AMISTAD EXPLOSIVA

Capítulo 1: Secuestrada

Por Okashira Janet

Los personajes des Rurouni Kenshin no me pertenecen, son obra de Nobuhiro Watsuki maestro dibujante de manga. Este fanfic está situado en el transcurso del manga, específicamente la saga de la justicia humana, por lo que contiene spoilers.

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Kaoru abrió los ojos lentamente, era floja para pararse y más cuando no había pasado buena noche, la luz del sol entraba por la ventana iluminando por completo su cuerpo, podía escuchar los pajaritos cantando del otro lado (propiciando su prematuro despertar). Sentándose en la cama, aún adormilada, colocó la mano en su cabeza, había dormido mal por acostarse con el cabello recogido, que distraída estaba últimamente.

—¡Kenshiiin! —gritó queriendo saber dónde estaba el pelirrojo y si de casualidad ya había hecho el desayuno, tenía mucha hambre—. ¡Ah!, otros cinco minutos. —Aunque lo cierto es que también tenía mucho sueño, se quedaría tirada en su cama otro rato, al fin y al cabo eso no le haría ningún daño a nadie, 5,4,3,2,1… un momento, ¿había dicho cama?—. ¡Ah! —Se incorporó como si le hubieran puesto un resorte, ¡que tonta era!, ¿dónde estaba?, ¿qué había pasado?, ¿de quién era esa cama?, y lo más importante—. "¿Por qué estoy en bata?".—Se preguntó mientras enrojecía, que ella recordara antes de eso traía puesto su traje de kendoka, de hecho —que ella recordara— antes de eso Enishi iba a matarla, quizás ya estaba muerta y ese era el paraíso, aunque pensándolo bien jamás se hubiera imaginado que el paraíso fuera un cuarto al estilo europeo…

¡No, no, no!, negó frenéticamente con la cabeza arrugando la sabana entre sus manos, podía recordarlo, ella había intentado pelear, pero Enishi se había movido con una rapidez sorprendente colocándose tras ella, pensó que moriría, pero en vez de eso el chico de cabello plateado le había puesto un trapo en la nariz y… de ahí en más no tenía ningún recuerdo.

—"No sé dónde estoy, ni como llegue aquí pero debo irme".—Se paró de la cama y recorrió con la mirada el sinuoso salón, el piso era de un material extraño y brillante, una alfombra se veía acogedora en el piso y un mueble de madera finamente acabado hacía juego con un buró, sobre éste se encontraba un jarrón, la joven kendoka le dirigió una mirada rápida y luego dejo escapar un suspiro, quizás no sirviera de mucho pero lo usaría como arma, después de todo era mejor que nada.

Por un momento temió que la puerta se encontrara cerrada bajo llave pero sus dudas se disiparon al girar la perilla, esas puertas extranjeras también la intimidaban, le daba miedo que alguien pudiera encerrarla, nada como tener unas reconfortantes puertas de papel que pudieran abrirse al menor movimiento de la mano—. "Aunque a veces el tonto de Sanosuke las rompa"—pensó al tiempo que se le venían a la mente recuerdos de sus amigos, Sano, Yahiko, Megumi y por supuesto Kenshin, al pensar en él la joven apretó los labios sin notarlo, se sentía culpable, sabía que Kenshin estaría preocupado por ella. Y por eso, por sus amigos, por él, tenía que salir de ese lugar.

Caminó lentamente por los pasillos solitarios, todo era silencio, todo era vacío. A pesar de la pesadez que se cernía sobre ella como una maldición logró llegar a una puerta, no le sorprendió demasiado encontrarla abierta, algo le decía que estaba presa aun sin candados. En cuanto salió al exterior sus pupilas se dilataron e inconscientemente abrió la boca sintiendo como se le secaba de golpe, ¡era una isla!, ¡estaba en una maldita isla!

—No tiene caso que trates de huir. —Una voz le habló sin miramientos desde atrás, Kaoru sintió que le hervía la sangre, se dio la vuelta a una velocidad impresionante y con todas sus fuerzas arrojo el jarrón contra aquel detestable hombre, Enishi por su parte se agacho rápidamente, el jarrón paso rozándole la cabeza yéndose a estrellar unos metros tras de sí, muy bien eso le enseñaría a no ser tan condescendiente, él que se tomaba la molestia de ir a explicarle como estaban las cosas a pesar de estar más vendado que Shishio y ella que lo recibía con un jarronazo en pleno rostro, ser anfitrión no era una cosa buena.

Kaoru por su parte se encogió repentinamente culpable, Enishi estaba completamente vendado, el brazo izquierdo lo llevaba en cabestrillo atado al cuello, el derecho iba vendado desde el hombro hasta la muñeca, tenía dos parches en la cara y aunque llevaba pantalón seguramente también tenía las piernas vendadas, y ahora la veía con los ojos entrecerrados y clara molestia, estaba apenada de haberle lanzado el jarrón.

—Esta es una isla desierta, está a más de veinte kilómetros de cualquier otro pedazo de tierra y está rodeada de tiburones si quieres irte adelante. —En cuanto escuchó sus palabras Kaoru recapacito en que el ataque con el jarrón estaba bien merecido, Enishi siguió firme en no demostrar rastro de amabilidad con ella.

—¿Por qué no me mataste?, pensé que ibas a hacerlo. —No es que pudieran tener un alto rango de conversación y aunque estaba agradecida de seguir con vida el hecho de estar secuestrada en ese lugar era algo que no terminaba de entender.

—No tengo, —Enishi dio la vuelta y empezó a alejarse—, que hablar contigo sobre eso. —Kaoru enmudeció, ¿le habría perdonado la vida por lastima?, Enishi no parecía ser una persona muy compasiva y si odiaba tanto a Kenshin lo más normal hubiese sido matarla a ella.

—E-ey… —Muy a su pesar sintió que se le ponían coloradas las orejas—. Gracias… —Enishi detuvo su andar un segundo, apenas un instante, luego siguió como si tal cosa, Kaoru lo vio desaparecer por el pasillo y en cuanto estuvo fuera de su rango de visión se dejó resbalar hasta sentarse en el suelo—. ¿Gracias? —La amabilidad que su padre le había inculcado nunca le había pesado tanto, si Enishi no la había matado no era por algún rasgo bondadoso de su corazón, momentos antes de que se soltara el humo en el dojo Enishi había dado a entender que la mataría, ella lo había creído, Saito lo había creído, todos lo habían creído y de seguro Kenshin también, quizás ahora, al no encontrarla, Kenshin pensaría que estaba muerta.

—"Quizás me está buscando". —La joven pensó con desaliento, la isla se extendía frente a ella, el mar cortando sus oportunidades de escape. Enishi no tenía por qué agregar lo de los tiburones, era ridículo pensar que podía salir nadando de semejante lugar.

El silencio que la envolvía fue interrumpido por un murmullo, al parecer había otro hombre en la casa y le decía a Enishi que se asegurara de que se fuera en el siguiente barco.

—¿Siguiente barco? —Se preguntó a sí misma alzando la cabeza con renovado interés, por supuesto, que tonta había sido, como si Yukishiro Enishi se fuera a quedar toda su vida en una isla, en barco había llegado muy seguramente y es en barco como saldría.

—"Un barco es la solución, debo irme en el próximo que salga, no sé cómo lo conseguiré pero debo hacerlo". —Con decisión se puso de pie viendo hacía el horizonte, por algo era Kamiya Kaoru, regresaría al lado de Kenshin aunque pusiera en riesgo su vida.

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Se despertó por la mañana llamando a Kenshin otra vez para acto seguido morderse el labio, que tonta era, ¿acaso no recordaba que ya no estaba en el dojo?, de hecho estaba en casa de Yukishiro Enishi, la mansión de Enishi para ser precisos y hablando de él, desde el día anterior que no lo había visto, de hecho desde el día anterior no había visto a nadie a excepción de…

Un escalofrió la recorrió al recordar. Había caminado por los pasillos de la mansión mirando constantemente de un lado a otro, llevaba cerca de dos horas deambulando por toda la casa y aún no había visto a nadie —no que los compañeros de Enishi fueran una buena opción de compañía de cualquier manera.

—¿Quién es? —Se sobresaltó cuando al girar un pasillo terminó ante una puerta abierta, sentado en un sillón un enigmático hombre parecía mirarla.

—Kamiya Kaoru, —con la formalidad de un encuentro Kaoru lo analizó rápidamente, el hombre frente a ella vestía completamente de negro y llevaba una máscara de esqueleto ocultando su rostro, lo reconoció al instante—.Usted peleó contra Kenshin.

—Ju, ju, ¿así que me recuerdas? —El hombre parecía entretenido leyendo un libro (pues la joven había ido a parar a la biblioteca) pero desvió su atención para recibir a la recién llegada.

—¿Sabe porque Enishi me tiene aquí?

—Esa es una pregunta que desgraciadamente no puedo responder.

—¿Por qué? —Kaoru no pudo ocultar su molestia, el hombre enmascarado pareció sonreír ante sus agallas.

—No puedo responder porque no sé la respuesta, aún no logro entender del todo a Enishi.

—¿Son amigos? —Que pelearan juntos debía significar algo, Kenshin, Sanosuke, Yahiko, todos peleaban juntos debido al lazo de amistad que los unía.

—Amigos es una palabra muy fuerte, —el hombre dejo correr las páginas de su libro—, yo diría que más bien somos compañeros.

—¿Pero se llevan bien? —Cualquier relación de Enishi le podía ser de utilidad para escapar en el futuro.

—Cuando nuestros intereses son los mismos se podría decir que sí, en otras palabras solo nos estamos utilizando el uno al otro.

—¿Qué parte de lo que él hace podría beneficiarlo a usted?

—Son demasiadas preguntas, ¿no crees? —El hombre se puso de pie, su presencia oscura parecía quitarle luz a la habitación, Kaoru recordó que su combate con Kenshin no había sido fácil, en acto reflejo dio un paso atrás—. Una muchacha curiosa. —La máscara se ladeó, casi como si riera—. Me pregunto por qué no te mato Enishi. —No tuvo que agregar más, Kaoru dio la vuelta y se alejó a toda prisa.

Después de eso no se había vuelto a topar a nadie, como si la enorme mansión llena de soberbia y lujos se encontrara desierta. De cualquier manera entre menos gente supiera de ella más fácil le sería escapar, por supuesto, para llevar tal plan a cabo debía saber cuándo llegaba el barco; para tal fin salió por la misma puerta que el día anterior y terminó en la terraza con vista al mar.

—Desde aquí podré ver si llega algo. —El viento la golpeó en la cara, pensó en Kenshin, en los ojos violetas que se encendían o apagaban según su estado de ánimo, se preguntó de qué tonalidad estarían ahora que ella no estaba a su lado y aunque se sintió un poco tonta y engreída pensó que— muy probablemente— sin ella Kenshin no era feliz.

Enishi estaba algo adolorido, bueno, muy adolorido, en la mañana al intentar levantarse se había llevado la sorpresa de su vida al notar que sus músculos parecían no responderle. Battousai aún era bueno cuando las cosas ameritaban golpes, pero su venganza se estaba llevando a cabo y solo tenía que esperar que el antiguo Hittokiri se consumiera poco a poco por sí mismo, después regresaría a la chica a su hogar.

Haciendo un esfuerzo se levantó de la cama para pasar a ponerse sus gafas oscuras, era un hábito adquirido, un escudo para sus emociones, nadie lo sabía pero sus ojos revelaban muchas cosas, si estaba asustado el miedo se leía fácilmente en ellos, si estaba sorprendido el asombro parecía desbordarse de sus orbes negras y eso no era bueno en el momento de la batalla.

—Solo tú lo sabías, ¿verdad hermana? —Enishi sonrió al tiempo que caminaba al balcón, sí, solo su fallecida hermana sabía ese secreto, ella decía que en el fondo el chico era bueno, ahora a Enishi no le importaba ser bueno o ser malo, lo único importante era acabar con el Battousai, después de eso la única misión que se había fijado en la vida habría terminado.

En cuanto a llego al balcón la brisa marina removió su cabello dejándole un gusto a sal, admirando el paisaje recargó los brazos en el barandal y al desviar la mirada a la terraza se encontró con que Kaoru Kamiya estaba sentada dándole la espalda, observando fijamente el mar.

—Aquí está tu suplente hermana. —Enishi alzó una ceja sin dejar de observarla, lo cierto es que aunque aquella muchacha era bonita la belleza de su hermana había sido legendaria, ni su cabello largo y brillante ni su cara bonita podían compararse con la hermosura de su querida hermana—. Además su personalidad es desagradable. —Enishi siseó al recordar como la chica le había aventado un jarrón a la cabeza, al instante Kaoru estornudo, se frotó los hombros como si tuviera frio y se puso de pie con afán de entrar de nuevo a la mansión, que lastima le hubiera gustado seguir enumerando sus fallas en comparación con su hermana, dio un suave suspiro y se apoyó en la protección poniendo la barbilla sobre su mano.

Kaoru de pronto se sintió observada y sin pensarlo alzó la vista hacía el balcón, Enishi la veía fijamente con cierto aire aburrido, ella frunció el ceño al pensar que la había estado observando para entretenerse, ¡no era un espectáculo ambulante!, ¡si no podía hacer nada por estar herido que se buscara otro entretenimiento! Sin mediar palabra entró a la casa con paso vivo.

Enishi abrió la boca sin ser consciente, cierto, Kaoru Kamiya no era tan hermosa como su hermana, no era refinada, elegante, calma y serena, pero en toda su vida con ella Enishi no le había visto a su hermana, ni una sola vez, una mirada tan llena de vida y tan apasionada como la que Kaoru podía dar con aquellos expresivos ojos azules.

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Era una limpia y fría mañana, Kaoru abrió los ojos lentamente, esta vez no por el canto de los pájaros si no porque escuchaba alboroto en la mansión, frotándose los ojos se incorporó en la cama y retiró las cobijas que momentos antes la abrigaban, se oían ruidos apresurados y eso era extraño porque no es que hubiera mucha gente en la mansión. Bajó los pies intentando encontrar las sandalias que Enishi le había dado, eran unas sandalias raras, de algún material calientito, como de tela pero con peluche, que extrañas eran las cosas extranjeras.

—Por qué habrá tanto alboroto. —Al asomarse a la ventana tuvo una visión que casi le provoca caerse, ¡un barco estaba encallado en la orilla de la isla!, su oportunidad de escapar había llamado a la puerta, tenía que subirse a ese barco, era completamente necesario, debía regresar con Kenshin y sus amigos.

El problema era que no tenía la agilidad ni el tamaño como para subir sin ser notada, posiblemente para alguien como Misao, acostumbrada al sigilo y las sombras, aquello era pan comido, pero no es cómo si ella supiera de infiltraciones, siempre que habían tenido que llegar o escapar de algún lado su plan de acción había sido ir por ahí abriéndose paso a punta de espada.

—Usare los extraños artefactos de Enishi. —Al final se rindió a la evidencia, muy probablemente tendría que enfrentarse a alguien para subir al barco, como Enishi no era la clase de hombre que dejaba por ahí armas para su rehén tuvo que tomar una de sus escobas a modo de shinai.

Incluso con aquello tenía problemas, la escoba era extranjera y el mango no era muy fuerte, de hecho las cerdas eran de plástico y se habían desprendido con relativa facilidad del palo, solo rezaba porque su frágil arma no se partiera en dos a las primeras de cambio, ¿es que Enishi no iba a hacérselo fácil ni siquiera en eso?

—"Un momento". —Una idea golpeó su mente y abrió los ojos con sorpresa, ¿cómo no lo había pensado antes?, ¡claro!—. ¡Enishi!

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Enishi observó el mar y el barco que se encontraba encallado en la playa, su cabello se agitó suavemente con la brisa, sin prisas trató de tomar la botella de vino que reposaba en su mesita de centro, pero se lo pensó mejor y dejo que sus dedos juguetearan con el borde de la copa de vidrio a un lado.

No tuvo que esperar mucho para escuchar unos pasos frágiles tras él, era Heishin, segundo al mando en la organización, como siempre acompañado de sus cuatro guarda espaldas, Enishi los miró sin interés. Siguiendo la rutina habitual Heishin cuestionó sus planes de manera sagaz y esquiva, como la comadreja que era, pero Enishi no lo tomó en cuenta, no le importaba nada una vez su venganza humana se hubiese llevado a cabo, una vez Kenshin se hundiera en la miseria por su propio peso dejaría la organización por completo en manos de aquel hombrecillo ambicioso, una vez cumplida su misión lo demás no importaba.

Kaoru se detuvo al pie de la escalera con el palo entre las manos, Enishi estaba en el mirador, unos hombres salían de ahí, cuatro de ellos eran idénticos, como si fueran todos gemelos, altos, robustos, calvos y feos, el otro hombre era pequeño y a simple vista débil pero al parecer era quien los comandaba.

—Aunque dejes la organización, eres muy arrogante…—El hombre bajito murmuró altivo y Kaoru supo que se estaba refiriendo a Enishi, después de decir esto se dio la vuelta y él y sus hombres se fueron, Kaour frunció el ceño sin entender porque Enishi hacía negocios con alguien tan poco fiable, pero no estaba ahí para cuestionar a su enemigo, solo tenía que concentrarse en subir al barco antes de que las cosas empeoraran, debía tomar el control de la embarcación, pero para hacerlo solo había una forma.

—"Debo tomar a Yukishiro Enishi como rehén, es peligroso pero ahorita está herido por la batalla que tuvo con Kenshin". —Se repitió mentalmente para no flaquear, era arriesgado, pero la única carta que tenía actualmente para ganar.

Enishi vio a Heishin partir y se sentó en su mecedora echándose una sábana blanca sobre las rodillas, hacía un poco de frío, o quizás aún no se recuperaba del todo de su pelea con Battousai… Se perdió un poco en la melancolía al pensar en esto último e inclino el mecedor hacía atrás, dentro de nada todo por lo que había luchado se terminaría.

—Ya casi termina. —Susurró mientras alzaba la vista y una sonrisa de satisfacción aparecía en su rostro—. Solo falta que Battousai caiga en la desesperación y muera. —El hombre que le había robado a su hermana, a su madre y su felicidad—. Ya casi termina hermana… —Cerró los ojos saboreándolo, degustando la victoria que por fin sería suya, pero no pudo perderse en tan ansiado placer, repentinamente el fantasma de su hermana inundó sus sentidos, pero estaba triste y no sonreía, sorprendido Enishi se inclinó en el mecedor, las gafas descendieron y sus ojos reflejaron su inmensa sorpresa, su hermana lo observaba tristemente, su hermana cerraba los ojos en actitud de rechazo, las pupilas de Enishi se dilataron.

—¡Prepárate Yukishiro Enishi! —Kaoru creyó preciso atacarlo en ese instante, corrió hacía él con toda su fuerza empuñando fuertemente el palo de madera, pero al irrumpir en el mirador Enishi se puso de pie echando hacía atrás la mecedora y tirando con su rudeza la mesita de centro.

—¡Uoooooo! —El grito que surgió de su garganta asemejo un rugido desgarrador, Kaoru que momentos antes estaba completamente decidida a atacarlo quedo de piedra, con los ojos bien abiertos, sin atinar a comprender que pasaba—. ¿Por qué?, ¿por qué me miras así?, ¿por qué no me sonríes? —gimió el joven poniendo una mano en su sien mirando atormentado hacía delante, el fantasma de su hermana lo observaba tristemente, Enishi rehuyó su vista girando el rostro—Hermana… —Y la vio, ahí, de pie, mirándolo con sorpresa, esa chica, la mujer de Battousai, ahora todo estaba claro—Ah sí, es porque sigue viva, tu sustituta sigue viva. —El odio lo carcomió observando a la usurpadora, a la que ahora compartía una felicidad que no era suya, Kaoru intentó reaccionar, intentó correr, pero todo fue en vano, Enishi llegó de dos grandes zancadas hasta ella y con una de sus potentes manos apretó su cuello, la ahorcaría, la mataría.

—¡Muere, muere, muere! —Kaoru intentó zafarse, el palo se le resbaló de las manos ante la agonía, con las manos desnudas intentó soltarse, pero su mente pronto se sumía en la oscuridad, los ojos se le llenaron de lágrimas ante el ahogamiento, la mataría, no podía competir con su fuerza.

Enishi apretó más fuerte, unos segundos más y moriría por falta de aire, un poco más y moriría estrangulada, Kaoru intentó patalear, pero sus piernas habían dejado de responderle, con un último esfuerzo intentó echarse hacia atrás, ¡su vida no podía acabar de esa forma!, ¡no podía morir ahí en ese lugar!, pero estaba ocurriendo, estaba muriendo… Pensó en Kenshin y la sonrisa amable que le daba en las mañanas, sus ojos violetas cuando el sol le daba en el rojo cabello y aquella vez cuando la había sujetado de la mano en un día de lluvia. Lo sentía, ¡cuánto lo sentía!, no ser capaz de volver a verlo.

Unos segundos más, un poco más, Enishi sintió como el cuerpo de la muchacha se aflojaba, intentó un último esfuerzo, pero entonces el que se quedó sin aire, sin fuerzas y sin energía fue él.

Ambos cayeron al piso, Kaoru de rodillas y el de golpe, su cuerpo entero quedo tendido en el suelo, la chica sujetó su garganta jadeando, él intentó pararse pero le fue imposible, todo su cuerpo temblaba, se puso a gatas, sudaba copiosamente y su cuerpo se estremecía.

La joven kendoka lo observó sin dejar de jadear, ahora lo entendía, Enishi no la había matado no porque no hubiera deseado hacerlo si no porque no podía, aunque su mente le ordenaba hacerlo su cuerpo no le respondía porque en su corazón se había formado la imagen de su hermana en ella, Enishi la veía como a su hermana, por eso no podía matarla.

—¿Por qué?, ¿por qué no me sonríes hermana? —sollozó el joven intentando clavar las yemas de sus dedos en el helado piso, nada le importaba, solo la sonrisa de su hermana y ahora esta se había ido, se había borrado, Kaoru se alejó de él como pudo, tosiendo, aun llorando por la asfixia—Hermana…hermana… —No es que no hubiera visto antes a un hombre llorar, en el pasado los chicos lloraban en el dojo de su padre cuando se hacían daño, había visto lágrimas en los ojos de Yahiko y un par de veces Sanosuke había chillado cuando se hacía daño estúpidamente, pero esto era diferente, la manera como lloraba Enishi era muy parecida a la de un animal herido.

—Hermana… —No pensó en él como el hombre que había estado a punto de matarla si no como el hombre que no había podido hacerlo y aunque era ingenuo de su parte y seguramente Megumi le hubiera echado una bronca monumental lo abrazó como lo hubiera hecho con Yahiko si se hubiera lastimado gravemente, abrazó su cabeza de cabello tan blanco como la nieve. Enishi se aferró a ella, a su hermana que de alguna manera había ido a consolarlo, las lágrimas que corrían por su cara cayeron una a una sobre su bata.

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Notas de Okashira Janet: Bueno, como pueden notarlo he decidido reeditar esta historia —porque la otra daba asco siendo exigentes. Anteriormente cuando reeditaba un fanfic respetaba mis ideas anteriores y solo mejoraba la ortografía, pero he llegado a la conclusión de que así las historias siguen apestando y con el curso que me ha dado Ayann he aprendido, después de muchos descalabros a destruir creaciones que en su momento parecían buenas y que evidentemente no lo eran.

De cualquier forma sigo a disgusto con este capítulo, los eventos siguen atropelladamente al manga y no ahondo en los sentires de los personajes, pero a ver si nos ponemos serios en el capítulo que viene, de cualquier manera espero que les guste el resultado porque últimamente ando bastante enamorada de Enishi.

Domingo 13 de Diciembre del 2015