¡Hola!

Ahhh, estoy muy feliz y emocionada por este capítulo, ya pasé la meta de publicar "la mitad" del fanfic y todavía sigo inspirada y llena de ideas, eso me hace sentir aliviada, porque generalmente cuando llego a la mitad ya no sé qué hacer, jajaja.

Espero que deisfruten este episodio, eran casi las 5 AM cuando acabé de escribirlo, pero estaba inspirada y no quería soltarlo hasta terminar, hasta me quedó un poco largo, jajaja.

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Mucho dulce, jajaja.

...

Capítulo 16: Festival

Hoy era el tan ansiado día del festival, después de una larga espera y muchos preparativos, el colegio estaba listo para abrir sus puertas al público y llenarse de vida, gracias a todo el trabajo realizado por los estudiantes durante todo un mes.

—Ya está listo –dijo Matsuri, terminando de colocar un cuadro de un barquito solitario sobre la pared. Iba vestida con el uniforme de la cafetería de su clase, el cual consistía básicamente en una blusa ajustada de color negro, una pomposa falda del mismo color, medias blancas que le llegaban hasta medio muslo y los típicos zapatos negros que hacían juego con el conjunto, sin olvidar la diadema en su cabeza. Sakura, Hinata y también otras cuantas chicas del salón también estaban utilizando el uniforme, mientras que el de los chicos consistía en un traje negro completo, con camisa blanca, Sasuke, Naruto. Kiba y también Shikamaru los portaban, aunque el último no hacía más que quejarse.

Gaara, que había estado desde la mañana en la azotea practicando sus líneas, se apareció en la cafetería para ver cómo iban las cosas, además, ansiaba poder encontrarse con Matsuri, ya que más tarde estaría en la obra y no podría verla sino hasta la noche.

—Este lugar quedó muy bien –murmuró el pelirrojo, echando un vistazo general.

—¿Verdad que sí, Gaara-kun? –le dijo Matsuri, la cual le sonrió alegremente. Gaara la miró en ese momento, apenas dándose cuenta de cómo iba vestida. Sus ojos se abrieron ligeramente, mientras sentía como su rostro tomaba el tono de su cabello, ya que Matsuri se veía hermosa y muy sexy.

Se reprendió mentalmente al darse cuenta de lo que estaba pensando, pero es que simplemente no lo podía evitar, cada día le era más difícil controlar eso que sentía por su vecina, le estaba volviendo loco.

—Sí –asintió, intentando parecer calmado—. Te queda bien el uniforme… –murmuró en tono bajo, desviando la mirada hacia un costado, aunque igualmente fue oído por la chica, quién sólo se sonrojó dulcemente por sus palabras.

—Ah, gracias…

Sakura abrazo a Matsuri por los hombros, mientras que Sasuke se acercaba a ellos caminando.

—Hey, presidenta, ya van a comenzar a llegar los clientes –comentaba una emocionada peli rosa. Ella había notado muy bien el modo en que Gaara miraba a su amiga, estaba más que segura de que él se moría por Matsuri.

—¿A qué hora es la obra? Así cerramos un rato para irlos a ver a Naruto y a ti –habló Sasuke, dirigiéndose al pelirrojo, quién suspiró, se notaba que no le emocionaba en lo más mínimo hacer el ridículo de su vida frente a toda la escuela y quizás cuántos más de afuera.

—Es a las cinco, pero preferiría que no vayan –confesó, incómodo.

—¡Tonterías! –exclamó Matsuri—. Por supuesto que iremos a verte, Gaara-kun, me muero por verte actuar –dijo en medio de un mohín infantil, abultando sus mejillas como si fuese una ardilla que llevaba muchísimas nueces—. E-es decir… –se sonrojó por completo al darse cuenta de lo que había dicho y que eso se podía malinterpretar—. Yo sé cuánto te has esforzado por hacerlo bien, así que sé que tú puedes, no estés nervioso.

El pelirrojo se llevó las manos a los bolsillos del pantalón y luego bufó, sin dejar de estar apenado por las cosas que le decía Matsuri.

—Tsk, no estoy nervioso –aseguró.

Mientras ellos continuaban hablando afuera, Naruto había ido hacia la cocina, habían dividido una pequeña sesión del salón, la cual transformaron en una cocina con todo lo necesario para suplir la cafetería. Hinata estaba enchufando unas cuantas cosas, mientras que el rubio sólo la observaba, sonriendo como un bobo. Él no solía hacer ese tipo de cosas, pero últimamente el ver a Hinata era algo que no podía evitar hacer.

—Listo –murmuró la chica, dándose la vuelta y sorprendiéndose al encontrarse al rubio, por lo que enseguida sus mejillas se pusieron rojas, como solía pasarle siempre—. N-Naruto-kun, ¿qué haces ahí? –le preguntó, al mismo tiempo que jugueteaba con las puntas de sus dedos de modo nervioso.

Naruto se llevó una mano a la nuca, él también estaba muy nervioso, pero había estado reuniendo fuerzas toda la semana para lo que estaba a punto de hacer ahora.

—Hinata… me preguntaba si ya tienes con quién ir al baile de la fogata al final del festival.

Los ojos perlados de la Hyûga se abrieron ligeramente sorprendidos al escuchar las palabras de Naruto, pues, si había una cosa importante en el festival cultural, esa era el baile de la fogata, el cual se llevaba a cabo por los estudiantes como celebración por haber concluido el festival cultural. Era una ovación perfecta para pasar tiempo en parejas o hacer declaraciones.

—No, Naruto-kun, ¿por qué? –contestó avergonzada, temiendo estarse haciendo falsas ilusiones, no creía que Naruto fuese a invitarla, ¿o sí?

El rubio sonrió quedamente al escucharla, así que Kiba no la había invitado todavía. Quizá esta sería su única oportunidad, no podía desaprovecharla, lo sentía por su amigo, pero ya una vez se había hecho a un lado por el bien de alguien más y ahora no quería repetir ese hecho, no sin al menos haberlo intentado.

—Entonces ve conmigo –se atrevió a decir, notando la expresión de asombro de Hinata—. No puedes decir que no, Hinata, lo pasaremos genial –aseguró, expandiendo su enorme y brillante sonrisa, la que atrapaba a la Hyûga en un bucle sin salida.

—E-está bien, Naruto-kun –aceptó ella, todavía un poco nerviosa, pero al mismo tiempo feliz, no podía esperar para que esa hora llegara.

—*—*—*—*—*—*—*—

Sari estaba dando vueltas por el colegio, no le interesaba ayudar en la cafetería del salón, ni mucho menos pasar tiempo cerca de sus "amigas" con quiénes últimamente ya ni siquiera se juntaba, pues hacía todo lo posible por evitar a Matsuri. Desde que Gaara y Matsuri se pasaban casi todo el día juntos, ella estaba colérica, el pelirrojo ni siquiera la volteaba a ver, incluso Ino había sido rechazada por él, Ino, quién era casi una princesa, ¿cómo era posible?

Pero todo era por culpa de la estúpida de Matsuri.

—Por mí ni siquiera me presentaba a esa estúpida obra escolar –murmuró para sí misma. Caminó hasta el patio trasero, el cual iba a estar vacío, pues todo lo relacionado al festival se estaría llevando a cabo en la parte delantera de la escuela, para llamar más la atención. Pensaba que ahí no habría nadie, pero al dar la vuelta, antes de llegar al pequeño patio, vio que los hermanos mayores de Gaara estaban sentados, hablando.

Cómo detestaba al estúpido de Kankuro, a Temari no la conocía, pero Kankuro no era más que un idiota arrogante, presumido y grosero, el cual siempre la molestaba, ella ni siquiera podía asimilar que él fuese familiar de alguien como Gaara, tranquilo, reservado y "cool".

El patio trasero de la escuela era un lugar muy poco concurrido, incluso en los días de clases normales, ya que la directora prohibía el acceso casi siempre, debido a que éste se encontraba ubicado entre los edificios, parecía escondido del resto de completo escolar y daba pie a que los alumnos fuesen ahí a fumar o a hacer de las suyas en parejita. Sari se había ubicado detrás del asiento en donde los Sabaku No estaban charlando, si había algo que ella no podía perderse, eso era un buen chisme, menos si se trataba de un tema que a ella le interesaba, porque sí, había oído a la perfección cuando esos dos mencionaron a Gaara y Matsuri.

—¿Realmente crees que esté bien dejarlos? –preguntó el castaño, mientras jugaba con una pequeña piedra redonda con su mano derecha, lanzándola al aire y atrapándola una y otra vez—. Sé que Gaara está loco por Matsuri y obviamente ella le corresponde, pero realmente me preocupa la enfermedad de Gaara.

Los ojos de la improvisada espía se abrieron ligeramente, ¿Gaara estaba enfermo? ¿De qué? ¿Acaso sería algo grave?

—Lo sé y créeme que te entiendo –contestó la hermana mayor, manteniendo su vista fija en las nubes de diferentes formas que adornaban el cielo, una costumbre que había adquirido luego de pasar tiempo junto a su querido novio ficticio, Shikamaru—. Me aterra pensar en cómo va a reaccionar Gaara si llega a recuperar la memoria y recuerda a Matsuri, pero creo que ella también lo sabe a la perfección.

¿Recuperar la memoria? ¿Recordar a Matsuri? ¿De qué estaban hablando esos dos?

—Es que piénsalo, ¿cómo estarías tú de saber que la amiga de la infancia a la cual no recuerdas, ha estado todo el tiempo a tu lado sin decírtelo? –Kankuro lanzó la piedra lejos, dándole a un bote de basura—. Me preocupa la reacción que vaya a tener Gaara, que vaya a molestarse con Matsuri… ella sólo quiere ayudarlo, pero sabemos cómo es nuestro hermano.

—Gaara estaría furioso, eso es verdad –lo secundó la rubia, soltando un hondo suspiro, al mismo tiempo que bajaba la mirada—. Aunque dudo que tú o yo podamos hacer algo al respecto, ellos dos realmente se quieren, estarán juntos, lo queramos o no, y no es que me moleste, Gaara ha mejorado mucho desde que está junto a Matsuri, pero tengo el mismo miedo que tú, odiaría que nuestro hermano y la pequeña Matsuri salgan lastimados.

—Supongo que debemos dejarlos actuar y si van a darse contra el suelo, sólo podemos ayudarles a levantarse –Kankuro también suspiró, pues, a pesar de todo, estaba seguro de que estar junto a Matsuri sería algo muy bueno y beneficioso para su hermano, pues ella se había convertido en su luz, algo que lo sacaba de su hundimiento y depresión, no había otro modo de describir lo que la castaña significaba para Gaara—. Temari, ¿crees que somos los hermanos más sobreprotectores del planeta?

Temari sonrió ante la pregunta, asintiendo con la cabeza sin duda alguna.

—Lo somos, pero eso es porque amamos a Gaara –respondió—. Aunque tienes razón, nuestro pequeño hermano ya está casi por convertirse en un adulto, debemos dejarlo vivir su propia vida, aun sabiendo que se podría lastimar.

—Estoy seguro de que Gaara estará bien –dijo Kankuro, también sonriendo. Ninguno de los dos había notado que Sari dejaba la escena sigilosamente.

La chica estaba sonriendo, había obtenido una valiosísima información que le serviría de mucho, si no podía tener a Gaara del modo que ella quería, lo haría de una forma diferente, de un modo que ni siquiera la tonta de Matsuri iba a ver venir. Que fuera feliz mientras le duraba el gusto, ella iba a dar su golpe cuando menos lo esperaran.

—*—*—*—*—*—*—*—

Ino estaba saliendo del baño, sosteniéndose el estómago con una de sus manos, pues continuaba doliéndole bastante, incluso más que durante el ensayo general, pero sabía que no podía permitirse fallar debido a algo como eso, así que se había tomado un antiácido y esperaba estar mejor luego. Estaba distraída, mirando al suelo, cuando sin querer chocó contra el pecho de alguien.

Alzó la mirada y se dio cuenta de que la persona con quién había tropezado era Sai, aquel chico que ella no soportaba y que, por algún motivo, siempre se lo encontraba.

—¿Estás bien? –le preguntó el pelinegro, sin quitarle la vista de encima, pues su cara estaba pálida, incluso sus labios parecían más blancos de lo normal.

—¿A qué te refieres? –Ino frunció el ceño ante la pregunta, pues no se había percatado de lo mal que se veía, que otros también se podían dar cuenta de su malestar—. ¿Tan temprano y ya me quieres molestar? –cuestionó, alzando su mano para apoyar el dedo índice sobre el pecho de Sai—. Hoy no estoy de humor.

El chico agarró la mano de la menor, sosteniéndola con fuerza, pero no la suficiente como para lastimarla, fue entonces que la Yamanaka se fijó en que él ya no tenía la mano vendada, al parecer, finalmente había sanado.

—Tu mano… –murmuró, sonriendo levemente, pues le daba gusto, pero al darse cuenta de ello, inmediatamente sus mejillas enrojecieron y el calor se apoderó de su rostro—. S-suéltame, ¿qué te pasa?

Sai dibujó una sonrisa en su rostro, una de aquellas que desagradaban a la gente, que hacían pensar que él sólo fingía simpatía.

—¿Por qué te pones tan nerviosa cuando estás cerca de mí? ¿Acaso te gusto?

Los ojos de Ino se abrieron como platos ante la pregunta, reaccionando sólo a darle un empujón a Sai, el cual apenas le hizo perder un poco el equilibrio como para que le soltara la mano.

—¡Claro que no, idiota! –exclamó la rubia, momentos antes de salir corriendo.

Él se quedó en su lugar, sin hacer nada, ni siquiera la intentó seguir. Debía admitir que era divertido molestarla, que esa chica era graciosa a su manera, pero últimamente estaba fijándose demasiado en ella y aquello no le gustaba.

—¡Sempai! –el chico se volteó al oír una voz conocida, una voz que solía llenarlo de calidez y dicha. Matsuri estaba corriendo hacia él, vestida con su uniforme de maid, se veía tan linda. Traía en sus manos unas cuántas bolsas, al parecer, repletas de sándwiches—. Qué bueno que te veo, sempai, ¿me podrías hacer un favor? –le preguntó la chica, frunciendo ligeramente sus labios—. Debo llevar esto a los chicos de la obra, deben estar hambrientos.

Él le sonrió, le regaló una sonrisa sincera, muy diferente de las que ofrecía a las demás personas, pues Matsuri era alguien que merecía su transparencia.

—Por supuesto –contestó.

—*—*—*—*—*—*—*—

Shikamaru suspiró en cuanto vio pasar a Temari corriendo con los de su salón, su amiga Tenten y unos cuantos chicos que cargaban algunas cosas para terminar de preparar el entretenimiento de su salón. El Nara estaba apoyado contra la pared de uno de los pasillos, casi a un lado de las escaleras del tercer piso de la escuela, a su lado, su mejor amigo, Chouji, abría un nuevo paquete de patatas fritas.

—Qué problemático –murmuró el de cabello negro, mirando de reojo al Akimichi—. ¿No piensas dejar de comer? Ya es el tercero que abres hoy.

—Estoy nervioso por la obra –respondió el castaño, llevándose un montón de papitas a la boca—. Aunque sólo sea uno de los enanos, sigo estando nervioso.

—Supongo –respondió Shikamaru, volviendo su vista a la lejanía del pasillo, en donde vio pasar a Temari otra vez, pero ahora iba sola. Desde la cena en su casa, prácticamente no habían hablado, ella se la pasaba más ocupada con el festival y, obviamente, con su "querido" profesor, así que casi no le dirigía la palabra. Él tampoco deseaba parecer un acosador, así que la había dejado tranquila, al menos mientras se acababa el festival, pero no podía dejar de verla cada vez que ella pasaba cerca suyo, ¿acaso se estaba volviendo loco?

—¿Tanto te gusta esa chica?

—¿Qué? –volteó a ver casi como un robot a su mejor amigo, quién continuaba comiendo, pero no borraba la boba sonrisa de su rostro, al tiempo que lo observaba a él con picardía.

—Temari, tu "novia" –el chico gesticuló las comillas con los dedos de una de sus manos, pues bien sabía que la supuesta relación entre Shikamaru y esa chica no era real, aunque no conocía los detalles.

Shikamaru, quién le observaba como si lo fuese a matar, a pesar de que siempre estaba tranquilo, tan sólo volteó en la dirección contraria y trató de ignorarlo. Incluso si le atraía un poco esa loca, nada podía pasar entre ellos, ya que la rubia ya tenía a alguien.

—*—*—*—*—*—*—*—

Después de separarse de su hermana Tenten, Kankuro había ido a ayudar en el puesto que había organizado su salón, en donde estaban vendiendo dangos y algunos otros dulces, no era nada del otro mundo, pero tenían bastante concurrencia. Él estaba atendiendo el puesto, procurando servir a los clientes, cuando de pronto notó a alguien parándose delante de él, sonriendo con esa belleza tan suya, que la hacía irresistible para su persona.

—Tenten… –dijo un poco abrumado, pues ella se veía muy bonita ese día, iba vestida con una especie de uniforme de artes marciales, al parecer, en el salón de su hermana harían una demostración de karate y otros cuantos deportes de lucha.

—Hola, vine a verte, ¿te está yendo bien? –le preguntó la chica, quién ese día no llevaba sus típicos chonguitos, sino más bien un rodete con el cual se había recogido todo el cabello, ya que le era más cómodo para luchar—. Veo que hay mucha gente esperando los dangos de la clase 3-B.

—Es que la técnica de nuestro chef es impresionante –contestó Kankuro, sonriendo como un bobo, pues cada día se sentía más atraído hacia Tenten, era un sentimiento que ni él mismo era capaz de evadir o controlar, aún sabiendo que ella continuaba enamorada de su ex—. ¿Tú ya estás lista para hoy? Te queda muy bien el uniforme… –murmuró lo último, bajando la mirada con vergüenza. Kankuro se jactaba de ser un gran casanova, podía "ligar" con cualquier chica fácilmente, pero si una de ellas le gustaba en serio, era más torpe que Gaara.

—Sí estoy lista y gracias –la castaña le volvió a dedicar una sonrisa, estirando su mano para recibir una porción de dangos que le eran ofrecidas por el más alto.

Mientras esos dos charlaban animadamente, desde lejos, Neji los veía con el ceño fruncido, preguntándose internamente si acaso la razón por la cual Tenten le había dejado era porque se había fijado en alguien más, ¿sería posible?

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—Este uniforme apesta –mascullaba Sasuke, quitándose la estúpida corbata que lo estaba sofocando. Había salido de su puesto de camarero para poder ir al baño, pero el más cercano estaba lleno, pues la escuela estaba más saturada que de costumbre debido a las visitas. Lo mismo había pasado con los dos siguientes, así que no le quedó más opción que subir al quinto piso, en donde estaba el baño más alejado, ya que ese nadie lo usaba porque decían que ahí aparecían espíritus.

Tal y como había pensado, el baño estaba vacío, ni siquiera funcionaba la luz, apenas y se colaba un poco de luz solar por la ventana que había a un costado, era un lugar ciertamente tétrico, pero Sasuke no estaba para estarse fijando en esas tonterías, ya que estaba a punto de hacerse pipí. Entró cas corriendo, metiéndose a uno de los cubículos para poder hacer su necesidad. Suspiró aliviado cuando por fin liberó su vejiga, pero el sonido de unos pasos lo tensaron.

Escuchó algunas voces provenientes desde afuera, pero no lograba entender lo que éstas decían, así que no pudo pensar en otra cosa, sino que estaba siendo visitado por las famosas almas en pena de ese baño. Se limpió tan rápido como pudo con el papel sanitario y se subió el cierre del pantalón, pero entonces, una voz conocida le hizo quedarse en su sitio.

—Temari, sé que nadie viene aquí, pero creo que aún puede ser peligroso que estemos tú y yo solos –se le escuchó decir a Itachi, Sasuke no tuvo problemas en reconocerlo, era su hermano mayor, después de todo.

—Sólo será un momento, me muero por besarte –la voz de una chica llenó entonces el silencio que había dejado Itachi tras su frase, provocando que los ojos de Sasuke se abrieran ligeramente por la sorpresa, ¿su hermano estaba ahí con una mujer?

—Bien…

El Uchiha menor, atrapado dentro del cubículo y camuflado por la oscuridad del lugar, era invisible ante esos dos, que sólo se dedicaban a besarse y abrazarse, así que Sasuke abrió sólo un poco la puerta, para poder mirar con quién estaba Itachi, quedándose casi sin aliento al darse cuenta de que el siempre correcto de su hermano mayor estaba con una estudiante de tercer año y, no sólo eso, sino que ella era la hermana de su compañero Gaara.

Sasuke creyó que iba a vomitar en ese instante, ¿qué carajo estaba haciendo Itachi? ¿Acaso se había vuelto loco?

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Ya eran más de las tres de la tarde, la mañana se había pasado volando entre risas, juegos y bromas para los asistentes del festival. Gaara estaba de pie frente al espejo, observándose con su vestuario ya puesto, el príncipe de la obra, el único amor de la princesa Blancanieves. Cuando pensaba en ello, se preguntaba cómo habría sido si, en lugar de Ino, su princesa fuese Matsuri, aunque en su corazón ella ya lo era.

Había estado días debatiéndose si acaso debía decirle a ella lo que sentía, incluso si su madre, sus hermanos y hasta sus amigos lo animaban a hacerlo, a él seguía faltándole la confianza. Todo lo que Matsuri le hacía sentir era muy diferente de lo que había experimentado con las chicas que estuvieron antes con él, pues jamás sintió nada salvo, quizás, placer. Al estar junto a Matsuri su pulso se aceleraba, le revoloteaba el corazón y sentía apretado el estómago, todo eso lo volvía loco, pero lo hacía feliz, tan feliz como nunca pensó, aunque también se sentía desesperado, como si lo que ya tenía de ella no fuese suficiente, porque simplemente ya no lo era, ya no estaba conforme con sólo verla todos los días, con pasar tiempo a su lado y sonreír de vez en cuando por sus tonterías, él quería más, anhelaba más.

Por lo mismo, se había decidido, hoy iba a decirle todo, incluso si era rechazado, iba a confesarle a Matsuri sus sentimientos.

—Qué apuesto te ves –escuchó la voz de Ino detrás de él, viendo en el espejo como ésta se reflejaba de pronto. Ino era una chica petulante y arrogante, ella era más parecida a él de lo que le gustaría, sólo que, con una personalidad mucho más descarada, no podía decir que la odiaba, pero ciertamente no le agradaba tampoco, además, estaba cansado de que intentara conquistarlo.

—Gracias, supongo –contestó de mala gana, volteándose para observar a la princesa Blancanieves. Ino se veía preciosa, el vestido se ajustaba perfecto a su figura esbelta y de buenas proporciones, no cabía duda alguna de que ella era una chica muy bella, Gaara no lo podía negar, pues no era ciego, incluso si ella no le gustaba.

—¿Luzco bien? –la chica se dio una vuelta para que Gaara tuviera un mejor panorama de su look, mareándose un poco cuando volvió a su punto inicial. El pelirrojo reaccionó rápidamente para sostenerla, apoyando una de sus manos sobre la cintura de Ino, de modo que lograra mantenerla de pie. Ella se le quedó mirando, un poco apenada, pero perdida en el maravilloso color de sus ojos y en esa intensidad que le hacía estremecer—. Gracias… –murmuró.

Justo en ese momento, la puerta se abrió, llamando la atención de los dos protagonistas, que aún no se separaban.

—Gaara-kun, te traje algo –dijo Matsuri al ingresar, pero se quedó callada cuando vio la escena. Parecía que Ino y Gaara se iban a besar, así que Matsuri sintió como su pequeño corazón se rompía y dolía, nunca había sentido algo tan horrible, ni siquiera cuando pensó que ya no volvería a ver a su querido amigo de la infancia.

Al lado de ella, parado unos cuantos centímetros más atrás, Sai también veía la escena, aunque no tenía ninguna expresión en el rostro.

—Matsuri –Gaara se separó de Ino tan veloz como un rayo, yendo hacia la castaña, para tomarle la mano y caminar con ella hacia la puerta—. ¿Qué me trajiste? –le preguntaba, intentando disimular su bochorno ante lo que acababa de ocurrir. Al pasar junto a Sai, sólo le miró de reojo, pero no le dijo nada.

—Se llevan bastante mejor de lo que creí –habló de pronto Sai, imprimiéndole un tono de burla a su voz que casi sacó a Ino de quicio, provocando que lo mirara con enfado, una expresión descompuesta que aún así no le quitaba lo hermosa que lucía con su vestido de princesa.

—¿Por qué mejor no te callas? Lárgate de a… –interrumpió su propia frase al sentir de improvisto como el dolor de su estómago se acrecentaba casi el triple de la nada misma, teniendo que llevarse las manos al vientre, mientras se doblaba sobre sí misma para -inútilmente- contener un poco la horrenda sensación.

Sai, que seguía ahí de pie, por primera vez se mostró un poco consternado y fue casi corriendo hacia ella, agachándose a su lado para apoyar una mano sobre su hombro, mientras Ino se acuclillaba del dolor.

—¿Estás bien? ¿Qué sucede? –le preguntaba el chico, observando como algunas lágrimas resbalaban sobre el rostro de la Yamanaka, corriendo su maquillaje—. ¿Te duele el estómago? –volvió a interrogar al notar como ella se sostenía con ambas manos.

—D-duele mucho… –fue todo lo que ella pudo responder, justo antes de caer desmayada sobre sus brazos. Sai la sostuvo con cuidado, tocándole la frente, pudo darse cuenta de que estaba ardiendo en fiebre, pero continuaba estando pálida.

—¡Matsuri! –exclamó el pelinegro, al mismo tiempo que sacaba el celular de su bolsillo—. ¡Matsuri, date prisa, es Ino! –volvió a gritar, lo que pareció surtir efecto, pues la chica entró al cuarto y al ver a su prima desmayada, corrió hacia ella asustada—. Llama a la ambulancia, ella no va a poder actuar, está muy mal –dijo, entregándole su móvil a la recién llegada para que ésta llamara, ya que él no podía soltar a Ino.

—S-sí –respondió la asustada chica, jamás había visto a su prima en ese estado y estaba temiendo que algo muy malo le hubiese pasado.

Por su parte, Gaara ingresó también, sorprendiéndose con lo que acababa de ver.

—*—*—*—*—*—*—*—

Desde que Sasuke había regresado del baño, su novia lo había notado un poco extraño, él se estaba comportando de un modo muy anormal, estaba distraído, parecía enfadado y casi no prestaba atención a nada de lo que ella u otras personas le decían. Sakura estaba muy preocupada, era la primera vez que veía a Sasuke actuar así, pero no se atrevía a preguntarle qué sucedía, puesto que no deseaba hacerlo sentir incómodo en un momento como este, en donde estaban tan ocupados, lo mejor era que esperara un poco hasta que estuvieran a solas.

Mientras la peli rosa servía un café a unos chicos de otro salón, volvió a mirar al Uchiha, quién estaba de pie cerca de la entrada, charlando con Karin Uzumaki, nuevamente. El ceño de la ojijade se frunció tan sólo un poco, pero rápidamente negó con la cabeza, diciéndose a sí misma que ellos sólo eran amigos y que era perfectamente normal que hablaran, pero la sonrisa que se formó de pronto en los labios de Sasuke le hizo volver a dudar de su postura, pues era la primera vez, desde que había vuelto del baño, que él estaba sonriendo, y lo hacía con aquella chica y no con ella.

Pretendía acercarse e inmiscuirse en la conversación de manera casual, para así saber de qué estaban hablando, pero en ese momento Naruto llegó corriendo, se había ido hacia un rato para ponerse el vestuario de la obra. Se veía agitado y cansado, además, parecía que algo había pasado.

—Sakura-chan… –dijo el rubio, agitado—. Sakura-chan, no te imaginas lo que acaba de pasar.

Karin, que seguía hablando con Sasuke, se acercó a su primo al verlo en el lugar, él era tan escandaloso como siempre.

—¡Naruto! –le saludó, pero enseguida notó la expresión de preocupación del chico—. ¿Pasa algo?

—Es… Ino… –Naruto se tomó un momento para respirar hondamente, mirando a sus amigos, Sasuke también se había acercado, incluso otros del salón que también ayudaban en la cafetería—. Ino se desmayó y parece que es grave, se la llevó una ambulancia.

Los ojos de Sakura se abrieron con sorpresa, sintió una punzada en el pecho y miró consternada a su novio, no importaba lo mal que a veces se trataran, Ino era su amiga y por supuesto que se preocupaba por ella.

—Ve a ver qué sucede, yo me quedo aquí junto a los demás –le dijo el azabache, a lo que ella simplemente asintió. Naruto miró a Sasuke y a su prima, les hizo un asentimiento de cabeza y ambos se retiraron hacia el teatro de la escuela, en donde había ocurrido el hecho.

—Espero que no sea nada grave… –murmuró Karin. Ella no conocía para nada a Ino, sólo de vista, no era de su agrado, pero no por eso le iba a desear el mal.

—*—*—*—*—*—*—*—

Ya se habían llevado a Ino hacia el hospital, los paramédicos que la habían atendido en el lugar aseguraron que lo más probable era que la chica estaba padeciendo de apendicitis, debido a los síntomas que Sai les había platicado, ya que él estaba presente cuando se suscitó el desmayo. Le habían pedido que los acompañara para dar más información, así que el pelinegro se había ido con ella.

Matsuri estaba llorando, mientras Gaara intentaba consolarla, manteniéndola abrazada. Ino siempre era muy mala con ella y aún así la castaña se sentía mal al verla sufrir, no cabía duda alguna de que Matsuri tenía un enorme corazón, por razones como esas, Gaara estaba loco por ella.

—Tranquila, ella va a estar bien –le aseguraba el Sabaku No, intentando calmarla, aunque no tenía mucho éxito, pues Matsuri continuaba llorando.

—¡Matsuri! –la voz de Sakura la distrajo, la Haruno se acercaba corriendo, acompañada de Naruto, quiénes se detuvieron al llegar frente a ellos—. ¿Qué pasó? ¿Cómo está Ino? –preguntó alarmada al ver a su amiga llorar. Matsuri ni siquiera estaba en condiciones de responder, pues no lograba articular palabra entre tantas lágrimas, así que fue Gaara quién debió asumir la responsabilidad.

—Ella tiene apendicitis –contestó el pelirrojo, de modo tranquilo y sereno, aunque se notaba que también estaba preocupado—. Al parecer, llevaba días con el dolor, pero no se lo dijo a nadie. Su apéndice reventó y eso le provocó un shock.

—Demonios… –murmuró el rubio.

—Seguramente reciba una operación de emergencia, pero debería estar bien –aseguró Sakura, intentando calmar a Matsuri con sus conocimientos médicos sobre la enfermedad—. No llores, Ino va a mejorarse, ya verás.

La castaña asintió con la cabeza, secándose las lágrimas con el dorso de su mano, mientras lentamente rompía el abrazo con Gaara, quién no pudo evitar fruncir ligeramente el ceño. Estaba un poco celoso, ya que él no había podido detener el llanto de Matsuri, pero Sakura sí, eso le hacía darse cuenta de que él deseaba ser mucho más que un apoyo para la chica, quería ser un pilar, alguien que la pudiera mantener fuerte y firme, que la pudiera hacer feliz.

—¡Esto es terrible!

Todos voltearon hacia un costado al escuchar el grito desesperado de Shizune, la directora de la obra escolar y prefecta de la escuela, la cual había perdido a su estrella, la protagonista de la historia, ¿cómo se supone que siguiera adelante con la obra ahora?

Los demás actores también estaban consternados, todos habían trabajado muy duro para poder sacar adelante la obra, habían ensayado y puesto lo mejor de sí mismos para confeccionar el vestuario, maquillaje y la escenografía y, aunque todos estaban preocupados por el estado y la salud de Ino, no se les hacía justo no poder presentar aquello por lo cual tanto se habían esforzado.

—Realmente espero que Ino-chan esté bien –suspiró Shizune, su voz atiborrada de un tono dramático—. ¡Pero mi obra está arruinada! –exclamó, dándose de golpes sobre la cabeza con el guion enrollado.

—Tal vez deberíamos buscar a una reemplazante, alguien debe saberse el guion de Blancanieves entre las que harán papeles menores –dijo uno de los actores que representaba a un enano. Justo en ese momento, Gaara observó a Matsuri, su pequeña y dulce Matsuri.

—Matsuri se sabe toda la obra de memoria –aseguró, provocando que la chica le mirara con sorpresa, ¿qué se supone que estaba haciendo él? El pelirrojo, al notar su expresión, sólo sonrió internamente, sin prestarle la más mínima atención—. Ella ensayó conmigo todas las escenas, pero también la vi ensayar las demás, incluso estuvo presente en la mayoría de ensayos, ella puede hacerlo –volvió a afirmar, observando como el brillo volvía a aparecer en los ojos de Shizune, mientras que la castaña retrocedía unos cuantos pasos.

—Y-yo no sé… –murmuró ella, avergonzada. Miró a Gaara como si lo fuese a matar, pero sólo lo descubrió dedicándole una sonrisa ladina—. Me las vas a pagar, Gaara-kun –pensó.

—*—*—*—*—*—*—*—

Eran casi las cinco de la tarde y la obra escolar estaba a nada de comenzar. La directora Tsunade se encontraba entre el público, al igual que muchos otros estudiantes y asistentes del festival. Sakura estaba sentada junto a Sasuke, Hinata estaba a un lado de la peli rosa y Kiba junto a ella también, habían cerrado la cafetería para ir a ver actuar a sus amigos; más al saber que Matsuri sería la protagonista de la obra, debido a la ausencia repentina de Ino.

La castaña estaba detrás del escenario, mirando a través del telón cerrado a la gran cantidad de personas que estaban presentes, jamás imaginó que iban a ser tantos. Ella ya estaba peinada y maquillada como Blancanieves, a pesar de que Ino se había ido llevando puesto el vestido, tenían otro de reserva, en caso de que cualquier cosa ocurriera.

—No puede ser… –murmuró Matsuri, temblando ante la idea de hacer el ridículo frente a todas esas personas. Ella se sabía de memoria el guion al derecho y al revés, pero saberlo no era lo mismo que actuarlo—. Ah, ¿qué hago si se me olvida todo? –se preguntó, abrumada y asustada, no quería hacerlo mal, ni siquiera pensó que acabaría en esta situación al despertar aquella mañana.

Gaara había estado ensayando nuevamente, repitiendo sus líneas una y otra vez de manera mental, hasta que notó que Matsuri volvía hacia el costado del escenario, ya caracterizada como Blancanieves. Llevaba un vestido largo, con los típicos colores de la princesa, azul, amarillo y un poco de blanco y rojo. Su cabello estaba suelto, adornado con un moño también rojo, mientras el maquillaje de su rostro, muy natural, resaltaba sutilmente sus ojos y el brillo de sus labios. En ese instante, el pelirrojo pensó que nunca había visto a Matsuri tan bonita.

—¿Te pasa algo? –le preguntó, intentando disimular su agrado y tratando de parecer casual, como siempre.

—Gaara-kun, ah –la chica refunfuño, mostrándole un adorable y lindo puchero—. ¿Por qué me hiciste esto? Yo no sé actuar, estoy muy nerviosa, ¿qué se supone que haga?

El pelirrojo arqueó la zona de su ceja derecha, al mismo tiempo que sus ojos se clavaban sobre la figura de la más baja, poniéndola un poco nerviosa.

—¿De qué estás hablando? –cuestionó él—. Si fue gracias a ti que yo aprendí a hacerlo medianamente bien, tú tienes todo para hacerlo increíble, no estés nerviosa, eres la estrella aquí.

El corazón de Matsuri se aceleró, mientras sus pupilas se dilataban y las mejillas se le teñían de rojo, sintió una calidez inexplicable apoderarse de su pecho, Gaara había sido tan dulce, le había dicho unas palabras tan bonitas que ella no pudo sino avergonzarse y sonreír bobamente, bajando la mirada.

—Gracias, Gaara-kun –respondió, intentando calmar la sofocante sensación de calor que la abrasaba, porque se estaba muriendo por abrazar a Gaara y no dejarlo ir nunca más, porque lo quería, porque adoraba cada segundo que pasaba a su lado.

—¡Matsuri-chan, ya vas a salir a escena! –le avisó la prefecta, a lo que la castaña dio un ligero respingo. Miró al pelirrojo con dudas, pero éste sólo le dedicó una queda sonrisa, indicándole que estaba seguro de que ella lo haría bien. Matsuri sólo lo miró unos segundos más antes de irse, yendo hacia el escenario, ya que ella era quién abriría la obra, seguida de una escena de Sari, quien caminó y se puso de pie a un lado de Gaara.

—Qué inesperada Blancanieves –murmuró la chica, notando como su amiga se echaba un poco de viento en la cara con sus manos, antes de acomodarse en su lugar, desde donde las luces iban a enfocarla en cuanto el telón subiera.

Gaara no respondió, como siempre, le desagradaba Sari y no le interesaba cruzar palabra con ella, así que la castaña sólo siguió hablando, sabiendo que lo siguiente que dijera lo iba a perturbar.

—Dime, Gaara –pronunció su nombre, dejando totalmente de lado el "sama" que solía usar, a sabiendas de que el Sabaku No lo detestaba—. ¿Ya te olvidaste de tu amiga de la infancia? –interrogó, ganándose por fin una mirada llena de sorpresa de parte de su acompañante, pero el sonido de los aplausos del público lo distrajo, Sari se alejó, yéndose a situar junto al escenario, pues pronto le tocaría entrar.

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Después de ver como Tenten sonreía alegremente junto al chico de la clase B, Neji había estado de mal humor durante todo el festival, lo único que quería era irse a casa, pero sabía que no podía darse ese lujo, pues como presidente del consejo estudiantil, era su deber el supervisar que todo se estuviera llevando a cabo en correcto orden; se lo había encargado especialmente la directora Tsunade.

Luego de dar muchas vueltas y de revisar casi todos los puestos del festival, el Hyûga se acercó al salón 3-C, en donde Tenten debía estar dando una demostración de artes marciales, eso decía su itinerario y ya la había visto con el uniforme puesto. Había estado evitando ir hacia allá, no tenía ganas de verla, pero era algo que tenía que hacer por obligación.

Había mucha gente reunida alrededor de un círculo, en donde la castaña estaba demostrando sus llaves, dejando fuera de combate a un chico de un grado más bajo, el cual suplicaba para que ésta le soltara. Neji realizó una rápida inspección visual para comprobar que no hubiese nada fuera de lugar y se dispuso a marchar cuando notó que todo parecía correcto, quería estar ahí lo menos posible, pero entonces se topó con nada más y nada menos que Sabaku No Kankuro, quién estaba entre el público y animaba a viva voz a Tenten.

Había otro par de estudiantes vestidos con trajes de karate, pero Tenten era la única chica, ella era el centro de atención, porque nadie le había podido ganar.

—¡Muy bien! –habló uno de los que iban vestidos de uniforme, el cual llevaba puesto un Obi (cinturón) de color azul, por lo tanto, pertenecía a un nivel intermedio de karate, a diferencia de Tenten, que llevaba un cinturón café, lo que indicaba su grado de casi experta—. ¿Quién será el siguiente en desafiar a nuestra reina? Ya saben, el que gane, se llevará a casa un grandioso premio, ¿alguien dispuesto a intentar desafiar a Tenten?

Neji nuevamente volteó a ver a Tenten, ella estaba tan bonita, no podía creer lo estúpido que había sido de dejarla ir, de haberla tratado como lo hizo, pero ¿cómo le podía demostrar lo arrepentido que estaba, si ella ni siquiera lo dejaba hablar? En ese instante, ella también lo vio, ¿cómo no darse cuenta de que esos ojos que tanto amaba la estaban viendo? Tan sólo un segundo bastó para que el resto de presentes desaparecieran del mapa, quedando sólo ellos dos, ellos y los sentimientos que todavía ambos compartían.

—Yo la desafío –habló entonces el Hyûga, ganándose un montón de exclamaciones de sorpresa por parte de todos los que estaban ahí mirando, pues era bien sabido que el presidente estudiantil era alguien sumamente tranquilo, recto y que jamás se atrevería a romper las reglas o a actuar de un modo que no estaba establecido.

Tenten frunció el ceño, no quería estar cerca de Neji, todavía le dolía todo aquello de lo que se había enterado en la fiesta de Sakura, así que le costaba mantener la compostura frente a él y no largarse a llorar como una niña.

—Oh, presidente –el del cinturón azul volvió a hablar, para nadie era un secreto que esos dos ya no estaban juntos, aunque su relación tampoco había trascendido mucho, la gran mayoría de los estudiantes ni siquiera tenían conocimiento de que ambos habían salido, puesto que Neji siempre era reservado. Por su parte, el chico continuó hablando—. ¡Claro! Pase, pero por favor, póngase los implementos de seguridad, no queremos que haya un accidente –dijo entre risas, ya que estaba seguro de que su compañera humillaría al engreído de Hyûga.

Neji asintió, dejando sobre la mesa que estaba junto el informe que llevaba en la mano. Se amarró el cabello en una coleta baja y se puso el casco, los guantes, las botas y la pechera, lo mismo que llevaba puesto Tenten y lo que se ponían todos sus oponentes, la única diferencia era que los suyos eran azules y los de la chica eran rojos.

—Estoy listo –anunció, golpeando sus dos puños entre sí. Se situó al centro del círculo que servía como base del duelo, en donde el chico de cinturón azul se paró entre ambos, actuando como réferi, para dar inicio al encuentro, alzando su mano derecha.

—Comiencen –avisó.

Tanto Neji como Tenten se miraban fijamente, pero fue ella quien atacó primero, lanzándole una patada que él no dudó en bloquear con sus dos manos. Ella aprovechó para dar un puñetazo, pero al igual que su patada, éste fue bloqueado fácilmente por el Hyûga, quién, para sorpresa de todos, conocía los movimientos de karate a la perfección.

Tenten se sentía frustrada, ella sabía lo bueno que era Neji en artes marciales, no creía poder vencerlo, pero realmente no quería perder ante él, menos si todos estaban mirando y esperaban verla victoriosa. Intentó asestar unos cuantos puñetazos, pero él los esquivaba y se los devolvía, parecía como si estuviera tratando de cansarla. Cabreada, la Ama giró sobre sí misma y dio una feroz patada que, estaba segura, le haría perder el equilibrio a su rival, pero se vio burlada cuando éste sostuvo su pierna, bloqueando el golpe y luego, rápidamente, le hizo girar y la acorraló contra el suelo, sosteniendo con fuerza su brazo, pero no la suficiente como para hacerle daño.

—¡Gana Neji Hyûga! –exclamó el chico réferi, pero el presidente se negaba a soltar a su derrotada enemiga, no antes de decir algo que sólo ella podía escuchar.

—Esta noche, en la fogata, me lo debes porque perdiste –le susurró antes de dejarla ir, poniéndose de pie y quitándose el casco esponjoso y los demás implementos de seguridad. Tenten hizo lo mismo, sintiéndose tremendamente frustrada; los demás estaban atónitos, no podían creer que Neji había ganado, él escondía más y más habilidades sorprendentes.

—Presidente, puede escoger su premio –dijo el cinturón azul, a lo cual, Neji le miró sin expresión alguna, terminando de ponerse de vuelta los zapatos, negó con la cabeza.

—Así está bien, no quiero nada –recogió el informe que antes traía consigo y se marchó, no había obtenido una respuesta de Tenten respecto a si se encontraría con él en la fogata, pero ella era demasiado orgullosa como para no asistir después de haber perdido.

Mientras tanto, entre medio del público, Kankuro sólo miraba de mala gana al arrogante presidente, miembro de los engreídos de la clase 3-A; no lo soportaba.

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La obra se había estado llevando a cabo con total normalidad y, aunque Gaara continuaba sintiéndose un poco perturbado por las palabras que hace rato le había dicho Sari, él había procurado meterse en su papel y olvidarse de todo lo demás por el momento. Estaban ya en la escena final, él estaba junto a Matsuri, la cual se encontraba recostada en su ataúd de cristal, dormida, mientras que, a su alrededor, todos los enanos lloraban la muerte de la princesa, luego de haber mordido la manzana roja de la reina malvada.

El príncipe, observando el rostro sereno de la princesa, sólo podía pensar en lo hermosa que ésta era y en las ganas casi incontrolables que tenía de besarla, pero Gaara sabía que esos no sólo eran los deseos del príncipe, sino que eran sus propios deseos, él se moría por probar esos labios, por saber lo que se sentía besarla, no a la princesa Blancanieves, sino a Matsuri.

—Oh, hermosa Blancanieves –exclamó en voz alta, la suficiente como para ser oído por todo el auditorio, mientras acariciaba la mejilla de la dormida muchacha—. Me encantaría poder llevarme el recuerdo de tus labios… –el volumen de su voz disminuyó levemente, pero aún se podía escuchar. Él comenzó a acercarse, notando que los párpados de la chica temblaban; ella estaba nerviosa, Gaara continuó con el guion—. Tan sólo una vez… quisiera saber qué se sentirá besarte.

Se inclinó hacia el rostro de la chica todo lo que pudo, la gente estaba expectante, Sakura le daba golpecitos a Hinata para que no perdiera detalle, incluso la directora Tsunade se mordía los labios esperando el beso de los protagonistas. Gaara tragó saliva disimuladamente, sólo unos cuántos centímetros lo separaban de aquello que llevaba tiempo queriendo hacer, ya nada iba a poder parar esto, ni sus nervios, no la misma Matsuri, nadie iba a interrumpir, porque el beso debía suceder sí o sí. Estaba a nada de rozar su victoria, de besarla por fin, pero pudo ver como ella empuñaba su mano y apretaba sus párpados, que permanecían aún cerrados, clara muestra de que no estaba lista para aquello, así que simplemente se acercó lo suficiente y cubrió los labios de ambos con la mano que antes sostenía la mejilla de la castaña.

—A la cuenta de tres abres los ojos –le susurró, soltando su cálido aliento sobre ella, quién sentía que iba a escupir el corazón por la boca—. Uno… dos… tres…

Gaara se separó de ella y Matsuri abrió lentamente sus ojos, su cara estaba roja debido a la cercanía que acababa de tener con Gaara, pero rápidamente se volvió a meter en el papel, cuando escuchó que uno de los enanos exclamaba un "¡Blancanieves está viva¡" así que ella se sentó lentamente, sonriéndole al príncipe, el cual la abrazó fervientemente, en medio de los aplausos de todos los asistentes, quiénes estaban maravillados con la actuación de esos dos; cualquiera diría que eran una pareja de verdad y no sólo estaban actuando una obra, por el modo en que se hablaban y se miraban.

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Eran casi las ocho de la tarde, el cielo comenzaba a ponerse rojo en lo que el sol se empezaba a ocultar en el horizonte. El festival ya había terminado y todos los asistentes se habían retirado, sólo quedaban los estudiantes, los cuales celebraban junto a la enorme fogata. Algunos estaban bailando, charlaban y reían, animados por haber conseguido hacer buenos recuerdos ese día.

Hinata se había cambiado el uniforme de la cafetería por ropa más cómoda, llevaba el uniforme de deportes de la escuela, así como la gran mayoría de sus compañeros, el cual consistía en una camiseta blanca, con los bordes de color azul oscuro y un short también de color azul oscuro. La chica estaba junto a su amiga Sakura, quién sostenía el teléfono celular en altavoz. Frente a ambas, también estaba Matsuri, las tres oyendo a Sai, a quién habían llamado para saber sobre el estado de Ino.

—¿Entonces sí la operaron? –preguntaba la peli rosa, escuchando atentamente lo que Sai relataba del otro lado de la línea.

El apéndice de Ino-chan reventó, así que su apendicitis derivó a peritonitis, afortunadamente, la trajimos a tiempo, así que la operaron y ahora está descansando, no pude localizar a sus familiares, pero debido a su estado grave, los doctores procedieron sin una autorización –decía el pelinegro, logrando tranquilizar a las tres jóvenes.

—Muchas gracias por cuidar de ella, Sai-sempai, yo ya llamé a su papá y él está viniendo desde Yokohama –dijo Matsuri, que antes de la obra había logrado localizar a su tío político Inoichi de pura suerte, pues él casi siempre estaba incomunicado. A pesar de lo antipática que era Ino, Matsuri se compadecía de ella, porque no tenía a su mamá y su padre no pasaba tiempo a su lado, aquello debía ser terrible.

En ese caso, me quedaré hasta que él llegue –se escuchó nuevamente a Sai.

Después de hablar un rato más, las chicas acabaron la llamada, ya mucho más tranquilas, dispuestas a disfrutar de la fogata.

—Bueno, iré por Sasuke-kun –dijo la Haruno, desapareciendo en cosa de segundos. Matsuri se le quedó viendo, abultando ligeramente sus mejillas, no podía sentir envidia de su amiga, pues cada vez era más latente en ella la necesidad de compartir algo como lo que ella tenía junto a la persona que le gustaba.

—Y-yo… quedé de ver a Naruto-kun –le avisó Hinata, jugando con sus dedos, mientras sus mejillas lentamente tomaban el color rojizo que la hacía ver tan adorable.

—Oh, ¿y eso? –cuestionó la castaña en tono pícaro—. Parece que finalmente te estás soltando un poco, Hinata-chan –la ojiperla se sonrojó el doble al oírla, pero cuando estaba por replicar, notó que se les acercaba cierto chico, dueño de una enigmática mirada de color verdoso, quién no dejaba de ver a su amiga fijamente.

—No debo ser la única –le dijo Hinata, sonriendo antes de alejarse corriendo, no sin antes asentir con la cabeza a modo de saludo hacia Gaara, quién correspondió del mismo modo.

—Matsuri –su voz provocó que la chica diera un salto, volteándose casi de forma inmediata para poder observarlo. Gaara se veía tan apuesto con el uniforme de deportes, aunque en el caso de los chicos, ellos llevaban un pantalón completo y no uno tipo short como el de ellas.

—G-Gaara-kun, ¿pasó algo? –preguntó avergonzada, pues la sensación que había experimentado cuando estuvieron tan cerca en medio de la obra aún no había abandonado sus recuerdos, estaba viva y presente en todo su ser.

Él negó con la cabeza, la luz del día casi se estaba apagando y ahora sólo algunos focos y el fuego iluminaban los rostros de ambos. Estaban apartados del resto, pues las chicas habían ido ahí para poder hablar cómodamente con Sai, así que Gaara encontró la distancia perfecta para poder pasar un poco de tiempo con ella a solas.

—Solamente quería charlar –respondió el pelirrojo, dando unos cuantos pasos para apoyar su espalda contra la pared que estaba detrás de Matsuri—. Lo hiciste bien en la obra, sabía que podías hacerlo.

—G-gracias… –ella bajó la mirada, se sentía un poco tonta, pues no podía dejar de tartamudear, cada día que pasaba era más difícil estar frente a Gaara sin permitir que sus sentimientos por él salieran a relucir—. Tú también lo hiciste increíble, aunque estaba un poco nerviosa en la escena final… –confesó, sintiendo que su cara se encendía inmediatamente después de soltar aquellas palabras.

—¿Por qué estabas nerviosa? –cuestionó el Sabaku No, cruzándose de brazos, mientras sus ojos se posaban fijamente sobre ella, provocándole más nerviosismo.

—Es que… –Matsuri continuaba mirando al suelo, agarrándose el borde de la camiseta de deportes con una de sus manos, en un vano intento por desvanecer un poco los nervios que la estaban consumiendo—. Vas a pensar que es una tontería, pero… p-por un momento, creí que ibas a besarme…

Gaara permaneció en silencio, no dijo nada, tan sólo siguió viéndola, así que, para alejar toda incomodidad, ella continuó hablando, en medio de una risilla nerviosa que se le escapó.

—Sé que es algo tonto, obviamente, ¿por qué querrías besarme? Es sólo que yo…

—Matsuri –la interrumpió el pelirrojo, llamando su nombre con voz rasposa, un tono que ella jamás había escuchado, así que alzó la mirada para poder cruzar sus ojos contra los adversos, notando con sorpresa que Gaara ya no estaba apoyado contra la pared, sino que estaba frente a ella, demasiado cerca.

—¿Q-qué sucede, Gaara-kun…? –preguntó en un susurro apenas audible, notando la delicada sensación de los dedos del chico sobre su mentón, cuando la distancia entre sus rostros parecía casi haberse esfumado.

—Ya no puedo aguantar más… –susurró Gaara y, justo después de sus palabras, simplemente la besó. Un toque dulce, inocente, apenas un roce de labios, pero con la suficiente potencia como para enviar un millón de descargas eléctricas a través del cuerpo de ambos, una sensación de tan sólo un par de segundos, que fueron como horas para los dos.

Cuando él se separó, Matsuri estaba atónita, no podía creer lo que Gaara acababa de hacer, él la había besado, le había dado su primer beso. Ni siquiera estaba segura de por qué él había tomado aquella acción, sólo podía sentir que todo su cuerpo temblaba.

—Gaara-kun… ¿qué? ¿Por qué?

—Tonta –le contestó el Sabaku No, esbozando una sonrisa casi invisible, una que sólo ella era capaz de distinguir en medio de la semi oscuridad que los rodeaba—. Te besé porque me gustas, ¿acaso no es obvio?

Los ojos de la chica se abrieron de sorpresa ante la confesión, sin embargo, ni siquiera tuvo tiempo de responderle, antes de que Gaara volviera a unir sus labios, esta vez sin delicadeza, simplemente la agarró desprevenida y aprovechó de besarla como tanto había querido. Apoyó ambas manos sobre la cintura de Matsuri, juntando sus dos cuerpos de modo que la calidez los rodeara a ambos. Sus labios se movían como expertos sobre los de la castaña, que apenas y entendía lo que estaba pasando, no era capaz de hilar pensamiento alguno en su mente y, aún así, correspondía con torpeza a ese beso.

El pelirrojo mordió muy despacito el labio inferior de Matsuri, sacándole un pequeño quejido de sorpresa, aunque no le dolió, fue suficiente como para que separara sus cerezos, momento que Gaara aprovechó para introducir la lengua en su boca. Ya nada podía hacerlo detenerse, en ese pequeño espacio, en ese tiempo y lugar, Matsuri era por fin suya, finalmente era capaz de besar a la mujer que quería.

Continuará…

...

Poooor fin hubo besoooo. Sé que esperamos mucho para esto, incluso yo que soy la que esribe, jajaja, pero siento que cada pequeño pasito hasta llegar aquí valió la pena, ahora sólo queda disfrutar del amorcito que se van a dar estos dos, sdjk, ¿o no? ¿Será que esta malvada escritoria tiene otros planes? Quién sabe, conociéndome, jajaja.

Hablando de otros personajes, ufff, Sasuke ya se dio cuenta de las andadas de su hermanito y parece que Shikamaru se anda enamorando de Temari. ¿Qué pasa con Neji y Tenten? ¿Irán a volver o ella empezará a mirar para el lado? JAJAJA. ¿Será que Naruto ya se pone los pantalones con Hinata? ¿Y qué onda con Ino y Sai? Bueno, todo eso lo sabrán pronto, jejeje.

¡Hasta luego!