Advertencia: Este fic es un UA, Vegebul, con una historia un poco más livianita. De humor y romance. Hay mucha inspiración en películas y series, como Guardianes de la Galaxia, Rick & Morty, Pokemon (con algunos nombres xD) Piratas del caribe.
Bajo el concepto de UA, los personajes no actuarán tal cual como en la historia original de Akira Toriyama.
Habrá escenas para mayores de 18 años, ustedes saben como soy 9-9 xD es lo que me gusta escribir.
Espero que sea de su agrado, y si a pesar de todo lo dicho desea continuar, adelante y disfrute la lectura.
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Plaga
Estaban hace al menos dos horas esperando por los lacayos del lagarto. Siempre era así, era sabido, parecía que los hacían esperar a propósito, como si ellos no tuvieran nada mejor que hacer ¡qué fastidio! Suspiró agobiado, miró la hora en su rastreador, dos horas quince minutos desde que aterrizaron en la sede de reservas del cuadrante 45V del OIC. Un planeta artificial, creado específicamente para proveer armaduras, alimentos y armas, a todo aquel que trabajara para Freezer, también funcionaba como un centro de recuperación, pero la sala era muy pequeña y no abarcaba demasiado con solo cinco tanques, no como el planeta Audin, que se dedicaba solo a curar a los soldados.
Su compañero bostezó ruidosamente, a esas alturas, el mínimo ruido le era desesperante. Le pegó un codazo fuerte, sino fuese por su armadura, su codo se hubiera enterrado en su costilla. El saiyajin se quejó más alto de lo que bostezó, giró a mirarlo con el ceño fruncido y levantó su mano en puño, a modo de amenaza.
—¡¿Qué diablos, Cuber?!
—No respires tan alto —se quejó Cuber—estoy irritado.
Pep blanqueó los ojos al oírlo. No tenía sentido pelear en ese momento de la misión, más aún cuando ambos tenían un poder de pelea similar, la lucha era inútil a su parecer, además, también lo entendía. Las misiones más aburridas que podían darle a un saiyajin se dividían en tres clases: abastecimiento, mensajero, limpieza. Las misiones de abastecimiento, como la que cumplían en ese momento, consistían en ir a los diferentes puntos que el comando central indicara para recoger alimentos, armas, armaduras, tecnología, que el planeta requería. En las misiones de tipo mensajería, solo debían llevar documentos, recados del reino a otros planetas aliados, e incluso paquetes, mientras que las de limpieza consistía en barrer los cimientos de las culturas de planetas purgados, no tenía gracia pues la diversión ya se la habían llevado los saiyajin que habían visitado el planeta en primer lugar.
La misión de ese día consistía en abastecerse de un total de 1000 armaduras y 1500 rastreadores. Habían tenido que viajar en una nave grande para poder cargar todas las cajas, lo que era incómodo para ambos, pues no eran tan fáciles de usar, sin embargo, usando el piloto automático, consiguieron llegar sin contratiempos.
—¿Son los encargados de la misión n°1089? —se oyó una voz gangosa atrás de Pep. Ambos giraron al mismo tiempo, encontrándose con un ser de un metro de altura con apariencia de reptil, usaba lentes y el uniforme del OIC, llevaba una tabla de metal en la que apoyaba al menos veinte hojas. Cuber leyó en su credencial "Sergox".
—Sí —asintió Pep—Cuber y Pep, del escuadrón 98. —El lagarto revisó su ficha, escribió unos segundos y asintió. Les dio la espalda y les hizo señas para que lo siguieran.
Avanzaron al menos unos veinte metros hasta llegar a la bodega, donde los cargamentos estaban empacados y separados según pedidos. El de ellos estaba en el fondo de la bodega, plastificados y listos para cargar en la nave.
—Acercaré la nave —murmuró Pep, al ver que la bodega estaba bastante lejos de la zona de aterrizaje.
—Yo revisaré que esté todo —dijo desganado. Sergox se acercó a Cuber y le entregó una copia del documento de despacho, el saiyajin se dedicó los siguientes minutos a revisar que cada cargamento estuviera tanto en la hoja, como en la bodega. Cuando llegó Pep, el seguía revisando las armaduras.
Tardaron media hora en terminar de revisar la carga. Cuando comprobaron que no faltara nada, firmaron el documento a Sergox, quien dio la autorización para que cargaran el pedido en la nave. El OIC tenía sus propios bodegueros, pero para los saiyajin eran demasiados lentos, por lo que preferían tomar las máquinas de carga y hacer ellos mismos el trabajo, pues tenían más fuerza para poder jalar las máquinas y así hacer menos viajes. En total, fueron 3 viajes que tardaron en trasportar las cajas a la nave, subir la carga y acomodarla. Pep se quedó arriba de la nave recibiendo las cajas, y Cuber se las entregaba desde abajo.
La nave estaba estacionada justo afuera de la bodega, no debían avanzar demasiado para llegar a ella. Una vez que dejaron la carga lista, Pep fue al baño antes de regresar al planeta Vegeta, mientras que Cuber se quedó justo en la entrada de la bodega, fumando un cigarrillo originario del planeta Koff. Eran de los cigarros más fuertes en la galaxia norte, y a ellos, los saiyajin, que intimidaban por donde iban, siempre se los daban con descuento. Necesitaba uno para relajarse, la misión y el tiempo que habían demorado lo tenían más insoportable que de costumbre, además, no dejaba de pensar en el tiempo que tardarían en llegar a su planeta natal. Después de diez minutos, su cigarro se acabó, botó la colilla y la pisó con la punta de su bota. Miró la hora en su rastreador, Pep se estaba demorando demasiado. Terminó encendiendo otro cigarro. Antes de dar la última calada, oyó pasos detrás, giró levemente para encontrarse a su compañero que se acariciaba la barriga.
—¿Qué mierda, Pep? ¿No había papel? —le recriminó con el ceño fruncido, botó la colilla y volvió a pisarla. El saiyajin se acercó con movimientos perezosos y murmuró sin mirarlo.
—La sopa del almuerzo no me cayó nada bien —suspiró derrotado—bien, vámonos. Al menos no dejaré la peste en la nave —y se carcajeó burlesco. Cuber se contagió con su ánimo y rieron al unísono, caminando hacia la nave.
Pep se detuvo en la puerta de la cabina de carga, quizá fue intuición, o tal vez parte de su personalidad perfeccionista, que buscaba siempre asegurarse de que las cosas salieran como debían ser o mejor. Iba a sacarle el seguro a la puerta, cuando notó que la palanca estaba hacia abajo y recordaba haberla dejado bien cerrada antes de correr al baño por el retorcijón. Frunció el ceño extrañado y abrió la puerta de golpe, pero se quedó quieto y mudo al ver el interior vacío, sin ninguna caja de las que habían demorado en subir. Cuber, al estar impaciente por irse, se acercó para apurarlo, pero no alcanzó a decir nada cuando vio el rostro pálido de su compañero.
—¿Qué mierda pasa, Pep? —se paró a su lado y entonces lo vio, la cabina vacía, completamente vacía—¡¿Qué mierda pasó?!
—¿Cómo voy a saber? ¡Estaba cagando! ¿Qué estabas haciendo? —Cuber frunció el entrecejo y lo empujó con fuerzas. Pep se movió un par de centímetros y le devolvió el empujón, con más fuerzas—¡No está la carga!
—¡No me eches la culpa! —se quejó gritando—¡Tú estabas cagando mientras nos robaron! ¿Qué crees que dirán desde el comando central? ¡Te van a degradar de puesto!
—¿A mí? ¡Tú estabas aquí, en frente de la puta nave! ¿Cómo no viste ni una mierda? ¿Qué estabas haciendo, Cuber? —el saiyajin se quedó callado, eso era cierto ¡solo se fumó un par de cigarros! ¿en qué momento les robaron?
—Esto no tiene lógica —murmuró girando hacia atrás, mirando a su alrededor—lo habría visto salir con el cargamento ¡maldición! Es imposible robarse toda la carga en minutos y sin que te vean ¡pesaba por lo menos 800 kilos!
—Entonces ¿qué pasó? —susurró Pep, igual de confundido al pensar en lo que decía su compañero, que con la adrenalina del momento no había considerado—mierda… nos van a degradar a clase baja —lamentó y dio un golpe a la puerta.
—¿Aun siguen acá? —con la desesperación, no oyeron al trabajador acercarse. Sergox los miró unos minutos y luego la bodega, exclamó en otro idioma y apretó botones rápidamente desde su rastreador—otra vez esto…
—¿Qué cosa? —le interrogó Pep—¿había pasado antes? ¡¿por qué no nos avisaron?!
—Hemos estado sufriendo unos robos, por lo menos un par de veces al mes —comentó abatido—las cámaras de vigilancia no captan nada. Mejoramos el método de entrega y reparto, pero sigue pasando. Ya dimos la alerta al planeta del señor Freezer, pero no nos han dado respuestas aún.
—Necesitamos la devolución del dinero —dijo Cuber—si estaban al tanto, debieron darnos un aviso.
—No —negó Sergox—el robo sucedió cuando ya se habían llevado la mercancía. Es su problema—Cuber abrió los ojos de par en par unos segundos al mismo tiempo que inhalaba profundamente, y luego los estrechó sin dejar de mirar con odio al reptil, se acercó con brusquedad al trabajador y extendió su brazo derecho, levantando su palma al mismo tiempo que se formaba un halo de energía celeste—lo pensaría mejor si fuera tú, mono. —Dijo y sacó de su cinturón una pistola de última generación, que daba unos disparos rápidos de color rojo, un potente rayo que cercenaba al instante—te desangrarás y no podrás usar los tanques de recuperación por atacarme.
—Maldito cara de sapo aural —le insultó el saiyajin. Pep jaló el brazo de Cuber, bajándolo y negó mirándolo a los ojos—vete a la mierda. —Dijo mirando al reptil y caminó hacia la cabina de control de la nave.
Pep suspiró profundamente, miró la cabina vacía y luego al reptil que, sin despedirse, se alejó, mirando de vez en cuando hacia atrás en caso que tuviera que dispararles. Acercó su mano hacia su frente, para limpiar el sudor, pero se quedó viéndola al notar que no paraba de temblar ¿cómo explicarían la situación? Tragó en seco, lo único que rogaba era que tuvieran misericordia, que consideraran que no era solo un descuido de ellos, sino que eran atracos que estaba sufriendo el cuadrante y del que no les informaron. Frunció el ceño ¿cómo era posible que les robaran desde hace meses y todavía no pudiesen atraparlos? Porque sí, debía tratarse de más de una persona, era imposible hacer semejantes robos sin ayuda.
(…)
El sol había salido hace unos pocos minutos, pero él ya estaba en pie. Ese día tenía unas cuantas horas libres por la mañana, pero el tiempo era un recurso valioso para el orgulloso príncipe. Aprovechaba cada instancia para ejercitar, era la única forma de mantener su estado físico, las misiones cada vez eran más recurrentes y no tenía muchos espacios como ese. Su habitación estaba ambientada para ello, tenía un rincón lleno de máquinas a las que le daba buen uso. No le gustaba entrenar con otros saiyajin, ninguno le daba un desafío serio, ya fuese por temor o porque se contenían al ser el príncipe del reino.
El sudor recorría por cada surco de sus músculos, al punto que le cosquilleaba, pero no le prestaba atención, la única gota que le recorría por la nariz era la que le molestaba, la movía de lado a lado, intentando apresurar su caída, mientras flexionaba sus brazos hacia abajo y luego hacia arriba. Después de unos minutos, cambió de rutina, haciendo sentadillas y luego pesas. Estuvo al menos una hora ejercitando, haciendo que sus músculos se calentaran y llegasen a doler, solo faltaba una rutina de combate y estaría listo ¿a quién darle ese privilegio? Suspiró, hizo unos cinco minutos de enfriamiento y luego, respirando agitado, buscó una toalla para limpiar el sudor y tomó una jarra de vidrio que tenía al menos dos litros de agua, la bebió en cinco sorbos.
Se dio una ducha de quince minutos, se preocupó de limpiar cada rincón de su cuerpo, sacando cualquier rastro de sudor. Después de terminar, salió del cuarto de baño con una pequeña toalla que pasaba por su melena flameada, secando el agua en exceso. Elevó su poder para secar el resto de su cuerpo, tardó un minuto y medio. Caminó hacia su armario, buscó su traje azul entero y lo vistió con rapidez, a esas alturas, su estómago empezó a demandar desayuno. Su armadura se la puso antes de salir de su dormitorio, abrió la puerta mientras aun acomodaba sus guantes, se encontró con una criada afuera, que le reverenció apenas la vio. La muchacha no levantó la mirada hacia él, esperó que el príncipe saliera del dormitorio y entró con sus materiales para asear los aposentos del saiyajin.
Todos los sirvientes actuaban igual, evitando llamar su atención y nunca le miraban a la cara, y eso estaba bien para él. Desde niño que prefería que fuera de ese modo, no podía perder tiempo en seres inferiores después de todo. Al llegar al comedor principal, un par de soldados que custodiaban la puerta le reverenciaron y las abrieron para él. Sus pasos se oían firmes en medio del salón, en la mesa, al fondo, se encontraba su padre, liderándola, a su lado izquierdo su reina, en el lado derecho un puesto vacío, el suyo, y al lado de su puesto, su hermano menor.
—Buen día, príncipe —saludó su padre, sin mirarlo, atento a la tableta digital sobre la mesa, deslizando su dedo sobre la pantalla.
—Buen día —respondió y miró a los presentes. La reina inclinó la cabeza a modo de saludo, intentando ser cordial a pesar de que no se llevaban bien. Ambos hermanos tenían reparos con la reina actual del rey, que no era su madre, era una mujer un poco mayor que el primogénito del rey, que se había emparejado hace unos años con el padre de ambos. No confiaban en ella, la mayoría quería ser parte de la realeza saiyajin, pero la reina actual parecía querer posicionarse a toda costa, ya había conseguido que su sobrina fuera la prometida oficial del príncipe Vegeta. A opinión de los príncipes, su padre confiaba demasiado en la joven reina y a menudo le daba la razón en situaciones que ella no tenía porqué opinar. Después de todo, la sociedad saiyajin no era muy propensa a aceptar a hembras en consejos ni que lideraran grandes gestiones.
—Vegeta —habló el rey, sin despegar los ojos de su tableta. Sabía que el tema que quería tratar, a su hijo no le parecería nada bien, pero no se iría por rodeos, necesitaba solucionar ese problema pronto—necesito que hagas una misión especial.
—¿Especial? —repitió, mientras se servía alimentos en el plato hondo—envíala a mi ficha entonces. —Al no oír respuesta de su padre, el príncipe dejó de servirse alimentos y levantó la mirada hacia él, el rey había dejado de leer los documentos en su tableta y lo miraba serio, sin expresión en su rostro—¿Qué?
—Imagino que recordarás —comenzó diciendo, se rascó su bigote, intentando esconder el nerviosismo—que hemos estado sufriendo algunos atracos desde diferentes estaciones de provisiones —el príncipe frunció el ceño, claro que lo recordaba. Habían sufrido innumerables perdidas monetarias en los últimos meses.
—¿Qué con eso? —preguntó y continuó sirviéndose carne en el plato—te dije que debías hablarlo con Freezer, son sus bodegas las inseguras.
—Freezer ha sufrido más perdidas que nosotros —comentó Tarble—nos han robado 6 veces, desde diferentes bodegas de distintos cuadrantes —suspiró—debe ser una banda organizada, ninguna cámara ha captado nada. Tienen los centros del OIC como si fueran centros de comercio. —Vegeta hijo guardó silencio, la primera vez que les robaron, el cargamento lo sacaron desde la nave, cuando el trato ya lo habían cerrado. Desde esa ocasión, exigieron que cerrarían los contratos una vez la mercadería estuviera en el planeta Vegeta. Por lo que, en las siguientes 5 veces, fue más perdida para Freezer que para ellos. El real problema radicaba en que había un serio déficit de armaduras y rastreadores. Los saiyajin no se preocupaban mucho de cuidar sus herramientas de trabajo, incluso él, muchas veces se preocupó más de cumplir la misión que de las condiciones en las que quedaban sus pertenencias de trabajo.
—Freezer ha doblado la seguridad en todos sus centros de abastecimiento —dijo el rey—y los robos suceden de forma aleatoria. En los últimos cargamentos, les puso chip para detectarlos cuando se los llevaran ¿sabes qué ocurrió? —el príncipe negó, aun no probaba su desayuno y a esas alturas ya se le había quitado el apetito—desactivaron los chips.
—¿Sabían que los tenían? —cuestionó Vegeta—los desactivaron rápidamente, me imagino ¿no?
—Casi al instante —dijo Tarble—no alcanzaron a rastrearlos. La banda que está detrás de todo esto, es muy astuta. Parecen profesionales —suspiró el menor de los príncipes, tomó su taza de porcelana y bebió el contenido caliente y dulce—los soldados no han podido cambiar sus armaduras hace tres meses, si esto sigue así, tendremos problemas bastante serios —el rey asintió a su hijo. Estaba agradecido del regreso del menor, aunque no lo dijera, desde que lo había enviado a una misión a temprana edad, intentando deshacerse de él por su nivel de pelea, jamás pensó que le sería de utilidad. Cuando el príncipe regresó, se había convertido en un saiyajin inteligente y estratega, le aportaba esa mirada que nadie podía proporcionarle en el consejo. Giró hacia su primogénito, que se mantenía en silencio, contuvo el suspiro y soltó lo que debía decir.
—Necesito que vayas a investigar en la próxima jornada de abastecimiento. —El príncipe no respondió, solo lo observó—ve con tu grupo, acompañen a los encargados de transportar las cargas. Quizás así puedan encontrar al menos a uno de los criminales, o asegurar que la carga llegue a destino —el rey observó a su hijo en silencio, no parecía alterado ni molesto, su hijo era un genio en combate, inteligente y sagaz, fuerte y orgulloso, el digno heredero a la corona, quería creer que entendería la importancia del asunto, que sería capaz de entender que no siempre podía hacerse cargo de misiones que lo vanagloriaran.
—¿Irás, hermano? —preguntó Tarble, en lugar del rey. El príncipe bebió un sorbo de agua, dejó el vaso sobre la mesa y apoyó su rostro en el dorso de su mano enguantada.
—No tengo alternativa —murmuró—se necesita esas provisiones, no podemos tener a los soldados en esas condiciones, el desempeño en misiones depende mucho de eso.
—Excelente —asintió el rey—te enviaré los datos de la próxima fecha de la misión.
El príncipe asintió, miró su plato y finalmente se echó un bocado a la boca, pero el trozo de animal le supo insípido. Contuvo el suspiro, empezaba a pensar que actuar como un príncipe maduro era más difícil de lo que parecía. No quería perder su tiempo en esa estúpida misión, cualquier otro grupo de elite podía hacerlo, pero entendía porque su padre le había dado el honor de ser él con su equipo los encargados de proteger la carga, no podían fracasar.
(…)
Mascó la fruta con fuerza, el jugo se escurrió por su barbilla y no le importó, sus ojos negros miraban fijamente la bodega llena de cargamento. Hacía un sonido al masticar, pero nadie estaba cerca para criticarlo. Dio tres mascadas más, y dejó solamente el tallo con las semillas, lo lanzó al suelo y sacudió la mano, esparciendo los restos de líquidos. Relamió su labio inferior y pasó su antebrazo por su boca, limpiándola. Suspiró y caminó hacia el príncipe, quien seguía escuchando algunas indicaciones del encargado de almacenamiento. Raditz le dio una mirada rápida a la trabajadora, una mujer baja en comparación a él, su cabello era negro como el de su hermano o padre, trenzado hasta la cintura. Pero lo que llamó la atención del saiyajin, fue su tono de piel lechoso. Sus ojos eran amarillos y grandes. Sonreía con amabilidad al príncipe, estudió su cuerpo sin disimular. Tenía caderas anchas, podía notarlo incluso debajo de su delantal marrón, y su delantera era bastante voluminosa en comparación a las hembras saiyajin. Era atractiva, demasiado a su parecer, miró con disimulo al príncipe, pero el heredero parecía más interesado en la información que en la atractiva joven.
—¿A qué hora llevarán el cargamento a la nave, príncipe Vegeta? —preguntó, pero sin dejar de mirar a la joven. La encargada, giró hacia él levemente y le sonrió. Raditz le devolvió la sonrisa, una coqueta, pero lo hizo, si esa mujer estuviera en un planeta de entretención, sería el primero en pedirla.
—Torn y Tuce están revisando los alrededores —dijo, girando hacia él, pero sin levantar la cabeza para mirarlo por la diferencia de altura. Siempre era así, el príncipe no demostraba inferioridad ante nadie, aunque fuera en algo tan básico como diferencia de alturas—darán la alerta por el rastreador.
—Entiendo —asintió y giró hacia la joven—¿cómo te llamas? —preguntó sonriéndole galán. La chica no dejó de sonreír, su sonrisa parecía una invitación para el saiyajin.
—Mimi —su voz era como una dulce melodía, irradiaba femineidad en cada movimiento. Raditz relamió su labio inferior y olvidando que estaba el príncipe, se acercó un poco más.
—¿Tienes un hombre? —cuestionó. Mimi ladeó su rostro en modo de pregunta, sin dejar de mirarle y sonreír—digo, pareja. No sé como le llaman en otros planetas.
—Raditz —advirtió el príncipe, y el soldado pegó un brinco al oírlo, giró preocupado hacia el líder de escuadrón. El saiyajin lo miraba serio, con los brazos cruzados, le medio sonrió y murmuró—estamos en una misión, luego preocupate por mojar tu verga.
—¡N-no es eso! —respondió avergonzado, giró hacia la joven y murmuró nervioso—espero no haberte incomodado —Mimi cerró sus ojos y negó, sin borrar su sonrisa. Normalmente, no tendría esa consideración con alguna conquista, pero la joven se veía tan delicada, que le provocaba esa necesidad de ser cuidadoso con ella. Además, era una trabajadora de Freezer, no podían seguir atacando a funcionarios del OIC, ya estaban advertidos.
El tono de alerta en los rastreadores los interrumpió, ambos, Vegeta y Raditz, miraron sus aparatos y comprobaron la notificación de Torn y Tuce. El príncipe giró hacia Raditz y asintió en su dirección. El saiyajin tecleó rápidamente en su comunicador, enviando la señal al grupo encargado de abastecimiento. Sonrió al terminar y levantó la mirada hacia Mimi, le pediría su número de contacto, pero la joven ya no estaba.
—¿Y Mimi? —preguntó mirando hacia todos lados, el príncipe giró hacia él y lo miró confundido.
—¿Quién? —dijo y miró hacia todos lados —¿la mujer de antes? —el soldado asintió, atento a su respuesta. El príncipe se encogió de hombros y murmuró—solo debía acompañarnos a que comprobáramos el cargamento, seguramente se fue.
—Maldición —se lamentó, peinándose el cabello hacia atrás—quizás era la mujer de mis sueños y la perdí de vista.
—He oído eso muchas veces —respondió el príncipe y miró el lente de su comunicador. Raditz se carcajeó al oírlo, le gustaba cuando estaban solos. Se conocían desde niños, por lo que había confianza que el heredero no demostraba cuando estaba con el resto de sus compañeros. Su padre Bardock, era un trabajador cercano a la corona después de que los alertó de una traición de Freezer, en la que planeaba eliminar el planeta. El rey tomó medidas inmediatas y lo confrontó, acordando un nuevo trato para calmar el disgusto del tirano del frío, sin embargo, después de eso, la confianza no era la misma. Trataban siempre de complacer al dueño del OIC, estaban hartos de trabajar para él, pero por el momento no podían hacer otra cosa, más que estar alertas y actuar con cautela. —Búscate una hembra saiyajin, no puedes pensar en una mujer de otra raza para que sea la mujer de tus sueños.
—Tengo muchas mujeres de muchos sueños —comentó Raditz, mirando hacia la nave, al ver como el grupo de saiyajin subía el cargamento—iré a ver cómo va la carga.
El príncipe asintió sin mirarlo, siguió revisando algunos documentos. Antes de embarcarse en la misión, había pedido un informe completo al OIC sobre todos los atracos y en qué momento se hizo el robo de cada uno. No había demasiada información, era como si la mercancía se esfumara de la nada y nadie veía ni sabía nada. Las cámaras no grababan, era como si la banda fuera invisible y su paso por cada bodega fuera un cuento. No tenían ninguna imagen de la banda, ni siquiera podían seguir el modo operandi, pues lo cambiaban cada vez. Suspiró, él era más de golpear y conseguir lo que quería, no de hacer planes elaborados para no ser notado, era más simple que el segundo método, o más bien, menos provechoso. Siguiendo ese modo de actuar se podía conseguir lo que quería sin consecuencias, le daba el punto a la banda de ladrones. Pero estando él ahí, eso no pasaría. Las armaduras y rastreadores llegarían si o sí a su planeta.
Apagó la pantalla de su rastreador y caminó hacia el resto de su grupo. Parecían hablar animados, con la energía habitual que les invadía cuando la misión ya estaba por terminar y volverían a su planeta en un par de días. Miró hacia atrás por inercia, pero nada había y antes de girar hacia el grupo de saiyajin que lo acompañaba hace más de quince años, oyó gritos de sorpresa. Giró bruscamente hacia el frente, vio a sus compañeros exclamar y empujarse, mirando en los alrededores. Se elevó rápidamente y voló hacia ellos.
—¡Príncipe! —exclamó Raditz cuando lo vio aterrizar a unos metros de distancia, su rostro estaba pálido—¡La carga no está! ¡Hace cinco segundos estaba aquí!
—¿De qué mierda estás hablando? —ladró con un tono amenazante, se acercó al grupo y empujó a Tuce para mirar al interior de la cabina y se quedó congelado, no había nada, las cajas que contenían 2000 armaduras y 3000 rastreadores, que habían pagado y cerrado el trato, no estaban—¡¿Qué mierda pasó?! ¿Cómo fueron tan descuidados?
—¡Príncipe, estábamos atentos! —exclamó Torn—fue en cosa de segundos, en un momento estaba toda la carga y al siguiente, no había nada… —Vegeta frunció el ceño, sintió la ira apoderarse de su cuerpo y pronto el calor se instaló en su pecho, le cosquilleaba la base de su cola. Se elevó nuevamente y gritó fuerte.
—¡Dispérsense! No pueden escapar con una carga tan grande sin que nadie los vea—los saiyajin le obedecieron al instante y cada uno voló en una dirección opuesta.
Vegeta voló alrededor del centro de abastecimiento en un minuto. Veía trabajadores del OIC caminar de aquí para allá, nadie sospechoso. Sus compañeros estaban vigilando la zona de despegue, otros el cielo y los asteroides cercanos que tenían campo de gravedad en el que se podía habitar, que el OIC usaba de hospedaje para algunos trabajadores. No había nada fuera de lugar, estaba todo como antes de que el cargamento fuera robado, entonces una idea vino a su mente. El grupo que estaba robando, trabajaba en el mismo OIC, era la única alternativa que consideraba que tenía más solidez. Aun no entendía como se llevaban las cargas tan rápido y sin ser vistos, quizás era una especie de teletransportación, sabía que había especies que podían hacerla. Estrechó sus ojos negros, su semblante se ensombreció, y mientras descendía, apretó su rastreador y entró en comunicación con el resto del grupo.
—Vengan —ladró, sin dar más detalles. Volvió hacia la nave, aterrizó con suavidad al estar cerca de la máquina y caminó hacia la cabina, se quedó observando el espacio vacío. Oyó un aterrizaje detrás de él, luego otro y el último unos segundos después.
—¿Encontró algo, príncipe? —preguntó Tuce. Vegeta observó el semblante de los tres soldados, lucían cansados por el vuelo rápido, pero, sobre todo, desesperados y humillados, tal cual él se sentía. Eran el grupo de elite con más misiones completadas con éxito, eran superiores en muchos sentidos y habían fallado de la forma más vergonzosa.
—Tienen que estar aquí todavía —comentó con seguridad—no pueden desaparecer con un cargamento tan grande. Estamos buscando en el lugar equivocado —Raditz alzó ambas cejas al oírlo, mientras que Torn y Tuce se miraron el uno al otro—deben ser trabajadores del OIC.
—Tiene sentido —murmuró el saiyajin de melena larga—le preguntaré a Mimi si sabe o vio algo.
—¡Deja de pensar con el pene! —gritó Vegeta. Raditz dio un brinco en su sitio, con las mejillas sonrojadas. No eran una especie pudorosa, al contrario, pero el regaño del príncipe le pilló desprevenido—olvídate de esa zorra, necesito que den la alerta, nadie se puede retirar del planeta. Que cierren los puertos y enciendan la vigilancia atmosférica.
—A la orden —asintieron los tres saiyajin al unísono, pero antes de separarse. Un reptil con la armadura del OIC se les acercó.
—¡Príncipe Vegeta! —exclamó al verlo—¿Qué ocurrió? —Vegeta se fijó en el nombre de su identificación "Legih". El soldado vestía con una armadura tradicional, su traje era negro, en la cabeza tenía una cresta morada que parecían púas.
—Nos robaron —respondió Raditz, mirando al soldado—¿viste algo?
—¡Debió ser conejo negro! —refunfuñó el lagarto, apretando las manos en puños. El príncipe estrechó sus ojos negros y lo estudió fijamente, en sus rasgos faciales no había nerviosismo, por lo que supuso que no mentía.
—¿Así se llama la banda que está robando? —preguntó con el ceño fruncido, cruzándose de brazos—esa información no estaba en los informes.
—¿Banda? ¡Es un solo sujeto! —Vegeta se quedó inmóvil, pensando las palabras que decía el soldado, el grupo de saiyajin en cambio, exclamó incrédulo al oírlo—¡Es verdad! Es solo uno, por eso nadie lo ve, nunca.
—¿Por qué esa información no está en los informes? —repitió Vegeta, de pronto su respiración se aceleró, la rabia empezaba a manipular su cuerpo. Le daba golpecitos con sus dedos a sus brazos, intentando controlarse, no podía ni quería creer que todos esos robos fueran obra de una sola persona, era ridículo pensarlo.
—Por que no me creen —confesó Legih, suspiró ruidosamente y miró al saiyajin de melena flameada—hace tiempo que oí de un ladrón profesional, conejo negro o black rabbit —murmuró pensativo—cualquier cosa, pero de verdad cualquier cosa, él se puede robar. He oído que lo han contratado en algunos planetas, e incluso a sus mismos contratistas les roba. Nunca se puede confiar en él, pero es el mejor en lo que hace.
—¿Por qué no te creen? —preguntó Raditz—pareces estar seguro que se trata de ese black rabbit.
—Por lo mismo que piensan ustedes —dijo frunciendo su ceño, sus ojos parpadearon desde los costados y Raditz no pudo evitar hacer una mueca de asco cuando lo vio—que es imposible que una sola persona fuera el autor de todos los robos y sin que nadie lo haya visto. Le mandé la información al comando central del OIC, pero no me toman en cuenta. El modo de robar es muy simular al de black rabbit, nadie sabe cómo lo hace, es un profesional.
—Leigh —dijo el príncipe, después de unos segundos de silencio. El lagarto lo miró atento, Vegeta se inclinó un poco para llegar a su altura, su rostro quedó a unos diez centímetros del hocico puntiagudo del lagarto, lo miró fijamente y murmuró—me dirás todo lo que sabes de ese charlatán.
Leigh tragó en seco, miró al príncipe y luego al resto de saiyajin, con todos en silencios y con sus ojos negros puestos en él, le fue imposible sentirse tranquilo. Suspiró con disimulo, miró al príncipe y soltó todo lo que sabía, como si su vida dependiera de ello.
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N/A: Espero que les haya gustado el cap, es cortito, lo sé, pero la idea es que no sean tan extensos como JAT, o VAM. El fic está pensado para relajarme un poco del drama de VAM y JAT, la idea es que sea divertido, espero conseguirlo.
Lamento si hay palabras revueltas, faltantes o sobrantes y si hay algún error ortográfico x-x mis ojos mueren, dibujar la portada en el pc me dejó morida.
Espero, de verdad, que les haya gustado y quieran acompañarme en esta idea xDD
Nos leemos y que estén todas muy bien :3
Saluditos,