Disclaimer:
Los personajes, trama y detalles originales de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Hayato Date, Pierrot y TV Tokyo (anime).
Los personajes, trama y detalles originales de Death Note son propiedad de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Tetsurō Araki, Madhouse y Nippon Television (anime).
Dedicatorias:
Fic para el SasuKarin Month 2020 (fue junio pero se me había pasado subir acá)
Tema: Crossover
Alumina
Algo que Karin no soportaba en la vida: era el desorden.
Necesitaba espacios limpios, despejados, con los objetos, sino catalogados, debidamente ordenados en grupos coherentes. No recordaba desde cuanto tenía esa fijación, pero era algo que ya tenía fijo para cuando Orochimaru la dejó a cargo de La Guarida Sur. Lo sabía porque lo primero que hizo al tener en su poder las llaves, fue reorganizar la oficina, porque el anterior guardián no era demasiado prolijo en esos detalles.
Y extrañamente, Orochimaru tampoco.
No llenaba los cajones con basura, tampoco era asiduo a comer mientras trabajaba, pero revolvía los expedientes, le daba igual colocar las fichas de sujetos de prueba con las notas de desarrollo de drogas que no eran de ese caso, y cuando dirigía la aldea del Sonido, con reportes de misión.
Por eso, encontrar un cuaderno tirado justo a la mitad de la oficina, no solo era inusual, sino imposible. Lo tomó con el ceño fruncido, ni siquiera podría culpar a Suigetsu, él era analfabeta funcional, no se acercaría a un libro o cuaderno ni en defensa propia.
Lo hojeó buscando alguna nota relevante, pero fuera de algo escrito en las solapas, que no podía entender, estaba completamente limpio. Lo llevó al escritorio, lo puso bajo la luz de la lámpara de escritorio e inspeccionó a más detalle la escritura de las pastas.
—Oye… ¿te vas a comer eso?
Karin chilló con todas sus fuerzas, como no lo había hecho en mucho tiempo, cuando al girarse, distinguió una criatura espantosa descendiendo bocabajo desde el techo, como una fuga sin tratar, una mancha que se concentraba hasta tomar forma, pálida y sonriente, vestido de negro, muy ajustado.
En cuanto aquella criatura extendió la mano hacia ella, no lo pensó dos veces, tomó un bolígrafo del botecillo y lo empuñó como arma, maldiciendo su mala costumbre de andar por la guarida sin bolsa de armas, algo de lo que todo el mundo le recriminaba, o se burlaba.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que esa mano se dirigía a la mesa, concretamente hacia el plato de bastones de manzana que se había llevado para picar mientras llegaba la hora de la cena.
—Adelante… —mustió, concentrándose para pensar en algo mientras se comía la manzana.
Sin embargo, tomando solo uno de los bastones, giró la cabeza hacia ella en un ángulo extraño. Horrorizada por lo obvio que era que no parpadeaba, contuvo el aliento, controlando el escalofrío que le erizó la piel, aunque fue precisamente eso lo que le dio una idea.
Rápidamente hizo una secuencia de sellos.
Desde hacía unos años, se había dedicado a estudiar las artes del fūinjutsu de Uzushiogakure, a partir de los documentos que Orochimaru había rescatado de la aldea, que era como había llamado a la profanación y saqueo de tumbas y mausoleos.
Los símbolos en el suelo se expandieron, una docena de cadenas emergieron, entrelazándose para formar una red que lo atrapó.
El ser, intrigado por el hecho, trató de disolverse tal como había llegado, pero para salir por el piso, sin embargo, no lo logró, y eso si le sorprendió.
—¿Eres humana? —preguntó mientras se metía la manzana a la boca.
—¡¿Qué clase de pregunta irrespetuosa es esa?! —chilló ella, poniendo una mano en la cadera y con la otra, sosteniendo aún el bolígrafo, señalándolo acusadoramente.
—¡Claro que soy humana! La verdadera pregunta es, ¿qué eres tú?
—¿Yo? Soy un shinigami.
—Sí claro… ¿quién es tu contratista? ¿Por qué te ha enviado? ¿Qué haces aquí?
—No tengo contratos con nadie, solo estoy aquí porque estoy perdido.
Le vio estirar la mano de nuevo hacia las manzanas, por lo que se adelantó para apartarlas de su alcance.
La criatura gimoteó.
Karin arqueó una ceja.
Era una invocación de apariencia aterradora, pero con ese intercambio de palabras, bajaba bastante la impresión, aunque quizás solo estaba acostumbrada a lo aterrador que era Manda: su inmenso cuerpo, sus penetrantes ojos, su voz… la negrura absoluta de su boca.
—¿El cuaderno es tuyo?
—No, es de un conocido.
—¿Es relevante?
Para alguien con una boca como la suya, debería ser difícil determinar si estaba sonriendo, pero lo cierto fue que así era: esa criatura sonrió.
—El cuaderno, lo es todo. Es un cuaderno de la muerte.
Karin tomó un bastón de manzana y se lo extendió. Él lo tomó con cuidado y se comió, entendiendo que se trataba de un pago por información, aunque de cualquier forma se lo iba a decir.
Le habló sobre el cuaderno de la muerte, su alcance y las reglas, con las debidas implicaciones. Realmente no le gustaba dejar información al aire, porque mientras más supiera el dueño del cuaderno, mejor podía planear lo que fuera que quisiera hacer.
—Dijiste que estabas perdido —dijo Karin llevándose una mano al mentón —¿Cómo es eso?
—Oh, es bastante simple en realidad. Estaba vagando por ahí, en el mundo shinigami, estaba en una zona que nunca antes había visto, me dispuse a explorar y de pronto ya no pude volver, así que pensé que podía entrar en el mundo humano, orientarme y volver a mi mundo… pero…
—¿Pero?
—Este no es el mundo humano.
La chica hizo un mohín.
—Y dale con eso, ¿qué te parezco? ¿una cabra?
El ser sopesó la red que lo envolvía.
—Los humanos no hacen esto. Si yo lo deseo, ni siquiera me pueden tocar.
La chica dejó escapar un suspiro.
—Tengo que decirle a Orochimaru —dijo, después de todo estaban en su guarida y ella acababa de capturar a un intruso, sin embargo, se detuvo antes de llegar a la puerta, pensando en lo que le había dicho sobre el poder del cuaderno.
¿Realmente podría matar a alguien con solo escribir su nombre en él?
Miró por sobre su hombro, se volvió por el cuaderno y salió de la habitación.
—¡Oye! ¡Espera! ¡Quítame esto!
—No hagas escándalo, ya vuelvo.
Al cabo de quince minutos estaba de vuelta: pálida, apenas con expresión en el rostro.
Fue solo cuestión de que se acomodara en el escritorio, abriera el cuaderno y arrancara la primera página para que el ser contuviera un jadeo al darse cuenta de que la había usado por ambos lados. Luego, la hizo una bola, la arrojó en el cesto de basura y le prendió fuego.
—Decías la verdad —le dijo, girándose en la silla, con las piernas cruzadas y las manos enlazadas al frente.
El ser empezó a reírse de una forma por demás curiosa.
—Quítame esto —le dijo, sacudiendo las cadenas.
—¿Qué me harías si lo hiciera?
—Oh ya veo. No voy a lastimarte, por cierto, ¿cómo te llamas?
—Karin —respondió escuetamente —. ¿Tú tienes un nombre?
—Por supuesto, Ryuk.
Karin dejó escapar un suspiro, rompiendo la postura, dejándose ir hacia atrás con excesivo drama.
—Si no trabajas para nadie, entonces, ¿qué haces aquí?
—Ya te dije, me perdí.
—Me refiero a "aquí", este escondrijo, es decir, hay un pueblo como a dos kilómetros.
—¡Ah! ¡Sí! Estuve ahí, pero me aburrí mucho, y escuché a alguien hablar de unos ninjas escondidos en el bosque. Hace siglos conocí a unos, eran curiosos, pero aburridos y tú definitivamente no eres como ellos.
Ella lo miró desde su sitio, mal acomodada.
—¿Qué voy a hacer contigo?
—Soltarme.
Sabía que tenía que darse prisa, un jutsu de ese nivel no lo podía sostener por mucho. De hecho, no estaba completamente segura de que siquiera estuviera bien hecho y solo resistía porque él no estaba realmente esforzándose por soltarse.
Rompió el jutsu, volviendo a suspirar, y le extendió una manzana completa que había tomado de la cocina, lo que pareció emocionar a Ryuk.
—Dime algo, Karin. ¿Los otros humanos pueden hacer lo mismo que tú?
—No todos. Solo los ninjas, e incluso entre nosotros hay niveles… ¿es en serio que escogiste el peor sitio para aparecerte con algo tan peligroso como esto? —le pregunto agitando el cuaderno.
—¿El peor sitio?
Empezaba a creer fervientemente que decía la verdad sobre no conocer nada de nada.
—Mi jefe es un psicópata en letargo —explicó con simpleza —. Mis compañeros más cercanos, asesinos seriales psicóticos. Y los subordinados, lamebotas de moral desviada. ¿Qué crees que harían con algo como esto?
—¿Llenar una hoja completa con nombres de personas de su entorno sin ningún aparente remordimiento?
Se quedaron en silencio.
—¡Una investigación seria, requiere de la corroboración de resultados! —se defendió.
Ryuk se rio, alzando los hombros. En honor a la verdad, Ligth había hecho lo mismo.
—¿Vas a quedarte el cuaderno?
—¡Por su puesto que sí! ¡Si se lo dejas a cualquier loco de acá, quién sabe qué va a hacer!
El shinigami hizo un gesto, temiendo que decidiera guardar la libreta en un cajón y jamás volver a usarla, pero entonces llamaron a la puerta, pero sin esperar permiso, un hombre entró.
De pelo oscuro, tez pálida y una expresión en blanco bastante inquietante, como sus ojos, como si de alguna forma, estuviera mirando la muerte en ese momento, solo que Ryuk tenía la certeza de que no había manera de que pudiera verlo.
—Hay un caos afuera —dijo —¿Qué pasó?
Karin se ajustó las gafas, carraspeó y se recargó en el escritorio, intentando parecer casual, aunque claramente estaba ocultando el cuaderno. El hombre lo notó, pero no le dio importancia.
—Algunos sujetos de prueba murieron.
—¿Tanto revuelo por eso?
—Bueno, quizás fueron más que algunos —dijo Ryuk con sorna, a lo que Karin se apresuró a intervenir, si bien, ya sabía que no podía verlo ni escucharlo.
—¿Cómo has estado? ¿Qué tal va Sarada? Escuché que los exámenes chūnin están a la vuelta de la esquina.
—Fueron la semana pasada.
—Oh…
—Una basura total. Ninguno de esos niños duraría fuera de la aldea.
—Ya es un tiempo distinto… no es como cuando nosotros teníamos su edad.
El hombre caminó hasta el otro lado de la habitación, y Karin se alarmó al verlo pasar tan cerca de Ryuk. Sin embargo, este se limitó a seguirlo con la mirada.
—Te equivocas. De hecho, es por eso por lo que vengo.
Karin guardó silencio, escuchando a Sasuke, que había optado por arrastrar un banquillo, contándole sobre un descubrimiento inquietante y sobre el que el propio Naruto le había pedido que siguiera la pista.
Por los detalles, no resultaba ser demasiado esperanzadora la existencia de una nueva organización criminal que pretendía alcanzar los pasos de Akatsukil y superarlos.
Aferrándose con fuerza al cuaderno, los recuerdos de la guerra, que hasta esa mañana creía distantes, se arremolinaron en ella. No solo aquella en la que participó, ya convertida en kunoichi, sino incluso la que le arrebató a su madre, y la idea de imaginar a otros, niños, a Sarada, como ella misma, era algo que no iba a permitir.
—Entonces, ¿estás a cargo de rastrearlos?
Sasuke la miró, intuyendo sus pensamientos. Eso era algo que podía hacer con facilidad, aunque no siempre fue así.
Cuando eran más jóvenes, lo confundía bastante, y mantenía cierta reserva sobre su verdadero interés en todo lo que pasaba a su alrededor. Odiaba admitirlo, y quizás no lo hacía antes por su obstinación adolescente, pero de todos los aprendices bajo la tutela de Orochimaru, ella era la que había adoptado las maneras más pragmáticas de analizar y resolver conflictos; una casi crueldad que le valió para que la nombrara guardiana a una corta edad, y que fuese capaz de mantener el orden pese a que todos ahí le doblaban la edad y el tamaño.
Con los años, y una nueva perspectiva sobre lo que ser un ninja significaba, tenía que aceptar que posiblemente ella era la única con las cualidades necesarias para ser llamada de esa manera, el resto solo eran guerreros dotados.
Esas cualidades, acentuadas con más experiencia, la hacían ahora, un miembro de alto rango de esa cédula separada de Konoha que Orochimaru dirigía para mantener el alto nivel de la aldea.
—Quiero ir contigo —dijo Karin de pronto.
Sasuke solo profirió un sonido con la boca cerrada, tan característico suyo que era como una expresión de "no me importa, pero a la vez sí", o "haz lo que quieras", dependiendo del contexto.
—Hace años me acompañaste a ver el mundo y tratar de corregir lo que hicimos mal, en ese entonces no teníamos nada. Ahora eres jefa de personal, mano derecha de Orochimaru y Naruto quiere nombrarte como su sucesora. Si te apartas, alguien más tomará el puesto.
—¡Eso no me importa en absoluto! ¡Quiero ir contigo! ¡Sabes que puedo ayudarte, ahora más que antes!
—Karin —dijo Sasuke, levantándose de su sitio y caminando hacia ella.
La mujer no pudo evitar el estremecerse cuando extendió su única mano para tomar su mentón, levantándolo levemente. No fue el gesto en sí. Él no solía tocarla, era verdad, pero tampoco era como si no ocurriera jamás, sino esa mirada de sus ojos oscuros.
¿Qué cosas habría visto en esos días como para despertar algo que creía dormido en él?
—Se lo dije a Naruto el mismo día que empezó la guerra, no basta detener a un enemigo en turno. El mundo necesita una verdadera revolución. Arregla todo lo que tengas pendiente. Nos vamos por la mañana.
Y diciendo eso, salió de la oficina. Entonces, Ryuk empezó a reírse nuevamente.
—Esa mirada la conozco —dijo —. Esto va a ser realmente divertido.
Karin le dirigió una mirada ceñuda.
—De modo que si te gustan los psicóticos.
Ryuk le puso uno de sus dedos larguísimos, finos y fríos en la frente.
—Son entretenidos —respondió, acercando su rostro al de ella —. Y por lo visto, a ti te gustan más.
Karin chilló, escandalizada, colorada por completo.
—¡Por supuesto que no! ¡Qué cosas dices! ¡Es un hombre casado! ¡Y yo renuncié a esos sentimientos hace mucho tiempo!
—Como digas. Iré a dar una vuelta, este sitio se ve interesante. No te olvides de empacar manzanas.
—¡No me digas qué hacer!
Se quedó sola, con la palabra en la boca y por la mezcla de frustración, vergüenza y otras cosas que no estaba segura de cómo llamar, tomó el bote de lápices del escritorio y lo arrojó al otro lado de la oficina mientras volvía a chillar.
.
Suigetsu le hizo una seña a Sasuke para que guardara silencio, aunque este en realidad no había dicho nada, justo al momento en que empezaban a escuchar, de la oficina e Karin, gritos y quejas de que no era la sirvienta de nadie y que, si quería empacar algo, lo hiciera él mismo.
—¿Lo escuchas? Está loca, siempre lo ha estado, pero hoy de verdad se le fue la olla. ¿Sabes que hizo cuando empezó el caos en el ala de celdas? Solo estaba parada en el balcón de control, tomando notas.
Sasuke arqueó una ceja, mirando hacia la puerta.
—¿Seguro que quieres ir solo con ella? —insistió Suigetsu.
El otro asintió.
La primera vez que la buscó para unirse a su equipo, fue por su habilidad sensorial, que había identificado apenas la conoció.
La segunda vez, realmente quería que todo el equipo, que él arrastró a su locura, tuviera una segunda oportunidad.
Y en esta ocasión…
Entrecerró los ojos.
Los pensamientos agobiantes que se volvían sentimientos de sofoco, se volvían cada vez más frecuentes. Apenas dormía, y cuando lo hacía, los sueños siempre eran mórbidos, llenos de sangre, de asesinos ocultos en la espesura de los bosques.
Era casi como esos días.
Naruto le había encomendado una tarea de vital importancia, y aunque no lo hubiera hecho, él mismo estaba dispuesto a hacerlo por su cuenta, pero había algo que le preocupaba y con lo que solo Karin podía ayudarlo.
La oscuridad en su ser amenazaba con volver, y la única persona que podría notarlo, sería ella.
Sin justificarlo ni compadecerlo.
Quizás ahí recaía el encanto de sus sentimientos, en esa horrorosa realidad de sí mismo que se reflejaba en la cicatriz de su pecho: algo que ella jamás le iba a dejar olvidar, porque su rechazo había formado al hombre que era en ese momento.
—¿Sigues aquí? —preguntó Suigetsu enlazando las manos en su nuca.
Sasuke sacudió levemente la cabeza para apartar esos pensamientos.
—Voy a ir al pueblo a cenar, todos están enloqueciendo por los muertos, ¿vienes?
Sasuke asintió, y le siguió, aunque le dirigió una última mirada a la puerta de la oficina de Karin.
Comentarios y aclaraciones:
Creo que las posibilidades son infinitas, tanto para bien como para mal, pero, como siempre hago, eso queda a la imaginación.
Por cierto, Alumina es el nombre del primer opening de Death Note, a cargo de la banda Nightmare, la letra fue la inspiración para el fic en sí.
¡Gracias por leer!