"Cierro los ojos y estás ahí"

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Los sueños eran muchas veces fantasías invocadas desde el inconsciente, que al surgir, explotaban con todo su poder hasta impregnarse en la piel misma.

Creaban un lugar nuevo, un lugar al cual él podía acudir cuando la tristeza era tan grande que le era imposible ocultarla.

Se creaba ese nuevo lugar para reafirmarse que nada importaba si no le correspondía, si la rasgadura que perforaba su alma, conllevaba a aumentar y asimismo, provocarle un dolor insufrible en su lecho.

Porque cada vez que lo veía irse, él también se iría lejos de él, lejos para olvidarse de su esencia. La esencia que nunca pudo tener entre sus manos.

Se marchaba a su lugar inventado, queriendo que la tristeza no siguiera sintiéndose real, y era así, porque él se percataba de lo que le ocasionaba sentirse de esa manera.

Fue un error haberse enamorado de él.

Un error proveniente del inconsciente, porque en su propio yo, en su lado racional, las consecuencias de sus actos estaban preestablecidas, menos el hecho de enamorarse de él.

Sí, todo menos eso.

Por eso, nada quedaba resuelto en ese aspecto. Nada permanecía permeable, pues no se dieron las cosas.

La culpa era de nadie, solo de su torpeza y de su frágil corazón.

Él suspiraba, la culpa, esa a nadie se la podía etiquetar, o siquiera responsabilizarla de una metida de pata como la suya, porque a fin de cuentas, no existían razones para lo irracional, y mentiras para las verdades.

Si tan solo pudiera abrir una puerta dentro de su inconsciente para quemar su dolor, lo haría sin pensarlo dos veces, pues el sentimiento que se apoderaba de su ser era mayor que sus propias palabras infundadas.

Los sueños conllevaban a ser revelaciones, muestras de fantasías, muestras de sus más profundos deseos, tanto buenos como malos, mas Izuku solo caía en la cuenta de que amaba a su amigo de la infancia en silencio. Lo amaba y con eso le bastaba para amedrentarse con su tristeza. Su profunda y desolada tristeza.

Qué otra cosa podía hacer con esos sueños?

Desecharlos?

Atesorarlos?

Izuku volvió a suspirar, sabiendo que tarde o temprano se quedaría dormido y su imaginación cobraría vida. Siendo así, que cada vez que él cerraba los ojos, allí estaba Kacchan.

Cerrar los ojos y verlo tan presente, tan tangible, tan etéreo entre sus manos, tan real que se parecía al Kacchan real, mas no era real, porque al despertar, Kacchan no estaría a su lado al amanecer, pues Kacchan vivía en otra sintonía muy lejos de la suya.

Kacchan no lo amaba de regreso, e Izuku lo sabía, ya que si de ser de esa manera, Kacchan lo habría correspondido en algún momento en que fueron estudiantes de la U.A. pero no lo hizo.

Izuku recurría a sus sueños para recordarse de que su existencia alguna vez fue tangible. Que en algún momento habló frente a frente con Kacchan, e inclusive pudo tocarlo, rozar su piel con la yema de sus dedos y sentir lo suave que era su piel. Pudo oler su aroma a caramelo (debido a que Kacchan sudada nitroglicerina). Lo pudo haber tenido tan cerca, tanto que lo aprovechó a la distancia, al margen de no sobrepasarse con sus sentimientos, los cuales, latían renuentes cada vez que él estaba con Kacchan.

Sin embargo, se separaron sin decirse más. Sin saber del otro.

Izuku sabía que Kacchan siendo el mejor, le estaba yendo excelente desde su debut como héroe. Kacchan siempre tuvo esa destreza para acarrear gente a su merced, con esa facilidad de sobreponerse ante cualquier obstáculo, el poder de su voz y su presencia.

La vida de Izuku siempre había revoloteado alrededor de Kacchan, e incluso aunque no estuvieran juntos, solo tenía que cerrar los ojos y ahí aparecía Kacchan consigo.

Aunque Kacchan no lo amara, bastaba con marcharse a su lugar inventado y estar a su lado, embelesado en ese mundo encantado o mundo material, donde lo podía disfrutar. El lugar podía ser cualquiera, porque lo único que le importaba era que estuviera a su lado, a pesar de que Kacchan nunca fue suyo.

Y quizá nunca lo será.

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P.D. Un breve one-shot Dekukatsu, ando con todo.

Es pura narración.

Nada concreto.