Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la trama a JAnnMcCole. Yo solo traduzco

Capítulo cinco

Invitado No Deseado

"Todas las cosas buenas son difíciles de conseguir, y todas las cosas malas son muy fáciles de conseguir. (Así como el asesinato)" ~Confucius.

EDWARD

—Por favor, dime que te escuché mal. —Intentaba todo lo posible para mantenerme calmado, pero parecía que el mundo estaba en modo "enfadar a Edward".

Carlisle suspiró, sirviéndose una copa de brandy.

—Me temo que no, hijo. Aparentemente, tu abuelo estará de visita en los Estados Unidos.

—Pero el abuelo odia América —comentó Jasper lo obvio, haciendo que me dieran ganas de lanzarle mi copa a su cabeza.

Bella se inclinó contra el escritorio, forzándome con su mirada a que me calme. Ella podía hacer eso ahora. Era su maldito superpoder; podía controlar lo que yo sentía con sus hermosos ojos castaños. Pero ella no sabía. No podía entender lo mucho que odiaba a mi abuelo y lo mucho que él me odiaba a mí. No quería ni siquiera darle la oportunidad de que se hablara de él.

—¿Cuándo llegará? —preguntó Emmett, totalmente despreocupado. Nuestro abuelo lo amaba. Si fuera por él, habría estatuas construidas en honor a Emmett por todo Irlanda.

—Me importa un carajo, ¡no se quedará aquí! Puede tomar su puto bastón y metérselo en…

—¿Metérmelo dónde, nieto mío? —dijo el mismísimo diablo, vestido en un traje de diez mil dólares, mientras mi madre abría la puerta para él y sus tres guardaespaldas.

Mi padre, Emmett, Jasper, e incluso mi propia madre se enderezaron en su lugar. Cada uno dio al abuelo el respeto que comandaba su título. Puede que yo controlara el clan Cullen ahora, pero mi abuelo fue el que lo creó. Él fue el original. Antes de él, solo había unos matones de calle. Él creó el imperio después de ser transportador de droga para un jefe mucho más viejo y sabio que él mismo. Un día, se dice que se hartó y mató al hijo de puta con un hacha. Entonces, estalló la guerra. Mi abuelo tenía tres talentos: matar, planear y robar. Si quería algo, lo obtenía.

—Creo que iba a decir que te lo metas por tu viejo culo—dijo Bella con facilidad, haciendo que toda la familia se tensara. Incluso yo no podía hablarle así al maldito.

No importa que tan alto me encontrara, no importa lo poderoso que fuera, las costumbres lo hicieron posible. Cuando nuestro abuelo cedió el negocio familiar, hizo que mi padre firmara un contrato, el mismo que yo tuve que firmar, estableciendo que él ganaría cinco por ciento de todo y que siempre iba a ser tratado con respeto. Era una lástima que no había honor en esta cosa… las familias vendían sus almas para asegurarse que las personas conozcan su lugar.

Su arrugada y vieja mano estrechó con fuerza su bastón de madera mientras daba un paso hacia adelante. Si envejecieras a mi padre cuarenta años y le pusieras cabello gris, él y mi abuelo serían el mismo. Solíamos hacer chistes de que la razón por la que él no tenía tantas arrugas era porque las espantaba cuando se miraba al espejo.

—Debes ser la zorra italiana que ahora comparte mi apellido. —La miró de arriba abajo con asco. Me puse de pie y Bella me fulminó con la mirada, ordenándome que me echara para atrás.

Ella se apartó de detrás del escritorio y se ubicó frente a su cara, haciendo que sus guardaespaldas dieran un paso más cerca.

—Viejo, estás en mi casa. Eso te hace un maldito invitado. No te debo una mierda y vas a tener que respetarme si quieres respeto. Mi nombre es Isabella. Sra. Cullen si lo prefieres, pero… —Se acercó y sus narices casi se tocaban. Ella era más baja, pero sus tacones rojos ayudaban—. Si me vuelves a llamar zorra de nuevo, te mataré lenta y dolorosamente. No me importa cuántos guardaespaldas más tengas.

Dos de sus guardaespaldas sacaron sus pistolas y él último tenía una navaja escondida en su manga.

Mierda. Pensé mientras sacaba mi arma, haciendo que Jasper y Emmett hicieran lo mismo. Mi padre solo puso los ojos en blanco y llevó a mi madre hacia un rincón, todo esto mientras bebía su brandy.

—Bajen sus armas —dijo fulminándola con los ojos—. La zorra italiana…

Al momento que lo dijo, antes de que alguno de nosotros pudiera parpadear, tres navajas salieron disparadas hacia los cuellos de sus guardaespaldas.

—¿Qué mierda? —susurró Emmett—. Lo juro, ella es una jodida ninja.

—Es ISABELLA… Dejaré ese segundo error pasar ya que eres un anciano. He escuchado que es común la pérdida de audición. —Dio un paso hacia atrás para esquivar el charco de sangre que ahora corría por mi alfombra persa… Iba a tener que decirle que comenzara a matar afuera.

Mi abuelo bajó la vista al suelo y sonrió.

—Una lástima. Era su primer día, les advertí que podías ser tan despiadada como ordenaba la reputación de un Swan.

—Mejor todavía… ¿quién dice que no le puedes enseñar trucos nuevos al perro viejo? —respondió Bella y mi sangre comenzó a hervir.

—¿Cruzaste el océano solo para probar a mi esposa? —espeté, dando un paso hacia adelante y pisando el charco de sangre. Casi parecía vino—. ¡ANGELA! —rugí, haciendo que la ex patito feo ingresara—. Necesito al equipo de limpieza.

Mi abuelo solo dio un paso por encima de ellos, sacando su pipa, antes de sentarse en mi silla como si fuera el dueño.

—Escuché que la Bella Sangrienta era ahora parte de mi familia y pensé que valdría la pena viajar a este puto país así podía hablar frente a frente —dijo, soltando el humo.

—Ella tiene Skype —comenté, fulminándolo con la mirada.

Él me respondió de la misma forma antes de volverse hacia mis padres.

—Deberían haber aceptado mi consejo y sacarle lo gracioso a golpes de niño.

—No puedes quitar a golpes la personalidad, Shamus —dijo respetuosamente Esme—. Yo lo disfruto.

—Por supuesto que lo haces. —Suspiró, mirando a mi padre—. Hijo, ¿no hay una bienvenida para mí?

—Bienvenido, Shamus. —Fue todo lo que dijo Carlisle. Después de todo, él odiaba al viejo más que yo.

—Abuelo…

—Habla cuando se te hable, niño, o ¿acaso todas esas convulsiones deformaron tu cerebro? —me preguntó, recordándome una vez más por qué lo odio.

—No, me ayudaron a convertirme en el hombre que soy hoy. En la cabeza de esta maldita familia, así que, con sumo respeto te pido que salgas de mi silla —siseé entre dientes.

—¿Y qué hombre eres? Al permitir que incendien tu casa, que tu esposa pierda a su hijo, y perder millones en México. Te aplaudo. Me inclino ante tu grandeza, niño. —Rio y Bella dio un paso hacia adelante, pero la detuve con la mirada.

Esta no era su pelea.

—Sr. y Sra. Cullen, necesitamos irnos para el evento del senador… —Mina entró y se detuvo cuando notó a los hombres muertos.

—Estábamos saliendo, Mina. Puedes irte. —Ni siquiera me molesté en girar hacia ella.

Cuando la puerta se cerró, me incliné contra mi escritorio.

—Mi familia y yo saldremos. Te sugiero…

—Hermosa, iré con ustedes. ¿Cuál es el punto de estar bien vestido si nadie puede verme? —Sonrió Shamus, interrumpiéndome otra vez, mientras se ponía de pie y soplaba el humo en mi rostro.

Comenzó a caminar, solo para detenerse al lado de Bella y ofrecerle su brazo.

—Preferiría colgarme a mí misma mientras estoy en llamas —le respondió Bella, pero aceptó su brazo de todas formas.

—No estaba preguntando, querida. No hay necesidad de ser tan hostil, somos familia —masculló, dirigiéndola hacia la puerta. Él, como todos los hombres Cullen, tenía encanto y me daba asco.

—Me llamaste "zorra" dos veces —dijo sin emoción.

—Estoy segura que te han dicho cosas peores. —Guiñó un ojo y la expresión en el rostro de Bella me preocupaba. Ella no lo odiaba… todavía.

Carlisle se paró frente a mí mientras intentaba descifrar qué decir. Pero, como siempre, cuando se trataba de Shamus Cullen, no había palabras. Mi madre me besó la mejilla entretanto me inclinaba contra el escritorio. Uno por uno, se fueron todos al mismo tiempo que el equipo de limpieza entraba, con sierras y todo.

—Ahórrense la energía, solo envuélvanlos y tírenlos por ahí. —Terminé el resto de mi brandy antes de irme…

Pero el chirrido en mi zapato me recordó que seguía teniendo sangre en ellos.

BELLA

—¿Dónde está Edward? —pregunté, bajando del coche. Había estado esperando por media hora y el maldito ni siquiera había venido al coche aún.

Las criadas, quienes ni siquiera me molestaba en conocer, estaban afuera esperando. No se suponía que dejaran la entrada hasta que nos fuéramos. Ninguno parecía estar incómodo, pero tenían años de experiencia en el trabajo.

—Señora, se fue a cambiar a su cuarto y no volvió a salir —dijo uno de ellos.

—Se pueden retirar —les dije mientras entraba. No tenía idea de qué mierda era su problema, pero necesitaba madurar y lidiar con ello.

Ni bien Carlisle había nombrado a Shamus, Edward se tensó. Sabía de Shamus, él había matado, robado, y sobornado en todo su camino hacia los libros de historia. Las cosas que había hecho, eran cosas que yo había estudiado y copiado. Él me impresionaba; y yo no era una persona que se impresionaba con facilidad. Shamus era letal, arrogante y un maldito. Él demandaba respeto, el cual se lo ganó, pero nunca le daría el gusto. Él estaba en mi casa.

Ni bien entré en nuestro cuarto, seguí la música que provenía del armario de Edward. Este era tan grande como el mío, o quizás más; al maldito le gustaban sus trajes.

En el medio de todo había un teclado electrónico.

Caminando hacia él por detrás, tomé de su cabello y lo jalé hacia atrás, llevando mi rostro hacia su mejilla.

—Odio que me dejen plantada, Edward.

—Pídele a mi abuelo que te lleve —espetó como un niño.

Soltando su cabello, me senté en su regazo.

—Eso fue pasivo-agresivo, ¿qué mierda te pasa?

Tomó aire profundo, acercándome más a él antes de besarme. Le devolví el beso y mordí su labio inferior.

—No vas a usar al sexo para salirte de esta. Por mucho que disfruté poner a tu abuelo en su lugar, necesito saber qué nivel de perra ser —le dije con honestidad.

—Odio a Shamus con todo mi ser —susurró, abrazándome fuerte.

—Eso lo puedo ver, ¿por qué? —Tenía que haber una razón para tanto odio.

Lo encontraba sexy.

Sin embargo, él sentía dolor y comenzaba a sentirlo yo… no estaba segura cuándo habíamos cambiado tanto, cuándo nos habíamos convertido en una pareja amorosa, pero con el pasar de los días, él se convertía en gran parte de mi alma. Parte de mí seguía preocupada por ello.

—Shamus siempre ha creído en la supervivencia del más fuerte. Mi padre pensaba que la ciudad era una de las razones por las que yo estaba enfermo. Nos llevó a todos a Irlanda y la primera vez que lo vi, me miró de arriba abajo y dijo: "En la selva, los animales se comen al joven enfermo".

»—Él y mi padre comenzaron a pelear… simplemente, mi padre gritaba y Shamus fumaba en su silla. Le dijo que, si era demasiado débil como para liquidarme, él haría los honores. Que un hombre en su posición no podía tener un hijo como yo; que debería estar feliz de tener otros dos hijos varones. —Su agarre en mi pierna se intensificó, pero lo dejé.

—Pero sí sobreviviste y eres el más fuerte… —susurré, tomando su mejilla.

Besó mi palma.

—A Shamus le gustan las cosas hechas a su manera. Él quería que la compañía fuera de Emmett y mi padre se negó… de hecho, Carlisle se había vuelto bueno en negársele a mi abuelo. Es más, no quería que se casara con Esme. Ella no era de buena sangre, al ser mitad irlandesa era como si fuera completamente italiana. —Me sonrió… dejándome indecisa de si besarlo o romperle la cara.

—Mi sangre italiana puede aniquilar a cualquier irlan…

—Sí, lo sé, amor, eres una matona. —Le dio un apretón a mi trasero antes de sonreír con suficiencia.

—¿Acaso Esme no tuvo a Emmett de joven? —Debía tener dieciséis o diecisiete años en ese entonces.

—Nos tuvo a todos muy joven, mi abuelo jura que Carlisle la dejó embarazada a propósito. Él sabía que Shamus no aprobaría que su único hijo se casara con alguien que no sea de su elección. Pero después que Esme quedara embarazada, no hubo nada que se pudiera hacer… somos gente católica, ¿sabes? —dijo con su acento.

—Tá tú ar leathcheann —dice, bajándome de él. (Eres un idiota)

—Me amas, me odias, ponte de acuerdo, esposa. Me estás dando latigazos*. —Sonrió, poniéndose de pie también.

—¿Latigazos? ¿Qué tipo de pervertido eres, Cullen? —pregunté, haciendo que me empujara contra su espejo.

Sus ojos se oscurecieron y sus labios rozaron sobre los míos.

—Averigüémoslo. Dios sabe lo que tengo en este armario.

Le di un empujón.

—¿Hablas del uniforme de porrista de Chicago Bulls que tienes oculto detrás de tus trajes grises? ¿O del traje de monja zorra que tienes escondido en el cajón de tus medias?

Sus ojos se ensancharon y yo solo sonreí con superioridad.

—Mantén tu verga guardada, llegamos tarde al evento de campaña —le dije, apartándolo antes de salir de su armario.

—Al menos puedo mirar tu culo —gritó detrás de mí y le mostré el dedo del medio.

—¡Lleva tu maldito culo al coche ahora, Edward!

EDWARD

—Sé que muchos de ustedes no me conocen —dijo Rose a la multitud—. Sé que muchos de ustedes piensan que no pueden identificarse conmigo, o con la vida que fui bendecida de vivir. Sin embargo, quiero contarles una historia sobre una joven estudiante universitaria que fue muy inocente para el mundo a su alrededor. Su padre, el hombre que siempre chequeaba debajo de su cama en busca de monstruos y le leía con voces animadas, siempre quiso hacer todo en su poder para mantener a salvo a su hija. Lamentablemente, a veces el mundo es un lugar oscuro. A veces, una joven universitaria con todo para ganar, obtiene un título nuevo: víctima de violación. Es un título que he intentado mucho mantener oculto porque no tenía la voz para dar un paso adelante. No tenía el valor de contarle a mi padre hasta anoche. Él me abrazó y me dijo: cuando me convierta en presidente, no volverá a haber limitaciones para las denuncias de violación.

La multitud alentó y gritó, cegándonos con flashes mientras se comían sus palabras como si fueran dulces.

—Cuando me preguntan por qué creo que mi padre es el mejor hombre para el trabajo, pienso en momentos como los de anoche. Cuando me contuvo y me prometió que siempre luchará por la justicia. Él luchará por mí, luchará por las mujeres y los hombres de todo el país. Mi padre es un buen hombre. Con su apoyo, será el mejor presidente. —El senador Hale abrazó a su hija una vez más, antes de tomar su lugar en el podio y comenzar su estúpido discurso político.

Emmett abrazó fuerte a Rose, lo cual estaba seguro que será una buena portada para el Times.

—Ella es buena —susurré a mi esposa mientras estábamos allí de pie como muñecos en un mostrador.

—Lo es. Ellos la amarán, y los que no, serán repudiados por no apoyar a una víctima de violación —respondió, saludando a la muchedumbre.

Esa era mi esposa, siempre planeando e intentando averiguar cómo sacar ventaja a los que tenía a su alrededor.

Me sentía como si hubiera estado en exposición por horas, sonriendo y saludando, mientras el senador Hale hablaba sobre cómo iba a salvar el medio ambiente, bajar la tasa de desempleo, y a asegurarse que las fronteras sean seguras; la misma mierda que todos los presidentes dicen.

Para cuando fuimos libres de irnos hacia los cuartos libres de arriba, casi me había olvidado de Shamus… hasta que vi al imbécil comiendo su cordero, en la silla principal de la mesa. Detrás de él, se encontraban dos guardias que parecían ser mucho más fuertes y que ojeaban a mi mujer con lujuria y miedo.

Un miedo erróneo.

Tomando la mano de Bella, le abrí la silla para ella y luego tomé asiento del lado contrario. Ni bien me ubiqué, el resto de la familia se sentó.

—¿Así que este es tu gran plan? Que el idiota y su familia ocupen la presidencia —inquirió, pero no respondí, simplemente bebí mi brandy.

—No discutimos sobre el trabajo en la mesa —dijo amablemente Bella, confundiéndome. La miré a los ojos, y por un segundo pensé que quizás los guardaespaldas tenían razón en tenerle miedo.

Esto parecía ser lo nuevo en nosotros; la habilidad de mirarnos a los ojos y simplemente leerlos.

—No seas dulce, Swan, no te queda. —Sonrió como un cerdo antes de girarse hacia Rose—. ¿Esos hombres te violaron o fueron mentiras lo que le dijiste al público?

Rose lucía enfadada, pero asintió.

—Sí, señor…

—Emmett, espero que hayas corregido esta situación. —La interrumpió para poner su atención en su favorito.

—De hecho, abu, Rose ha estado manejando la situación bastante bien por su cuenta —siseó, pero esa furia tenía que ver más con la violación de Rose, y el hecho de que no podíamos encontrar a Royce todavía, que ante las palabras del abuelo.

—Eh. —Frunció el ceño, mirando hacia Alice—. Lindo cabello, ¿cuándo te volviste lesbiana?

—Jamás —dijeron Alice y Jasper al mismo tiempo. No hablaban mucho cuando Shamus estaba cerca, mayormente porque su enorme cabeza ocupaba todo el espacio.

—Se han alejado demasiado de la tradición —anunció él, cortando su cordero y, para ser un viejo, tenía buen agarre.

—¿Cuánto tiempo planeas quedarte, Shamus? —preguntó Esme suavemente mientras comía.

—Tanto como se me antoje —espetó, haciendo que Carlisle aferrara su cuchillo. Pero mi madre lo tomó del brazo, conteniéndolo.

—Para alguien que dice que vino de muy lejos para verme, no has hablado mucho. No me importa cuánto te quedes, mi pregunta es, ¿por qué estás aquí? —declaró Bella.

Shamus le sonrió con sorna, tomándose el tiempo para masticar.

—Es una lástima que no seas hombre.

—Es una lástima que no tengas modales. Ahora responde a mi pregunta, viejo, o te la sacaré a la fuerza —fue su respuesta, haciendo que Shamus solo se riera mostrándonos toda la comida en su boca.

—Intentas ser algo que jamás podrás ser. Una mujer jamás será jefe. No importa cuántas personas mates, no importa lo mucho que amenaces. Siempre serás una puta. Todas las mujeres son unas putas, deseo que mi nieto hubiera encontrado a alguien con sangre irlandesa por lo menos. —Esperaba que Bella enloqueciera, pero en cambio, lo observó con cuidado.

—Has bajado tus estándares, he escuchado que ni siquiera ser mitad irlandés es lo suficientemente bueno para ti —comentó Bella, mucho más calmada que yo.

Él vino a mi casa, sin ser invitado, y nos insultó a todos. Hablaba como si solo fuéramos goma de mascar en su puto zapato. Como si ni siquiera fuéramos familia. Shamus era un cerdo. Cada vez que hablaba, la voluntad para mantener mi boca cerrada comenzaba a desaparecer.

—No fui irrazonable. Después de todo, si mi hijo hubiera elegido a la mujer que había conseguido para él, estoy seguro que no tendría a un idiota, a un inútil, y a un lisiado como hijos. Pero aparentemente, mis palabras cayeron en oídos sordos. —Sonrió el cerdo.

Un idiota… Emmett.

Un inútil… Jasper.

Un lisiado… Yo.

Todos conocíamos nuestros títulos, él nos lo había dejado claro cuando éramos chicos. Siempre dijo que preferiría a un idiota que a un inútil o un lisiado.

—Hubiera preferido pegarme un tiro antes de casarme con Cara Denali —espetó mi padre y, otra vez, mi madre lo contuvo.

—¡Quizás deberías haberlo hecho y me evitabas todo el problema! —gritó Shamus y rogué que el hombre tuviera un paro cardíaco.

—Así que estás aquí debido a los Denali —anunció Bella, analizándolo con cuidado—. Déjame adivinar, querías que Edward se casara con su hija.

—Mírate, usando ese pequeño cerebro tuyo. Desearía que lo hubieras usado cuando encerraste a Tanya Denali —dijo, e intenté encontrar dónde era que los puntos se unían.

Hasta donde yo sabía, la familia Denali no tenía valor alguno y, aun así, aquí se encontraba insistiendo que debía casarme con la basura.

—Esa fue la idea de tu nieto, yo quería matar a la perra. Casi lo hago una vez en la iglesia —confesó Bella.

Shamus se giró hacia mí, mientras yo lo observaba, mordiéndome la lengua una vez más. Me miró con superioridad, como si yo fuera mugre.

—Tú, Edward, jamás serás grande —dijo mientras se ponía de pie—, siempre serás el niño lisiado intentando ser hombre. Eres…

Antes que pudiera terminar, tomé el cuchillo y se lo enterré en la garganta, no una, ni dos, sino una y otra vez. Contemplé sus ojos, los ojos de mi padre, mientras casi lo decapitaba. No podía escuchar, ver ni sentir otra cosa. La expresión en sus ojos mientras la luz se apagaba y sentir la calidez de su sangre en mis manos fue mejor de lo que pensé que sería.

Finalmente cayó al suelo y me puse de pie. Los hombres que habían estado cuidándolo se quedaron mirando, sorprendidos ante el mar de pistolas que los apuntaban. Bella, Jasper, Emmett, Carlisle, e incluso Alice.

—Tienen dos opciones —les dije, limpiándome la sangre del rostro con mi manga—. Pueden morir o pueden trabajar para mí.

Parecían pensarlo y, lo que sea que fuera, esperaba que valiera la pena. Bella odiaba esperar así que disparó, como sabía que lo haría.

—La gente siempre la cagan con las preguntas fáciles. —Suspiró, volviendo a tomar asiento.

Allí estaba mi abuelo, tirado en el suelo frente a la silla principal. Apartándola, me senté y coloqué mis pies sobre su cuerpo.

—¿Alguien se opone? —les pregunté. Si lo hacían, no importaría de todas formas.

BELLA

Nadie dijo nada. Con cada segundo que pasaba, Shamus me daba asco. Estuve tentada de matarlo al segundo que vi dónde estaba sentado. Pero no era mi decisión. Era de Edward, o incluso el de Carlisle.

—Esme, creo que me gané medio millón. —Sonreí mientras ella me fulminaba con la mirada.

—¿Apostaron cómo terminaría esto? —nos preguntó Carlisle, sorprendido. No estaba segura de qué, él tenía que saber que Esme era una loca oculta.

—Sí, y parece que tú eres la razón por la que no voy a ir a la semana de la moda. —Frunció el ceño—. Tendré que hacerte una transferencia. Debería haber sabido que Edward no sería capaz de contenerse.

—¿Saben que esto no nos vendrá bien con los contactos de Shamus? Buscarán venganza —Jasper le dijo a Edward, como si no lo supiera.

—Eso y ni mencionar al contrato. Estoy seguro que firmaste que jamás ibas a matar familia —añadió Emmett.

—No si llegamos a un acuerdo —dijo Edward, girando hacia mí.

—¿Y qué acuerdo vamos a hacer? —No teníamos nada que ellos querrían… Estoy segura que cada amigo de Shamus seguro ya fue sobornado por adelantado.

—Hay algo que no sabemos sobre los Denali. Sin embargo, tienen que tener algo de influencia o Shamus no hubiera perdido el tiempo. Vamos a liberar a Tanya Denali, y a cambio obtendremos información con su ayuda. Solo puede haber una… —Hizo una pausa, mirándome—. Dos cabezas en esta familia.

Ni bien terminó de hablar, Mina junto al senador y la señora Hale entraron y se detuvieron. Sus ojos se ensancharon antes la escena sangrienta frente a ellos. La Sra. Hale se llevó una mano a la boca antes de salir corriendo de la habitación.

—¿Me están jodiendo? —espetó Mina—. ¡Juro que no había tanta sangre en el Padrino como aquí! ¡Ni siquiera están en su casa, es territorio público! Hay cámaras por todos lados, sin mencionar, no lo sé, ¡un candidato político! ¿Pueden dejar de comportarse como Rambo cada vez que alguien entra por la puerta?

—¿No podemos simplemente comprar el edificio? —Alice le preguntó, y Mina tomó aire profundo antes de sacar al senador Hale del cuarto.

—No crees que matamos demasiado, ¿no? —Sonreí hacia Edward.

Miró por debajo de sus pies.

—Honestamente, si la gente dejara de probarnos, el mundo sería un mejor lugar.

—Ustedes dos están… —comenzó Rose, pero se detuvo, recordando que también tenía sangre en sus manos y quería más.

—Bueno, entonces, mi esposa y yo cerramos la noche —dijo Edward mientras se ponía de pie. Echó un vistazo a su abuelo caído y caminó hacia mí.

Ninguno de los dos dijo algo al salir por la parte trasera, donde todos nuestros coches estaban estacionados y esperándonos. Seth y Jacob tenían dos coches al frente, mientras que Dylan, el nuevo mano derecha de Edward desde la muerte de Eric, conducía el coche detrás del nuestro.

Fue cuando tomamos nuestros asientos que Edward se aflojó la corbata, se echó hacia atrás y pellizco el puente de su nariz.

—No puedo creer que acabo de matar a mi abuelo —se retó a sí mismo—. Acabamos de salir de una guerra. Hay un montón de droga que llega mañana y acabo de matar al Superman de Irlanda. ¡MIERDA!

—Shamus pedía morir —dije, mirando por la ventana.

—Seguía siendo familia. Fue como si… —Se detuvo, enderezándose como si alguien le hubiera lanzado agua helada.

—¿Puedes parar…?

—¡Detente! —gritó Edward al chófer, haciendo que este se detenga rápidamente contra la acera. Edward ni siquiera esperó antes de salir disparado del coche.

—¿Qué mierda te pasa? ¡Actúas como si jamás hubieras matado a alguien antes! —siseé, saliendo junto con él.

Edward negó con la cabeza mientras pasaba.

—¿No lo ves? ¡Nos han puesto una trampa!

—¿Qué? —pregunté, deteniéndome.

—¡Fue el último "vete a la mierda" de Shamus! El hombre ha gobernado por décadas. Es paranoico, obsesivo, loco del control con un buen complejo. Cada paso para todo necesita ser planeado antes de moverse a algún lado. Shamus odia América, pero ¿vino de todas formas con guardias tontos? El viejo que solía conocer jamás iba a algún lado sin francotiradores expertos, un chaleco antibalas, y con guardias entrenados a su lado. Si alguien se le acercaba por un centímetro, estaban muertos. Mataste a tres…

—Cinco… —interrumpí, haciendo que me mirara con furia.

—Mataste a cinco de sus hombres hoy. Eres buena, pero esos hombres ni siquiera pelearon. Era como si supieran que iban a morir. Lo aceptaban. Shamus lo aceptó. Vinieron aquí a morir. Ese era su plan y funcionó. Nos tendieron una trampa. —Finalmente suspiró, soltando todo.

Todos lo que dijo tenía sentido… pero en una forma rara no lo tenía. Shamus tenía complejo de Dios, los dioses no mueren, él simplemente no podía aceptar la muerte. No estaba en nuestra naturaleza aceptar a la muerte. Pero todo había sido muy fácil. Desde el momento en que Shamus entró esta mañana, hasta esta noche, todo había sido muy rápido. Insultó a uno por uno rápidamente, no parecía querer nada más que provocarnos.

—¿Por qué? —le pregunté.

Llevó su vista al cielo.

—¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién? ¿Qué? ¿Por qué ahora? ¿Cómo no vimos esto? ¿Quién tiene el poder de hacer que Shamus elija la muerte? ¿Cuál es el objetivo final? Son todas preguntas que no sabemos y estoy cansado de caminar a ciegas.

Antes de que pudiera hablar, Dylan se nos acercó desde su coche, con un teléfono en la mano.

—Señor, señora, Jasper ha estado intentando contactarse con ustedes —dijo, alcanzándole el teléfono a Edward.

Pellizcándose el puente de la nariz, lo tomó y lo puso en altavoz.

—¿Qué? —espetó.

—Edward, Anna acaba de llamarme. Renée DeRosa entró al país. No estoy seguro dónde, pero acaba de entrar a Nueva York. —La nariz de Edward se dilató y me fulminó con la mirada.

—Encontramos el por qué —susurré. No existían las coincidencias. Shamus estaba conectado con Renée, mi madre. Este era su juego y hasta que no sepamos si era ajedrez o damas, no podíamos hacer una mierda. Nada concordaba. Solo teníamos pedazos de un gran rompecabezas.

—Jasper, dile a la familia que estamos en confinamiento —anunció Edward—, y consígueme el historial de Shamus.

Ni bien terminó la llamada, nos miramos y había solo un nombre en nuestras mentes.

Tanya.


*Getting whiplash significa ser golpeado a latigazos, y también es una expresión para decir que algo te está mareando. Como acá hacen un juego de palabras, ya que whip es látigo, lo dejé así como lo escribí aunque suene feo.

Gracias por leer :)