Aja

Todo lo mío (?) es para Lizjoo porque es MI TODO y la amo densamente & porque soy de ella para todo lo que guste & desee

Twilight no me pertenece, y la historia tampoco, es deAngryBadgerGirl. Solo me adjudico la traducción

De nuevo, muchísimas gracias a Ericastelo por betearme este capítulo y ya, por todo…

Todos los diálogos en francés están traducidos al final

El final…


EDPAPOV

Mientras el mes de mayo llegaba a su fin, también lo hacían las clases de Bella. Entregó las últimas tareas y presentó sus exámenes, sintiéndose segura de haberlo hecho tan bien como siempre lo hacía. Cuando Renée llegó para su visita extendida, el único evento importante antes de la boda era la entrega del diploma de Bella. Era un día significativo en su vida y yo estaba muy orgulloso de ella. Carlisle, Esme, y Patrick manejaron desde Hannover para asistir, y celebramos después yendo a un restaurante que Bella eligió.

Si así es que eran las reuniones familiares, debía admitir que me había estado perdiendo de algo muy gratificante. Juntarnos para Pascua y conocer personas cercanas a mi nueva familia había sido una ocasión alegre para mí, pero la graduación de Bella era más significativa. El visible orgullo en los ojos de Carlisle mientras la abrazaba y la amigable palmada que Esme le había dado en el hombro a Renée mientras se le escapan lágrimas de felicidad maternal, mostraban cuán cercanos nos habíamos vuelto, incluso a pesar del relativamente corto periodo de tiempo. Carlisle y Esme trataban a Bella con una amabilidad y familiaridad que verdaderamente me hacían feliz. Decir que estaba contento de haber decidido buscar y contactar a Carlisle era un eufemismo.

Incluso la bendición de todo corazón de Patrick antes de la cena de graduación de Bella revelaba lo bien que había llegado a conocerla como persona —más que una simple conocida:

'Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra…'

Desde el principio había sido obvio que a mi abuelo le había tomado solo un instante que Bella le gustara. Pero las conversaciones en las cenas de los domingos habían provocado una verdaderamente agradable amistad, especialmente porque tenían un interés común en trabajar en ayudar a los demás: Bella a través del servicio social, y Patrick a través del sacerdocio.

Mirando hacia atrás y pensando en cómo solía verme a mí mismo… sonaba verdaderamente absurdo, pero estaba sorprendido de qué tan poco esperaba de mí y de la vida en general. No se sentía como si tuviera algún propósito fuera de mi carrera. Cuando no estaba trabajando en el hospital, iba de un bar o antro de moda a otro, vagando sin rumbo a través de una vida social que era ocupada, pero también sin sentido —llena de nada, realmente.

Las tres semanas después de la graduación de Bella fueron un torrente de actividad. Bella, Renée, y Esme formaron una organizada y con experiencia 'ejército para bodas', a falta de una mejor manera de describirlo. Ningún hombre podía cuestionar a estas mujeres si sabía lo que era bueno para él, así que me quedé aparte y obedientemente cumplí las órdenes de tener mi esmoquin listo, escoger mi anillo, y contestar con sinceridad cuando se me pedía mi opinión.

Aprendí una lección acerca de dar mi opinión, y lo hice de la manera difícil. Preguntas como: '¿quieres una Sachertorte(1) de chocolate o un 'arreglo de cupcakes' terciopelo rojo(2)?' eran engañosamente complejas. Si, en el futuro, alguna vez me encuentro con otro chico que sea un novio inminente, le aconsejaré fuertemente que busque 'Sachertorte' y 'arreglo de cupcakes' en Google antes de responder esa pregunta. La razón es esta: contestar honestamente que no tienes ni si quiera la menor idea de lo que un "Sachertorte" o un "arreglo de cupckaes" es, se considerará una respuesta insuficiente —a juzgar por el suspiro de frustración de Bella. No me tomó mucho tiempo deducir que una respuesta sincera, pero informada era lo que se esperaba.

Arreglármelas para sobrevivir al triunvirato nupcial conformado por mi prometida, mi madrastra, y mi futura suegra se volvió menos difícil mientras el tiempo pasaba. Ojos Cafés estuvo ocupada, pero era obvio que era feliz pasando su tiempo con su madre y Esme. Su ayuda era un gran alivio para ella, y parecía haber una especie de ritual femenino de amarre entre las tres. Llegué a casa en varias ocasiones para encontrarlas riendo tontamente y hablando en baja y conspiradora voz. Algunas veces Bella estaba riendo y susurrando con ellas, otras veces estaba tan roja como la remolacha. No me atreví a preguntar. Algo en mi psique masculina y mi fácilmente magullado ego me decía que simplemente no quería saberlo.

Ojos Cafés y yo nos instalamos en la cama la noche antes del ensayo de la boda y de la cena de después. Acurrucándose a mi lado, Bella envolvió sus brazos alrededor de mi torso y canturreó alegremente en mi pecho.

"En cuarenta y ocho horas, seré la señora Estrujadora", dijo con una risa.

"Esa serás. ¿Alguna última petición?" dije sarcásticamente.

"Sí, quiero mi cordura de regreso. Y mi inclinación natural hacia el cinismo. Todo este romance está matando mi más afilado, sarcástico y cínico lado".

"Yo extraño mi ignorancia respecto al pastel. Solía pensar en él como, bueno, pastel. Ahora hay fondants y cremas de mantequilla y elaboradas estructuras de cupcakes".

"No te burles de los pasteles que simboliza la prosperidad y la fecundidad de nuestra unión, Edward", trató de decir con una cara seria, pero no pudo. Rápidamente se disolvió en risitas tontas.

"Qué desconsiderado de mi padre. Aquí estoy yo creyendo que es solo un pastel. Espera… ¿dijiste 'fecundidad'?" pregunté, tocando la mantita de pechos para darle énfasis a mi curiosidad.

"Wow, casi logro que se te escape", dijo con fingido asombro.

"Comentarios acerca de ser fértil son fértiles con posibilidades. Estoy sorprendido, Ojos Cafés. Ya deberías esperar esto de mí", repliqué en un bajo gruñido antes de chasquearle la lengua.

"Tengo cuarenta y más años para aprender, Chico Desvergonzado Edward", me dijo, palmeando mi pecho ligeramente y bostezando.

"Si te toma tanto tiempo aprender, debo ser un profesor horrible. De hecho, creo que necesitas repetir el curso al que te inscribiste en septiembre. No estoy seguro de que te enseñé lo suficiente".

"Oh, ¿eso es verdad? Bueno, no voy a estar en desacuerdo contigo si hay más que deberíamos explorar", susurró, besando mi cuello.

"Sí, y también, he sido terriblemente negligente sobre algo —nunca usamos tus suplementos escolares".

"¿Te refieres a la canasta del calenturiento follador conejo de Pascua? ¿Las cosas que Rose y Alice me dieron por mi cumpleaños?"

"A esa misma. Aún está en una repisa del armario de mi pasillo. ¿Qué dices si la empacamos para la luna de miel?" pregunté, rogando silenciosamente que dijera que sí.

"¿Tengo clases mientras estoy de vacaciones? Usted es un negrero, Profesor", se quejó en broma.

"No soy nada si no minucioso, Ojos Cafés", le dije antes de tocar minuciosamente su pecho antes de besarlo ligeramente y perderme en un pacífico sueño.

El ensayo del siguiente día pasó fluidamente, y disfrutamos una agradable cena después en un salón privado que habíamos rentado en un restaurante cercano. Las personas de fuera de la ciudad habían ido llegando en los últimos días, y muchos de ellos se nos unieron. Bella y yo nos mezclamos y socializamos con algunos de mis viejos amigos de la universidad con los que aún me mantenía en contacto, y ella me presentó a la mamá de Renée que es de origen italiano, a quien Bella se refirió con afecto como 'Nona'.(3)

Después de la cena, Ojos Cafés y yo nos fuimos con nuestro pequeño grupo de amigos para una despedida de soltero y soltera conjunta. Los dos habíamos decidido hace algunas semanas que ninguno estaba particularmente interesado en fiestas separadas. Una noche de libertinaje borrachera en un club de nudistas era una actividad en la que había tomado parte demasiadas veces en el pasado. En efecto, había tenido mi despedida de soltero, una y otra vez, por aproximadamente diez años. Lo que la mayoría de los hombres consideraban como su último acto de libertad, yo lo consideraba un viejo hábito que no iba a exactamente extrañar.

"¿Estás segura de que no querías tu propia despedida de soltera, Ojos Cafés?" le pregunté mientras nuestro grupo entraba en un pequeño bar cerca de donde habíamos tenido la cena de ensayo.

"¿Qué, te perderías verme usando esto?" preguntó, señalando el sombrero de vaquero blanco que estaba sobre su cabeza. Tenía un pequeño velo atado a la parte trasera que decía 'novia' en letras gigantes hechas con diamantes de imitación en la parte delantera.

Alice y Rose, junto con Jasper y Emmett, se pusieron alrededor de nosotros.

"Aw, Bella ballsack(4), deja de estar de molesta. Apuesto a que Edward adora cuando te vuelves toda una vaquera", Alice se rió disimuladamente, dándole un codazo a Rose en las costillas.

"Alice, hay un concepto llamado 'límites personales', y claramente, tú no tienes ninguno", le informó Bella a su amiga rodando los ojos.

"Lo que sea. Tú sabes, Edward", dijo Alice, girándose hacia mí. "Tu pequeña señorita aquí no era exactamente la calienta camas del campus cuando la conociste. Rose y yo temíamos que nunca vería a un hombre desnudo. Así que, ya sabes, gracias por hacerte caso de eso tan rápidamente… y por haberla follado". Se rió tontamente mientras ponía su brazo alrededor de Ojos Cafés y darle un beso en la mejilla.

"Oh, Dios mío, ¿así es como transmites tus mejores deseos a alguien que está a punto de casarse, Alice? ¿Qué le dices a alguien cuando te dice que está embarazada? ¿'Qué bueno que no se salió antes'?" bromeó Bella mientras empujaba ligeramente el hombro de su amiga.

"Uh oh, ¿hay algo que no estés diciéndonos?" preguntó Rose, sonriéndonos a Bella y a mí.

"¡Un mini-ballsack!" gorjeó Alice. La cara de Bella se puso carmesí antes de pegarle a Alice en oído, quien gritó en respuesta.

"Lo juro por Dios, si llaman a mi futuro aún-no-existente niño así…" advirtió, agitando su cabeza.

"Aún no estás cagando arcoíris, Bella", le informó Rose. "Pero como son los esposos, pudiste hacerlo peor", agregó con una sonrisa juguetona antes de golpearme fuertemente en el bíceps. Traté de no hacer una mueca y parecer un completo endeble.

"¡Wow! ¡Es un buen golpe el que tienes!", dije con una media risa, frotando mi brazo.

"Cuidado, Rose, ese es su brazo malo. Es el que a todas su pacientes embarazadas les encanta mutilar cuando sienten dolor", le dijo Bella, le advirtió juguetonamente a su amiga y haciendo parecer como si fuera un lisiado por tratar con demasiadas iracundas mujeres en labor de parto.

"Aw, yo solo estaba tratando de felicitarlos, chicos", ofreció Rose, palmeando mi brazo y riendo.

"Sí, las felicitaciones definitivamente están a la orden del día", interrumpió Jasper. Le dio a mi hombro una fuerte palmada mientras Emmett agitaba mi mano.

"Tu última noche como un hombre libre, Edward", susurró Emmett de manera conspiradora en mi oído. "Podemos esperar a que las chicas estén listas, mandarlas a casa, y después quizás ir a un club con tetas".

"Gracias por la oferta, pero no", repliqué con voz acallada. "Estoy a punto de casarme con las únicas, uh, 'tetas' a las que quiero ver".

"Chico. Gracias a Dios. Pensé en ofrecerlo, ya sabes, porque somos amigos y todo, pero Rose hubiera dejado mis bolas en un cabestrillo si alguna vez descubría que realmente fuimos", confesó con un obvio alivio. Agité mi cabeza y reí, agradeciéndole por su poco entusiasta invitación, así como por su valor.

"¿Qué tal una ronda de shots?" nos preguntó Jasper. "Un brindis por la feliz pareja. ¿Cómo será?"

Alice sonrió y se inclinó hacia Jasper, murmurando suavemente en su oído.

"Esto es por lo que te amo, bebé", es todo lo que él dijo en respuesta.

Pronto, estamos ya en el bar mientras el mesero pone una copa llena de un cremoso, licor rosáceo en frente de cada uno. No siendo ajeno al pase entre bares (5), reconocí la mezcla de inmediato e hice mi mayor esfuerzo para no sonreír.

"Por Bella y Edward", dijo Jasper, alzando su copa y mirándome. "Edward, espero que disfrutes de esto hasta que seas un jodido vejestorio, amigo". Y con eso, todos nos empinamos nuestros tragos. Dejé salir un satisfecho 'ahh' un poco demasiado fuerte, provocando que Bella me mirara con curiosidad.

"Eso estaba delicioso. ¿Cómo se llama?" preguntó.

"Vagina Cremosa", dije con un guiño.

"¡Jasper!" chasqueó, enterrándole juguetonamente su dedo en el hombro.

"Hey, fue idea de Alice" dijo, señalando a su novia y riendo entre dientes cuando Bella y Alice empezaron a abofetearse los brazos.

"Okay, voy por la siguiente ronda", anunció Rose.

Una vez más, más copas llenas fueron traídas, y esta vez, Rose hizo el brindis.

"Un brindis por los próximos Dr. y Sra. Cullen. Ordené estos porque un pajarito me contó que ambos las disfrutan", se rió entre dientes.

"Oh, Dios, ¿cómo se llama este?" gimió Bella mientras ponía sus manos sobre sus ojos e inclinaba su cabeza hacia mí para que yo pudiera susurrar en su oído.

Como si yo fuera a dejarla escaparse del anzuelo tan fácilmente.

En lugar de responder su pregunta, tomé la copa y la levanté cuidadosamente hasta su cara, mirando mientras ella cerraba sus ojos y abría sus labios. Lentamente, vertí el líquido en su boca. Canturreó suavemente para sí, después lamió y chasqueó sus coquetos, labios rosas de una manera que hizo sentir como si estuviera a punto de perder mi mente.

"Muy bueno", suspira.

"Se llama Mamada. Y 'bueno' no empieza a describirlas". Susurré suavemente en su oído, jalándola hacia mí para que quedara entre mis piernas mientras yo me sentaba en un taburete. Mis manos se arrastraron lentamente por la parte posterior de sus muslos antes de acomodarse en su pequeño trasero bien formado.

"Edward, sé bueno", advirtió, moviendo mis manos de su trasero al territorio más seguro que era su cintura. "Lo prometiste, ¿recuerdas? Nada divertido esta noche. Vamos a tratar al menos de crear algo de anticipación para la luna de miel".

"Sí, lo recuerdo. Eso no significa que tenga que gustarme", hice un puchero, dándole la misma expresión triste que siempre le daba cuando quería que sintiera aflicción por mí. Ciertamente no estaba más allá de usar esas técnicas.

"Bueno, el puchero es más o menos irresistible, pero esta vez no te vas a salir con la tuya", me informó mientras cruzaba sus brazos a través de su pecho y alzaba su barbilla en el aire.

"¿Mi puchero no logró un forcejeo en ti?" pregunté.

"No cuando el puchero lo hace un grosero".

"¿Estás rehuyendode mi puchero?"

"¡Solo porque tú eres un pregonerocon tu puchero!"

"¿Así que mi puchero está vencido?"

"Sin ningún titubeo. Pero queda con tu comportamiento que parece de cabreo", me aseguró antes de besar la punta de mi nariz, como solía hacer de vez en cuando.

"¿Aún soy tu pequeño cerdito?"

"Solo llámame Pequeño Bo… Molesta"(6), dijo con una risa.

Envolvió sus dedos alrededor de mi cuello y me dio un largo y lento beso. Si estaba tratando de provocarme dándome una prueba pero no la comida entera, estaba funcionando. Mis manos viajaban de arriba abajo por los costados de su esbelto torso, y cuando ella gimió débilmente, supe que necesitaba detenerme pronto o la arrastraría fuera de ahí hasta el espacio cerrado más cercano. Ni siquiera tenía que ser una habitación: una tienda de campaña, una cueva, incluso una caja de cartón resistente serviría.

"Bien, ustedes dos", empezó Rose, interrumpiendo nuestra pequeña improvisada sesión de manoseo. Nos miró con ligera desaprobación, y si no estaba equivocado, sentía uno de sus clásicos insultos venir. "No sé qué es peor, mirarlos a ustedes dos tratando de comerse mutuamente vivos o escucharlos hablar como el Dr. Seuss y su gato en calor en el Sombrero (7).

"¿Celosa?" bufó Bella, arrugando su cara hacia su amiga.

"Seh, estoy celosa de su montón de tonterías cursis cacofónicas (8)", dijo Rose en lo que únicamente podía describir como un tono de voz 'ridículamente infantil'.

"Ohh, joder.Solo te tomó... uh, diez meses llegar a una respuesta para algo que te dije", replicó Ojos Cafés, siendo juguetonamente desdeñosa.

"¿Tengoque ser tu dama de honor?" bromeó Rose.

"No lo sé. ¿Tuveque escucharte montar a tus escuálidos ponys durante tres años a través de un fino muro?"

"Cuidado, vaquera. Quizás seas tú la que está usando el sombrero, pero eres nueva en este rodeo", bromeó Rose mientras codeaba a su amiga en las costillas.

"Bien", replicó Bella con una sonrisa avergonzada. "Tengo una montura realmente buena", me abrazó fuertemente mientras se sonrojaba un poco, sorprendida por su propia maliciosa 'habla de chicas', en frente de mí, nada menos.

"Edward, el encantador de vaginas", interrumpió Alice con un suspiro melancólico. "Tan tierno y romántico, pero aún así pervertido. Realmente mi favorito".

"Está bien, suficiente", dijo Bella antes de reír junto con sus amigas.

Mientras la noche transcurría, Emmett y Jasper nos pidieron más tragos de alcohol con nombres sugestivos. Ojos Cafés había renunciado al sombrero y se lo había pasado a Alice, quien se veía deleitada usándolo mientras estaba a horcajadas en el regazo de Jasper y chillaba '¡arre, caballo!'. Pero tuve que poner un límite cuando Bella, más que un poco achispada para este punto, se me acercó con una bebida en su mano y la puso en mis labios justo como lo había hecho con ella antes. Ella sabía lo que provocaba en mí cuando tomaba el control —cuán excitado me ponía cuando ella era tan atrevida, tan descarada.

"Tírame Y Fóllame", susurró en mi oreja.

Parpadeando lentamente y tomando una profunda respiración para sofocar el colosal impulso que tenía de hacer exactamente lo que me acababa de decir, volteé mi cabeza y me apoyé en su perfil, mi nariz tocando ligeramente su sien.

"Si rogara, me dejarías... ¿tirarte y follarte?" murmuré.

"Ni siquiera tienes que rogar, amor,pero ciertamente no me molestaría escucharlo", suspiró mientras su palmas se presionaban suavemente contra mi cuello.

"Quiero irme de aquí... en serio", confesé antes de hundir descaradamente mi nariz en los mechones de su cabello cerca de su cuello y besar su clavícula.

"Mmm, yo también", confesó.

"¿Pensé que querías que fuera bueno?" dije con una ceja alzada antes de quitar su mano que estaba acariciando mi pecho y besar su palma.

"Oh, tú eresbueno. Eres muy bueno. Ese es todo el problema", replicó, ladeando su cabeza hacia mí. Lo que dijo después fue tan 'clásico de Ojos Cafés' que empecé a reírme mientras lo decía. "Bueno, quizás no todoel problema, porque pienso que parte del problema quizás tenga algo que ver con todos esos tragos con nombres pervertidos, porque alcohol más insinuaciones sexuales más el hombre más hermoso que jamás he visto, o sea, tan hermoso, él..." divagó antes de que su voz se desvaneciera ante mis risas entre dientes.

"¿Él qué?" pregunté, sosteniendo su barbilla con dos puntas de mis dedos y levantando una ceja hacia ella.

"Ya no quiero decirlo. Estás riéndote", respondió, sus labios formando un puchero como el que yo había hecho antes.

"Oh, vamos, no mehagas pucheros.No tengo tu fuerza de voluntad, Ojos Cafés. Además, yo solo estaba riéndome porque adoro verte hacer eso", dije, poniendo gentilmente un mechón detrás de su oreja.

"¿Hacer qué?" preguntó, luciendo algo confundida.

"Cuando tu cara cambia así tan rápidamente", expliqué. "Puedo verlas todas tan vívidamente, todas las expresiones diferentes —sexy, pensativa, incluso un poco avergonzada— quiero decir que es hermoso, pero es mejor, es..."

"Perfecto", interrumpió. "Yo iba a decir 'él es perfecto'".

"Esa es la palabra", estuve de acuerdo, jalándola hacia mí y besando esos sabrosos labios llenos.

No les tomó mucho a nuestros amigos darse cuenta de lo tarde que era, y cómo Bella y yo parecíamos cada vez más interesados el uno en el otro que en celebrar con el grupo. Alice y Rose insistieron en que los dos durmiéramos bien mientras aún pudiéramos, y pronto fuimos metidos en un taxi para que al menos tratáramos de descansar un poco.

Tratar de meter a mi más-que-ligeramente ebria prometida en la cama fue más desafiante de lo que esperaba. Es una maraña muy entretenida de comedia, torpeza, lujuria, y franqueza cuando está borracha.

"Ojos Cafés, quédate quieta", reí, tratando de sacarle los zapatos. Está encaramada en el borde de la cama mientras yo estoy sentado frente a ella en un sillón.

"Trato… pero… ties cosquimas", jadeó, luchando por dejar de reírse.

"Si hay un premio para mejor Cambio de letras ebriamente, tú tendrías un zapato en él. Incluso aunque no traigas zapatos", bromeé, acariciando gentilmente su tobillo.

"Gracias a Dios que aplasté ese dedo del pie", replicó sin sentido. Sus incongruencias de borracha eran casi tan buenas como sus cambios de letras, y no pude evitar reír de nuevo.

"¿Qué dedo, Cenicienta?" pregunté, palmeando la parte de arriba de su pie.

"El pequeñito. Lastimé mi pie, recuerda —esa noche que traje la cena, cuando acababa de mudarme. Mirabas mi dedo como si fuera… la cosa más interesante que tú jamás has visto. Nunca nadie había visto a mi pie de esa forma. Nunca nadie me miró antes de esa forma", confesó, sus ojos ensanchándose.

"Quería asegurarme de que realmente no estabas lastimada", expliqué frotando su pantorrilla de arriba abajo.

"Lo sé. Siempre has sido de esa forma. Incluso trataste de alejarte de mí. No funcionó. Yo simplemente te amé por eso", admitió, dándome esa tímida media sonrisa que ha afectado a mi cerebro más de lo que quisiera admitir.

"Te estás poniendo sentimental conmigo. Algo está mal", dije.

"Es tu culpa".

"¿Cuándo no?"

"Shhh y estrújame", insistió, estirándose en la cama con las piernas abiertas y sus brazos extendidos hacia mí.

"No puedo, acordamos dormir separados esta noche, ¿lo recuerdas?" dije, deslizándome hasta el borde de la cama. Era una distancia cómoda y segura para mi fuerza de voluntad.

"No, yo no recuerdo eso. De hecho, recuerdo que me dije a mí misma olvidar recordar. O recordar olvidar. No puedo recordar cuál", divagó antes de estallar en risitas tontas.

"Eres adorable cuando estás tomada", le informé mientras frotaba su vientre con la palma de mi mano.

"Edward, los poodles son adorables. Los bebés son adorables. Yo no soy adorable", protestó, con una muy seria y muy indignada expresión. Solo podía describirla como, bueno, adorable.

"¿Ves lo que pasa cuando te digo un cumplido? Voy a llamar a una moratoria en cumplidos", le dije, burlándome mientras ella arrugaba su cara hacia mí.

"Solo estás usando esa palabra para tratar de conseguir que yo la diga cuando mi boca está toda enroscada y elástica", hizo un puchero.

"¿Qué palabra?"

"Motoraria. Morturaria. Dios, justo ahora te odio.

"Debería irme, Ojos Cafés".

"No, no deberías".

"Sí, debería".

"Estás realmente discutiendo por salirte de la cama de una mujer. Igual apesto siendo seductora… o quizás solo apesto. No estoy segura. ¿Ambas?"

"Suficiente de esos disparates, Ojos Cafés. Estoy luchando contra mi voluntad para que pueda cumplir la promesa que le hice a la mujer que amo, y así no decepcionarla. Tú eres mi chica sexy, tú sabes eso, bebé", le aseguré, dándole a su hombro una suave caricia.

"Sí, pero ¿eres o no eres mi bebé?"(10)

"Excelente elección de canción. ¿Qué versión es tu favorita? La de Louis Jordan o la de Dinah Washington?" pregunté, esperando cambiar el tema de ella pidiéndome que le diera algo que quiero darle más que nada.

"Tom y Jerry" contestó, riendo tontamente para sí.

"¿Es la caricatura del gato y el ratón?

"¿No sabes quiénes son Tom y Jerry? ¿Cómo puedes casarte con alguien tan común?"

"Bueno, no sé qué tan buena sea siendo común. Ella cae mucho".

"Muchas-gracias, Señor Mucho-en-mis-Pantalones. Excepto ahora", gruñe, arrugando su nariz hacia mí.

"Me disculpo profundamente por simplemente hacer lo que me pediste hoy más temprano".

"Deberías lamentarlo, señor. Aquí estoy, esperando a que tú sigas el camino del mal conmigo", dijo, inclinándose hacia atrás en la cama con su mano contra su frente, luciendo como una ebria Scarlett O'Hara.(11)

"Bien, Enaguas Defectuosas", bromeé. Me gané una patada en la espinilla por esa observación. "¿Por qué no te traigo un gigantesco vaso de agua y algunas aspirinas? Después podemos acurrucarnos, ¿está bien eso?" ofrecí.

"Eres tan práctico y tan médico. ¿Te casas conmigo?"

"Claro. ¿Qué tal te suena mañana?"

"Hmm, déjame consultar mi agenda. ¿Qué crees? Estoy libre todo el día".

"Perfecto. Después de todo estaré más que deleitado por… visitar Hooterville", (12) dije con una gran sonrisa.

"Pervertido".

"Señora Pervertida". Apenas escapé de una almohada lanzada hacia mi cabeza por eso antes de salir corriendo de la habitación.

Después de traerle algunas aspirinas y un vaso de agua, nos acurrucamos en la cama, mi brazo enroscado alrededor de su cintura. Besando de arriba abajo su cuello desde el lóbulo de su oreja hasta justo encima de su clavícula es una práctica de torturante restricción, pero pronto se sumerge en un sueño profundo. La beso ligeramente en su sien y susurro 'dulces sueños' antes de deslizarme silenciosamente fuera de la cama.

Pasé la mayor parte de la noche incapaz de dormir, mi mente estaba corriendo a través de todos los detalles involucrados en el día siguiente. Pero también estaba inquieto por estar acostumbrado a que Bella esté durmiendo a mi lado. Simplemente se sentía mal no tenerla aquí. Solía buscar estar solo, pero ahora eso no me gusta. Necesito a la que me ayuda, a mi compañera… necesito sentir su suave y acojinado pecho debajo de mi mano. Lanzando un gemido bajo, pongo mi almohada encima de mi cabeza, e insto a mi cerebro a no ir por ese camino en particular. Me mantendría despierto y me pondría más caliente de lo que ya estaba.

Una noche de irregular descanso más tarde, me levanto y me ducho, esperando que la frescura del agua aclare mi cabeza un poco. Funcionó, pero solo hasta cierto grado. Estaba empezando a preguntarme por qué no estaba nervioso y solo esperaba que todo pasara fluida y suavemente. De hecho, tan ridículo como sonaba, no estar nervioso estaba poniéndome… nervioso. ¿No debería sentirme en absoluto reticente? ¿No debería de estar inquieto, dado que me casaba en unas horas?

Tomando algo de crema para afeitar, la extiendo alrededor de mi cara. Mientras comienzo a afeitarme, me doy cuenta de que hay muchas preguntas nadando en mi cabeza. ¿Qué tal que si no puedo hacer feliz a Ojos Cafés? ¿Seremos capaces de hacer malabares con todos los pequeños problemas de la vida —dinero, nuestras carreras, hijos? Mierda, ¿qué tal si simplemente empezamos a molestarnos mutuamente en vez de pelear jugando? Ninguna de esta preguntas me perturbaron en lo más mínimo. Mientras cada una pasaba por mi cerebro, me limitaba a encogerme de hombros ante mi reflejo en el espejo.

Salí del baño para ver a Ojos Cafés parada en la habitación, usando un albornoz. Aunque no estaba vestida, su cabello estaba acomodado delicadamente en un flojo chongo en su cabeza y estaba usando un poco más de maquillaje del que normalmente usaba.

Tenía la misma mirada en su cara que la primera vez que la vi, cuando erróneamente había pensado que era Jessica y no mi nueva vecina. Mirando fuera de la ventana, sus pensamientos estaban lejos, en algún lugar en un sueño, mientras su dedo ligeramente golpeaba su barbilla. Su hermoso perfil tenía el mismo efecto ahora que la primera vez.

"Se supone que es de mala suerte vernos ahorita", le recordé.

"Oh. Ya sabes, estás desnudo de nuevo. Solo que ahora no estoy tan sorprendida", se rió un poco demasiado ansiosamente antes de morder su labio.

"Y estoy vestido inmediatamente, ¿ves? Justo como la última vez", repliqué con una sonrisa de suficiencia mientras me ponía un par de bóxers negros.

"¿Edward? ¿Puedo preguntarte algo?" preguntó, sentándose en el borde de la cama y retorciendo sus manos. El pliegue de su frente me preocupó. Algo estaba molestándola.

"Por supuesto. ¿Qué es, dulce niña? ¿Estás nerviosa?", pregunté, dejándome caer a su lado y tomando su mano.

"Bueno… algo así. No por la boda. Solo por la vida en general. ¿Qué si… qué si algo malo pasa?" reflexiona, su cara grabada con preocupación.

"Te refieres a, ¿qué si no funciona? ¿Qué casarnos no funcione?"

"No solo eso. me refiero a cualquier cosa mala. Me desperté esta mañana y pensé 'hoy va a ser uno de los mejores días de mi vida, si no es que el mejor'. Y… ni siquiera sé cómo explicarlo. Probablemente no tendrá sentido. Pero cuando las cosas son así de buenas, quizás no puedan mantenerse. No he estado así de feliz en… no puedo siquiera recordar. Desde que era una niña, ¿quizás?" preguntó retóricamente mientras su voz comenzaba a temblar.

"Hey, ¿no eras tú la que quería pensar menos y empezar a vivir más en el momento? ¿No era esa tu idea? Tengo que decirlo, tanto como puede una ser, esa fue bastante brillante. Mira a dónde nos llevó", repliqué, esperando darle seguridad y tranquilizarla. Puse mi brazo alrededor de sus hombros mientras se inclinaba hacia mí para besar mi cuello.

"Estoy siendo ridícula. Solo yo me frustro por ser feliz, como si fuera algo malo", murmura mientras toma mi mano para frotar mi dedo meñique.

"No creo que estés siendo ridícula, solo un poco temerosa. Las cosas entre nosotros se dieron un poco rápido, aunque se siente bien. Pero si sirve de consuelo, prometo que haré lo que sea para hacerte feliz. Siempre. Vamos a considerar que las cosas buenas tienen un final. No para nosotros", le dije acariciando su mejilla.

"Pero ya arruiné nuestra buena suerte viniendo a verte antes de la boda", dijo, reprendiéndose a sí misma.

"Hmm", repliqué simplemente, fingiendo pensar en una solución a eso. Solo estaba fingiendo porque tenía algo que se suponía que Alice tenía que darle, pero ahora parecía el momento perfecto. "Ya sabes, dicen que poner un centavo en tu zapato es de buena suerte".

"¿Sí? ¿Tienes alguno?" preguntó, su ceño fruncido transformándose en una sonrisa.

"Déjame revisar mis bolsillos", dije, levantándome para hurgar en mis vaqueros que estaban sobre una silla. "¿Puedes creerlo? Todo lo que tengo son dos centavos —uno para cada zapato".

Mientras me volvía a sentar a su lado, sostuve los dos centavos en mi palma extendida. Ella los inspeccionó cuidadosamente y notó algo que imaginaba que descubriría rápidamente.

"Uno de ellos es del año en que nací y el otro es el del año en que naciste tú", apuntó, levantando su mirada hacia mí y levantando su ceja.

Ahora debía admitirlo; no soy especialmente supersticioso. Soy un hombre de ciencia, y yo hago mi propia suerte. Así que no era una coincidencia que yo tuviera dos centavos que fueron acuñados en una fecha significativa. Había pasado una hora en el banco buscando entre docenas de centavos para encontrar estos. Quizás yo no creía en la superstición, pero sí creía en hacer a mi Ojos Cafés tan afortunada como yo.

"Sí, ¿puedes creerlo?" preguntó a pesar de que podía decir por su mirada escéptica que ella realmente no lo hacía.

"No, pero ahora puedo creer por qué te tomó tanto tiempo solo 'corro al cajero automático' hace unos días", dijo con una risa.

"Sabía que no podía hacerte tonta. ¿Qué tal si simplemente soy tu tonto?" dije con un suspiro mientras la veía dejar caer los centavos en el bolsillo de su bata antes de envolver sus brazos alrededor de mi cintura en un apretado abrazo.

"Bueno, ya sabes que dicen de los tontos y precipitarse", bromeó. "Pero no hay nadie más con quien preferiría precipitarme. Y no puedo pensar en una vida sin ti".

"Pensé que lo había dejado claro, Ojos Cafés. No me voy a ir a ningún lado. Los omeletes son muy buenos".

"Deberías simplemente casarte con una gallina. Tú y Mamá Gallina pueden tener su felices por siempre".

"Tú tienes pechos más lindos que Mamá Gallina".

"Me retracto. Incluso Mamá Gallina está fuera de tu liga. Ella merece algo mejor".

"¿Estás degradándome comparado con un pollo imaginario?

"¿Te sientes desalentado?"

"Nunca. Tú eres la única ave para mí, Swan(cisne en español)", dije, besando el interior de su muñeca.

"Ese es mi gallo, caminando por ahí. ¿Quién lo hubiera pensado?" reflexionó, una sonrisa juguetona formándose en su cara.

"Hey, hablando de aves. Sobre esa fúrcula —el hueso de los deseos— de Día de Gracias. ¿Qué deseaste?" pregunté, habiendo estando con curiosidad por un largo rato. La levanté cuidadosamente por la cintura y la puse en mi regazo.

"Creo que no hace ningún daño si te lo digo ahora, ya que ya se hizo realidad. Deseé que te dieras cuenta de que te amaba, y que me amabas, correspondiéndome", dijo dulcemente, entrelazando sus dedos con los míos.

"Bien, ahora me siento inapropiado", jadeé mientras sentía a mi ceño fruncirse por algo de contrariedad.

"¿Qué? ¿Por qué? Uh, oh. ¿Cuántas pervertidas fantasías sexuales deseaste que se volvieran realidad?" bromeó, entrecerrando juguetonamente sus ojos hacia mí.

"No, nada de eso. Tú deseaste que yo viera algo que ya estabas dándome. Todo lo que yo deseé fue algo mucho más egoísta", expliqué mientras pasaba mi pulgar por el lado de su mejilla.

"¿Sí? ¿Cómo qué?"

"Deseé que estuvieras conmigo. Básicamente te deseé a ti. Yo simplemente… te quería. Toda para mí", confesé en voz baja. Incluso a pesar de que sabía que era egoísta, pero no podía sentirme culpable, sin importar nada. Tomó el mismo pulgar que ahora rizaba la línea de su mandíbula y lo besó ligeramente.

"Tienes razón. Eres codicioso. En el más increíble, adorable, encantador, dulce modo posible. Tú, Edward, eres el Gordon Gecko(13) de mi corazón".

"¿La codicia es buena?"

"¿Esta clase de codicia? Muy buena. Toma todo lo que quieras", ofreció.

"Hey, ¿qué dices si atendemos a esta cosa de la boda? Tengo una luna de miel a la cual ir y una esposa con la que necesito meterme".

"¿Vas a casarte conmigo solo para que duerma contigo? Wow. Todo lo que yo tuve que hacer para que durmieras conmigo fue pedir un favor. Tengo que decirlo, creo que me gusta llevar los pantalones aquí", bromeó, haciendo un pequeño baile de la felicidad mientras estaba parada en el mismo lugar. Una enorme sonrisa borró cualquier rastro del ceño fruncido que tenía antes, y era una visión mucho más bienvenida. Enredé mis brazos alrededor de ella mientras reía y decía que le estaba aplastando la vida fuera de ella.

Caí en la cuenta de por qué no estaba nervioso. Las aguas en las que íbamos a meternos en unas pocas horas quizás fueran desconocidas, pero podríamos navegarlas mientras estuviéramos juntos. Me metería en mar abierto y en cada tormenta que se presentara si eso significaba dejar la isla desierta en la que había vivido tanto tiempo. Cada pelea, riña, y las dificultades emocionales que pasáramos grabarían un nuevo pedazo en el mapa en nuestra relación. Con Bella como mi compañera, me gustaría ver el mundo que se me muestra lentamente.

Un suave beso en mis labios me sacó de mis ensoñaciones. Ojos Cafés me miró, y con un guiño me dijo que sus pies una vez fríos ahora estaban gloriosamente tostados. Señaló sus sandalias de spa y meneó sus dedos con uñas rosas para enfatizar su punto. Con eso, la acompañé a la puerta y besé su frente.

"Te veo pronto", le dije antes de darle a su trasero una suave palmada.

"¡Hey! ¿Por qué fue eso?" hizo un puchero, frotándose.

"Eso", comencé antes de dejar que mi mano se acercara a donde la suya estaba acariciándose. "Fue para recordarte que quizás tú seas la que lleva los pantalones, pero solo yo puedo quitártelos".

"¡¿Por qué?, yo debería!" dijo, sus manos convirtiéndose en pequeños puños mientras los agitaba hacia mí. Todo lo que pude hacer fue reírme entre dientes. Era menos intimidante que Moe de los Tres Chiflados, y mucho, mucho más bonita".

"Sí, cariño", dije con un juguetón aire de indiferencia mientras la hacía pasar por la puerta. Ella se fue, pero sin antes palmearme en regreso y correr con una fuerte risita.

"Que no se te haga tarde", le dije.

"Como si tuviera un lugar mejor al que ir", gritó de regreso, agitando su brazo por encima de su cabeza pero sin molestarse en voltearse.

Agitando mi cabeza y riendo para mí, cerré mi puerta y terminé de vestirme. Cuando estaba a punto de poner el pequeño adorno de flores blancas en la solapa, Carlisle tocó suavemente antes de entrar en mi habitación.

"¿Llevándolo bien?" preguntó mientras palmeaba mi hombro.

"Hasta ahora todo bien", contesté con una sonrisa. "Por cierto, gracias. Por todo".

"Ni lo menciones. Estoy teniendo la oportunidad de remediar todo lo que me he perdido. Yo soy el agradecido", sonreí modestamente y me encogí de hombros, incapaz de articular más adecuadamente cómo me sentía, incluso a pesar de que escucharlo expresar su gratitud me hacía feliz.

"Escucha, Edward", empezó, aclarando su garganta. "Quizás no tendremos oportunidad de hablar en privado hoy, así que solo quería dejarte saber que… estoy orgulloso de ti. Estoy orgulloso de que seas mi hijo", me dijo, sus labios apretados, conteniendo la emoción detrás de sus palabras.

Asentí y mi cara formó su propia expresión dura antes de darle un abrazo. No podía llegar a las palabras para responder algo que he querido escuchar toda mi vida. Si antes estaba sin palabras, ahora estaba simplemente mudo. A pesar del hecho de que mi padre estaba más en sintonía con sus emociones que yo con las mías, parecía entender inherentemente que las palabras entre hombres —incluso entre padre e hijo— algunas veces simplemente no son necesarias.

"Vamos a llevarte a la iglesia. Papá está esperando", me instó, cambiando rápidamente el ánimo entre nosotros con una sonrisa cálida.

Salimos del pequeño 'bed and breakfast' en New Hampshire en el que Bella y yo habíamos pasado la noche, aunque en habitaciones separadas. El cálido sol nos saludó, y tomé una larga respiración de aire fresco, agradecido por el cielo nublado y la agradable temperatura. El hecho de que todo esto estuviera pasando hoy, en mi cumpleaños número veintiocho, lo hacía todo más perfecto.

Patrick nos esperaba en la entrada lateral de la Iglesia de Todos los Santos, el mismo lugar en el que había estado predicando por muchos años, y el lugar en el que Carlisle esperaba que hubiese sido bautizado cuando nací.

"¿Así que los dos se arreglaron bien?" bromeó mi abuelo mientras nos veía a Carlisle y a mí en nuestros esmóquines. Estaba usando su mejor vestimenta verde brillante con dorado sobre un cuello rígido blanco, así que supe que mi padre y yo no éramos los únicos vestidos para la ocasión.

"¿No te enteraste? Hay una boda hoy", bromeó Carlisle.

"Ah, sí. El más joven de los Cullen encuentra una esposa", dijo, sonriendo brillantemente hacia mí. "Creo que estoy listo para cumplir ese favor que tu padre te pidió, Edward".

"Bien, porque yo también lo estoy", estuve de acuerdo entusiasmadamente.

"¡Un novio entusiasmado!" dijo Patrick con una risa sincera mientras me daba una palmada en la espalda. "Por aquí nos gustan esos. Mucho más que los pasan inconscientemente".

"Tengo los anillos aquí", me informó mi padre, palmeando su solapa para señalar el bolsillo interior de su saco.

Solté un suspiro de alivio mientras me daba cuenta de que ni siquiera recordé preguntar eso. Me estaba poniendo ansioso: no sobre casarme con Ojos Cafés, sino sobre conseguir sortear bien todos los detalles sin complicaciones mayores. Era un gran día para ella, para nuestras familias. Sé que esto es para mí. Ella es para mí. No quería ni necesitaba tener a nadie más en mi vida. Hoy era el día para hacer todo realidad y realmente preferiría no arruinarlo.

Mi abuelo notó la ligera mirada de pánico en mi cara y me dio una sonrisa reconfortante antes de envolver su brazo alrededor de mi hombro.

"Hijo, no hay nada por lo que estar nervioso", dijo. "Tu viejo abuelo es un experto en este negocio de las bodas. Y sé cuanto se quieren Bella y tú, y eso es lo que importa. Solo recuerda: 'huye el impío sin que nadie lo persiga, mas el justo está confiado como un león'".

Me dedicó un guiñó y apretó mi mano antes de recordarnos a Carlisle y a mí por dónde caminar y dónde quedarnos parados, tal como lo habíamos ensayado. Una vez que proclamó 'que empiece el juego', se va.

Carlisle se aproximó primero al altar, y tenía que seguirlo uno o dos minutos después. Por aproximadamente noventa segundos, no tuve nada que hacer más que pensar. No era una excesiva cantidad de tiempo en el gran esquema de las cosas, pero fue similar a lo que se describe como 'la vida pasando frente a tus ojos', solo que los recuerdos no fueron 'Edward Cullen: desde su nacimiento hasta ahora'. Fueron 'Edward Cullen: tu vida desde este minuto hasta que cierres tus ojos para siempre', y estuvieron llenos de todo de tipo de increíbles, emocionantes, alegres y atemorizantes ideas e imágenes.

Me quedé parado, literal y figurativamente, en el umbral y a punto de atravesarlo. Solo es atemorizante porque es desconocido, aun así las cosas que imaginé, las quiero muchísimo. No había ninguna garantía, solo un esfuerzo de buena fe.

En el 'vistazo de mi vida', vi la cara de Bella mostrar una gran variedad de expresiones de belleza deslumbrante, todas ellas llenas de vida y posibilidades. Desde ahí, mi mente flotó hasta un feliz, lleno y ruidoso hogar en el cual despertar y dormir. Había personas llamadas 'Abuela' y 'Abuelo'. Vi vacaciones familiares con el sol de verano conmigo gritando 'ten cuidado' a pesar del hecho de que estaba riendo mientras lo decía.

Repentinamente, se sienten como los más cortos y más largos noventa segundos de mi vida: los más cortos porque, francamente, podría quedarme aquí parado por la eternidad si cada ensueño iba a ser tan bueno como este. Pero también fueron los noventa segundos más largos porque necesitaba casarme y seguir con las imágenes más allá. Y así fue, di una vuelta esperando a que pasara ese largo minuto y medio.

Mis pies estaban más determinados que nunca, y di unos agradables, saludables pasos por el pasillo mientras el ligero aleteo de la música del arpa flotaba a mí alrededor. Las caras felices cuyos ojos me siguieron desde sus asientos en las bancas crearon un ambiente contagioso que estaba ansioso por compartir. Carlisle y Patrick tomaron turnos para agitar mi mano mientras me paraba entre ellos. La música cambió a los suaves acordes de la Primavera de Vivaldi, del concierto de las Cuatro Estaciones.

Es tiempo para que ese 'seguir más allá con las imágenes' empiece, Cullen.

Y ahí estaba ella, mi Bella, Ojos Cafés, la bookworm convertida en novia. Está parada brazo con brazo con Renée mientras sus ojos observaban a todos. Su sonrisa era frágil, por lo poco que podía ver de ella. La inclinación hacia abajo de su cabeza hacía difícil distinguir claramente. Dejé salir un largo suspiro, probablemente en un esfuerzo subconsciente por canalizar algo de calma en su dirección porque podía decir que ser el centro de atención de un grupo grande de personas estaba poniéndola nerviosa.

Se veía como un ángel, usando un vestido color marfil hasta los tobillos hecho de encaje entretejido. Había pequeñas flores en su cabello recogido, y su largo, elegante cuello hacía una perfecta silueta mientras se volteaba hacia los lados para observar a los invitados que se habían levantado ante su entrada. Mientras reconocía a las personas a su paso, su porte se relajó, y su cara brilló con una, verdaderamente, cálida sonrisa que la hacía verse casi etérea. Mientras se acercaba a mí, me di cuenta de que nunca la había visto más radiante.

Con su mano agarrando firmemente el brazo de su madre, Bella se aproximó a mí lenta pero firmemente. Mientras la veía, mi corazón se aceleró, y contemplé por un momento si esto era solo un sueño: enamorarme y casarme con mi encantadora y hermosa vecina; encontrar a mi padre y descubrir una nueva familia y comunidad que me recibía alegremente.

Renée nos sonrió después de poner la mano de Bella sobre la mía. Madre e hija intercambiaron besos, lágrimas, y luego el ramo de Bella por un pañuelo con las iniciales 'C.S.' grabadas como su 'algo viejo' y un recordatorio de que su padre estaba con ella, aunque solo en espíritu.

"Viniste", susurré, sonriendo en su oreja.

"No podía retractarme. El vestido estaba pagado", bromeó, a pesar de la pequeña lágrima que se escapaba por su mejilla mientras trataba de reprimir una especie de llanto-risa con el dorso de su mano. Limpié sus lágrimas con la punta de mi dedo y un suave 'tsk, tsk': ante su broma y sus lágrimas.

El servicio comenzó, pero afortunadamente, mi abuelo era del tipo de reverendo que no le importaba alejarse del protocolo estándar. Cuando le pedimos durante el ensayo que nos dejara cambiar el orden de los votos, él estuvo feliz en complacernos. Incluso nos había dejado hacerlo sin decirle antes cómo iba a ser.

Así que, cuando preguntó si estábamos listos para decir nuestros votos, Bella y yo simplemente nos miramos, moviendo nuestra cabeza en fingido desacuerdo. Como sea, habíamos decidido que el destino determinara quién ganaba este particular cara a cara.

"Yo lo haré primero", le dije.

"No, yo quiero hacerlo primero", fingió discutir.

"Pero es la tradición que el novio lo haga primero".

"Oh, ¿así que ahora eres anticuado?" contrarrestó, poniendo su mano en su cadera.

Nuestros invitados comenzaron a reírse entre dientes, sin duda dándose cuenta de que estábamos haciendo esto deliberadamente.

"Bien, decidámoslo de una manera justa", ofrecí, extendiendo mi mano y cerrándola en puño, poniendo mis dedos hacia abajo. "¿Lista?"

"Sí. Yo lo diré", estuvo de acuerdo, imitando la pose de mi puño con su mano. Estábamos tratando de no reírnos y arruinarlo, pero ambos dejamos salir una risita mientras nos mirábamos hacia abajo y tratábamos de asumir nuestras caras de 'juego'.

El resto de esto era improvisado. Realmente queríamos dejarlo a la suerte.

"Piedra, papel o tijeras, uno… dos… tres…" Ojos Cafés cantó mientras flexionábamos nuestros codos hacia arriba y hacia abajo. Igual que como hacía con todas las cosas, jugó de una manera no muy fuerte —abriendo su mano con unas tijeras— pero funcionó, porque yo había elegido papel… y perdí. Y como siempre, y como en todas las demás cosas, Bella pasó a través de mí, como un par de tijeras a través del delgado papel.

"¿Dos de tres?" ofrecí en broma.

"No seas mal perdedor, amor", dijo con una risa antes de regresar su atención a mi abuelo.

De alguna manera sabía que me ganaría. Quería quejarme sobre una posible conducta antideportiva en medio de mi propia boda porque Ojos Cafés tenía una manera de incitar a cualquier sentimiento irracional que pudiera tener.

Pensé mejor eso cuando noté que su mano derecha estaba temblando mientras estrechaba la mía. Le ofrecí una sonrisa de confort, y pareció ayudar porque sonrió en respuesta. Pero mi cara formó una enorme sonrisa cuando ella prometió en nombre de Dios tomarme como su esposo desde hoy en adelante, sin importar los infortunios, hasta el final de nuestros días. Para cuando repetí la misma promesa hacia ella, su mano ya no estaba temblando, y ella también estaba sonriendo.

Bella me miró mientras ponía una simple banda de oro en mi dedo anular. Vi cada pequeña faceta del color en sus ojos, y la emoción en ellos. Sus ojos, tan perceptivos y al mismo tiempo tan reveladores, permitiéndome sentir una conexión con ella que nunca antes había compartido con alguien más. Era por la enorme humanidad, inteligencia, curiosidad, y amor expuesto en ellos por lo que me había enamorado, y por lo que siempre la amaría.

"Prometo que hoy es solo el comienzo, solo el principio… vamos a continuar felizmente en este pequeño pero perfecto pedazo de nuestra felicidad. Te amo, Edward. Por siempre, para siempre y eternamente", profesó con un ligero temblor en su voz. Deslizó el anillo más allá del segundo nudillo y me sonrió llena de felicidad.

"Ojos Cafés, hay tres cosas de las que estoy absolutamente seguro. Primera, tú eres mi alma gemela. Segunda, hay una parte de ti, y sé cuán querida es para mí, que siempre está conmigo, en mi corazón, en mi sangre. Y tercera, estoy incondicional e irrevocablemente enamorado de ti", declaré, mirándola a los ojos.

Los fuertes moqueos provenientes de algunos de nuestros invitados añadieron ligereza y un toque de humor a nuestro estado de ánimo y nos reímos a pesar de la solemnidad del momento. La cara de Bella se puso cremosamente rosa mientras sus ojos se apretaban cerrados por un momento una pequeña risita se le escapaba.

Después de realizar el resto de los tradicionales ritos de un servicio episcopal de boda, mi abuelo nos miró a Bella y a mí con una ancha sonrisa y finalmente nos proclamó marido y mujer.

"Esa es tu señal para besarla, hijo", me dijo mientras guiñaba, pero fue demasiado tarde. Tan pronto como sus palabras estuvieron fuera de su boca, Bella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, jalándome hacia abajo en un beso infernal, gimiendo suavemente en mi boca. Tomé su cara entre mis manos y puse mi mente en la tarea de devolver ese beso con igual fervor. Nuestros invitados estallaron en aplausos y algunos bastante indecorosos chiflidos.

Después de caminar por el pasillo brazo con brazo, nos las arreglamos para robar un momento a solas dentro de la habitación privada en la parte posterior de la iglesia antes de saludar a nuestros invitados en la línea recepción.

"Ven aquí. Quiero un beso de cumpleaños de parte de mi esposa", reí entre dientes mientras la jalaba de sus caderas hacia mí y la besaba suavemente.

"Feliz Cumpleaños, esposo mío", replicó, palmeando ligeramente el lado izquierdo de mi pecho.

"Así que, acabamos de casarnos, ¿huh'" pregunté, justo como había hecho la noche en que tuvimos nuestro 'juego de roles' y solo fingíamos que éramos recién casados.

"Sip. Esta vez realmente somos una pareja de tontos enfermos de amor, tú y yo", replicó de nuevo, solo que esta vez con una sonrisa mucho menos tímida. "Pero esto es infinitamente mejor que actuar: saber que realmente te amo, y que siempre lo haré".

No podía pensar en un modo mejor de pasar mi tiempo que besar y vagar de arriba abajo por su cuello, pero Ojos Cafés insistió en que teníamos invitados que saludar y de los cuales aceptar cordialmente sus felicitaciones. Yo murmuré algo sobre tener un montón de oportunidades para eso en algún otro momento —después de regresar de nuestra luna de miel, por ejemplo— pero ella solo me miró fijamente.

La dejé poner mi brazo detrás de ella mientras se escabullía hacia las puertas dobles de la iglesia, la manga del saco de mi esmoquin en una mano, y su ramo y una generosa cantidad de la falda de su vestido en la otra. Una risa alegre flotó fuera de ella mientras se volteaba y me miraba, su cara brillante y perfecta. Mis imágenes de más allá ya habían empezado, y no quería perderme ni un solo segundo.

"Vamos, tú siempre eres el veloz", me apresuró. "Apúrate antes de que Dios te vea por aquí y se ría tan fuerte ante la idea de que estés casado que un rayo caiga sobre nosotros".

"Casado por cinco minutos, Ojos Cafés. Cinco minutos", le dije, agitando mi cabeza y fingiendo para parecer genuinamente ofendido.

Su respuesta fue capturada por un muy rápido y observador fotógrafo, quien aprovechó la oportunidad mientras Ojos Cafés y yo salíamos de la iglesia, su brazo apretando el mío. El resultado del buen ojo y rápido dedo del fotógrafo después adornará el manto de nuestro futuro hogar. Es una foto de los dos, recién casados y llenos de felicidad, mirándonos mutuamente y de perfil, con Bella sacando prominentemente su lengua hacia mí.

Justo como habíamos anticipado, una larga fila de personas empezó a fluir hacia nosotros, sus caras impacientes. Sonrieron y aplaudieron cuando Ojos Cafés y yo nos unimos a nuestros padres para saludar a todos. Fue agradable ver personas que reconocía del trabajo y otros conocidos que había hecho a través de los años, pero fue incluso mejor ser felicitado y recibir buenos deseos de parte de aquellos que solo había conocido a través de mi nueva extendida familia, amigos de mi padre y vecinos.

Este pequeño pueblo en New Hampshire, tan pequeño en el mapa, estaba lleno de personas que significaban para mí. De una manera u otra, todos formaban parte de mi familia y su historia. Desde las abuelas con cabello azul que conocían a mi padre desde que era un niño, hasta el más reciente niño bautizado por mi abuelo, todos estaban ahora aquí. Y deseándome un futuro feliz, ellos ayudaban a cambiar mi doloroso y vacío pasado en algo más significativo, en raíces que aunque habían sido desconocidas para mí, siempre habían existido.

Aro, mi jefe, y su esposa Heidi caminaron hacia nosotros y nos dedicaron unas palabras de corazón.

"Felicidades, Edward, Bella", dijo Aro, palmeando mi brazo sonoramente. "Edward, es la cosa más inteligente que has hecho desde que aceptaste tu promoción". Hubiera estado ligeramente insultado si yo no hubiera estado totalmente de acuerdo. Heidi nos abrazó después de confesar que nunca antes había reído y llorado tanto en una boda.

James caminó hacia nosotros y yo estaba menos que encantado de verlo aquí. De hecho, no lo quería aquí para nada. Pero había sido Ojos Cafés quien lo había invitado —decidiendo que habría sido insensible incluir a todos mis compañeros en nuestra lista de invitados— excepto a James. Además había dicho que quizás mostrando que ahora estábamos oficialmente comprometidos mutuamente cambiaría la forma de ser de James.

Hacía algún tiempo que se había rendido en sus intentos de convencerme de ir de bar en bar por las noches. De hecho, durante los últimos meses, lo había visto con una pelirroja de piernas largas y más y más. Y si mis ojos no estaban engañándome, parecía que ella era su pareja hoy. Tenía su brazo enredado estrechamente alrededor de ella mientras ella recargaba su cabeza en su hombro. Su ceño estaba fruncido mientras hacía un puchero bastante notable.

"¡Hey, la feliz pareja!" nos saludó James, estrechando mi mano y dándole a Bella un abrazo bastante flojo. James quizás fuera descarado, pero no era estúpido. Le había dado suficientes miradas punzantes e iracundas en el pasado como para dejar claro el mensaje de que su atención hacia Ojos Cafés tenía que ser tan banal y estar tan desinfectada que yo debería de ser capaz de comer mi almuerzo sobre sus comentarios y su comportamiento.

"Osito Jamie, ¡mis pies duelen!" su amiga pelirroja con piernas largas se quejó.

Los ojos de Bella se encontraron con los míos mientras gesticulaba las palabras 'Osito Jamie' con una burlona , ligeramente horrorizada mirada en su rostro antes de que ambos escondiéramos nuestra sorpresa con educados sentimientos y algunos rápidos parpadeos.

"Te dije que no usaras esos zapatos, Corderita", Osito Jamie canturreó hacia la pelirroja antes de que ambos frotaran sus narices y se besaran.

"Lo sé, pero ahora mis patitas están todas tristes", hizo un puchero, señalando sus pies y frunciendo el ceño. Él golpeó suavemente la barbilla de ella con su dedo y también le hizo un puchero, hablando con voz silenciosa sobre cómo cuidaría de las patitas de Corderita tan pronto como llegaran a casa.

No estaba segura de cuánto más podía escuchar esto. No era ni justo ni apropiado que un hombre se sintiera nauseabundo en el día de su boda. La única cosa que evitaba que no vomitara espontáneamente como proyectil mi última comida era la gran ironía de la situación.

James: perenne playboy, merodeador de bares, mujeriego, y jugador… estaba completamente coño-atado por una mujer con la voz como Minnie Mouse y el carácter de una niña de cinco años.

"James" dijo Bella con una ceja levantada. Esto rompe el improvisado besuqueo y los cursis murmullos que habían llevado a James y a su amiga fuera del decoro y respeto hacia los demás a su alrededor.

"Oh, creo que debería presentarlos chicos. Edward, Bella, esta es mi corderita. Vicky", nos dijo James, sonriendo radiantemente mientras apretaba su agarre alrededor de sus hombros. "Eres mi corderita, ¿no?", preguntó, como si estuviera hablándole a un cachorro.

"Osito Jamie, ¡eres tan tonto!" dijo con una chillona y aguda voz que casi perforaba mis tímpanos.

"Un gusto conocerte, Vicky", dijo Bella educadamente. Podía decir que estaba tratando desesperadamente de ocultar una expresión de horror con una forzada y completamente plástica sonrisa.

Osito Jamie y su Corderita se besaron y acurrucaron frente a nosotros lo que parece una eternidad. Ojos Cafés y yo nos miramos por un momento, nuestras bocas cerradas fuertemente. El labio interior de Bella estaba torcido y yo estaba mordiendo el interior de mi mejilla para guardar la compostura. Una vez que nuestros invitados estuvieron fuera del rango de oído, todo se perdió y empezamos a reír histéricamente.

"Oh, Dios mío, por favor dime que las demás personas no nos ven así cuando nos miran, Edward", dijo Bella, limpiando sus ojos con el dorso de su mano después de literalmente llorar de risa.

"Espero que no. Vicky se ve un poco… meticulosa" murmuré, tratando de ser delicado con mi descripción de la nueva novia de James.

"Y asquerosa", agregó Bella, su nariz arrugada en disgusto.

"¿Puedo llamarte 'Corderita'?

"Si lo haces, tú serás 'Osito Eddie' por el resto de tu vida", advirtió, golpeando mi mano después de que yo palmeé juguetonamente su barbilla.

La recepción de nuestra boda era un 'asunto familia' en todo el sentido de la frase. Fue en el patio trasero de la casa de Carlisle y Esme. Renée, Esme y la Nona de Bella habían trabajado continuamente por los últimos días para preparar ellas la comida —era algo en lo que habían insistido y nos dijeron a Bella y a mí que lo consideráramos un regalo de bodas de parte de las tres.

Después de franquear el oleaje de las personas que aplaudieron nuestra llegada a la recepción, Ojos Cafés y yo disfrutamos nuestro primer baile con música proporcionada por un cuarteto de cuerdas.

"Simplemente déjame guiar", le aseguré. "Estarás bien. "No voy a dejar que te enredes"

"Ja. ¿Recuerdas la última vez que dijiste eso? Mira a dónde me guiaste", bromeó. Una brillante sonrisa extendiéndose por su cara.

"Sí, al sagrado matrimonio. Verdaderamente horrible toda este asunto de la felicidad conyugal, ¿no?" estuve de acuerdo con fingida sinceridad, mi sonrisa acoplándose a la suya.

"No preguntes. Ya me siento ahogada. De hecho, podría ser simplemente este corsé que estoy usando. Alice amarró la cosa tan apretada, apenas puedo respirar", dijo en voz baja, sus labios contra mi oreja mientras yo curvaba mi cuello para escuchar.

Tragué fuerte y desigualmente ante el pensamiento de cómo debía verse ese corsé. Mi mente giraba con las posibilidades. Me preguntaba de qué color era. Debía ser blanco o color hueso, ya que su vestido era color marfil. ¿Tenía copas?, porque el material alrededor de su escote era bastante transparente y sedoso, y el contorno de sus senos no se veía particularmente oscurecido, ahora, que si, le echaba un vistazo de cerca. Bueno, la verdad sea dicha, le había dado demasiados vistazos hoy, pero la idea del bien formado torso de Bella, con su deliciosa y ceñida cintura y sus caderas brillando, vestidas de un blanco, satinado, suave, corsé sin copas con cintas la parte de atrás me envía a un verdadero estupor.

"¿Edward? ¿Hola? ¿Esposo?" gorjeó Bella, mirándome con una expresión de confusión mientras continuábamos girando lentamente sobre la temporal pista de baile de parquet que se extendía en amplio patio trasero de Carlisle. Su uso de la palabra 'esposo' me despertó de mi lasciva ensoñación.

"¿Sí, esposa?" respondí, luciendo enteramente demasiado presumido.

"¿Hay algo más interesante que tu primer baile en tu boda?" preguntó, ladeando su cabeza hacia mí y entrecerró sus ojos severamente.

"Sí, de hecho", ronroneé, inclinando mi cuello una vez más para hablar en su oreja. "Estoy mucho más interesado en ver tu corsé".

Y con eso, volteé su cuello ligeramente y tracé un flojo camino con mi nariz desde detrás de su oreja hasta su clavícula. No les presté atención a los 'ooh' y 'aah' de los invitados mientras Bella y yo bailábamos debajo de la puesta del sol, nuestras sombras proyectadas por la luz tenue de las velas de té que colgaban de los árboles de abedul y manzano silvestre que nos rodeaban. Me gustaba pensar que el sol, los árboles, la tenue luz, las miradas alegres de nuestros invitados, e incluso yo, aquí en mi esmoquin —estábamos solo como fondo. Éramos el escenario que mostraba a la bella mujer que tenía entre mis brazos, quien ahora era mi esposa.

Después de lo que pareció una muy larga sucesión de brindis, comidas y bebidas, y partir el pastel, Ojos Cafés y yo nos escapamos para cambiarnos la ropa y finalmente despedirnos de nuestros invitados antes de dirigirnos directamente al Aeropuerto Logan para tomar nuestro vuelo nocturno.

Las personas sintieron la bien intencionada necesidad de proporcionarnos todo tipo de consejos. Heidi Volturi nos dijo que nunca nos fuéramos a la cama enojados el uno con el otro. La sabiduría de algunos de ellos era cuestionable: Emmett me llevó aparte y me dijo en voz baja 'en caso de duda', yo solo debía 'desenfundarlo repentinamente', lo que sea que eso significara.

"Gracias por todo lo que han hecho", le dije a Renée y a Esme, que estaban paradas una al lado de la otra para vernos irnos. Tenían sus brazos alrededor de la otra, literalmente apoyándose, mientras frotaban suavemente sus húmedos ojos, confirmando sus emociones que eran parte sentimentales, y parte por unos cuantos demasiados cócteles.

"Cuídense mutuamente", me dijo Renée con un último abrazo.

"Lo haremos. Y, um, gracias por ayudar. No solo con la boda. Sino por ayudarme a ver las cosas más claramente", contesté, refiriéndome al consejo que me había dado cuando la conocí el Día de Gracias. Ella simplemente asintió y me sonrió.

Me giré hacia Ojos Cafés y me di cuenta de que Nona estaba bastante animada contándole una historia. Bella se veía medio divertida y medio mortificada, aguantándose una risa poniendo una mano sobre su boca.

"Escúchame, Bella mía, soy una mujer vieja, pero sé cosas. Comida. La comida hace a tu hombre feliz", proclamó, gesticulando para dar énfasis. "Tu Nono. Cuando lo conocí en Italia, estaba en el ejército americano. Siempre me sigue, porque dice 'calle no segura para chica bonita'. Yo digo 'aléjate', pero me rindo, ¿ya sabes?"

"Nos casamos y somos felices. Pero Marco… oh, ¡se pone tan celoso! Todo el tiempo celoso si otro chico me mira. Hace caras, como así", dijo, frunciendo el ceño maliciosamente. "Mi amiga Giana, era un poco más vieja, sabe más. Me dice 'cuando él hace esa cara, cocina su platillo favorito. No hará esa cara más'. Así que, hago a tu Nono berenjena parmesana esa noche. Nueve meses después, ¡tu mama nació!"

Ojos Cafés hizo un verdadero intento de no verse avergonzada por que le hayan contado cómo su propia madre fue hecha. Cuando ella no pidió exactamente ese particular pedazo de información. Esme bufó una risa entre dientes mientras Renée simplemente agitaba su cabeza, lamentando que su madre hubiera estado contando esa historia en todas las bodas a las que había ido desde el nacimiento de su hija.

Los ojos de Bella se ensancharon mientras me susurraba fuertemente, el dorso de su mano cubriendo su boca.

"Es mejor que nos vayamos antes de que mi madre empiece a contarme historias sobre cómo mi padre adoraba el pescado frito. ¡Realmente no necesito saberlo!" se quejó inflexiblemente.

"¿Qué, no hay berenjena para mí, Ojos Cafés?" bromeé, sacando mi labio inferior hacia ella.

"No berenjena. Ni huevos implantados tampoco(14). No aún, de todas formas". Contestó, besando la palma de mi mano mientras nos deslizábamos fuera de la puerta hacia nuestro taxi.

Nos metimos en el asiento trasero, enrosqué mi brazo alrededor de la parte baja de su espalda y puse mi mano sobre su vientre bajo, las palabras 'no aún' haciendo eco en mis oídos.

Doce horas de vuelo después, finalmente llegamos a nuestro hotel. Era medio día en la hora local, y después de un bastante indoloro check-in, colapsamos en nuestra cama King size que estaba ubicada en medio de la señorial recámara de nuestra suite.

Ojos Cafés y yo tuvimos solo la suficiente energía para desvestirnos antes de caer dormidos, y ya era tarde cuando desperté. Sintiendo su suave cuerpo debajo de mí, regresé a la consciencia con una sonrisa floja mientras mis dedos trazaban distraídamente patrones invisibles alrededor de su pecho desnudo.

"Buenos días, o buenas tardes, según sea el caso", hablé contra la parte superior de su cabeza antes de gentilmente plantar un beso ahí.

"Hola", contestó, levantando su cabeza y sonriéndome. Su cabello era un desastre, parcialmente cubriendo su rostro. Le sonreí en respuesta y retiré bastantes mechones fuera de sus ojos y dejé que mi palma rozara su mejilla.

"Eres una mujer casada ahora, pero tu marido ha descuidado algo muy importante", dije, fingiendo remordimiento.

"¿Sí? Recién casado y ya está descuidando cosas. ¿Qué ha hecho esta vez?" preguntó con una ligera risa.

"No ha insistido en consumar el matrimonio. No es oficial hasta que lo haces, ya sabes", expliqué.

"¿En serio? O sea, ¿aún puedo echarme atrás en esto? ¿Tipo 'remordimiento de comprador'? ¿'Remordimiento de Bella'?" dijo sarcásticamente, besando mi pecho, directamente sobre mi corazón.

"Bueno, técnicamente, sí. Pero no dudo que él no tenga intenciones de continuar con eso. Él toma esta clase de obligación bastante en serio, ya sabes", le informé. Empecé a besarla comenzando por su sien, después bajé a su largo, agraciado cuello —solo para asegurar mi punto, claro. Sentí su estremecimiento ligeramente cuando el principio de mi barba provocó que su piel se hiciera de gallina.

"¿Edward?" susurró, jalando mi cara hacia la suya. De mala gana retiré mis labios de su suave hombro y la miré. "Creo que deberíamos esperar solo un poco más, si está bien. Esto simplemente no… se siente bien".

Estaba medianamente sorprendido por esto. Acabábamos de prometer comprometernos mutuamente y con nuestra relación por el resto de nuestras vidas. Si había un tiempo correcto para tener sexo, uno pensaría que estas serían las circunstancias ideales. Por no mencionar, ella inflexiblemente quiso sexo de mi parte la primera vez.

"Pero… estamos casados. Esto es lo más opuesto a una aventura de una noche que se puede obtener. Esto es sagrado, Ojos Cafés. Incluso Dios quiere que lo hagamos", argumenté tenazmente, incapaz de evitar sentirme un poco frustrado, en más de una manera.

"Es solo que quiero que sea especial, eso es todo. Tenía algo en mente; solo necesito un poco de tiempo para alistarme. Hay un bar abajo. Ve a conseguir un trago, y regresa en media hora", pidió. Me miró expectantemente, esperando que yo no protestara o hiciera más de esto de lo que debería. Así que, claramente, le di un bastante poco entusiasta 'bueno'. Esto debía ser importante para ella si lo había planeado.

Dejando salir un largo suspiro, me levanté de la cama y saqué un cambio limpio de ropa de mi equipaje.

"Oh, no me mires como si me hubiera llevado tu único juguete lejos", regañó, envolviendo las sábanas a su alrededor mientras caminaba hacia el baño. Gruñí mi enojo contra mi camisa mientras la pasaba sobre mi cabeza.

"Sí, te llevaste lejos a mi único juguete. Está debajo de esas sábanas", me quejé detrás de ella mientras me metía en un par de jeans y deslizándome dentro de los zapatos. No respondió y se limitó a cerrar la puerta de baño detrás de ella con una pequeña risa. Francamente, fallé en ver el humor en esto, pero la complací. Metiendo mi tarjeta de acceso en mi bolsillo trasero, bajé mis hombros en derrota y salí.

Me dirigí al bar del hotel, muy bien llamado El Waterloo. Me reí entre dientes para mí mientras tomaba asiento, pensando que esto ciertamente se sentía como mi líbido siendo el equivalente del desastroso fracaso militar de Napoleón.

El lugar estaba completamente desolado, siendo lunes en la tarde-noche. Era el único pobre bastardo ahí, y no pasó ni un minuto antes de que el barman se me acercara. Era un tipo que se veía bastante afable, vestido la habitual camisa blanca, chaleco oscuro, y una corbata de moño negra, lo habitual en un hotel de lujo.

"¿Puis-je vous proposer quelque chose à boire, monsieur?" preguntó con una sonrisa, ofreciéndome una bebida.

"Oui, s'il vous plaît. J'aimerais une bière—une Kasteel Bruin. Tout compte fait, mettez-moi une Kasteel Bruin et un doigt de jenever ", contesté. Opté por un muy fuerte shot de ginebra holandesa con una cerveza belga.

"Bien sûr, monsieur. J'en déduis que vous avez eu une dure journée si vous avez besoin de ce que nous autres Belges appellons un 'kopstoot'", contestó riendo. Notó mi obvio humor amargo y cómo debía estar teniendo un día duro si estaba ordenando los que a los nativos se referían como 'cabezazo'.

"Oui, j'aimerais plutôt être en haut avec ma femme qu'ici, pour être honnête", estuve de acuerdo, explicando que preferiría mucho más estas con mi esposa en el momento.

"Pardonnez-moi, mais si je peux être honnête, je serais plutôt à la maison avec ma femme, moi aussi", me dijo con una sonrisa. Reí en respuesta ante su honesta admisión de que él preferiría estar con su esposa también. Sirve mi cerveza y pone mi ginebra en un pequeño vaso.

"Merci. ¡A votre Santé!" dije, agradeciéndole y ofreciéndole un brindis mientras bajaba rápidamente mi shot. Hice una mueca y apreté mis ojos cerrados ante el fuerte escozor mientras la ginebra prácticamente quemaba mi garganta y se sentía hasta en mis fosas nasales. Tomé un trago largo de mi cerveza, que hizo un admirable trabajo extinguiendo el infierno provocado por el intenso picor de las bayas de enebro de la ginebra junto con el muy potente alcohol.

"Vous sentez comme ça vous donne un coup à la tête, ¿n'est-ce pas?" bromeó el barman. Preguntando si sí había sentido como si me hubieran golpeado en la cabeza.

Oui, plutôt! Pour votre peine", dije antes de ofrecerle varios euros que dejé junto a mi vaso vacío.

"Merci, Monsieur", contestó.

El barman pasó su atención a recuperar su propina y a mi vaso usado, dejándome contemplar cuánto tiempo debía matar antes de subir de nuevo. El shot de ginebra y los siguientes tragos de cerveza definitivamente aflojaron mi humor, y sentía el borde de mi enojo volverse ligeramente embotado.

"¿Puis-je vous être utile, madame?" escuché vagamente al barman preguntar a un nuevo cliente en el lado más lejano de la barra. Estaba demasiado ocupado rodando una moneda de cincuenta centavos de euro alrededor de mis nudillos, viendo cómo daba vueltas, una y otra vez, entre mis dedos.

Repentinamente, fui muy consciente del olor del perfume, y no simplemente cualquier perfume. Era Tartine et Chocolat. Lo reconocería en cualquier lugar porque había comprado un bote de él como un regalo de Navidad para alguien muy especial —un 'alguien' que me provocaba una furiosa erección cuando olía a chocolate.

"¿Voulez-vous coucher avec moi?" escuché a una mujer cantar sobre mi hombro. La voz era excesiva y deliberadamente sensual, era casi cómico. Sonaba como si estuviera dando su jodido mayor esfuerzo por parecer la clase de chica que vaga por los bares para conocer hombres. Combinado con la frase más cliché y más usada en cualquier idioma —por no mencionar el francés— y no pude evitar una fuerte pero divertida carcajada.

'¿Quieres dormir conmigo? ¿En serio, Ojos Cafés? A menos que seas Patti LaBelle, eso es algo que nunca debería ser pronunciado.

" Votre mari sait-il que vous êtes assise dans un bar, à essayer de flirter avec un autre homme?" pregunté, demandando saber si su marido sabía qué estaba haciendo. Obviamente, él solo estaba tratando de comprender, porque nunca hubiera adivinado que esto era lo que había planeado. Ella no respondió, y solo miró hacia su trago antes de darme un tímido encogimiento de hombros—los que, de paso, estaban completamente desnudos, salvo por las finas tiras sosteniendo la sin mangas, de escote muy bajo blusa que estaba usando.

"Je dis 'essayer' parce que c'est probablement l'approche la rebattue que l'on m'ait jamais dite", le informé. Realmente era verdad que quizás esa había sido la frase más cursi que alguien haya usado conmigo. No era necesario para mí reconocer qué tan obvia era esa confesión. "Peut-être pourriez-vous m'apprendre quelque chose de mieux?" preguntó, esta vez pidiéndome que le enseñara algo.

"En français ou en anglais?" pregunté en respuesta, a pesar del hecho de que sabía que ella preferiría oírme hablar en francés.

"En français s'il vous plaît. J'aime votre langue, surtout quand elle est française", dijo en voz baja y temblorosa. Pidiéndome que hablara en francés porque amaba mi 'lengua francesa', fue suficiente para hacerle perder su muy débil interpretación de chica recoge tipos que había estado tratando de interpretar hacía un minuto.

"Ma langue a beaucoup d'usages, Yeux Bruns. Mes mains, aussi", contesté, descaradamente presumiendo que mi lengua tiene muchos usos, al igual que mis manos.

Me incliné sobre ella para poder susurrar en su oído.

"Pourquoi êtes-vous ici, habillée de cette façon?" quería saber, preguntándome por qué se había mostrado tan provocativa. Enfaticé mi pregunta pasando la punta de mi dedo a través del profundo escote de su blusa.

Rápidamente escaneé a nuestro alrededor para asegurarme de que no había nadie por ahí, y noté que no había ni un alma se encontraba mirando o escuchando. Incluso el barman me había dado un corto asentimiento y se había vuelto convenientemente invisible hacía un minuto.

Puse su taburete lo más cerca posible del mío. Se presionó contra mí mientras mis brazos formaban un capullo a su alrededor. Mis manos se deslizaron hacia arriba por su cremosamente suave muslo. Esperaba que mis dedos alcanzaran alguna clase de encaje. En vez de eso, todo lo que encontraron fue desnuda, húmeda piel, suave y aterciopelada. Y tan desnuda. Debajo de una minúscula y apretada falda.

Joder.

"Putain! Vous ne portez même pas de culotte (15)", gruñí en su oído, el pensamiento de ella no usando bragas con una falda que podía bien servir como una banda para la cabeza mandándome a una burbujeante niebla de posesividad.

"No, no estoy usando bragas. Estaba planeando no necesitarlas", susurró provocativamente.

"¿Qué tal que alguien te vea así? ¿Alguien aparte de mí?" demandé. Mi voz baja y mis labios apretados en una fuerte, recta línea.

"Yo solo quería, um, vestirme para la ocasión- ya sabes, verme sexy… verme como una mujer que a ti te gustaría levantar en un bar", explicó.

"Eres mejor que eso", dije, siendo serio por un momento.

"Lo sé… pero nunca he tratado esto. Nunca sentí que fuera algo con lo que estaría cómoda, o que disfrutaría haciéndolo. Pero ahora quiero. Solo contigo", explicó tímidamente.

"No puedo fingir que no te amo y que no quiero mantenerte conmigo. No puedo fingir eso, Ojos Cafés".

"¿Solo esta vez? ¿Tú… fingirías conmigo, por favor?"

Vi la esperanzada expresión en su cara, y como siempre, no podía decir 'no'. No pude decirlo en su cumpleaños, no pude hacerlo la primera vez que dormimos juntos, y no podía decirlo ahora. No cuando me veía así y veía al hombre que solía ser, junto con el hombre que era ahora, pero ama a los dos de igual manera.

"Así que, hermosa, ¿cuál es tu nombre?" murmuré, lanzándole mi sonrisa de marca.

Ella se queda pensativa por un momento. Claramente, esta parte de la interpretación no era algo que hubiera considerado.

"Um… Tanya", contesta vacilante.

"¿Tanya?", repetí, ladeando mi cabeza y mirándola ligeramente receloso. "Huh. No te ves mucho como una 'Tanya'. De hecho, no creo que te quede para nada".

"¿No? entonces, ¿cómo me llamarías?" pregunta tímidamente, sus dientes hundiéndose en su delicioso labio inferior.

"Hmmm. Creo que luces más como una Candy. Dulce. Deliciosa. Me gustaría mucho probarte, Candy. ¿Te gustaría eso?" ronroneé, poniendo mi mano en su rodilla y dándole un ligero apretón.

"Sí", gimió mientras se inclinaba hacia mí. "Pruébame".

Mi control, una vez experimentado en mi sutil juego de seducción, se disolvió como perlas de agua humeante en una hoja de color rojo brillante de metal caliente. Me convirtió en nada más que en una gigantesca necesidad. Quería clamar y codiciar, para disfrutar y saciarme. Era tan implacable y depredador en mi búsqueda de tenerla que nadie diría si yo consumía o era consumido.

"Arriba. Ahora". Dije cortántemente.

"Pero estábamos…" trató de argumentar antes de que la interrumpiera.

"No más juegos. Arriba. La habitación. El letrero de 'No Molestar' en el pomo de la puerta. Cerrojo cerrado", chasqueé precipitadamente- no podía ni siquiera hablar en enunciados completo porque estaba demasiado enfocado en sacarnos de un lugar público. También estaba demasiado ocupado jalándola por el codo hacia el elevador, mientras mantenía mis ojos bien abiertos ante cualquiera que la mirara de reojo.

Exactamente seis agonizantes minutos después, me encontraba peleando con la maldita tarjeta de acceso para poder entrar a la habitación. Hubiera sido mucho más fácil conseguir que la luz verde sobre el pomo parpadeara hacia mí si mi esposa no hubiera estado mordisqueando mi oreja y pasando su mano de arriba abajo por el espacio debajo de mi ombligo. Se detenía apenas encima de mi ridícula erección, una y otra vez.

"Ojos Cafés", gemí. "Por favor".

"¿Por favor qué?" susurró, pasando su tacón por la parte posterior de mi pantorrilla.

"Solo por favor. Necesitamos entrar", balbuceé.

"¿Dentro Entrar… a dónde?" canturreó sugestivamente.

"Jodido infierno. Maldita puerta", murmuré, justo antes de escucha el glorioso sonido de 'beep-beep-beep' y el sonido del metal siendo deslizado, abriendo la puerta más segura en la historia de la seguridad de entrada sin llave.

Pensé en todas las veces que había observado sus reacciones antes la manera en que la tocaba, cómo encontraba tan sexy y perfecto verla perderse en excitación. Nunca podría tener suficiente de esa expresión en su cara cuando abandonaba todo control y simplemente se dejaba llevar por su cuerpo.

Pero no ahora.

Esta noche, la primera noche en que haríamos el amor como una pareja casada, descubrí algo incluso más erótico, más cautivante, y más completa y jodidamente asombroso.

Ojos Cafés en completo control… sobre mí.

En el minuto en que la puerta estuvo cerrada detrás de nosotros, ella me empujó contra esta y me besó duramente, mi cara presionada apretadamente en las palmas de sus manos. Me limité a gemir dentro de ella, mi cabeza dando vueltas.

"¿Qué tienes ahí, guapo? ¿Hmm? ¿Algo bueno para mí?" gruñí, acunando mi entrepierna con su mano.

"Sí, solo para ti", murmuré en su cabello, mis dedos sintiendo la suave pendiente de su culo mientras atraía su cuerpo a ras contra el mío, para que pudiera sentir exactamente cómo ese algo bueno estaba a punto de reventar las costuras de mis jeans.

"Ya sabes, dijiste que yo me veía deliciosa. Pero yo creo que eres el delicioso", me dijo antes de lentamente, tortuosamente lentamente, pasar su húmeda lengua sobre su labio superior.

"Por favor", gemí de nuevo. Me sentía como un calenturiento de dieciocho años mientras empujaba mis caderas para que mi polla se frotara contra su mano.

"¿Qué quieres, Edward? Dime, y puedes tenerlo. Lo que sea que te haga sentir bien", ofreció, haciendo un puchero mientras me veía.

He dicho las misma palabras a ella, más veces de las que puedo contar. Pero, Cristo, es infinitamente más caliente escucharla preguntármelas.

"Quiero que me toques", farfullé, mi cerebro incapaz de ser más específico. La verdad sea dicha, tomaría cualquier cosa: una masturbada, que me frotara sobre la ropa, cualquier cosa.

"¿Tocarte dónde, amor?" me provocó, su mano continuando su agonizantemente insuficiente danza a mi alrededor.

"Pon", jadeé. "Pon tu boca sobre mí. ¿Por favor, Ojos Cafés?

Escuché su malvada risa entre dientes mientras ella bajaba su mirada para inspeccionar donde su mano había estado provocando a mi polla con una apenas-suficiente fricción. Apenas podía ver mientras ella se ponía de rodillas frente a mí y sacaba mi polla. Mi abdomen entero contrayéndose mientras me acariciaba de arriba abajo con su mano.

"Pongo mi boca… ¿aquí?" preguntó.

"Sí", susurré temblorosamente.

"¿Así?", se burló, lamiendo mi frenillo con la punta de su lengua. Ella había hecho esto la primera vez, entonces por inexperiencia… pero ahora… ahora era para lanzarme de cabeza al más exquisito olvido que había experimentado.

"No me tortures, Ojos Cafés", pedí.

"Di lo que necesitas, y lo haré", sonrió.

"Necesito que tú… me hagas una mamada. Por favor", le dije, agitando mi mano en su cabello y cerrando mis ojos.

"Mírame, o no lo haré", advirtió. Mis ojos se abrieron inmediatamente. "Te daré lo que necesitas. Pero quiero que me observes y me hables… todo el tiempo, ¿okay?"

Asintiendo con mi cabeza frenéticamente, no pude reprimir el mitad-suspiro-mitad-sollozo que salió de mi pecho cuando sus labios se envolvieron a mi alrededor.

"Eres tan hermosa, mi Bella, ojos cafés", le dije. "Soy el bastardo más afortunado de la Tierra… aún no puedo creer… que te tengo, toda para mí. Eres preciosa… especialmente en tus rodillas así".

Mantuve mis ojos enfocados en los de ella, tan grandes y perfectos, mientras su dulce boca se movía de arriba abajo sobre mi polla. Sentí a su lengua girar lánguidamente alrededor de mi piel mientras sus gemidos salían sobre mí y eso era todo lo que podía hacer para mantenerme de pie.

"Oh, jodida mierda, o mi jodido santo infierno, o, joder, sí, esto es jodidamente increíble", gemí, mi mente una niebla mientras obscenidades eran las únicas palabras que podía decir.

Abrió su boca en una diabólica sonrisa y esperó ansiosamente a que llegara a mi orgasmo. Vi a mi semen pulsar desde mi polla en cortas, fuertes ráfagas mientras llegaban a su lengua.

"Eres delicioso", ronroneó mientras volvía a abrochar mis vaqueros. La niebla que habitaba mi cerebro lentamente se levantaba mientras mi ansioso apetito se saciaba —por ahora.

"Ven aquí", la apresuré, poniéndola de pie, le besé toda la cara: sus labios, sus mejillas, su barbilla, su frente… incluso sus cejas consiguieron un beso cada una.

"Hey, haré eso más seguido si consigo esta clase de gratitud", rió entre dientes.

"Oh, quizás pienses eso dos veces, pequeña niña", gruñí. Mis manos bajando hasta su trasero, donde las deslicé debajo de su falda, subiéndola hasta su cintura en el proceso.

"Ahora, ¿por qué lamentaría volverte un poco loco? ¿Hmm?" preguntó. Acariciando mi mejilla con la parte posterior de sus dedos.

"¿Por qué, preguntas? Por esto", siseé juguetonamente, girándola para que su espalda estuviera presionada contra mi pecho. "Estoy a punto de… darte una lección, Ojos Cafés".

"¿Una lección?" chilló.

"Mmhmm. Un giro de 180° es justo, ¿no?" pregunté en respuesta, deslizando mi brazo alrededor de su torso, dejando que mis dedos se arrastran a lo largo de la tela satinada de su blusa hasta que mi mano se posó sobre su pecho. La froté y provoqué justo como ella lo había hecho conmigo. Cuando ella se limitó a gimotear mi nombre en respuesta, reí profundamente ante su incapacidad de manejar lo que ella hacía.

"Cada célula de tu cuerpo me llama, lo sabes", le dije. Con un cuidadoso jalón, saqué su blusa por su cabeza y la aventé al piso. La mini falda pronto la siguió. Gruñí un bajo 'joder' cuando finalmente vi lo que tenía debajo. Estaba usando el corsé blanco que me había descrito en nuestra boda. Era justo como lo había imaginado, pero el real era fenomenal y jodidamente más caliente. Era, de hecho, sin copas, y se detenía justo encima de su hueso púbico.

"Míranos, Ojos Cafés. Tú… vestida así… yo, fuera de control por ello".

Nuestros ojos encontrándose en el espejo que cubría la puerta del armario del pasillo. Mi mano izquierda jalando y pellizcando su pezón mientras la derecha devoraba ávidamente la sensación de su coño. Era tan suave, caliente, desnudo… y mojado. Tan mojado.

Pasé mi nariz por el espacio entre su oreja y su mandíbula, inhalando su aroma. Era tan puramente erótico y tan Ojos Cafés, quería perderme en él. Gruñí posesivamente mientras apretaba mis brazos alrededor de ella. El que estaba alrededor de su cintura tenía a mi mano trabajando impacientemente entre sus piernas. Mi otra mano liberó su pecho y se dirigió a su cabello, jalando su cabeza hacia un lado para darme libre acceso a su cuello.

"Mía", le informé antes de hundir mis dientes en su dulcemente perfecta piel.

"Tuya", estuvo de acuerdo con un débil susurro. La sostuve firmemente mientras la sentía derretirse lentamente contra mí, su cuerpo perdiendo su tensión y sus músculos volviéndose flojos. Miro hacia arriba, mis dientes y labios aún firmemente en su cuello. Viendo en el espejo, mis ojos absorbieron la exquisita imagen que era mi Bella —mi esposa— llegando a su orgasmo por mi toque. Todo el tiempo, la sostuve rígidamente contra mí: duro, masculino depredador apretando a su suave, perfecta presa.

"Edward", suspiró. Antes de saberlo, una mano curiosa se deslizó entre el espacio entre nosotros, volteando las cosas una vez más mientras Ojos Cafés apretaba mi polla a través de mis vaqueros, rápidamente redespertándola.

"¿Dijiste algo sobre 'giros de 180°'?" preguntó con una risa.

"Sí, ahora gira 180° y déjame verte en ese corsé", dije mientras cuidadosamente la movía para que estuviera frente a mí.

"¿Qué piensas? Culparía a Alice y a Rose, pero de hecho fue mi idea comprarlo", confesó, sonriéndome.

"Creo que es probablemente la cosa más sexy que alguna vez he visto", contesté, comiéndome generosamente con los ojos sus pechos mientras ponía un mechón de su cabello detrás de su oreja.

"Gracias. Me lo dejaré puesto, entonces", dijo con un guiño.

"¿Los tacones también?"

"Tus deseos son mis órdenes".

"¿Lo son ahora? ¿Por qué mis deseos no eran órdenes cuando teníamos que regresar a la habitación?" pregunté, ladeando su barbilla hacia arriba con la punta de mi dedo para poder tener su bonita cara más cerca.

"Porque no hubieras sido agradable", respondió. "Abajo. No ibas a jugar conmigo,… fingir conmigo"

"Estoy jugando contigo ahora, ¿no?" pregunté con una sonrisa astuta mientras deslizaba mi mano por su costado. Tarareé ante la sensación la forma de sus curvas de reloj de arena restringidas dentro de los confines de ese corsé.

Se veía tan jodidamente comestible.

"Sí. Juega conmigo", gimió.

La razón y el control desaparecieron ante sus palabras lascivas, la seductora contradicción de inocencia mezclada con seducción borró el pensamiento racional de mi mente como granos de arena siendo llevados por una fuerte ráfaga de viento.

"Dios, te necesito. ¿Me necesitas de esta forma? ¿Estás loca como estoy justo ahora?" pregunté, mi voz medianamente desesperada mientras tomaba su mejilla en la palma de mi mano y la miraba, mi cara buscando la suya.

"Amor", jadeó." Siempre. Siempre… te necesito. Esto", dijo, golpeando suavemente sus dedos contra mi sien. "Esto", dijo de nuevo, esta vez palmeando el lado izquierdo de mi pecho, sobre mi corazón. "Y esto", agregó, presionando el centro de su mano contra mi, una vez más, tirante erección.

La besé fieramente, su declaración incitándome a tocarla por todos lados con mis labios y manos. Entre apretones, tirones, y gemidos, que serpenteamos nuestro camino más allá del pequeño vestíbulo, hasta que la parte trasera de mis piernas encontraron el brazo del sofá grande y lujoso en el centro de la sala de estar de nuestra suite.

"No más juegos, Edward", siseó Bella. Una profunda risa subió por mi pecho ante el sonido de su impaciencia. Mis labios se enroscaron alrededor de su pezón, lamiendo y tirando ávidamente mientras mi mano imitaba a mi boca en su otro seno. Estaba ignorando la manera en que estaba oprimiendo mi pierna, y estaba claramente poniéndola tan desesperada como yo estaba. Con un pequeño gruñido de su parte, Ojos Cafés tomó entre sus puños mi camisa y me la sacó.

Giró sobre la punta de sus pies con tacones y apretó el brazo del sofá, inclinándose hacia adelante, sus pechos desnudos por encima del apretado corsé que hacía imposible que se inclinara en cualquier clase de sutil ángulo. No tenía opción más que curvar su cuerpo completamente por su cintura, su culo y brillante coño completamente expuestos. Mirando sobre su hombro hacia mí, no dijo nada —se limitó a guiñar y lamer sus labios.

Mis vaqueros y bóxers rápidamente nadando alrededor de mis tobillos, mi necesidad encendida una vez más. La urgencia pura triunfa sobre mi paciencia para remover mis ropas adecuadamente. Podía sentir y oír mi pulso mientras golpeaba fuertemente en mis oídos, como un tambor que llamaba a mis incontrolables instintos primarios. Golpeaba… gritaba… el mismo mantra hacia mí, una y otra vez.

Folla. A. tu. Esposa.

"Antes de que me hagas rogar, Edward… fóllame", ordenó.

Me hundí en ella con un largo empujón, gruñendo mi satisfacción. Su jadeo y subsecuente gimoteo fue acompañado por sus propias caderas presionándose hacia atrás contra las mías. Mis manos, tan grandes comparadas con su pequeña, apretada cintura, prácticamente se envuelven alrededor de su figura entera mientras muevo sus caderas de arriba abajo. Piel hundiéndose en piel. Una superficie es arrugada, ondulada, la otra es suave, flexible, cremosamente-blanca piel.

"Perdido… en ti. Perdido", murmuré. Mi mandíbula estaba tan rígida para hablar más claramente, y mi frente empezaba a perlarse con sudor.

"Estoy contigo. No puedes perderte… cuando nunca estás solo", jadeó. Sus dedos hundiéndose en el sofá, y no estaba seguro de si era para agarrarse por mis Fuertes empujones, o para ayudarse a mantenerse recta mientras se corría con un largo, casi delirante grito.

"Hermosa… perfecta… mía", gemí, ya no siendo capaz de evitar el intenso, líquido calor que entra en erupción desde mi ingle y que explota. Enrosqué mis manos alrededor de sus hombros mientras me hundía en ella tanto como puedo, una última vez. Mi cuerpo entero se puso rígido mientras me derramaba profundamente dentro de ella en largas, pulsantes olas.

Me las arreglé para usar mi última pizca de energía para movernos hasta que el sofá estuvo justo debajo de nuestros cuerpos cuando la gravedad se impuso y ninguno de nosotros pudo soportar nuestro propio peso. La habitación estaba en silencio excepto por nuestras respiraciones, el uno acurrucado contra el otro en una pila.

"¿Edward?"

"¿Hmm?"

"¿Notas algo gracioso?"

"Sí. Mis pantalones aún están alrededor de mis tobillos. Estoy demasiado cansado como para que me importe".

"Eso no. aunque, eso de hecho es algo gracioso. Me refiero a la manera en que estamos acostados en el sillón".

"Huh… ahora que lo mencionas, es gracioso".

Nuestros cuerpos intercalados entre los montones de cojines y la parte posterior del sofá, con eficacia haciendo que nos presionáramos en, y contra, el otro: dos cuerpos, ejerciendo el mismo peso sobre el otro. Estábamos sosteniéndonos mutuamente, tanto jalando hacia arriba como hacia abajo… En esencia: estábamos estrujándonos mutuamente.

Me quedé dormido con una sonrisa idiota en mi cara, pasando a un sueño completamente negro.

El resto de nuestra luna de miel en Bruselas pasó con muchos momentos de ocio, llenos de hacer el amor, ver paisajes, y comer chocolate. Cuando planeé este viaje, había tenido toda la intención de consentir a Ojos Cafés con los mejores dulces belgas hechos por algunos de los más renombrados chocolateros del mundo. Estaba feliz de decir que mis intenciones se cumplieron, y nada se comparaba con alimentar con mis manos a mi, completamente, desnuda esposa con trufas de chocolate mientras ella reposaba en medio de nuestra cama King-size.

Demasiado pronto, regresamos a Estados Unidos, y nos la arreglamos para regresar al edificio —nuestro edificio. Era el hogar que ahora construiríamos juntos. Mis imágenes de más adelante empezaron a acumularse con muchas adorables y hermosas imágenes de mis Ojos Cafés que había anticipado el día de nuestra boda.

Dejé nuestro equipaje en la sala, ninguno de los dos tenía la energía ni siquiera para pensar en desempacar una sola cosa. Bella colapsó en el sofá de piel con un muy fatigado suspiro antes de abrir su laptop y revisar su correo y otros mensajes.

"Vamos, Ojos Cafés. Es tarde. Deberíamos dormir si queremos quitarnos este jet lag", dije, masajeando gentilmente su antebrazo mientras trataba de convencerla de ir a la cama. Traté de besarla para, realmente, distraerla, pero parecía no estar funcionando.

"Solo dame un segundo. Estoy actualizando mi estado de Twitter", contestó antes de mirarme sobre su hombro para que leyera.

Reí cuando leí lo que había escrito en la caja de texto.

Tan cansada. Acabo de regresar de mi luna de miel. EDPA quiere…*jadeo*… dormir conmigo! Es el chico casado que me dio su corazón. :)


(1)Consiste en dos planchas gruesas de bizcocho de chocolate separadas por una fina capa de mermelada de albaricoque y recubiertas con un glaseado de chocolate negro por encima y los lados.

(2)es un pastel con un color rojo oscuro, rojo brillante o rojo-marrón. Por lo general es preparado como un pastel en capas con sabor a vainilla o chocolate, cubierto con un glaseado de color blanco cremoso.

(3)Abuela, abuelita.

(4)Se menciona en un capítulo pasado. Bella saco de pelotas.

(5)Pub crawling. Es un slang que se refiere a cuando en una sola noche, se visitan varios bares

(6) En inglés: Little Bo… Peeved, que hace referencia a Little Bo Peep, la pastorcita de Toy Story, creo

(7)En inglés: Cat in Heat in the Hat, intraducible, pues

(8)en inglés la cacofonía es: cornucopia of corny cacophonus, de nuevo intraducible para que quede como cacofonía.

(9) Una bebida alcohólica, lleva whiskey, creo.

(10) Canción de Louis Jordan: is you or is you ain't my baby?

(11)nacida con el nombre de Katie Scarlett O'Hara y acreditada como Scarlett O' Hara – Hamilton – Kennedy – Butler, es la carismática protagonista de la novela de 1936 de Margaret Mitchell, Lo que el viento se llevó (ganadora del Premio Pulitzer de Ficción de 1937), y de la posterior película homónima de 1939 ganadora de 10 Premios de la Academia.

(12) Hooterville es un pueblo ficticio, en una de las series que sale es en 'Unión de Enaguas', así que se refiere a meterse en sus bragas.

(13)Gordon Gecko, es el personaje central en la trama de las películas Wall Street y Wall Street 2, y viene a representar la ambición desmedida, un ser inteligente, astuto, hábil en todo lo que a finanzas se refiere, pero también calculador, manipulador, inescrupuloso y dispuesto a todo con tal de obtener lo que desea

(14) se refiere a quedar embarazada.

(15) Aquí les pondré todos los diálogos traducidos:

-¿Puedo ofrecerle un trago, señor?

-Sí, por favor. Me gustaría una cerveza —una Kasteel Bruin. De hecho, esa Kasteel Bruin y un shot de jenever

-Claro, señor. Supongo que usted está teniendo un día difícil si necesita lo que nosotros los belgas llamamos 'cabezazo'

-Sí, preferiría estar arriba con mi esposa, para ser honesto

-Disculpe, pero si puedo ser honesto, a mí también me gustaría estar en casa con mi esposa

-Gracias. ¡Salud!

-Se siente como ser golpeado en la cabeza, ¿no?

-Sí, mucho

-Gracias, señor

-¿Puedo ayudarle, señora?

-¿Quieres acostarte conmigo?

-¿Su marido sabe que está sentada en un bar, tratando de coquetear con otro hombre?

-Dije 'tratando' porque esa es probablemente la peor frase de coqueteo que alguna vez he escuchado

-¿Quizás usted pueda enseñarme algo mejor?

-¿En francés o en inglés?

-En francés, por favor. Amo su lengua francesa

-Mi lengua tiene muchos usos, Ojos Cafés. Al igual que mis manos

-¿Por qué estás aquí? ¿Vestida de esta manera?

-¡Joder! No estás usando bragas


Se acabó u.u…

Solo me queda darle las gracias a todas y cada una de las que me acompañaron durante este largo viaje, a las que leyeron, a las que comentaron, a aquellas que se volvieron mis amigas… a todas...

No me queda más que decir antes de ponerme toda sentimental, muchísimas gracias por todo (:

Silvana

sparklinghaledecullen