Bueno, ya lo sé, tardé y mucho, pero espero que este epílogo os compense la espera. Primero quería aclarar las discusiones sobre la secuela, aún no he decidido nada, he visto muchas opiniones diversas y no he llegado a ninguna conclusión, así que por ahora la historia quedará como está, si me decido a hacer la secuela no será pronto, pero de hacerlo prometo poner una nota aquí para avisarlas.
Quiero agradecer a todas las personas que me han seguido, todas las alertas, favoritos y reviews que son muchísimos y que han hecho que esta historia marque una diferencia en mi trayecto en fanfiction, de verdad GRACIAS, ha significado mucho para mí, y todo os lo debo a vosotras por apoyarme y hacer un hueco para leer mi historia.
Sin más esperas os dejo con el epílogo que espero sea de vuestro gusto.^^
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son todos de Stephenie Meyer, a mí solo me pertenece la historia.
Epílogo
Estaba preciosa caminando decidida por el pasillo de la iglesia mientras su apuesto prometido la esperaba al final de éste. Ella sonreía sintiéndose de nuevo una adolescente y él le devolvía la sonrisa sintiéndose el hombre más afortunado del mundo, tenía una familia perfecta e iba a casarse con la mujer de sus sueños, ¿qué más se podía pedir?
-Estás preciosa.-le susurró el apuesto muchacho a la novia mientras la acompañaba hacia el altar.
-Gracias Emmett, no sabes lo que significa para mí que seas tú quién me acompañe hoy.-le sonrió ella.
-Siempre estaré para ti.-le prometió.
Llegaron al final del trayecto y en un gesto más antiguo que el mundo puso la mano de ella sobre la del ansioso novio.
-Más te vale cuidar de ella.-le recordó Emmett.
-Siempre.-prometió él.
Emmett se acercó a darle un beso a la novia en la mejilla antes de sentarse.
-Te quiero, mamá.-le susurró al oído.
Esme parpadeó reteniendo las lágrimas y después se giró para ver a su futuro marido y al sacerdote que comenzó a oficiar la ceremonia. No fue larga, tampoco asistió mucha gente, pero fue una boda perfecta, estaban todos los que debían estar, Alice y Bella esperaban tras Esme como sus damas de honor y Edward estaba tras Carlisle haciendo las veces de padrino.
El sacerdote anunció ofialmente al señor y la señora Cullen y todos aplaudieron. Los chicos corrieron a darles la enhorabuena y pasaron a festejar esa nueva unión que uniría a sus familias para siempre.
-¡Oh, Bells! Ahora sí eres realmente mi hermana.-canturreó Alice mientras abrazaba a la castaña.
-Alice, tú ya eras mi hermana.-le recordó Bella.-Solo con el hecho de estar conmigo cuando más te necesitaba ya te hace sangre de mi sangre.
El ataque de Laurent iba perdiéndose en el tiempo, aunque no sus consecuencias, Bella jamás olvidaría aquel bebé que había perdido cuatro años atrás, pero había comprendido que debía luchar y seguir adelante, y así lo hizo, pero, no sola.
-Bueno aunque no sé si debamos tomarnos esto de los hermanos al pie de la letra.-objetó Alice.
-¿Por qué dices eso?-preguntó extrañada su hermana.
-Porque lo que tú haces con mi querido hermanito no se puede considerar algo fraternal.-se rió ella.
-¡Alice!-la riñó Bella poniéndose colorada.
-Vamos Bella, ya sé que no eres como tu hermano, que parece un conejo con Rose, pero no finjas que eres una monjita con mi hermano.-le dijo Alice mientras le guiñaba un ojo.
Y era cierto, después de pensarlo mucho, al final estuvo preparada y se entregó a Edward.
Flashback
Estaban en el segundo año de universidad, Bella había conseguido ponerse al día con las asignaturas que le faltaban y pudo graduarse con los chicos, ahora todos iban a la universidad de Seattle que quedaba bastante cerca de su casa. Edward estudiaba medicina como su padre, Alice, decoración y Bella, psicología.
Eran las vacaciones de Navidad, todos habían vuelto a casa para las fiestas, pero una noche todos se ausentaron de la casa para pasar la noche fuera, excepto la pareja.
Habían hablado del tema varias veces, y Edward le había asegurado que la esperaría cuánto fuera necesario, lo que no sabía es que Bella ya estaba preparada y tenía una sorpresa para él.
-Edward, ¿puedes venir un momento?-le llamó desde su habitación, él subió rápidamente y la imagen que encontró le dejó sin palabras.
Bella estaba sentada sobre su cama, esperándole, llevaba un sexy camisón que se dejaba caer sobre ella como un papel de colores ocultando un precioso regalo. Edward abrió y cerró la boca sin poder decir nada.
-¿Qué te parece?-le preguntó Bella intentando sonar sexy e intentando disimular la vergüenza que estaba pasando.
-Estás espectacular, pero Bella, yo…-se trababa con sus propias palabras y es que no le llegaba mucha sangre al cerebro.
Ella se levantó mostrando sus torneadas y pálidas piernas y se acercó a él.
-Edward, quiero hacerlo, estoy lista.-le susurró al oído mientras le tocaba el pecho con la punta de los dedos.
-¿Estás segura? No soportaría que mañana te arrepintieras.-le rogó él.
-No creas que esta decisión la he tomado hoy, hace tiempo que lo sé, pero tenía que preparar el escenario.-Edward la miró confuso.- ¿Crees que la casa se ha quedado vacía por casualidad?-le sonrió ella maliciosamente.
-¡Vaya que mi chica puede ser mala a veces!-se rió Edward.
-Por ti hago cualquier cosa.-le aseguró.
-Y yo por ti, mi vida.
-Ahora, solo quiero una cosa.-le dijo ella acortando cualquier distancia entre los dos.-Quiero que me hagas el amor.
-Y yo jamás puedo negarte nada.
Todo comenzó con un beso, pero poco a poco todo se volvió más pasional, la ropa comenzó a volar, la temperatura subía gradualmente y los gemidos no se hicieron de esperar.
Ambos estaban desnudos sobre la cama, ante la puerta del que sería el paso más importante en su relación.
-¿Estás segura?-le preguntó Edward antes de entrar.
-Siempre estoy segura contigo.-le sonrió y aquello fue respuesta suficiente, él se empujó dentro de ella y una sensación placentera les recorrió a los dos por toda su espina dorsal.
-Dios, Edward.-jadeó ella.-Se siente tan bién.
-Sí, cariño, yo también lo siento.-gimió él mientras seguía embistiéndola.
El sudor perlaba la frente de ambos, los cristales se estaban empañando, y ambos notaban como una sensación de calor crecía dentro de ellos cada vez más, no faltaba mucho.
Con una última estocada ambos fueron presa de sus orgasmos. Edward se dejó caer sobre Bella que lo abrazó mientras él se apoyaba tiernamente en su pecho.
-Te amo, Bella.-le susurró él antes de darle un beso en su seno derecho.
-Y yo a ti, gracias por estar en mi vida.-musitó ella.
-Gracias por dejarme formar parte de ella.-le respondió Edward antes de que ambos se dejaran llevar por el cansancio y cayeran profundamente dormidos.
Quizá la primera vez de Bella no fue un buen recuerdo en absoluto, pero la primera vez que hizo el amor, la primera vez que estuvo con Edward, podría eclipsar cualquier otra.
La fiesta de la boda continuó alegremente, los novios se acercaron a la pista para bailar su primer vals como recién casados y poco a poco otros se fueron uniendo a ellos.
Un guapísimo muchacho vestido con un elegante esmoquin y una sonrisa juguetona en la cara se acercó a Bella.
-¿Me concede este baile?-le preguntó cortésmente.
-Mis pies no tienen la suficiente destreza para bailar.-repuso ella.
-Eso depende de quién te lleve.-le aseguró él.
-¿Podrías tú llevarme bien?-le preguntó Bella mientras sonreía coquetamente.
-¿No lo he hecho bien hasta ahora?-siguió él picado.
-Lo has hecho todo genial hasta ahora.-tomó su mano y se acercaron hasta la pista para unirse hasta los otros bailarines.
-¿Lo estás pasando bien?-le preguntó Edward viendo que ella parecía distraída.
-Sí, sobre todo por ver a todos tan felices, es como un sueño.-sonrió feliz ella.
-Esto no es un sueño, cariño, esto es la realidad, y aún puede mejorar más.-añadió él.
-¿Aún más? ¿Cómo?
-Todo a su tiempo.
Esme les reunió a todos poco después de la luna de miel para una reunión familiar. Era tan tierno ver a sus padres como si de jóvenes de veinte años se tratase. Durante la cena todos comenzaron a preguntarse cuál era el motivo de la reunión.
-A decir verdad no tengo mucha idea.-dijo Esme.-Fue Emmett quién me lo propuso.
Todas las miradas se volvieron hacia el enorme hombre que sonreía como un niño pillado infraganti después de una travesura.
-Sí, fue idea mía.-admitió.-Y es que Rose y yo tenemos que anunciaros algo.-la rubia y él se pusieron en pie, se miraron con una boba sonrisa.
-Vamos a ser papás.-anunció Rosalie.
Todos felicitaron a la feliz pareja que admitieron estar esperando un bebé desde hacía dos meses. Rose y Emmett vivían en un pequeño apartamento que habían alquilado con sus sueldos, ella trabajaba de modelo para estudios fotográficos y él en un gimnasio como entrenador personal, aunque iba a preparar las oposiciones de policía, pensaba seguir la estela de su padre.
Emmett estaba a punto de abrazar a su madre cuando ésta echó a correr y todos se quedaron aturdidos, el gigante se mostraba herido por la reacción de su madre. Pero Esme bajó enseguida con algo entre sus manos que depositó en las de Emmett.
-¿Una llave?-preguntó él desconcertado.
-Es la llave de la casa de tu padre, jamás llegamos a habitarla, pero está totalmente reformada, y es perfecta para una joven pareja a punto de ser padres.-les sonrió Esme mientras una lágrima de felicidad resbalaba por su mejilla.
-Mamá, te quiero.-bramó Emmett antes de encerrar a su madre en uno de sus abrazos de oso.
Siete meses después llegó al mundo Miranda Esmeralda Swan fue uno más de los regalos que recibían ahora que el cielo en sus vidas estaba despejado.
Bella se encontraba delante de la ventana viendo como fuera Alice y Jasper jugaban tirándose bolas de nieve, en el salón Emmett y Rose acunaban a su hija mientras esta se alimentaba del pecho de su madre, en la cocina Carlisle y Esme preparaban la cena entre juegos y risas de enamorados. La castaña sonrió satisfecha y soltó un suspiro feliz que se incrementó cuando notó unos conocidos brazos rodear su cintura.
-Es una escena perfecta, ¿no crees?-le preguntó girando su rostro para recibir un tierno beso en los labios.
-Creo que aún puede serlo más.-admitió él.
-¿Ah, sí? ¿Cómo?-rió ella mientras le miraba divertida pero entonces su expresión cambió totalmente cuando le vio inclinarse hincando una rodilla en el suelo.
-Déjame intentarlo.-contestó él.
FIN
Y hasta aquí llegó lo bueno y vuelvo a agradeceros y nunca podré dejar de hacerlo, pero os lo pido por última vez en esta historia ¿reviews?
Os quiero
Crisst