Digimon no me pertenece (Murakami tampoco XD)
.
.
Ya no escribo; juego, divago, experimento... vuelo por el vasto cielo.
.
.
DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE SORATO
~ De pájaros haciendo música en primavera ~
Los pájaros hacen música. En primavera. Entre las flores. Hacen música y él a veces se queda escuchándola. Entre los pétalos. Entre los árboles.
Ella está detrás.
—¿Qué bonita es la primavera, verdad?
Voltea. Lleva su uniforme nuevo. El de la falda que va a juego con su raqueta. Camina hacia las pistas. Deja atrás los pájaros. Las flores. La primavera.
—Sigo prefiriendo el invierno.
Se sorprende. Ella no sabe que le gusta el invierno. Sonríe. Pronto le parece natural que le pueda gustar el invierno.
—¿Te apuntaste al club de música ya? —Asiente. Lleva el instrumento a su espalda. Lo mira curiosa—, ¿guitarra?
—Bajo —Se detiene para meditar. Para rebuscar en su memoria lo que es un bajo. Él lo hace unos pasos más adelante—. Tiene cuatro cuerdas.
Sonríe y trota a su encuentro.
—No es que no sepa lo que es un bajo, simplemente no es el primer instrumento en el que pensaría. Pasa un poco desapercibido en mi mente —Se muerde la lengua y cierra los ojos. Él está satisfecho con su explicación. Con su mueca. Con ella—. Creí que tocarías algo de viento. Como ya tienes pulmones para tocar la armónica.
Respira fuerte. Es su risa sin ser risa. Ella lo mira.
—La armónica no es cosa de pulmones, se trata de jugar con la respiración —Hace una pausa. Mira la raqueta. La señala—. Seguro que es algo parecido a cuando practicas tenis.
Sostiene la raqueta entre sus manos. Juguetea con el mango. La mira y piensa en cómo respira cuando juega. Nunca había pensado en ese tipo de cosas antes. Regresa la sonrisa. Lo mira.
—De todas formas necesitas un talento especial para poder tocar un instrumento.
Encoge los hombros. No es algo que haya pensado o le de importancia. Ella entiende que la música es tan natural en él que no puede ver lo magnífico que puede resultar a otros ojos.
—Creo que es más cuestión de constancia.
—No sé… —El dedo en su barbilla. Se pierde en recuerdos. Yamato se detiene. La mira. Se debate entre hablar o no.
—¿Sabes tocar algo?
El empujón necesario para despertar. Un ligero rubor. Él tiembla al verlo.
—Di clases de shamisen de pequeña, pero no recuerdo que fuera muy talentosa.
La imagina. La escucha. Los pájaros vuelven a hacer música de repente.
—Seguro que mi madre puede tocarlo mejor, pero no recuerdo haberla escuchado. Quizá en alguna de aquellas clases... —Su mirada al cielo. Nubes algodonosas. Sonríe entre sus recuerdos— sí creo haberla escuchado tocar el shakuhachi. Cuando era muy niña.
Voltea a Yamato. Su mirada está fija en ella. La desvía. Tiemblan sus piernas y traga. Retoma la marcha. Sus piernas funcionan.
—Instrumentos tradicionales. Yo no sé tocar ninguno de esos.
Automáticamente Sora piensa que es porque nunca lo ha intentado.
—Supongo que todo eso formó parte de la educación de mi madre —Ríe. Yamato observa sus mejillas. Traga. Nervioso—, pero nunca dio clases de koto. Creo que eso le apena. Mi padre tiene nociones o algo así le he escuchado a mamá alguna vez. No sería extraño, mi padre es del tipo que siempre ha estado en clubs culturales —Ríe más fuerte. Ella hace música, aunque no tenga talento para ello—, aunque bueno, siempre pensé que mi madre solo hacía ikebana y resulta que jugaba al tenis, así que no me extrañaría descubrir que mi padre formó parte del club de lucha o algo por el estilo.
La enfoca. Radiante. La música de Sora. Su voz. Su risa.
—¿A qué se dedica tu padre? —desvía su atención. Las pistas están cerca.
—Es profesor. En realidad investigador de campo lo que hace que esté siempre viajando, aunque su puesto es en la universidad de Kyoto así que no para mucho por aquí.
Él se tensa. La busca temeroso de haber preguntado algo inapropiado. De haber despertado su tristeza. Su mueca es extraña. No sabe interpretarla aún, pero cree que está bien. Ella está bien.
—Últimamente investiga los digimon.
—¿Sabe de los digimon?
Le sorprende. Le sorprende que Sora asienta con naturalidad.
—Yo le conté. Piyomon tenía derecho a que mis padres la conocieran de alguna manera.
—Ya… mi padre opina que cuanto menos se conozca de ellos es mejor porque así estarán más protegidos y nosotros también.
—Pero si no se sabe de ellos… —calla. Sonríe sin darle importancia. Sin darle importancia al anhelo de que algún día pueda formar parte de su vida. Es una fantasía. El verano es fantasía.
Regresa a la primavera. A la música de los pájaros. Llegaron a la cancha. Su traje de falda corta. Su raqueta.
—Yamato, ¿significa que no volverás a tocar la armónica?
Le sorprende. Le sorprende porque por primera vez es consciente de algo tan obvio como que Sora ha escuchado su armónica.
—Es difícil tocarla en un grupo de rock. Además... —rubor. Sora se detiene. Lo contempla. Tiembla. Tiembla su mano y su raqueta— puede que sea el vocalista de la banda.
Abre los ojos impresionada. Sonríe. Pronto ve natural también que Yamato pueda ser voz de su banda.
—Ojalá pueda escucharte algún día.
No responde. Hace una mueca. Calor. Desvía la mirada. Ella trota a las pistas. Él la ha acompañado a su práctica. Lo ha hecho sin darse cuenta. Lo ha hecho mientras escuchaba la primavera.
Risas. Las senpais de Sora lo miran y ríen y molestan a Sora que se sonroja y niega y se apura. Yamato lo observa. Lo observa hasta que su mirada se cruza con la de ella. Entonces voltea. Sonrojo. Pájaros haciendo música. Camina. Entre los pétalos. Entre los árboles.
.
.