Polla-Ward Contest
Disclaimer: los personajes son únicamente de Stephenie Meyer, yo solo creo historias sin ánimos de lucro para mi disfrute y de aquel que quiera leerlas.
Nombre del Fic: pequeña mentirosa
Nombre del Autor/es:
Número de Palabras: 3435
Advertencias: alto contenido lemmon, tema de traición, si eres sensible o menor de edad abstente a las consecuencias.
Tipo de Edward: Possesiveward
Nota de autor: debo decir que primera historia que creo así y estoy intimidada, no soy buena haciendo lemmon y este es el primero que hago. Pero la trama del shot me gusto y espero sea de su agrado.
._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._.
PEQUEÑA MENTIROSA
-Bella, ¿saldrás a cenar con Jacob?- sentí un apretón en mi rodilla ante la pregunta de mi madre.
-Tanya, no deberías alentar a Bella a salir con ese chico, ella es muy pequeña para eso- mi Bella interior bailo por dentro, al ver su mandíbula cerrada mientras trataba de mantenerse estoico pero yo sabia que por dentro estaba furioso. Y me encantaba.
-amor, Bella ya es una jovencita ¡tiene diecisiete! Debería salir con ese chico que además esta guapísimo- seguía echándole leña al fuego que se formaba en el interior de él. Su mano apretando mi rodilla me lo demostraba.
-¡exactamente! Me lo estás confirmando, solo tiene diecisiete años, debería enfocarse en sus estudios para lograr entrar a una gran universidad y no en chicos hormonados.
-mama- le corte antes de que refutara- sabes que eso no me gusta, como dice Edward ahora solo me enfoco en mis estudios para lograr entrar a Oxford- la vi abrir la boca por lo que me apresure a seguir- aunque lo pensare, Jake es un buen amigo y seria agradable salir con él.
-estoy segura de que lo pasarías excelente- aseguro mi mama feliz de que considerara mi decisión- una cita es un momento tan agradable, aún recuerdo nuestra primera cita Edward ¿te acuerdas? En aquel localcito árabe…
Me enfoco en mi lasaña para suprimir los lindos recuerdos de mi madre con su maridito Edward. Esta tan feliz asegurando que somos la familia perfecta. Si supiera lo que está pasando bajo la mesa.
Edward subía la mano, que anteriormente estaba en mi rodilla, por todo mi muslo interior. Por eso era que siempre usaba faldas en la cena; su mano siempre me acariciaba tiernamente, pasando lentamente la yema de los dedos por mi piel causándome escalofríos y excitándome causando que mi sexo se volviera un maldito océano. Pero ahora no; sus manos fueron rápidamente al centro entre mis piernas y sin segundos movimientos llego a mi clítoris y lo apretó fuertemente.
Jadee fuertemente porque eso no era a lo que estaba acostumbrada; con el pasar del tiempo había aprendido a disimular mis orgasmos frente a mi madre, siempre era así, Edward se mostraba tan tranquilo como siempre mientras me provocaba orgasmos con sus dedos.
Pero esta vez me estaba castigando; ese apretón me excito pero me dolió, y sabía que era su manera de amedrentarme por la conversación anterior y por siquiera considerar tener una cita con Jacob. Porque yo era de él, solo de él y según sus palabras ningún hombre tenía siquiera derecho a mirar lo que le pertenecía.
Pero yo solo estaba jugando, yo sabía quién era mi dueño; no saldría con Jacob pero me encantaba meterme con él. Porque un Edward enojado era muy excitante. Yo tenía unas cuantas venas BDSM, sin duda, porque me encantaba ser regañada, castigada con el único fin de dar placer a mi amo. Y Edward ama ser mi amo.
-cariños, ¿estás bien?- pregunto mi mama.
-sí, estoy bien mami pero estoy un poco cansada, me iré a acostar- eran solo las 7pm pero yo cumplía a la perfección mi papel de niña buena, estudiosa y delicada. La puta la guardaba solo para Edward- hasta mañana mami- le di un beso en la mejilla y luego me acerque a Edward- hasta mañana papi- susurre en su oído, sabia cuanto le ponía que le dijera así, por lo que se lo decía bastante cuando estábamos en compañía de mi madre para incomodarlo, aunque nunca lo demostrara.
-hasta mañana, cielo- susurro mi sexy amo y yo abandone el comedor.
Subí lentamente las escaleras que me llevaron a la tercera planta de la casa donde se encontraba mi cuarto; durante el recorrido pase por la que era la habitación de mis "padres" que se localizaba en el segundo piso, para fortuna mía y de Edward por supuesto.
Aunque realmente la manera de llevar nuestra relación tan bizarra y viviendo en la misma casa no era un asunto difícil para nosotros. Por suerte no corríamos el riesgo de que mama nos pillara porque era enfermera y trabajaba en el turno de noche; al principio de su relación con Edward siempre se presentaba ese problemita de los horarios pero mama alegaba que en las noches trabajaba mejor y que se sentía más cómoda. A la final Edward dejo de darle importancia porque juntos descubrimos la excitación de una pasión prohibida y repugnante a ojos de la sociedad.
Seguramente yo debería sentirme como una perra por acostarme con el esposo de mi madre pero honestamente, no lo sentía ni un ápice. Si yo era perra, mi madre era aún peor. Ella había dejado a mi padre, el mejor hombre que pudo existir en el mundo, por su mejor amiga. Así es amiga Irina. Mi padre quedo tan triste que cayó en depresión; al no preocuparse por sí mismo, no pudo detectar el cáncer a tiempo y a los tres meses de conocer la noticia murió.
A la final resulto que la relación de mama con Irina no duro más de seis meses. Mi mama dijo que había sido una etapa de experimentación y que no sería capaz de llevar una relación con su mismo sexo nuevamente porque al parecer, somos muy complicadas. A la final por culpa de las decisiones de mi madre había perdido dos personas muy importantes para mí, mi padre e Irina, quien era como una tía.
En los largos ocho años que habían pasado desde la muerte de mi padre, Tanya había tenido 57 novios, hombres, amantes, amigos con derecho o como se les quiera llamar. ¿Parecía demasiado? Pues lo era, y era aún más desagradable que nunca iban a casa de ellos; no, siempre me tocaba escuchar los encuentros desenfrenados.
Cuando Edward llego a nuestras vidas pensé que mama finalmente se enderezaría con ese espectacular hombre que era ocho años menor que ella, y lo hizo. Fue por esa nueva actitud de mi madre que yo me sentía tan mal al sentir esa extraordinaria atracción sexual al ver a Edward.
Al principio todo fue muy inocente; sonrojos al verlo, nerviosismo ante el mínimo toque, tartamudeo al hablar con él. Pero luego de que mama se enfrascara más en turno nocturno la relación se fue haciendo más íntima; resultado de encuentros ocasionales en la cocina, o cuando me tocaba preparar la cena y él me ayudaba y aprovechábamos de charlar descubriendo que teníamos la misma antigua manera de pensar. Y así se fue consolidando nuestra relación.
Cuando nos besamos por primera vez en una de nuestras charlas en la biblioteca, me sentí tan mal y a la vez tan bien. Ese había sido mi primer beso y sin duda el mejor que tendría en toda mi vida, pero al pensar que esos labios mis madre los había probado tanta veces sentí asco por mí misma y salí corriendo. Dure casi dos meses evitándolo después de eso; me integre al equipo de atletismo para pasar las tardes fuera de casa, me la pasaba en la biblioteca o haciendo cualquiera cosa de manera que llegaba tardísimo a casa y no lo veía.
Pero un día la lluvia me encontró a mitad de la calle por lo que me fui corriendo a casa; al entrar hice un gran escándalo que alerto a Edward de mi presencia y bajo a encontrarme en la sala. Al verme con mi uniforme de porrista totalmente empapado pegándose a cada centímetro de mi cuerpo, sus ojos se pusieron negros como la noche y sin decir nada, se acercó a mí y estampo sus labios a los míos.
Y yo me rendí, me rendí a sus labios cálidos, me rendí a la obvia atracción que sentíamos y simplemente deje que me hiciera lo que él quisiera. Me llevo a mi habitación donde me hizo suya con pasión y delicadeza.
En sus manos conocí el significado de la pasión, todo fue muy tierno y tranquilo al principio. Pero Edward poco a poco se mostró más oscuro, agresivo pero delicado a la vez, mandándome a hacer lo que él quisiera con el único fin de su placer. Me marco como suya, y a mí lejos de molestarme, me excitaba y le dejaba hacer lo que él quisiera.
De esa relación había pasado alrededor de un año y yo estaba muy lejos de aburrirme. Cada vez deseaba más y más; cada vez que lo veía deseaba tirarme encima de él y que me follara de las mil maneras que él sabía.
Mi madre juraba que yo era una niña modelo con actividades extracurriculares, excelente promedio y que nunca había sido tocada por un hombre. Muy lejos de la realidad. Edward me llamaba "pequeña mentirosa" pero yo prefería decir que era una joven actriz, porque después de todo, una mentira que te haga feliz vale más que una verdad que te amargue la vida. Todo fuera por la felicidad de mi madre.
Quien a la final demostró que siempre sería una perra; tan solo a los meses de matrimonio con Ed comenzó a acostarse con medio hospital y en el lote habían unos cuantos nombres femeninos. Solo seguía con su matrimonio por el gran dinero que él poseía.
Todos veían a Edward como un cornudo de primera pero solo él y yo sabíamos lo que realmente pasaba en el interior de esta casa, por lo que no le dábamos importancia a los rumores. No se separaba de mi madre para tener la comodidad de vivir bajo el mismo techo sin levantar sospechas.
Vivir juntos era lo mejor; las noches las disfrutábamos al máximo y en el día los dos estábamos fuera ocupados en nuestras ocupaciones. Yo en el instituto, y él en el despacho que representaba.
Pero casi todas las noches yo lo esperaba en mi cama recién bañada, humectada, ropa interior sexy pero con una pose de niña buena.
Justo como estaba ahora; Tanya ya había venido a despedirse y avisarme que nos veíamos a las 5am. En cuanto escuche alejarse el auto me desprendí el pijama blanca y quede sentada de rodillas en la cama esperando a mi amo. Pero luego de una espera de 45min me fui cansando y sin esperarlo me quede dormida.
En medio de mi sueño sentí que algo duro tocaba mi boca, me removí un poco pero el tacto seguía insistiendo volviendo más fuerte e intentando penetrar en mi boca. Sentía la calidez en mis labios junto con una ligera humedad. Aun medio dormida abrí ligeramente los labios para descubrir que se trataba y el extraño invasor se adentró un poco más en mi boca; al saborearlo reconocí un sabor que se me hacía ligeramente familiar. Un dulce muy suave que apenas se distinguía.
Creía saber cuál era el objeto que intentaba penetrar mi boca, por lo que abrí los ojos lentamente para confirmarlo. Y estaba en lo cierto. Distinguí el miembro de Edward totalmente erecto posado suavemente en mis labios, mientras él estaba sentado de medio lado en el cabezal de la cama. Había arrastrado mi cuerpo hasta posicionar mi cabeza en sus muslos, obviamente con la finalidad de que lo complaciera.
-abre la boca- dijo en un rugido, dominante. Como lo era siempre, este no era el Edward cariñoso con el que hablaba de música clásica. Era mi amo y yo la esclava que tenía que obedecer sin replica alguna.
Por supuesto le hice caso y abrí la boca permitiendo que toda esa extensión de su cuerpo se adentrara en mí. Sin pensar demasiado comencé succionando suavemente el glande y con una mano masajee la base. Yo sabía cómo le encantaba, porque él mismo con el pasar del tiempo me había perfeccionado en el arte de dar placer con lamidas y succionadas. Agarre impulso y me coloque a gatas sobre sus piernas, con las mías abiertas para tener una mejor posición y dar un mejor trabajo. Él aprovecho y tomo mi cabeza y sugirió el ritmo que deseaba. Rápido y urgido, siempre era así. Yo lleve mis manos a sus bolas y las masajee y tironee para darle aún más placer. El cual no duro en llegar y con un rugido exploto en mi boca. Yo recibí encantada todo lo que él tenía para darme y lo trague como estaba acostumbrada.
En cuanto termine mi trabajo me empujo alejándome de su cuerpo y yo me senté de rodillas a su lado. Pase mi lengua por mis labios recogiendo todo rastro de él que pudiera quedar y saboreando lo poco que recogí.
-te encanta saborearme- dijo el con una sonrisa enorme y un tono orgulloso. Yo solo asentí tratando de llevar un excelente papel de sumisa porque sabía que me esperaba algo grande- no te creas que con esa actitud me olvidare de tu castigo, pequeña zorra- me tomo de la barbilla y me hizo mirarlo al fuego que manaban sus ojos- no seré delicado- y tiro mi cara a un lado.
Se levantó de la cama con su elegancia tan característica y busco en el último estante de mi armario, donde guardaba todos los objetos que él había comprado a lo largo del tiempo. Todos los objetos que me proporcionaban castigo y placer a la vez. Muy pocas veces los usaba, no más de dos veces usaba el mismo y solo cuando no llegaba a tiempo o hacía algo que no le agradaba.
-¡voltéate y de rodillas con la frente pegada a la sabana!- yo obedecí inmediatamente al rugido que dio, nerviosa y con el corazón latiéndome a mil tome la posición ordenada, incapaz de saber que sería de mí. A los pocos segundos escuche el sonido que hizo al cerrar el estante y sus pasos cerca de mí. Muy lentamente me toco toda la espalda y yo me estremecí al tacto; con una lentitud pasmosa tomo mis pantis negras y las rompió sin dificultad, él adoraba romper mi ropa interior y yo nunca me quejaba. Paso una mano por todo el medio de mi sexo, apenas rosando y escuche un silbido de admiración al sentir toda la humedad que se acumulaba allí- igual que siempre, bueno pequeña ya sabes las normas y más te vale no incumplirlas.
Yo sabía perfectamente cuales eran, recibía mi castigo con placer y solo respondiendo: si amo. Otras respuesta solo sería dada en el caso de que él me lo advirtiera previamente. Escuche el silbido producido por mi arma de castigo, antes de siquiera sentir el tacto. Cuando sentí el fuerte impacto me estremecí y el ardor comenzó a formarse inmediatamente en mi nalga derecha.
-eso es para recordarte que eres solo mía- susurro con voz mortífera.
-sí, amo- eso era la único que tenía permitido decir mientras recibía cada golpe. No sabía con qué me golpeaba, sin duda no era su mano. Se sentía como tiras de cuero, tal vez. Sería uno de los muchos látigos que poseíamos.
-eso es por alentar a tu madre a una cita- el segundo impacto fue dado inmediatamente en mi nalga izquierda y yo apenas logre susurrar la palabra correspondiente- para que hables más fuerte- esta vez respondí claramente y tratando de concentrarme más en la excitación que en el dolor. Poco a poco fue dándome todos los azotes.
-por no rechazar inmediatamente-azote- por llamar "agradable" a ese sarnoso- azote- porque eres mía- azote- para que comprendas que solo yo puedo salir contigo- azote- por no esperarme despierta- azote- porque nunca se la mamaras a alguien como me lo haces a mí- azote- por ser tan condenadamente caliente- azote- por ser una pequeña mentirosa- azote- por ser MI pequeña esclava puta-azote- para que aprendas a obedecer a tu amo- azote- por ser tan condenadamente caliente- azote.
Con ese último azote sentía mi culo totalmente ardiendo producto del dolor y deseaba más que nada sobármelo pero sabía que eso no estaba permitido. Las lágrimas salían sin pudor de mis ojos y mi respiración agitada.
Antes de que pudiera hacer o sentir algo, Edward arrojo el arma a mi lado confirmándome que era un pequeño látigo y sin segundos movimientos sentí su miembro penetrarme de una sola estocada.
-oooh- gemí fuertemente por el impacto de la excitación y él me tomo de las caderas fuertemente impulsándose con cada estocada que daba. Mi trasero resentía un poco al chocar con los muslos de él pero eso no podría importarme menos.
-eso es mi putita, disfruta como tu amo te folla- amaba cuando él hablaba sucio y se dedicaba a darnos placer. Llevo una de sus manos a mi clítoris y hacia movimientos en ocho sobre él, excitándome hasta el infinito.
-Edward, más fuerte- yo pedía como la pequeña perra que era pero él en respuesta saco su miembro de mi cuerpo castigándome, porque él sabía lo que yo necesitaba y no era necesario que pidiera. Pero antes de que pudiera pedir disculpas lo sentí colocarse en la entrada de mi ano y con un fugaz movimiento adentro la mitad de su miembro, me queje un poco pero él no le dio importancia y volvió a impulsarse para esta vez entrar completamente. A pesar de que ya lo había sentido por esa parte de mi anatomía, siempre era difícil acostumbrarse al principio. Pero él siguió sus embestidas sin piedad una y otra vez, rápido y eficaz y yo solo me dedique a gozar. Pero necesitaba más y el conociéndome y conociendo mis necesidades, introdujo tres de sus dedos en mi húmedo coño y con el pulgar acaricio mi clítoris- oh sí, sí, sí.
Yo gritaba locuras sin parar y él solo se concentraba en sus movimientos brindándonos placer a ambos. Sentí como la otra mano recorrida mi espalda para terminar en un puño en mi pelo y me jalo muy fuertemente hacia atrás causando dolor y provocando que mi cuerpo se impulsara hasta terminar verticalmente unida a él. Mi espalda en su pecho y dándole la libertad de besar mi cuello como un poseso.
-eres mía Isabella, solo mía, mía y de nadie más- yo asentí concentrada en el placer, sin saber cómo él era capaz de hablar y embestir a la vez- todo ese cuerpecito tuyo fue creado para mi placer, tus manos, tu boca, tu ano, tus coño. Toda tú, solo para mí. ¿Lo sabes, no?- yo estaba tan nublada de placer que no respondí- ¿LO SABES, NO? RESPONDE
-¡si, si, si! Edward solo para tu placer- grite desgarrándome la garganta y llevando mis manos a su trasero para ayudarle a impulsar y aprovechando de masajear.
Los dos seguimos en sincronía nuestros movimientos hasta que el placer nos nublo y llegamos a un fuerte orgasmo juntos. Él gritando mi nombre y yo imitándole pero solo que de mis labios salió un fuerte "¡Edward!"
Con las fuerzas perdidas nos derrumbamos de boca en el colchón tratando de controlar nuestras respiraciones. A los minutos lo logramos y él se puso de medio lado saliendo de mí, dejándonos en la posición de cucharita, con sus manos recorriendo mi cuerpo suavemente y tratando de acomodar el desastre que era mí cabello húmedo producto del sudor.
-tan- tan excelente como siempre- susurre con la felicidad y satisfacción palpable en cada letra.
-si- fue la única respuesta de él, sus manos se dirigieron a mi trasero que ahora olvidando el placer si escocia un poco -¿te duele mucho?
-no- dije mintiendo un poco.
-creo que se me paso la mano pero es… que no soporto pensar que otro te pueda tocar o besar o…
-hey, hey- me voltee y puse mis manos en sus mejillas para que nos miráramos fijamente a los ojos- soy tuya, recuérdalo porque yo nunca lo olvido. Solo tú me puedes tocar, besar, castigar y hacer lo que te dé la gana.
-cierto- dijo olvidando la inseguridad anterior- ya falta poco para poder demostrárselo al mundo.
-así es- susurre con una gran sonrisa acurrucándome en su pecho, siendo rodeada instantáneamente por sus brazos.
En cuanto terminara el instituto y recibiera mi carta de admisión a Oxford, nos iríamos juntos a Londres para poder mostrarnos como pareja ante el mundo y ser feliz sin consecuencias. A mi madre le dejaría esta casa junto con una gran cantidad monetaria que la haría feliz, sin duda y siguiera con su vida fácil.
No podía esperar los tres meses que faltaban para dejar de ser una pequeña mentirosa u joven actriz, como se le quiera ver.
-te amo, mi pequeña mentirosa- me dijo al oído causando que mi corazón se acelerara.
-y yo a usted amo- escuche su risa mientras yo me concentraba en las caricias que él le daba a mi trasero calmando el ardor y produciendo mi sueño.
._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._. .-. ._.
Jueves, 15 de diciembre de 2011
06:45pm