CAPÍTULO 43
YA NO


.

.


.

.

.

All my life I've been searching for something
Something never comes
Never leads to nothing
Nothing satisfies, but I'm getting close
Closer to the prize at the end of the rope

.

.

.


.

.

.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Por un momento ni si quiera logró que el aire se moviera desde sus pulmones hacia afuera. La inseguridad de qué hacer lo embargó y tuvo que respirar profundamente para mantener la calma, evaluar la situación y decidir su próximo movimiento. Sintió que sudaba, que el corazón se le aceleraba y que el estómago se le recogía en un manojo de nervios. Había entrenado muy duro para suprimir cualquier emoción precisamente en ese instante. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba así? ¿Por qué lo traicionaba cada fibra de su ser?

Estaba frente a la persona que le había arruinado la vida, a quien había jurado algún día matar, y sin embargo, lo único que pasaba por su mente era que ya había vivido eso antes; como un deja vú. Itachi le había quitado a sus padres, su infancia, la posibilidad de ver a su clan florecer. ¿No era eso suficiente para ese sujeto? Si la perdía, si él llegaba a quitársela. ¿Qué le quedaba? Ya se lo habría llevado todo.

―Itachi Uchiha ―dijo Kakashi con más seriedad de la que Sasuke estaba acostumbrado a escuchar en el hombre.

El pelinegro no respondió. La frialdad de sus emociones podría haber incomodado a cualquiera. Su mirada estaba perdida sobre la figura de Hinata, como si ellos no estuviesen ahí. Sasuke apretó su puño intentando calmarse, pero ver a la joven cerca de alguien tan peligroso y ruin, gatillaba todo en él. Deseaba poder moverse y atacar sin más, pero sabía que no podía hacerlo. Por ella, tenía que calmarse y pensar una forma de recuperarla. Se había preparado por años para ese tipo de escenarios. No iba a perder la compostura. Si lo hacía, podía darla por muerta.

―Con que es él ―dijo la abuela que los acompañaba―. El hombre que fue capaz de matar a todo su clan.

Sasuke intentó mantener todos los pensamientos que lo aterraban lejos de él y volvió a pensar como un shinobi. En ese momento, por Hinata, debía ser un shinobi y no un hijo que buscaba vengar a sus padres, ni un hombre que deseaba rescatar a la mujer de la cual estaba enamorado, ni un niño que se dejara provocar por las palabras de esa vieja decrépita asquerosa. Había entrenado duro para poner sus sentimientos de lado. No era un mocoso estúpido, sino un shinobi de Konoha.

En el pasado, cuando no logró controlar su odio y deseo de venganza, se había puesto en situaciones insensatas e innecesarias. Debía controlar ese odio que le quemaba las entrañas. Ya no era un niño que hubiese gritado y corrido hacia un enemigo creyendo que a base de su convicción podría ganar. No creía en todo eso de que el poder de la amistad iba a darle chakra infinito y habilidades sobrenaturales. Se había demorado tres años entrenando entre la nieve y el inclemente sol de verano para volverse un rival para su hermano. Se había vuelto un shinobi, no porque fuese un genio o porque todo se le diera extremadamente fácil, sino porque cada maldito día en que tenía un par de horas libres entre limpiar basura, pintar cercas y cuidar de halcones, había entrenado hasta que apenas se podía mantener en pie. Nadie le había regalado poder ni había encontrado un secreto para volverse fuerte de la noche a la mañana. Sus capacidades como shinobi emanaban de esfuerzo, de noche sin dormir, de días adolorido sin poder mover los músculos. Por años había aprendido a calmarse frente a la frustración, a pensar antes de actuar e intentar buscar entre todas sus opciones la más adecuada.

Definitivamente, ya no era un mocoso enojado que sólo pensaba en vengarse. Tenía cosas en esa Aldea que debía proteger, que aún estaban vivas. Había aprendido a ver su futuro y no enfocarse sólo en el pasado.

Ella me volvió un shinobi ―pensó conmovido, observando su cuerpo inerte―. Nos convertimos en shinobis juntos.

No obstante, un gruñido lo sacó de sus pensamientos.

Volteó la mirada hacia su derecha y notó lo que le estaba ocurriendo a su compañero de equipo. A diferencia de él, Naruto no había conseguido suprimir la ira que le provocaba esa situación. Sus puños se habían tensado, su semblante lucía furioso, sus cejas temblaban de rabia y aquellas marcas en su rostro se habían vuelto más oscuras e intensas. Sus ojos cambiaban de color intermitentemente y hasta respirar parecía ser un suplicio para él. Estaba dejando que algo dentro de sí mismo ganara al encontrarse en esa situación. Una fuerza extraña se apoderaba de él, algo que Sasuke no lograba comprender, pero que tenía una idea de qué podía ser.

Lo sabía. Naruto se iba a lanzar contra Itachi sin pensarlo más. Estaba seguro de ello.

―Contrólate ―sostuvo la muñeca de su amigo con rapidez antes de que decidiera hacer una estupidez. Éste lo miró confundido, pero los ojos de Sasuke no se despegaron de la figura de Hinata entre los brazos de Itachi―. Sea lo que sea que creas que puedes hacer, piensa primero en que si fallas, Hinata muere. No te dejaré ponerla en riesgo.

―No fallaré ―respondió éste con la voz ronca.

―Si hay una posibilidad de que lo hagas, no te dejaré mover. Aunque tenga que atacarte yo mismo para que te calmes.

―¡Pero Hinata…!

―Lo sé ―lo cortó Sasuke de inmediato―. Pero actuar sin un plan no nos ayudará a recuperarla.

―¡Pero podría morir!

―Naruto-kun ―la voz tranquila de la anciana interrumpió la discusión de ambos―. Deberías haberlo notado ya. Si ese joven quisiera matar a Hinata-san, ya estaría muerta.

La respiración alterada de Naruto pareció calmarse lentamente y sus ojos volvieron a lucir su profundo azul en vez de ese tono anaranjado que habían tomado. Incluso Sasuke se vio sorprendido por las palabras de la anciana y la racionalidad volvió a él.

Era cierto. Si Itachi hubiese querido matar a Hinata, lo habría hecho. Su propósito al separarla del equipo era otro. ¿Habría descubierto el plan?

―¿Entonces qué es lo que quiere con ella? ―preguntó Naruto.

―Sólo busca distraernos ―respondió Kakashi―. Está buscando detenernos en este lugar ―el jonin movió el parche que tapaba su ojo derecho―. No pensé que tuviese que usar esto antes de encontrar al Kazekage.

―No ―dijo Sasuke―. Necesitaremos tu fuerza en la misión. Si usas el Sharingan no podrás continuar.

―Es probable que de no hacerlo tampoco podamos continuar, Sasuke ―respondió Kakashi―. Itachi está muy por encima de nosotros.

―Lo sé ―respondió él, entendiendo que en ese momento estaban en una situación completamente desventajosa y lo mejor que podía hacer era confiar en la experiencia de Kakashi en combate e intentar asistirlo en vez de atacar por su cuenta, sobre todo ahora que no contaba con Hinata para neutralizar el Sharingan de Itachi―. Sobre todo sin el byakugan de Hinata.

―Kakashi-san es nuestra mejor opción ahora ―dijo la abuela Chiyo―. Ambos pueden utilizar el Sharingan para contrarrestarlo. No obstante ―el tono de voz de la abuela cambió a uno mucho más tranquilo―, creo que eso no será necesario.

―¿Qué? ¿Por qué? ―preguntó Naruto impaciente.

―Tengo la impresión de que ―la abuela bajó el kunai que sostenía cuando todos vieron que Hinata abría los ojos―. Sí. Tal como lo pensé.

―¡Hinata! ―gritó Naruto y Sasuke tuvo que detenerlo de nuevo.

Todos contuvieron el aliento un momento en sus posiciones. Los ojos rojizos de Itachi se volvieron opacos y se enfocaron en los de Hinata. Por un momento, Sasuke tuvo la impresión de que ambos se hablaban sólo con sus miradas y aquello lo incomodó. Parecía como si no estuviesen ahí y entre ellos pasara algo que nadie podía si quiera empezar a comprender.

―¡Suelta a Hinata, bastardo! ―volvió a gritar Naruto y sólo entonces, ellos parecieron notarlos.

El rostro de la joven se volteó lentamente hacia ellos buscando a la persona que acababa de gritar. El pecho de Sasuke se oprimió y experimentó como una extraña sensación de alivio le recorría el cuerpo. Sin embargo, al ver que ella seguía en los brazos de su hermano, ese sentimiento de sosiego se volvió en ira. ¿Por qué la estaba tocando? ¿Por qué se había atrevido a llevársela? ¿Qué era lo que buscaba con aquello?

―¡Hinata! ―volvió a gritar Naruto, sacándolo de sus propios pensamientos.

Justo entonces, Itachi la bajó y la posicionó con cuidado sobre el tronco de la rama en un movimiento demasiado delicado para el desconcierto de Sasuke, quien frunció el ceño al observarlos. Por su parte, Naruto apenas podía contenerse y temblaba de ira. Por un instante, Sasuke se preguntó qué rayos estaba pasando con él. A pesar de que todos le habían dicho que se controlara y que ella estaba bien, el chakra de su compañero se salía de sus propios poros y apenas lograba mantenerse inmóvil.

Hinata se quedó quieta un segundo, como si acabase de despertar de un largo sueño y la realidad la confundiese. Subió con cuidado la mirada para buscar a Itachi y por un par de segundos ambos se miraron de una manera que le revolvió el estómago. Hinata subió lentamente las manos hacia el pecho, como si buscara protegerse de algo, empequeñeciéndose entre los hombros sin perder el contacto visual mientras daba pequeños pasos sobre la rama, retrocediendo.

A pesar de mantener a su compañero afianzado por la muñeca, éste se libró de su agarre de un tirón violento y sin contenerse un segundo más saltó en dirección a ellos. Antes de que pudiese decir algo, observó como el cuerpo de Itachi se deshacía en cientos de cuervos que graznaban como si se estuviese acabando el mundo en el instante en que Naruto destrozaba la rama con un rasengan que había logrado formar sin si quiera utilizar sus clones para asistirlo.

―¿Estás bien? ―le preguntó Naruto tan pronto llegó junto a Hinata, poniendo sus manos con demasiada confianza sobre los hombros de la joven. Ella asintió un tanto ida y con el rostro pálido como la nieve―. ¿Te hizo daño?

―No ―respondió para la tranquilidad de todos.

―¿Estás segura, Hinata? ―Naruto la miraba con tanta intensidad que Sasuke juró por un momento que estaba a punto de llorar.

―S-sí. Estoy bien ―su voz era suave, quieta y melancólica―. Gracias por preocuparte, Naruto-kun.

―¿Qué sucedió? ―preguntó Sasuke saltando hacia ellos también, ignorando los cuervos que volvían a juntarse lentamente.

―No estoy demasiado segura ―dijo Hinata, bajando el rostro, evitando mirar sus ojos.

El detalle no pasó desapercibido para él. Pero tampoco tenía el tiempo para cuestionarse demasiado sobre la extraña actitud en Hinata cuando Itachi estaba ahí. Había pasado tanto sin ver a su hermano que un sinfín de emociones le rebosaban el pecho.

Kakashi descendió rápidamente hacia el lugar en donde los cuervos se habían reunido, apareciendo Itachi nuevamente. Sasuke se preguntó por un momento si planeaba comenzar ese ataque por sí mismo y quiso lanzarse para asistirlo cuando sintió que alguien le tomaba el brazo. Subió la mirada y se encontró con los ojos asustados de Hinata.

―Espera ―le pidió en un murmuro desesperado.

―¿Qué haces? ―le preguntó un tanto confundido mientras miraba la mano de Hinata en su brazo.

La joven pareció comprender lo que acababa de hacer. Retiró la mano de él y la bajó con lentitud mientras intentaba formular alguna excusa. Tenía miedo. Eso era visible en sus ojos y tanto Naruto como Sasuke lo vieron de inmediato sin saber qué era lo que tanto temía. Ella no era así. Solía mostrar valor en cada una de las misiones que habían realizado desde niños. Verla tan temerosa confundía a ambos, pero sobre todo a Naruto, quien se preguntaba qué habría hecho ese sujeto con Hinata dentro de aquel genjutsu para que se viese tan alterada.

Sasuke no tenía que preguntárselo. Lo sabía. Él conocía la mente de su hermano y lo cruel que podía ser dentro de esas ilusiones. Le sorprendía que Hinata se mostrara tan entera después de haber caído en una técnica así.

―Fue sólo una ilusión, Hinata ―dijo Sasuke―. Fuese lo que fuese que te haya dicho o mostrado, no es real. No te lastimará. No mientras estemos contigo.

Pero lo que Hinata había visto dentro de aquel genjutsu no era una ilusión sino un recuerdo que ambos compartían. De eso no cabía duda porque recordaba ese día. Lo que ella temía en verdad no era precisamente lo que vio, sino lo que escuchó. Le aterraba que Sasuke se enterara de la misma información que Itachi le acababa de dar. No sabía cómo iba a reaccionar cuando comprendiera que ella debía morir para que pudiese obtener ojos capaces de derrotar a su hermano.

―Debemos idear una forma de asistir a… ―intentó explicar rápidamente, excusando su comportamiento.

―Ya lo hemos ideado. Cientos de veces. Sabes exactamente lo que haremos ―dijo Sasuke.

―P-pero… ―intentó discutir la joven.

―Eres fuerte, Hinata―la confortó Naruto mirándola con esa confianza que expedía cada vez que veía a sus compañeros dudar. Su sonrisa logró darle un poco más de valor de vuelta―. Entrené muy duro para esto. Se lo prometimos a Sasuke. Los tres íbamos a derrotar a ese sujeto. Nos preparamos para este momento.

―No deben mirar sus ojos ―los interrumpió la abuela que se paraba sobre la rama del árbol en donde estaban, mirando la escena que se empezaba a desencadenar abajo―. Utilizará el Sharingan contra ustedes para equiparar los números. ¿Saben cómo contrarrestarlo?

―Sí, sólo no miraremos sus ojos. Entrené con Sasuke muchas veces cuando éramos niños. Sé cómo manejar el…

―Itachi logró hacer caer a Hinata en un genjutsu sin verla. No lo subestimes, Naruto ―lo sermoneó Sasuke―. Lo haremos ahora, el plan. Naruto, cuando veas una apertura, confío en que nos muestres ese entrenamiento del que tanto hablas ―dijo Sasuke, haciendo que Naruto mirara a ambos sin entender lo que pasaba pero sonriendo con confianza. Sasuke siempre había sido el mejor cuando se trataba de un plan―. ¿Listos? ―tanto Hinata como Naruto asintieron, iban a confiar en Sasuke.

Aterrizó en el suelo junto a Kakashi y observó a su hermano mayor sintiéndose furioso. Lograba controlarse al pensar que no era el momento para atacar sólo a base de odio. Había practicado para pensar con frialdad en ese momento. No iba a mostrarle lo que sentía ni le diría palabras innecesarias.

―Sasuke ―dijo Itachi, posicionando sus fríos ojos sobre él. Escuchar su nombre salir de la boca de su hermano hizo que algo en su mano temblara de ira―. Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi, Naruto-kun ―los pareció saludar cuando Naruto se paró junto a ellos.

―¡Bastardo! ―gruñó Naruto―. ¿Dónde tienen a Gaara? ¡Devuélvelo! ¡No es una masa de chakra que puedan usar! ―Sasuke miró a Naruto de reojo, notando que en ese momento, parecía odiar a Itachi incluso más que él. Estaba temblando de rabia, lo cual no podía ser bueno si querían derrotar a su hermano―. Voy a destrozarte por todo lo que has hecho. Te haré pagar lo que le hiciste a Hinata, a Sasuke y a Gaara.

Itachi lo observó con completa seriedad y sin decir palabra alguna. Sus ojos luego fueron a parar en la figura de Sasuke quien tenía el Sharingan activo; Kakashi pareció comprender lo que intentaba.

―¡No le mires los ojos! ―tan pronto lo escuchó Sasuke bajó la mirada―. Si miran sus ojos están perdidos.

―Hinata ―susurró Sasuke. Ella lo miró de vuelta aún con ese destello de duda y nerviosismo, pero luego asintió sabiendo que la única ahí capaz de contrarrestar a Itachi Uchiha y comprarle al resto el suficiente tiempo para que lo destruyeran con sus jutsus escandalosos―. Sabes qué hacer.

Claro que lo sabía. Si antes había caído en el genjutsu de Itachi era precisamente porque había descuidado su visión, pero no ocurriría de nuevo, no cuando estaba preparada para lo que venía. Sinceramente, antes también debió estarlo. Había entrenado su dojutsu exclusivamente para enfrentarse a Itachi Uchiha. ¿Cuántas veces habían hecho el mismo ejercicio? Cientos. Sasuke había fortalecido sus ojos y los de ella para utilizarla como si fuese un arma ninja, una extensión de su brazo. Iba a pelear contra un shinobi. En ese momento más que nunca, no debía olvidar todo lo que había aprendido con Gai Sensei sobre cómo contrarrestar el Sharingan.

―Kakashi-sensei, Sasuke le explicará qué hacer. Confíe en mí ―dijo con calma mientras intentaba enfocarse en lo que habían practicado tantas veces. Habían hecho muchos simulacros para pelear contra Itachi. No podían fallar, no esta vez.

Cerró los ojos.

Naruto la miró confuso y sorprendido. Sasuke con seriedad. Kakashi lo comprendió de inmediato.

Activó el byakugan, ese dojutsu milenario del clan Hyūga. Aquello le permitía ver a través de sus párpados, a pesar de tener sus ojos cerrados. De ese modo bloqueaba la visión directa del genjutsu de Itachi sobre ella. En otras palabras, como si el byakugan no fuese suficientemente fuerte para disipar un genjutsu de alto nivel, le impediría cualquier contacto visual directo que la hiciera caer en alguna nueva técnica ilusoria.

Dio tres pasos delante del resto, lista para pelear. Si antes había dudado ya no había espacio para retroceder. Desde ese momento su vida estaba en riesgo, pero sinceramente, eso era lo que menos le importaba. Claro, como cualquier persona lo que menos deseaba era morir sin antes haber realizado todos sus sueños y metas, pero, estaba lista para enfrentarse a ese destino si era lo que debía ocurrir. Su deseo de proteger a Naruto de Akatsuki era mucho más grande que el miedo. Su ferviente anhelo de detener a Itachi para poder resguardar a Sasuke de que ese sujeto lo intentara lastimar como lo había hecho con todo el resto del clan Uchiha, era mucho más grande que las dudas.

Tomó la posición de su puño suave. Tan pronto hizo aquel agraciado movimiento, Itachi levantó la mano para lanzar algo en su dirección. Era un kunai, pero Hinata extendió su palma y lo bloqueó liberando chakra de golpe por sus tenketsus. La mirada de Itachi se agudizó al comprobar que ella lo veía y que no podría combatirla con genjutsu si mantenía los ojos cerrados. Gai le había dicho que la única forma de combatir efectivamente el Sharingan era evitar el contacto visual directo y enfocarse en el cuerpo del usuario, pero ella no tenía que hacer eso. Sólo necesitaba cerrar los ojos y pelear con su byakugan activo.

Ese era el plan. Quizás Sasuke era un poco mejor que ella cuando se trataba de taijutsu, pero ni si quiera él podía hacerle frente cuando el taijutsu era el puño gentil. No esperó que con Itachi fuese diferente, aunque tenía una idea de la velocidad con que se movería ese sujeto, pues había logrado incluso vencer a Kakashi en combate anteriormente.

Se lanzó para atacar a Itachi moviéndose con rapidez en su dirección. Su expresión inalterable parecían estudiar sus movimientos mientras ella se acercaba. La esperaba y Hinata lo sabía. Lo que ella no tenía completamente previsto fue la rapidez con que formó una secuencia de sellos de mano para lanzar una gran esfera de fuego en su dirección.

Hinata remplazó su cuerpo para aparecer más cerca de él mientras el resto esquivaba la trayectoria del jutsu. El bosque comenzaba a ser rodeado de fuego, pero eso no tenía importancia. Lo único en que debía pensar era en no dejarse sorprender por Itachi.

Conocía bien esas técnicas de fuego. Sasuke las empleaba continuamente. Sus manos se cubrieron en chakra cuando desde la boca de Itachi una serie de pequeñas esferas de fuego avanzaron en su dirección. Para esquivarlas, golpeó el aire con sus palmas liberando su chakra y dispersando el fuego alrededor de ella. Con una agilidad que hizo que Naruto abriera la boca, saltó entre las llamas sin ser tocada por éstas, como si las esquivara de la misma forma en que siendo una niña esquivaba las gotas de agua al entrenar. Suspendida en el aire, sobre el fuego, Hinata giró en sí misma liberando su chakra de golpe por todos los tenketsus de su cuerpo. El fuego que Itachi intentaba lanzarle no la podía tocar, pero a su alrededor se formaba una especie de torbellino de llamas rojizas. Aprovecharía ese fuego para distraerlo, hacerlo voltear hacia ella y descuidar su retaguardia. Era lo que necesitaba para que Sasuke y Naruto pudiesen intervenir.

―Katon: Amesenbon ―desde su cuerpo comenzaron a salir agujas de chakra que se cubrieron en fuego, aprovechando las llamaradas que la rodeaban. La cantidad de agujas que viajaban en dirección a Itachi lo obligaron a saltar hacia atrás para esquivar.

Hinata detuvo el ataque y corrió hacia él nuevamente, lanzando una serie de golpes cuerpo a cuerpo a su alrededor. Así funcionaba ese Taijutsu, debía liberar chakra para golpear sus tenketsus. A la vista de todos, el puño suave era algo bello de observar, dejando estelas de chakra azulado en cada lugar que las palmas de Hinata trazaban en el aire. Incluso los ojos de Itachi se movían con rapidez de un lado a otro, analizando su movimiento.

Para su sorpresa y decepción, el hombre la esquivaba sin dificultad alguna, saltando hacia atrás cada vez que ella intentaba acercarse a él.

―¿Ese es el plan? ―preguntó Itachi con seriedad―. ¿Desea que les de la espalda para que así puedan atacarme? ―Hinata frunció el ceño.

―No. Yo soy quien peleará contigo ―Hinata movió sus manos nuevamente y un golpe logró darle en el brazo a Itachi. Sus ojos se abrieron en sorpresa cuando éste desapareció en cientos de cuervos.

Era inútil. Ella veía la dirección en que había remplazado su cuerpo

―¡Ahí!

Tan pronto lo vio diez metros más allá tras un árbol se lanzó sobre él de nuevo. La sustitución con cuervos no podía engañar a su byakugan. Volvió a caerle encima incluso antes de que pudiese materializarse atravesando la corteza del árbol en el cual se había mimetizado con su puño envuelto en chakra. Itachi la observó confundido y luego suspiró.

―No deseo pelear en serio ―le dijo casi en un murmullo, como si no deseara que el resto lo escuchara―. Ya le dije que no es mi intención lastimarla, pero no puedo tomarme el Taijutsu secreto del clan Hyūga a la ligera. Imagino que aprendió a contrarrestar el Sharingan de ese modo, cerrando los ojos, entrenando con Sasuke . Pero usted sabe que mis ojos son muy distintos a los de mi tonto hermano menor. Si utilizo esos ojos que incluso Kakashi-san teme, es probable que la termine hiriendo. No es ese mi deseo en este momento, Hinata-san. No me haga tener que recurrir a ese método.

Dudó y se quedó quieta. Su voz sonaba sincera, demasiado para ella. Era como si realmente le estuviese pidiendo que se detuviera porque no había intenciones en él de seguir luchando. Su naturaleza gentil la hizo titubear, algo que jamás pensó que le ocurriría en combate, menos con alguien como él.

Itachi la observó un momento y atrás de la capa que cubría su boca, Hinata notó claramente que sonreía. Aquello le provocó un escalofrío.

―No le agrada pelear. ¿Verdad? ―Hinata no respondió―. Demasiado gentil para ser un shinobi, demasiado talentosa para no serlo. Sólo intenta proteger a mi hermano. Y a Naruto-kun.

Algo punzó en el pecho de Hinata, ninguno se movió. Podía sentir el corazón latiéndole fuerte mientras la duda la carcomía. ¿Quién era ese hombre y por qué de pronto la hacía sentir así? Él era el responsable de que Naruto la abandonara todos esos años y también del sufrimiento de Sasuke. Había lastimado a las dos personas que más quería en el mundo.

―¡Hinata! ―gritó Naruto, creyendo que había caído en un genjutsu. Eso la hizo reaccionar y se volvió a mover antes de que alguno de ellos se interpusiera.

―Miente. No es que no desee usar esos ojos contra mí ―la mirada de Itachi en ella se agudizó al escucharla―. No puede hacerlo. Lo sé porque veo la manera en que su cuerpo está consumiendo el chakra que tiene sólo para mantener el Sharingan activo en este momento. Su reserva de chakra no es suficiente para activarlo. Su reserva de chakra es incluso menor que la de Kakashi-san.

―Siempre he pensado que no es justo pelear contra el byakugan. Pareciera que no hay secreto que pueda ocultarse ante él. Supongo que ese es el motivo por el cual tantas naciones han intentado conseguir el dojutsu del clan Hyūga ―Hinata frunció los labios recordando las veces que había estado en peligro debido a eso―. Pelearemos si usted lo desea. Luego, me llevaré a Naruto-kun.

―¡No permitiré que siga intentando lastimar a Naruto-kun! ―exclamó Hinata perdiendo la concentración que hasta ese momento había tenido―. Destruiré todas y cada una de las corrientes de chakra que alimentan su sharigan antes de que lo pueda hacer ―Itachi la miró sorprendido por sus palabras. Quizás era la primera vez en la vida de Hinata que le hablaba con esa intensidad a otra persona.

―¿Qué le hace pensar que permitiría que hiciera algo como eso? ―le preguntó.

―Su Sharingan puede ver la cantidad de chakra en el cuepo. Mire su dedo meñique de la mano izquierda ―los ojos de Itachi bajaron lentamente y lo notó. No estaba fluyendo chakra hacia ese dedo―. Lo bloqueé ―sanaría en un par de días, pero él no tenía por qué saber eso―. Haré lo mismo con sus ojos. No dejaré que vuelva a fluir chakra hacia ellos.

―Esa es una interesante teoría ―dijo mientras una copia de sí mismo aparecía a su lado. Ambos tenían la misma cantidad de chakra pero ella sabía cuál era el real―. Aunque asume algo en lo cual está equivocada. Que usted y yo tenemos la misma velocidad para movernos.

―¡Retrocede Hinata! ―gritó Sasuke al ver con su Sharingan que Itachi iba a golpearla antes de que lo hiciera.

El puño de Itachi golpeó con fuerza el estómago de la joven, para luego golpearle el pecho con la planta de su pie, lanzándola hacia atrás. ¿Era esa la velocidad del shinobi que estaba enfrentando? ¿Por qué no la había usado hasta entonces? ¿Es que acaso estaba jugando con ella, queriendo saber de qué era capaz antes de mostrar toda su fuerza?

―¡Hinata! ―volvió a gritar Naruto, moviéndose en su dirección antes de que Sasuke pudiese impedirlo. Alcanzó a sostenerla pero la fuerza del impulso hizo que ambos terminaran chocando con el suelo―. ¿Estás bien? ―le preguntó, dándose cuenta que había bloqueado la mayor parte del fuerte golpe. La joven no respondió mientras tosía intentando recuperar el aire―. Hinata. ¡Hinata!

De pronto, Naruto se dio cuenta que Hinata no se movía. La sacudió entre sus brazos llamándola una y otra vez. Un hilillo de sangre comenzaba a caer por su boca manchando su piel. Naruto sintió pánico al notar que no estaba respirando.

―¡Sasuke! ―le gritó pidiéndole ayuda con un gesto de desesperación―. ¡No está respirando!

―¡Maldito seas Itachi! ―gritó Sasuke para atacar a Itachi, pero éste lo golpeó fuertemente en la nuca haciéndolo desfallecer también.

―¡Sasuke! ―gritó cuando lo vio caer.

―¿Vienes conmigo ahora, Naruto-kun? ―Naruto bajó la mirada para ver a Hinata, estaba tan pálida―. No seré el único que intente capturarte. Mientras estés con Sasuke y Hinata, ellos nunca podrán estar a salvo. Al estar con ellos los pones en peligro. Pero, ya sabías eso. ¿No? ―le preguntó mientras Naruto negaba con el rostro en silencio. El cuerpo de Hinata comenzaba a volverse cenizas entre sus brazos.

―No es real ―dijo temblando de dolor por lo que había dicho Itachi.

Era cierto.

Él sabía que al estar cerca de sus amigos los ponía en riesgo. No sólo porque Akatsuki lo perseguía, sino por ese horrible monstruo dentro de él que podía descontrolarse en cualquier momento.

―¿Cuándo dejó de ser real? ―se preguntó a sí mismo, asustado por lo que le pudiese haber ocurrido a Hinata―. No te miré a los ojos. ¿Cómo es posible que me hicieras caer en un genjutsu?

―Asumes que la única forma de que utilice genjutsu es a través del contacto visual. Tu suposición es incorrecta. Sasuke te lo debió advertir. Mis ojos no son como los de él ―Naruto lo observó, detestándolo porque estaba en lo cierto, le había advertido sobre eso―. Es hora de irnos.

―Detener el chakra, detener el chakra, es lo único que debo hacer. Debo detener el chakra y sobrepasar el de mi enemigo en mí. Ero-sennin dijo que así saldría de un genjutsu ―Naruto juntó sus manos cerrando los ojos. Tan sólo debía detener su fluir de chakra y volvería con su equipo.

No obstante, no esperó sentir una punzada terrible de dolor en el pecho. Cuando abrió los ojos, vio a Gaara junto a él, su mano enterrada atravesando su corazón.

―Es un genjutsu ―se quejó tosiendo―. ¿Cómo puede doler así?

―No es justo que seas tú. Siempre tú ―Naruto frunció el ceño en sufrimiento al escuchar la voz rasposa de Gaara que se quejaba en un suave lamento―. ¿Por qué debes ser siempre tú el que tiene amigos? Toda mi vida desee tener al menos una persona que estuviese conmigo, una persona… sólo una a quien llamar amigo.

―Gaara…

―Pero no fue así ―los ojos de Gaara se llenaban de lágrimas―. ¿Por qué tuve que morir solo? Mientras moría, pensaba, que siempre estuve solo. Deseé ser como tú, Naruto. Deseé llamarte, amigo.

―No Gaara. No estás solo. ¡Aún podemos llamarnos amigos!

―Sólo tú pudiste ser feliz junto a ellos ―Naruto subió la mirada y observó a Sasuke, Kakashi y la abuela en el suelo, inconscientes―. Y ni si quiera pudiste cuidarlos. Hubiese dado todo por tener amigos que cuidar.

―¡Te salvaré Gaara! ¡Te salvaré y volveremos juntos a Suna!

―Naruto-kun ―la voz de Hinata hizo que Gaara desapareciera en una suave neblina frente a él―. Dijiste que entrenarías para protegerme. ¿Por qué fallaste, Naruto-kun? ―la voz de la joven sonaba tan fría y distinta. Los ojos azules de Naruto se enfocaron en los de ella mientras la veía llorar, intentando despertar a Sasuke―. Dejaste que Itachi Uchiha los matara. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? Me prometiste que siempre nos protegerías. ¿Tu nindo es no retroceder en lo que dices, verdad? Y ahora, no cumpliste lo que dijiste que harías. Confié en ti. Sasuke confió en ti.

―No es real. No es real ―se repitió con dolor mientras deseaba poder limpiar el rostro de Hinata de esas horribles lágrimas que derramaba―. Hinata nunca lloraría en combate.

―Al final todos tenían razón. Tan sólo eres un monstruo, ¿verdad? ―volteó el rostro hacia él, observándolo con temor.

Naruto tembló al escucharlo.

Oír esas palabras salir de la boca de Hinata fue lo más doloroso que le había ocurrido hasta ese momento en la vida. Escucharla decir lo mismo que había escuchado toda su infancia destrozó algo en su interior.

―No. No. No lo soy.

―Mira tus manos…

Naruto bajó la mirada y se dio cuenta que sus manos se retorcían en formas poco naturales. Los huesos parecían querer salírsele por la piel, mientras que un espeso vello anaranjado crecía en sus brazos. Hinata nunca lo había visto con miedo. Era la única en toda esa aldea que jamás lo había visto con temor u odio. Ver ese gesto de pánico en ella lo aterró, sobre todo cuando grandes garras comenzaban a crecer sobre sus uñas, desgarrándole la piel de los dedos

―Es como dijo mi padre. Era cierto lo que decían todos en Konoha ―dijo Hinata, su mirada asustada se volvía cruel y fría―. Eres sólo una masa de chakra que la Aldea utilizará algún día para luego desechar cuando ya no sirva. Por eso nunca me permitieron acercarme a ti. Por eso te dejaron solo desde que eras un bebé. ¿Cómo alguien podría amar a un monstruo como tú?

―No. No soy sólo un monstruo. No lo soy ―repitió Naruto mientras se miraba las manos. Su respiración se descontroló por completo.

―Confié en ti, Naruto ―el cuerpo inerte de Sasuke comenzaba a levantarse atravesado por cientos de shurikens―. Hinata y yo te confiamos nuestras vidas.

―Creímos en ti. Pero no pudiste salvarnos.

―Siempre fuiste un fracasado de cualquier forma. ¿Por qué pensaste que sería distinto ahora? ―Naruto negaba con el rostro. Hinata se paró junto a Sasuke, abrazándolo mientras ambos comenzaban a ser cubiertos en llamas oscuras―. Nunca debiste volver a Konoha. Lo mejor que pudiste hacer es permanecer lejos de nosotros. Ya no hay espacio aquí para ti. Únete a Gaara y muere con él.

Los ojos se le llenaron de lágrimas que dejó caer sin pelear más. Observó cómo Sasuke y Hinata se sostenían de sus manos quemándose entre las llamas mientras que él estaba solo.

Lo venía viendo desde que había vuelto a la Aldea.

Ellos se entendían mucho mejor, casi sin tener que hablar. Se habían vuelto cercanos y amigables, al punto que hasta él lo notaba. ¿Acaso ya no era parte del equipo? Sabía que era un genjutsu, pero los miedos eran reales. El dolor que sentía lo era. Tenía miedo de perderlos. Tenía miedo de quedarse solo una vez más y no poder hacer nada por Gaara, así como no había podido hacer nada por Kankuro. Siempre daba su palabra y le aseguraba a todos que haría lo que decía, pero en el fondo siempre tenía miedo de fracasar y quedarse solo una vez más.

Se acercaba a Hinata y la animaba a superarse, le recordaba que era fuerte, pero muchas veces sólo lo hacía porque necesitaba escucharlo también. A veces, dudaba de que tuviese el valor o si quiera la fuerza para lograr ser un shinobi. No deseaba ser llamado fracasado nunca más en la vida. Con todo su corazón, quería lograr lo que se proponía junto a ellos dos. Quería ser el hokage. Quería hacer sentir orgullosa a Hinata, agradecerle su confianza en él todo ese tiempo. Decirle a Sasuke que ya nunca sería el número dos.

Su sueño, su anhelo más grande era volverse el Hokage de Konoha. Pero ahora, no tenía rostro para si quiera haber podido aspirar a algo así.

―No puedo volverme un hokage si ni quiera puedo protegerlos ―dijo cerrando los ojos, dejando que las lágrimas escurrieran por su rostro―. No pude protegerte, Hinata ―el dolor era tan intenso que sollozaba―. He fallado. No puedo… no puedo… lo siento…

―Ríndete con eso. Nunca serás hokage, perdedor ―susurraba Sasuke en su oído.

―Ni si quiera fuiste lo suficientemente valiente para decirme adiós cuando te marchaste, cobarde ―Naruto sollozó al escucharlo, temblando.

―Lo siento… ―gimoteó Naruto apretando los párpados.

―Ni si quiera fuiste capaz de escribir aunque pensabas en hacerlo ―volvió a acusarlo Hinata.

―No… yo…

―Cada vez que tomabas un papel y escribías terminabas rompiéndolo porque no te atrevías a decirme lo cobarde que realmente eres.

―Lo siento… Lo siento… ¡Lo siento!

―¡Naruto-kun! ―la voz de Hinata lo hizo abrir los ojos. Era un tono muy distinto. El dolor físico en todo su cuerpo había cesado―. ¿Estás bien? ―una de las manos de Hinata estaba en su hombro, mientras que la mano de Sasuke estaba en el otro.

―Caíste en un genjutsu ―dijo Sasuke―. Contrólate. No pienses más en eso ―Naruto movió su mirada lentamente hacia Hinata, temblando de miedo. Era tan distinta la forma en que ella lo miraba en comparación a ese rostro frío y severo que lo había destruido unos momentos antes. En esos ojos nacarados veía preocupación y calidez. En esos ojos hermosos podría haber hecho un hogar y sentirse por siempre a salvo.

―Lo siento ―dijo suavemente, frunciendo los labios. Ella negó con el rostro―. Lo siento tanto.

―Sólo fue una ilusión ―le dijo la joven con calma.

―¿Qué sucedió? ―preguntó Naruto, aun sintiendo dolor en su pecho.

―Corriste hacia Hinata cuando Itachi la golpeó y caíste de la nada al suelo ―le explicó Sasuke mientras se alejaba un poco, dándole espacio para que se pudiese recuperar―. Entonces supimos que te había alcanzado con un genjutsu.

―¿Estás bien, Hinata? ―le preguntó escapando de su mirada, avergonzado―. ¿Te lastimó?

―Estoy bien. No fue nada ―dijo ella mirando luego a Sasuke―. ¿Estás listo? ¿Le explicaste a Kakashi-sensei?

―Sí ―Sasuke se paró derecho―. Naruto, deja de temblar. Necesitaré tu ayuda. ¿Puedes cubrirme?

―Yo… ―Naruto bajó la mirada. Las palabras que había escuchado en el genjutsu seguían en su mente. Las dudas e inseguridades lo perseguían―. Yo…

―Naruto-kun ―sintió la voz de Hinata endurecerse a su lado.

La miró sorprendido, comprendiendo en su tono que le pedía que se ahombrara un poco. Hinata acababa de recibir un golpe que seguramente la había magullado fuertemente y aún así había corrido en su auxilio. Él tenía que hacer su parte ahora. Tenía que cuidar de ella tal como ella lo hacía con él. La Hinata de ese genjutsu no era la joven con quien estaba ahora, a la que debía acompañar y proteger. Sasuke lo necesitaba y ella también.

―Lo que sucede dentro de un genjutsu no es real. Sasuke y yo, junto a ti, lo somos.

―Lo sé ―dijo sintiendo un cosquilleo especial en la nariz―. Soy un tanto inútil sin ustedes dos conmigo.

―Te recordaré lo que acabas de decir la próxima vez que digas que me vencerás ―dijo Sasuke con media sonrisa, mientras comenzaba a correr hacia Itachi seguido por Naruto, quien juntó sus manos y realizó cinco clones de sombra.

Mientras corrían el espacio entre ellos e Itachi se llenó de una espesa bruma. Kakashi, se posicionó junto a Hinata esperando el momento. No estaba seguro de que iba a funcionar, pero debía confiar en Sasuke. Su alumno era inteligente y desde que era un niño había planeado una estrategia para vencer a Itachi. Si funcionaba su plan, ninguno de ellos tendría que correr un riesgo innecesario.

―Vi lo que hiciste. ¿Por este motivo sacrificaste tu futuro como médico shinobi para entrenar con Gai cuando tenías tiempo libre en vez de hacerlo con Tsunade-sama? ―le preguntó Kakashi a Hinata, la cual asintió juntando sus manos en un sello.

Por su parte, Naruto corrió con todos los clones hacia Itachi, quien lanzó una lluvia de shurikens hacia ellos haciendo que se deshicieran uno por uno. Entonces, atrás de la bruma pareció Naruto con un rasengan en su mano intentando golpear a Itachi, quien decidió recibir el golpe deshaciéndose su cuerpo en una nube.

El verdadero Itachi apareció cerca de Sasuke, quien concentraba chakra en su mano derecha, volviéndose un torrente eléctrico que cantaba a su alrededor. Naruto le había dado suficiente tiempo para prepararse.

―¡Tres metros atrás de ti! ―gritó Hinata para indicarle dónde se encontraba el verdadero Itachi.

―La última vez que usaste eso lo detuve con facilidad ―le dijo su hermano. Sasuke lo observó con seriedad, intentando controlarse para no hacer algo estúpido―. ¿Qué te hace pensar que podrás acertar esta vez?

―No es igual a la última vez ―le dijo con calma. Había aprendido a manipular la forma del chakra y por ello había convertido el Chidori en su propia técnica original. Estiró su mano canalizando todo ese chakra eléctrico en una larga lanza que se dirigió en línea recta hacia Itachi―. Muere… ―susurró.

Itachi no se inmutó, listo para esquivar la técnica moviéndose hacia un costado. Sin embargo, para su sorpresa, no pudo. Su pierna derecha estaba cubierta en cientos de kanjis y líneas gruesas que sellaron su movimiento al suelo. Sólo bastó ese segundo extra en que se veía sorprendido. Estaba completamente expuesto.

Sasuke sintió algo parecido al consuelo cuando vio su rayo inmovilizando todo el cuerpo de Itachi debido a la gran cantidad de electricidad que fluía por sus músculos, atrofiando sus movimientos. Precisamente en ese momento, llegó Naruto corriendo hacia él con su gran nueva técnica.

―Odama rasengan ―gritó mientras ese gran rasengan se estrellaba contra el cuerpo de Itachi, arrastrándolo junto con todo el terreno por metros hasta deshacerse―. Lo-lo hicimos ―dijo un tanto incrédulo.

Sasuke permaneció quieto en su posición, mirando a Kakashi y Hinata. La joven lo observaba con algo de temor y Kakashi lucía serio. La anciana que casi no había participado en todo ese combate se acercó lentamente a ellos, en medio de ese silencio incómodo.

Para la sorpresa de todos, Sasuke se sentó en el suelo. Nadie se movió, podía escucharse las respiraciones de todos esperando su reacción con nerviosismo.

Entreabrió los labios, queriendo decir algo, pero nada salió por un buen rato.

―Se acabó ―susurró el pelinegro con la mirada perdida, pensando en sus padres.

Hinata caminó lentamente hacia Naruto quien jadeaba expectante, aún nervioso por lo ocurrido. Kakashi se les unió.

―Bien hecho ―le dijo sorprendido de que entre ellos hubiesen sido capaces de idear semejante estrategia para vencer a Itachi―. Deberé agradecerle luego a Gai por enseñarte técnicas de ese tipo. No es fácil sellar. ¿Cómo se te ocurrió hacerlo?

―Gai-sensei me explicó el principio y la teoría del fūinjutsu para así conseguir sellar cosas dentro de un pergamino, tal como lo hizo con Tenten-san. Ella sellaba armas y me enseñó un poco más. En un comienzo sólo lo utilizaba para guardar comida o cosas especiales. Luego me di cuenta que podía guardar cualquier cosa, incluso el fuego. Me pregunté cómo eso era posible. Entonces lo entendí… las cosas quedan paralizadas en el tiempo y listas para ser liberadas para que el tiempo vuelva a transcurrir en ellas. Use la pierna de Itachi Uchiha como utilizaría un pergamino cuando él me pateó. Utilicé la técnica de sellado en su pierna para que dejara de moverse cuando la activara y así su chakra dejara de fluir.

―¿Desde cuándo vienen planeando esto? ―les preguntó Kakashi sin comprender del todo aún lo ingenioso que habían sido.

―Fue suerte ―dijo Sasuke.

―Cuando me pateó conseguí tocar su pierna, pero no estaba contando con eso. Iba a sellar su brazo, pero no me permitía tocarlo para hacerlo ―explicó Hinata―. Se descuidó cuando consiguió golpearme.

―Debemos apurarnos. Debemos rescatar a Gaara ahora ―dijo Naruto intentando volver en sí, pero fracasando. Deseaba llorar por algún motivo.

Acababa de matar a alguien. Había dicho que lo haría, pero hacerlo de verdad era otra historia. No podía borrar de su rostro la forma en que Itachi Uchiha había sonreído cuando el rasengan lo destrozaba. Sentía que su mano derecha temblaba y no podía controlarla mientras su corazón le golpeaba el pecho.

―Antes debo deshacerme de su cuerpo ―dijo Kakashi―. Adelántense.

―Espera ―lo interrumpió Sasuke mientras volvía a pararse―. Yo lo haré.

―Sasuke, no es necesario que hagas algo como eso ―le dijo Kakashi creyendo que sería difícil para él ver a su hermano así.

―Es lo que corresponde. Era un shinobi del libro bingo. Y un Uchiha. Debemos…

―Sasuke-kun ―dijo Hinata mostrando horror en sus facciones con el byakugan activo―. El hombre que está ahí, no es Itachi.

―¿Qué? ―preguntaron casi al mismo tiempo Sasuke, Naruto y Kakashi.

―No es Itachi Uchiha ―repitió Hinata.

―No lo entiendo ―dijo Sasuke―. ¿Esa persona usó un jutsu de transformación para fingir que era Itachi?

―No ―respondió Kakashi―. Esto es algo completamente en otro nivel.

―Yo… yo vi su chakra ―dijo Hinata sin entender qué era lo que estaba ocurriendo. Su rostro reflejaba lo perpleja que estaba―. Era Itachi Uchiha. Lo sé.

―Las técnicas que empleó eran técnicas que sólo miembros del clan Uchiha podrían haber utilizado ―dijo Sasuke sintiendo un nudo en la garganta―. No tiene sentido. ¡No tiene sentido!

―Había algo raro en él desde el comienzo ―dijo Kakashi con su usual calma―. Sus movimientos, su incapacidad para activar el mangekyo, la forma en que dejó que hiciéramos lo que queríamos. No estaba peleando con plena capacidad.

―¿Qué quieres decir? ―preguntó Sasuke.

―Creo que utilizaron una técnica para remplazar a Itachi en ese sujeto ―dijo Kakashi, tapando el Sharingan con el protector.

―Entiendo ―dijo la abuela―. Dices que… ¿Itachi estaba utilizando el cuerpo de alguien más? ¿Qué trasfirió parte de su chakra para poder pelear en otro cuerpo?

―Sí ―respondió Kakashi―. Algo por el estilo.

―Maldita sea ―gruñó Sasuke, apretando el puño―. Sólo buscaba distraernos. Hacernos perder tiempo aquí.

―No entiendo nada ―dijo Naruto, lucía tan confundido como asustado. La anciana caminó en dirección hacia donde ese encontraba la persona a quien habían derrotado.

―Ese hombre es de la aldea de la Arena ―le explicó Chiyo mientras se acercaba a observar el cadaver―. Desapareció un poco antes de que Gaara fuese raptado.

―¿Cree que era un espía de Akatsuki? ―le preguntó Hinata.

―No. Lo dudo ―respondió la mujer negando con el rostro―. Él era un hombre muy leal. Estuvo en el consejo de la Aldea por cuatro años.

Sasuke les dio la espalda y caminó un par de pasos para alejarse. Todos los miembros del equipo lo miraron con algo de simpatía y preocupación. Podían entender lo que él estaba sintiendo en ese momento.

―Sasuke-kun…

―No ahora ―la cortó porque realmente no deseaba hablar de ello.

―Si utilizaron una técnica así de poderosa para hacernos perder el tiempo no hay duda alguna ―dijo la anciana―. Han comenzado a extraer el bijuu.

―¿Qué quiere decir con eso? ―le preguntó Naruto, exaltado.

―El bijuu puede cambiar de portador de una persona a otra ―continuó la abuela―. Supongo que están intentando buscar un nuevo jinchuriki para el Ichibi.

―¡Kakashi-sensei! ―exclamó Naruto con desesperanza, urgiendo a que todos se movieran rápido.

―Lo sé. No debemos retrasarnos más ―dijo el hombre―. ¿Sasuke, estás listo?

―Los alcanzaré en un momento.

―Bien ―dijo Kakashi mientras él y Naruto se adelantaban, seguidos por la abuela.

Pero Hinata no se movió. Ella conocía a Sasuke más que todos ellos. No por nada había pasado casi todos los días de los últimos tres años con él. Había aprendido a respetar sus silencios, a dejarlo en paz cuando sabía que el mundo se volvía un lugar demasiado desolador para él, lo acompañaba cuando comían y conversaban cuando él parecía de buen humor. Hinata lo conocía, tanto como él parecía conocerla a ella. Por eso no se movió. Sabía que era uno de esos momentos en los cuales Sasuke la necesitaba, aunque fuese sólo por saber que estaba ahí, en silencio, a su espalda.

―Deberías ir con ellos ―le dijo Sasuke sin voltear―. Pero no lo harás. Te quedarás ahí, asegurándote que estoy bien.

―¿Lo estás? ―le preguntó ella con suavidad, sin moverse de la posición en que se encontraba.

―Sabes la respuesta. Por eso estás aquí.

―Apenas lo logramos ―susurró Hinata.

―Tuvimos suerte ―dijo Sasuke mientras se volteaba lentamente, luciendo vacío, melancólico, perdido―. Y él… ni si quiera era él.

―Sólo debemos idear una nueva forma de…

―¿Para qué? ―la cortó, antes de que dijera que debían matarlo de una manera distinta―. Estoy… me siento… aliviado ―los ojos de Hinata se abrieron de par en par―. Cuando pensé que estaba muerto, algo en mí… yo… algo…

―Lo sé. Lo vi en tus ojos ―Hinata bajó la mirada. Había visto en Sasuke que algo se apagaba, un arrepentimiento, duda. No había visto la satisfacción que esperó encontrar, como si lograr el propósito que se habían puesto por tantos años le fuese indiferente.

―¿Por qué? ¿Por qué me siento así? ―preguntó frunciendo el ceño―. Debería haberme hecho feliz verlo morir pero… sólo…

―Porque no eres como él, Sasuke-kun ―lo interrumpió con la voz más fuerte―. Tú eres una persona gentil. Eres un buen chico.

―No digas tonterías. Soy un Uchiha.

―Creo que sabes mejor que nadie lo que realmente sucede ―Hinata lo miró directamente a los ojos y él no pudo esquivar la manera en que lo leía. El Byakugan parecía ver a través de su corazón―. No deseas matarlo.

―No ―susurró, aliviado, como si una carga se levantara de sus hombros―. Ya no.

.

.

.

.

.

.


Nota de Sasha

Queridos lectores:
Todos los días entro a mi email y encuentro reviews para Team Seven. A veces son tan simples como "Conti plxxx" y otras elaboradas críticas con palabras amables y de apoyo, que agradezco de todo corazón. Esta historia siguió avanzando gracias a que me sentí acompañada en el camino y cada vez que necesité liberar mi cabeza del mundo real y entrar en el maravilloso universo de mi Narutín, me perdía noches enteras imaginando situaciones, dramas, situaciones... cómo hubiese yo escrito algo distinto al canon y hacerlo serio, claro, con un toque dramatico/romantico de Sasha.

Habiendo dicho esto, Sé que este año casi no escribí y que muchos de ustedes quizás se sintieron decepcionados por ello. No obstante, no significa que no lo hiciera, simplemente, no sentía que estaba a la altura y reescribí este capítulo 10 veces. Incluso ahora quizás no quedó como esperaba, pero el siguiente lo tengo en mi cabeza hace mucho. Espero poder postearlo pronto y no hacerlos esperar años por él. Lo prometo.

Gracias por seguir esta historia por tanto tiempo. De verdad agradezco sus lecturas.