suficientes... —pero aún así, yo no podría estar en torno a Charlie después de lo que había hecho, después de haber firmado mi futuro inmediato.
— ¿Está trabajando la mayor parte del tiempo, no? Estoy seguro de que puedes evitarlo durante las pocas horas que esté en casa —dijo en voz baja, jugando con mi cola de caballo.
Asentí con la cabeza de mala gana y le permití alejarse.
—Nos vemos pronto —Me besó en la frente antes de caminar hacia su coche brillante de color plata. Me sorprendió verlo deslizarse en el asiento del conductor. Con una oleada final, él se fue.
Los tres días siguientes fueron pasando, y cada vez que me encontraba con Charlie, me aseguraba de expresar lo mucho que 'amaba' su idea. Él no parecía notar mi sarcasmo.
El viernes por la mañana me desperté con un fuerte golpe en la puerta principal y bajé por las escaleras, todavía medio dormida.
—Buenos días —dijo el Sr. Masen brillantemente y deslizándose junto a mí.
—Uh, hola —murmuré.
— ¿Te he despertado? —preguntó divertido.
—Por supuesto. ¿Qué hora intempestiva es?
—Pasan un poco de las nueve. He venido muy temprano a rescatarte —su sonrisa hizo que se apretaran los músculos de mi estómago.
Dos viajes fueron suficientes para que mis pertenencias fueran guardadas en su coche. Mientras me duchaba y me vestía, él esperó en la cocina. Después de una breve nota para Charlie —por orden del Sr. Masen— en la que le decía que me fugaba, nos fuimos.
—Apuesto a que tu padre estará preocupado. No deberías haber escrito eso —me advirtió, pero estaba sonriendo mientras conducía fuera de Forks.
—Como si me importara. ¿Te hubiera gustado más si le hubiera dicho que iba a emanciparme y a escaparme? ¿O que me gustaría que él fuera el muerto y no mamá? —le escupí, repantigándome en el asiento. Él no respondió.
Debí de haberme quedado dormida porque me desperté mientras alguien movía mi pierna lentamente. Parpadeé rápido, mirando a mí alrededor.
—Estamos en casa. Podrás dormir tan pronto como consigas adaptarte —el Sr. Masen me dijo en voz baja.
Tragué saliva y asentí con la cabeza bruscamente. De alguna manera, finalmente estaba metida en esto. Me estaba yendo a vivir con un extraño mucho mayor que yo y que pronto se convertiría en mi marido, porque mi padre no me quería ya. Genial. Tomando una respiración enorme, salí del coche.
Él cogió mis maletas y yo me eché la mochila al hombro, arrastrándome detrás de él. La luz estaba encendida en el interior, lo que significaba que había alguien allí. No tenía ni idea de si vivía con alguien o si había alguien especial en su vida. ¿Y si le gustaba tener muchas esposas?
—Probablemente sea Carmen —dijo más para sí mismo, abriendo la puerta principal—. Ella es la que se encarga de la casa.
Asentí con la cabeza, dándome cuenta de que un soltero no podía hacerlo solo. La casa era enorme, más como un pequeño palacio. Él tenía que estar cargado, no es como si me importara el dinero, todo lo que quería era una vida normal.
— ¡Cariño! —una mujer de su edad, tal vez un poco más joven, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza—. ¡La casa es un desastre! —ella le reprendió.
Podía ver las puntas de sus orejas volverse rojas mientras se aclaraba la garganta.
—Carmen, ella es Isabella. Isabella, uh, esta es Carmen —nos presentó, agitando su mano entre nosotros con torpeza.
Carmen frunció los labios y me miró de arriba abajo.
— ¿Esa Isabella?
—Sí —el Sr. Masen asintió—. En cuanto a la casa, lo siento mucho. No creo que la semana pasada haya estado en casa más de veinte horas.
—Entonces, ¿cómo ha terminado todo desordenado?
—Habrá sido Rosalie —respondió en voz baja—. Ella se queda aquí —agregó en un tono molesto.
— ¡Oh, mi linda! —Carmen exclamó.
—Perra —murmuró el señor Masen en voz baja antes de poner la mano sobre la parte baja de mi espalda—. ¿Está limpio el cuarto de invitados?
Carmen pareció sorprendida y luego se puso las manos en las caderas y empezó a hablar en un español fluido que ya no pude entender. Su dedo estaba temblando y vomitaba palabras fuera de su boca a un ritmo rápido.
Por lo tanto, su ama de llaves era española y le gustaba llamarle 'cariño', ella pensaba que esa tal Rosalie —quien fuese— era agradable, y el Sr. Masen pensaba que era una perra. Yo estaba muy curiosa por saber por qué Carmen estaba disgustada. ¿Era por lo que él había dicho sobre esa Rosalie, o porque yo iba a dormir en la habitación de invitados?
Ella sabía de mí. Esa Isabella. Me hubiera gustado hablar de mi padre sobre eso, podría haberme dejado vivir aquí si él no me quería cerca, pero no hacer que me casara. La sola idea me aterraba.
El Sr. Masen respondió a Carmen en un español impecable antes de moverme para que subiera las escaleras hasta la planta superior.
—Lo siento mucho por eso. Entenderás todo cuando conozcas a mi hermana.
—No he entendido lo que has dicho —admití. Mi español no era tan bueno.
—Oh, lo siento, Isabella. Mi hermana, Rosalie, está de visita y ella no es la mejor compañía del mundo. Desafortunadamente ella se va a quedar hasta después de la boda. Si sobrevivo hasta esa fecha —añadió en voz baja—. Mira, este va a ser tu cuarto —abrió una puerta y me permitió entrar.
—Wow —Fue la cosa más inteligente que pude pronunciar. La habitación era hermosa. Un azul eléctrico combinado con un tono más claro cubría las paredes, una alfombra azul estaba entre la puerta y la cama, parecía ser una cama matrimonial y de hierro, era la más hermosa que había visto en mi vida. Mis ojos recorrieron el resto de la habitación, y vi un gran armario que probablemente quedaría la mitad vacío —teniendo en cuenta que no poseía tanta cantidad de ropa— había un tocador azul pálido con un espejo ovalado y un escritorio al otro lado de la habitación, frente al armario.
— ¿Te gusta? —el Sr. Masen preguntó con ansiedad—. Podemos encontrar otra habitación si…
Me di la vuelta y lo abracé.
—Es perfecta. ¡Gracias!
Pareció sorprendido, pero pronto respondió a mi abrazo y envolvió sus largos brazos alrededor de mí. Olía bien, a su colonia y a la esencia de un hombre. Me gustaba. Mucho.
… …
A la mañana siguiente me encontré con su hermana.
Mientras caminaba por las escaleras, oí unos gritos desde algún lugar de la planta baja. Con un rápido vistazo alrededor para orientarme, me fui a la cocina, esperaba acordarme correctamente. Después de ser instalada en mi habitación, el Sr. Masen me mostró la casa, pero estaba cansada y apenas capté todo.
La cocina era el origen de los gritos. Eso me detuvo en seco, no podía ir allí.
—Buenos días, cariño —dijo Carmen detrás de mí, asustándome—. Lo siento, no era mi intención asustarte —dijo ella con dulzura, tocando mí brazo.
—Buenos días —dije en voz baja, sin dejar de mirar a la puerta cerrada frente a mí.
—Tendrás que acostumbrarte si vas a vivir aquí. Así es como se comunican. No creo que jamás les haya oído hablar si no es gritando —ella se rió, abriendo la puerta.
Los gritos se detuvieron y los hermanos se volvieron hacia la puerta, ambos con la cara roja. Si no lo hubiera sabido previamente, no hubiera dicho que esa mujer era su hermana. Ellos no eran iguales para nada, su cabello rubio era largo y ligeramente ondulado, le llegaba a la parte baja de su espalda, y sus ojos eran de un azul glacial, confirmando su personalidad fría, o al menos esa impresión me dio. Ella hirvió cuando me vio, mirando a su hermano antes de pasar junto a nosotros y salir de la cocina.
El Sr. Masen se apoyó en el mostrador, moviendo su cabello con sus manos. Mis ojos se posaron en sus bíceps abultados.
Carmen se acercó a él y le preguntó algo que no entendí. Él negó con la cabeza antes de darse la vuelta y mirar por la ventana.
—Debes tener hambre. Siéntate. ¿Qué te gusta comer? —ella me preguntó con una sonrisa. ¿Por qué era tan buena conmigo? Ayer pensé que no le gustaba.
— ¿Tiene barras de cereales? —murmuré, sintiendo que mi rostro se calentaba.
Carmen frunció los labios.
—Tienes que comer, hija —Sin decir nada, ella se ocupó de hacer un desayuno copioso.
Mis ojos se quedaron fijos en la espalda del Sr. Masen. No pareció moverse por lo menos durante quince minutos, luego, de repente, se dio la vuelta y se fue sin decir una palabra.
Parpadeé confusa después de eso. Así que él no era un asesino en serie o un psicópata, era un loco. Qué suerte.
Unos cinco minutos más tarde, los gritos continuaron en el piso de arriba, pero esta vez me di cuenta de que había objetos arrojándose alrededor.
Carmen suspiró ruidosamente.
—Son tan tercos —murmuró poniendo un plato con huevos y jamón delante de mí—. ¿Zumo de naranja?
Me limité a asentir, encogiéndome en cada mala palabra que se escuchaba desde arriba. Y había muchas.
Después de ofrecerme la bebida, Carmen se aclaró la garganta.
— ¡El desayuno! —gritó tan fuerte como pudo, por encima de sus voces, y luego se sentó frente a mí, con las manos descansando sobre su estómago. Era la primera vez que me miraba, y me sorprendí al descubrir que estaba embarazada.
—Casi siete meses de embarazo —explicó.
—No debería estar trabajando, ¿no? —le pregunté confundida. Mi conocimiento casi inexistente sobre el embarazo me decía que una mujer embarazada no debía limpiar la casa o tolerar tanto grito.
— ¡Entonces lárgate, pero no vuelvas nunca, Rosalie! —La voz del señor Masen bajaba por las escaleras mientras descendían—. ¡Si te vas, esta no será tu casa nunca más!
— ¡Es la casa de mamá y papá! ¡Tengo derecho a vivir aquí! —gritó ella.
—Está a mi nombre ahora. ¡Y yo decido quién vive aquí, no tú!
De pronto tuve la molesta sensación de que hablaban de mí. Las lágrimas se formaron en mis ojos. Yo no quería que pelearan por mi culpa, por mi padre.
La puerta principal se cerró de golpe y sentí una lágrima rodando por mi mejilla. Con el rabillo del ojo vi al señor Masen en la parte inferior de la escalera, mirando sorprendido a la puerta principal, y entonces le vi salir corriendo de la casa.
—Rosalie ¡No he querido decir eso! ¡Rose! —la puerta se cerró detrás de mí, amortiguando su disculpa.
—No te preocupes. Van a hacer las paces. Siempre lo hacen —susurró Carmen—. A veces se podría pensar que son un matrimonio de ancianos, pero si se hubieran casado estoy segura de que uno hubiera matado al otro hace mucho tiempo —contempló, riéndose para sus adentros.
Me recompuse, secándome las lágrimas y centrándome en el desayuno.
Sólo para confirmar las palabras de Carmen, pocos minutos más tarde volvieron con un brazo alrededor de la cintura del otro y riéndose sobre algo.
El Sr. Masen me pilló mirándoles y luego miró a su hermana.
—Rose, ella es Isabella. Isabella, ella es mi loca hermana —él esquivó su mano justo a tiempo, con una carcajada—. ¿Huevos revueltos, Carmen? —le preguntó él como si nada hubiera pasado.
—Hola —le susurré a Rosalie. Ella arrugó su nariz, pero asintió con la cabeza.
Cuando todo el mundo empezó a comer, Rosalie miró a su hermano y luego a mí. Él optó por sentarse a mi lado, demasiado cerca para ser algo normal.
— ¿Cómo ha sucedido esto otra vez? —ella preguntó con el ceño fruncido.
Para mi sorpresa, el señor Masen tomó mi mano izquierda y me apretó los dedos.
—Rose, te dije que el amor es ciego. Fui a visitar a Charlie a Forks y ella se dejó caer por la cafetería, ella estaba allí con sus amigos. Ni siquiera sabía que ella era su hija o lo joven que era, sólo estaba atraído por ella.
Casi creí su voz hipnotizante. Cuando Rosalie volvió sus ojos de hielo hacia mí, yo tenía pegada una gran sonrisa en mi cara y me había inclinado hacia el señor Masen, por si acaso.
—Y papá está de acuerdo —añadí—. Eso es lo mejor
—Sí, lo es —el Sr. Masen asintió con la cabeza.
— ¿Y os vais a casar en dos semanas? ¿De verdad esperas que me crea esta mierda, Edward?
Bueno, tal vez éramos unos actores horribles.
—Rosalie, linda, ¿cuándo fue la última vez que lo viste enamorado? Creo que podría haber encontrado a alguien —dijo Carmen, sentándose a nuestro lado.
— ¡Ella es dieciocho años más joven! —Rosalie exclamó—. Lo siento, pero yo lo llamo a esto una mentira.
El Sr. Masen suspiró profundamente y pasó un brazo alrededor de mi cintura.
— ¿Quieres la puta verdad? ¡Su padre está enfermo por tener que cuidar de una adolescente! Él decidió casarla. ¿Feliz, Rose?
Ella abrió y cerró la boca, con sus ojos muy abiertos mirando los míos.
— Le entiendo totalmente. ¿Quién querría a una adolescente flaca y estúpida?
— ¿Perdón? ¿Soy estúpida? ¿Quién es la que vive de su hermano? —grité y salí de la habitación, olivándome del desayuno. Ahora entendía por qué la llamaba perra, no podía evitar sentirme un poco herida por su comentario, porque yo no pedí ser puesta en esta situación.
Ese fue el día en el que aprendí a tolerar a Rosalie y a sus comentarios sarcásticos. La mentira no funcionaba, pero sonaba mejor que la horrible verdad.
Durante las siguientes dos semanas, me acomodé y aprendí a vivir allí. El Sr. Masen me llevó de compras y se sintió aliviado al ver que pasábamos pocas horas allí.
—Tal vez quieras algo más —dijo alegremente cuando nos fuimos del centro comercial— Rose se pasa el día entero aquí. A veces nos echan.
—No me gusta ir de compras —admití.
Puso su brazo alrededor de mi cintura y me apretó a su lado.
—Nos llevaremos muy bien, Isabella.
Evité a Rosalie a toda costa. Las únicas veces que la veía era durante las comidas y en la noche de películas, la cual era todas las noches. Me gustaba lo cercano que era el Sr. Masen con su familia. Nunca antes había tenido una noche de cine, ni había comido cada comida con Charlie, ni había tenido alguna vez una guerra de palomitas de maíz. Él actuaba como si tuviera veinte años, no treinta y cinco.
— ¡Edward, te lo juro, te voy a arrancar los dedos si me tiras palomitas de maíz en el pelo! —Rosalie se rompió.
Él se encogió de hombros y me guiñó un ojo antes de darle la vuelta al cuenco de palomitas casi vacío y tirarlas sobre la cabeza de su hermana. Di un grito ahogado cuando ella gritó y se abalanzó sobre él, ella falló por unos pocos centímetros y entones él se levantó y salió corriendo de la habitación.
— ¡Voy a matarte! —gritó ella.
—Promesas, promesas —dijo divertido, asomando la cabeza en la habitación. Ella corrió hacia él haciéndole desaparecer de mi vista de nuevo.
Ese era el Sr. Masen más juguetón que yo había visto. Cuando regresaron, Rosalie estaba jadeando y resoplando, pero me di cuenta de que no estaba realmente enfadada, mientras el Sr. Masen llevaba una sonrisa perezosa cuando se dejó caer a mi lado. Cuando sus ojos traviesos se volvieron hacia mí, grité y salté al otro lado del sofá.
Estaba atacándome con palomitas de maíz cuando el timbre sonó ruidosamente. Rosalie, quien nos había estado observando con una expresión divertida, aprovechó la oportunidad para salir, prefiriendo abrir la puerta.
— ¡Para! —exclamé, protegiéndome la cabeza de su asalto.
—Déjame disfrutar de esto. Si hago esto pasado mañana, se verá mal, ya que seré tu marido. Dirán que te estoy molestando.
Gemí ante la idea, deseaba que no me lo hubiera recordado. Pero yo tenía un as en la manga.
— ¡El hermano rebelde está de vuelta! —Rosalie exclamó en voz alta, por lo que el Sr. Masen jadeó y giró la cabeza hacia la puerta. Yo me levanté y tuve la oportunidad de darle en la cara con un puñado de palomitas de maíz.
Era la primera vez que le tocaba así. Su rostro era un poco blando, pero también un poco áspero alrededor de la mandíbula, donde había un poco de pelo.
— ¡Hey! —gritó de sorpresa, volviéndose para mirarme.
— ¿Qué? —parpadeé inocentemente.
—Será mejor que corras, pequeña.
—No vas a cogerme, viejo —le amenacé en broma.
— ¿Quieres apostar? —bromeó.
Yo ya estaba corriendo por la habitación cuando él se puso de pie, pero mi loca carrera se detuvo cuando me topé con alguien en el pasillo. Luego noté unos fuertes brazos alrededor de mí, apretándome fuertemente.
—Te he dicho que no te escaparías —susurró el señor Masen en mi oído.
Me apoyé en él y miré a la persona con la que había chocado. Se parecía más a Rosalie que al Sr. Masen: profundos ojos azules, pelo rubio hasta los hombros, una sonrisa en su cara y muy joven.
— ¡Jazz! ¡Cuánto tiempo sin verte! —murmuró el Sr. Masen dándole a su mano un apretón firme. Su otro brazo todavía estaba alrededor de mi cintura, sosteniéndome contra su pecho.
— ¡Ed! He recibido un mensaje diciéndome que has sentado la cabeza. ¡Tenía que verlo! —el tipo dijo desafiante, levantando una ceja.
—No podía enviarte una carta. Ni siquiera estaba seguro de que verías el mensaje —dijo el Sr. Masen encogiéndose de hombros—. Oh, Jazz, ella es Isabella. Este es Jasper, mi muy molesto hermano pequeño —añadió.
Los ojos de Jasper se abrieron y pasó de mí a su hermano y luego a mí otra vez.
— ¡Estás cagándome!
— ¡Jasper! Cuida tu boca —susurró el señor Masen—. Podemos hablar todo lo que quieras después de que te acomodes. Llegas justo a tiempo para la segunda película.
Jasper me dio otra mirada dudosa antes de recoger su bolsa de lona y el estuche de una guitarra y subir las escaleras. Rosalie estaba pisándole los talones, susurrándole algo. Probablemente era sobre mí.
—No te preocupes por él. Él sabe que no debe decir nada.
El Sr. Masen tomó mi mano y me llevó de vuelta al sofá, pero esta vez se sentó a mi lado, con un brazo alrededor de mis hombros.
— ¿Qué va a pasar mañana? —susurré, sintiendo un pavor llenando mi cuerpo.
—Nos vamos a casar. Además de la hoja de papel, nada cambiará. Te lo prometo.
Asentí con la cabeza. Él no esperaba nada de mí.
—Y... eh, si alguien pregunta quién eres, ¿qué voy a decir, señor Masen? —le pregunté mirando sus profundos ojos verdes.
Sus labios se fruncieron y arrugó la piel entre las cejas.
—En primer lugar, tienes que llamarme Edward. En cuanto a la respuesta a tu pregunta, creo que deberíamos ir con la verdad, ¿no? También podemos utilizar la mentira que tratamos de contarle a Rose.
—Me parece bien.
Cuando Jasper y Rosalie se unieron a nosotros, me di cuenta que había estado preocupada por nada. Jasper era increíble, abierto y con ganas de saber más acerca de mí. Hablamos durante horas hasta que el Sr. Masen decidió que todos debíamos ir a la cama, ya que teníamos que levantarnos temprano.
Le ayudé a limpiar nuestro desorden de palomitas mientras sus hermanos se fueron a la cama, y luego subimos juntos.
—Buenas noches, Isabella —susurró, apretando mi hombro.
Una corriente me recorrió como cada vez que él me tocaba.
—Buenas noches, Edward —dije rápidamente antes de perder los nervios.
Él sonrió y continuó subiendo las escaleras hasta el piso superior. Me metí en mi habitación y me puse el pijama. Traté de no pensar en lo que podría traer el día siguiente, pero fue difícil. Todo lo que podía ver era a mi padre mandándome lejos con un hombre cercano a su edad, sin pestañear, sin ningún tipo de remordimiento.
Bueno, pues aquí está el primer capítulo :)
¿Qué os ha parecido? Por si preguntáis, ya os lo digo yo, esta historia tendrá 30 capítulos, espero que me sigáis en cada uno de ellos :D
Como hago siempre, subiré Lunes, Miércoles y Viernes sobre las 6.30 o 7 de la tarde (hora española), así que ¡nos vemos el Miércoles! ;)