Epílogo!

Con esto se cierra la historia, y sí, tiene final abierto ya entenderán porqué

Gracias por leer, por aguantar los cambios y aún a esos lectores fantasma les agradezco que le hayan dado una oportunidad a la historia.

Tardó años en concluirse y mucha organización de nuestra parte pero es nuestro máximo orgullo.

Ahora sí, a leer.


El poder en uno.


Un libro se cerró con fuerza.

—Que montón de patrañas —el lector murmuró irritado.

No sabía qué le molestaba más, que su prima le hubiera pedido que leyera ese libro o que de hecho estuvo casi toda la semana encerrado haciéndolo.

¿Quién leía libros de todos modos? Ya todo estaba digitalizado.

Se frotó sus ojos ambarinos con frustración; tantos capítulos y problemas para que al final todos murieran.

Revisó una vez más las hojas, no podía creer que no hubiera autor... ¿A quién le podía reclamar el final?

Escondió el libro debajo de su cama, jamás admitiría que pasó horas leyendo una historia de amor.

¿O era ciencia ficción?

Pasó su mano por su cabello castaño despeinándolo más de lo que ya estaba, tal vez su prima sabía algo del autor... Pero preguntarle sería admitir que leyó.

Agarró sus muletas y decidió salir de su recámara.

«Eso me pasa por no poner atención en el campo, lesionarme, y tener que hallar algo que hacer para no morir de aburrimiento» pensó irritado.

Cerró la puerta con cuidado detrás de él y se puso a caminar con ayuda de sus muletas.

De vez en cuando era un problema vivir en una casa tan grande, en su actual estado tardaba más de quince minutos en llegar a la cocina.

Afortunadamente su madre le había puesto un mayordomo, pero a veces lo hacía sentir un inútil.

Pensó de nuevo en ese extraño libro sin autor... Su prima le pidió que lo leyera porque al parecer sus padres se habían basado en el para nombrarlos.

Y parecía que las familias de sus amigos habían seguido el mismo ejemplo.

Sacudió su cabeza, de seguro uno de los padres trató de incursionar en el área de la literatura y ese fue su único trabajo.

Llegó a lo que era la sala de estar de su casa y se dejó caer en un sillón individual.

Escuchó voces que se acercaban y observó su reloj, con razón, ya era casi hora de comer.

—Un día de estos la vas a sacar de sus casillas... —escuchó.

Hizo girar sus ojos, sabía quiénes estaban hablando y a quién se referían.

Una risa resonó después de ese comentario.

—Esa es mi meta diaria —otra voz respondió divertido.

Ambas personas llegaron hasta donde él estaba sentado, ojos grises y azules los vieron con interés.

—Creí que pasarías otra semana encerrado en tu depresión —el de ojos grises le dijo dejándose caer en otro sillón.

—No estoy deprimido —murmuró el lesionado.

—Te perderás la final, ni modo, así es esto —el de ojos azules le dijo quitándose sus lentes y limpiándolos con su camisa.

—Eres un dramático, Syaoran —el de ojos grises murmuró mirando al techo.

—Mira quién habla, si no mal recuerdo en un partido contra Meiling y Tomoyo te tiraste al piso fingiendo que mi prima te había pisado —Syaoran se burló.

—Eso es cierto, Lien —el de ojos azules dijo entre risas.

El aludido los miró con enfado.

—Tú derramaste lágrimas enfrente de las mamás para que no nos castigaran por quitarle las cabezas a sus muñecas, Eriol —le acusó.

El mencionado se encogió de hombros.

—Tenía seis años —le recordó, entrecerró sus ojos—. Además fue tu idea Lien, molestas a Meiling desde que tengo memoria.

Syaoran suspiró y acomodó su pierna, odiaba tenerla enyesada.

—Menos mal que ahí está Eriol para evitar que se maten —murmuró.

Lien soltó una carcajada.

—Sí bueno, sin ti ahí no hay quien me diga algo, él siempre está en Tomoyoland —le contó.

Eriol se sonrojó, era algo curioso de ver, miró a Lien con irritación.

—Mínimo no la molesto para llamar su atención.

Lien puso sus manos en su corazón fingiendo haber sido agredido.

—Me ofende que creas que hago lo que hago para que Meiling me preste atención.

Syaoran y Eriol hicieron girar sus ojos, cualquiera podía ver que la relación de Meiling y Lien había pasado de tratar de sacar al otro de quicio a coqueteo.

—¿Dónde está por cierto? Salió antes que nosotros —Lien comentó viendo a su alrededor.

—Le iban a enseñar la ciudad a la chica de intercambio —Eriol respondió.

Syaoran los vio confundido.

—¿Cuál chica? —les preguntó con curiosidad.

Eriol se quedó pensando.

—No recuerdo su nombre —murmuró pensativo luego miró a Lien—. ¿Tú no recuerdas?

Lien sacudió su cabeza.

—No puse atención.

Eriol se encogió de hombros.

—Ya la conocerás, está en nuestro grupo... Por cierto, ¿cuánto tiempo piensas faltar?

Syaoran miró las muletas, era muy agotador andar con ellas, sobre todo en una escuela llena de escalones.

—En cuanto deje de usar esas cosas —respondió irritado, luego recordó el poder de cierta protagonista de un libro—. Ojalá existiera y me sanara —murmuró.

—¿Quién? —Eriol y Lien preguntaron al mismo tiempo.

Syaoran se sonrojó, jamás lo dejarían en paz si supieran lo que había estado haciendo.

—Nadie —murmuró.

Sus amigos lo vieron con sospecha pero dejaron pasar el tema.


Fueron a su recámara, tenía que comparar notas y empezar a ponerse al corriente.

Lien estaba sentado en el suelo junto a su cama jugando con su celular, Eriol le explicaba unos problemas de matemáticas.

—¿Qué es esto? —Lien preguntó de pronto.

Eriol y Syaoran voltearon, al ver lo que Lien tenía en su mano, el lesionado se sonrojó.

—Es de Meiling, lo olvidó aquí —se excusó.

Lien hojeó el libro, se detuvo en una página y leyó en silencio.

—Oye, mi nombre está aquí... Y el de Meiling —susurró la última parte, siguió leyendo y sus mejillas se coloraron, cerró el libro y lo regresó a donde estaba.

Syaoran supuso que había leído una parte donde el Lien y la Meiling del libro tenían una escena intensa.

Eriol lo vio con interés y luego miró a Syaoran.

—¿Por qué tienes un libro con Lien y Meiling debajo de tu cama?

Syaoran frotó su rostro con irritación.

—Meiling me lo prestó, dijo que lo encontraría interesante.

—¿Meiling leyó eso? —Lien preguntó sorprendido, ante la afirmación de Syaoran sonrió—. Así que es por eso —murmuró como recordándo algo.

Syaoran y Eriol lo vieron confundidos, pero antes de poder decir algo escucharon una voz.

—Ya llegué —Meiling anunció abriendo la puerta y entrando a la habitación como si fuera dueña.

—¿No sabes tocar? —Syaoran preguntó con molestia.

Meiling lo vio con sorpresa.

—Soy tu amada prima, tengo acceso a todo tu hogar —respondió con una sonrisa.

—Mei, tengo algo que decirte —Lien dijo levantándose del suelo.

Meiling miró a Lien, suspiró y agitó su cabeza, vio a su primo de nuevo con irritación.

—¿Es en serio? Debo soportarlo en la escuela, ¿qué hace aquí? —preguntó señalándole.

—Meiling, perdí a... —Tomoyo dijo entrando a la habitación, al cruzar la mirada con Eriol ambos se sonrojaron.

—Y se fue a Tomoyoland —Lien se burló.

Syaoran vio a sus amigos, su recámara de pronto de sintió muy llena; Eriol y Tomoyo se saludaron con la timidez de siempre mientras que Lien y Meiling peleaban.

Se sintió mal tercio así que agarró sus muletas y salió.

Anduvo por el largo pasillo que llevaba de su recámara a la biblioteca de su padre, tal vez Meiling encontró ahí el dichoso libro y había una segunda parte escondida.

Sacudió su cabeza incrédulo, no sabía porque le pesaba tanto que los protagonistas hubieran muerto. Tal vez era porque todos se llamaban como sus amigos.

«Menos ella» pensó.

Giró en la esquina y un cuerpo chocó contra él, como las muletas le servían de apoyo la otra persona cayó al suelo pero él no.

—Perdón —Syaoran dijo apresuradamente.

La luz que entraba por la ventana iluminó a la otra persona, su cabello era corto de color castaño claro pero no podía apreciar su rostro, pues lo tenía hacia abajo.

—No, discúlpame tú, no me fijé —una voz femenina dijo.

Ella levantó su rostro y el tiempo se detuvo, Syaoran soltó un ligero jadeo, sintió el aire dejar su cuerpo, su corazón comenzó a latir con fuerza.

Esmeralda y ámbar se miraron con asombro.


—Deja de verla e invítala a salir —Lien murmuró irritado.

Syaoran desvió su mirada, sentía el sonrojo en sus mejillas.

—Deberías tomar tu propio consejo —murmuró.

Lien se recargó en la banca y cruzó sus brazos, estaban en la escuela, cada salón tenía mesas para dos, para desgracia de Syaoran, al chico lo habían emparejado con él.

Volvió a levantar la mirada, la chica de ojos verdes estaba hablando muy animada con Tomoyo.

De pronto volteó y lo atrapó observándola, le dio una enorme sonrisa, Syaoran rápidamente bajó su mirada avergonzado.

—En serio, es desesperante verlos, llevan meses lanzándose miradas —Lien dijo haciendo su cabeza hacia atrás y viendo hacia arriba.

Syaoran hizo girar sus ojos.

—Imagina lo que yo siento, llevas años en una situación peor con Meiling —le recordó.

Lien hizo un sonido con su garganta.

—Creo que Eriol nos gana —murmuró.

—¡Hey! —Eriol exclamó indignado detrás de ellos —cuando uno de ustedes dos se anime, yo lo haré.

Syaoran trató de concentrarse en su trabajo, el maestro había salido pero una vez que regresara tenían que entregar el ejercicio.

Escuchó de nuevo esa risa e inconscientemente suspiró.

—Me retracto, estás peor que Eriol —Lien se burló.

Syaoran agarró su goma y se la aventó al rostro.


Tenían razón, llevaban meses así.

Syaoran guardó sus cosas en un casillero y la vio de reojo dirigirse a la salida, eran los únicos en el pasillo.

Claro que hablaban, sabía que amaba el chocolate tanto como él, le gustaba el color rosa y su flor favorita era, obviamente, la flor de cerezo.

Decidido cerró su casillero y la siguió, ella caminaba observando los árboles a su alrededor con ilusión.

Justo cuando la iba a llamar ella volteó, parecía que lo había sentido, le regaló otra enorme sonrisa, una que en sus sueños rara vez veía.

Caminó a él dando pequeños saltos y con su manos detrás de ella. Era muy inocente y tierna.

—Sabía que estabas detrás de mí —le dijo apenas llegó a él.

Syaoran la vio extrañado.

—¿Cómo?

Ella se encogió de hombros y lo miró con esos ojos esmeraldas llenos de vida e inocencia.

—Sólo lo supe —le dijo casi en un susurro.

Syaoran tragó saliva con nervios, de pronto su resolución se desvaneció, ella lo miraba con curiosidad.

—Quería... —se sonrojó—. Iba a...

Ella hizo su cabeza de lado y lo vio con interés, Syaoran sintió un impulso y le dio un beso rápido en los labios.

Luego se quedó atónito ante lo que había hecho.

Ella lo miró sorprendida, luego se sonrojó y le dio una pequeña sonrisa.

—Perdón no sé... —le dijo con nervios.

Pero ella puso las manos en sus mejillas y se acercó a él lentamente.

—Te tomó bastante tiempo —susurró antes de juntar sus labios en un lento y algo torpe beso.

Syaoran puso sus brazos alrededor de su cintura y la atrajo aún más a él, el ligero olor a flores invadió su nariz.

Se besaron con lentitud, sintió los brazos de ella en su cuello y suspiró.

En su mente, vagamente pensó que esos labios eran tal y como los recordaba. Su cuerpo se seguía amoldando al de él con perfección.

Ojalá ella tambien lo recordara...


Un libro cayó sobre su mesa, Syaoran miró extrañado al que lo había dejado caer.

—Demasiada coincidencia —Eriol murmuró sentándose frente a él.

Estaba en la biblioteca terminando un proyecto.

Syaoran se encogió de hombros.

—Te dije —murmuró continuando con su trabajo.

Eriol lo vio pensativo, su amigo regresó su vista a él.

—¿Qué?

—Lo crees, piensas que es real —le acusó.

Syaoran suspiró y dejó su pluma a un lado, agarró el libro sin autor y lo guardó en su mochila.

—¿Te imaginas la vida con alguien que no sea Tomoyo?

Eriol se sonrojó.

—Llevamos tres meses saliendo, es muy pronto... —empezó a justificarse.

Syaoran sacudió su cabeza.

—Sé sincero —le pidió.

Eriol bajó su mirada y frunció el ceño.

—No —finalmente admitió.

—Desde que la ví, no puedo siquiera imaginarme con otra persona; eso no es normal.

Eriol sacudió su cabeza.

—¿Qué dijo Lien?

Syaoran regresó a anotar cosas en su cuaderno.

—Que Meiling le había estado haciendo comentarios extraños y ahora los entendía —le respondió.

—¿Osea que también lo cree? —Eriol preguntó con sorpresa.

Syaoran asintió y lo observó por unos momentos.

—Tomoyo lo leyó antes de mí.

Eriol se sorprendió, jamás mencionó algo cuando lo llegó a ver leyendo, su amigo se encogio de hombros.

—Aún no sé si lo cree.

Eriol agitó su cabeza.

—Salvamos al mundo en otro universo, ¿eh? —preguntó cruzando los brazos.

Syaoran le dio una sonrisa.

—Cuando lo aceptas comienzan los sueños, es algo muy extraño —le contó.

Eriol lo vio desconcertado.

—¿Cuándo lo aceptaste? —le preguntó con curiosidad.

—Cuando chocamos en mi casa. —Eriol lo vio con sorpresa—. Inmediatamente la reconocí —le contó con una pequeña sonrisa.

—¿Y por qué no le has dicho?

Syaoran lo vio con vergüenza.

—Imagínate que alguien llega y te dice que es tu alma gemela, que salvaron juntos al mundo en otra realidad y que están destinados a estar juntos... ¿Qué harías?

Eriol se rió con fuerza, sí, era bastante descabellado.

—¿Y no le vas a decir?

Antes de que Syaoran pudiera responder su celular sonó, revisó el mensaje que parecía haber estado esperando y una sonrisa se formó en su rostro.

—Estoy en eso —susurró escribiendo un mensaje de respuesta y enviándolo.


—Eres ridículamente romántico —Meiling se burló viendo a su primo envolver cierto libro.

Syaoran no contestó nada, terminó de envolver con papel estrada, agarró un cordón y lo utilizó para cerrar.

—Ja, espera unos meses y me repites eso —Syaoran murmuró.

Meiling cruzó sus brazos.

—¿Eso qué quiere decir, Xiao Lang? —le preguntó molesta.

Syaoran encogió sus hombros, Lien le había contado que su prima aún no lo aceptaba, seguía creyendo que era una coincidencia, pero le aseguró que la terminaría por convencer.

—Nada.

Guardó el regalo en su mochila y salió de su recámara, Meiling lo siguió hasta la puerta.

—¿Sabes? No tienen ni un año saliendo y jamás te vi tan... —se quedó pensando, de hecho si lo analizaba bien, su primo nunca había tenido una relación formal.

—¿Tan qué? —Syaoran preguntó tomando las llaves de su auto.

—¿Entregado? —Meiling dijo con duda.

Syaoran escondió su sonrisa, debería de escuchar a Lien hablar de ella... O a Eriol de Tomoyo.

Se encogió de hombros y salió.

—No usen mi cuenta de Netflix Meiling, Lien tiene la suya —le gritó antes de desaparecer por la puerta.

Ella hizo girar sus ojos y sacó su celular, le mandó un mensaje a su muy inesperado novio avisándole que tenía la casa sola.


Detuvo el auto en una parte alejada de la ciudad, no habían muchos árboles y se podían ver las estrellas con claridad.

Salió del auto y abrió la cajuela, miró su mochila con algo de incertidumbre, ¿Le creería?

Sacudió su cabeza y la tomó, solo una manera de averiguarlo.

Se puso la mochila al hombro, tras cerrar su cajuela caminó a la puerta del copiloto, suspiró, abrió y la miró.

Sus ojos esmeraldas lo veían con emoción... Y un inmenso amor, él le sonrió y le ofreció su mano, ella la tomó con emoción.

La ayudó a salir del auto, cerró la puerta y aún con sus manos unidas caminaron al árbol que estaba a escasos metros de donde se estacionó.

—Syaoran, dijiste que iríamos al cine —ella le recordó con una sonrisa.

—Esto es mejor créeme —le respondió.

Se pararon debajo del árbol, Syaoran sacó con nervios el paquete y se lo entregó, dejó a un lado su mochila.

—¿Un regalo? Aún no es nuestro aniversario —ella le dijo haciendo su cabeza de lado.

Syaoran le dio un beso en su nariz, se veía tan tierna cuando hacía eso.

—No necesito que sea un día especial para darte algo —le dijo.

Ella vio el paquete con confusión, luego con una pequeña sonrisa quitó el cordón y el papel, dejó caer ambos al suelo, los levantaría antes de irse.

Era un libro con una cubierta de piel, parecía ser antiguo, sus hojas se veían amarillentas, sin embargo parecía estar perfectamente bien cuidado y conservado.

Vio que de sus hojas salía un separador.

Lo abrió y leyó la primera hoja.

—El poder en uno —murmuró.

Notó con cierto interés que no mencionaba algún autor, ni contenía una fecha o número de edición, era un libro muy extraño.

—Ve a la hoja marcada —Syaoran susurró.

Ella abrió el libro, el marcador estaba puesto casi el final.

Comenzó a leer, sintió un escalofrío recorrerle la espalda y sus ojos llenarse de lágrimas, levantó su rostro y miró a Syaoran con sorpresa.

Él puso la mano en su mejilla con delicadeza y juntó sus frentes.

—Te dije que te volvería a encontrar, Sakura —susurró con la voz cargada de emoción.

Ella dejó caer el libro y puso ambas manos en sus mejillas, acercando sus labios, se besaron lentamente, él puso las manos en su cintura y ella en su espalda, el libro quedó tirado a un lado de ellos olvidado momentáneamente.

Cuando se separaron para tomar aire ella sacudió su cabeza con una sonrisa.

—¿Cómo...? —no lo podía creer, en su mente giraron los sueños que había tenido desde que tropezaron ese día en su hogar.

Syaoran pasó un mechón de cabello detrás de su oreja con ternura.

—Almas gemelas, ¿Recuerdas? —susurró, ella lo miró con lágrimas en los ojos y un intenso amor—. Siempre fuiste y serás la única.

Sakura lo abrazó con fuerza, no más Reiku, no más sangre diferente; ahora sí se podrían amar sin el peso del mundo sobre sus hombros.

Miró el libro tirado a su lado, no sabia quién, ni entendía porqué, mucho menos cómo había llegado hasta ellos; pero siempre estaría eternamente agradecida a quien quiera que haya plasmado su historia en papel, pues aunque el final fue trágico, no cambiaría nada de lo que vivió en ese universo.

Pues fue lo que la llevó a encontrar a su alma gemela y eterno amor.


Kyo frotó sus ojos, estaba agotado, pero por fin había acabado.

—Es hora de cenar —su padre le dijo desde la puerta.

Kyo asintió y miró a Touya, al pasar de los años, logró confiar en él y verlo como lo que era... Su padre.

—Voy en unos momentos —le dijo.

Touya lo vio extrañado pero asintió, cerró la puerta y se alejó.

Kyo regresó su mirada al libro que había terminado de escribir, relatos de sus padres, de los padres de Syaoran, de Yukito, de toda la gente que había rodeado a su tía escritos en unas cuántas hojas.

Sí, había partes que fueron dolorosas de relatar y asimilar, muchas las pudo ver en su mente como si se trataran de recuerdos, pero no le sorprendía.

Una de las varias cosas con las que tenía que vivir en silencio.

Escuchó a su madre hablarle y suspiró, agarró el escrito y lo puso en su cama.

Pasó su mano sobre el, por unos momentos se puso de color verde claro, pudo ver en su mente su letra convertirse en una computarizada, les haría la lectura más fácil.

—Vamos a darles un empujón —susurró.

Cerró sus ojos esmeraldas y se concentró, una brisa lo rodeó, el libro comenzó a desplegar un brillo blanco y desapareció de golpe.

Kyo abrió sus ojos, estos se vieron de un tono más claro por unos segundos antes de volver a su color natural.

Años habían pasado desde ese día en la mansión, los mismos que había guardado el secreto de lo que aún era.

Pues no quería una repetición de esa época tan oscura.

Hizo un pequeño círculo con su mano, un portal se abrió ante él, vio con una sonrisa que el libro había llegado a su destino, una realidad alterna donde dentro de unos años iban a reencarnar.

Y dónde afortunadamente no se iban a topar con ninguna alteración en la sangre.

—Espero que ahora sí puedan ser felices —Kyo susurró cerrando el portal.


Ahora sí, final!

Sí, la razón de que Kyo tenga poderes la guardamos para la segunda parte que no vera la luz hasta que acabemos CTR ;)

Esperamos les haya gustado, es una historia muy especial para nosotros, recibió muchos cambios a los largo de los años y este es el resultado final.

La razón a porque el abuelo de Sakura secuestra a Syaoran es porque sabía que era Peri, el como lo supo es spoiler para la historia que viene.

Esperamos seguir viendolos en los otros proyectos que tenemos y que cuando se publique la continuación de esta también la lean.

¡Saludos!