Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia son propiedad de CLAMP.

La aplicación de WhatsApp Messenger es propiedad de Facebook, Inc.

La historia es de mi propiedad.


Summary: La aplicación de WhatsApp es una gran herramienta, sobre todo si se trata de pedir comida a domicilio. Incluso también si confundes el número y terminas hablando con un desconocido que te roba el corazón.


Sakura Kinomoto se describía a sí misma como una adolescente común y corriente, con nada envidiable, pero sin nada que envidiarle a nadie.

Era una estudiante promedio en su último año de preparatoria; sus calificaciones no eran excepcionales como para estar en los primeros puestos, pero si lo suficientemente buenas como para quitarla de la lista negra de estudiantes y posicionarla en un buen lugar lejos del estrellato de ambos extremos. Ella se sentía bien con su desempeño y con eso le bastaba.

Socialmente no se distinguía más allá de sus logros en el equipo de atletismo al cual no muchos prestaban verdadera atención. No pertenecía al grupo de los populares, ni tampoco era una gran porrista que destacara como para ser reconocida entre los estudiantes. Su perfil era bajo, al igual que el de sus amigos lo cual llevaba a que nadie les prestara demasiada atención a lo que hacían en su día a día, y eso lo agradecía infinitamente; estar en boca de todos, sea por rumores o verdades, no le resultaba una idea atractiva.

Y sin embargo, tenía el potencial para ser más de lo que era. No tenía las curvas sinuosas que los adolescentes gustaban en ver, pero su cuerpo era esbelto y tonificado debido al atletismo, sin perder su delicada figura femenina. Su cabello era de un castaño claro que caía largo por su espalda y sus ojos, de un verde jade que quitaba la respiración, eran como la ventana de su alma. Su personalidad fresca, dulce e inocente, la adornaban como cereza a un pastel.

Sakura Kinomoto tenía todo para brillar, y aún así no le interesaba en lo más mínimo ser la estrella de la preparatoria.

Su día a día también era común y rutinario; eso no le molestaba, pero muchas veces admitía que se aburría de la monotonía. Por las mañanas y partes de la tarde estaba en la preparatoria entre compañeros y libros. Dos veces a la semana asistía a los entrenamientos de atletismo, y una vez a sus clases particulares de violoncello. El resto lo dividía entre su vida social con amigos y las horas correspondientes a los estudios y tareas. El domingo era su día familiar, el cual pasaba con su padre Fujitaka, y su hermano mayor Touya. Era su día favorito sin lugar a dudas.

Fue un sábado en la noche, en casa de su mejor amiga Tomoyo, que su vida dio un giro, quizás no brusco, pero sí inesperado, cambiando de esa forma cierta parte de su rutina monótona que la ofuscaba.

Estaban en una pijamada improvisada de dos. Habían empezado la tarde lluviosa viendo películas y entrada la noche decidieron pasar hasta el día siguiente juntas entre series y chismes. Sakura no tuvo mejor idea que pedir pizza para que la llevasen a la casa y Tomoyo, entusiasmada por la idea, fue hasta la cocina en busca de algún número que pudiera serles de utilidad, encontrando uno que no solo ofrecía servicio de delivery, sino que también tomaban pedidos por la famosa aplicación de WhatsApp, algo demasiado práctico y útil en esos días.

Anotando en su celular el número que a lo lejos dictaba su amiga, Sakura procedió a comunicarse y hacer su pedido, sin siquiera corroborar si este era el correcto.

Aquello fue el detonante para que su vida cambiara y aún podía recordarlo a la perfección a pesar de que varios meses habían pasado de tal hecho.

WhatsApp 10:47

Lobo

"Deberías prestar más atención en las clases y dejar de mandarme tantos mensajes"

"Además, yo creo que Historia Universal es interesante"

WhatsApp 10:48

Cerezo

"Tú porque eres un aburrido, prefiero los deportes, o simplemente no tener que venir a clases"

Aquella noche, Sakura había oído mal el número que Tomoyo le estaba dictando a la distancia, provocando que la persona del otro lado de la comunicación, se burlara de su torpeza y distracción.

WhatsApp 22:38

Delivery pizza

"Lo siento pero aún no me dedico a las pizzas… y por cierto, ¿quién en su sano juicio pide de piña?"

WhatsApp 22:39

Cerezo

"¡Lo lamento! Habré confundido el número… y la pizza de piña es la mejor."

WhatsApp 22:41

Desconocido (no pizzería)

"Ni siquiera llega a competir con una buena pizza de roquefort"

"En fin… no haré pizzas, pero si quieres puedo pasarte el número de un par de pizzerías buenas"

Y ese había sido el inicio de todo.

El contacto desconocido, al cual Sakura denominó Lobo debido a su foto de perfil, le pasó unos contactos -los cuales procuró agendar sin errores- de pizzerías que hacían delivery en la ciudad. No solo logró contactar con una de ellas, sino que las pizzas, tal y como le había prometido el desconocido, eran de las mejores que habían probado, pasando al olvido el percance con el número mal agregado en su lista de contactos.

La anécdota parecía haber quedado como un recuerdo divertido, de no ser porque el desconocido de las pizzas volvió a hacer acto de aparición vía WhatsApp una semana después, preguntando acerca de si la pizza de piña había resultado buena. Aquella situación le pareció extraña a Sakura, pero no por ello menos divertida, decida a responderle sin ningún tipo de temor o timidez.

Resultó ser que la persona detrás de los mensajes, aunque socarrona, era alguien divertido y agradable con quien conversar. Era un hombre -había deducido por cuenta propia-, vivía en su misma ciudad y detestaba las pizzas de piña, como ya había mencionado montones de veces antes cuando se burlaba de sus gustos.

Así empezaron los mensajes por parte de ambos, quitándole a Sakura algo de la monotonía de la cual ya estaba cansada. No se escribían todos los días, y ni siquiera eran muchos los mensajes que se intercambiaban, pero generalmente lograban aligerar el ambiente de cada uno a su modo.

Fue uno de esos días cuando sin razón aparente, él propuso conocerse –o no– de una manera poco convencional, cuasi como si de un juego se tratara. Sakura dudó al principio, sin embargo cuando su interlocutor puso sus cartas sobre la mesa, le resulto algo fuera de lo normal, todo lo contrario a lo que ella era y algo que había buscado para su vida quizás indirectamente.

Las reglas eran simples: no habría nombres, ni fotos, nada que revelara quienes eran detrás de la pantalla. Nada de preguntas demasiado personales y por supuesto no se verían frente a frente… su relación se basaría meramente en su contacto vía mensajes de la aplicación, alegando que la diversión y el misterio que generaban en el otro se perdería si indagaban demasiado. Sakura concordó con eso último.

No hubo problemas ni objeciones: hasta ese entonces curiosamente nunca se habían preguntado sus nombres; ella lo tenía agregado en sus contactos como "Lobo", mientras que él había mencionado llamarla "Cerezo" debido a la imagen de contacto que tenía de dicha flor. Jamás se le habría ocurrido pedirle una foto, aunque no negaba que moría de la intriga por saber cómo luciría su nuevo amigo de WhatsApp, y en cuanto a las preguntas de carácter personal al contrario de molestarle se sintió segura al no tener que brindar información suya… al fin y al cabo seguía siendo un desconocido. Sobre no verlo, estuvo de acuerdo junto con él, dando por iniciado aquel extraño juego en que se habían involucrado.

Tres meses pasaban de tales hechos y admitía que había sido una idea excelente.

Lobo, como le gustaba llamarlo, era para Sakura tanto una fuente de distracciones como también su cable a tierra. Cuando se sentía sola o aburrida acudía a su compañía; cuando necesitaba que alguien la bajara de las nubes o le diera algún consejo neutral, él resultaba ser el mejor en la tarea. Pronto se volvió parte de su día a día, y aquel cambio repentino e inesperado le sentó sumamente agradable.

A pesar de las reglas, había logrado recolectar cierta información acerca de su nuevo amigo. Era mayor que ella por cuatro años, lo cual sospechaba desde un principio por su forma de expresarse, convirtiéndolo en un joven universitario que estudiaba una carrera aún desconocida para ella. Sin embargo, a pesar de ser mayor no dudaba en utilizar su humor ácido en su contra para molestarla. Amaba el chocolate y el café, detestaba el frío y las calles congestionadas de tráfico -lo cual supo gracias a los incontables mensajes destinados a insultar el embotellamiento de coches-. Le gustaba leer, y tenía un enorme sentido de la responsabilidad, el cual pretendía inculcarle a toda costa.

WhatsApp 10:51

Lobo

"Empieza a prestar atención, o te aplicaré ley de hielo y no te contestaré hasta que acaben tus clases"

WhatsApp 10:52

Cerezo

"No te atreverías… o sí?"

"Vamos, no puedes dejar de hablarme"

"Me enojaré…"

"Es que estoy demasiado aburrida, apiádate. No me gusta Historia Universal"

"Bien, tú ganas. Durante el almuerzo te escribiré"

Y esos tres meses que habían pasado habían resultado ser sencillos, acatando las reglas y manteniendo ambos una relación no convencional pero totalmente desinteresada. Pero con el pasar de los últimos días Sakura estaba sintiendo un cambio en sí misma, lo cual no le agradaba del todo siendo que las cosas no podían seguir el curso que eso conllevaría. Al principio no le dio importancia, pero a medida que los mensajes seguían llegando y su relación se volvía más estrecha, supo que estaba caminando por un sendero pedregoso y sin retorno.

Aquel joven sin nombre ni rostro le había comenzado a gustar.

Quiso negárselo a sí misma, alegando que aquello no era posible: no lo conocía en lo absoluto, por lo que no podía gustarle alguien con tan poca información como la que ella tenía; y sin embargo al final terminó resignándose, admitiéndolo. En realidad no necesitaba demasiado para sentirse interesada por el desconocido que había conocido por un error propio… podía vislumbrar su personalidad a través de sus mensajes y para Sakura aquello bastaba para que el susodicho le terminara por gustar.

Ahora no podía evitar sentir cierto cosquilleo y ansiedad cada vez que su celular sonaba, deseando internamente que fuera él y no alguna de sus amigas quien estuviera detrás de las alertas de mensajes. Y cuando hablaban, sus sonrisas idiotizadas no se hicieron esperar, acompañadas incluso de sonrojos. Cuando las conversaciones acababan era cuando se golpeaba mentalmente por sus actitudes tan de adolescente.

—Creo que quiero morir, Tomoyo —dijo buscando refugio en los consejos de su mejor amiga—. Lo peor de todo es que sabía en donde estaba metiéndome y sin embargo no pude frenarlo.

—No te preocupes tanto por ello —tranquilizó ella con su miraba amatista cargada de cariño y entendimiento—. Es de lo más común lo que te ocurre, no tienes que martirizarte tanto… más bien deberías enfrentar la situación y resolverla.

—¿Y cómo se supone que haré eso?

—Dile que quieres que se vean personalmente —zanjó con obviedad.

—¡Acaso estás demente! —exageró Sakura con manos en alto y los ojos abiertos de par en par. Cuando había acudido a la ayuda de Tomoyo jamás creyó que sacaría a relucir sus delirantes ideas—. ¿Y qué si acaso es un hombre mayor, panzón y con calvicie que me ha mentido todo este tiempo?

—¿Y qué si acaso es un joven apuesto y galante al cual le puede estar sucediendo lo mismo que a ti? —contradijo sin dar lugar a replicas. Sakura la observaba con duda reluciendo en sus ojos—. No pierdes nada con intentarlo. Si él se niega y saca a la luz las reglas de su relación, lo aceptas y ya, olvidas el asunto; si él acepta podrían acordar encontrarse en algún lugar público para que te sientas más tranquila… si quieres puedo acompañarte —agregó viendo como su amiga estuvo a punto de replicar—. De cualquier forma, debes manejar lo que te sucede, eres madura y él también debería serlo. Podrías incluso sorprenderte.

Quizás no lo admitiría abiertamente, y tampoco Tomoyo necesitaba que lo hiciera, pero sabía que su mejor amiga tenía razón y que debería tomar el toro por las astas, y enfrentar la situación como la joven madura y responsable que se jactaba de ser: esa misma tarde hablaría con su encantador desconocido y manejaría la situación dependiendo de lo que sucediera a partir de eso.

—Odio que siempre tengas las palabras justas para todo lo que me sucede —dijo dejándose abrazar por la calidez que desprendía Tomoyo.

—Para eso están las amigas, para ayudarnos a tomar las mejores decisiones —sonrió—. Si es una buena decisión festejamos hasta el cansancio; y si es una mala, nos embriagamos hasta el cansancio —dijo riendo.

—Eres la mejor —rió Sakura a la par.

—Lo sé.

Esa misma noche, cuando ya era suficientemente tarde para andar por la casa, pero suficientemente temprano como para dormirse, respiró profundo, y llenándose de valentía tecleó en su celular el mensaje que abriría la puerta para el siguiente paso en su relación amistosa con su desconocido sin rostro. Solo esperaba no terminar herida en el intento.

WhatsApp 23:14

Cerezo

"Oye… ¿Puedo preguntarte algo?

WhatsApp 23:15

Lobo

"Ya lo estás haciendo… claro, dime"

Sakura rodó los ojos aunque esperaba una respuesta de ese tipo en él… lo conocía lo suficiente como para saber que el humor ácido no faltaría jamás.

WhatsApp 23:17

Cerezo

"¿Qué dirías si te dijera que me estoy planteando la posibilidad de romper una de nuestras reglas?"

Cuando los minutos comenzaron a sucederse uno tras otro empezó a replantearse su plan, encontrando que aquello había sido una muy mala idea. Quería golpearse contra su escritorio y quitarse las tonterías de su mente, y estuvo a punto de hacerlo, cuando su celular vibró en sus manos sobresaltándola.

WhatsApp 23:21

Lobo

"¿Cuál regla quieres romper?

Una respuesta neutra, ni buena ni mala, y que tampoco le daba demasiada idea de que estaría pensando su interlocutor en esos instantes. Quizás pensaría que quería saber su nombre o ver una foto de él… tal vez accedería a ello y por eso no se había mostrado molesto. Pero Sakura quería romper la última de las reglas, y no sabía a ciencia cierta cómo lo tomaría él… pero nada ganaba con suposiciones.

WhatsApp 23:23

Cerezo

"Me gustaría que nos viéramos personalmente, aunque sea durante cinco minutos"

Listo.

La respiración, que hasta entonces no había notado que retenía en sus pulmones, fue liberada en una exhalación que se llevó consigo la intranquilidad y el peso que sentía en sus hombros por aquella tontería. La proposición "bomba" -como la había denominado- ya había sido hecha, y ahora solo quedaba esperar su respuesta.

Estaba preparada mentalmente tanto para la respuesta positiva como negativa, pero bien no para su silencio… cuando él dejó de escribirle por varios minutos se sintió intranquila y luego resignada. Después simplemente dio por zanjado el tema: lo mejor sería dormir y no esperar una contestación que no parecía querer llegar.

WhatsApp 23:44

Cerezo

"Lamento si te molestó lo que dije, fue una mala idea"

Y contra todas sus suposiciones, y ya estando preparada para entregarse a los brazos de Morfeo, la respuesta llegó.

WhatsApp 23:45

Lobo

"No me molestó"

"Me distraje por un momento, lo siento"

"Siéndote sincero, yo también he estado pensando en ello en estos días"

Tal vez habría tenido que evitarlo, pero las mariposas en su estómago no se hicieron esperar, y su sonrisa antes inexistente adornó su rostro, esperanzada de que como había creído Tomoyo, su lobo estuviera en su misma situación. No debía hacerse ilusiones, pero en ese instante fue todo lo que ocupaba su mente y corazón.

WhatsApp 23:47

Cerezo

"¿Entonces tú también quieres que nos veamos?"

WhatsApp 23:48

Lobo

"Por si no te ha quedado claro, sí"

WhatsApp 23:48

Cerezo

"Debo admitir que me siento emocionada"

WhatsApp 23:50

Lobo

"¿Cuándo y dónde te gustaría que nos encontremos?"

"Fue tu idea, por lo que deberías elegir"

Sakura lo meditó un momento… la realidad es que si bien se había preparado mentalmente para una respuesta positiva, no había planeado cuales serían los pasos a seguir. Pensó en Tomoyo y lo que ella le había recomendado, optando así por, la cual creía, sería su mejor opción.

WhatsApp 23:55

Cerezo

"¿Qué opinas del viernes a las 14:30 a la salida de la preparatoria Seijo?"

"Claro, si a ti te queda bien y no te molesta"

Sería en cuatro días al finalizar sus clases, en el lugar habría varias personas y por supuesto estaría Tomoyo a su lado por cualquier cosa. Estaba emocionada por la idea, pero no por ello tomaría las cosas a la ligera y sin precauciones.

WhatsApp 23:57

Lobo

"Deja de suponer que todo me molesta… tú eres molesta haciendo suposiciones"

"Me parece bien"

"De paso comprobaré si en verdad eres estudiante y no una señora entrada en edad"

WhatsApp 23:59

Cerezo

"Quizás el señor canoso eres tú"

WhatsApp 00:00

Lobo

"Podrías sorprenderte"

WhatsApp 00:00

Cerezo

"Es un hecho entonces, el viernes a las 14:30 nos conoceremos al fin"

WhatsApp 00:02

Lobo

"Es tarde cerezo, deja de soñar despierta y vete a dormir, mañana debes despertar temprano"

WhatsApp 00:03

Cerezo

"Eres tan aburrido"

"Que descanses"

WhatsApp 00:06

Lobo

"Y tú tan infantil"

"Tú también descansa"

Esa noche, aunque había caído rendida apenas cerró los ojos, su mente no había descansado del todo, mostrándole en sueños lo que podría llegar a resultar de aquel encuentro. La mañana siguiente, en martes, le contó emocionada a Tomoyo lo que había sucedido, contagiándola de su alegría y recibiendo varios "te lo dije" de su mejor amiga que poco le molestaron.

Las cosas habían resultado ser mejor de lo que en realidad había esperado, y los días siguientes la ansiedad se hizo dueña de su cuerpo reemplazando a la emoción… y el viernes el nerviosismo se adueño de cada fibra de su ser.

Estaba en su primera hora de clases y no podía controlar el incesante golpeteo que su pie hacía contra el piso. Era demasiado temprano y aún así su vista de desviaba inconscientemente a la entrada de la preparatoria, donde en un par de horas conocería al joven que la traía por las nubes.

Su cuerpo era un volcán a punto de estallar de tantas emociones que se arremolinaban bajo su piel.

—Debes tranquilizarte —susurró Tomoyo disimulando leer los libros que el profesor había indicado—. Si así te pones ahora no quiero imaginar cuando lo veas frente a frente… muero por presenciarlo.

—No puedo evitarlo —negó Sakura mordisqueando la punta de su bolígrafo—. Temo estropear todo… o peor aún, que no sea lo que él se imaginaba.

—Verás que todo estará bien —animó sonriéndole—, hasta puede que lo conquistes a primera vista.

Se sonrojó ante el comentario de su amiga, sintiéndose más acalorada aún cuando el celular que mantenía algo oculto de personas ajenas alertaba una notificación de un mensaje del susodicho.

WhatsApp 08:12

Lobo

"¿Ansiosa?"

Espiando que nadie le prestara atención procedió a responderle.

WhatsApp 08:13

Cerezo

"Algo, ¿y tú?

WhatsApp 08:14

Lobo

"Temo hacer el ridículo y no encontrarte entre tantos estudiantes"

"Dime algo con lo que pueda reconocerte"

Hasta ese entonces no había pensado en aquel detalle. Se le ocurrió que podría mandarle una foto para que así pudiera verla a la distancia cuando saliera del instituto, pero perdería el factor sorpresa que buscaba hallar en él, por lo que pensando rápido en una salida a su problema, busco lo más característico que poseía.

No tardó en hallarlo.

WhatsApp 08:17

Cerezo

"Mis ojos son verdes"

WhatsApp 08:19

Lobo

"¿Deberé ver los ojos de todas las estudiantes que me cruce? Vamos, puedes darme algo mejor"

WhatsApp 08:19

Cerezo

"Esfuérzate"

WhatsApp 08:21

Lobo

"Acepto el desafío"

"Después de todo el verde es mi color favorito"

Leyendo el último de sus mensajes sintió como toda su sangre subía hasta sus mejillas tiñéndolas de un adorable rojo que le daban un aspecto inocente y enternecedor. Tomoyo a su lado no dejó pasar por alto aquel hecho, sintiéndose feliz por las cosas que le estaban sucediendo a su amiga, y deseando que todo resultara más que bien esa tarde.

Lo que ninguna de las dos notó fue que un par de sus compañeras estaban atentas a sus murmullos, y que eso no auguraba nada bueno para Sakura.

Fue quince minutos antes de su encuentro que las cosas dieron un giro inesperado y para nada grato.

Había decidido ir al baño de mujeres para corroborar su aspecto. No era arrogante ni egocéntrica, pero lo que menos esperaba era dar una mala impresión en su primer encuentro. No llevaba maquillaje, y su única vestimenta era el uniforme del instituto, tan solo se aseguró de no parecer un zombie con sus ojeras, y de que su cabello no estuviese convertido en un nido de pájaros. Cuando todo estuvo en su lugar, se apresuró en salir. Tampoco quería ser impuntual y hacer esperar a su cita.

Pero cuando llegó a la puerta, dos personas conocidas impedían su salida.

—Con permiso —pidió amablemente que se hicieran a un lado pero ninguna de las dos le prestó la más mínima atención, ignorándola y enfrentándola, haciéndola retroceder un par de pasos por la repentina invasión de su espacio personal—. Si me permiten…

—¿Por qué tanto apuro, Kinomoto? —preguntó una, pero su tono no era nada agradable—. Apenas y robaremos unos minutos de tu tiempo.

Sakura no era de las personas que buscaban problemas y en sus años vividos como estudiante, tampoco era de las que los atraían; le gustaba estar en paz con todos sus compañeros, se llevara bien con ellos o no, por eso no entendía qué era lo que estaba sucediendo allí.

Reconoció a Mirasai y Yokuno prácticamente cuando las vio y escuchó hablar. Eran compañeras de salón, pero jamás se habían dirigido la palabra más que para pedirle alguna ayuda en los exámenes puesto que se sentaban justo en el banco detrás del suyo. Sin embargo no le hacía falta conocerlas demasiado para saber que en cambio ellas sí eran fuentes de problemas.

Aquello no pintaba que terminaría bien, y le urgía salir ya mismo de allí.

—¿Necesitan algo? —intentó con amabilidad deshacerse de ellas.

Le respondió una sonrisa arrogante en ambas.

—Hemos oído que tienes una cita esta tarde —pronunció Yokuno mirando sus uñas con desinterés—, y queríamos saber si era cierto que Sakura Kinomoto se encontrará con un chico hoy.

No afirmó ni negó nada, pero su sonrojo la dejó en total evidencia cuando Mirasai sonrió con sorna.

—La pequeña Kinomoto tendrá su primer cita —reafirmó ésta—. Obviamente no podemos quedarnos con las manos cruzadas... debemos ayudarte a quedar bella para tu chico.

Y cuando vio que Yokuno sacaba unas tijeras detrás de su espalda, supo que debía huir de allí a como dé lugar.

WhatsApp 14:37

Lobo

"Acabo de llegar… el maldito tráfico"

"Avísame cuando salgas, son demasiadas estudiantes para ir acosando visualmente a cada una"

Sin que lo previeran, empujó con fuerza a Mirasai haciendo que trastabillara, habilitándole un pequeño espacio hacia la puerta para poder salir rápido de los baños… una vez que tomara velocidad nadie le podía ganar en una carrera hacia la salida del instituto, pero no contó con que Yokuno la tomaría con demasiada fuerza del brazo, sentándola de un tirón en el suelo.

—Niña lista… pero no saldrás tan fácil de aquí. No al menos sin un pequeño retoque.

WhatsApp 14:49

Lobo

"¿Cerezo? ¿Ocurre algo? No te creía tan miedosa como para no salir del instituto"

Pataleó y arañó al aire, pero fue en vano. Mirasai recuperada de su ataque la había tomado con fuerza de los brazos para que no pudiera levantarse, mientras que Yokuno, con tijeras en sus manos, procedía a realizar su trabajo con una mueca de cínico agrado pintada en su rostro.

No lo entendía. Jamás les había hecho nada, ni siquiera congeniaban lo suficiente como para que alguna vez pasara algo entre ellas, pero aquel acto de maldad hacia su persona tenía firmes cimientos… no podía creer o imaginar que le hacían aquello por pura diversión.

A su alrededor los mechones de su castaño y cuidado cabello comenzaron a caer.

WhatsApp 15:03

Lobo

"Esto ya no es divertido."

"Si no querías que nos viéramos al menos podrías haberme escrito antes"

—Yo creo que quedó muy mona —elogió Mirasai acariciando con burla su melena ahora despareja—, estoy segura que así en verdad sorprenderá a su chico.

El sarcasmo en su voz hizo reír a Yokuno, y dando por finalizada la sesión forzada de peluquería salieron del baño dejándola sola con los leves sollozos que comenzaban a raspar en su garganta. Cuando se animó a abrir sus ojos pudo apreciar el desastre a su alrededor… todo su cabello desparramado entre el suelo y su arrugada falda.

Rompió en llanto por la humillación.

WhatsApp 15:08

Lobo

"Dígnate a responder siquiera"

No era narcisista, pero amaba su largo cabello. Le gustaba trenzarlo y hacer peinados con él con la ayuda de Tomoyo. Y ahora ya no estaba.

Con miedo tocó los cortos mechones que adornaban su cabeza, apenas llegando por encima de sus hombros y no evitó lanzar un gemido lastimero por el daño que había recibido. No tomaría represalias porque no creía que las cosas se solucionaran de esa forma, pero aún así le hubiese gustado saber reaccionar de una mejor forma para defenderse.

—¡Sakura!

El grito de Tomoyo la sobresaltó, más no se movió de su lugar. Escuchó pasos apresurados, y luego los brazos de su mejor amiga rodeándola. Se dejó abrazar… después de tanto odio necesitaba un poco de cariño y amor del que su mejor amiga sabía brindar.

—¿Quién fue? —su voz suave pero autoritaria no dio lugar a dudas de que sabía que detrás de todo había un victimario.

—Mirasai y Yokuno —alcanzó a murmurar entre leves jadeos producto del llanto—. No lo entiendo...

—Esas perras…

Tomoyo era lo que se entendía como una adolescente respetuosa y refinada; jamás oirías un insulto salir de sus finos labios. Por lo que cuando Sakura oyó a su amiga insultar a sus agresoras, supo que se encontraba verdaderamente enojada.

—Siempre supe que ambas te tenían envidia —explicó y Sakura pareció no entender por qué la envidiarían—. Tú eres bella y amable, y es sabido que tienes a muchos chicos prendados de ti… Incluso Chiharu oyó rumores de que el novio de una de ellas la dejó porque le gustabas tú —Sakura abrió enorme sus ojos ante tales confesiones que desconocía en su totalidad—. Nunca te dijimos nada porque siempre te preocupas demasiado por cosas sin importancia.

—Ellas querían arruinar mi cita…

—Porque son envidiosas y te veían como la competencia y la única forma que encontraron para lastimarte fue humillándote —sus ojos brillaron con malicia y su ceño se frunció con fuerza—. Ya verán las malditas.

Se dejó abrazar nuevamente. Ya no le importaba demasiado la situación, tan solo quería salir de allí y pedirle a Tomoyo que arreglara el desastre que tenía en su cabeza. Toda la situación vivida la había dejado en shock, y tan solo minutos después fue que recordó algo de suma importancia.

—¡Tomoyo! —chilló— ¡Lo he dejado plantado!

Su mejor amiga la observó sin entender, pero no gastó tiempo en explicárselo. A gatas recogió su bolso del suelo para sacar su celular. Había pasado una hora desde que se deberían haber encontrado, y estaba segura que su amigo no estaría para nada contento.

Tenía varios mensajes de él, el último mandado hacía pocos minutos. Las lágrimas volvieron a fluir de sus ojos.

WhatsApp 15:28

Lobo

"Esto fue una pérdida de tiempo… ni siquiera tendría que haber venido."

"De haber sabido que actúas de esta forma jamás habría respondido tu mensaje aquella noche"

Sus palabras fueron un golpe duro a su corazón. Sabía que él era orgulloso, y sabía que había perdido su amistad… lo que más lamentaba es que no era culpa suya.

—Se ha ido —comunicó a Tomoyo con ojos llorosos—. No me hablará nunca más.

—Debes explicarle que pasó. No tires todo por la borda por culpa de dos imbéciles.

—Ya he tenido demasiada humillación por hoy, Tomoyo —dijo resignada escribiendo su último mensaje—. No me creerá, y tampoco tengo ánimos de mostrarle las pruebas de que digo la verdad.

—Sakura…

WhatsApp 15:32

Cerezo

"En verdad lo lamento… no sabes cuánto"

Tal y como había predicho, su contacto sin nombre no volvió a escribirle durante el mes que pasó luego del desastre. Supo que no la había bloqueado porque aún podía ver su foto de perfil, así como también sus conexiones cuando entraba a su chat por mera melancolía. A pesar de los días que habían pasado, aún le seguía gustando aquel desconocido con el cual se rompieron mutuamente el corazón.

Mirasai y Yokuno, por otro lado, tuvieron su merecido. No a base de fechorías físicas como la que había recibido ella, pero Tomoyo sabía cómo arruinar la reputación de la persona que quisiera. Al día siguiente todos los estudiantes eran conocedores de lo que le había sucedido en los baños, y no hubo día desde tal hecho en que ambas agresoras no recibieran malas miradas de rechazo y hasta malteadas arrojadas en el horario del almuerzo. Jamás se disculparon, pero tampoco volverían a ponerle un dedo encima.

Ahora lucía su cabello corto, debía agradecer a su mejor amiga que hiciera un trabajo excelente arreglándolo, y hasta sentía que aquel corte forzado le sentaba mejor que como lo usaba antes, planteándose la idea de seguir recortándolo en cuanto creciera.

Estaba recostada en la cama cuando un mensaje de Tomoyo entró a su celular con una foto que le había tomado esa mañana mientras estaba distraída.

WhatsApp 16:47

Tomoyo

"Deberías ponerla de foto de perfil, se te ve guapa"

Concordó con ella.

En la imagen aparecía de espaldas, con su rostro apenas mirando la cámara y con su corto cabello dejando ver solo sus ojos. Era un buen ángulo, y solo Tomoyo podía lograr que se viera bien sin siquiera mostrar más rasgos que su verde mirada.

No lo dudó.

Ni tampoco esperó que aquello quitara el polvo de una vieja y silenciada conversación.

WhatsApp 19:32

Lobo

"Creí que las reglas decían que no habría fotos"

Su corazón latió desbocado en su pecho cuando leyó su nombre entre las notificaciones. No había enojo ni sarcasmo, quizás si cierta reticencia en sus palabras, pero no por ello no sonrió feliz de saber que él parecía prestarle la misma atención que ella a sus viejas conversaciones. No se explicaba de qué otra forma él habría notado su cambio de foto.

WhatsApp 19:36

Cerezo

"Estuvimos por romper una regla peor… una foto no le hace nada"

"Por cierto… aún lamento mucho lo que sucedió ese día"

"Espero que puedas perdonarme"

Sabía que era meter el dedo en una herida. Él podría replantearse el haberle hablado y mandar todo al carajo como antes, pero sentía esa opresión en el pecho de no haberle dicho la verdad en su momento. Ya se sentía sana de aquel ataque, sin humillaciones ni lágrimas, por lo que quizás relatarle la situación ya no le sabría tan mal.

WhatsApp 19:43

Lobo

"Aún estoy dolido"

WhatsApp 19:45

Cerezo

"Lo sé"

"Quisiera remediar las cosas de alguna forma"

"En verdad te he extrañado"

Era la verdad. No había día en que no pensara en él, día en que no tomara su celular a la espera de que el milagroso mensaje llegara… no había tenido la valentía suficiente de ser ella quien iniciara la conversación.

WhatsApp 19:47

Lobo

"Yo también te he extrañado a pesar de todo"

Sus mejillas ardieron por sus palabras a pesar de que en ellas pudo vislumbrar cierto dolor. Largó todo el aire de sus pulmones e inhalando hondo procedió a explicar lo que realmente había pasado.

WhatsApp 19:49

Cerezo

"Ese día estaba ansiosa por verte, era lo que más quería desde que me había despertado. También tenía miedo, no sabía si sería lo que esperabas, y temía que te decepcionaras al verme. Quería lucir… bonita para ti"

WhatsApp 19:53

Lobo

"No hace falta que te veas bonita físicamente… no te conozco y ya me pareces bonita tal cual eres"

Gritó de emoción y empezó a moverse de un lado al otro en la cama abrazando su celular… habían sido solo palabras escritas, pero significaban mucho para ella. Quizás Tomoyo tenía razón después de todo, y él se sentía igual que ella en cuanto a sus sentimientos encontrados.

WhatsApp 19:56

Cerezo

"Fui a arreglarme minutos antes de encontrarnos, pero surgió un problema en cuanto quise salir a tu encuentro y fui interceptada por unas compañeras"

"Digamos que mi cabello lucía mucho más largo de lo que se ve en la foto"

WhatsApp 19:58

Lobo

"¿Te atacaron? ¿Por qué?"

WhatsApp 19:59

Cerezo

"Fue una sesión de peluquería inesperada"

"Me quisieron ayudar para que me viera más bonita para ti según ellas"

"Antes de que digas algo… mi mejor amiga ya les dio su merecido"

Había dicho la realidad de lo que había evitado que ese día se encontraran, y por la ligereza del ambiente que se había generado durante la conversación supo que él le creería, aunque no sabía cómo reaccionaría. Pero no le importaba, necesitaba decírselo y de esa forma intentar recuperar la relación que tenían antes.

No respondió a sus mensajes. En cambio su nombre apareció como una llamada entrante.

—¿Hola? —saludó con cierta vergüenza. Solían decir que su voz era demasiado chillona y temía que eso desagradara a su interlocutor.

—¿Por qué no me lo dijiste ese día? —preguntó atropelladamente—. ¡Maldición! Pensé que me habías dejado plantado, estaba enojado, y ni siquiera había sido culpa tuya —escuchó un par de respiraciones del otro lado hasta que la exaltación inicial se sosegó—. Podría haber ido a ayudarte. Deberías haberme dicho lo que ocurrió.

—No quería que me vieras —se sinceró—, todo era un desastre… yo era un desastre. No quería que fuese esa la primera impresión que tuvieras de mí.

Cerezo, mi primera impresión tuya la tuve la noche que me llegó un mensaje de un número equivocado pidiéndome pizzas a domicilio —sonrió divertida por el recuerdo—, y aún así acá estamos, conversando a pesar de todos los malentendidos.

—Sigo creyendo que verme llorosa y con un corte de cabello no programado no habría sido muy grato —bromeó.

Para mí te verías bonita de cualquier forma, aunque tú te niegues a creerlo.

Hasta ese momento no se había percatado de su voz. Era ronca y profunda pero tenía un tinte de dulzura que distinguía cada vez que parecía hablarle en susurros. Su piel se había erizado de solo escucharlo y ya se encontraba fantaseando con oírlo todos los días.

¿Cómo sonaría su nombre en sus labios?

—Podríamos intentarlo otra vez —dijo con voz entrecortada por la timidez—. Ya sabes, volver a encontrarnos.

Por supuesto —dio por sentado y la alegría le desbordó por los poros —, pero esta vez las cosas serán a mi manera. No habrá ni día ni horario.

¿Y cómo harás para encontrarme?

Sé dónde encontrarte. Y gracias a tu foto ya tengo una ayuda extra —dijo con aire divertido —. Te sorprenderé.

—Por cierto —dijo ella encantada por la idea de saberse sorprendida por él—, mi nombre es Sakura.

Bien, Sakura —pronunció sílaba a sílaba haciéndola estremecer—. Prepárate.

No hubo muchos más mensajes luego de aquella charla telefónica más allá de conversaciones triviales sin información necesaria para saber si lo que había dicho su interlocutor sin nombre aún era cierto o no. Sin embargo cada día esperaba que sea el elegido, mirando a cada paso que daba a su alrededor en busca de alguien que la buscara con la mirada.

Una semana había pasado, pero aún no aparecía.

En su mente rememoraba su voz, imaginando como sería la persona detrás de esa forma exquisita de hablar. Le había relatado los hechos a Tomoyo asegurándose de que nadie las oyera, y ésta había chillado emocionada, alegando que tarde o temprano las cosas volverían a la normalidad entre ellos. Su mejor amiga tenía estrellas en sus ojos delirando una historia de amor que según ella estaba por nacer. Se sentía abochornada por sus comentarios, pero no negaba que las cosas habían dado un paso más allá de sus anteriores sentimientos por su extraño amigo… aún no sabía su aspecto físico, pero lo conocía lo suficiente como para sentirse bobamente enamorada de él.

Solo esperaba no llevarse una decepción y un corazón roto.

El viernes había pasado demasiado veloz perdida en sus pensamientos cuando la campana sonó dando como terminado el día.

Estaba agotada luego de un examen sorpresa de biología, y lo que más ansiaba en ese instante era llegar a su casa y darse un baño caliente y relajante.

—El sábado podríamos ir al cine —propuso Tomoyo quien caminaba a su lado directo a la salida—. Pronostican un buen clima.

—Me parece buena idea —dijo pasando la reja del instituto—, solo que no elijas una película de terror, sabes que…

—Sakura.

Sus palabras quedaron atoradas en su garganta y sus pasos se detuvieron dejándola como estatua en medio de la acera. Su piel al instante comenzó a cosquillear sintiéndose híper sensible… y solamente había bastado oír su voz.

Tomoyo la observó sin entender, siendo ella la primera en voltear al misterioso joven que había pronunciado su nombre. Vio sus ojos brillar de emoción como nunca antes lo había hecho.

—Oh. Por. Dios —murmuró cerca de su oído para que solo ella la oyera—. Si ese es tu chico yo también comenzaré a confundir los números de las pizzerías.

Animada por sus palabras pero no sin cierta vergüenza que la situación le estaba ocasionando volteó lentamente hasta toparse con el susodicho.

Jade contra ámbar.

Tomoyo tenía razón. Oh. Por. Dios.

Su primera impresión fue que sus ojos parecían dos profundos pozos de chocolate fundido con miel que invitaban a hundirte en ellos. Era alto, mucho más que ella al menos, y de buena complexión haciéndole creer que mínimamente se dedicaba a algún deporte además de estudiar en la universidad. Su piel se veía bronceada naturalmente provocándole cierta envidia, y su cabello, castaño oscuro, la llamaba para enredar sus dedos en él.

Y su sonrisa… estaba segura que podría haberle provocado un desmayo.

Ella, a su lado, parecía un bicho raro.

—Si no mueves tu lindo trasero hacia él te prometo que te robaré su número y le escribiré yo.

No era cierto, pero fue suficiente aliciente para que cohibida acortara los metros que los separaban.

Le había prometido sorprenderla, y en verdad lo había hecho.

—Hola —saludó con sonrojo en sus mejillas y un leve temblor en sus manos.

—Al final no fue tan difícil hallarte entre la multitud.

Aquel cumplido le había hecho estremecer y replantearse la idea de si realmente era un bicho raro ante sus ojos profundos.

—Me sorprendiste —concedió—, no esperaba encontrarte a la salida de mis clases.

—Te dije que lo haría —dijo acariciando con cierta reticencia su mejilla, como pidiendo permiso de que lo hiciera. La caricia la recorrió como descargas eléctricas por todo el cuerpo—. Te ves adorable sonrojada.

Obvió su comentario que había provocado aún más sangre en su rostro.

—Todavía no sé tu nombre.

—Perdón mis modales —bromeó—. Soy Shaoran Li, suelen confundir mi número de celular con el delivery de pizzas.

—Soy Sakura Kinomoto —imitó ella—. Suelo confundir el número del delivery de pizzas con el de desconocidos.

—Y cuanto agradezco que así haya sido.

Sakura sonrió.

Ella también estaba feliz de que aquella noche errara en el número de celular.


END