Esta historia es de Krazyk85, yo sólo traduzco.

Aclaración: Los personajes y lugares reconocibles son propiedad de Stephenie Meyer. El argumento y demás ingredientes de esta obra, son de la autora.

Esta historia es una mezcla de: "60 Segundos", "Asesinos por Naturaleza", "Escape Salvaje" y "La Persecución". Habrá final feliz, eso está garantizado.

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Chop and Change

Capítulo uno

Había visto esto una o dos veces en mi vida, la mayoría en películas, pero no creía que fuera tan difícil. Tomas un gancho, lo deslizas entre la puerta y la ventana y después de un minuto de forzarlo, se supone que aquélla se abre.

No tenía tanta suerte.

La cerradura no cedía, y esta mierda no tenía sentido. No era una ladrona de coches. ¡Ni siquiera tenía dieciocho años! No, solo era una fugitiva que no sabía cómo seguir adelante.

Necesitaba dinero.

Necesitaba un lugar donde dormir.

Necesitaba comida.

Necesitaba pensar mucho.

Lo triste era que no hace tanto, yo no tenía esas necesidades. Ni siquiera pensaba en ello. No estaban ahí, porque yo… una vez… tuve un hogar.

Pero ya no, y no podía volver.

A Renée no le importaba que me hubiese ido. Todo lo que ella quería era a Phil—su jodido marido que quería cuidar "de más" a su hijastra.

No tenía tanta suerte.

—Mierda —maldije; el alambre se escapaba de mi mano.

Miré a mis costados con pánico, pensando que ya había sido atrapada. ¿Acaso eso no sería perfecto? Dos minutos en el negocio de robo de autos y ya me atrapan.

Pero las calles seguían tranquilas y no había nadie alrededor. Todo estaba despejado por ahora, pero ¿por cuánto tiempo?

Volviendo mi atención a lo que estaba haciendo, metí casi desesperadamente el alambre más adentro, intentando desbloquear el maldito coche.

Y luego hubo un clic. Fue tenue, pero lo escuché. Sostuve mi respiración y bajé mi mano lentamente, subiendo la manija de la puerta.

Abrió.

Estaba adentro.

—Oh si…—dije, deslizándome por el asiento del conductor. Bajé la visera, esperando que las llaves cayeran en mi regazo, pero otra vez, las películas mentían.

Aceptando que tendría que hacerlo de la manera difícil, busqué en mi bolsillo trasero y saque un destornillador.

Tiré de la carcasa bajo el volante y arranqué el plástico, descubriendo los cables. Fruncí el ceño mientras intentaba recordar que hacer ahora.

Mierda, ¿Por qué le dije a Jake que podía con esto?

Obviamente era una mentira. Con solo mirarme podías saber que era incapaz de ello. Aunque tenía agallas. Creo que eso era lo importante. No aceptaba mierdas de nadie y estaba dispuesta a montar una pelea por el más mínimo motivo.

Resoplando, tomé los cables azules y rojos, tratando de adivinar qué demonios hacer con ellos, mientras pensaba en mi próximo paso si esta chapuza salía mal. Fue entonces cuando escuche el clic—no… no un clic, sino un golpe. Era el ruido seco de un arma que estaba a dos pulgadas de mi oído izquierdo.

Me congelé.

—¿Quién mierda eres y por qué mierda estás intentando robar mi coche?

¡Sip!, esto era todo. Así es como iba a morir.

Cerré mis ojos, esperando por la bala, mientras respondía.

—No lo estaba robando.

—¡Cómo la mierda que no! —contestó, presionando su arma en mí frente— ¿Acaso te mandó el estúpido de Jake?

Asentí una vez y esperé por la explosión. Pero no hubo nada, solo silencio.

—¿Acaso lo molestaste? —me preguntó, aflojando la presión contra mi sien.

¿Molestarlo? ¿Qué?

Esa pregunta me sorprendió y, sin pensarlo, giré mi cabeza hacia el desconocido.

Hay muchas cosas que esperas cuando miras a los ojos de tu asesino: normalidad no era una, y dos, no esperas que sea tan jodidamente…caliente.

Me observó, todavía apuntándome con su arma, pero sus ojos verdes eran suaves y llenos de simpatía.

En ese momento supe que no me iba a matar.

—No le hice nada a él. Solo lo conocí —dije, lentamente levantando mis manos.

—¿Oh, sí? Entonces, ¿Por qué te quiere muerta?

—No lo sé, señor. Necesitaba dinero y él me ofreció trabajo. No sé nada más.

Bajó su arma y me miró fijamente.

— ¿Cómo te llamas, Kid*?

Rodé mis ojos ante su término cariñoso.

—Bella.

—¿Bella? —meditó, guardando su arma en su cadera. Mientras yo le daba un vistazo a sus abdominales y tatuajes que allí tenía.

Se agachó hasta estar frente a mí. Ahora podía ver su rostro completamente. Tenía una mandíbula fuerte, labios rellenos, y una nariz perfecta. El piercing en su ceja y labio me distraían, pero era su cabello cobrizo que apuntaba para cualquier dirección lo que atrajo mi atención.

¿Quién es este tipo?

—¿Cuántos años tienes? —preguntó.

—Diecisiete.

Me evaluó por un momento, seguramente tratando de decidir qué hacer conmigo. Me había pillado tratando de robar su coche. Yo solo esperaba que no llamara a la policía. Seguramente telefonearían a Renée y la harían venir a buscarme. Prefería morir antes que volver a esa mierda.

Me tendió su mano y pude ver los tatuajes que tenía en su cuerpo, siguiendo por debajo de su manga. Por instinto, me alejé de su gesto cortés.

El tipo acababa de apuntarme con un arma en la cabeza. No me importa lo caliente que sea, seguía siendo peligroso.

Él pareció entender mi reacción, pues alejó lentamente su mano, posándola a un lado del coche.

—Soy Edward.

Sonrió, de forma torcida e imperfecta, pero le quedaba bien.

—¿Tienes hambre, Kid?

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*Kid: en inglés significa niño/a. Lo dejo así ya que ese será el apodo de Bella.