Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia es de pattyrose, yo solo la traduzco.

Hola... ya estoy aquí de nuevo. Os traigo un fic que a mí por lo menos me está gustando mucho, y eso que aún no lo he terminado de traducir, jejeje. Tenía un dilema porque aparece una niña de cuatro añitos que no habla aún bien, he intentado ponerlo para que más o menos se entienda, es que si lo escribía normal perdía toda la gracia, jeje, si hay algo que no entendeis me lo preguntais, ¿vale? ;)

Este fic lo subiré 3 veces a la semana, lunes, miercoles y viernes, que sino no me dará tiempo a terminarlo ;)

Capítulo 1 - Primeras impresiones

Las primeras impresiones son una constante en la sociedad. Sin embargo, su producto, el período que prueba o refuta su validez no lo es, las buenos son agradables y de larga duración, las malas largas y difíciles de refutar.- Diego Velázquez

(EPOV)

"¡Shhh. Jesús, no grites!". Susurré al oído de Lauren. Sus gemidos estaban sonando muy fuertes. Yo tenía entre mis manos su blanqueado y corto cabello, tratando de comunicarle que necesitaba que se callase justo ahora, pero eso parecía hacerle trabajar más. Rodé los ojos en la poca luz de la sala de conferencias cerrada.

La verdad sea dicha, yo estaba teniendo dificultades para ver por qué demonios estaba tan entusiasmada. Quiero decir, por el amor de Dios, los dos estábamos todavía completamente vestidos. Por supuesto, ella había estado insinuando querer estar conmigo a solas en esta sala desde hace meses, pero iba a tener que callarse o ambos estaríamos llenos de mierda si nos atrapaban.

"¡Lo siento!", ella se rió en voz baja, con sus manos torpes trabajando en los botones de mi camisa y con un entusiasmo casi divertido. Tuve que presionar mis labios para no reírme en voz alta. Suspirando, incliné mi cabeza contra la pared y la dejé continuar con su trabajo. Cuando sus manos llegaron al último botón, me miró triunfalmente y la recompensé con la sonrisa que sabía que volvía a todas locas. Aturdida, buscó a tientas el botón, e incapaz de abrirlo, finalmente se dio por vencida. Puso sus brazos alrededor de mi cuello y atacó con avidez mis labios.

"Oh Dios, Edward", gimió, echándome la cabeza hacia adelante. "¡No puedo creer que este aquí contigo!". Con entusiasmo me empujó contra la pared con un golpe fuerte.

La cogí por las muñecas y quité sus brazos de mí. "En serio necesitas calmarte o los dos estaremos jodidos", susurré.

"Bueno ¡esa es la idea!", ella se rió de nuevo, poniendo sus brazos alrededor de mí una vez más. Sus labios me dieron besos descuidados por toda la cara. Le sonreí y me di por vencido, dejando mis labios en los suyos. Ella estaba en lo cierto, después de todo. Esa era la idea básica aquí.

'¿Qué diablos estoy haciendo aquí?'. Me pregunté, durante un breve momento de claridad. Emmett me castraría si se enterara de que estoy encerrado con llave en una de nuestras salas de conferencias con una empleada. Como uno de los propietarios de los Cullen, Cullen y Whitlock, o CCW para abreviar, la agencia de publicidad de más rápido crecimiento, como propiedad privada, en la costa este, había ciertas normas que se esperaba que obedeciéramos y ciertas reglas a seguir. O al menos eso me recordaban constantemente Emmett y Jasper. Yo estaba bastante seguro de que un polvo rápido con una de las artistas gráficas de la agencia en una sala de conferencias, cerrada, no entraba en una de esas normas.

Pero maldita sea, ¿qué se supone que debo hacer? Desde hacía meses, Lauren saltaba sobre mí cada vez que le daba una de mis sonrisas. Ella me daba su mirada de por-favor-hazme-tuya-ahora desde el otro lado de la mesa de conferencias durante las reuniones, se agachaba y recogía objetos invisibles cada vez que me veía llegar. Maldita sea, últimamente chocaba contra mi "accidentalmente" y ponía sus pechos contra mi pecho. Quiero decir, mierda, eso era mucho para que un hombre la evitara y no acabara mirándola como una fiera gatita.

En todo caso, yo estaba haciéndole a ella y a la agencia un favor. La chica, obviamente, sólo tenía una cosa en su mente cuando llegaba a trabajar todos los días. Dejando que finalmente estuviera conmigo, tal vez dejaría de insinuarse tanto y conseguiría que su culo volviera al trabajo.

'Sí, buena suerte cuando Em y Jazz te vean de esa manera', esa pequeña parte de mi cerebro estaba actualmente resoplando en mis pantalones. Me colgarían de mis pelotas por esto. Suspiré y cerré los ojos, mientras que Lauren continuaba con su servicio. ¿Toda esta mierda en serio valía la pena?

Lauren debió de confundir mi suspiro como algún maldito signo de ánimo o alguna mierda. Sus manos se movieron a mi hebilla del cinturón, y la pequeña parte de mi cerebro que quedaba en mi cabeza dio un rápido viaje al sur. Una sonrisa torcida se formó en mis labios.

Oh, sí. Esto iba a valer la pena.

Pero Lauren con su destreza o con su exceso de afán por mantenerse jugando con sus dedos, tocó la hebilla, y con los dedos la tiró sin tener en cuenta el ruidoso tintineo del metal.

"Shh", le susurré al oído, haciéndola temblar y que se pusiera más nerviosa.

Rodé los ojos y sonreí. Su exceso de entusiasmo nos iba a reventar increíblemente.

Y justo cuando estaba pensando en eso, un ligero golpe en la puerta limpió la sonrisa de mi cara. Forcejeé con las manos de Lauren y ella se detuvo al instante, y aunque aquí estaba oscuro como el infierno, yo estaba seguro de que la mirada de horror en su rostro reflejaba exactamente la mía.

"¡Mierda!". Susurré ásperamente en su pelo, poniendo mis manos en sus hombros para mantenerla quieta. "¡Te dije que te mantuvieras callada!".

Le tapé la boca con la mano y esperé, sin atreverme a respirar. Después de unos segundos de silencio, suspiré de alivio y rápidamente comencé a ponerme mi camisa y a ajustarme el cinturón. Incluso en la oscuridad, pude ver la sonrisa demasiado molesta de Lauren, como si acabara de arrebatarle una galleta de sus manos. Le lancé una mirada que decía: '¿Cuál es tu maldito problema?"

La chica tenía definitivamente narices. ¿Estaba tratando de meter su culo desempleado en este tipo de mercado de trabajo? Ella trabajaba en el departamento de Rosalie, y Rose echaría su culo ansioso a la calle en un latido de corazón si alguna vez se enterara de esto. Y conociendo a Rose, no dudaría un segundo en decírselo a su esposo Emmett. Ese traidor pronto olvidaría quien los presentó.

Con el ceño fruncido, estaba demasiado ansiosa ajustándose la ropa y alisándose su pelo corto, teñido de rubio.

Y entonces se oyó otra vez.

Knock, Knock, Knock.

Tres pequeños golpes, como el sonido de los pequeños guijarros raspando la puerta.

"¡Shiiit!". Susurré nervioso pasándome una mano por el pelo.

De repente, una voz dulce y melosa, habló. "¿Hola? ¿Quién etá ahí?".

Era la voz de una niña, una muy pequeña.

¿Qué demonios hacia una niña pequeña en nuestras oficinas?

Fruncí el ceño, mirando a Lauren. Pero en lugar de mirarme tan confundida como yo estaba, Lauren llevaba una sonrisa molesta en su rostro.

Knock, Knock, Knock.

Una vez más.

Si no hubiéramos estado a veintidós pisos de altura, podría haber considerado seriamente saltar por la ventana.

"¿Hola? Me he dejado a mi muñeca Angie ahí", dijo tímidamente con un hilo de voz. "¿Puedo entá a recogéla, po favó? La echo de menos".

Mi ceño se profundizó. Y mi confusión creció. De repente Lauren rodó los ojos y se chupó los dientes, antes de caminar hacia la puerta. Tan pronto como me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer, la cogí por el brazo para detenerla.

"¡Relájate!", susurró antes de girar la manivela de la puerta. "Es la niña de la chica nueva. Yo me ocuparé de ella".

Antes de que pudiera protestar, la luz de fuera de la sala entró a raudales, cegándome momentáneamente. Me apreté contra la pared, tratando de hacerme invisible a quien estuviera fuera.

"¡Hola Macie!". Lauren susurró en una voz asquerosamente dulce. "¿Qué puedo hacer por ti?"

"Eh, hola señoita", respondió la niña con timidez. "Me he dejado mi muñeca aquí. ¿Puedo recogela, po favo?". Su tono de súplica casi me rompió el corazón, lo que fue una sorpresa, porque yo ni siquiera había sido consciente de esa mierda.

Su peculiar ruego me hizo revisar rápidamente la habitación, y mis ojos cayeron en una pequeña muñeca de trapo con dos coletas, justo en el centro de la mesa de la sala de conferencias. Era curioso cómo se había vuelto completamente desapercibida mientras que Lauren me tenía contra la pared.

Pero Lauren ya estaba respondiendo a la niña.

"No hay ninguna muñeca aquí, cariño. Lo siento. Ahora corre y ves a jugar con el enfriador de agua. Hay algunas tazas allí donde se puede verter el agua y bebértela. ¿No suena divertido?", ronroneó.

La niña se quedó en silencio durante unos tres segundos. "¿Po favo?", suplicó en un susurro. "¿Puedo conseguí a Angie? La echo de menos, y ella debe etá asustada". Su pequeña voz se agrietaba al final.

Y sentí como si mi corazón se agrietara con eso.

Pero no tenía tiempo para examinar el significado de eso, porque al parecer la bruja sin corazón de la puerta no hacía nada.

Lauren suspiró, molesta. "Mira, ya te lo he dicho. No hay ninguna muñeca aquí. Ahora corre y-"

Ella no tuvo la oportunidad de terminar la frase. En dos zancadas rápidas cogí la muñeca de la mesa y mirando a Lauren con una mirada que le decía la palabra que mi madre me había enseñado a no decir nunca a una mujer, pasé de ella y me arrodillé delante de la pequeña niña con la voz de un ángel.

Con una sonrisa de ánimo, le tendí la pequeña muñeca de trapo, mirándola a los ojos.

Sus enormes ojos marrón chocolate estaban fijos en los míos, mirándome momentáneamente. Yo nunca había visto una cara tan pequeña con unos ojos tan grandes y expresivos. Algo se cerró en mi pecho.

Pero una vez más, no tenía tiempo para examinar lo que eso significaba, porque más rápido de lo que yo podría haber imaginado que se movería una pequeña como ella, me cogió su muñeca y comenzó a correr.

Salí de la sala de conferencias con los ojos fijos en la pequeña corriendo a toda velocidad.

"Hey. ¡Espera!". La llamé, necesitando encontrar a quien pertenecía la niña.

Entonces ocurrieron dos cosas a la vez.

Una morena que nunca había visto antes, de pronto giró la esquina con el alivio coloreando su rostro pálido cuando vio a la niña. Pero antes, mis ojos y mi mente tuvieron tiempo suficiente para registrar completamente la escena, fuera de mi periferia, vi a Rosalie salir desde el pasillo opuesto. Cerré los ojos y maldije en voz baja.

¡Mierda!

Iba a tener que actuar con cuidado. Yo todavía estaba de pie delante de la sala de conferencias. Lauren estaba detrás de mí, justo en la puerta. Mi oficina estaba un piso por encima, entre las oficinas de Emmett y Jasper, y no había realmente ninguna razón para que yo estuviera en este piso ahora mismo. Frustrado me pasé una mano por mi pelo desordenado, preocupado por lo bien quieto que me había quedado en la sala de conferencias.

Yo estaba jodido. Y no en la forma en la que hubiera estado hace un par de minutos.

Pero la mañana, ya loca, se hizo aún más loca. Mis ojos se fijaron en la niña - que se había dado la vuelta cuando yo la había llamado - y cuando sus ojos se clavaron en mí otra vez, una gran sonrisa iluminó su pequeño rostro, como si acabara de ganar un día de compras en la FAO Schwartz o algo así.

Pero eso no era ni siquiera lo loco. Lo loco fue mi reacción a esa sonrisa. Esa... esa cosa dentro de mi pecho apretando con fuerza otra vez, y juro que la sentí crecer dos tamaños, como si hubiera llevado una bolsa llena de regalos a los ciudadanos de Whoville o alguna mierda. Ni siquiera podía eliminar la amplia sonrisa que cubría mi rostro en respuesta, independientemente del hecho de que Rosalie estaba ahora a pocos metros de mí, con las manos en las caderas y mirándome con recelo. Al igual que un director del puto Alcatraz.

Yo no le hice caso, por el momento, mientras yo estudiaba la niña. Era sin duda una belleza. Pequeña, diría que no tenía más de cinco años, con una cara como una muñeca de porcelana. Su cabello largo y castaño fluía casi hasta la cintura. Sus grandes ojos castaños parecían mezclas de chocolate derretido, y su pequeña nariz se volvía ligeramente hacia arriba, como un querubín. De repente me dieron extrañas ganas de proteger a esa niña, mantenerla a salvo de todo y de todos los que alguna vez quisieran meterse con ella.

De repente, ella corrió de nuevo a mí y se detuvo a pocos centímetros de distancia.

"¡Lo siento, señó! Me he olvidado de dale las gacias. Pero mi mamá estaba buscándome y yo no quería enfadála. ¡Gacias!", exclamó, mirándome mucho más feliz que hace tan sólo unos segundos.

"De nada", me reí entre dientes, haciendo caso omiso a la forma en la que los ojos de Rosalie me perforaban un agujero en mi cerebro. En ese momento, no podría importarme menos el asqueroso dolor que sabía que me esperaría.

El angelito abrazó a su muñeca y le dio un suave beso en la cabeza, mirándome a través de sus largas y oscuras pestañas. En ese momento, la morena llegó.

"Maddie", suspiró ella, aliviada y con un ligero reproche en su tono. "Te dije que te quedaras en mi mesa mientras iba a la sala de fotocopias. Casi se me da un ataque al corazón". Ella se arrodilló y abrazó a la niña.

"Tenía que ir a po Angie, mamá", explicó la niña, con su voz ahogada contra el cabello de su madre. Me di cuenta de que tenía el pelo del tono exacto al de su hija. "El buen hombe la encontó po mí".

"¿Lo hizo?", preguntó la morena, tirando de su hija lo suficientemente lejos para que pudiera mirar a su pequeña cara. "¿Se lo has agradecido?"

"Uhuh", contestó ella con dulzura, pero miró hacia mí. "¡Muchas gacias señó!", repitió ella.

"Llámame Edward", me animé, sorprendido por la suavidad de mi propia voz. Yo no recordaba haber usado ese tono. "Señor es mi padre", agregué, y entonces me arrepentí de inmediato. Podría haberla escuchado llamarme 'señó' todo el día.

La niña se echó a reír.

"Gacias, Edwood", se corrigió.

Mi boca se convirtió en una sonrisa. Yo podría escucharla llamarme Edwood todo el día.

Y entonces mi sonrisa despareció ya que Rosalie decidió abrir su boca.

"Edward. Emmett me dijo que estabas de vuelta de tu viaje de negocios. ¿Qué estás haciendo en este piso?". Ella miró deliberadamente hacia mí, arqueando una ceja de forma perfecta y luego buscando detrás de mí a Lauren. Tuve la suerte de echar un rápido vistazo hacia atrás y casi encogerme por la expresión, obviamente culpable, de Lauren, como alguien que se había tragado un canario.

De todos modos no había diferencia. Había muchos nombres que me gustaban para llamar a mi cuñada Rose, pero "estúpida" no era uno de ellos. Ella había visto a Lauren moviéndose no muy sutil delante de mí en varias ocasiones, y podía ver las ruedas moviéndose en su cabeza. Dudé por sólo una fracción de segundo antes de que girara su cara.

"Tuve una reunión con Lauren esta mañana sobre la cuenta de Wheat a Bits", mentí en las mejores condiciones, pero no pude evitar que la irritación se filtrara en mi voz. Rosalie tenía una curiosa manera de olvidar quién era quién mandaba aquí. Era cierto que ella estaba casada con mi hermano Emmett, y que, combinado con su innegable talento y sus grandes tetas le daban tanto poder como tenía. Pero mierda, ¿podía matarla para que por lo menos fingiera cual era mi cargo frente al resto de los empleados? Quiero decir, maldita sea, era mi apellido el que estaba en la placa de la planta baja de la Agencia, en el vestíbulo del edificio.

Pero creo que era de ella también, por el matrimonio. Aunque ella era una de esas mujeres con separación silábica, como Rosalie Hale-Cullen.

Y fiel a su carácter, hoy Rosalie no estaba de humor para decepcionarme.

"¿En serio?", ella preguntó, arqueando la ceja increíblemente alto.

Siempre me había preguntado cómo las mujeres hacían eso.

Ella se cruzó de brazos frente a ella. "Bueno, Lauren trabaja para mí, ¿cómo es que yo no sabía nada de esa reunión?"

Oh, sí. Ella estaba hirviendo.

Y siendo el gilipollas que a menudo me acusaban de ser (principalmente Rose) la dejé llegar a mí, y respondí con la peor respuesta posible que podría haber dado.

"Porque yo soy el jefe, y no tengo que aclarar mis reuniones contigo".

Me arrepentí de las palabras tan pronto como salieron de mi boca. Sin embargo, la morena seguía de rodillas delante de su hija, y yo podía sentir sus ojos en mí. Y por alguna extraña razón, no quería parecer un gilipollas delante de ella.

Las cejas arqueadas de Rose no podían estar más altas, estaban casi a la derecha de su frente. No importaban Emmett y Jasper. Rosalie iba a castrarme ella misma. Y probablemente aquí, delante de la pequeña princesa y su mamá.

Pero Rosalie era siempre profesional, no importaba con qué. Sus ojos brillaron de ira, pero no dijo nada. Lo que no me dio ningún alivio en absoluto. Sabía por experiencia que eso sólo significaba que estaba esperando su momento, y que yo iba a recibir el jodido escarmiento en un futuro no muy lejano. Tragué saliva, pero por lo demás mantuve la cara en blanco. Ella era como esos perros rabiosos, no podías mostrar ningún temor o bien irían a matarte.

"Mmm", Rose dijo finalmente antes de centrar su irritación en la dirección de Lauren. "¿Están los retoques que te envié ya listos?", ella gritó. Lauren saltó por el tono de Rosalie y tuve que reprimir mi risa. La bruja demasiado ansiosa lo merecía, después de la forma en la que ella había hablado con la pequeña princesa.

"Um... todavía no", respondió Lauren con timidez. Sí, ahora ella era tímida. "Eran los siguientes en mi lista de tareas pendientes".

Rosalie sonrió. "Sí. Estoy segura de que eran los siguientes en tu lista de tareas pendientes", dijo arrastrando las palabras, mirándonos a mí y a Lauren. "Asegúrate de tenerlos en mi escritorio antes del mediodía", exigió. Lauren asintió con la cabeza de forma rápida y rápidamente regresó a su mesa.

Rosalie volvió la mirada hacia mí. La miré de nuevo desafiante, negándome a ser el primero en apartar la mirada. Pero luego oí la dulce voz de ruiseñor, y sin pensarlo dos veces, mi atención se volvió hacia la pequeña princesa, con curiosidad por lo que ella decía, que prevalecía sobre todo lo demás en este momento.

"Mamá", preguntó ella, sus grandes ojos castaños miraban suplicantes a la guapa morena delante de ella, "¿puedo í contigo a la habitación de las fotocopias? Quieo hacé una copia de mi mano de nuevo".

La madre de la princesa se puso de pie rápidamente y cogió a la niña de la mano. Sus ojos se posaron un instante en Rosalie y en mí, antes de girar a su niña y tratar de caminar lo más rápido posible sin llegar a arrastrar a la niña. Alguien le había dado al parecer la nota sobre salir corriendo cuando Rose aparecía.

"Um, tal vez más tarde bebé. Mamá tiene que terminar algún trabajo primero", le susurró a la niña mientras ella le tiraba de la mano.

Y yo también tenía que correr a hacer algo para tratar de alejarme de Rosalie antes de que ella realmente se rebajara y me insultara. Pero por alguna razón, me congelé en mi lugar y no podía apartar la mirada de la niña y de su mamá.

"Bella, ¿puedo hablar contigo un momento por favor?", Rose le dijo en voz alta. Su voz era autoritaria, pero el veneno que había tenido hace sólo unos momentos se había ido. Sin embargo, me di cuenta, por el tono, de que quería tener unas palabras con la madre de la niña, Bella.

Bella. Me gustaba la forma en la que el nombre fluía en mi mente.

Bella se detuvo en seco a petición de Rosalie. Con su espalda todavía para nosotros, ella respiró hondo antes de darse la vuelta con una mirada de derrota en su pálido rostro.

Y una vez más, tuve esa sensación extraña y abrumadora que había tenido hace tan sólo unos minutos con la pequeña princesa. El deseo de permanecer y proteger, pero esta vez se dirigía hacia su mamá.

¿Qué demonios estaba pasando conmigo hoy?

Aproveché cuando Bella se acercó a Rose y con cautela le di una buena mirada.

Ella y su hija compartían una sorprendente similitud. Las dos tenían el mismo cabello castaño y largo, pero cuando el de la niña era liso, el de Bella era ondulado, grueso y brillante. Tenían los mismos sorprendentes ojos marrones, un suave marrón cálido que me hacía pensar en el chocolate, en las noches cálidas y en una sensación general de satisfacción.

¿Qué demonios?

La complexión de Bella era más delgada que la de su hija, sin embargo tenía un brillo saludable. Y cuando llegó a nosotros y se puso delante de Rose con ansiedad, me di cuenta de lo hermosa que era. No tenía la belleza en su cara, como Rose. Era una belleza más natural, una belleza que no necesitaba toneladas de maquillaje para destacar. Una belleza que a veces no se apreciaba plenamente hasta que estaba justo en frente de ti.

Bueno, estaba justo en frente de mí ahora.

Rose miró primero a la niña, que se aferraba con fuerza a la mano de su mamá.

"Hey Maddie", comenzó con una voz suave que nunca había oído en los diez años que la conocía, "¿sabías que puedes ver casi todo el Central Park desde las ventanas de allí?", señaló a una serie de ventanas a unos metros de nosotros. Los ojos de Maddie se abrieron de sorpresa y sacudió la cabeza. "¡Bueno, puedes ir! Y también verás mucho de Manhattan, y edificios súper altos, y si miras bien, incluso podrás ver New Jersey al otro lado del río", agregó Rose en un tono hipnótico. "¿Por qué no te vas a echar un vistazo y luego me dices lo que ves?", la convenció.

Maddie se volvió hacia su madre con emoción. "¿Puedo mamá?", declaró, mirando a su madre con esos grandes ojos marrones.

Su madre asintió con la cabeza en señal de aprobación. "Claro, adelante", la alentó. Maddie se dio media vuelta y saltó alegremente hacia las ventanas, mientras que los tres nos quedábamos sonriendo por su forma de retirarse.

Tan pronto como ella estuvo fuera del alcance para oírnos, Rose se volvió a Bella y frunció los labios.

"Bella, esta es la segunda vez esta semana", empezó a decir, pero Bella no la miraba.

"Lo sé Rosalie, lo sé. Lo siento mucho. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para que alguien la cuide".

Me preguntaba cuál era el problema.

"¿No debería estar en la escuela o algo así?". Pensé en voz alta.

Los ojos de Bella volaron hacia mí tan pronto como dije las palabras, y me lanzó una mirada que me sorprendió. Me dijo claramente "metete en tus asuntos, maldito idiota". Pero ella no dijo nada y se volvió hacia Rose.

"Ella no se ha adaptado bien a los dos últimos pre-escolares que he probado. No está acostumbrada a todo ese alboroto. Cuando volvía a casa tenía una niñera, y aunque eran sólo por unas pocas horas cada día, no se acostumbra a estar lejos de mí durante tanto tiempo, o con tanta gente".

Rose suspiró. "Bella, te compadezco, realmente lo hago".

Le miré y sonreí. ¿Cómo diablos podía compadecerse con algo como eso? Por lo que yo sabía, no tenía hijos, y si los tenía, había descuidado mencionárselo a mi hermano cuando se casaron.

Rose, o bien no vio mi sonrisa o decidió ignorarla. "Maddie es muy dulce, y ella no molesta en absoluto cuando está aquí. Es que si sigo dejando que puedas traerla, otros por aquí van a querer traer a sus hijos también. Y con los clientes entrando y saliendo todo el tiempo, ¿cómo verían tener tantos niños corriendo alrededor de esta oficina?"

Me reí. "Hey tal vez podamos cambiar el nombre de la Agencia de Cullen, Cullen y Whitlock a guardería Centro", bromeé.

Esta vez las dos me miraron abiertamente. Y mientras yo estaba acostumbrado a que Rose me fulminara con la mirada, el enfado de Bella me hizo desear que el suelo se abriera y me tragara entero.

Rose se burló de mí. "Bella, en caso de que no lo sepas, este señor... aquí". Rodé mis ojos por su tono sarcástico. "Es mi cuñado, Edward Cullen, uno de los co-propietarios de la agencia. Ha estado fuera por un par de semanas, por lo que no has tenido la oportunidad de reunirte con él todavía. No suele pasar tanto tiempo en este piso", ella sonrió, "así que probablemente no vas a estar con él demasiado, sino es que hay algunas reuniones con clientes o conferencias. Conferencias Oficiales", agregó en voz baja, sólo para que yo lo escuchara." Edward, ella es nuestra nueva artista gráfica, Isabella Swan. La llamamos Bella".

Bella se volvió hacia mí a regañadientes. Sus mejillas repentinamente se pusieron de un color carmesí asombroso, pero su expresión era impasible, con los labios dibujados en una línea estrecha. Ella se negó a mirarme a los ojos mientras murmuraba un cortés, pero superficial: "¿Cómo está usted?".

En ese momento, yo sabía que ella lo sabía. Había descubierto lo que había estado a punto de hacer en la sala de conferencias hace unos minutos, y el comentario poco sutil de Rosalie hace unos segundos probablemente lo había confirmado. Por alguna razón, sentí mi propia cara inundándose de vergüenza y, por extraño que pareciera... de culpa.

Yo le respondí con nerviosismo. "Mucho gusto". No podía entender por qué su evidente disgusto me molestaba tanto.

"De todos modos", Rose interrumpió, y por una vez me sentí agradecido por su interrupción, "como te decía, tienes que buscar-"

"¿Qué edad tiene?". Le pregunté, ganando un suspiro de exasperación de Rosalie y otra mirada de Bella.

"¿Perdona?". Bella me preguntó con el ceño fruncido.

"Maddie. Um... su hija", le aclaré. No estaba seguro de si le gustaría que me refiriera a su hija por su nombre. "¿Qué edad tiene?", repetí.

"Ella tiene cuatro", Bella respondió lentamente, entornando los ojos hacia mí con recelo. "¿Por qué?"

"Um... bueno yo estaba pensando", y mientras hablaba me estaba odiando, porque nunca decía: 'Um', 'Um', en lo que a mi respectaba, era una sílaba reservada para los idiotas y la gente que no tenía nada importante que decir.

Pero maldita sea, eso no era exactamente lo que yo sentía ahora.

"¿Tiene que estar en la escuela?". Le pregunté.

Bella entrecerró los ojos hacia mí aun más, pero no respondió.

Rosalie por otro lado me habló en una voz exasperada. "Edward, ella no puede venir aquí todos los días, simplemente no estamos preparados para cuidar de los niños". Volvió todo su cuerpo directamente hacia mí y me lanzó una mirada que claramente decía: '¡Sé que estás tratando de echar un polvo aquí, así que para esta mierda!"

No hice caso de su implicación y seguí hablando, con mis ojos ahora en Rosalie.

"Porque si ella no tiene que estar en la escuela todavía, Rosalie tal vez pueda conseguirle una niñera". Le ofrecí.

Bella respondió con rapidez en un tono molesto. "No puedo encontrar a alguien en quien pueda confiar".

"Rose, ¿la agencia no tiene una lista de los cuidadores de los niños de nuestros trabajadores?". Yo no estaba muy familiarizado con eso, pero había oído hablar de algo así un par de veces en la oficina.

Rose me miró con recelo por una fracción de segundo antes de volver su atención a Bella.

"En realidad, tiene razón Bella. Mantenemos una lista de los cuidadores de los niños de nuestros trabajadores, para así ayudar a nuestros empleados con sus familias. Todos esos cuidadores de los niños tienen totalmente verificados sus credenciales por nuestro Departamento de Recursos Humanos. Recursos Humanos asegura que las personas que cuidan de los niños se mantienen al día con todas sus RCP y otros cursos relacionados con el cuidado de niños, e incluso elaboran una lista de referencias de nuestros propios empleados, para cada cuidador".

Los grandes ojos marrones de Bella se hicieron aún más amplios, con sorpresa. "Yo... yo no sabía nada de eso", balbuceó, mirando entre Rose y yo.

"¿Por qué no subes a recursos humanos y lo miras?". Sugerí suavemente, temeroso de que ella me disparara otra mirada de muerte.

"Um... sí, creo que lo haré. Gracias por la información. Iré en mi hora del almuerzo", murmuró tímidamente. Esa increíble sombra de rojo se cruzó de nuevo en sus mejillas mientras hablaba, y entonces apartó la mirada de mí rápidamente y miró hacia abajo, al suelo. Tenía la imperiosa necesidad de levantarle la barbilla para que yo pudiera ver cuánto tiempo se quedaba ese color en sus mejillas.

En ese momento, también decidí que la palabra 'Um' no podría ser reservada sólo para idiotas y gente que no tenía nada importante que decir. Porque era obvio, con sólo mirar a Bella Swan, que era cualquier cosa menos una idiota, y me encontraba muy intrigado por saber lo que tenía que decir, de cualquier cosa.

"Realmente Bella", intervino Rosalie, "es todavía muy temprano, y será un día lento. ¿Por qué no te diriges allí ahora, ya que podrías tardar un rato en arreglarlo todo y en ponerte en contacto con las referencias que quieres para tu hija?".

La cara de Bella se iluminó con gratitud. Ella dejó escapar un suspiro de alivio. "Gracias Rosalie. Estoy muy ansiosa por echar un vistazo a esa lista ahora", confirmó ella.

"No me lo agradezcas Bella", rió Rose en un tono que iba a ser intimidante, pero me di cuenta de que ella no estaba poniendo tanto esfuerzo en eso como solía poner. "Sólo quiero que todo este asunto acabe lo antes posible. Necesito saber que cuando estás aquí tu mente está cien por cien centrada en el trabajo", terminó, en un tono serio.

"Voy a tratar de ocuparme de eso de inmediato, Rosalie. Te lo prometo", afirmó Bella.

Se dio la vuelta para irse, lista para ir a por su pequeña niña a la ventana, pero luego se detuvo por una fracción de segundo antes de seguir. Sus ojos marrones se enfocaron en mí, y esa cosa dentro de mí dio un salto asustándome.

¿Qué demonios ha sido eso?

"Gracias de nuevo... Edward", dijo ella en voz baja mientras sus mejillas se ponían rojas de nuevo. Un extraño calor me recorrió al oír mi nombre en sus labios.

"De nada... Bella", me las arreglé para responderle, con mi voz tan baja como la de ella.

Por el rabillo de mi ojo, pude ver que Rosalie me miraba con curiosidad, pero yo mantuve los ojos en Bella. Era un espectáculo mucho más agradable que mi molesta cuñada y compañera de trabajo.

Bella se alejó de mí rápidamente. "Maddie cariño, tenemos que subir para una cosa. Vamos", dijo ella con voz suave.

"¿Quieres decir que subiemos en el acensó?". Maddie preguntó emocionada, saltando de nuevo hacia su madre.

"Sí, cariño". Bella respondió, acercando su mano a Maddie para que pudiera cogerla.

"¡Sii! Me encanta el acensó", Maddie exclamó.

Mientras que pasaba por delante de nosotros con su mano firmemente cogida a la de su mamá, ella se dirigió a nosotros con cortesía. "Adiós señoita Wosalie. Adiós señó Edwood".

Rose le sonrió y yo me reí con ganas. "Es sólo Edward, princesa. ¿Y puedo llamarte Maddie?". Pregunté, mirando entre ella y Bella. Bella le dio a su hija una sonrisa y asintió con la cabeza.

"Sii. Es mi nombe".Respondió Maddie con un encogimiento de hombros, como si yo hubiera hecho la pregunta más estúpida. Todos nos reímos.

"Está bien. Nos vemos", exclamó mientras su madre la llevaba al ascensor.

Las vi desaparecer a través de las puertas de los ascensores, y luego me volví hacia Rosalie.

Ella me miraba de nuevo con esa mirada extraña y curiosa.

"¿Qué?"

Rose pareció debatir por un par de segundos si debía responder, lo que de por sí era extraño, debido a que Rose no debatía si hablaba o no.

"Ni siquiera pienses en ello", finalmente dejó escapar en voz baja. "Ella no es tu tipo".

Solté un bufido. "En primer lugar, no sé de qué demonios estás hablando. Y en segundo lugar, ¿qué sabes tú de cuál es mi tipo?"

Rose se chupó los dientes y frunció los labios, dándome una mirada que decía '¿En serio?'

"Sabes muy bien de qué demonios estoy hablando. No creas que no te he visto mirar su culo mientras ella se iba". Me reí culpable y comencé a caminar. En realidad era un culo muy bonito. "Y en base a tus actividades de esta mañana", continuó, "tu tipo, al parecer, ha sido reducido a cualquier cosa que tenga una vagina dispuesta a estar entre tus piernas".

Me detuve en seco y me volví para mirarla. "En serio, tienes que ser la mujer más grosera que he conocido".

Rose sonrió y se acercó más, burlándose de mí. "De todos modos, confía en mí, no podrías manejar a alguien como Isabella Swan".

Fruncí el ceño, mirándola con una mirada que por lo general intimidaba al más duro de los hombres. Pero Rosalie sólo se acercó más, dándome su propia mirada intimidante.

"Confía en mí, querida cuñada, no tienes ni idea de lo que puedo y no puedo manejar". Ella me miró y me dio una sonrisa firme, completamente imperturbable. Me di la vuelta, comencé a caminar de nuevo, y ella llegó a mi lado, cambiando a su modo de jefa de nuevo. Suspiré y seguí mirando al frente.

"Entonces, ¿qué diablos ha sido lo de la sala de conferencias?", dijo entre dientes, volviéndose hacia mí mientras caminábamos. Me estremecí ligeramente y gemí internamente. Estaba esperando que estúpidamente se hubiera olvidado de eso. Seguí caminando sin contestar, esperando que a ella abandonara. Pero entonces caminó junto a mí, negándose a dejarme escapar.

"Eso no era nada", por fin respondí en voz baja y uniforme.

"¡Y una mierda!", dijo entre dientes, bajando aún más la voz. "¿Cuál es tu maldito problema, Edward? ¿Sabes lo peligrosa que esa pequeña tontería podría haber sido? ¿Tienes alguna idea de lo que podría haber sucedido si cualquiera que no fuera la niña os hubiera encontrado allí?"

"Maddie no ha visto nada", susurré de nuevo. Por alguna razón, pensar que la niña me podría haber visto con Lauren me revolvía el estómago. Y luego, por alguna razón desconocida, me imaginé a su madre allí de pie, fuera de esa puerta, cuando salíamos. De repente sentí como náuseas.

"¡Ese no es el punto!". Rosalie continuó. "¡Ese pequeño truco tuyo podría habernos metido a todos en un gran problema!"

"¿Sabes?, ¡eres una maldita hipócrita!". Le respondí a la defensiva a pesar de que sabía que ella tenía razón. "¿Crees que no sé qué está pasando en realidad cuando tú y tu marido cerráis la puerta para vuestras reuniones de diez minutos?"

Rose sonrió. "Eso es diferente, Edward, y lo sabes. Solo lo hacemos cuando el resto de los empleados se han ido a casa, después de sus horas. Sabes, no importa, Emmett nunca pondría en riesgo la reputación de la agencia de esa manera".

Una vez más, yo sabía que ella tenía razón. Pero sabiendo eso aún me hacía sentir más mierda. Porque eso es lo que casi había hecho. Casi puse en riesgo la reputación de la compañía por un pedazo de culo. Y todos habíamos trabajado muy duro para llegar a donde estábamos para que se fuera todo así de golpe.

"¿Cuándo vas a crecer, Edward?". Rosalie me amonestó mientras nos dirigíamos a su oficina. "¿Cuándo vas a darte cuenta de que ya no eres un joven chico de fraternidad? Tienes veintiocho años, por el amor de Dios. Manejas una de las diez mejores agencias de magazines de la década. Perteneces a una de las familias más poderosas y eres muy respetado en la costa este. Sin embargo, parece que no puedes mantener tu nombre fuera de los titulares y de los tabloides. ¿Cuándo vas a conseguir por fin sentar la cabeza y darte cuenta de tu potencial?"

Entramos en su oficina y cerró la puerta detrás de nosotros, caminando hacia su escritorio y sentándose como toda una reina en su sillón de cuero negro.

¿Por qué la había seguido hasta aquí? ¿Por qué me sometía a eso? Me podría haber ido solo al piso de arriba, a mi propia oficina y salvarme de esta irritación.

Aparte de eso, aunque Rose fuera como un dolor en el culo, aunque ella y yo discutiéramos y argumentáramos, en el fondo - tan en el fondo que rara vez me lo reconocería a mí mismo, y mucho menos a nadie - realmente quería y respetaba a mi cuñada. Y a pesar de que ella estaba desgarrándome un nuevo agujero en este momento, yo sabía que lo merecía.

Pero nunca reconocería eso ante ella.

Me senté en una de sus sillas de invitados y me puse las manos detrás de mi cabeza, entrelazando los dedos.

"¿Sabes lo mucho que suenas como mi padre en este momento?". Me burlaba de ella. "Para alguien que sólo tiene veintisiete años, suenas más como una de cincuenta", la incité.

Sus ojos brillaron y frunció los labios, moviendo la cabeza hacia mí con saña. "Eres un verdadero idiota. Estoy tratando de darte un consejo y estás siendo un idiota. ¿Cuándo por fin vas a empezar a pensar con la cabeza que tienes sobre los hombros en lugar de con lo que tienes entre las piernas?"

Me burlaba de ella. "Jesús, ahora veo por qué tú y Emmett empezasteis a salir. Debéis ser las dos personas más vulgares que he conocido".

Ella soltó un bufido muy poco femenino. "Oh, sí... y tú eres el santo patrón de la decencia", se rió.

Me tuve que reír con ella por eso. Yo no había sido el niño de oro para los paparazzi en los últimos años a cambio de nada. Estaba en las páginas de chismes de unos y otros tabloides y en revistas, al menos un par de veces a la semana. Y aunque la mitad de las cosas que publicaban eran una mierda total, no podía importarme menos. De todos modos no era asunto de nadie cómo vivía mi vida. Y todas las chicas a las que se les tomaron fotos conmigo en los últimos años no parecieron prestarle atención a eso. Claro, de vez en cuando, con alguna de mis locas hazañas me ganaba una reprimenda de cualquiera de mis padres o de uno de mis hermanos, pero bueno, yo era joven y libre y no tenía a nadie más a quien responder. Y por mucho que a Rosalie le gustara decir lo contrario, yo había trabajado duro para ayudar a llevar a esta agencia a donde estábamos hoy, y todos lo sabían. Puse mi corazón y mi alma en esta empresa, y merecía mis distracciones.
Pensando en eso, llegué a pensar en mi siguiente pregunta.

"¿Qué me dices acerca de la nueva artista gráfica, cuándo empieza?"

Rosalie me miró entrecerrando los ojos antes de contestar. "Ella comenzó hace un par de semanas, unos días después de que te fueras a tu última aventura".

"¿Cuál es su experiencia? ¿De dónde viene?". Pensé en empezar con lo básico.

Rose inspeccionaba sus bien cuidadas uñas mientras hablaba. "Ella se ha trasladado desde el noroeste. Asistió a la Universidad de Washington. Este es su primer puesto en una agencia de publicidad, pero sus diseños me impresionaron. ¿Algo más?"

Le fulminé con la mirada. "¿Casada?"

Rose suspiró dramáticamente, inspeccionando sus uñas. "Divorciada. Con una niña, obviamente".

Yo me chupé los dientes. "Mierda, realmente me vas a hacer arrastrarte la información de tu boca, ¿verdad?"

Rose miró hacia mí, ahora con un destello de ira en sus ojos. "Mira, te he dicho todo lo que estoy obligada a conocer como su jefa. Incluso más". Ella se inclinó sobre su escritorio. "¿Qué vamos a hacer ahora, jefe?", dijo entre dientes la última palabra con sarcasmo: "Porque tengo verdadero trabajo que hacer ahora".

Esa era su venganza por el incidente de ser el "jefe" frente a Lauren y Bella. Sabía que no iba a conseguir nada más de ella ahora. La fulminé con la mirada por unos segundos, pero ella simplemente me sonrió con malicia. Frustrado, me puse de pie y salí de su oficina, cerrando la puerta detrás de mí y marchándome hacia los ascensores.

Bel-la

El nombre resonaba en mi cabeza, se repetía como un estribillo. Los grandes ojos castaños me habían intrigado, lo que era una maldición. Pero cuando pulsé con impaciencia el botón 'subir', del ascensor, me di cuenta de que no importaba que Rose se negara a darme más información sobre la nueva artista gráfica. Había reunido toda la información que yo realmente necesitaba esta mañana.

Ella tenía una hija. Maddie.

Por supuesto, la niña era la más hermosa y dulce que jamás había visto. Pero ella aún era una niña.

Maldita sea.

Lo último que necesitaba era involucrarme con alguien con una niña. Simplemente no era propicio para mi estilo de vida. Me gustaba la fiesta, beber, e ir y venir como quisiera. Yo no era el tipo que dejaba que alguien le atara, ¡que Dios me ayude!, no me comprometía a nadie. Sólo la idea me hacía estremecer. Y yo estaba bastante seguro de que una niña era el más grande amarre de todos.

De ninguna manera.

Isabella Swan, sus grandes ojos marrones, sus mejillas ruborizándose y el cabello ondulado estaban definitivamente en mi lista de no entrometerse con alguien así. Y aunque una parte de mí tenía una urgencia inexplicable por averiguar toda la información que pudiera sobre ella, no iba a permitirlo. Ella no era lo que necesitaba en mi vida.

Entonces me reí entre dientes para mí mismo cuando me acordé de esas miradas infectadas que me había arrojado antes. Yo estaba bastante seguro de que Isabella Swan no tenía ningún deseo de llegar a conocerme bien.

Y eso estaba bien por mí. Era una agencia bastante grande, donde nuestros caminos no tenían que cruzarse con mucha frecuencia. Los dos estábamos en pisos diferentes, y ella informaba a Rose, no a mí.

"Sólo mantente alejado de ella", me dije mientras subía en el ascensor hasta mi piso.

Cuando volví a mi oficina, me senté en mi silla de cuero. Me giré para mirar fuera de mis ventanas, a la ciudad exterior, a Nueva York. La ciudad que nunca duerme. Si podías dormir aquí, lo harías en cualquier lugar.

El brillante cielo azul era muy claro hoy, ni una nube se veía a kilómetros. El calor irradiado por las ventanas en esta mañana de finales de agosto debería estar de un color amarillo brillante. Sin embargo, cuando levanté la vista, no era el cielo azul, o el sol amarillo lo que vi, eran dos orbes marrón cálido - expectantes de secretos por descubrir - que me estaban llenando de un inexplicable calor que corría por mis entrañas. Me saturaron con un ardiente calor que nunca antes había sentido.

¿Qué. Mierda?

Espero que os haya gustado o que tengais interés en seguir leyendolo, me gustaría saber qué os ha parecido :) Nos vemos el viernes ;)