Disclaimer: Twilight no me pertenece, y la historia tampoco, es de edieswan. Sólo me adjudico la traducción

Título: Inesperadamente

Summary: TRADUCCIÓN. Él tiene 32, casado y completamente destrozado. Ella tiene 17 y vive encerrada. Cuando Bella Swan sale finalmente de su aislamiento debido a un trabajo de fin de semana en una panadería y ayuda al hombre destrozado, formarán una inesperada pero hermosa relación. Bella/Edward. Rated M.

Nota 1: Todo lo mío(?) es para Lizjoo porque es MI TODO y la amo densamente

Nota2: La traducción va dedicada a la bitch, espo maravillosa Leeh, aka Mindfreak'girl porque la amo y es su cumpleaños :)

Nota 3: Gracias a carliitha-cullen y a Meli por checar :)


3 . Breaking Point

Se despertó con un nuevo comienzo. Como siempre, él estaba sudando, pero esta vez no tanto. Miró hacia su lado, esperando el espacio vacío, seguramente había uno. Un par de meses antes le molestaba no amanecer con Rosalie a su lado, pero ahora se sentía como si estuviera entumecido por tanta frialdad. No había nada en específico que lo lastimara; estaba demasiado destrozado como para tener un daño significativo.

Aún estaba obscuro cuando Edward se levantó. Aunque sus patrones de sueño estaban comenzando a mejorar, ese momento no era uno de ellos. Él no quería quedarse recostado ahí y pensar sobre qué había pasado, así que en vez de eso, se levantó tan pronto como puedo.

Primero fue a la cocina; él necesitaba inmediatamente tomar algo. Prendió la cafetera y presionó el botón de espresso. Él solía preferir un capuccino, pero en estos días sentía que era mejor algo más fuerte. Se sentó en un taburete en medio de la cocina, donde estaba la barra; y escuchó el silencio por un minuto. Le gustaba el silencio —algunas veces lo hacía olvidar.

Después de que el café estuvo listo, se sentó con el de nuevo y esperó a que se entibiara. Luego miró la hora en el reloj y se dio cuenta de que había despertado aún más temprano que de costumbre; eran las cinco y media. Eso era al menos media hora antes de que Honey se despertara, así que, ¿qué podía hacer para pasar el tiempo? No había forma de que él pudiera regresar a dormir —una vez que al fin pudiera quedarse dormido, Honey entonces estaría despierta.

Edward se movió hacia la ventana de la cocina y miró hacia afuera. Por supuesto, estaba lloviendo; eso no era sorpresa en este pueblo. Siempre llovía. Escuchó atentamente el canto de los pájaros, y supuso que eso lo mantendría ocupado por un rato. No le gustaba pensar mientras estaba tan preocupado que su mente lo llevaría de regreso a esa noche.

Hizo un gesto hacia la lejanía desde la venta y se apoyó en la encimera de la cocina. De repente, oyó un gemido agudo.

"¡!"

Edward sonrió ante el sonido de la voz de su hija. Parecía que Honey se había levantado un poco más temprano de lo usual. "Voy," contestó.

Entró en la habitación que estaba empezando a aclararse a través de las persianas, con la salida del sol. Allí, en su cuna, estaba la hermosa Honey, esperando por el abrazo de su padre. Le sonrió a él y extendió sus brazos, esperando que él la sostuviera inmediatamente. Su suave y rizado cabello rubio botaba en sus hombros —había sacado eso de su madre. Pero tenía los ojos de su padre: intensos y penetrantes ojos verdes.

"Ven aquí," Edward susurró mientras levantaba a la pequeña Honey de su cuna. Ella soltó una carcajada por la alegría de estar con su padre. "Ssh," Edward susurró. "No queremos despertar a Mami."

La llevó a la cocina para hacerle el desayuno. Le hizo pan tostado con chocolate, lo que ella amaba cada mañana. "Gracias," dijo torpemente. Su habla estaba mejorando muchísimo, notó Edward.

Se sentó al lado de Honey mientras ella se tomaba un momento para comer su pan. Él no necesitaba tener contacto con ella o comunicarse para sentirse feliz. Le gustaba simplemente mirarla, mientras ella estaba contenta. Era porque ese era el único en que él podía admitir que él estaba plenamente contento —ver a su hija de buen humor. Le hacía sentir una calidez interior.

De repente, Edward escuchó un ruido que venía de la habitación encima de ellos: la habitación de ella, de ellos. Dio un respingo al oírla levantarse, caminar por las escaleras y luego hacia la cocina. Su cuerpo comenzó a tensarse y quería huir, sin embargo, no podía. No había manera, a menos que la evadiera. Sólo tendría que soportarlo.

"Mami," Honey declaró.

"Sí, Honey, tu mamá está despertando," Edward replicó. Él hizo una mueca de nuevo, mientras escuchaba los pasos que ahora se acercaban a la cocina.

Entonces Rosalie entró a la habitación. Edward la miró fijamente, tratando de verla completamente antes de que eso lo lastimara tanto. Rosalie era alta, rubia y dolorosamente hermosa. Sus ojos eran de un impresionante azul pálido, sus labios rellenos y su figura gloriosa. Pero el hecho era que Edward sabía que otro tipo había tenido sus manos por todo ese cuerpo, sus labios sobre los de su esposa, su… bueno, ya tienes la imagen. Ahora, cada vez que miraba a su esposa, todo lo que sentía era un enorme y súbito dolor dentro de su pecho; como si su corazón se estuviera rompiendo una y otra y otra vez.

"Días," susurró ella. El corazón de Edward estaba destrozado. Tenía que irse.

Se levantó rápidamente de la silla e hizo el amago de dejar la habitación. "Edward, espera," Rosalie le pidió. Se detuvo en seco.

"No puedo," murmuró.

"Por favor, no me has hablado por tres meses," contestó.

Eso era verdad, y quizás, no era justo, pero físicamente, Edward no podía obligarse a hacerlo. Había resistido estar cerca de Rosalie por el amor a Honey; quizás viendo televisión juntos o paseando por el parque. Honey entendía que ellos ya no dormían más en la misma cama pero Edward le había dicho que era porque su papi era simplemente demasiado grande para compartir una cama por más tiempo.

"Lo he hecho un poco," Edward susurró.

"Por favor, no hemos hablado de lo que pasó desde… bueno, desde que eso pasó," Rosalie argumentó.

Edward sintió que su interior se paralizaba. Él nunca quiso hablar sobre lo que pasó —le dolía demasiado. Cada vez que veía a Rosalie, pensaba en ella, y algunas veces cuando veía a su esposa en Honey, todo se lo llevó la noche en que la vio.

Había estado subiendo las escaleras después de un largo turno de trabajo. Había estado trabajando tan duro que decidió darse a sí mismo la noche libre y sorprender a su hermosa esposa con rosas y una noche romántica. Se dio cuenta de que Honey ya estaba en cama y no había ninguna señal de Rosalie en el piso de abajo, así que se imaginó que lo mejor sería acercarse a ella mientras estaba leyendo en la cama o algo así.

Mientras se acercaba a la puerta de su habitación, escuchó las familiares risitas y suspiros de satisfacción de Rosalie. Sonrió ante la idea de que Rosalie estaba divirtiéndose ella sola mientras su esposo estaba en el trabajo. Estaba seguro de que la ayudaría a terminar una vez que la viera. Tan pronto como puso su mano en el picaporte para girarlo y abrir, oyó un ruido que le hizo detenerse en seco.

No era ella. Había alguien más en esa habitación y era un hombre. Edward estaba seguro de que no estaba escuchando bien. Él y Rosalie se adoraban el al otro y ellos se casaron y tuvieron una bebé, eso era. No había manera de que una chica tan perfecta como ella lo engañara de esa forma. Tuvo que escuchar de nuevo.

"Oh," Rosalie gimió.

"Así, bebé, continua," oyó el gruñido masculino.

"Sí, Emmett," gimió ella. Y volvió a gemir. Y de nuevo. Y Edward escuchaba, sus manos crispadas en puños y sus uñas clavándose en las palmas de sus manos, mientras esperaba que el silencio comenzara y los gemidos pararan.

Cuando finalmente dejaron de gemir, Edward abrió la puerta. Por su puesto, vio lo que esperaba ver, aunque aún así, había una parte de él esperando y rezando para que lo que escuchó fuera sólo un malentendido. Pero no lo era.

"¡Oh, Dios mío! ¡Lo siento!" gritó su esposa. Él hombre solo se quedó ahí, mirándolo de manera confusa.

"¿Qué mierda, Rose? Dijiste que estabas soltera," declaró.

Edward quería gritar. De hecho, quería matar a Rose. En cambio, eligió al tipo que estaba recostado en su cama. No pudo evitarlo. La rabia que estaba envolviéndolo era incontrolable.

Le lanzó un puñetazo a la cara de Emmett mientras él mismo se dirigía a la cama en donde su esposa acababa de hacer el amor. Hubo cierta resistencia por parte del hombre, pero a Edward no le importó. Él vio como sus puños golpeaban el rostro del hombre, sangre saliendo a borbotones de su boca con cada golpe, su nariz rota en varias partes, los ojos hinchados y resoplaba mientras Edward le daba una paliza.

Él sabía que estaba comenzando a ir demasiado lejos, pero aún así, continuó. Continuó hasta que sus manos se lastimaron y se quedó sin aliento. Se detuvo un segundo y se volteó hacia Rose. Ella seguía gritando "¡Alto! ¡Lo estás matando!" pero Edward estaba demasiado afectado como para importarle una mierda si lo mataba o no. Se volteó frente al hombre para darle los últimos golpes.

De repente, escuchó a su bebé comenzar a llorar. Escuchó el llanto mientras miraba a la cara de Emmett, quien ahora estaba casi inconsciente. Mientras levantaba su brazo para golpear de nuevo, escuchó a su hija lloriquear. No pudo hacerlo más. Él necesitaba a su hija, y ella no tendría un padre si Edward terminaba yendo a la cárcel por matar al amorío de su esposa. Él no le haría eso. No podía.

Se alejó del hombre mientras Rosalie se lamentaba. Él señaló a su cara y le gritó.

"Yo nunca volveré a amarte."

"Por favor," rogó, lágrimas cayendo violentamente por su cara. Ella trató de tocar su cara, pero él se apartó de inmediato.

"Lo siento," susurró.

Él miró a su cara, maldad y dolor llenando sus ojos. Ella le había roto el corazón de la manera más malévola que podía. Ahí estaba él, a punto de romperse en mil pedazos. No era simplemente el hecho de que su matrimonio era una farsa, era también por su familia. Su mente se volvió hacia su hija y él comenzó a llorar.

"¿Cómo pudiste hacer esto?" le preguntó a Rose, temblando de desolación.

"Lo siento, Edward… no hay explicación para todo esto. Sabes que te amo… y siempre lo haré."

"No estoy hablando de mí, puta,¡lo nuestro está completamente terminado! ¡Estoy hablando de Honey!"

Rose dejó de llorar por un minuto y se dejó caer al suelo. Vio hacia sus pies en silencio, mientras Edward seguía mirándola fijamente. "No pensaste en eso antes de dejar que ese mierda te follara, ¿cierto?"

Rose no le pudo dar una respuesta a su marido. Ella estaba completamente arrepentida y llena de remordimiento, pero no había manera de que pudiera regresar el tiempo. Lo que estaba hecho, estaba hecho, y ahora ella tendría que enfrentar las duras consecuencias. Ella perdería a Edward, el amor de su vida, que, claramente, ahora la odiaba, pero lo que más le dolía era perder a su hija. Ella sabía el gran amor que Edward le tenía a Honey y la única manera en que ella podría arreglar todo, era amenazándolo. En sus ojos, ella veía eso como la única solución para el cruel lío que había creado.

"Si me haces irme, sabes que me llevaré a Honey conmigo," Rosalie declaró.

Edward cambió. Se había licenciado en Derecho en Harvard así que por supuesto que sabía de batallas por la custodia. La mamá, si no era violenta o inestable, siempre ganaba. A pesar de que todo lo que él pudiera pensar sobre cuán jodidamente puta era, aún así sabía que era buena mamá. Él no dejaría que se llevara a Honey lejos de él.

"No, no puedes irte y llevarte a Honey contigo," Edward gritó.

"Ella es nuestra hija, Edward. Yo soy su mamá, y ella va a cualquier lugar que yo vaya. Es así como es," Rose gritó en respuesta.

"No, necesitas irte y dejarla aquí conmigo."

"¿Y quien va a cuidar de ella, Edward? Tú estás en el trabajo la mayor parte del tiempo, ¡Casi nunca te vemos! Sabes, quizás eso sea por lo que esto pasó."

Edward se detuvo por un segundo. Él pensó en Rose y en cuán a menudo él estaba en el trabajo. "Rose, ¿cuántas veces te acostaste con este tipo?"

Rose se movió y dudó. Ella sabía que el daño ya estaba hecho y la única cosa que podía hacer como penitencia era decírselo. Era lo menos que podía haber hecho. "Dos veces, pero eso es todo."

Edward sintió su ira burbujear en su interior, como si fuera a salir en erupción por su boca. Apretó sus manos en puños y notó que sus uñas se enterraban en las heridas que se había hecho anteriormente. Un par más de lágrimas salieron de sus ojos. Miró hacia Rosalie y su corazón se rompió una y otra vez. Él no quería volver a verla, pero luego pensó en Honey y eso lo hizo llorar aún más. Él sabía cómo era Rosalie; ella amaba a Honey tanto como él y ella haría lo que fuera para mantener a su familia unida.

"Me quedaré."

Rose sorbió la nariz y lo miró. "¿En serio?" preguntó.

"Sí, pero con tres condiciones."

Rose bajó la mirada, en desesperación y aguardando la cruda realidad y las terrible consecuencias que sus actos traerían.

"Uno, cuando él esté en mejor estado, sacarás de aquí a este tipo y borrarás cualquier rastro de él en esta casa, ¿entiendes?"

Rose asintió con la cabeza.

"Segundo, cada vez que esté aquí, yo cuidaré a Honey. Cuando esté en el trabajo, es cuando tú tendrás tiempo con ella."

Rose dudó pero después asintió con la cabeza, cuando se dio cuenta de que no haría gran diferencia a como había sido hasta ahora.

"Y tercero, este será el más importante," él susurró y luego pausó.

"¿Qué es eso?" Rose le preguntó, previniendo una dura respuesta. Rose se estremeció ante el siguiente tono de voz.

"No quiero volver a estar en la misma habitación que tú. Dormiré en la habitación que está vacía, ya que no quiero estar en ninguna habitación donde haya pasado esa cosa. No quiero hablar contigo, ni tan siquiera quiero verte, ¿entiendes? La única cosa que tenemos ahora es a Honey, y esa es la única razón por la que te quedas. No hay más un 'nosotros'. Hemos terminado."

Rosalie comenzó a sollozar fuertemente. Fue hasta que Edward le dijo todo eso, cuando cayó en realidad. Ella quería rogar por su perdón, pero sabía que no serviría. Ella lo amaba incondicionalmente y ahora era muy tarde. Él ya no era suyo.

Edward dejó la habitación bruscamente; cualquier cosa para escapar de la cara que se le recordaba constantemente de lo mucho que su corazón le dolía. Él necesitaba hacer algo, solo para sentirse vivo de nuevo.

Entró en la habitación de Honey y notó que había parado de llorar. En cambió, se quedó dormida, felizmente ignorante del hecho de que el futuro de sus padres juntos había sido arruinado y luego alejado. Edward cuidadosamente la levantó junto con su manta, tratando de no despertarla. Tuvo éxito mientras la abrazaba estrechamente, pero no fuertemente, y la arrullaba gentilmente.

Vio su rostro tranquilo y estaba celoso de cuán serena parecía. Daría cualquier cosa para dormir todo el día y no tener que despertar a la realidad implacable que estaba a punto de comenzar. Por lo menos aún tenía a su hija, y en ese momento era lo único que importaba.

Edward fue repentinamente regresado a la realidad por la tímida voz de su esposa. "Edward, por favor, no quiero seguir así. Tu cabeza está perdida; pareciera que ya no hay vida en tus ojos. Estoy preocupada por ti," susurró.

"Como si te importara, Rose," Edward bufó en respuesta. Él no tenía tiempo para eso y no quería discutir enfrente de Honey. Había llegado a la edad en la que entendía todas las cosas que decían y las repetía.

Caminó hacia Honey y le dio un beso en la mejilla. "Adiós, cielo, solo iré a trabajar. Te veré más tarde. Te amo."

Rose se estremeció ante las amorosas palabras de su marido, contrastantes con las que le había dedicado a ella.

"Te amo, Papi," contestó. El corazón de Edward se disparó de alegría al escuchar esas palabras.

"Edward, tú no trabajas los domingos," Rose declaró, pero él la ignoró y se dirigió a la puerta.

Necesitaba sacar todas esas cosas de su cabeza y tratar de recordar cuándo fue la última vez que se sintió cautivado sin que eso lo llevara de regreso a su esposa o a su hija. Entonces recordó.

La chica de la panadería —¡Por supuesto! Él se sorprendió por haberla olvidado. Recordó la manera en que ella tartamudeaba al hablar con él, la manera en que sus ojos eran una constante historia y lo que más recordaba era cuán hermosa la encontraba. Ella era primera persona con la que había sentido una conexión desde… se estremeció. No quería pensar en ella por hoy, si podía.

Se preguntó si la panadería abriría los domingos, e inmediatamente se subió a su auto y se dirigió a esa calle. Sonrió al avocar la electricidad que se había producido con el toque entre él y la chica, y después rió. Se estaba riendo del hecho de que cuando pensaba en ella, se sentía casi feliz. Él no había sentido esa clase de felicidad en mucho tiempo, y él quería sentirla de nuevo.

Estacionó su auto lo más cerca de la panadería que pudo, y luego salió. El viento soplaba en su cabello mientras se dirigía a la tienda, leyó el letrero de abierto, empujó la puerta y entró. Sonrió cuando se dio cuenta de que ella estaba trabajando ahí de nuevo, y lucía aún más exquisita.

Después de todo, ella era la única que lo hacía olvidar.


Chicas, lamento mucho la demora, pero he tenido problemas personales fuertes, nada de que preocuparse pero fue difícil terminar este cap, sin embargo, ya organizaré mis horarios.

Por otro lado, no creen que Honey es un amooorrrrr? Y aquí Rose me cae mal U_U

Esmeralda: Actualizaré tan pronto como pueda, cielo, mil gracias por tus comentarios

Yomisma: Awww gracias por seguir leyéndome, linda

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Mil gracias por sus reviews, alertas, favoritos, son geniales, chicas

Con todo mi cariño,

Sparklinghaledecullen

(twitter: Silferstar)