Chaper-25 ~El final~

Los soldados del Gran Sesshomaru salían a batallar junto a sus señores, y los amigos de estos.

El medio demonio Naraku había vuelto a atacar.

Kagome no podía presentarse a luchar en su estado, pero lanzaba flechas en la lejanía, rodeada de escoltas y segura.

Pero aún así, Sesshomaru no luchaba tranquilo. Sabía que Naraku era un ser vil y tramposo, lleno de artimañas en su mente. No podía dejar de tener los ojos puestos por todos lados para asegurarse de que no se le escapaba nada. Había tardado mucho en ser feliz para que ahora esa escoria le quitara a su familia.

Pero aunque fuera el más poderoso de los demonios, Sesshomaru no podía estar en todos lados a la vez.

Y justo por eso, al girarse en un descuido, vio que Kagome ya no estaba.

Maldijo por lo bajo y se puso a buscarla.

-Vaya, Lord Sesshomaru. Veo que se ha dado cuenta de que Kagura se ha llevado a Kagome…

Naraku era poderoso, pero necio. Pensando que Sesshomaru no le atacaria debido a su preocupación, bajó su barrera en un descuido.

Sesshomaru si quiera se paró a 'disfrutar' de la victoria, salió escopeteado rastreando a Kagome.

No la encontraba. ¿Qué demonios estaba pasando?

Su olor… no estaba.

No sabía que haría si la perdía. No, no podía perderla.

Y sus cachorros… No, definitivamente, tenía que encontrar a Kagome cuanto antes.

Un grito llegó desde la lejania, era Kagome.

Con la muerte de Naraku, Kagura había muerto también.

¿Entonces, por qué chillaba? Solo podía ser una cosa...

Los chillidos continuaron, y encontró a su esposa tirada en el suelo sudando y entre quejidos de dolor.

-Sesshomaru... ¡vienen los cachorritos!-La frase quedaría tierna si no tubiera la cara roja por la presión que ejercía y no hablara entre jadeos.

Sesshomaru entró en pánico, ¿Qué mierdas debía hacer?

Cogió como pudo a Kagome y la llevó a su castillo, avisando a la mujer que se encargaría del parto, la cual le dijo que debía esperar fuera de la habitación.

Estaba tan nervioso, que empezó a morderse las garras.

Los gritos de Kagome era lo único que escuchaba, tenía la sensación de que se iba a desmayar... y entonces, oyó llantos.

Se quedó estático y esperó.

Pronto, al llanto inicial, se le unió un segundo.

Como el había predicho, eran dos cachorritos.

Entró a la habitación, y vió dos bultitos enrollados en mantas al lado de una cansada y medio dormida Kagome.

-Kagome... ¿Como los vamos a llamar?

Dos años despuésYuki y Hana estaban sanos y preciosos, eran la viva imagen de su padre, con la única diferencia de que ambos tenían un mechón de pelo de un color azulado.

Sesshomaru y Kagome estaban felices de haber conseguido a su familia feliz... al fin... todo era perfecto.

Estaban con sus amigos, Naraku estaba muerto y no se avecinaba ningún peligro, sus hijos eran maravillosos y ellos se querían como el primer día.

El tiempo fue pasando, Yuki y Hana fueron creciendo y se hicieron muy fuertes, Sesshomaru era muy duro en sus entrenamientos, pero sabían que lo hacía por su bien.

Los amigos fueron cayendo, los humanos no viven para siempre, y pronto fueron dejandolos, para gran pesar de Kagome, que tenía el privilegio de vivir tanto tiempo como un Youkai...

(Muchos años después, tantos que el mundo empezaba a cambiar...)

Un demonio sapo, ya viejo, con gesto cansado, se sentó en un pequeño banco de piedra cerca del castillo de los Taisho, al lado de un bonito cerezo.

-¡Jaken!-Gritaron unos pequeños diablillos. Los respectivos hijos de los hermanos Yuki y Hana.

-Oh, señoritos. ¿Qué ocurre?

-¡Tiene que acabar de contarnos la historia!

-¡Si! ¿Qué sucedió con los abuelos?

La mirada del demonio se entristeció.

-Vivieron muchos años juntos... pero como sabéis, la vida de los Youkais, a pesar de ser muy larga, no es para siempre. El amo Sesshomaru falleció en su lecho mientras dormía abrazado a mi amada señora. Tenía ya muchissimos años aunque su apariencia no hubiera cambiado demasiado... Después de enterrar al amo, mi señora perdió su luz. Los amos no pudieron hacer nada por aliviar a su madre, y mi señora murió de pena una semana después de que el amo nos dejara...-Miró a los chicos-Me entristece no poder estar junto a ellos... deben ser igual de felices que siempre...

-Pero Jaken, si los abuelos murieron, no pueden ser felices.

-¿Sabes, hijo? Estoy seguro de que sus almas siguen juntas, amándose en algún lugar, junto a Inu no Taisho y todos sus seres queridos.

Fin.

Bueno, he aquí el final de esta historia. Siento la espera y espero que os haya gustado.