¡Buenas chicas!
Espero todas estén muy bien, quise subirles este OS para darles las gracias por todo el apoyo y por todos sus lindos reviews en mis historias, lleva en mi computadora guardado por años :)
Es un capitulo único.
Espero les guste y lo disfruten.
Ahora si, ¡las dejo leer!
Capitulo único
Edward's P.O.V
Recargué mi frente en el volante del volvo respirando profundamente. Bajé del auto mirando el edificio que había sido por tantos años mi hogar junto a mí, bueno, junto a Bella.
Aun no terminaba de entender cómo es que finalmente nos habíamos separado, había empezado como una discusión tonta y luego se había convertido en una de nuestras peores peleas, habíamos dicho cosas que ninguno de los sentía realmente.
- - - Flashback - - -
Conocí a Bella el primer día de clases, ambos estudiábamos para pediatría, habíamos congeniado casi de inmediato haciendo cada trabajo en grupo juntos.
— Al fin terminamos —sonrió Bella estirándose.
— Dios, si — murmuré masajeándome la sien. Estábamos ambos en la mesa de su cocina.
—Dios, ¡qué tarde es!— exclamó viendo su celular
— Si, lo es —respondí— Imprimamos esto y ya me voy a casa —
— Edward es muy tarde y llueve, ¿seguro que quieres irte?—preguntó.
— Sí, no pudo haber peor día para estar sin mi volvo —murmuré frustrado.
— ¿Cuándo va a estar reparado? —preguntó
— Con suerte el viernes lo puedo ir a buscar — sonreí enviando el archivo a imprimir.
— Tu hermano a veces es…—farfulló
— Un imbécil, lo sé— reí lleno a buscar el proyecto impreso. Emmett había fundido mi auto intentando usarlo como un todo terreno.
— Tengo un cuarto de invitados… suele usarlo mi padre cuando viene a visitarme, está listo para usarse si quieres — se encogió de hombros.
— ¿No te molesta si me quedo?—pregunté
— No Edward está bien, te lo ofrezco por eso, ¿no?— sonrió
— Gracias Bella — agradecí
— Muy bien, el trabajo está listo — asintió tomando el proyecto y dejándolo dentro de la carpeta en que lo íbamos a presentar. — Ven, te muestro el cuarto — habló tomándome de la mano llevándome con ella. — La cama ya está hecha con sabanas limpias — señaló cuando estuvimos dentro del cuarto — El baño está afuera, estás en tu casa —
— Puedo… ¿pedirte algo más?—murmuré apenado.
— Claro que sí, dime — respondió
— ¿Te molesta si me ducho? Es que… bueno esta mañana me quedé sin agua e iba a ir luego de aquí donde mi hermano y —
— Tranquilo, claro que sí, ¿tienes ropa? No sé si hay algo aquí de mi padre —murmuró
— Sí, sí. En el bolso que dejé en la cocina —asentí— Como te dije luego de la uní iba a ir donde Emm y bueno… con este trabajo y sin auto —
— Edward, deja de avergonzarte, me has salvado muchísimas veces trayéndome y llevándome a la facultad desde que supimos que vivíamos cerca, me toca devolverte el favor — aseguró quitándole importancia
— No lo hacía esperando alguna retribución —prometí
— Lo sé, pero somos amigos, ¿Cierto? — sonrió.
— Sí, supongo que si— asentí. Quería todo con ella, menos ser su amigo.
— Bien, dúchate cuando gustes. Voy a preparar algo rápido para cenar, ¿de acuerdo?— preguntó
— De acuerdo, gracias — respondí. Caminé tras ella tumbo a la cocina y una vez que tomé mi bolso me dirigí al baño.
Me di un buen baño caliente, el agua estaba tan deliciosa que no quería salir de la ducha, aun así salí rápidamente no queriendo abusar de su hospitalidad. Luego de ponerme el jean y una playera negra me puse mi calzado. La luz de fue sorpresivamente y escuché a Bella soltar un gritito.
— ¿Bella?—pregunté abriendo la puerta del baño— ¿Estás bien?—insistí caminando con la poca luz que daba mi celular
— Sí, estoy aquí — asintió llegando a mí con la luz del móvil— Me asusté, lo lamento —
— Tranquila, no pasa nada— dije pasándole un brazo por los hombros.
— Ven, salgamos del departamento a ver si somos los únicos— respondió aferrándose a mi brazo y llevándome a hacia la puerta.
— ¿Bella? —la llamaron cuando salimos.
— Ange, soy yo —respondió Bella.
— Creí que era la única — respondió la tal Ange. No se veía casi nada, apreté a Bella un poco más contra mí.
— Sería mejor bajar a averiguar qué ocurrió —habló una voz de hombre.
— Hola Ben, no te había visto — saludó Bella
—Tampoco veo mucho— rio él.
— ¿Quién eres? —preguntó Ángela apuntándome con la linterna. Cerré los ojos intentando protegerlos de la luz y escondí el rostro en el cabello de Bella. La sentí estremecerse.
— Es un amigo, Edward. — me presentó
— Hola Ben, Ange — respondí alejándome del cabello de Bella— ¿Ángela verdad? sino te molesta… la luz— pedí
— Oh, sí, lo siento. No te conocí y me asuste —se disculpó.
— Descuida, lo entiendo — respondí
— Deberíamos ir a bajo a ver si el encargado del edificio sabe algo— habló Ben.
—Pero bajar las escaleras con tan poca luz es una trampa mortal—aseguró Bella. Estábamos en el octavo piso.
— Sí, para ti si Bella— respondió ben, a pesar de que no pude verlo supe que estaba riendo.
— Si alguien baja lo acompaño — asentí — Dudo que si voy solo me responda algo, no soy habitué de aquí —
— De acuerdo, voy contigo — habló Ben. — Ange quédate con Bella, busquen algunas velas —
—De acuerdo—asintió ella. Me acerqué al oído de Bella.
— ¿Vas a estar bien si bajo? —pregunté solo para ella. Me miró a los ojos, aun con la poca luz que había pude apreciar su sonrisa.
— Sí, creo que fue mala idea que te quedaras — respondió
— No, prefiero estar aquí —prometí besando su frente
— Tengan cuidado en la escalera — pidió.
— Bien, vamos —asintió Ben. Bajamos con cuidado cada uno de los escalones alumbrados con la linterna de Ben y mi celular. — ¿Tú y Bella?—preguntó
— No, solo somos amigos —respondí.
— No quiero ser entrometido, pero Bella es una buena chica, no quisiéramos que resultara herida —aseguró
— Descuida, tampoco quiero que alguien la hiera —aseguré.
No iba a darle mayores explicaciones. Ya tenía bastante con Alice y Emmett que desde que la habían conocido me insistían para que le pidiera a Bella una cita, ella no parecía estar interesada en mí.
— ¿Benjamín?—preguntó Ben cuando llegamos a la planta baja buscando al encargado del edificio.
— ¡Aquí!—respondió una voz. Seguimos la voz en la oscuridad encontrándonos con dos hombres alrededor de un pequeño escritorio en la entrada del edificio
— Hola Mike —saludó Ben. — Él es Edward — me presentó. Asentí hacia Mike.
— ¿Tenían visitas?—preguntó señalándome— Benjamín está hablando con la compañía de luz — nos comentó señalando al hombre que estaba a unos pasos de nosotros.
— Visita de Bella en realidad —respondí por Ben
— Vaya… de Bella —murmuró
— Si —respondí.
— Muy bien, muchas gracias — asintió Benjamín cortando la comunicación y acercándose a nosotros
— ¿Y bien? ¿Alguna novedad?—preguntó Ben.
— por la tormenta se calló un árbol sobre una caja de luz rompiendo unos cables que alimentaban esta cuadra y otras cinco. No tienen tiempo de reparación aun y mientras no pare la lluvia vamos a seguir así — explicó.
— Tenemos para largo entonces — murmuró Ben
— Lamento decirles que si —respondió Benjamín.
— No podemos hacer nada aquí entonces. Volvamos arriba — sugirió Ben dando un palmada en mi espalda
— También subo — dijo Mike cruzándose un bolso por el pecho antes de seguirnos. — Creí que Bella estaba concentrada en su carrera — señaló Mike mientras subíamos el primer tramo de escaleras.
— No sé qué estas queriendo insinuar —respondí.
— Nada realmente, ya sabes, me asombra que me haya dicho que estaba concentrada en su carrera que recién iniciaba y ahora tu estés aquí — comentó.
— No tengo que darte ningún tipo de explicación —respondí. El saber que este chico tenía intenciones con Bella me hacía sentir enfermo.
— No molestes a Edward Mike, Bella ha dejado en claro desde el primer día que no te ve de otro modo, entiéndelo de una vez —pidió Ben cuando pasábamos el séptimo piso.
— ¡Ya están aquí Ange!—escuchamos a Bella gritar
— ¡Voy!—respondió Ange cuando llegamos al piso de Bella.
— ¿Todo bien? —preguntó cuándo me acerqué a ella
— Si—respondí besándole la frente. Necesité marcarla delante de Mike, aunque sonara demasiado cavernícola.
— ¿Y? ¿Qué les dijeron? —preguntó Ángela abrazándose a Ben.
— Parece que por la tormenta unos cables se vieron dañados, no saben cuándo van a poder repararlos — habló Mike por primera vez desde que subimos, Bella se removió incomoda a mi lado acercándose levemente más hacia mí y pasé un brazo por sus hombros acariciándolos.
— Tranquila, no pasa nada Bella — la tranquilicé. Asintió.
No me importaba si era por Mike o por la ausencia de luz su incomodidad, pero quería reconfortarla.
— Supongo que no podemos hacer más nada entonces — respondió Ángela
— No creo — negó Bella.
— Afortunadamente no hace calor, será mejor intentar dormir —respondió Ben
— Sí, es lo mejor — asintió Ángela.
— Bueno, cualquier inconveniente ya saben, estamos al lado — dijo Bella.
— Sí, lo mismo digo —asintió Ángela.
— Bien, hasta mañana entonces —se despidió Mike entrando a su departamento y cerrando la puerta de forma ruidosa
— Quizá así lo entienda de una vez — suspiró Bella apoyando la cabeza en mi hombro
— Te va a abordar en cuanto te encuentre sola, ya lo hizo con Edward — le advirtió Ben.
— ¿Qué ocurrió? —preguntó Bella viéndome
— Al parecer le molesta que este aquí si te quieres concentrar en tu carrera —respondí
— ¿Mike no entiende el castellano o qué?—exclamó Ángela
— Ya no sé qué hacer — admitió Bella con un suspiro
— No le negué que estuviéramos juntos, ¿debí hacerlo?—pregunté a Bella.
— No, está bien. A ver si así lo entiende —respondió
— Después de la mirada de le dirigió a Edward cuando besó tu frente lo va a entender — rio Ben
— Yo creo que sí, quería matarlo — rio Ange— En fin, intentemos descansar. Mañana con luz vamos a poder seguir hablando mal de Mike —
— De acuerdo —rio Bella— Que descansen — dijo despidiéndose y tirando de mi hacia su departamento— Lamento todo esto — se disculpó Bella una vez estuvimos dentro.
— ¿Lo de Mike o la luz? —reí divertido
— Ambos —suspiró
— Ninguno me molesta, quiero decir, prefiero estar aquí contigo para ambas cosas — aseguré
— Gracias — sonrió.
— De nada — reí— Pero necesito saber… ¿de verdad no sales con él por tu carrera? —pregunté
— No, pero es lo único que se me ocurrió después de 8 meses rechazando sus citas — rio
— Que intenso —murmuré
— Demasiado —suspiró— Cenemos, conseguí algunas velas— pidió caminando hacia la cocina
Cenamos tranquilamente a la luz de las velas charlando de temas variados, cuanto más conocía a Bella más me gustaba. La sentí temblar.
— ¿Frio? —pregunté
— La verdad que si—murmuró frotándose los brazos.
— Ven — pedí tomándola de la mano y llevando una de las velas hasta la sala. Tomé la colcha que había allí sobre el sillón y la envolví en Bella haciéndola sentar antes de abrazarla— ¿Mejor? —pregunté
— Mucho —murmuró acurrucándose más contra mí— Gracias Edward, de verdad, te quedaste por un favor hacia ti y resulté ser la más beneficiada — rio
— Te dije que no me importa Bella, estoy tranquilo sabiendo que no estás sola — confesé.
— ¿Edward?—me llamó. La miré a los ojos— ¿Eres tan amable y dulce siempre con todas?—preguntó
— Amable sí, dulce solo con quien me importa lo suficiente —admití.
— ¿Te importo? —preguntó en un susurro.
— Si fuera así, ¿te molestaría? —pregunté suavemente
— No, tú también me importas —sonrió.
— Me importas Bella —respondí recargando mi frente en la suya. — Mucho — confesé.
— ¿Y entonces?—preguntó
— Entonces… —dudé — Si te invito a un museo interactivo del cuerpo humano… ¿no estarías quitándole importancia a tu carrera verdad? Podríamos repasar nuestras clases y luego ir a cenar. ¿Aceptarías?—pregunté.
— Por ti puedo hacer un espacio en mis estudios — sonrió.
— Me alegro — sonreí— ¿Sábado? ¿Paso por ti a las 2?—
— Me agrada la idea, mucho — sonrió mordiéndose el labio.
Me fui acercando suavemente a ella y le besé la nariz. Bella acarició mi nuca tomando mis labios con los suyos en un dulce beso. Sonreí contra su boca abriendo la colcha con suavidad para abrazarla, sus brazos pasaron por detrás de mí cuello acercándome a ella
— ¿Puedo hacer cada trabajo de la universidad contigo?—pregunté rosando sus labios con los míos suavemente. Se carcajeó tirando la cabeza hacia atrás exponiendo su cuello, me animé a besarla allí con suavidad sintiéndola estremecerse por completo.
— Que nos manden… muchos más… trabajos—suspiró. Reí suavemente sin dejar de besar su piel.
- - - Fin del flashback - - -
Aquella primera noche habíamos dormido juntos y abrazados en su cómoda cama sin pasar a más, 3 meses después nos hicimos novios y antes del año me mudé al departamento de Bella. Ahora vivía solo, y completamente amargado.
Suspiré saliendo del auto luego de tomar la caja que había llevado conmigo para meter mis cosas, no solo me había alejado de Bella sino también de Alice, Emmett y sus parejas. Solíamos salir los 6 pero desde que Bella y yo nos habíamos separado me dolía mucho más estar allí solo, o peor, que ella estuviera.
Hacia tan solo dos meses nos habíamos separado y sentía que habían pasado años. Extrañaba sus labios, sus mimos, sus ojos, estar dentro suyo… me estremecí, intentaba no pensar en todo eso, pero estando aquí no iba a poder evitarlo.
Me había asegurado que Bella hoy estuviera en el hospital, ambos trabajábamos en el mismo lugar. Me dolía tanto verla por los pasillos ignorándome que realmente estaba considerando cambiarme, aunque eso era admitir que ya nada me unía a Bella. Por esa misma razón aún tenía la mitad de mis cosas en este departamento, no tenía la fuerza para venir y sacarlas.
— Buenos días Edward — me saludó Benjamín.
— Hola —dije con una mueca dirigiéndome al ascensor. Pulsé el 8 y cerré los ojos recargándome en una de las paredes, cuando más rápido lo hiciera, menos iba a doler. O eso esperaba.
El olor a Bella y a hogar me golpeo en cuanto entre al departamento, me tragué un gemido de dolor y cerré la puerta. Solo tenía que sacar todas mis cosas de aquí e iba a poder ir a mi departamento a derrumbarme como estos últimos dos meses.
— Tranquilo Edward, no te la vas a cruzar, solo debes entrar, buscar tus cosas y salir —dije dándome valor a mí mismo.
Había juntado un par de cosas mías que estaba en la sala. No sabía cómo iba a entrar al cuarto sin que mi pecho doliera, ¿Cómo entrar donde tantas veces la había amado? ¿Dónde tantas veces me había asegurado de que fuera mía y yo de ella?
Respiré hondo, mientras menos respirara allí dentro, mejor. Abrí la puerta suavemente y solté todo el aire de golpe al ver a Bella en la cama. Cerré los ojos y me giré listo para salir de allí cuando la escuché soltar un quejido. Rápidamente me giré acercándome a ella, respiraba con dificultad y se la veía transpirada, estaba excesivamente abrigada.
Me acuclillé a su lado acariciando su mejilla con suavidad, ignoré la típica electricidad de siempre y su suavidad, asombrado por la alta temperatura que tenía. Apoyé mi mano en su frente y mejilla
— Estas volando de fiebre —murmuré preocupado.
Busqué su maletín sobre el sillón a los pies de la cama, donde siempre lo dejaba, buscando el termómetro, lo puse en su boca reteniéndolo allí. Con suavidad la desabrigué un poco, soltó otro quejido adolorido. Terminé de destaparla completamente asustado de que tuviera algún tipo de herida que estuviera ignorando. No parecía ser el caso, pero no debía descartar nada.
No pude evitar ver su cuerpo, estaba usando unas braguitas y una de mis remeras de pijama, sonreí arrodillándome a su lado y acariciando su rostro suavemente esperando por el termómetro.
— Maldita sea —murmuré viendo sus casi 39 grados.
Caminé hasta la cocina, tomé un recipiente y lo llené de agua antes de poner unos cuantos cubos de hielos dentro. Tomé un paño y volví al cuarto dejando el recipiente sobre la mesa de noche con el paño dentro.
Giré a Bella dejándola de espaldas sobre la cama, escurrí el exceso de agua del paño antes de pasarlo por su frente y cuello, gimió levemente por el cambio de temperatura. Cuando los cubos de hielos se deshicieron cambié el agua, puse nuevos hielos y regresé a la habitación.
Había pedido algunos kilos, rogaba que fuera por la fiebre y no por la misma razón que los había pedido yo. Si no fuera porque Alice y Emmett me obligaban a comer estaría mucho más flaco.
Bella se retorció sobre la cama despertándose levemente.
— ¿Edward? —preguntó en un tono muy bajo apenas abriendo los ojos.
— Soy yo —le sonreí— Tienes fiebre, ¿cómo te sientes? —pregunté acariciando su mejilla
— Horrible —murmuró cerrando los ojos— Tengo frio —protestó intentando quitarse el paño de su frente
— Shhh, déjalo, está bajando la fiebre —pedí reteniendo sus manos
— Pero tengo frio —gimió. Vi una lágrima caer.
— Lo sé amor, lo sé —respondí angustiando frotando sus manos— ¿Crees que puedas con una pastilla?—pregunté. Asintió levemente volviendo a cerrar los ojos.
Busqué dentro de su maletín un ibuprofeno y la botella de agua que siempre había en su mesa de noche. Me senté en la cama pasando un brazo por detrás de su cuello y su cintura ayudándola a sentarse y la dejé recargada sobre mi pecho para que pudiera sentarse sin esfuerzo.
— Gracias —murmuró luego de tomar el agua y la medicina.
— Siempre —murmuré besando su hombro. Se giró acurrucándose en mi pecho.
—Te extraño —gimió.
— Shhh, necesitas descansar —dije frotando mis manos en su espalda
— ¿Tú a mí no? — Insistió ignorándome
— Sabes que si —murmuré— Ahora descansa, ¿está bien? —pedí.
— Solo si te quedas conmigo —pidió
— Toda la vida amor —prometí. Sentí como hacía presión sobre mí intentando recostarnos, Me quité las zapatillas y nos acosté con ella acurrucada sobre mi pecho.
Un par de hora después, con cuidado la bajé de mi pecho dejándola sobre la cama con las sabanas sobre ella, la pastilla ya estaba haciendo efecto por si sola. No sé cuántas horas habrá pasado dormida antes de que me alejara de ella rumbo a la cocina a preparar algo de sopa para cuando se despertara.
Una vez en la cocina me pasé las manos por el pelo frustrado y llamé a Alice mientras comenzaba con la sopa.
— Hola hermanito —me saludó
— ¿Qué sabes de Bella? —pregunté
— No mucho en realidad —murmuró— La vi la semana pasada por última vez, ¿ocurre algo? —preguntó
— Sí, vine al departamento a buscar mis cosas porque se suponía que estaba trabajando y la encontré volando de fiebre y no parece estar alimentándose bien — dije
— Me suena a alguien ¿no crees? Aun así, la semana pasada me prometió respetar más sus comidas, increíble que ambos sean doctores y ninguno sepa que no está bien lo que esta haciendo —
— No te llamo para eso Alice, ¿Cómo es que no te diste cuenta de lo que ocurría con Bella, Alice? ¡Como la dejaste llegar a los 39 grados de fiebre! —exclamé
— ¡Del mismo modo en que tu dejaste de salir con nosotros! A ninguno nos hace gracia la estupidez que están haciendo y ambos son igual de testarudos —respondió— Cada vez que los veíamos queríamos abofetearlos y obligarlos a reconciliarse, están destruidos separados —
— ¿No crees que lo sé? ¡Claro que lo sé! Intenté hablar con ella y me ignora Alice, ¿Qué quieres que haga? —
— ¡Qué luches! ¡Ambos! Se fueron por lo fácil, lo dejaron ¡7 años tirados a la basura por celos y una estúpida discusión! Nos cansamos de que ambos nos ignoren y nos respondan mal, o se arreglan ustedes o se joden ustedes, nosotros no podemos más verlos así de destruidos y que ninguno de nuestros intentos sirvan —aseguró— Y no me la discutas porque cada vez que iba a tu departamento comías y me echabas —
— Lo sé —murmuré— ¡Lo sé! Perdí al amor de mi vida, ¿tan difícil es entender que no quiero que me fastidien? Me fastidié solo, ¿contenta? —pregunté
— No, no hasta que Bella y tu estén juntos. COMO DEBE SER. Idiotas—respondió
— Ahora… ahora voy a cocinar algo para Bella, luego…—dudé— Luego hablamos —dije colgando sin darle tiempo a responder.
Frustrado me recargué con las palmas en la encimera, quería gritar. Gruñí volviendo a ponerme con la sopa para que Bella comiera. Puse verduras y unos trozos de pollo congelados que encontré.
Escuché la puerta del cuarto abrirse y cerrarse, luego otra puerta abrirse y cerrarse antes de escuchar el agua de la ducha. Seguí moviendo la sopa con miedo a moverme de donde estaba. Apagué la sopa una vez estuvo lista y me recargué en la encimera esperando a Bella. Hacia unos minutos el agua había dejado de correr.
La sentí irse del baño al cuarto nuevamente, Y varios minutos después salir. Se quedó muda y helada cuando me vio allí en la encimera, ya duchada y vestida.
— Preparé sopa —dije girándome para volver a prenderla, desesperado por hacer algo que me alejara de ella— Comes o comes —dije rebuscando un par de platos.
— ¿Qué haces aquí? —peguntó
— Vine por… — dudé cerrando los ojos por un instante — Unas cosas, creí que no estabas —expliqué buscando los cubiertos y llevando todo a la isla de la cocina.
— No hacía falta… todo esto —respondió buscando agua y dos vasos para nosotros
— Te he cuidado millones de veces, no me hace daño una vez más —aseguré dándole la espalda nuevamente concentrado en la sopa.
— Gracias —susurró. No respondí.
Quité la sopa del fuego y serví los platos antes de dejarlos sobre la isla de la cocina. Comenzamos a comer en silencio, Bella parecía más entretenida en jugar con la sopa que en comer
— ¿No te gusta? —pregunté.
— No es eso, esta buena —aseguró— No tengo hambre, es todo —
— Poco me importa, no vas a levantarte de esa silla hasta que no termines —respondí tranquilamente
— ¿Ahora das ordenes? —preguntó cruzándose de brazos
— Si es así como lo quieres ver, de acuerdo —me encogí de hombros— Pero, siendo el medico que te atendió cuando tenías 39 grados de fiebre, poco me importa tu opinión en este momento —
— ¿Tanto tuve? —preguntó asombrada
— Sí, ahora come — pedí señalando su plato— Luego te tienes que tomar otra pastilla —respondí. Asintió comiendo.
— Esta rica —murmuró.
— Es la de Esme —sonreí levemente. La vi esbozar una suave sonrisa también.
— Puedo… ¿preguntarte algo? —preguntó casi al final de su sopa
— Claro, dime —asentí tomando agua.
— Yo… ¿dije algo mientras tenía fiebre? —preguntó temerosa. La miré
— No te preocupes, no te tomé enserio —respondí
— Ya veo —murmuró.
—Alice y los demás están bastante molestos con nosotros—le comenté.
— Lo sé, me lo han dejado bastante claro — asintió. — Hace un par de días llamó Esme —
— ¿Para?—pregunté
— Al parecer yo estaba enferma… como el fin de semana fuiste solo a su casa…—murmuró
— Si yo… aun no les digo —admití jugando lo que quedaba de mi sopa— No quiero que se pongan intensos como Alice —
— Tampoco le he dicho a Charlie aun — confesó
— Quizás sea bueno, probablemente por eso sigo con vida —sonreí atreviéndome a verla.
— Quizás —soltó una risita. Nos quedamos unos minutos en silencio viéndonos.
— Yo lavo, tu ve a descansar — dije poniéndome de pie y levantando los platos. Me recargué en la encimera dándole la espalda.
— Lo que dije… no fue por la fiebre —la escuché murmurar. Me aferré a la encimera obligándome a escucharla — No puedo más Edward —sollozó.
Me solté de la encimera rodeando la isla para poder abrazarla contra mi pecho. Sollozó contra mi cuello y la apreté contra mi escondiendo el rostro en su cabello sintiendo mis propios ojos humedecerse.
— Tampoco puedo seguir así —admití intentando que no se me quebrara la voz.
— Tú sigues… ¿Muy enojado? —preguntó en un murmullo pasando sus brazos por mi cintura
— El enojo hacia ti desapareció en el momento en que di el portazo al irme —admití— Queda el enojo hacia mí, por no haber hecho las cosas de otro modo —expliqué— Y luego… intenté hablar contigo y no me querías escuchar —
— Lo sé, estaba… tan enojada — murmuró
— Dije cosas que te juro Bella no quería decir — confesé apretándola más contra mí— Jamás quise decir que buscaras las guardias a propósito con James, el imbécil había pasado mi límite de tolerancia ese día y los vi juntos en la guardia y me descontrolé —
— Yo también tengo que soportar a Tanya cerca de ti —murmuró
— Lo sé, pero también dijiste unas cuantas cosas sobre ella ese día —respondí suavemente
— Estaba enojada, ya te dije —murmuró desviando la mirada.
— No te vi…—dudé— Cerca de James estos dos últimos meses —murmuré besando su frente
— No quería distanciarme aún más de ti, si me veías con él ibas a confirmar, según tú, lo que dijiste esa noche —respondió
— Lo sé amor —murmuré abrazándola más contra mi pecho— Siento todo eso, haberte acusado así, estaba muy celoso de que nosotros no compartiéramos las guardias, te extrañaba tanto aquí por las noches —confesé
— Ambos trabajamos con niños, es muy probable que las guardias no nos toquen juntos — asintió — James es clínico, es más probable que nos toque a cualquiera de nosotros con él — murmuró.
— Lo sé, ya lo sé —respondí con un suspiro recargando mi frente en la suya — Te toca un ibuprofeno de nuevo —señalé soltándola
Caminé hasta la habitación tomando una pastilla del blíster que había dejado sobre la mesa de noche de Bella, al parecer ella ya había cambiado las sabanas. Me senté sobre la cama enterrando el rostro entre mis manos. La extrañaba tanto.
Me pasé las manos por el pelo frustrado y volví a la cocina a llenar un vaso con agua, encontré a Bella acurrucada en los sillones de la sala.
— Estás cansada ¿verdad?—pregunte acariciando su cabello. Asintió sentándose derecha para tomar el remedio antes de volver a acurrucarse. La tomé en brazos y la llevé hasta la cama.
— ¿Te quedas? —me preguntó mientras le estaba acomodando las sabanas sobre ella.
— ¿Quieres que me quede? —pregunté. Asintió acurrucándose en la cama. Me quité las zapatillas nuevamente y me acomodé a su lado rodeándola con mis brazos por sobre la sábana.
— Gracias —murmuró— Por todo —
— No quisiera estar en otro lugar —aseguré besando su frente.
— No quisiera estar con nadie más —murmuró ya adormilada. Apreté mis brazos a su alrededor.
Una hora después me levanté con cuidado de no despertarla y volví a la cocina. Lavé lo que habíamos usado y guardé el resto de sopa que había quedado. Mi móvil sonó, era Emmett.
— Hola Emmett —respondí
— Hola, Alice dice que Bella enfermó. ¿Como esta? —preguntó
— Tuvo mucha fiebre, ahora está cansada. Almorzó una sopa —comenté sentándome en uno de los sillones de la sala
— Está igual que tu ¿verdad? —preguntó
— Si Emm —suspiré cerrando los ojos— No sé qué hacer, la extraño tanto y dice que me extraña, que lo siente, también se lo dije —le conté — ¿Cómo sigo Emmett? ¿Cómo se supone me vaya a dormir esta noche a mi departamento si ella esta acá, enferma y extrañándome como yo a ella? —
— Quédate allí —respondió
— Emmett —murmuré dubitativo
— Quédate con ella Edward, sabes qué es lo que quieres — repitió
— Ya no vivo más aquí Emm —negué
— Pues arregla eso idiota —respondió — ¿Qué estás esperando? ¿Qué otro hombre si luche por ella? —insistió
— No —gruñí. Ella era mía.
— Entonces para con la idiotez —respondió — Tu departamento es de alquiler mensual, no hay contrato que te obligue a volver. Tu casa es ese departamento, con Bella. Deja de ser imbécil — pidió
— De acuerdo — murmuré.
— Bien, mándale saludos a mi cuñada — dijo colgando sin darme tiempo a responderle.
Con un suspiro volví al cuarto con Bella y me recosté a su lado. Casi de inmediato se acurrucó en mi pecho, la abracé y me fui dejando llevar al mundo de los sueños.
Desperté horas más tarde con dulces caricias en mi rostro. Sonreí al sentir el perfume de Bella y su cuerpo aun dentro de mi abrazo
— Lo siento, no quería despertarte —murmuró con la voz ronca dijo escondiéndose en mi cuello, besé su cabello con dulzura.
— ¿Cómo te sientes? ¿Mejor? —pregunté acariciando su espalda.
— Un poco —suspiró aclarándose la garganta.
— Quizá sería bueno que me dejes mirarte la garanta, tienes la voz muy ronca—señalé. Negó contra mi cuello— Ei, soy yo. Y soy médico — reí— ¿O quieres que haga todo el show que suelo hacer con los niños que me tienen miedo?—pregunté apretando su cuerpo.
— Estoy bien —respondió hablando con la voz entrecortada.
La sonrisa se me borró, nos giré en la cama dejando su espalda contra el colchón. Se aferró a mi cuello con sus brazos impidiéndome verle el rostro.
— Oye preciosa, ¿qué ocurre? —pregunté preocupado frotando sus brazos. — ¿Alguien te hizo algo? ¿Te duele algo? —insistí
— Solo deja que me quede así —pidió con la voz ronca.
— Bella —murmuré apretando su cuerpo
— Por favor — gimió.
Envolví su cuerpo por completo con el mío manteniéndola tan cerca de mí como fuera físicamente posible. Luego de unos minutos sus temblores cesaron y la obligué, tomándola de las mejillas, a verme a los ojos
— No llores — pedí suavemente secando sus mejillas— ¿Qué es lo que ocurre? Cuéntame, por favor —pedí recargando mi frente en la suya.
— Te amo — soltó de golpe. Todo el aire que había en mis pulmones se escapó de mi cuerpo. — Te amo, jamás voy a dejar de hacerlo. No te vayas Edward— pidió.
Unió sus labios con los míos con brusquedad, cuando no respondí se alejó soltando un sollozo. Apreté mis brazos a su alrededor besándola con la misma desesperación que había sentido en ella, coloqué mi cuerpo completamente sobre el suyo, sin hacerle, daño sintiéndome endurecer de inmediato solo con el sabor de sus labios, el besó se volvió dulce poco después.
— Te amo —murmuré en sus labios— No quiero irme — aseguré.
Volvió a besarme entrelazando sus dedos en mi cabello y arqueándose contra mi cuerpo. Gemí sintiendo su cuerpo adhiriéndose a mí, sus piernas rodearon mi cintura y se estremeció contra mis labios al sentir mi dureza contra su intimidad, bajé mis labios por su cuello y me aferré a sus muslos embistiéndola. Estaba desquiciándome sentirla tan entregada después de tanto tiempo, igual de mía que siempre.
Sus manos bajaron hasta el botón de mis jeans desabrochándolo.
— Bella — intenté detenerla pero me silenció con un nuevo beso
— Lo necesito —respondió
— Primero debemos hablar y—murmuré antes de volver a ser silenciado por sus labios
— Luego — negó acariciándome por sobre el bóxer.
— ¿Segura?—pregunté. Asintió soltándome para bajarme el jean y el bóxer un poco antes de quitarse sus bragas.— No… no quieres más lento ni—gemí contra sus labios cuando me rodeó con sus piernas nuevamente , tiró de mi nuca para que volviera a besarla
— Si aún me amas, demuéstralo — pidió contra mis labios.
— De acuerdo — murmuré quitándole la playera que traía.
— Quítate el resto — pidió. Me alejé lo suficiente para quitarme el resto de la ropa.
— ¿Lista? — pregunté acomodándome sobre ella nuevamente.
Sin dejar de verla a los ojos tomé mi miembro con una de mis manos acariciando su clítoris con mi glande. Siempre había sido estrecha y yo un poco más ancho de lo normal, no quería hacerle daño.
— No te contengas —rogó contra mi oído. Gemí posicionándome en su entrada e invadiendo su caliente y estrecha cavidad.
Gimió arqueándose contra mi cuerpo. Llevé mi boca a su seno derecho, lamí y succioné su pezón antes de hacer lo mismo con el izquierdo permitiendo que su cuerpo se acostumbrara a mi intromisión.
— Tan malditamente estrecha —gemí.
— Muévete — rogó clavando sus uñas en mi espalda baja— Rápido, no te contengas— repitió echando la cabeza hacia atrás.
Desquiciado como estaba después estos meses sin tocarla, obedecí saliendo por completo de su cuerpo enterrándome hasta el fondo de una sola estocada. Soltó un grito llenando mi miembro con más de su humedad, no detuve mis embistes hasta sentir como comenzaba a estrecharse a mi alrededor.
— Mírame — dije saliendo por completo.
Abrió los ojos y llevé mi pulgar a su clítoris, se estremeció sintiéndome entrar muy suavemente sin dejar de acariciarla. Latió a mí alrededor y volví a salir antes de enterrarme profundamente en ella de una rápida estocada.
— ¡Edward!—gritó cuando el orgasmo la azotó, sus ojos en ningún momento se alejaron de los míos.
No detuve mis movimientos, no quería que su rostro abandonara esa expresión de placer, la sentí estrecharse nuevamente a mí alrededor. Besé sus labios completamente embriagado de su sabor.
Esta vez cuando su orgasmo la arrasó arqueándose y arañando mi espalda con fuerza me llevó a mí en a la vorágine de placer en la que siempre me dejaba su precioso y estrecho cuerpo. Enterré mis labios en su cuello succionando con fuerza su dulce piel marcándola en todas las formas posibles.
Dejé suaves besos de mariposa en la maltratada piel de su cuello y senos mientras bajamos de la gran nube en la que estábamos inmersos.
— Ya había olvidado lo que era… tenerte dentro con esa rudeza —suspiró relajándose cuando la puse sobre mi pecho.
— ¿Te hice daño? —pregunté preocupado acariciando su columna vertebral
— Mmm nop —rio besado mí pecho— Lo necesitaba de este modo —suspiró adormilada.
— Lo sé, también yo —sonreí— Descansa preciosa, aun no estas recuperada —
— Me extrañabas ¿verdad? —preguntó ignorando mi comentario
— Mucho, ya te lo había dicho —recordé
— Sí, pero hablo de esto —dijo acariciando mi cadera desnuda
— También, mucho. Sabes que no suelo aguantar demasiado tiempo sin estar dentro de ti —
— Tampoco yo —suspiró
— Descansa amor — dije besando su cuello con dulzura. Asintió apretando más sus brazos en mi torso y la sentí dormirse en poco tiempo.
Me costó un poco más dormirme con su cuerpo desnudo sobre el mío luego de tanto tiempo. Suspiré frustrado, mi cuerpo estaba listo para volver a enterrarse en ella, pero ella necesitaba descansar. Había tenido demasiada fiebre, habíamos hablado sobre cosas que nos hacían mucho daño sin contar el increíble e intenso sexo.
Media hora después seguía igual de duro y listo para ella, obligué a mi mente a concentrarse en las líneas del techo. Ella realmente necesitaba descansar.
Bella se removió sobre mi cuerpo dejando mi miembro entre sus labios mayores, gemí silenciosamente al sentir la humedad y el calor que seguía emanando su intimidad.
— Bendita abstinencia —murmuré frustrado.
No era la primera vez en tantos años que discutíamos con Bella pero ciertamente jamás habíamos estado tantos meses sin sexo. Lo máximo había sido un mes por una estúpida apuesta con Emmett y luego no habíamos estados vestidos ni un solo instante el fin de semana siguiente.
— Edward —suspiró Bella moviéndose sobre mi miembro suavemente. Maldije apretando las sabanas en mis puños, no estaba tan malditamente desquiciado como para hacerla mía con ella dormida — Oh —gimió sobre mí. Solté un gruñido cuando su entrada presionó lo suficiente para que a penas entrara en ella. Nos giré rápidamente sobre la cama.
— Preciosa despierta, por favor Bella —rogué acariciando su cuello con mi lengua y abriendo sus piernas para mí.
— ¿Edward? —preguntó adormilada
— Estas desquiciándome —gruñí viéndola a los ojos— Déjame hacerte el amor de nuevo, por favor —rogué acariciando su húmeda intimidad con mi miembro
— Dios, si, hazlo —gimió arqueándose.
Me introduje en ella de una fuerte y profunda estocada, si antes había sido poco cuidadoso esta vez lo fui menos. Ambos caímos completamente agotados con ella de nuevo sobre mi pecho y yo dentro suyo.
Cuando volví a despertar noté que era entrada la madrugada. Gruñí sintiéndome duro dentro de Bella, no podía seguir haciéndola mía con la energía que había usado dentro de ella. Ella estaba enferma, debía descansar. Suavemente abandoné su cuerpo tragándome el gemido que amenazaba salir. Salí del cuarto luego de buscar mi celular en mis jeans y tomar mi bóxer.
Me senté en el sofá poniéndome el bóxer y llamé al hospital.
— Hola Edward —me saludó Garrett
— Hola Garrett —saludé— Escucha, hoy no voy a poder ir al hospital. ¿Puedes avisar por mí?—pregunté. Garrett estaba de guardia esta noche.
— Claro, no te preocupes. ¿Pero está todo bien? ¿Necesitas algo? —preguntó
— Está todo bien. Estoy con Bella, la encontré volando de fiebre. No sé si ella avisó o no ayer de su estado, ni se hace cuanto esta con esta fiebre. Por el momento hoy ninguno va a ir, si su fiebre sigue voy a llevarla mañana a que le hagan estudios. Aun no pude ni siquiera revisarle la garganta —explique. Aunque no precisamente por su fiebre.
— Claro amigo, despreocúpate. Yo aviso todo y te mantengo al tanto, espero que se recupere, díselo de mi parte —pidió
— Claro Garrett. Gracias—respondí antes de colgar. Me pasé las manos por el rostro y el cabello frustrado. ¿Y ahora? ¿Qué diablos iba a hacer?
— ¿Qué te preocupa tanto? —escuché la voz de Bella preguntar a mis espaldas. Me giré encontrándola con mi playera. Me puse duro nuevamente de inmediato, sacudí la cabeza poniéndome de pie. Sus ojos brillaron viendo mi erección
— Olvídalo, te voy a revisar y vas a desayunar antes de hacer cualquier otra cosa — le avisé. Hizo un puchero que besé sonriendo antes de tirar de su mano hacia el cuarto. La senté en la cama, de arrodillé delante suyo y busqué en su maletín lo necesario para revisarla.
— Probablemente sea solo una gripe — asentí guardando todo nuevamente en su maletín luego de revisarla— No tienes placas que era lo que quería saber, tampoco se escucha nada malo en tus bronquios —dije poniendo mis manos a cada costado de su cuerpo sobre la cama— ¿Has estado alimentándote y durmiendo bien? —pregunté seriamente
— ¿Y tú?—preguntó acariciando mis ojeras. Era consiente de ellas.
— Yo pregunté primero —respondí
—Me lo dices como si tú estuvieras perfectamente —refutó. Suspiré tomando sus manos y entrelazando nuestros dedos
— No soy yo quien tuvo 39 grados de fiebre Bella —respondí— Y hablando de eso, toma —dije soltando sus manos y agarrando el ibuprofeno— Te toca —avisé. Con un suspiró lo tomó rápidamente bebiendo de su botella de agua.
— De acuerdo, puede que no tuviera mucha hambre. ¿Y eso qué? Es una gripe, no más —aseguró encogiéndose de hombros.
— No lo minimices —le pedí tomándola de las mejillas
— ¿Y tú? ¿Estás comiendo y durmiendo bien? —preguntó
— No del todo —admití
— ¿Lo ves? —preguntó
— ¿Qué tiene que ver?—gruñí
— Que me estas reclamando por lo mismo que has estado haciendo —protestó
— Bella —gruñí
— ¡No!— negó poniéndose de pie— ¡Estás retándome como si fuera una niña Edward! Y sé por tu hermana que tú estabas tan zombi como yo. Asique no vengas ahora a reclamarme cuando tú hiciste lo mismo —
— ¿Y qué quieres que haga?—pregunté elevando el tono poniéndome de pie también— Te encuentro aquí, con 39 grados de fiebre y gimiendo de dolor. ¡¿Piensas que fue algo lindo de ver?! —exclamé. Bella bajó la mirada. — Sabes lo que me duele cuando te veo sufrir —
— No fui yo el que dudó del otro —respondió girándose y dándome la espalda.
Solté un suspiro frustrado, sabía que tenía razón, había sido yo quien la había acusado de acomodar las guardias con el idiota de James. Me acerqué suavemente a ella abrazándola por la espalda.
— Lo sé, y lo siento amor —me disculpé besando debajo de su oído— ¿Quieres volver a la cama? Estoy bastante seguro de que entre la fiebre y nuestras actividades estás bastante cansada —murmuré contra su piel. Asintió dejándose llevar hasta la cama donde se acurrucó sobre mi pecho, pronto estuvo dormida.
Para mí fue imposible volver a dormirme, sabía que si hubiera sido más inteligente ahora no tendría a una Bella enferma, furiosa y dormida en mi pecho. Unas cuantas horas más tarde luego de haber mimado su espalda, cabello y haberme perdido varias veces en la suavidad de su piel me levanté a preparar el desayuno. Estaba hambriento y era bueno que Bella también desayunara.
Fruncí el ceño al notar las alacenas bastante vacías. Resignado piqué fruta e hice unas tortitas, también preparé chocolate caliente para cada uno antes de ir a despertarla
Puse el desayuno en una bandeja junto a un vaso de agua y caminé hasta la habitación.
Dejé el desayuno sobre su mesa de noche y me recosté detrás de ella besando sus hombros y acariciando su cintura por debajo de las mantas
— Hola —murmuró adormilada apretando mis manos en su cintura
— Hola preciosa —dije besando su cuello— Preparé un rico y calentito desayuno, ¿quieres?—preguntó
— Mmhum, la verdad es que tengo hambre —asintió.
— Eso es bueno, también tengo hambre —asentí besando su hombro
— ¿De mi o del desayuno? —preguntó con una risita. Reí acariciando su estomago
— De ti siempre tengo hambre— asentí — Pero en este momento necesitamos, ambos, desayunar —dije dejando un último beso en su mejilla antes de sentarme en la cama. Bella me imitó y se acomodó contra el respaldo de la cama luego de darme un dulce beso en los labios. Acomodé la bandeja sobre sus piernas y nos dispusimos a desayunar.
— ¿Vas a ir al hospital? —me preguntó tomando chocolate
— No, llamé más temprano avisando que ninguno iba a ir —respondí. Asintió — ¿Hay algo que quieras decirme? —pregunté dejando la bandeja de nuevo sobre la mesa de noche y enfrentándola cuando terminamos nuestro desayuno.
— ¿Que va a pasar con…? —dudó mordiéndose el labio inferior— ¿Con nosotros? —preguntó.
— Por el momento no tengo que reportarme con nadie —respondí encogiéndome de hombros
— ¿No estabas quedándote donde Emmett? —preguntó
— Estaba, me mudé hace un mes —asentí recostándome a su lado sobre la cama. Ella seguía sentada— Hable con Emmett anoche, mi departamento es de alquiler mensual. No tengo contrato fijo, es como un hotel. — expliqué — Me dijo que me quede aquí contigo —
— ¿Y tú? ¿Quieres eso? —preguntó. Adentré mi mano hasta su cintura por debajo de la camiseta, la noté estremecerse.
— En lo que a mí respecta aún tengo muchas cosas mías aquí…—
— Ha —respondió bajando la mirada. Sonreí
— Puedo llevármelas pero… no creo que este bien meterte a ti en una triste caja —expliqué apretando su cintura.
— ¿A-a mí-i? —dudó
— A ti —respondí viéndola intensamente— Tú eres mía, si me voy alguna vez de aquí, me llevo todo lo mío. Incluyéndote — aseguré. Me sonrió ruborizada recostándose a mi lado, ambos de costado, viéndonos a los ojos— No hay forma Bella en este mundo o en cualquier otro que tu dejes de ser mía y yo tuyo —
— Lo sé —sonrió besando mis labios con dulzura— Lo sé —repitió— Creí que moría estos meses, me sentía tan sola. Me hacías tanta falta, y estar con los chicos… hacia qué me doliera mucho más —admitió
— Yo estaba igual amor —susurré— Dejé mi vida aquí contigo, en este departamento. Tus eres mi vida Bella, si me faltas tú todo se me desmorona —
— Aquella noche…—murmuró acariciando mi pecho— Cuando me viste con james en el hospital…—dudó
— ¿Qué? —pregunté con un gruñido tensando mis brazos en su cintura
— No vayas a decirle nada ¿de acuerdo? —pidió— Me había invitado a salir —
— ¡¿Qué él hizo que?!—exclamé
— Me invitó a cenar. Obviamente le dije que no, estoy contigo y no me gusta para nada él — aseguró — Por eso… cuando me dijiste eso me puse así. No solo había tenido que soportar a el imbécil durante la guardia pidiéndome una cita, llego aquí y me sueltas todo eso de James y fue demasiado. Había estado rechazando a James toda la noche para que tú me dijeras que a propósito buscaba tener guardias con él —dijo cerrando los ojos con un suspiro. Me acerqué suavemente a ella llenando sus labios de dulces besos.
— Lo siento mucho linda, perdóname. Me sentía tan solo, estaba tan loco por verte. Te extrañaba tanto que no pensaba con claridad. Meses de noches separados, estaba empezando a volverme loco —confesé
— También yo, además de pensar en lo que James había insistido esa noche me hizo pensar en lo que Tanya podía insistir también cuando ustedes coincidían y… — dudó— Todo fue mucho peor cuando pensé eso — admitió abriendo los ojos
— Sí pero… — dudé — Si yo te hubiera recibido esa mañana con un rico desayuno y unos lindos besos feliz de que estuvieras en casa antes de irme a mi consulta esto no hubiera pasado —suspiré
— Quizás todo esto fue algo bueno —sonrió levemente acariciando mi cabello
— ¿Tú crees? —pregunté.
— Quiero creerlo —respondió encogiéndose de hombros— Hace 7 años que estamos juntos Ed, nuestra pelea más grande duró un par de días. Cuando no volviste a la media hora para acostarte dándome la espalda entendí que había sido algo grande. Quizá podamos aprender de esto y viendo que estamos aquí de nuevo, saber actuar mejor para la próxima —
— Siempre le encuentras algo bueno a las cosas —dije con una suave sonrisa.
— Me da igual todo Edward, solo quiero seguir estando a tu lado —respondió. Besé sus labios con dulzura.
— Prometo manejar más mis celos —prometí contra sus labios— No puedo dejar de ser celoso, pero prometo no dudar de ti. Sé que voy a seguir odiando a cada uno de los imbéciles que te miran y voy a querer matarlos del mismo modo. Pero prometo que no voy a descargar eso en ti, al menos no de forma negativa —dije acariciando su cintura de forma posesiva.
— Si bueno… el otro tipo de descargas me gustan. Jamás me ha molestado tus celos, lo amo y sabes que… me excitan esos celos—sonrió ruborizada— Pero esto… — dudó — No me gusta, duele tenerte tan lejos —
— Lo sé mi amor, lo sé —suspiré dándole un beso— Prometo que nunca más voy a dudar de ti. Lo prometo hermosa —dije dándole besos por todo el rostro. Asintió acurrucándose en mi pecho. — Había pensado en renunciar al hospital —confesé
— ¿Qué? —preguntó asombrada levantándose de mi pecho
— Lo había estado considerando, creí que era mejor. Si quería olvidarte tenía que irme de allí. Dolía tanto verte ahí amor —suspiré acariciando su mejilla— Ven —pedí acercándola de nuevo en mi pecho.
— ¿Presentaste la renuncia? —preguntó besando mi pecho
— No, no llegué a presentarla. Hacerlo era admitir que todo había terminado. Por eso también tardé tanto tiempo en venir a buscar las cosas acá. Por eso… les pedí a los chicos que no les dijeran nada a mis padres de nosotros. No quería, no podía sacarte de mi vida aun —admití apoyando mi mejilla en su sien
— Esa fue la razón para no decirle a Charlie —suspiró— No quería tener que explicarle. Sé que se dio cuenta de que algo pasaba pero no preguntó mucho. Fue una bobería porque era cuestión de tiempo que tuviera que decirle, ahora agradezco no haberle dicho nada —
— No quiero pensar en lo que hubiera hecho… ¿Cómo vuelvo a ver a tu papá a los ojos después de semejante desastre? —suspiré
— Mmm y yo no sé qué hubiera hecho para ir de nuevo a tu casa —suspiró
— Eso es lo bueno de vivir en Seattle y no en Forks —reí
— Verdad —rio alejándose de mí para verme a los ojos— ¿Qué somos? —me preguntó
— Tu eres mía, yo soy tuyo —sonreí besando sus labios— Somos novios, no quiero contar estos meses separados —le pedí
— Tampoco yo —sonrió besando mis labios con un suspiro
— Amor… — dudé— Sé que no es la mejor forma, ni lo más romántico del mundo. Claro está que no se me hubiera pasado por la cabeza terminar así pero… Quiero que te cases conmigo —hablé de forma rápida— Si yo, ya sabes. Te pido que te cases conmigo… ¿qué dirías? —pregunté
— ¿Casarnos…?—preguntó nerviosa
— Casarnos. Que seas mi esposa. Ser tu esposo. Frente a todos, ante todos —asentí acariciando su cintura
— Quieres… ¿estar toda la vida conmigo? —preguntó con una sonrisa
— No estaba dispuesto a dejarte ir, tampoco lo estoy ahora. No lo voy a estar nunca, asique Bella, sí. Quiero pasar mi vida contigo. Amarte toda la vida. Quiero que seas mi esposa — dije recargando mi frente en la suya. Besó mis labios fuertemente girándonos en la cama quedando ella sobre mí.
— Claro que quiero ser tu esposa Edward —sonrió con lágrimas cayendo por su mejilla— Dios, ¿Cómo decirte que no luego de 2 meses sintiéndome así?—rio besando todo mi rostro. Reí atacándola a cosquillas volviéndola a girar dejando su espalda contra la cama y llenando su cuello y rostro de besos ruidosos. — ¡Para! ¡Para!—se carcajeó.
Dejé de hacerle cosquillas manteniendo mis ruidosos besos sobre su piel y sus risas. Era tan, tan feliz escuchándola reír de este modo. Tan hermosa y simple usando una de mis remeras. Jugueteando en la cama y aceptando ser mi esposa.
— En cuanto te hayas recuperado de esta fiebre te prometo que vamos a ir a cenar y te voy a pedir que seas mi esposa como corresponde — dije viéndola a los ojos. Negó divertida.
— Si quieres que vayamos a cenar y pedírmelo nuevamente no tengo problema. Pero hoy, ahora, así, acabo de aceptar ser tu esposa—me sonrió. Riendo la besé
— Te amo Bella Swan, gracias por esto —murmuré contra sus labios
— Gracias a ti, te amo Edward Cullen —dijo volviendo a besarme. Pasó sus brazos por detrás de mi cuello pegando más mi cuerpo a ella, estuve duro de inmediato — ¿Qué dices si festejamos esto y recuperamos algo de este tiempo perdido? —preguntó con una sonrisa
— Tú deberías descansar —respondí
— ¡Al diablo con eso Edward! —rio— Acabamos de comprometernos, ¿De verdad quieres que cierre los ojos y me duerma? —preguntó divertida
— Mierda, no —murmuré con la voz ronca antes de besar su boca con fuerza.
Muy bien chicas, hemos llegado al final. ¿Opiniones?