"El admirador secreto"

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Lado: Midoriya

Acto 1: Me encantan tus pecas

Los grandes acontecimientos que habían sucedido a lo largo de su vida eran muchos, empezando porque era el portador del OFA y por consiguiente, el heredero de su ídolo irremplazable: All Might.

La vida había sido muy cruel con él en sus años de infancia y joven adolescencia, pero en su último año de secundaria, las cosas, curiosamente, se habían tornado a su favor.

Grandes responsabilidades acompañaban a una gran persona.

Y era nada menos que Izuku Midoriya, mejor conocido como Deku.

Izuku de apenas unos dieciséis años, había estado experimentando un nuevo suceso en su vida: Alguien le estaba dejando mensajes y regalillos en su casillero.

Al principio pensó que se trataba de una broma de la clase 1B porque se burlaban mucho de él, pero no. Esta persona que le enviaba mensajes le hablaba en serio y se notaba que lo conocía bastante bien.

Los mensajes eran relacionados a él, a veces mensajes de apoyo cuando le iba mal en el entrenamiento o cuando Kacchan lo trataba mal, insultándolo o maltratando sus cosas.

A Izuku le gustaba mucho abrir su casillero por las tardes y encontrarse con un mensaje escrito en letra impecable y refinada, envuelto en un elegante papel blanco y encerrado en un sobre sellado con una calcomanía de un corazón pequeño de color rojo.

Izuku se sonrojaba cada vez que abría el sobre y aparecía el mensaje escrito en esa hermosa letra que a él tanto le fascinaba contemplar con sus ojos verdes, iluminados de alegría.

Hoy tus pecas lucían muy hermosas, y sabes Izuku? Me encantan tus pecas. Parecen estrellas integradas en tu rostro, porque lo hacen brillar. Para mi, son una extensión de tu piel de porcelana, que es tan blanca como la nieve, tan lindo como las flores maduras, y tan suave que podría quebrar la seda más fina de todas.

Siento que si acaricio tu piel, mi mano se rompería, porque eres tan dulce y yo tan amargo, que si llegara a tocarte, me rompo en tu propia luz.

P.D. Me gustas mucho, Izuku.

El aludido releyó varias veces el mensaje, un rubor crepitando en sus mejillas sonrosadas y la mano temblorosa sosteniendo el papel, empleando su mejor esfuerzo para no colapsarse de lo especial que se sentía en ese momento.

Esta persona, sea quien fuere, lo amaba.

Lo amaba de verdad y le dijo que le encantaban sus pecas.

Una enorme y deslumbrante sonrisa surgió en el rostro de Izuku, quien abrazó la carta entre su agarre y se fue corriendo a su casa, dando saltos de alegría por la banqueta.

Se sintió tremendamente especial, tanto que juraba poder volar entre las nubes y nada ni nadie lo haría bajar de ese hermoso sentimiento.


Acto 2: Un cuaderno para ti

Poco después de haber leído la carta que hablaba de sus pecas, no había recibido nada por parte de su admirador secreto y esto le preocupaba, porque y si esa persona se había rendido a seguirle mandando cosas?

Izuku sacudió la cabeza, ahuyentando aquella terrible posibilidad. Su admirador secreto debía ser muy inteligente en la materia, pues, si continuaba mandándole cosas a diario, solo provocaría que Izuku se quedara a esperarlo en los casilleros hasta tener un vistazo de quien osaba ser esa persona.

Nuevamente le usurpó el pensamiento que esa persona lo conocía bastante bien y sabía que su curiosidad era peligrosa.

Sin embargo, Izuku supo que debía ser paciente y darle tiempo a su admirador secreto a que buscara una oportunidad para seguirle hablando por medio de las cartas.

En uno de esos días, se estrelló accidentalmente contra Kacchan en los pasillos, por andar distraído en su propio mundo. Su amigo de la infancia le dirigió una mirada asesina, su cuerpo crispado y sus puños cerrados.

—¡Estúpido Deku, fíjate por donde caminas!— Gritó advirtiéndole. Izuku se arredró, encogiéndose de hombros, soltando una pequeña risita nerviosa.

—L-lo siento, Kacchan— Bajó la mirada al suelo.

Sintió que Kacchan lo observó, mientras él recogía sus cosas que se habían caído al momento en que se estrellaron.

De pronto, la mano de Kacchan le arrebató un cuaderno suyo, sorprendiéndolo por eso.

—K-Kacchan, devuélvemelo, por favor— Pidió suplicante, extendiendo su mano hacia la libreta. Pero justo cuando sus dedos rozaron aquellos dedos rudos de Kacchan, éste explotó la libreta, colorado. Sus cejas haciendo contracciones nerviosas, y su labio inferior temblándole. —¡K-Kacchan!— Sus ojos vieron su propio cuaderno echo cenizas en las manos de su amigo de la infancia con horror.

Izuku no notó que su amigo de la infancia no estaba del todo consciente de lo que acababa de hacer con el cuaderno, percatándose segundos después de su cometido, y al igual que Izuku, miró el cuaderno echo un manojo de cenizas en su mano.

Sin embargo, se compuso sin ser notado por nadie.

—Por eso te dije que te fijes por donde caminas, inútil— Masculló, acercando su mirada penetrante a los ojos cristalinos de Izuku.

Izuku simplemente asintió, intimidado y temblando.

—¡Ahora, lárgate de mi vista!—

Izuku soltó un gañido, y se fue corriendo al salón de clases, intentando con todas sus fuerzas de no llorar frente a sus compañeros.

Así se mantuvo hasta el final de las clases, y aunque sus amigos notaron su aparente tristeza, no le mencionaron nada al respecto, lo cual Izuku agradeció, pues no se encontraba de humor para explicar la situación, porque si lo hacía, terminaría llorando.

Comoquiera, al día siguiente, cuando él abrió su casillero, apareció un cuaderno exactamente igual al que le había explotado Kacchan el día anterior. Su sorpresa fue tal que exclamó asombrado, tomando el cuaderno entre sus manos, contemplándolo de todos los ángulos posibles en amplia admiración.

Sus ojos verdes se iluminaron, al toparse con una nota adentro del cuaderno, que decía:

Vi que ayer explotaron injustamente tu preciado cuaderno, por eso te compré uno para que hagas tus apuntes.

Por favor disfrútalo, y sonríe como siempre lo haces.

P.D. Tu sonrisa es lo que hace que quiera ir a la escuela todos los días.

Izuku regresó su mirada al cuaderno, encantado con éste, atrayéndolo a su pecho y dándole un fuerte abrazo. Su admirador secreto había hecho su acto de aparición de una manera sorprendente.

Por consiguiente, él se encontraba flotando entre las nubes con ese hermoso sentimiento revoloteando en su pecho.


Acto 3: Me encanta tu sonrisa

Izuku no tardó en contarle a sus amigos sobre su admirador secreto, llegando a la conclusión de que si les contaba, podría descartar de que cualquiera de sus amigos era su admirador secreto.

La primera en gritar de gusto fue Uraraka, el siguiente en tirar mala racha fue Iida y el que dio una expresión desligada (a su ver, sospechosa) fue Todoroki.

—Y quién crees que sea?— Preguntó Uraraka emocionada.

—N-no lo sé— Dijo Izuku sonrojado, encorvando su cabeza.

—Estás seguro que no están jugando contigo, Midoriya?— Intervino Iida con una mano descansando en su hombro.

—¡Ay, Iida-kun! Por qué jugarían con los sentimientos de Deku-kun?— Afirmó Uraraka con una risa incrédula.

—Pues, solo digo— Parloteó Iida, en tono indignado.

Izuku seguía sonrojado, jugando con sus dedos en nerviosismo.

—En-entonces, no es ninguno de ustedes?— Preguntó dudoso.

—¡Claro que no!— Refunfuñó Iida y Uraraka al mismo tiempo. Sus gestos y su voz fueron suficientes para que Izuku descartara que se trataba de ellos. Pero Todoroki continuaba en un silencio extraño y de pronto, el corazón de Izuku comenzó a latir rápido.

—Y tu, Todoroki?— Su voz reflejó su gran nerviosismo por saberlo. El aludido se ladeó a verle directamente a los ojos.

—No soy yo— Sentenció inexpresivo.

En cierta forma, Izuku esperaba que no fueran ninguno de sus amigos, pero otra parte suya, deseaba que alguien de sus amigos fuera su admirador, porque así las cosas se darían más sencillas. Sin embargo, el misterio lo embargaba de una dichosa sensación bombeante que abanicaba su pecho y le acariciaba el rostro con gentileza, pues sus mejillas se teñían de un rosa cálido.

Ese calor derretía todo su alrededor y lo cubría de una dulce sensación en todo su cuerpo.

—Lo podemos descubrir— Sugirió Uraraka.

—Y cómo se puede hacer eso?— Dijo Iida interrogante.

Uraraka se quedó pensativa durante unos segundos, en lo que Todoroki enarcaba una ceja, perdido en el asunto.

—Dices que su letra es impecable y refinada, no es así?— Comentó Uraraka en ceño pensativo. Izuku asintió. —¡Entonces, intentemos desenmascararlo a través de su escritura!— Sugirió con los puños en alto.

—Buena idea, Uraraka— Elogió Iida, agitando las manos.

Se le cayó la quijada de la sorpresa.

Cómo no se le había ocurrido antes identificar de quién provenía la letra de su admirador secreto?

Se le iluminó el resto entero, la emoción amontonándose en su estómago.

—¡Sí!— Exclamó infantil.

—Bien— Sonrió Uraraka. —Empecemos diciendo quiénes tienen buena letra de nuestro salón— Sugirió con un dedo en alto. —Iida es uno—

—Ah! Tu crees?— Manifestó Iida sorprendido.

Los tres asintieron concordando que Iida, en efecto, tenía una buena letra.

—Momo tiene letra refinada— Opinó Todoroki.

—Aoyama y tu también, Todoroki-kun— Coreó Uraraka.

Todoroki se encogió, asintiendo.

—Gracias— Musitó serio.

—Tokoyami tiene buena letra— Añadió Iida. —Y, ¡Ah! —Su grito asustó a los tres, quienes lo miraron con cara desencajada. —Cómo es que se me olvidó mencionarlo a él también?—

—A quién?— Interrogó Uraraka.

Éste colocó una mano debajo de su mentón, cabeceando en afirmación, dándole la impresión de que se maravillaba de su propio descubrimiento. Esto contagió la intriga de Izuku.

—Q-quién puede ser?—

—¡Pues Bakugou!— Reveló Iida en orgullo. —Bakugou tiene letra refinada e impecable—

El mundo de Izuku se quedó en pausa.

—Bakugou?— Uraraka frunció el ceño, extrañada.

—Ahora que lo mencionas—Comentó Todoroki, como si recordara algo. —Bakugou sí tiene buena letra, lo sé, porque la he visto cuando entrego los cuadernos de los demás—

Kacchan? Se dijo a sí mismo en shock, pero él lo odia, se lo reafirma todo el tiempo desde que éste manifestó su individualidad a los cuatro años.

Su amigo de la infancia era la persona quien menos se esperaba que fuera su admirador secreto, aunque no lo descartaba de serlo.

Por alguna razón, no quiso hacerlo de lado en la expedición que quería emprender Uraraka al querer descifrar a su admirador, aunque Izuku quería dejar el misterio flotando en el ambiente, pues se le figuraba que esta persona tenía sus razones por las cuales no se animaba a presentársele en persona.

Esa tarde en que fue a su casillero, una carta envuelto con un chocolate de leche, que decía:

Hoy noté que estuviste sonriendo más que de costumbre.

Muchas veces quiero creer que tu sonrisa es causada por mi, que yo ocasiono esas sonrisas en ti, aunque no sepas quién soy.

Sabes? Me encanta tu sonrisa, Izuku.

Cada vez que te veo sonreír, mi entero ser se estremece, todo mi cuerpo se contrae y mi corazón late aceleradamente, mi rostro se enciende y siento que todo el mundo se detiene a tu merced, porque así es como me tienes: a tu merced.

Por eso, hoy quise ser espontáneo y comprarte este pequeño chocolate para seguir viendo tu sonrisa que es más hermosa que cualquier otro dulce cubierto de toda la azúcar del mundo.

Sabes otra cosa? Me tienes a tu merced, a la constante admiración y contemplación de tu sonrisa.

Me vuelves loco cada vez que tu rostro es cubierto por esa hermosa sonrisa y me dan deseos de ser el causante de todas tus sonrisas, de tus risas, de que tu corazón lata acelerado y quiero ser por sobre todas las cosas, la razón por la cual te levantas cada mañana y vienes a la escuela, porque tu eres la razón por la que me levanto todos los días de la cama, por muy cansado que me encuentre, porque sé que tendré un vistazo de tu sonrisa.

Así que por favor, continúa sonriendo, Izuku.

P.D. No estés triste porque el Profesor Aizawa haya dicho que no lograrás tu nueva técnica las primeras veces. Practica todos los días, incluso cuando no estés en el gimnasio.

Yo sé que tu puedes hacerlo.

Izuku sonrió cálidamente, lagrimeando de felicidad al releer incontables veces aquella carta, empapándose de las palabras que expresaba su admirador secreto.

Ahora ya sabía que era un hombre, quien le escribía esas cartas, aunque hombre o mujer, no importaba quién era el emisor, porque él ya estaba enamorado de su admirador secreto.

Además, le había dejado un pequeño consejo en la parte final de la carta y se percató que su admirador se dio cuenta de que él entristeció al no haber logrado su nueva técnica ese día en el gimnasio, porque andaba distraído pensando en la conversación que tuvo con sus amigos antes de ir a entrenar.

El profesor Aizawa lo regañó frente a algunos de sus compañeros, mas no todos, por lo que descartó a Tokoyami de la lista de probables prospectos a ser su admirador secreto.

Sin embargo, ahora que acababa de leer la carta, ya no le importaba quién era su admirador secreto, porque sus intenciones eran buenas para con él; y, además era muy amable y gentil.

En el camino a su casa, se comió el chocolate, saboreando el dulce sabor en su boca. Nunca antes un chocolate le había sabido tan dulce como aquel.


Acto 4: Quiero conocerte

Izuku se esperó al final de todos sus compañeros luego de haber dejado pasar meses desde que tenía un admirador secreto, para avanzar un paso más con esa persona. Izuku apretó el trozo de papel blanco entre sus manos, dándole un fuerte apretón antes de dejarla en su casillero, con la esperanza de que su admirador secreto la tomara, la leyera y le respondiera.

Izuku le escribió algo a ese él quien no había parado de dejarle cartas y él quiso atreverse y dejarle aunque sea un mensaje de agradecimiento por sus afectos. Su pequeña cartita decía:

Querido admirador:

Hola, soy Izuku Midoriya, la persona a quien le has dejado las cartas, los chocolates y el cuaderno.

Te escribo para darte las gracias por todo lo que has hecho por mi hasta el día de hoy. Tienes razón al decir que eres la causa de mis sonrisas.

Todos los días pienso en ti y en la inmensa felicidad que me dará cuando por fin pueda tenerte entre mis brazos, porque me has conquistado con tus cartas.

Y sabes algo? Estoy completamente enamorado de ti.

Espero que un día gustes presentarte conmigo, para así pode ver tu cara y expresarte todo mi agradecimiento a tus afectos.

Gracias por haberte fijado en mi.

P.D. Me encantaría tener una respuesta tuya.

Para Izuku era la primera vez que redactaba una carta hacia una persona, y más a un desconocido, pero no importaba, porque ya lo hizo y esperaba ansiosamente una respuesta por parte de su admirador; además, le acababa de confesar sus sentimientos.

¡Qué locura!

El primer paso lo había hecho su admirador cuando le dejó la primera carta, pero el segundo paso lo dio él al dejarle una carta, diciéndole sus sentimientos por lo que éste había estado haciendo hasta ahora.

Cabía mencionar, Izuku guardaba todas y cada una de las cartas provenientes de su admirador, en una cajita que su madre le dio para guardarlas. Su madre, igual que él, estaba fascinada al enterarse de que su hijo tenía un admirador secreto y encantada le compró la cajita.

Sin embargo, ese día le llamó la atención al ver que Kacchan, parecía estar de buen humor (algo raro en él), ya que él siempre estaba con el gesto torcido, y amargado.

Cuando Izuku lo miraba con sus ojos deslumbrantes de admiración, éste le gritaba, para después ahuyentarlo o decirle que se fuera de su vista.

Izuku anduvo nervioso y sonriente durante ese día en clases, tanto fue notorio su comportamiento que sus amigos le comentaron sobre su conducta, a lo que él les comentó lo que hizo esa mañana. Uraraka fue la primera en gritar de emoción, exaltando a Iida y a Izuku, mientras Todoroki, parecía estar en un trance contemplativo.

—¡Por fin, Deku-kun!— Gritó Uraraka rápidamente. —Ya era hora de que dieras el siguiente paso—

—Eso crees?— Musitó Izuku, mordiéndose el labio y su voz saliendo temblorosa.

—No lo creo, lo digo— Afirmó moviendo la cabeza en afirmación.

—Esperemos que tu admirador te responda— Opinó Iida en rectitud, a lo que Izuku asintió. —Porque a lo mejor es tímido—

—O piensa que lo rechazarás si lo ves en persona— Supuso Uraraka.

—Y-yo no haría eso— Negó Izuku alarmándose, parpadeando mucho. —Esta persona es especial— Se ruborizó diciendo aquello. Sus amigos lo miraron mañosos.

—Yo digo que no se siente listo para decirte todo lo que piensa a la cara— Sospechó Todoroki. —Qué tal si es la persona que menos esperas? Tiene sus motivos para tener sus reservas y no mostrar su cara; además romperá con el misterio si se presenta ahorita ante ti—

—Buen argumento, Todoroki— Afirmó Iida.

—Yo solo digo— Cabeceó Todoroki.

—No les hagas caso, Deku-kun— Uraraka le puso una mano en el hombro en conforte. —Tendrás tu respuesta tarde o temprano—

—S-sí— Aceptó Izuku cabizbajo.

A esas alturas no sabía que pensar, pero no se daría por vencido. Él ya estaba dispuesto a conocer a su admirador secreto en persona, costara lo que le costara.

Y como si el mundo entero conspirara a su favor, una carta apareció esa misma tarde en su casillero. Una carta en el papel que a él ya lo tenía tan familiarizado y al abrirla, lo recibió la letra refinada e impecable que tanto le gustaba a Izuku de contemplar en toda su extensión. Decía:

Nunca me esperé recibir una carta tuya. Nunca.

Esta mañana que abrí tu casillero en espera de dejarte algo, vi que había en tu casillero una carta que no era mía. Al principio me puse celoso pensando que se trataba de alguien más que te tenía en la mira, pero al reconocer tu letra y tu aroma, supe que provenía de ti y para mi sorpresa estaba dirigida a mi.

Déjame decirte una cosa, Izuku.

Estoy aún en shock de haber recibido tu carta, y me enloqueces todos los días, pero hoy fue algo distinto. Me has hecho perder la cordura de mis pensamientos, porque ansiaba ser abrazado por ti durante todo el día de hoy y me fue difícil concentrarme en clases.

Si me ves en persona, seguirás estando dispuesto a abrazarme?

Te pregunto esto porque has dicho que quieres conocerme, pero y si me conoces y te doy asco? O peor aún, me repudiarás toda tu vida por ser quien soy?

No sé qué haría si me llegarás a odiar, porque yo te quiero a ti.

Yo no quiero ser odiado por ti, Izuku.

P.D. Si prometes ser paciente, Izuku, estaría dispuesto a hacer acto de presencia el día de nuestra graduación.

Qué dices, Izuku? Estás dispuesto a esperarme todo ese tiempo?

No le tomó mucho tiempo decidirse a que sí estaba dispuesto a esperar ese tiempo, con tal de conocerlo aunque fuera una sola vez.

En ese momento, sacó una hoja de uno de sus cuadernos y comenzó a escribir su respuesta, usando sus rodillas como pupitre.

Por supuesto que te espero hasta ese día.

Te parece si nos vemos aquí mismo?

P.D. Estoy dispuesto a esperarte el tiempo que necesites, sin importar las condiciones.

Después de redactar aquello, dobló el papel, le dio un abrazo atrayéndolo a su pecho y lo dejó en su casillero, como lo había hecho con la carta anterior.

Ese día se fue a su casa, con un hecho certero: su admirador secreto estaba dispuesto a hacer acto de presencia en el futuro.


Acto 5: La impactante revelación

Habían pasado tres años desde que Izuku Midoriya había ingresado en la U.A. y había llegado el día de la ansiada graduación de los estudiantes del 3A.

Él se encontraba muy nervioso porque ese mismo día conocería a su admirador secreto luego de tantos intercambios que tuvieron durante esos tres años, a través de las cartas. En su mayoría por su admirador, quien era el responsable de que él ahora tuviera cuatro cajitas en su recámara de los dormitorios.

Izuku no le volvió a escribir después de su respuesta, mas que un mes antes de la graduación, haciéndole saber a su admirador que él iría vestido de oscuro y le llevaría una rosa roja recién cortada del jardín y un pequeño obsequio.

Su admirador le había respondido que él iría vestido de un traje de color negro, una camisa roja y unos zapatos de vestir cómodos.

Izuku fue al lugar donde habían quedado de verse, siendo un manojo de nervios, pues su cuerpo entero no paraba de temblar de la emoción y su aspecto a pesar de verse inocente e infantil, destacando que él había crecido varias pulgadas durante esos tres años, cabía destacar que lo hacían verse muy apuesto.

El tiempo fue gentil con su aspecto físico, a pesar de que se había desvelado preparándole el obsequio en la cocina, eso no restaba que él, en efecto, lucía muy apuesto.

El corazón le palpitaba desbocado desde su pecho, su garganta se le cerraba, y sus pies jugueteaban balanceándose entre el peso de su cuerpo.

Tan sólo esperaba que su admirador secreto apareciera.

De pronto, el sonido de unos pasos lo sacaron de su tren de pensamiento, haciéndolo erguirse en una posición tiesa.

Al girarse a ver de donde provenía el sonido de los pasos, la quijada se le cayó de sorpresa.

—Kacchan?— Articuló estupefacto.

Su amigo de la infancia estaba parado en el aula de los casilleros, viéndose igual de guapo que él, solo que su aspecto de chico rudo, endurecía sus facciones toscas, dándole un aire misterioso y entrañable.

—Deku— Kacchan articuló con la voz tensa.

—Qué-qué haces aquí?— Preguntó con gran nerviosismo. Sus piernas le fallaban, pues la escena le resultaba de ensueño.

Por qué Kacchan estaba allí?

Su amigo de la infancia chasqueó la lengua, ofendido por su pregunta.

—Qué se ve que estoy haciendo aquí, tarado?— Inquirió amenazante.

—Em— Deku titubeó, parpadeando rápido, haciendo conexiones entre sus pensamientos a mil por hora, tratando de hallar una respuesta antes de colapsarse. —Yo-yo…eh… yo—

—Te lo tengo que deletrear, estúpido nerd?— Manifestó Kacchan, levantando ligeramente el mentón, y entonces le cayó la cuenta a Izuku.

Kacchan usaba el atuendo que su admirador había descrito en la carta, Kacchan lo conocía de años, Kacchan fue el causante de la explosión de su cuaderno, Kacchan estaba presente cuando Aizawa lo regañó aquella vez en primer año, Kacchan tenía una letra impecable y refinada.

Izuku abrió los ojos en shock.

Ahora ya no le cabían más dudas.

Su admirador secreto era Kacchan.

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P.D. Nuevo fic Dekukatsu.