Hablé algo sobre un autoproclamado representante en el pasado cumpleaños de Sero y esta es la historia que va sobre él. Me da mucha vergüenza pero esto sigue siendo un regalo.
Disclaimer: My Hero Academia no me pertenece.
Cinco para celebrar.
Por Blue-Salamon.
Su almuerzo vuela por los aires a la descuidada voz de un 'bu' emitido con una burla traviesa, malintencionada. Por suerte, es un sándwich envuelto en plástico y una bebida de caja las que son atrapadas en el aire con la misma facilidad pronta por un par de trozos de cinta a nada de estrellarse. Y su almuerzo queda, por unos cuantos segundos, dramáticamente suspendido a centímetros del suelo; momentos en que, a la caja le chorrea algo de jugo por el popote.
Arrastra su mirada lentamente al causante de aquel lío y no hace nada por disimular sus ojos entornados. —¿Ves lo que haces, Sero tarado?
Pero el chico ni se inmuta y le tuerce una sonrisa burlona. —Así de sucia tienes tu consciencia, Koi.
Y entonces es que comienza a reírse y repliega su cinta hasta conseguir el sándwich en su mano y tomar el jugo con la otra. —¡No me creo que haya conseguido asustarte con algo como eso!
Así que él, Koi, gruñe arrebatándole su comida, mascullando que no ha sido asustado sino sorprendido y que la cuestión no es que haya sido el 'bu', sino que. Bueno. Le tomó por sorpresa verlo así nada más, de pronto, en medio de la cafetería en horario de clase para los del departamento de heroicidades. En medio de su berrinche, sin querer, se salpica algo de jugo a la camisa. Y termina de estar enfadado porque ahora tiene las ansias de que el jugo le acaba de manchar la ropa.
—¡Ah, no puede ser! Tengo una exposición este día y si la apariencia no está pulcra me van a-
Sigue con lo suyo preguntándose si su saco lo cubriría y contestándose a si mismo que sí, que eso podría funcionar, aunque la chaqueta escolar la tiene guardada porque a él le provoca demasiado calor.
—Ey, Koi.
—¿Qué?
—Relájate. ¿Cuántos puntos te pueden sacar por eso?
Y es obvio que Sero no comprende la gravedad de la situación. Bah, qué va a entender alguien que sólo tiene que preocuparse por entrenar sus habilidades únicas biológicas y no por el desarrollo de habilidades sociales para el intercambio de bienes y servicios. —Olvídate de eso, idiota. ¿Qué estás haciendo aquí en tu horario de entrenamiento?
Oye un chacoteo y su atención termina en un bastón que el muchacho de los codos raros lleva en su mano.
—Tengo que hacer una pausa por lesión. No encontré a Recovery Girl, así que...
—¿La estás buscando? Creo haber escuchado algo de que es el día en que sale a ver casos especiales en hospitales.
—¿Justamente hoy? ¿No lo hace tan solo una vez al mes?
—Hombre, a veces está toda la mañana de servicio y en la tarde es cuando se queda aquí. Ustedes los futuros héroes no se enteran porque solo la llegan a necesitar después del medio día.
Sero chasquea la lengua y le mira de mala forma, con el ceño fruncido por unos pocos segundos: —¿te das cuenta de la forma en que dices "los futuros héroes"?
Koibana lo observa por un par de segundos antes de soltarse una risilla entre dientes y luego tan solo dedicarle una mirada burlona al chico: —Qué a la defensiva están todos —y a base de gestos le indica a Sero que lo siga hasta dónde se ha dejado sus pertenencias. Las coge y con el chico detrás de él, saca su móvil mandándole un solo mensaje a una de sus compañeras, justo cuando le da una mirada con la que le indica porqué es que no va a tomar su almuerzo en la cafetería, como ya habían quedado antes.
—No te preocupes —dice entonces, mandando un par de textos más, antes de volverse a dirigir a su amigo—, sabes que yo no soy tan estúpido como para creer que ustedes desean atraer a esos dementes hacia acá para que nos ataquen.
Sero vuelve a recibir un vistazo y en el mismo momento, Koi le hace un guiño, que lo hace sonreír y le quita el gesto ceñudo de la cara.
—Ya he hablado con otros chicos y, al menos en el departamento administrativo, no nos parece echarles la culpa a ustedes —Koibana omite mencionar si acaso eso ha sido un tema lo suficientemente relevante como para que hasta los profesores lo usaran, para propósitos didácticos, como temas de ensayos, y debates—. Los del problema son los del departamento de estudios regulares, ¿sabes? En su mayoría, por supuesto. También tenemos uno que otro salido y hay unos cuantos en el de soporte técnico que se vuelcan más en modificaciones para las protecciones de la escuela.
—Ajá...
Sero se mantiene pensativo y apenas le responde, más ocupado en fijarse por dónde es que pisa, también.
Koi lo mira de reojo y Sero al verlo le rehuye la mirada, cosa que lo hace inmediatamente detenerse y dejar a un lado su teléfono. Lo observa y alza una ceja, de manera perspicaz: —¿Eso te pone mal?
Sero se sobresalta e, incómodo, se apresura a continuar el paso hacia el lugar en que acostumbran reunirse, cuando tienen tiempo.
—No —contesta rápido, en medio de negaciones con la cabeza—, quiero decir, un poco pero... ah...
Koi se queda en silencio mientras Sero balbucea y no parece decidirse entre que si sí o si no era así cómo se sentía al respecto, o cómo era que se sentía. Al chico le parece gracioso, porque se acuerda de todo lo que tuvieron que pasar en la secundaria antes de que se volvieran amigos, luego de que pasaran sus exámenes de admisión en Yūei en sus respectivos departamentos.
—... Es que, no se trata solo de mi. Y acabo de percatarme de que no puedo hacer mucho de verdad por ellos. No quiero ser o sonar pretencioso —Sero puede ver como el comienzo de una risa se le escapa a su amigo, pero decide pasarlo por alto—, pero me gustaría... nos gustaría a todos, a mis compañeros y a mí, que no se sintieran así de inseguros.
—Ey.
Koibana al fin lo interrumpe poniéndole una mano en el hombro. Sero lo observa extrañado, antes de que él le sonría generoso: —¿recuerdas cuál fue nuestro trato después de que consiguiéramos entrar? —Sero se toma un par de segundos antes de comenzar a mover la cabeza en asentimiento, y apenas comienza, Koibana hace más grande su sonrisa—. Tú eres el héroe, yo tu promotor —y lo hace, lo dice, con un cierto toque de orgullo. Como enorgullecido del asunto, así que Sero no puede evitar sonreírle igual y los tímidos movimientos de afirmación se vuelven cabezadas llenas de seguridad.
Koibana le da una palmada en la espalda y pasando a ayudarle con las escaleras, lo coge del brazo libre para serle de apoyo.
—De lo único que tienes que preocuparte es de mantenerte en forma y repasar tus ideales. De que los demás vean todo tu buen desempeño me encargo yo- ¡ah, por supuesto! —hace una pausa y mira a su amigo, Sero, ese chico con el que está en deuda y al que le tiene la confianza entera del mundo; a Koibana Tatsuyoshi le da vergüenza admitirlo, pero siempre que piensa en su amigo es como una sensación de que los imposibles jamás son imposibles. De que, ningún problema es demasiado grande—. También de eso tienes que encargarte —así que, guiña un ojo; soltado una risilla cuando se siente tonto por decir algo como eso de aquella manera, como si se encontrara incrédulo. Lo cierto es que, le está lanzando un desafío a su buen amigo; y sabe que Sero lo entiende cuando intercambian miradas y ambos se carcajean.
Koi recupera el hilo: —Pero en tanto continúes como hasta ahora, podremos posicionar a Cellophane como un héroe respetable y digno de admirar, y tendremos una buena marca.
Sero tuerce una mueca, de pronto perdiéndose.
—¿Marca?
Koibana tiene un pequeño sobresalto que se apresura a disimular parándose en frente de una dispensadora de bebidas. Le indica a Sero que le diga qué quiere luego de haber metido de su propio dinero y entonces a Sero no le queda más que aceptar la bebida regalada un tanto apenado.
—Son términos administrativos. No te preocupes demasiado por ello —se encarga de abrirle la lata, incluso—. El punto es que estoy aquí para ti y siempre vas a contar con mi apoyo, ¿de acuerdo?
Sero observa la mano amiga que le ofrece la lata de té oolong frío, se regresa a mirar al chico y después de que se acuerde brevemente de sus primeros encuentros en la secundaria, a Sero no le queda más que hacer una risa, aceptar la bebida y luego mirarlo un poco con sus reservas.
—No tienes que hacer esta clase de cosas —indica, removiendo un poco el contenido de la lata, balanceándola con un movimiento de su muñeca—, tampoco interrumpir tus asuntos por venirte conmigo, ¿sabes, Koi? Creo que tenías a una chica esperándote...
Es un tono ligeramente pícaro con el que Sero habla, cuando Koi vuelve a sobresaltarse y hasta se ruboriza un poco, porque entiende la mirada que le da Sero antes de darle un sorbo a su té.
—¿Inoue? No te preocupes por ella —se apresura a decir—; íbamos a aclarar unos cuantos puntos sobre el proyecto de estadística pero le dije que mejor quedáramos a la tarde, saliendo de clases, en la biblioteca.
Sero no parece creerle pero igual hace un sonido de entendimiento. Y mira hacia abajo desde el último piso de uno de los edificios de la escuela, perdiéndose en sus pensamientos.
Koibana no está muy interesado en hacer mucha más plática sobre ello, aunque de pronto el pensar en su amigo y sus palabras, lo hacen sentir melancólico y con nostalgia. Quizá un poco más de vergüenza es lo que le queda cuando recuerda los asuntos del pasado: él, niño engreído, atemorizado por una sola prueba de examen teórico y una breve entrevista. Con el estrés superándole con su actitud obsesiva, burlándose cada que podía de la particularidad tan inútil de su compañero y de cómo es que pretendía salvar a personas con tan solo simple cinta adhesiva, lo que le recuerda.
—¿Desde cuándo pensaste en Cellophane para tu nombre?
Sero voltea el rostro a otra parte antes de soltar una risa. —Fue en la primaria, cuando aún no creía que podía llegar a intentarlo en serio...
—¿Intentar qué? —pregunta distraídamente, sin entenderlo.
—Ser un héroe.
Koi casi escupe todo el jugo. —¿Hablas en serio? ¿Hubo una época en la que no creías que fueras a ser un héroe?
Las carcajadas de Sero son lo siguiente que suenan y el chico se vuelve a verlo sacándose lagrimillas de los bordes de los ojos. —¿Qué pasa con esa sorpresa? ¿Por qué crees que no me molestaba que los demás dijeran cosas sobre mí o mi cinta a mis espaldas?
Koibana abre la boca pero nada sale de esta, excepto por un breve 'oh' después de varios segundos de pensarlo. Mira sus manos, la mayoría de sus dedos enredados en las varillas de metal, en la malla protectora. A lo lejos, puede ver varios árboles grandes instalados en un pequeño parque dentro de Yūei. También las nuevas edificaciones que se instalaron principalmente para los del departamento de heroísmo. Justo en el rumbo opuesto, está el primero de los edificios que se hicieron para los estudiantes que solicitaran ingreso a la escuela y tuvieran su residencia de origen muy lejos.
A Koi de pronto le hace sentido. Y vuelve a sentirse demasiado culpable.
—¿Sabes? En un principio no pretendía que nadie se enterara —Sero retoma la palabra; ocurre un breve intercambio de miradas, otra vez vuelven a mirar en sus direcciones—. De lo que quería hacer para cuando saliéramos de la secundaria. Era suficiente presión que mi padre preguntara mi progreso entrenando cuando lo único que tenía era a mí y la fundidora clausurada que tu padre estaba pensando comprar.
Koibana piensa en la confianza que su padre le había puesto para decidir si aquella sería una buena inversión o no. Había sido agradable, ahora que después de darle su resolución las cosas parecían ir tan solo justo y como lo había previsto. Pero durante su investigación, él se había sentido tan presionado y preocupado por si se equivocaba que hasta había perdido la consciencia una vez después de llevar casi una semana sin dormir del todo bien. Sero lo había encontrado esa vez, y cuando despertó en la enfermería le había sorprendido que el chico estuviera haciendo sus tareas a su lado, esperando a que despertara.
Sero no solo le había tomado todos los apuntes y tareas del día y de aquellos después en los que llegó a ausentarse en clase, también le acompañó y se aseguró de que llegara con bien a su casa ese día que había sufrido un desmayo. Y un rato después hasta le hizo un comentario con el que tan solo todo de pronto se vió tan claro como el agua y ahí estaba: la última parte de su tarea al fin completada.
—¿Cómo terminó eso, por cierto?
—Oh, bien. Hasta ahora todo marcha como lo esperaba.
Sero le da una mirada y sonrisa escuetas, moviendo la cabeza de un lado para otro sin mirarlo ni decirle la razón por la que ahora se reía.
Tatsuyoshi igual no necesita demasiado para enterarse bien de que se burla de él. Está tan acostumbrado a ese carisma juguetón que ni le sorprende y decide ignorarlo en vez de ofenderse como en un principio.
—En parte, eres responsable de eso.
—¿Eh?
Sero parpadea con tanta confusión que ahora mismo es él quien se ríe y burla cruelmente de él. —Que también con eso, Sero Hanta, futuro héroe de renombre, Cellophane, incluso con tan poca cosa como unas simples palabras descuidadas... —Koibana hace una pausa a conciencia, en parte quedándose sin aire, en parte, aferrándose a su propia idea, convenciéndose de que pasará, tal cual lo dice; tan solo porque esa es una promesa, algo que se encargará de cumplir y se ha vuelto uno de sus objetivos.
« Fuiste y eres mi héroe. Y quiero esforzarme por que otros te conozcan así. »