¡Hola chicas! Bueno esta es mi historia y soy nueva ojala les guste y subiré tan pronto como pueda, le agradezco a mi beta mimi Afterhours sanz por su tiempo en ayudarme y a las chicas de diseñadoras FFDA por su portada que quedo hermosa.


Capítulo 1. Vendas.

Esos paquetes de vendas me ayudarán a esconder un secreto.

Un secreto que no puedo revelar por las consecuencias que traerá, pero que, de alguna manera, sé que estallará cuando se revele.

No sé cómo reaccionará él, pero mi imaginación es variada y seguro que su respuesta no será buena.

Mi vida está llena de secretos, aunque lo que más me duele es que yo soy uno para él, algo que nadie puede saber.

Pero ahora eso ya no importa, mi amor por él ha hecho que mi orgullo y dignidad estén en peligro de extinción. Mi mano se dirigió instintivamente hacia mi vientre donde hay una nueva luz que nadie extinguirá. Haré de mi vida un campo de batalla si es necesario para evitar que destruyan esa vida la cual es tan preciada para mí, me enfrentaré a todo y a todos si así se requiere.

Edward. Solo decir su nombre hace que sienta mariposas en el estómago. Desde pequeños siempre fuimos los mejores amigos hasta que, cuando comenzamos la secundaria, él empezó a rodearse de nuevo amigos y yo fui dejada atrás porque, claramente, no entraba en el círculo de los chicos populares. Pero aún así siguió viniendo en las noches hasta que nos dimos nuestro primer beso, lo recuerdo como si fuera ayer…

Flashback

¡Bella, ya basta! gritó Edward entre risas y retorciéndose mientras yo le hacía cosquillas.

Yo estaba encima de él haciéndole cosquillas en su estómago, pero de repente, sin darnos cuenta, estábamos demasiado cerca, nuestras narices se tocaban, yo solo miraba esos ojos intensamente verdes que me miraban con amor, como sé que brillaban los míos.

Bella...susurró, puso suavemente su mano en mi nuca para acercarme lentamente a él, como si pensara que lo rechazaría, pero yo quería esto e incluso más. Suavemente nuestros labios se rozaron y mi cuerpo experimentó una especie de electricidad, cuando el beso comenzó a subir de temperatura y nuestros pechos se agitaron y nos separamos. La vista que tenía enfrente de mí nunca la olvidaré, sus labios hinchados por los besos, sus ojos brillaban con pasión y me encantaban.

Fin flashback

Ahora, son pocas las ocasiones que lo he visto. La última vez que estuvimos juntos fue hace un mes, hicimos el amor apasionadamente, y luego de terminar él siempre besa mi frente y se va por la ventana, siempre es lo mismo. Hay veces que me siento como una cualquiera.

Y como resultado de esa noche de pasión ahora estoy viendo las vendas que se burlan de mí al tener que esconder también a mi bebé.

—Bella, baja a cenar —escuché gritar a mi madre Renée. Tomé la bolsa con las vendas y la escondí debajo de la cama. Salí del cuarto y bajé rápidamente las escaleras, me senté en la mesa, Charlie ya estaba sentado en su lugar mientras que Renée rápidamente traía los platos a la mesa.

—Rápido, Renée, que nos queda una hora para llegar a la iglesia —exclamó papá, me estremecí por su tono de voz. Mi madre puso su plato frente a él, me paso el mío y ella se sentó.

—Comencemos la oración —demandó mi padre, juntamos nuestras manos, bajamos la cabeza y comenzaron a rezar, pero mientras ellos tenían los ojos cerrados yo solo los miraba y pensaba qué pasaría si ellos se enteraran que la hija de unos padres sumamente religiosos está embarazada a la corta edad de 18 años, que está por terminar su último año de secundaria y, peor aún, sin novio. Porque para mi desgracia Edward nunca ha etiquetado nuestra relación, solo somos amigos con derechos o alguna mierda como esa.

— ¿Cómo te ha ido en los estudios, Bella? —rompió el silencio mi madre.

—Bien —fue mi respuesta escueta. Terminó la conversación, siempre era la misma pregunta y todos los días la misma respuesta.

Terminamos de cenar en silencio y, mientras mi madre terminaba de limpiar, yo iba a recoger mi abrigo a mi cuarto y regresé al sillón donde mi padre estaba sentado mirando televisión. Charlie es tranquilo siempre y cuando estamos por ir a la iglesia, dice que Dios no debe percibir las malas energías y tampoco los malos pensamientos.

—Estoy lista —dijo mi madre saliendo de la cocina. Todos caminamos fuera de la casa y nos subimos a la patrulla.

Mi mente estaba desconectada de todo y de todos, solo pensaba en todo respecto a mi futuro, sé que con la llegada del bebé cambiará todo en mi entorno, ya no seré la misma adolescente de 18 años.

—Llegamos —anunció mi padre. Bajamos y entramos a la iglesia, la mayoría de Forks estaba aquí, todos estaban tomando asiento y esperando a que el cura entre y comience la misa.

Tomamos nuestro lugar de siempre -en la segunda fila- delante de nosotros estaba la familia Crowley, estaban los padres de Tyler, que es mi compañero de clases y niño mimado del grupo de los mejores, capitán del equipo de futbol, y el que me hace la vida imposible en clases. Sus padres son devotos, porque siempre vienen a la iglesia y traen con ellos al pequeño Raúl, quien solo tiene dos año. Por lo que se comentaba, a la señora Crowley le costaba mucho embarazarse, por lo que se sometió a varios tratamientos para fertilizarse, varias veces se veía bastante decaída. Después de una temporada llegó con la frente en alto y luciendo su muy orgullosa barriga de 5 meses. A su lado estaba la familia Newton, compuesta por los padres de Mike Newton, otro bufón de la escuela, quien con su cabellera rubia y ojos azules atraía a las chicas como abejas a su miel, todo un mujeriego, si sus padres supieran cómo es su hijo en clases lo denominarían como el demonio con rizos rubios.

El sacerdote Weber entró y todos rápidamente nos levantamos de nuestros asientos para comenzar la misa. Comencé a escanear la iglesia para saber si la familia Cullen estaría hoy, tenía una ligera esperanza de que Edward viniera para poder conversar con él. Pero todas mis esperanzas murieron cuando solo divisé a la señora Esme y al doctor Carlisle.

Sentí un tirón en mi abrigo y giré mi cara a donde mi madre me hacía señas para que me concentrara en la misa, sabíamos cómo era Charlie si no tomábamos atención a la palabra del Señor -palabras de él- miré al cura que comenzaba a leer en la Biblia con su voz monótona.

Para cuando terminó la misa yo estaba fatigada, pero antes tenía que hablar con Edward, era necesario que se enterara que estoy embarazada y saber cómo saldríamos y resolveríamos todo. Mis padres se despidieron de todos nuestros vecinos mientras los esperaba afuera, necesitaba aire, una hora encerrada en la iglesia te da mucho qué pensar, y solo quería, en estos momentos, meterme debajo de de las sabanas de mi cama y no salir nunca.

—Vamos, Bella, es hora de regresar a casa —susurró mi madre. La seguí hasta la patrulla y nos subimos, esperamos a Charlie que llegó a los minutos.

—Me siento mucho mejor al escuchar la palabra del Señor —dijo Charlie, rodé mis ojos sin que me viera, me exasperaba su devoción a su religión.

Todo comenzó cuando recibió un disparo en el pecho en un tiroteo que nos dejó muy asustados porque casi alcanza una arteria, luego vino la recuperación y es ahí donde comenzó a rezar todas las noches y agradecer a Dios por darle una segunda oportunidad de estar vivo. Pero rápidamente comenzó a llevar su fanatismo al extremo al llenar la casa de imágenes religiosas, orar en cada comida, en las noches y sentarse todas las noches a leer un párrafo de la Biblia. Prácticamente la llevaba a todos lados, siempre hablaba sobre la palabra de Dios y que debíamos purificar nuestras almas para que cuando llegara el fin del mundo nuestra alma se fuera al cielo. Si supiera que su hija es todo menos pura seguramente me mataría, me estremecí en pensar en su reacción cuando le cuente toda la verdad.

Cuando llegamos a casa todos nos dirigimos a nuestros cuartos, cerré con pestillo mi puerta y pegué mi oído a la puerta para escuchar si habían pasos, luego de unos minutos y unos murmullos se cerró la puerta de mis padres, suspiré de alivio y caminé lentamente a mi cama y saqué el celular del velador, marqué el número de Edward y después de tres pitidos me contestó.

—Bella —gritó Edward, se escuchaba música fuerte de fondo, supuse que estaba en alguna fiesta.

—Edward —dije en voz baja, no quería que mis padres me escucharan.

—Espera, voy a un lugar para escuchar mejor. —Se escuchaban los gritos de los chicos, distinguí la voz de Mike y de Lauren Mallory, otra chica del grupo de los mejores. Luego de unos momentos la música se escuchaba muy baja y una puerta sonó al cerrarse.

—Ahora sí, dime qué sucede —dijo Edward, mis nervios me tenían en un colapso, me costó contestar.

— ¿Bella? —preguntó.

—Acá estoy —susurré—, quería saber si podemos juntarnos —inspiré hondo—. Necesitamos conversar.

Se escuchó un silencio.

—Mmm… estoy ocupado ahora, quizás podamos hablar después —respondió dubitativo.

—Edward, es importante —supliqué, odiaba tener que hacerlo, pero era importante.

—Está bien. Mañana hablamos después de clases —cortó.

Me quedé un buen rato con el teléfono en el oído escuchando el pitido. Edward nunca había sido tan cortante, pero claramente no quería hablar conmigo. Ahogué un sollozo, no quería que mis padres se despertaran. Guardé el celular, me acosté y puse mis cobijas sobre mí, aún así no me sentía segura. Se supone que cuando eras una niña pequeña y te daba miedo las sombras que se proyectan de la ventana con solo meterte en tu cama y cerrar fuerte los ojos puedes sentirte segura, o correr donde tus padres quienes te harían un lado en su cama para dormir con ellos, tu miedo se iría al saber que estás protegida. Pero en mi caso nada puede quitarme esa inquietud que todo se vendrá encima, que las sombras me atraparán y me llevarán a la oscuridad. Cerré los ojos y me dejé llevar por sueño lleno de miedos y angustias.

Bip. Bip. Bip.

Perezosamente abrí los ojos cuando sonó la alarma del despertador, me estiré para quitarme el sueño y me levanté, al hacerlo sentí como todo daba vueltas, volví a sentarme en la cama esperando que se me pasara el mareo y di un brinco del susto cuando la manilla de la puerta se giró, me quedé congelada en el sitio.

—Bella, baja a tomar desayuno —dijo mi madre. Rápidamente tomé mi bolso para el baño, abrí la puerta en silencio y solo se escuchaba a Charlie recitando su salmo diario. Antes de desayunar, pasé al baño y me despojé de mi pijama para entrar a la ducha, el agua caliente relajó mis músculos, tomé el jabón y comencé a expandirlo por mi cuerpo; cuando lo pasé por mi vientre sin duda lo sentí más duro, comencé a respirar entrecortadamente al saber que la evidencia de mi embarazado era más latente, tenía que hacer algo rápido y Edward tenía que ayudarme. Sé que nos amamos y que saldremos adelante, con ese pensamiento más positivo cerré el grifo, tomé la toalla y me sequé el cuerpo, me puse las bragas y el sostén, cuando ya estaba vestida bajé a la cocina donde Charlie y Renée estaban sentados en la mesa con los ojos cerrados y orando con el desayuno servido delante de ellos. Me senté en silencio y esperé hasta que terminaron.

—Buenos días —dije.

—Buenos días —murmuró mi madre. Tenía hambre así que estaba masticando tranquilamente mi fruta cuando sentí una mirada y al levantar la vista vi a Charlie con su vista fija en mí y no era nada agradable.

— ¡¿No tienes respeto por Dios?! —gritaba golpeando la mesa. Di un brinco atemorizada y mastiqué rápidamente para contestar, pero no me dejó ni siquiera abrir la boca cuando comenzó un monólogo.

— ¿Cuántas veces te he dicho que debes adorar al Señor sobre todas las cosas y más sobre las comidas que Él pone sobre la mesa? ¡No lo entiendes, niña estúpida! —Se lanzó sobre la mesa gritando mientras me tomó de los hombros para zarandearme, sabía que tendría cardenales donde estaba presionando tan fuerte en mis hombros.

—Lo siento, lo siento —susurré frenéticamente. Me soltó cuando me escuchó y volvió a su posición como si nada hubiera pasado.

—Ahora reza porque el de arriba no tendrá compasión si faltas a algunos de tus deberes con Él —dijo tranquilamente. Con el nudo en la garganta y todo mi cuerpo temblando, junté las manos, cerré los ojos y comencé a rezar el Padre Nuestro.

Cuando terminé, levanté la vista y vi a Charlie quien asentía en aprobación, mire a Renée y solo vi su cuerpo tenso mientras comía, ni siquiera se inmutó cuando mi padre tuvo otro de sus arranques de ira.

Gracias por el apoyo, mamá, pensé sarcásticamente.

Cuando terminó el desayuno, tomé mi bolso y mis llaves, me despedí con un suave adiós que nadie respondió, puse en marcha mi Chevy y manejé a la escuela. Al llegar al estacionamiento aparqué y escaneé para ver si veía a Edward, pero no tuve buena suerte. Parecía que mi día iba de mal en peor.

Atravesé el estacionamiento con la mirada en el piso mientras jugaba nerviosamente con la manga de mi chaqueta, al llegar a la entrada sentí un empujón que casi me derribó y protegí instantáneamente mi vientre, me estabilicé cuando resonó una risa aguda en mi espalda.

— ¿Qué te pasa, mosquita muerta? ¿No sabes caminar con dos pies izquierdos? —se burló Tanya cuando pasó por mi lado. Cuál fue mi sorpresa al ver que la persona con la que iba de la mano era Edward. Me quedé petrificada al verlo y más con ella. Qué ni siquiera me miró a los ojos, parecía una estatua al lado de esa hiena oxigenada. El dolor en mi pecho no podría ser más grande.

— ¿Qué pasa, friki, te gusta mi novio? —preguntó con burla.

No podía respirar, él que me juraba amor hasta hace un mes y ahora está con otra, y lo peor la chica más popular de la escuela y la que hace mi vida cada días más imposible.

Un empujón me sacó que mi aturdimiento.

— ¿Tampoco sabes hablar, tonta? —Volvió a empujarme.

—Ya basta, Tanya, debemos ir a clases —murmuró Edward mirando hacia otro lado.

—Sí, bebé, no quiero perder más tiempo en basura —rio. Siguieron caminando mientras yo estaba entumecida mirándolos caminar como la pareja de oro.

No lo podía creer, la presión en el pecho comenzó a aumentar y me zumbaba la cabeza, mis pulmones no respondían, me escaseaba el aire, me giré y velozmente regresé a la seguridad de mi camioneta. Entré y apoyé la frente en el manubrio tratando de regular mi respiración, pero estaba fallando, mis jadeos hacían eco en la cabina.

— ¿Por qué? —sollocé. No lo podía creer, nunca me imaginé una traición tan grande, pero todo era mi maldita culpa, yo acepté que nadie supiera que éramos amigos, que yo lo amaba, acepté cuando dijo que nadie debía saber que nos amábamos.

Yo sólo dije que sí a todo sin medir las consecuencias que traerían. Un corazón roto.

Mi corazón roto.

No sé cuánto tiempo estuve sentada en mi camioneta, cuando empezó el murmullo de gente afuera, miré por el parabrisas, vi a todos salir, puse en marcha el vehículo y salí del estacionamiento.

Llegué al parque donde solíamos venir con Edward cuando éramos pequeños, jugábamos por horas sin tener idea de que ser adultos sería tan complicado. Caminé por el parque mirando a los niños jugar y las madres observándolos para que ningún diablillo hiciera alguna travesura.

Me senté en una banca mirando a los niños jugar mientras desconectaba mi mente del mundo exterior, solo me acompañaba las risas de los niños.

—Sabía que te encontraría aquí. —Esa voz hizo que mi cuerpo se pusiera rígido y el dolor en mi pecho aumentara.

—No sabía que era tan predecible —comenté indiferente. No quería mostrar el dolor que sentía, estaba cansada de ser siempre el blanco de todos los golpes. Por el rabillo del ojo vi que se sentó a mi lado en la banca mirando al frente.

—Lo siento mucho por lo de hoy —susurró suavemente.

— ¿Qué sientes? ¿Decirme que todas las veces que me decías que me amabas era mentira, o qué estas con la chica a quien más odio? —espeté sin evitar que mi voz se quebrara el final. Se giró mientras yo seguía mirando al frente.

—Bella, mírame por favor —rogó. Me giré y me concentré en sus ojos verdes que pedían perdón.

—Debes entender que esto es un medio a un fin —explicó, tomando mis manos y dejando besos en ellas—. Te amo más que a nada, pero sabes que debo conseguir esa beca para poder obtener mi pase a la universidad y tener lo que siempre soñamos.

— ¿Y por eso debes estar con ella? ¿No piensas en mí y en mis sentimientos? —reclamé con un nudo en la garganta.

—Por eso lo hago, pienso en nosotros dos —respondió. Me solté de sus manos y decidí que no podía más con la carga de mi secreto.

Tiré la bomba.

—Estoy embarazada —dije. Vi como todo su cuerpo se envaró y su cara se puso pálida.

— ¿Qué? —susurró estupefacto.

—Lo que oíste, tengo un mes de embarazo —respondí bajando la vista. Y como siempre pasa en las películas después de una bomba viene la explosión. Saltó de la banca y comenzó a pasearse de un lado a otro, murmurando cosas que no entendía.

— ¿Edward? —pegunté dudosa.

—No podemos ser padres. —Con esa frase quedé fría. Cada músculo de mi cuerpo de apretó esperando y rogando haber escuchado mal.

— ¿Qué dijiste? —repetí.

—No quiero un bebé —exclamó mirándome—, tengo muchos planes para el futuro, no estoy listo para ser padre y menos ahora, así que arreglaremos este problema rápidamente —siguió con hablando. Yo solo lo miraba sin poder creer que esas palabras salieran de su boca, él sin tomar mi palabra decidió algo horrible, deshacernos de una vida sin darle la oportunidad ni siquiera de vivir. Este no era el Edward que conocía. La codicia dominaba su mundo.

—Debo irme —le dije mientras me levantaba y comencé a caminar cuando sentí que tomaba mi brazo y me giraba.

—Te iré a ver más tarde para que acordemos dónde irás a deshacerte de él —dijo, yo solo lo miraba sin decir ninguna palabra, mi garganta estaba cerrada, no salía ninguna palabra, era como si todo mi cuerpo estuviera entumecido para no sentir nada. Una chica normal estaría gritándole y golpeándolo por sugerir esa atrocidad, pero en mi caso no podía reaccionar, me sentía como en trance.

Me solté de su agarre y seguí mi camino dejándolo solo, mi mente solo repetía la misma frase.

Deshacerte de él.

Deshacerte de él.

Deshacerte de él.

Llegué a mi camioneta pensando en esa maldita frase, un sollozo entrecortado salió de mi boca, pero respiré profundo para evitar echarme a llorar como una niña, ahora lo único que merece mis lágrimas es mi hijo. Puse mi mano sobre mi vientre, mi pobre criatura que antes de siquiera llegar su propio padre quiere hacerlo desaparecer.

Al llegar a casa todo estaba en silencio, pasé directo a las escaleras para ir a mi cuarto cuando una voz me detuvo.

— ¿Tienes prisa? —Temblé ligeramente al escuchar su voz ronca. Al girarme vi a Charlie sentado en el sillón con la Biblia en sus piernas, no había rastros de mi madre.

—No —susurré.

—Me alegro porque tenemos que hablar sobre unas cosas —dijo mirándome fijamente, caminé hasta el sofá frente a él y me acomodé.

—Tú sabes que el Señor sabe de cada paso que das, ¿cierto? —preguntó, mi estómago estaba revuelto al escucharlo, presentía que no saldría muy bien de esta ''charla''.

—Sí, lo sé —respondí suavemente.

— ¿Entonces qué hacías en la plaza con el chico Cullen? —Controlé mi respiración para no delatarme.

—Sólo conversábamos sobre cosas del colegio, papá —respondí evitando sus ojos.

— ¡Mírame a los ojos cuando te hablo! —gritó, lo miré rápidamente. — Así está mejor, quiero que te mantengas lejos de los chicos, en particular de Cullen —especificó.

—Como quieras, padre —respondí.

—Ahora vete a tu cuarto y reza para limpiar tu alma de los pensamientos impuros de los chicos que caen sobre ti. —Caminé a mi habitación y me senté en el piso al lado de mi cama mirando hacia la puerta que estaba cerrada con seguro.

Saqué la caja que tenía debajo de la cama, la abrí y tomé la prueba de embarazo. Mi cuerpo comenzó a temblar y protectoramente puse una mano en mi vientre pensando en que estaba sola en todo, no tenía el apoyo del padre de mi hijo, el amor de mi vida, él simplemente me ignora en el colegio y nadie debe saber que estamos juntos, mi familia era tan extremadamente religiosa que pensaba que un embarazo adolescente era un pecado y no tenía dónde huir.

¡Oh, Dios! ¿Qué haré?


Gracias por leer y acepto sugerencias o sus opiniones en el botoncito de abajo. !Gracias!

Saluditos y abrazos.