Los personajes no me pertenecen, son de la grandísima Stephenie Meyer, a mí solo me pertenece la historia ^^

Siglos de vida pasarán para nosotros y no habrá nadie que nos recuerde después, solo seremos un vago recuerdo para algunos, los que continuen con vida cuando nos vayamos. Desconozco cuando moriré, soy un ser inmortal, pero no creo que vea el fin de los tiempos, alguien terminará con mi felicidad algún día. Por eso escribo esto, quiero que alguien me recuerde. Sé que mi mujer no me olvidará pero soy consciente de que cuando yo muera ella vendrá conmigo y viceversa.

No quiero que mi historia o la de mi familia se pierda en el olvido, quiero que alguien recuerde quién era Edward Cullen después de que yo muera. Quiero que alguien sepa la vida de este vampiro, que renunció a la sangre, que se peleó contra todos por enamorarse de una humana, que luchó por su amor y venció. Quiero que alguien recuerde la historia de este vampiro arrepentido que está muerto ahora que tú estás leyendo su historia.

Capítulo 1:

Chicago (1901-1918)

Antes de comenzar debo decir que los recuerdos humanos se acaban volviendo borrosos, hay cosas que ya no soy capaz de recordar, personas que ya no sé si conocí y sitios que no ubico.

Pero hay cosas que jamás se borrarán de mi mente, el rostro de mi madre, los consejos de mi padre,...

Al contrario que el resto de los hombres ricos, mi padre no era avaricioso, él no ansiaba el dinero, pero había heredado un gran imperio empresarial y ganaba sin ni siquiera proponérselo.

Sin embargo había algo por lo que mi padre agradecía ser rico: comprarle regalos a mi madre.

Cuando le pidió un matrimonio le regaló el mejor anillo que encontró en el país, probablemente el más caro, pero él aseguraba que después de ver su rostro había merecido la pena. En cuanto el ánimo de mi madre decaía un poco, mi padre aparecía con un hermoso regalo que la hacía sonreír de nuevo:diamantes, vestidos, o simplemente un ramo de rosas.

Recuerdo el día en que mi madre se enteró de la pérdida de su hermana, durante semanas estuvo muy triste. Pero mi padre se traía algo entre manos, había mandado construir una casa idéntica a la casita de muñecas con la que jugaban mi madre y mi tía. Mi madre lloró de emoción y le dio un beso a mi padre más propio de adolescentes que de una pareja adulta casada, había tanta pasión entre ellos.

Bueno, me he desviado del tema, pero es que era una anécdota que siempre llevé guardada en mi corazón, siempre deseé sentir un amor como el de mis padres.

Viví mi infancia en una gran mansión en Chicago. Teníamos sirvientes en la casa, pero mi padre me enseñó desde pequeño la importancia del trabajo, él no quería un hijo malcriado. Mi madre se mostraba muy cómoda con su estilo de vida, tenía dinero, una casa preciosa, gente a sus órdenes, un marido que la idolatraba y un hijo al que adoraba.

Yo era hijo único, por lo que mi madre siempre se centraba en mí. Era su ojito derecho, siempre preocupada por mí, creo que aquello era casi obsesivo. Todos los niños juegan, saltan, gritan y suele terminar con que se caen y lloran. Pero mi madre no dejaba que yo me cayera, siempre me cogía antes de que ocurriera nada.

Mi madre se enorgullecía de mí, siempre les hablaba a sus amigos de su encantador hijo, tan educado, guapo, inteligente. Se mostraba emocionada cada vez que las hijas de sus amigas venían a casa y se sonrojaban al ver, me aseguró que yo podría elegir entre las más hermosas, pero yo apenas si me molestaba en mirarlas. Le encantaba ir al colegio para que los profesores la felicitaran por tener un hijo tan eficiente. Yo, a veces, me mostraba avergonzado por su comportamiento; pero entonces ella se giraba y me decía "como me alegro de tenerte como hijo". Y yo era incapaz de responder a semejante adulación.

Pasamos años viviendo como reyes, yo había terminado el colegio, estaba a punto de comenzar la universidad, mis padres se mostraban tan orgullosos. Pero aún quedaba mi servicio militar, yo me mostraba emocionado ante la idea. Nos habían convencido tanto de la gloria y la honra que aquello aportaba que todos los jóvenes nos mostrábamos animados con participar, no sabíamos de lo que hablábamos. Mi madre se mostró tan preocupada cuando supo que iba a alistarme en el ejército y participar en la 1º Guerra Mundial. Tuvimos muchas discusiones por este motivo. Mi padre intentó mediar entre ambos, aunque yo no desistí ni ella tampoco. Finalmente ninguno de los dos pudimos ganar.

En el verano de 1918 , poco después de que yo cumpliera los 17 años, la gente comenzó a enfermar en Chicago. Una epidemia de gripe española se extendió por la ciudad, y las enfermedades no entienden de familias, ni posiciones, tanto nuestros criados como nosotros enfermamos.

Nos hospitalizaron a los tres. Mi padre murió el primero, pero yo no me enteré hasta mucho después, mi fiebre era demasiado alta, pasaba la mayor parte del tiempo inconsciente o delirando. Muchos doctores pasaban a vernos a diario a mi madre y a mí, pero solo uno lo hacía casi cada hora: el doctor Cullen, parecía preocupado, pero no de la forma que lo hace un médico por un paciente.

La enfermedad hizo mella en mí, ya estaba concienciado de mi muerte prematura. Mi madre, ignorante de ella, se levantaba de su cama para cuidar de mí, olvidando que ella también estaba enferma, yo le repetía una y otra vez que descansara pero su respuesta siempre era la misma:"eres mi niño".

En un estado casi inconsciente escuché a mi madre rogarle al doctor Cullen que me salvara, que hiciera lo que ningún otro podía hacer por mí. Yo no comprendía a qué se refería. Contra todo pronóstico yo sobreviví a mi madre que murió poco más de una hora después. Aunque yo no duraría mucho más.

Pensé que era uno de mis delirios, juraría que alguien me llevaba en brazos sobre los tejados de la ciudad. Me dejó sobre un sofá y después de mucho meditar, clavó sus colmillos en mi cuello. Entonces comenzó el dolor.

Espero que os guste el fic, cualquier opinión, queja, insulto...Ya sabéis, botoncito verde^^