Capítulo 3

Naruto podía sentir el aliento caliente en su culo.

Se preguntó qué era, entonces recordó que había capturado a una hembra humana. De verdad la salvó. Tal vez ella había conseguido darse la vuelta.

Cuando los dientes enormes se hundieron en su carne Naruto gritó y saltó hacia arriba, su armadura se estrelló sobre él, su dolor desapareció instantáneamente. Hinata gritó.

Kurama estaba de pie en la cueva, las orejas hacia atrás, y los dientes sonriendo.

Mierda, acabo de ser mordido en el culo por un caballo.

Kurama pisoteó con los dos cascos en el suelo y luego se creció alto. Sus patas se agitaban en la dirección de Naruto, esquivó el golpe. No quería hacer daño al animal, pero el ataque fue espantosamente cerca de Hinata que estaba sentada aturdida. Todavía estaba obviamente sintiendo los efectos de sus secreciones, que continuaron incluso mientras dormitaba para mantenerla cómoda. Naruto pensó en sus opciones.

Podía saltar sobre el caballo, derribarlo y morderlo en sumisión. Sus colmillos contenían una droga poderosa que haría que la víctima quedara indefensa por su mordida. Cuando Kurama siguió acercándose, pensó que era su mejor opción.

Antes de que su plan se materializara Hinata había saltado de la cama a la espalda del semental y estaban fuera.

Maldita Sea.

Kurama estaba corriendo por el bosque. Naruto estaba enfadado. ¿Cómo diablos los encontró el semental? Más rápido, el suelo se precipitó, aceleró para mantenerse al ritmo. El animal estaba rejuvenecido, se movía más rápido esta vez.

Naruto estaba lívido; si Hinata se caía, la mataría. Naruto estaría solo de nuevo.

Tenía que darle más de una oportunidad para demostrar que podía cuidar de ella. El pensamiento era fastidioso, ya que el maldito caballo acababa de hacerse con ella.

Después de un tiempo el caballo aminoró el frenético ritmo. Las yeguas y sus crías se habían quedado en otro hueco. Saludaron al semental. Esta vez el animal no dio lugar a aminorar a un ritmo del rugido. Él ordenó a través de chillidos y relinches que debían seguirle. La yegua a la cabeza los reunió. Se fueron al trote lento hasta que llegaron a otro río. Cuando se detuvieron, Naruto vio como el semental se quedó mirándole en silencio, la cabeza alta, las orejas hacia adelante. Si Naruto no lo sabía mejor, él podría jurar que estaba siendo burlado.

Kurama resopló una vez y luego otra vez, pero eso era todo.

Naruto ladeó la cabeza. Se dio cuenta de algo que no había realmente notado antes. Era vagamente consciente de lo que estaba sintiendo el semental.

Interesante. El semental lo veía como una amenaza, pero no un peligro. Qué era innegablemente el por qué no había tratado de pisotearlo hasta la muerte mientras dormía. El semental era más que probable que recogiera las emociones de Hinata. Ella estaba tranquilamente sentada en posición vertical en la espalda de Kurama viendo a Naruto. No había miedo, simplemente curiosidad.

Recordó que ella dijo que no había tenido compañía humana durante un año.

¿Estaba extrañándolo? No tenía un escudo para regular su núcleo corporal, debía estar tan sola como él. Naruto se preguntó qué comió aquí. Los árboles tenían frutas, presumiblemente apetecibles, pero debido a los replicadores, no había sido tentado a probar cualquiera. Él apostó que ella lo hizo. Se preguntó qué más había tenido la tentación de hacer, no se habría atrevido a hacer fuego para cocinar algo por la luz. Hubiera sido notado de inmediato.

Admiraba su espíritu.

Naruto estaría muy orgulloso de ser su compañero. Por la forma en que se preocupaba por los caballos, sabía que era cariñosa y atenta, sería una madre maravillosa para sus hijos. Nunca se había preguntado acerca de ser padre, lo hizo ahora. La idea era atractiva. Se preguntó cómo se vería un niño suyo.

Un olor repentino llamó su atención y lo espetó de su ensoñación de una vida familiar. Concentrándose, se fijo en el olor de otro. Él sintió su sangre hervir hasta que su escudo controló su ira. Ya había un Akatsuki detrás de su mujer, su familia.

Lejos a la izquierda, la cosa sucia se deslizó más cerca, sin saber que había sido detectado. Naruto ya estaba moviéndose como una aparición, estaba al lado de Kurama, el caballo sabía lo que pasaba. Hinata estaba en sus brazos. Ella gritó, gritó a Kurama con rabia. El Akatsuki estaba entre Naruto y el semental.

-Un híbrido.- espetó el Akatsuki. -Debería haberlo sabido.

-Conoce esto.- dijo Naruto gruñendo, con el brazo cerrado en Hinata. -Esta mujer es mía. Cualquiera que la toque morirá.

Kurama brincó y pateó el suelo, a punto de atacar. Veía a Naruto, el semental estaba incierto en cuanto a por quién ir primero. Hinata estaba acurrucada a su lado. Naruto podía oler su terror. Necesitaba aparearse con ella pronto. Era por su propia seguridad.

El Akatsuki azotó la cola en señal de frustración. Rompió en el aire. Hinata se encogió, su mano cubrió su cara. Eso era todo lo que Kurama necesitaba.

Estrelló sus cascos en la espalda del Akatsuki. El Akatsuki aulló y giró. Naruto se movió más rápido de lo que lo hizo en su vida. Hinata se arrojó sobre la espalda de Kurama, la parte trasera del semental golpeó duro y Naruto atacó al Akatsuki. Él lo cortó en un fervor ardiente. Su armadura controló su ira, pero alimentó su dominación, sabía cómo luchar ahora, ya tenía experiencia.

En poco tiempo, el Akatsuki jadeaba, su cuerpo estaba cubierto de sangre. Naruto se puso sobre él.

Naruto olía la confusión del Akatsuki. Obviamente, no estaba acostumbrado a ser el perdedor, también olía su miedo. Naruto pisoteó en la cola del Akatsuki que se había roto en la batalla. Era la única parte de él que demostró que era Akatsuki.

La cola fue aplastada bajo sus enormes garras. El pelo oscuro del guerrero estaba saturado de sudor. Sus ojos brillaban de dolor. Su carne era un desastre horrible.

-Esta es la única vez que voy a dejarte sanar.- advirtió Naruto. -Lleva un mensaje de vuelta contigo. Cualquiera que venga a por mi mujer va a morir.

-Ella no está marcada.- jadeó el Akatsuki.

-Al caer la noche va a estarlo.- dijo Naruto.

Cuando Naruto se volvió, los caballos se habían ido y también lo hizo Hinata.

Hinata estaba en la espalda de Kurama en un santiamén. El sonido del pequeño potro gritando de terror hacia ella y los caballos que estaban alborotados, el pequeño Winsome debió haber caído por el acantilado en su miedo por alejarse. Aether estaba relinchando a su potranca. La potranca tuvo suerte que el terreno era esponjo similar o habría muerto o roto una pata.

Todo era culpa de ella. Esto nunca habría sucedido si no hubiera sido por ella.

Naruto tenía razón; los Akatsuki vendrían por ella. Nunca se detendrían. Tenían su aroma y podrían rastrearla en el viento. No había forma de escapar del planeta. Pasaría su vida escondiéndose por el miedo. Sus caballos morirían tratando de protegerla. Parecía que no había un punto.

El pobre Kurama corrió arriba y abajo del estrecho acantilado, pero no había manera de llegar a la potranca. Si Hinata pudiera, pero no podría levantarla. A pesar de que el potro era joven era demasiado pesado para Hinata. ¿Qué iba a hacer? Se quedaría allí para siempre. Aether se volvería loca. Kurama tendría que arrastrarla lejos, eventualmente. Winsome moriría sola y asustada.

Oh Dios. ¿Qué había hecho? El dolor era insoportable.

-¿Estás herida?- Preguntó una voz.

Hinata se giró para ver a Naruto de pie a unos metros de distancia. Kurama se rasgó en dos direcciones diferentes. Acusó a Naruto, pero mantuvo sus garras-manos en alto. El semental se detuvo. Él se alzó y corrió de vuelta a Aether que estaba resoplando frenéticamente. Parecía que iba a ir por el acantilado. Kurama siguió enviándolo para atrás.

-Puedo oler su dolor.- dijo Kurama.

-La potra, Winsome, está sobre el acantilado, debió haber estado asustada cuando luchaste con el Akatsuki, va a morir.- Hinata se rompió en sollozos.

Naruto estaba allí. Ella estaba en sus brazos. Permaneció en su armadura. Hinata sabía que no habían ido muy lejos del Akatsuki. Naruto seguiría estando atento y vigilante. Los otros caballos estaban en un círculo cerrado alrededor del pequeño Tenebrae. Naruto estableció a Hinata con él y se dirigió hacia el semental.

Por un momento, sólo se miraron. Criatura a bestia. Naruto se movió de nuevo.

Hinata observó cómo Kurama fue hacia Aether. Cuando Naruto fue por arriba del acantilado Aether estaba gritando. Winsome también gritaba, aterrada.

Después de todo Naruto era la criatura que trajo el olor espantoso de la sangre.

Kurama restringió físicamente a la yegua de saltar por la ladera del acantilado.

De ida y vuelta la golpeó, obligándola lejos del borde del acantilado. Ella lo mordió y trató de patearlo, pero el semental era demasiado fuerte para ella.

Muy pronto Aether se puso de pie, lados agitados, gritando un relincho en voz baja, presionando fuertemente contra Kurama. Fue desgarrador. Un largo momento pasó. Hinata tenía miedo de que la pequeña potra saltara a su muerte, en su miedo. Sabía qué tan rápido y qué tan fuerte era Naruto. Esperaba que pudiera salvarla.

-Aether.- gritó Hinata. -Mira.

Las orejas del caballo compungidas. Winsome estaba sobre los hombros Naruto que la fijó cuidadosamente sobre sus pies. Aether relinchó alrededor y corrió a su bebé. Kurama no se quedó atrás. Naruto vino para estar con Hinata.

-Gracias.- susurró.

-Tienes que venir conmigo.

-Lo sé.

-Yo no voy a hacerte daño, Hinata. Puedo protegerte.

-Lo sé.

Se volvió cuando sus lágrimas corrían por su cara haciendo borrosa su visión.

-¿Voy a verlos de nuevo?-

Naruto capturó una lágrima.

-Después de esta noche vas a estar segura. Pero va a ser difícil para Kurama. Sí, podrás verlos de nuevo tan pronto como mañana, si quieres.

-¿Qué vas a hacer?

-Te haré mi compañera.- dijo Naruto. -No tengas miedo. Después de esta noche mi escudo te protegerá.

Hinata estaba incrédula.

-¿Cómo?

-¿Confías en mí?

-¿Eso es todo lo que pides por mi seguridad?

-La confianza lo es todo en mi mundo. Hinata, los Jinchūriki tienen compañeros de por vida. Si tu mueres, voy a morir y si yo muero, tú también. Tu confianza es lo más importante, es nuestra supervivencia. Estaremos juntos por miles de años como resultado. Juro como tu compañero que tendrás mi eterna lealtad y amor. Sé que esto puede parecer extraño, ya que no entiendo tu cultura, pero te amaré cuando nos apareemos, no tendremos otra opción. Vas a ser una parte de mí que el escudo cuidará. Nuestra sangre fluirá como uno. Vamos a ser como uno.

Hinata podía ver su sinceridad. Se sentía incrédula, ¿ni siquiera se conocían entre sí y profesaba que la amaría? Ella no lo dudó. Con su habilidad para percibir la emoción tenía que ser cierto. ¿Vivirían miles de años? ¿Lo amaría? ¿Podría ella?

-¿Cómo se aparean un Jinchūriki con una mujer para toda la vida?- Preguntó con curiosidad.

-Cuando nos apareemos, tendremos relaciones sexuales, voy a marcarte en tu hombro y todo el mundo sabrá que eres mía. Tu hombro llevará mi tatuaje. No te hará daño.

Ella entendió su significado; le estaba pidiendo que fuera suya emocional y físicamente. La idea de tener sexo con él no era aterradora. Lo que era aterrador era pensar en una vida corriendo siempre con los Akatsuki tras ella, formaba parte de un rebaño. ¿Por cuánto tiempo iba a anhelar la compañía humana? Desde el momento en que lo conoció, Hinata sabía que su vida había cambiado. Debía confiar en él. Realmente no había otra opción, asintió con la cabeza.

-Voy a aparearme contigo.

-Luego hay que dejar a Kurama saber que es tu opción dejarlos. Él piensa que tú le perteneces a él.

-Lo hago de una manera. Salvé su vida cuando él nació. Ahora salva la mía.

-Los Akatsuki no tienen ningún uso para los caballos. Cuando te hayas ido no van a ser molestados.

-¿Estás seguro?

-Podemos animar a Kurama para mover el rebaño más cercano a la cueva.

Hinata se llenó de esperanza.

-¿Vas a ayudarme a verlos?

-Si eso es lo que quieres.

-¡Sí!- Hinata chilló.

Era exactamente lo que quería. Naruto podía protegerlos. Hinata estaba sonriendo cuando fue a Kurama. Él sacudió la cabeza en señal de saludo aunque había estado observando. Ella lo había visto. Hinata enterró sus dedos en su piel y lo abrazó. Su cabeza cayó sobre su hombro. Pronto los demás se reunieron alrededor.

-Me tengo que ir, mi amigo. Pero voy a volver pronto.- susurró Hinata.

Ella sabía que esto era lo correcto para hacer. Kurama protegía su rebaño. Naruto protegería a todos. Estaban en un mundo nuevo y extraño con criaturas extrañas. Hinata no tenía miedo de Naruto, pero temía por la vida de Kurama.

Cuando dio un paso atrás, Kurama bajó la rodilla. Hinata negó con la cabeza.

-Te amo.- susurró. -Puedo hacer esto por todos nosotros.

Kurama avanzó y chocó su hombro. Hinata dio un paso atrás y llamó a Aether hacia ella. Empujó a Aether hacia Kurama. El semental dio cabriolas y pateó el suelo. Hinata se alejó. Kurama empujó a Aether a un lado y corrió delante de Hinata.

Hinata le palmeó el hocico y lo besó. Una vez más llamó a Aether. Aether se frotó contra Kurama. Era evidente para Hinata que la yegua sabía lo que estaba sucediendo. Lo mismo lo hizo Kurama, pero él no estaba dispuesto a permitirlo.

Kurama de nuevo inclinó la rodilla y relinchó para ella. Él sacudió la cabeza en un movimiento asintiendo, Hinata estaba sollozando por su persistencia, pero lo empujó hacia atrás y dio un paso a su alrededor.

Presa del pánico ahora, Kurama se irguió frente a ella y pisoteó hacia abajo. Hinata se quedó en silencio mientras sus pezuñas llegaron a pocas pulgadas de la cabeza. Aether fue hasta la gran bestia cuando aterrizó y pateó el suelo. Hinata se dirigió a Naruto.

Kurama gritó en agonía. Tomó todo lo que Hinata tenía para no dar la vuelta y responder a su clamor.

Naruto la recogió en su brazo, acunándola a su pecho. El semental les bramó, pero pronto estaban en lo alto del árbol. Se movía a un ritmo rápido de árbol- tierra-árbol. Durante un tiempo Kurama los siguió, él la llamó, pero no respondió. Ella sollozaba demasiado alto. Sus brazos estaban envueltos alrededor del cuello de Naruto y su rostro enterrado en su blindada garganta, era duro como el acero, era la forma en que pesaba el corazón de Hinata al escuchar a su bebé llorar.

Kurama continuó gritando por ella. Como un niño desconcertado.

-Alto, alto.- Hinata declaró.

Naruto se detuvo y la dejó en el suelo. Kurama llegó a ella como un rayo. Se detuvo justo en frente de ella. Su pecho la golpeó en los hombros, pero la cabeza y el cuello se expulsaron en la espalda con tanta fuerza en un abrazo que ella no cayó. Hinata lo abrazó de nuevo y luego lo empujó.

Kurama dio cabriolas de vuelta. Los otros caballos estaban llamándolo desde la distancia.

-Ve, Kurama.- mandó Hinata. -Ve.

Kurama inhaló, entonces bajó la cabeza. Se dio la vuelta y se fue. Su cola se arqueó alta; él se resistió, sus fuertes piernas potentes a un lado, lejos de Hinata.

El viento hacía que su melena se agitara en su cuello grueso. Se detuvo en seco, giró, regresó y ella le dijo que se fuera, empujando hacia él. Kurama salió corriendo. Se detuvo y se dio la vuelta, pero no regresó. Él relinchó. Hinata relinchó de vuelta. Kurama se alejó al trote, con la cabeza baja.

Hinata se derrumbó en los brazos de Naruto.

Continuará...