¡Hola a todos!
Aquí le traigo un capítulo más, espero les guste.
Por favor, pasen, lean y dejen su review con su opinión, ya que eso me motiva a seguir escribiendo.
Mil gracias por sus reviews y a los que han vuelto esta historia su favorita... :D
Los personajes pertenecen a S. Meyer, yo solo juego con ellos.
Recuerden unirse a mi grupo en Facebook: Mi Pequeño Espacio: *Little Saturnito FanFictions*, donde estaré subiendo imágenes, noticias y demás cosas de mis historias.
Advertencia: Si la historia y la autora te dan lemmons... Procura tener a alguien o algo cerca. Gracias.
Atte.: Little Saturnito.
Following The Heart
Capítulo 2
Peligro
Eso fue lo primero que paso por mi mente al ver el verde oscuro de sus ojos, pero no sabía si era un peligro que dañaría tu cuerpo físicamente o dañaría tu alma y tu corazón.
Podía sentir su cuerpo fuerte y firme debajo del mío, mientras que sus manos calientes estaban en mi espalda haciéndome sentir cosas que nunca había sentido, entre ellas la excitación instantánea.
Hasta ahora solo había escuchado hablar del hermano menor del tío Carlisle, el principe Edward II, en palacio había algunas fotografías de él y su difunta esposa Tanya, pero nunca se había presentado la ocasión para conocerlo en persona. Según la prensa rosa, el principe Edward se había alejado del ajetreo de la realeza después de que su esposa muriera en un accidente mientras se dirigía a un evento.
Pero en este momento, dicho hombre estaba debajo de mí.
Tenía el cabello de un extraño color cobrizo algo corto, pero aun así podía notar que había algunos mechones rebeldes. Su rostro maduro mostraba ligeras imperfecciones que lo hacían mucho más atractivo, así como su nariz recta, sus ojos estaban adornados por espesas pestañas y cejas, una ligera barba descansaba en su barbilla y enfocaba sus muy besables labios.
- ¿Está bien señorita? – su voz ronca resonó contra mis manos en su pecho mientras sus ojos estaban fijos en mi rostro.
- Creo que si – respondí en un susurro.
- Espero que no estén haciendo nada indecente en público, mucho menos frente a dos niños – una tercera voz algo burlona rompió la burbuja en la que habíamos estado.
- ¡PAPI! – la voz alegre de Eliot hizo que dirigiéramos nuestras miradas hacia donde se encontraba Emmett y a su lado una muy embarazada y sorprendida Rose frotaba su vientre.
- Hola enano, ¿Cómo te portaste hoy? – la atención de la pareja se desvío por un momento de nosotros para enfocarse en su primogénito.
El principe Edward se movió de tal manera en que ambos quedáramos sentados y conmigo entre sus piernas.
- ¿Podemos saber que hacían ustedes dos en esa posición? – pregunto Rose mientras se acercaban a nosotros.
- Tía Bella quiso baja a Kiki del abol peo no pudo y tío Eward vino pada salvala – explico Eliot desde los brazos de su padre.
- Interesante – escuche murmurar a Emmett – Y… ¿piensan seguir en esa posición o se pondrán de pie en algún momento? – pregunto.
El principe Edward se puso de pie en un movimiento casi felino, (lo cual era sorprendente para su edad, y no es que diga que era viejo, pero según la prensa estaba cerca de los cuarenta y dos hijos) y me tendió la mano para ayudarme a levantar, pero al momento en que me puse de pie sentí un fuerte dolor que me hizo inclinarme hacia enfrente.
- ¿Estás bien? – pregunto Rose algo preocupada mientras yo sentia las manos del principe en mi cintura.
- Creo que me torcí un tobillo – respondí mientras trataba de no apoyar mi pie izquierdo en el suelo.
- Lo siento, creo que no la sujete muy bien cuando cayo – dijo el principe Edward pasando uno de mis brazos por su cuello antes de tomarme en sus brazos, haciendo que soltara un pequeño grito mientras trataba de sujetarme de él – Rose, ¿hay alguna habitación en donde la pueda llevar? – Dios, ¿porque este hombre tuvo que elegir ese tipo de palabras cuando me tenía en brazos? Podía sentir como el calor se juntaba entre mis piernas.
- Claro tío – respondió mientas comenzaba a caminar – Amor, ¿podrías llamar al doctor por favor?
- Claro, vamos niños – Emmett puso a Eliot sobre el regazo de Will para comenzar a empujar la silla de forma rápida mientras hacía ruidos de carros, haciendo reir a ambos niños.
Rose emprendió el lento camino hacia el interior del palacio, siendo seguida por el principe Edward, quien no mostraba ni pisca de esfuerzo por estarme cargado.
- Bella puede usar esta habitación – Rosalie abrió la puerta dejando pasar primero a su tío, quien se dirigió hacia la cama y me deposito con sumo cuidado en ella, después tomo una almohada para colocarla debajo de mi tobillo - ¿Cómo te sientes Bella? – pregunto algo preocupada.
- Bien, no creo que sea nada grave, pero recuerda que tengo el tobillo frágil por mi pierna rota – dije, recordándole que esa había sido la pierna que me rompí un par de años atrás.
- Iré a ver si el doctor ya viene – comento acercándose a mi para darme un fuerte abrazo – Es bueno verte de nuevo – agrego antes de retirarse, dejándome a solas con su tío.
- ¿Así que eres la sobrina de Esme? – pregunto después de unos minutos de silencio.
- Si, principe Edward, mi nombre es Isabella Swan, es un placer conocerlo – no pude evitar sonrojarme un poco al sentir su intensa mirada en mí.
- El placer es mío, pero puede llamarme Edward – dijo mientras me extendía una mano, la cual al instante de tomarla mando corrientes eléctricas por mi cuerpo – Había escuchado hablar de ti por medio de Esme y Rose, pero creo que nunca había tenido la oportunidad de conocerte en persona.
- Yo vivo en San Francisco y no suelo venir muy a menudo – respondí algo apenada ante la intensidad de su mirada, era ese tipo de mirada que solo está enfocada en ti y en lo que dices.
Nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos, la verdad es que no sabía que decir.
Con mi trabajo como profesora, temas que tenía que preparar, así como las actividades extracurriculares en las que debía participar y demás cosas, no era muy fácil mantenerme informada acerca de las noticias, pero había llegado a escuchar acerca del principe Edward de Cullen.
"El General" como era llamado el principe, era quien se encargaba acerca del tema de seguridad de Masen, pero vivía en fuera del palacio. Me pareció escuchar que tenía una villa a las afuera de la capital*.
No pude evitar mirarlo lo más discretamente que podía, iba vestido con unos pantalones de vestir en color gris claro, una camisa blanca arremangada hasta sus codos y un chaleco a juego con su pantalón, junto una corbata negra. Su cabello estaba algo alborotado hacia parecer que acababa de tener una sesión de sexo salvaje.
Nuestro silencio fue roto después de algunos minutos por un par de rítmicos toques en la puerta.
- Adelante – contesto el principe, separándose del tocador en donde se había recargado.
Rose entro a la habitación seguida por un señor algo mayor.
- Buenas tardes, principe Edward – saludo haciendo una ligera reverencia.
- Buenas tardes, señor Barnes – respondió mirando como se acercaba hasta mí.
- Buenas tardes, señorita Swan, mi nombre es Josh Barnes, doctor personal del palacio – se presentó colocando el maletín que llevaba en la mesita de noche - ¿Podría decirme que le paso?
- Trepe a un árbol para rescatar a un gato, pero resbale y creo que me lastime el tobillo – respondí – Me rompí la pierna hace un par de años.
- Ahora, ¿me permitiría examinarla? -
- Claro –
El doctor Barnes examino mi tobillo con cautela, para este punto se había hinchado un poco – Al parecer tiene un pequeño esguince – dijo después de unos minutos – Le recetare un desinflamatorio y unas pastillas para el dolor, le recomiendo que este en reposo por un par de días y yo regresare para ver cómo sigue.
- Claro, muchas gracias doctor Barnes – dije dándole una sonrisa.
- No fue nada, le daré la receta a una de las asistentes para que las compre – comento volteándose a Rose – La veré dentro de tres semanas princesa – ella simplemente asintió y el doctor salió.
- Oh, Bella, me alegro de que estés bien y por el doctor Barnes no te preocupes, él es muy discreto, así que no debes preocuparte por que alguien fuera del palacio se entere de que estas aquí – dijo leyendo mi mente, incluso antes de que el pensamiento se formara, después se acercó a mi para abrazarme fuertemente – Estoy tan feliz que estés aquí, llegue a pensar que tendría que mandar a Emmett a buscarte si me dabas largas – escuchamos como alguien se aclaraba la garganta y nuestras miradas se cruzaron con la del tío de Rose – Muchas gracias por ayudar a Bella, tío Edward.
- No fue nada, siento que se lastimara por mi culpa – dijo mirándome intensamente.
- No, gracias a usted solo termine con una leve torcedura y no con algún hueso roto de nuevo - conteste, podía sentir mi corazón martillar a más no poder.
- Bueno, yo me retiro, fue un placer conocerla señorita Swan – el principe Edward nos dio una sonrisa y salió de la habitación, dejándonos solas.
- Dios, si no fuera porque es mi tío, estoy felizmente casada y embarazada, haría todo lo posible por meterme en su cama – la escuche murmurar mientras suspiraba y se sentaba a mi lado.
- ¡Rose! – exclame mirándola sorprendida.
- ¿Qué? ¿No me vas a negar que esta guapísimo? – dijo dándome una mirada picara que hizo que me sonrojara – Ja, no me lo puedes negar.
- Rose, es tu tío – le reproche - ¿Qué? – pregunte cuando vi que hizo un gesto extraño.
- Nada, Alessa patea duro – comento sobando su vientre hinchado.
- Oh, Rose, que lindo nombre – dije posando mi mano junto a la suya, Rose sujeto mi mano con fuerza mientras sonreía y acariciábamos su vientre.
- Estoy muy feliz de que estés aquí, Bella – esta vez fui yo quien envolví mis brazos a su alrededor cuando vi como las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas - ¿Hasta cuándo te quedaras? – pregunto.
- Creo que puedo quedarme solo un par de semanas… – contesté y pude ver que su semblante cambio a una triste - … después del nacimiento de Alessa – sonreí cuando su gesto cambio y se lanzó a abrazarme.
Al final, Rose se acomodó a mi lado en la cama y pasamos el tiempo platicando de todo, pero sobre todo del bebé que venía en camino.
- La verdad es que no puedo esperar para tenerla en mis brazos – dijo para después darle un mordisco a una de las galletitas que nos habían traído hacia rato – ¿No crees que es hora de que tú también tengas un bebé? – su repentina pregunta hizo que escupiera el té y comenzara a toser - ¿Estás bien? –
- … S-si… - respondí con la voz ronca.
- ¿Dije algo malo? – pregunto dándome ligeros en la espalda, pero antes de que pudiera responderle unos toques en la puerta llamaron nuestra atención – Adelante – la puerta se abrió y la pequeña cabeza de Eliot se asomó por la rendija.
- ¿Podemos enta tía Bella? – pregunto tímidamente.
- Claro corazón – respondí dándole una sonrisa, pense que entraría corriendo, pero abrió la puerta totalmente y Will entro detrás de él – Hola Will.
- Hola señorita Bella – no pude evitar sentir ternura al ver su timidez – Papá nos dijo que se había lastimado su tobillo cuando cayó del árbol.
- Oh, no es nada importante – respondí dándole una sonrisa – Y puedes llamarme solo Bella.
- Yo… yo te traje algo – se dobló a modo de tomar algo de la parte trasera de su silla saco un libro, el cual me tendió cuando se acercó más a la cama – Papá también dijo que debía estar en cama por algunos días, así que pense que le gustaría leer algo – mi mirada vio la portada de "El Principe De Los Ladrones" de Cornelia Funke – Es uno de mis favoritos.
- Muchas gracias, Will, también es uno de mis favoritos – dije dándole una sonrisa, gesto que el me regreso mientras sus mejillas se sonrojaban un poco.
- Yo te taje unas gaetas – menciono Eliot sacando una pequeña envoltura de detrás de la silla de Will. Eran del mismo tipo de galletas que habíamos estado comiendo en el jardín.
- Muchas gracias, Eliot – tome el par de galletas - ¿Quieren una? – pregunte al ver como Eliot miraba las galletas intensamente.
- No, son pada ti, pada que estés bien ponto – respondió dándome una sonrisa inocente.
- Muchas gracias, chicos, con esto pronto estaré bien y tal vez podemos hacer un picnic en el jardín – ambos asintieron con entusiasmo.
- Tal vez también podrían invitar al tío Edward – sugirió Rose, quien solo me dio una sonrisa inocente cuando la voltee a mirar – Después de todo, él es el héroe de la historia.
- ¡SI! – exclamaron ambos niños.
- Vamos a decile a tío Eward – agrego Eliot y se dirigió a la puerta para abrirla y dejo salir a Will.
- Podemos decirle a Natasha también – fue lo último que escuchamos a Will antes de que la puerta se cerrara.
- ¿Qué? – pregunto Rose cuando la voltee a mirar después de que nos quedamos solas de nuevo.
- Deja de hacer comentarios sobre tu tío – le dije mientras colocaba el libro que me había dado Will en la mesita de noche, en verdad amaba ese libro, recordaba haberlo leído cuando tenía doce.
- No sé de qué hablas, solo sugerí que lo invitaran también porque de no ser por él te hubieras roto de nuevo la pierna o algo más – respondió encogiéndose de hombros.
- Te conozco Rose, y tu tono de voz no fue nada inocente por más que lo intentaras –
- Y tú, por más que lo intentes no me vas a negar que mi tío no te es indiferente – contraataco mirándome triunfante cuando mis mejillas se sonrojaron – Ni tu a él, vi cómo te miraba y créeme, jamás, jamás lo he visto con esa mirada –
- ¿Qué mirada? – pregunte confundida.
- Esa que dice que estaba a punto de lanzarse sobre ti y devorarte – respondió insinuante.
- Estas loca Rose, creo que el embarazo te afecto más esta vez – dije poniendo los ojos en blanco.
- Puede ser – se encogió de hombros – Pero se lo que vi, bueno, será mejor que me te dejé descansar, Emmett ha estado muy silencioso y me preocupa – pude ver cómo le costaba un poco de trabajo levantarse de la cama, Rose tenía casi ocho meses de embarazo y podía ver que aun con sus desventajas y quejas, amaba estar en ese estado.
Rose se fue diez minutos después, pues me ayudo a ponerme la pijama. Tome el libro de la mesita y me acomode debajo de las sabanas para comenzar a leer, pero las palabras de Rose regresaron a mi mente.
Había sentido sus mirada en mí, pero pense que era cosa de mi imaginación, que me miraba así porque nunca nos habíamos visto en persona, pero no creí que fuera otro tipo de mirada.
No podía negar que el principe Edward era guapo… de acuerdo, muy guapo y emanaba un aura de sensualidad y madurez que podía volver loca a cualquier mujer, incluso podía apostar (y estaba más que segura) a que causaba duros estragos en la parte sur del cuerpo.
Dios, no podía creer que me mojara cuando me cargo en sus fuertes brazos y escuche su voz ronca preguntar por una habitación para llevarme.
Solté un gruñido al sentir un cosquilleo en mi centro, me di por vencido a iniciar a leer el libro, por lo que deje en la mesa de nuevo y me acomode en la cama.
Nunca había pasado la noche en el palacio, incluso cuando vine a Masen por primera vez, tía Esme había insistido, también Carlisle e incluso los mellizos después de conocerme, pero no lograron convencerme, así que no sabía muy bien como sentirme.
La habitación en si era lujosa, bueno, supongo que todas en el palacio lo eran, a comparación de la habitación del hotel en donde solía hospedarme. Estaba decorada en tonos blanco y dorado, la gran y cómoda cama descansaba en medio de la habitación, el tocador estaba en la pared izquierda mientras que del otro lado había dos puertas, una daba al baño y la otra al closet. Lo que más me gusto hasta ahora eran los ventanales que tenía, estos tenían la vista a uno de los jardines traseros, o eso suponía ya que no me había podido acercar.
Soltando otro gruñido me levante de la cama y tratando de no apoyar mi pie izquierdo me acerque hasta una de las ventanas, no me había equivocado, la vista era de las rosas o al menos así lo llamaba yo.
¿Cómo lograban mantener los jardines bellamente verdes en el desierto? No lo sabía, pero no dejaba de asombrarme ver las hermosas áreas verdes de Masen.
Abrí la ventana, dejando entrar el aire fresco de la noche y me apoyé en el alféizar para mirar el cielo nocturno. Podía ver el cielo estrellado de Masen claramente, supongo que al no estar muy cerca de las grandes ciudades la contaminación no obstaculizaba la visibilidad. El aire fresco despejo un poco mi mente de las locas palabras de mi prima.
Toc toc toc
Se me hizo un poco extraño que alguien tocara la puerta, pero al ver la hora imaginé que debía ser tía Esme, quien se había enterado del pequeño accidente – Adelante – di media vuelta para regresar a la cama, pero tropecé con la alfombra - ¡AH! -
- ¡Cuidado! – por segunda vez en el día esperé un fuerte golpe, pero de nuevo, eso no sucedió - ¿Se encuentra bien, señorita Swan? – al abrir mis ojos me encontré con unos oscuros ojos verdes.
Esta vez nuestros papeles se habían invertido, el principe estaba sobre mí, una de sus manos estaba detrás de mi cabeza mientras que la otra estaba en mi cintura. Mi cuerpo se estremeció al sentir su aliento golpear mi rostro y ante el peso de cuerpo sobre el mío, por mucho que odiara hacerlo, debía darle la razón a Rose, el principe Edward me veía como si quisiera devorarme por completo y yo estaba dispuesta a dejar hacerlo gustosa.
- Toc toc, Bells, ¿estás bien? Tu puerta estaba… abierta – ambos dirigimos nuestras mirada hacia la puerta – Enserio, ustedes dos necesitan controlarse un poco mejor o al menos hasta llegar siquiera a la cama – agrego. Rápidamente nos separamos, pero el principe de nuevo me tomo en brazos, sentí como mi pierna ardía plácidamente en donde había colocado su mano y con sumo cuidado me coloco en la cama – Venia a ver si necesitabas algo antes de dormir – dijo dándonos una sonrisa.
- No es lo que piensas Emmett – dije acomodándome mejor en la cama y tapando mis piernas desnudas, sentia un poco de pena que me vieran así, pero desde el principio no tenía pensado que algo así pasara.
- No se preocupen por mí, yo solo pasaba ver si necesitabas algo y a dejarte esto – me tendió un gracioso dinosaurio de peluche – Eliot quiso que te lo diera para que no durmieras sola, pero por lo visto eso no será un problema.
- Emmett – dijo en tono de advertencia el principe.
- De acuerdo, buenas noches a los dos – comento antes de darnos una sonrisa y salir de la habitación sonriendo, sabía que Rose se enteraría de ello.
- Siento mucho eso – dije una vez que estuvimos solos.
- No tiene por qué disculparse señorita Swan, ¿se siente bien? ¿no se lastimo de nuevo con la caída? – pregunto y de nuevo ahí estaba, esa mirada intensa y peligrosa, que te prometía cosas placenteras.
- N-no, muchas gracias por salvarme de nuevo, principe Edward – dije tratando de mantener mi vista en sus ojos y no recorrer su cuerpo. Ahora él estaba vestido con un pantalón de mezclilla y una camisa gris con cuello en V, la cual se pegaba a su abdomen plano y dejaba a la vista sus fuertes bíceps.
¿Cómo se sentirá que te envuelvan y te peguen a su cuerpo? ¡Basta Bella! ¡Es el tío de tu prima! ¡Prácticamente tu tío también!
- Ya le dije que puede llamarme Edward – dijo mirándome con sus intensos ojos verdes.
- Oh, yo no podría… - comencé a decir.
- No me gusta que me llame por mi título, mucho menos la familia – sus palabras ocasionaron un leve pinchazo en mi pecho – Eres la sobrina de mi cuñada, así que prácticamente eres de la familia también.
- … De acuerdo, pero solo si también me llama por mi nombre – propuse.
- Muy bien señorita Isabella… –
- Solo Bella y puede hablarme de tu – sentí como mis mejillas comenzaban a sonrojarse levemente, solo esperaba que él no se diera cuenta.
- Muy bien Bella, pero tú también debes hablarme de tu – mi corazón dio un brinco cuando pronuncio mi nombre, no sabía lo que me pasaba, pero este hombre hacía que mi cuerpo y corazón se volvieran locos.
- Pero yo no… no debería… -
- Esta bien, el que me hablen de usted me hace sentir un poco viejo – Dios, este hombre hizo que casi tuviera un orgasmo espontaneo cuando paso su mano por cabello, haciendo que se alborotara aún más.
- De acuerdo, Edward – el principe me dio una sonrisa ladeada que usar toda la fuerza de voluntad para no saltar sobre de él.
- Bueno, también solo venía a ver si no necesitabas algo – dijo – Lamento haberte interrumpido.
- Oh, yo solo estaba mirando por la ventana, aun me sigue sorprendiendo de que Masen tenga un cielo tan claro que se puedan apreciar las estrellas – dirigí mi mirada hacia la ventana.
- Dicen que las noches de Masen son las más claras del desierto, incluso esas de luna nueva – sus palabras hicieron que un escalofrío recorriera por mi cuerpo – Cerrare la ventana, aunque sea un reino cálido, las noches suelen correr las brisas frías.
- Muchas gracias prin… Edward – me dio una sonrisa antes de dirigirse a la ventana. No pude evitar morderme el labio cuando vi su trasero. Dios, ¿Cómo hacia este hombre para mantenerse en forma y buenísimo?
- Me retiro, que pases buena noche Bella – su susurro volvió a ocasionar algo en mi parte baja.
- Buenas noches, Edward – me dedico una sonrisa más antes de salir por la puerta.
Santa madre. No sabía si había hecho bien en venir a Masen, pero recordé la felicidad de Rose y no pude evitar soltar un suspiro pesado.
Solo esperaba que el resto de mi estadía aquí pasara tranquila.
* Mil gracias por el recibimiento que le han dado a esta nueva historia, por sus reviews, por volverla su favorita y por seguirla. Aclaro que estaré actualizando una vez a la semana, lo más seguro es que sean los viernes y cada miércoles estaré subiendo los adelantos en mi grupo, para que estén al pendiente.
**¿Qué les pareció el segundo capítulo? Se que tal vez algunas de ustedes vayan a pensar en la controversia de una relación entre familia, pero solo les pido que mantengan la mente abierta y le den una oportunidad a la historia. ¿Quién ha leído el libro de "El Principe De Los Ladrones? En lo personal, me encanto y lo super recomiendo. Déjenme sus reviews con sus opiniones y recuerden que en mi grupo estaré subiendo las fotos de la historia, por si gustan pasar y unirse. Besos y abrazos a distancia, Little Saturnito.
*** De acuerdo, quiero explicar esto para que no se hagan mucho enredo con Masen. En esta historia, Masen es un país muy pequeño en el desierto (no diré directamente en donde), el palacio está situado en la capital y a sus alrededores hay ciudades. Pero si necesitan una referencia más clara, pueden imaginar Masen del mismo tamaño que el Principado de Mónaco. Espero que entiendan mi descripción, si no, háganmelo saber.