Mas allá del tiempo.

Podía sentir la tierra, cálida al tacto de mis pies que estaban acostumbrados a andar descalzos luego de tantos años. La arena poseía un color naranja gracias al atardecer que marcaba el final del día y no cualquier día.

"Somos semejantes a una vida inclinada así que le pedí deseo a la luna creciente"

Murmuraba una melodía, tan bajo que se alejaba con el viento.

A mi alrededor, los niños corrían aprovechando la poca luz que les terminada de ofrecer el sol. Por otro lado, los adultos se apresuraban por terminar sus labores y poder refugiarse en sus cabañas a salvo de la noche que se avecinaba.

En los límites del pueblo, me detuve tan pronto sentí un enorme peso en medio de mi pecho; la nostalgia se apoderó de mí. Con solo ver el sol caer, podía sentir como si algo que apreciaba se estaba alejando sin que yo pudiese detenerlo. Era el tiempo que corría como las aguas violentas del rio que llamamos vida.

-Ah, este es el precio de crecer- Pensé en voz alta mientras que las imágenes de mi infancia pasaban por mi cabeza. Esos hermosos momentos donde, por unos pocos meses, yo corría libre al lado del Señor Sesshoumaru y el Señor Jaken, mientras yo era ignorante de los sentimientos que se desarrollarían años después.

-Rin-

Voltee a ver de dónde provenía tan amigable voz. Era la Señorita Kagome quien se acercaba a pasos rápidos a mí, usando una gran sonrisa como era de costumbre. Detrás de ella, el Señor Inuyasha la seguía con un aire algo molesto, cruzando los brazos y manteniendo distancia de su esposa. Algo le fastidiaba pero la verdad, ya estaba acostumbrada a ese tipo de actitud por parte del hanyou. Igualmente, ambos debían de estar cansados luego de una larga jornada

-Feliz cumpleaños- La Señorita Kagome extendió una pequeña caja, prácticamente obligándome a tomarla.

-¿Eh?- Si, ese día era mi cumpleaños 16, día en que esperaba por una promesa a ser cumplida. Sin embargo, debido a todos los trabajos y responsabilidades que tenía en la aldea, me había distraído.

-Ni creas que lo olvidamos, esto es de nuestra parte, también los demás están preparando un celebración en tu honor en casa de la anciana Kaede. Haz trabajado mucho, Rin, y haz crecido tanto, te lo mereces-

-Muchas gracias, no era necesario-

-Keh, si no te gusta puedes devolverlo- interrumpió el Señor Inuyasha. - me costó mucho trabajo encontrar una buena recompensa solo para que Kagome lo gastara todo en …-

-¡Abajo!- Como siempre, la Señorita Kagome gritó y de inmediato su esposo cayó al suelo. Aún recuerdo como esta acción me sorprendía cuando recién llegaba a la aldea, ahora solo era otra escena que veía casi a diario.

-Rin, no te preocupes, realmente no fue nada, sé que nada de lo que te dé se puede comparar con los regalos de mi cuñado pero quería darte algo bonito ya que quien sabe cuándo pueda volver a tener esta oportunidad-

El tono de mi mayor era algo coqueto, ocultando algo bajo su tono mientras me miraba con cierta complicidad. De inmediato me sonroje ya que sabía a qué se refería.

Ya habían pasado 5 años y había llegado el día de escoger mi destino. Ahora era momento de responder a las palabras de mi Amo y lo que diría no me dejaba dormir de noche.

¿Qué podría decirle yo al Señor Sesshoumaru? Yo, una simple humana que ni siquiera viene de una familia importante o que tenía un poder especial. Yo solo era Rin, sin embargo, todos los sentimientos que tengo por el Youkai que me salvo, protegió y hasta mimó durante todos estos años, son tantos que no creo poder describirlos a la perfección.

-¿Estas bien? Rin-

Parpadeé un par de veces para volver a la realidad, Kagome me miraba con una genuina preocupación mientras que el Señor Inuyasha tenía una expresión que no logre entender al momento.

-Estoy bien, no se preocupen, solo estoy algo cansada, eso es todo. Muchas gracias por el regalo Señorita Kagome, usted es muy amable- Sonreí intentando parecer totalmente sincera mientras que abrazaba la pequeña caja contra mi pecho como si esta fuese a ocultar mis sentimientos de foráneos.

Pero si era verdad que estaba muy agradecida con la Señorita Kagome y el Señor Inuyasha, no solo porque se molestaron en celebrar mi cumpleaños pero también porque ambos cuidaron muy bien de mi estos últimos años. De ellos aprendí muchas cosas, así que de alguna manera me sentía culpable por dejarlos e irme lejos… Porque me iría ¿verdad?

-Señor Inuyasha…- Las palabras salieron antes de que pudiese detenerlas. El matrimonio ya parecía listo para retomar su rumbo pero se detuvieron, esperando que continuara con la oración.

-Dime-

Yo estaba algo abrumada y no quería hacerme ver desesperada o vulnerable, sin embargo, no podía dejar de pensar en aquello que debía pasar esa noche.

-Usted tiene un muy buen olfato ¿Sabría si alguien se acerca?-

-¿Alguien? ¿Te refieres a Sesshoumaru? Pues no está en los alrededores, podría sentir su asqueroso aroma a kilómetros pero ahora no parece estar en la zona-

Eso fue como si un gran cubo de agua fría cayese sobre mí, podría entender que no estuviese aquí ahora pero ¿no estaba en la zona para nada, ni siquiera a kilómetros del pueblo? ¿Acaso no iba a venir?

-Ya veo…-

-Estoy segura de que vendrá, él no faltado ni una vez durante años para visitarte, solo dale tiempo- La Señorita Kagome parecía tener siempre las palabras de aliento necesarias, y si, era lógico que pudiese tardar, para el Señor Sesshoumaru las distancias no eran nada pero la duda estaba ya estaba en mi cabeza así que solo sonreí y afirme en respuesta.

-Iré a refrescarme un poco, nos vemos en casa de la anciana Kaede- Sin esperar respuesta, gire mi cuerpo y empecé a caminar rápidamente esperando que no me siguiesen, en ese momento quería solamente estar sola.

Antes de notarlo, estaba dentro del bosque con sombras que se hacían cada vez más densas conforme la oscuridad se acentuaba haciendo que la oscuridad tomara su debido lugar pero ¿sentía miedo? No, era tristeza, decepción tal vez, angustia, desesperación, soledad.

En algún punto, me agache, ya que sentía como si mi cuerpo se derrumbase y fue en ese momento que las lágrimas comenzaron a brotar, seguidas de recuerdos que se sentían agridulces. Podía sentirlo, como si estuviese allí: Su olor, su aura, su voz, su silueta

Él era como la luna brillante y yo como el lago que le espera cada noche para reflejar su luz pero sin jamás alcanzarle. Si, eso era en Señor Sesshoumaru para mí, alguien inalcanzable y eterno mientras que mis aguas fluyen sin parar llegando a su fin en un instante. Aun así, yo sabía que mi deseo era permanecer a su lado hasta el final de mi cauce.

Tal vez era eso, él no lo veía, ni podría verlo. El Señor Sesshoumaru era un Youkai de grandes poderes con un tiempo ilimitado. Alguien que puede tener la imagen de un joven apuesto por milenios, él no tendría como entender lo que era el pesar del envejecimiento que a mí, aunque aún tuviese 16 años, me acecharía hasta que en tan solo un abrir y cerrar de ojos ya no me quedaría más que la debilidad y cabellos grises. Él no tiene la misma conciencia sobre la vida y la muerte que tenemos los humanos.

Je, que injusta era la vida al darme este cuerpo frágil mientras que mi corazón le pertenecía a un inmortal.

-¡Maldición!- grité, al tope de mis pulmones al punto de sentir que pequeños animales se alejaban corriendo del lugar sin entender que yo realmente no quería hacerles daño pero ¿que importaba el mundo ahora? yo solo quería estar sola.

"La distancia no es un obstáculo, nuestros corazones están unidos con el poder de la confianza, no hay nada que temer"- No sé cuánto tiempo estuve llorando pero de pronto aquellas palabras dichas por el Señor Sesshoumaru, las que me dedicó algunos años atrás. De momento mi tormento cesó por un momento.

-El poder de la confianza- Me repetí en un susurro y así, casi como si me movieran unos hilos me controlasen, me levante de golpe y sequé mis lágrimas.

Eso era, debía de confiar en el Señor Sesshoumaru, mi señor Sesshoumaru, quien jamás a dicho palabras al viento, así que solo debo de esperar un poco más, solo un poco más.

Con una nueva esperanza, intente hacer de mis manos un puño pero algo me lo impidió, era el regalo de la Señorita Kagome, aquella pequeña caja que ya había olvidado que traía conmigo. Sentí mucha curiosidad por ella así que la abrí con cuidado, encontrándome con un brillante objeto en su interior. Era una pieza para el cabello que parecía estar hecha de joyas muy preciosas y solo podía recordar haber visto algo parecido en alguna boda de terratenientes o personas adineradas, algo que solo alguien como una princesa podría lucir ¿Por qué la Señorita Kagome me daría algo como esto? Me sonroje un poco y empecé a reír en voz baja, el corazón me latía muy fuerte también. Si hasta otras personas confiaban que ese sería mi destino, entonces ¿Por qué estaba dudando?

-El Señor Inuyasha tenía razón, la Señorita Kagome no tenía por qué gastar tanto en mí, con solo la cena era suficiente…!La cena!-

No sabía cuánto tiempo había estado en el bosque pero sí que estaba completamente segura que había perdido mi rumbo en algún punto. Tal vez si la luz del sol aun brillara, fácilmente podría reconocer el camino de vuelta pero, ahora en la oscuridad, todo era confuso; Solo quedaba esperar.

-Estoy en problemas- me dije mientras miraba las estrellas en el cielo, más que por estar perdida era por desperdiciar el esfuerzo de la Señora Kaede y mis demás amigos por hacerme feliz en mi cumpleaños -Espero que me perdonen-

Paso una semana, dos semanas, tres semanas desde aquel día y no había ningún rastro del Señor Sesshoumaru, ni siquiera para sus habituales visitas donde venía con algún tipo de regalo ya fuese pequeño o grande. A ese punto, lo único que quería era verlo y saber que estaba bien, no importaba que no me llevase consigo.

Mire por la ventana, los tenues rayos de sol comenzaban a salir en el horizonte. Mientras tanto, se comenzaba a sentir como la tranquilidad de la noche era reemplazada por la energía de los aldeanos que se preparaban para comenzar una jornada más en el pueblo; todos parecían tan pequeños y efímeros, increíble de pensar que cada cabeza ignoraba mis sentimientos así como yo ignoraba los de ellos. Esos hilos que mueven la vida de los seres humanos a veces podía ser muy egoísta.

-¿Otra noche sin dormir? – La voz de la anciana Kaede me sorprendió al mismo tiempo que detenía mi tren de pensamiento. Gire a verla y note su preocupación. Estaba tan ensimismada que hasta había olvidado que compartíamos esta humilde choza todas noches.

- Esta bien, no me siento cansada – Mentí con una sonrisa que la anciana no se creyó para nada pero aun así no continuó con el tema, sabía que la verdadera razón de mi insomnio, ojeras y piel pálida, era algo de lo que no quería hablar, algo que estaba negando. Diablos, esta mujer me había criado así que me conocía muy bien.

-Tomate el día libre hoy, no hay enfermos de gravedad ni han habido ataques recientes así que, aunque no estés cansada, deberías descansar el día de hoy ya que si sigues así te enfermaras-

Aprete los labios intentando buscar alguna excusa para rechazar la oferta de mi mayor aunque tenía muy bien entendido que era más una orden que una sugerencia.

-Está bien- Terminé por decir luego de perder mi batalla mental y ante la energía de la anciana Kaede. La verdad yo prefería tener algo con que distraerme pero si debía de admitir que mi cuerpo estaba por colapsar.

-Aún hay reservas de comida, puedes desayunar antes de ir a dormir. Regresaré en un rato para ver como estás-

Tras decir eso, la anciana salió de la cabaña. Desde que llegue ella había sido muy cariñosa y amable conmigo pero también había sido estricta. Yo la admiraba, ella era alguien que había sobrevivido no solo al tiempo sino a los peligros que conllevaba ser una sacerdotisa. Era una mujer muy fuerte y no tenía razones para rebelarme aunque, muchas veces sus maneras no iban de acuerdo a las mías.

Me levanté de mi futón, fui al rincón donde guardábamos los restos de comida que podían ser preservados y tome un par de frutas. Estando allí, no pude evitar recordar el festín que habían preparado para mí en mi cumpleaños, lo cual provocó que nuevo nudo se me hiciese en el estómago, aun sentía culpa por aquel día.

Aquella noche estuve en el bosque varias horas hasta que el Señor Inuyasha junto a la Señorita Kagome, la anciana Kaede y los demás llegaron a mi rescate. Nunca estuve especialmente nerviosa ya que sabía que el Señor Inuyasha podía rastrearme con facilidad y, además, gracias a todos los meses que pase con el Señor Sesshoumaru, aprendí que lo mejor que se debía hacer al perderse, era esperar en un solo sitio.

Esa noche pensé que iba a llevarme una reprimenda por haber sido tan distraída pero por el contrario, todos me recibieron una amabilidad que no era la habitual y desde entonces todos parecen tener algo en la mente cuando me ven, una tensión que está presente debido a palabras que ellos que no quieren decir y yo no quiero oír. Sin embargo, sabía que incluso yo misma me daba lastima y no podía detener los pensamientos o mis sentimientos ¿Por qué estaba haciendo todo mal? ¿Por qué mi actitud no era alegre como antes? Yo me había prometido esperar y tener confianza pero ¿Por qué me estaba derrumbando? era realmente extraño e incómodo pero no sabía que hacer al respecto y en las noches es cuando mis demonios internos se hacían casi invencibles.

Dejé la comida a un lado y regrese al futón. Cerré los ojos y mi cuerpo finalmente venció a mi mente ya que lo siguiente fue escuchar unos pasos dentro la cabaña, abrí los ojos a un sol ardiente y mis reacciones ganaron a la razón.

-Señor Sessh… Oh, Kohaku, eres tú- Mi decepción fue tan grande y tan obvia que tuve que golpearme internamente por tal imprudencia. Kohaku solo me sonrió amablemente mientras daba pasos tímidos a mi dirección.

-Si, soy solo yo, lo siento, apenas llegué al pueblo para visitar a mi hermana, pero ella parece estar ocupada ahora así que pensé en venir a verte. Lo siento, si hubiese sabido que estabas indispuesta hubiese avisado antes de entrar ¿Estas bien? - Note que Kohaku tenía un leve sonrojo en sus mejillas y que sus ojos intentaban no mirarme directamente. Con curiosidad, dirigí mi atención hacia mi cuerpo, notando que aun vestía las prendas que usaba para dormir y que estas se habían rodado un poco, dejando mi hombro al descubierto.

Me sonrojé yo también y de inmediato acomodé mi ropa, pero de pronto toda la tristeza, vergüenza y frustración que se habían acumulado en mi apenas funcional cuerpo, comenzaron a salir a modo de ira.

-Debes de avistar siempre antes de entrar a una casa ajena, además esta es una casa de mujeres y tú lo sabes bien, no es como si fuese la primera vez que regresas al pueblo- Me levanté de un tirón un sin ponerme restricciones de cómo comportarme, especialmente ante un hombre, lo cual era casi una regla general para las mujeres de la época, señalé hacia la salida mientras le miraba con una molestia ajena a mí. - ¿me permites? -

Kohaku ni siquiera respondió, sino que salió de inmediato de la cabaña sin chistar. Yo me quede en mi lugar tratando de respirar para calmarme. La verdad, yo no estaba tan molesta porque me agarraran "indispuesta", la verdad era que, a diferencia de mis contemporáneas, a mí no me importaba como lucia ante chicos como Kohaku a quien consideraba solo familia. Yo estaba molesta con el Señor Sesshoumaru, pero no lo quería aceptar.

Cuando al fin sentí que mis emociones volvían a su lugar, me arregle con el primer kimono que encontré, di un largo suspiro y tome el valor para salir y hablar con mi mayor. La verdad, él no tenía la culpa de nada de lo que me estaba pasando, simplemente se topó conmigo en el momento equivocado así que le debía una disculpa.

Sali de la cabaña y allí me lo encontré, recostado contra la pared de madera y robándose la mirada de varias transeúntes. Había que admitir que Kohaku había crecido para ser un chico muy apuesto y ni siquiera lo cansado que se veía su rostro, luego de un largo viaje, lo hacía ver menos atractivo a las chicas. Ojalá yo tuviese el mismo poder porque de seguro me veía como una bruja demonio de baja clase.

-Hey…-

-Lo lamento de verdad, no pensé que estarías durmiendo, normalmente siempre estas yendo de un lado para otro ¿Estas bien? -

"Supongo" pensé para mí misma, pero en vez de decirlo solo sonreí -No te preocupes, solo tuve una semana pesada y me tomé el día para descansar-

- ¿Es por el Señor Sesshoumaru? -

Kohaku preguntó lo que todos habían evitado y lo hizo con tal naturalidad que el impacto dejo mi mente en blanco y mis mejillas ardiendo al mismo tiempo.

-Ah es por eso, debes de estar preocupada pero no lo estés más. Pude verlo hace un par de días del otro lado de las montañas que dan hacia el norte. De hecho, me detuve a hablar con él, pero el Señor Jaken me dijo que no estaba de humor y la verdad no quise entrometerme así que solo les mencioné sobre tu cumpleaños y me despedí, pero a pesar de eso no parecía estar enfermo o herido de gravedad solo ocupado-

Mi corazón se detuvo por un momento al escucharle hablar y una pequeña espina de envidia se me clavo en el pecho; Yo también quería ver al señor Sesshoumaru, aunque fuese de lejos. Sin embargo, el dolor en mi pecho se hizo más grande cuando otro pensamiento llegó, uno mucho más incómodo y profundo. Un presentimiento desagradable que amenazaba con derrumbarlo todo.

- ¿Ellos no sabían que día era? - pregunte con cuidado

-Creo que, si lo sabían, el Señor Jaken me dijo que no era necesario recordarle al "amo bonito" ese tipo de cosas, que ellos ya sabían de tu cumpleaños pero que no debía molestarlos más-

Un frio recorrió mis venas en tan solo un segundo y tuve que luchar por que las lágrimas no escaparan de mis ojos

-Yo supongo que algo muy importante debe de estar pasando, no te preocupes por ello Rin- Kohaku continuo, creo que se dio cuenta de lo que había hecho o como sus palabras sonaron en mi mente, pero el daño ya estaba hecho. Di un paso atrás mientras tapaba mis temblorosos labios con una de mis manos; yo tenía razón, el señor Sesshoumaru no había venido a mí de manera deliberada.

-El vendrá por ti, estoy seguro- Sé muy bien lo que Kohaku intentaba con sus palabras, sin embargo, yo ya no quería escuchar anda más. No fue sino hasta que el coloco una pequeña bolsa en mis manos que regresé a la realidad.

-Para ti, que ahora eres toda una mujer. No puedo creer cuanto has crecido, ya no eres una pequeña niña revoltosa, pero si una pequeña mujer revoltosa- Mi contrario soltó una risa que no era muy audible. No tenía claro si era así de atontado o solo quería distraerme de lo imposible.

En otro momento le abría bromeado o hasta golpeado de manera fraternal por mencionar mi estatura. Si bien yo había crecido hasta convertirme en mujer, a mi cuerpo le faltaban muchos centímetros para estar a la par que Kohaku, sin embargo, yo tenía mi orgullo y odiaba que me recordaran tal cosa.

Pero en este momento, mi mente tenía un mar de preguntas y apenas si podía concentrarme en la realidad por lo que, por puro reflejo, solamente me dediqué a abrir el regalo ofrecido: Dentro había un frasco con lo que parecían ser una semilla que no había visto nunca-

-Esto…-

-Son unas semillas especiales que compre durante mi última misión. Quien me las dio me dijo que eran especiales para mujeres de tu edad ya que ayudaban al cuerpo a terminar de "convertirse en mujeres". Debes usarlas con tu marido y así puedes crear una casa muy amplia o lo que sea. También me ofreció cosas a mí de la misma familia de plantas, pero yo solo quería comprarte algo muy valioso que pudieses usar y el señor me dijo que no había nada mejor que esto para una señorita como tu así que decidí traerlas. Tú sabes más de medicinas que yo así que supuse que se te sería conveniente. –

- ¿Realmente lo pensaste cuando lo compraste? - Inclusive con mi alma hecha pedazos, mi rostro de incredulidad se hizo evidente. Este chico era demasiado inocente para su propia seguridad, por suerte era exterminador experto si no, su vida sería mucho más difícil. -Creo que deberías quedártelas y usarlas cuando consigas esposa, muchas aquí estarían dispuestas-

Mire a mi alrededor y aun teníamos a muchas chicas hablando en baja voz o mirando a Kohaku sin importarles los modales básicos.

-Para nada, lo compré para ti, debes de tener lo mejor y mantenerte saludable. Creo que eres la persona más inteligente que conozco así que sabrás cuando usarlo. Quería traerle uno a mi hermana, pero mi dinero se agotó con solo un frasco-

-Creo que te han estafado, además, no creo que la señorita Sango necesite algo así, su casa está llena de niños-

-De igual manera es tu cumpleaños, así que debes tenerlo tú, pero ¿que tienen que ver lo niños? - La cara de verdadera confusión que traía mi mayor solo me hacía querer pegarle.

-Ni siquiera escuchas bien, Kohaku esto es para…- Antes de que pudiese terminar, el rostro de Kohaku giró hacia otro lado para de inmediato expresar una sincera sonrisa de felicidad.

-Mi hermana esta por allí, iré a verla ahora ¿hablamos luego? -

Asentí sin realmente querer alargar el momento y mi contrario solo me dedico una amplia sonrisa antes de dirigir sus pasos por el camino de tierra en dirección a la distante figura de la Señorita Sango.

Al estar de nuevo sola, suspiré y guardé el frasco entre las telas de mi kimono. La verdad era que no estaba de humor para nada y como si las energías abandonasen mi cuerpo, me recosté de la pared la cabaña, dejando que la niebla de mi mente cubriese cada pensamiento, llevándome lejos de la realidad.

De nuevo en el bosque, el lugar a donde iba, como movida por la costumbre, para refugiarme de todo y si la suerte estaba de mi lado, poder encontrarme con él.

El final de la tarde era especialmente caluroso ese día, pero tal calidez no llegaba a mi interior, el cual se sentía frio y sin esperanzas, aunque sabía que era solo una ilusión, una ilusión rota por el destino. Yo misma me había creado una isla en mi mente, una donde podría ser feliz a mi única manera sin pensar en nada más que mis deseos y al encontrarme con la realidad me hacía sentir que me ahogaba.

- ¿Por qué tengo que sentirme así? Soy mejor que esto ¿cierto? Que el Señor Sesshoumaru no venga por mí no significa que no pueda estar a su servicio, sin embargo, eso ¿no será suficiente? -Unas lágrimas resbalaron por mis mejillas y la debilidad en mis piernas hizo que me sentara en la primera roca que encontré, solo para mirar a la nada - ¿Entonces es realmente el fin de mi tiempo con él?
Por supuesto que él podía escoger su destino sin mí, y yo tenía que aceptarlo, pero la idea dolía como nunca había sentido dolor en mi vida. No creía que pudiese realmente continuar como antes. No podía seguirle si su imagen estaba relacionada con mi deseo egoísta, pero al mismo tiempo, no podía parar de buscar su silueta en cada sombra.

De nuevo, como si mi mente y mi cuerpo estuviesen separados, empecé a correr, correr para que mi cuerpo sintiese algo que no fuese un vacío, correr para que mi mente no pensara, correr para buscarlo a donde fuese que el estuviera. No tenía ni idea a donde iba a parar, pero necesitaba saberlo de sus labios y de nadie más; una respuesta sincera a todos mis tormentos y nada más.

He escuchado que cuando amas a alguien, tu espíritu transciende y se transforma, haciendo que jamás vuelvas a ser quien eras antes de conocer tal amor. Para ese momento no me importaba ser rechazada mientras esas palabras viniesen solo de quien debía decirlas. Ya estaba harta especular, de concluir, o de esperar. Mi tiempo solo era equivalente al de una estrella fugaz en el cielo permanente donde el Señor Sesshoumaru reinaba como la luna, si dejaba que el tiempo se me escapara entonces nada tendría sentido; perdería mi razón de vivir. Solo necesitaba un momento donde esas cosas humanas no me encontraran y así ser eterna junto a Sesshoumaru por un instante.

-No tiene que aceptarme, está bien, no desperdiciaré la vida que me dio. Yo lo amaré de muchas maneras, aunque no tengan un nombre. Pero solo déjeme escucharlo, déjeme saberlo-

Mientras más corría, más podía sentirlo, no sabía cómo podía saberlo, pero él estaba allí, cerca de mi alcance.

Finalmente lo vi, la figura que no me abandonaba ni en sueños, al fin estaba frente a mí en la realidad, pero…

No pude acercarme más. Mis piernas se detuvieron al igual que mi corazón. Caminé solo un poco más y me detuve en el borde de los árboles antes de llegar al claro donde su presencia era más hermosa que cualquier paisaje.

Yo estaba a tan solo unos metros de algo que superaba mi voluntad, mi timidez era demasiada, mi miedo a la realidad mucho más y por un momento deseé solo quedarme como una sombra por siempre, viéndole a lo lejos ¿Eso era estar enamorada? ¿Sentirse como si estuvieses al borde de un vacío, queriendo saltar, pero sabiendo que tu vida como la conocías estaba por acabar?

Pero si recé tanto por este momento entonces yo…

-Rin-

"Al fin encontré la razón que estaba buscando. A ti que ni siquiera te olvido en sueños. A ti a quien veo cuando duermo. Diré tu nombre"

Un día donde todo era cálido y el sol brillaba dándole vida a las nubes en el cielo mientras que, en la tierra, los árboles dejaban caer hermosos pétalos de cerezo, adornando el pasto de un color rosa intenso. Yo caminaba por ese hermoso camino con pies descalzos, dejando que el refrescante viento jugase con mis cabellos sueltos.

-Oh, que hermosa- Dije al visualizar una flor que resaltaba en mi camino por su color morado puro.

Me agache a recogerla, pero mi cuerpo se sentía lento, pesado y la razón estaba lejos de mi entendimiento. Mi cuerpo siempre fue fuerte y ágil de toda una vida de vivir en las montañas sobreviviendo como pudiese, además tampoco me sentía enferma. Pero, a pesar de todo, finalmente tomé la flor y la llevé cerca de mi rostro para admirarla mejor. Era algo tan perfecto y hermoso que me conmovió al punto de querer llorar

¿Por qué me sentía tan diferente?

-Rin, vámonos- La voz del Señor Sesshoumaru sonó a mis espaldas. De inmediato gire a verlo, notando que su alta y elegante figura esperaba por mí al final del camino. Sin embargo, fue su mirada dulce lo que derritió mi corazón.

-Ya voy- Comencé a caminar hacia él, con el corazón acelerado de solo pensar estar a su lado, pero de pronto, un sorpresivo golpe en mi estomago me detuvo. Mire hacia abajo, notando que mi vientre estaba hinchado; ¿acaso yo…?

-Rin sé que estas allí, no es necesario que te escondas-

Volví a la realidad al escucharlo, una voz profunda y tranquila, pero a la vez tenía un aire de dulzura que me parecía realmente extraño, como si aun estuviese aquel sueño.

Esta era la realidad ahora: El Señor Sesshoumaru y yo, el en un claro donde todo brillaba a su beneficio y yo en las sombras, escondiéndome de lo que creía era estar a punto de recibir una herida profunda.

-Señor Sesshoumaru- Tomé la pequeña luz de confianza que encontré en mi corazón y me aferré a ella para seguir adelante. Salí hacia la luz para borrar la distancia entre ambos, pero no podía evitar que mis mejillas se estuviesen quemando y mis manos estuviesen temblando.

El me miró con una mirada extremadamente hipnotizante pero cálida, yo no sentía ningún temor. Si me había roto antes pues ahora volvía a estar completa, aunque fuese en una ilusión ¿podríamos quedarnos así para siempre?

-Señor Sesshoumaru, me alegra verlo- Rompí, luego de varios segundos eternos, el silencio. – Lo estuve esperando, pero no logre verlo así que estaba preocupada de que algo le hubiese pasado- Intenté tragarme las emociones negativas que se había acumulado durante días anteriores y baje la mirada, no podía verlo ahora y recordar, no podía dejar que me viera cuando era el equivalente de un triste desastre.

Mas de ese horrible silencio

-No seas tonta, nada puede pasarme- Fue todo lo que escuché, suficiente para que mi fachada se cayera como el rio que se desborda luego de aguantar la lluvia constante.

-Entonces ¿Por qué? ¿Por qué no vino por mi como lo prometió? Usted sabía que lo estaba esperando y aun así me abandonó ¿Ya no me quiere a su lado? ¿Es porque soy una humana frágil? -

Mis lagrimas abandonaron mis ojos, pero lejos de mirarlo con una súplica, mi enojo era lo que se refleja en mi rostro. Me acerque a el de forma desafiante, con los puños cerrados, aunque tuviese las de perder. Me acerque hasta tenerlo a solo centímetros de mi pero la molestia era tal que ni siquiera note la diferencia de altura entre ambos o la respetuosa distancia que siempre me encargué de tener.

-Usted hizo una promesa, prometió volver por mí y preguntarme que era lo que quería hacer con mi vida. Yo esperaba que al menos quisiese escuchar lo que tenía para decir, pero fui ignorada y herida en el proceso. Sé que no es humano, pero aun así le quiero mostrar mis sentimientos. No dejaré que se burle de mi o que piense que sigo siendo una chiquilla que hará solo lo que esperan de mí, yo ya soy una adulta y puedo tomar mis decisiones. ¿no cree que es cruel jugar conmigo? No importa que sea un Youkai que vivirá por siglos y yo una humana que morirá mañana, yo soy Rin y soy más de lo que creas que soy- No sé de dónde salió todo aquello, pero fue como quitarme un peso del pecho.

Subí la mirada para encontrarme con la de él. Ojos dorados y negros fusionándose en uno. - ¿Dígame por que rompió su promesa?

Solo el viento me respondió. El señor Sesshoumaru se dedicó a verme sin inmutarse, lo cual aumentó mi rabia, frustración y tristeza.

-ya veo- Susurre y finalmente quebré la conexión que teníamos -Entonces terminare de decirlo y me iré-

-El tiempo que pasamos juntos es efímero. Incluso desde niña yo entendía mi mortalidad, que no importa cuánto lo niegue, yo jamás llegaré al mismo futuro que usted, jamás seré su par, pero, mientras que mi alma este en este cuerpo, yo estaré para usted. Incluso, cuando muera y mi alma trascienda, mi deseo será vigilarlo hasta llegar a una nueva vida donde pueda verlo de nuevo. Así durante todas las vidas que tenga que vivir. Puedo respetar sus deseos y jamás intentare que me quiera, pero mi amor por usted siempre estará de cualquier forma que sea llamada. No tiene que tomar una sola forma, puede tomar miles, sin embargo, mi alma siempre le amará y cuidará hasta lo máximo de mi poder. Así que, le pido que me permita correr a su lado hasta que de mi último aliento…

Por la eternidad, estaré agradecida de haberme hecho conocer la felicidad, así que, por favor, no tiene que corresponderme, pero tampoco dejarme a un lado, solo déjeme danzar a su lado hasta que no pueda respirar más-

Todo salió por sí solo, no fueron las palabras que ensayé, tampoco fueron todas las palabras que describían mi anhelo, pero no me arrepentía de nada y mi furia se había vuelto nostalgia; Al fin sentía calidez en mi corazón así que por primera vez en semanas pude sonreír con ligereza.

- ¿Unidos por el poder de la confianza? Me hubiese gustado que me diese la oportunidad de hablar cuando era debido. Yo no puedo herirlo y no voy a pretender de sus sentimientos como si fuesen solo míos. Eso es todo Señor Sesshoumaru, gracias por dejarme hablar-

Mis manos estaban temblando así que tome las faldas de mi kimono para sostenerlas. Entre nosotros ya no había una tensión molesta, sino que el aire era ligero y cómodo, como siempre había sido cada vez que estaba a su lado. aun existía dolor, pero no arrepentimiento.

Ya estaba lista para decir mis últimas palabras, para decir el adiós.

-Rin, aun sigues diciendo tonterías-

Le mire totalmente confundida, mi mente no daba respuesta a su voz, tal vez creía que aún estaba soñando.

-Una estrella, la estrella que dirige la dirección de mi vida donde reina la oscuridad, así es como te veo. Sin importar lo que hagas, humana o espíritu, siempre brillaras para mí. -

No podía reaccionar a sus palabras, no esperaba absolutamente nada.

-Sabia tu respuesta a la pregunta, por eso no fui, has cambiado. Cada vez que me voy y regreso eres alguien diferente pero la misma a la vez. Verte ahora es como conocerte de nuevo luego de un largo sueño. Amor ¿Qué es exactamente? ¿Cómo debe verse? Los humanos tienen conceptos que jamás entenderé-

- ¿El señor Sesshoumaru esta confundido? -

Él me dedico una mirada algo molesta a la cual yo solo pude responder con una risa divertida.

-Que te quedes conmigo significa estar en peligro constante, aun así, tomas decisiones sin pensar en las consecuencias-

-Puede que no lo sepa, pero ya no soy una niña indefensa, aprendí a protegerme solo para protegerlo a usted en el proceso-

El señor Sesshoumaru giro su rostro para mirar el paisaje, yo hice lo mismo y mis ojos no podían creer lo que veía a la distancia: una flor de un morado puro, como en mi sueño.

-Yo fui a verte como lo prometí, pero jamás lo notaste-

- ¿Eh? - Mis pensamientos se interrumpieron al escucharlo. - ¿A qué se refiere? -

-He estado aquí, esperando- su voz era tan tranquila que era difícil entender realmente a que se refería.

-El señor Inuyasha me dijo…-

- ¿Realmente puedes creerle? incluso ese bastardo hace lo que yo le diga-

Todo calzó perfectamente de pronto ¿El señor Inuyasha me había mentido? ¿todos lo hicieron? ¿Por qué? -

De pronto, el tiempo que había estado corriendo por años hasta este momento, se detuvo.

-Al final puedo entender los débiles sentimientos de mi padre. En nuestro reencuentro, puedo decir que respeto y acepto cumplir tu deseo, Rin. ¿Amor? Bien, podemos sentir eso por un momento y por la eternidad, lo que sea que eso signifique para ti y para mí-

Nunca antes había sonreído como lo hice en ese momento. Mis pies se movieron antes de que pudiese controlarme, o tal vez no quería controlarme, y con fuerza me abalance al señor Sesshoumaru en un abrazo que era tan fuerte que podría que podría jurar le hice perder el equilibrio por un segundo-

-Por siempre y por un momento~, más allá del tiempo- Susurré sobre su pecho mientras me dejaba llevar por la luz nueva que se extendía en mi corazón. La brisa, el césped bajo mis pies, las flores como testigos y el agradable olor del señor Sesshoumaru. Todo lo que mi vida podía ser, lo era ahora. Si bien esto no sería lo que yo imaginaba o algo que alguien de afuera pudiese describir con facilidad, de ahora en adelante yo amaría a quien amo de mil maneras posibles, sin final.

"Aún tengo mucho por decir, míranos somos como uno"

"Se dice que el amor tiene mil caras y cuando dos almas están destinadas a encontrarse, entonces una nueva forma nacerá.

Durante las noches en que la luna brille, un halo brillante, de un dulce color rosado, le estará acompañado. Aquella persona a la que la oscuridad rodea ya no estará sola. Y la luz tendrá razones para brillar más fuerte.

Como la joven inocente que espera en algún lugar más allá del tiempo para volver a la tierra a acompañar a la criatura que no puede dejar de amar, aunque sea por solo unos segundos donde la eternidad se hace real.

No dejes de esperar… "

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6 años después

La noche era oscura, más oscura que las demás, donde la luna no se atreve a aparecer.

- ¡Ayuda! -

- ¡Nos atacan! -

- ¡Mamá! -

Los gritos de los aldeanos estaban llenos de pánico, llenando de desesperación el ambiente. Imposible de no quebrar el alma de quien llegase a escucharlos.

- ¿Dónde está el Señor Inuyasha y la Señorita Kagome? -

Todos sus cabellos estaban desordenados, su rostro lleno de cenizas y su ropa arruinada por la lucha, en ese momento nadie podría ver lo hermosa que esa mujer era. Lo que sus ojos podían hablar de todo lo que había vivido. Una muchacha corría por las calles de tierra, tratando de ignorar el fuego que les perseguía. A su lado, dos pequeñas figuras trataban de seguirle el paso torpemente.

-Entrégamelas- Una voz casi fantasma se hacía eco a sus espaldas, pero no había miedo que pudiese hacerla detener. Por el contrario, el miedo era lo que la llevaba a no rendirse.

- ¡Mamá! - Una de las niñas gritó casi entre lágrimas, aferrándose más la mano de su madre. Quien prácticamente la arrastraba hacia el bosque.

-Pronto estarán a salvo- La chica habló. Su mirada decidida en tan solo un punto, aunque pronto esta se vio bloqueada por la aparición repentina de quien hace solo unos segundos estaba a sus espaldas. Rin se detuvo y por instinto cubrió a sus hijas con su propio cuerpo. Mirada desafiante y manos protectoras.

- ¿Dónde está nuestro padre? - Lloró una de las gemelas, Setsuna.

-No tienen razones para escapar si igual van a morir aquí, dame a las niñas y tal vez así tu muerte sea menos dolorosa- La creatura frente a ellas mantenía una sonrisa repugnante, burlona y con aires de tener la victoria.

- ¡Jamás! -

- ¿Crees que una humana puede contra mí? Bien tú lo pediste -Aquel demonio estaba listo para atacar, sin embargo, su meta no llegó a realizarse ya que, en tan solo un segundo, su cabeza rodó por el suelo, llegando a los pies de Rin tras dejar un trazo de sangre entre ella y su cuerpo.

-Señor Sesshoumaru- Rin, se notaba aliviada de ver a Sesshoumaru frente a ella, espada en mano, aun mostrando la sangre de quien recién había cortado.

-Corre- Fueron las únicas palabras que salieron en respuesta. la joven no tuvo que esperar nada más para tomar las manos de las gemelas y volver a su rumbo.

- ¡Padre! - Towa, la mayor de las niñas, gritó mientras se dejaba llevar por su madre. Era evidente que a su corta edad ya quería y respetaba mucho a quien era su padre, pero sabía que no podría hacer nada más por él, además de obedecer.

Rin corrió hasta llegar al bosque, pero sabía que no podría escapar. aquellas creaturas, que servían al nuevo enemigo al que se enfrentaban, seguirían persiguiéndola. Sin embargo, su meta era llevar a sus hijas a un lugar seguro, uno donde no pudiese llegarles ningún daño.

-Es inútil-

Desde hacía muchos años que ella había perfeccionado el arte de sentir la energía de quienes le rodeaban. Sabía que los enemigos estaban a la sombra y la única manera de deshacerse de ellos era peleando, pero ¿Cómo puedes pelear y proteger a dos niñas de 4 años sin someterlas a un mayor peligro? No podía, pero tampoco podría seguir así; una decisión debía ser hecha.

Tomando refugio momentáneo entre los arbustos, la madre se arrodilló frente a sus hijas, mirándolas a los ojos. Ambas niñas eran lo más hermoso que había tenido, ambas eran especiales y no solo porque eran mitad bestia. En sus corazones brillaba el resultado que algo que no se podía describir con palabras. Fue en ese momento, al ver el rostro asustado de Towa y Setsuna que el alma de Rin se rompió.

-Mis pequeñas, escuchen bien a mamá, deben de seguir corriendo y no paren hasta llegar a un lugar seguro, no se separen, mamá ira por ustedes, lo prometo-

-No queremos- Towa, una niña de cabellos blancos como los de su padre, afirmó con una expresión que la hacía mayor a lo que era su edad real. Setsuna, su hermana, con la apariencia contraria, solo le veía con miedo en los ojos, ninguna se quería separar de su madre y eso hizo más difícil a Rin de aguantar las lágrimas.

El tiempo se estaba agotando, los demonios estaban cerca, Rin debía de hacer que sus hijas se alejasen cuanto antes y esperaba que sus palabras les diesen motivación para irse. Con suavidad, la muchacha tomo las pequeñas manos sus descendientes y les dio un beso suave antes de volver a verlas a los ojos -Iré por ustedes, estaré por siempre con ustedes no importa que pase, lo prometo, pero necesito que estén a salvo. Towa, protege a tu hermana hasta que tu padre y yo regresemos, necesito que cumplas esto por mamá –

Towa asintió con algo de duda, pero aun así se alejó de su madre para tomar la mano de Setsuna.

-y algo más – Rin no pudo evitar que las palabras saliesen de sus labios, probablemente estas sustituían las lágrimas de sus ojos. -Ustedes prométanme algo también: sin importar lo que pase, ustedes seguirán llamándome madre, incluso en la siguiente vida-

Las niñas vieron a su madre con confusión, pero Setsuna rápidamente afirmó, probablemente sin entender a lo que Rin se estaba refiriendo; Sin entender realmente el peso del tiempo y la mortalidad todavía.

-Bien, vayan- La muchacha se levantó del suelo y se dio la vuelta. No había tiempo para que perder, sus enemigos estaban aquí.

Las niñas comenzaron a correr en dirección contraria, al mismo tiempo que Rin desenvainaba una espada que traía consigo por protección. Definitivamente no iba a servir de mucho, sobre todo si se comparaba a las espadas que traía Sesshoumaru consigo, pero si tenía que defender a familia, lo haría incluso con solo sus uñas.

-Jamás permitiré que toquen a las princesas- Fue lo último que susurró la hermosa mujer antes de abalanzarse contra la manada de demonios frente a ella.

~N/A: Towa significa eternidad y Setsuna: momento. Probablemente sus nombres se refieran a como su madre solo podía vivir por "un momento" y su padre podría vivir por "la eternidad"