Advertencias: Riesgo de Lemmon Threesome


En Otra Piel.

La lluvia había helado el ambiente en cuestión de segundos, por eso su respiración empañó el vidrio cuando decidió acercarse y observar el paisaje urbano a través, en busca de una figura especifica entre las filas de transeúntes desconocidos que se apresuraban a sus propios destinos. Juno jamás hubiera imaginado que a sus veinte años estaría esperando con creciente impaciencia porque dos de sus pretendientes se aparecieran en el local acostumbrado con el objetivo de recuperar todas esas lunas que se escurrieron como las gotas deslizándose en los cristales desde afuera. Pues cuando terminaron inscritos en diferentes universidades, Juno se hizo a la idea de que esta frágil e impensable convivencia terminaría por perderse entre los apetitos carnales de amoríos espontáneos y que sus llamadas o mensajes de texto disminuirían hasta desaparecer por completo de su rutina diaria. Pero, sorprendentemente, ni Haru ni Louis brindaron paso porque esta extraña relación se fragmentara, ni siquiera en sus redes sociales insinuaban romances calientes con sus compañeros de clase o compañeras de apartamento, suceso que inevitablemente terminó por confundir aún más el entendimiento de Juno. No era como si hubiese dudado de la capacidad de Haru para ser fiel, o porque Louis buscara seguir el destino que su padre ya le había señalado, era porque los había conocido en medio del libertinaje y consideró sería imposible domar la sed de atención de cada uno, su necesidad por ser mimados y escuchados entre el ruido como si fuera la clave para la supervivencia suprema. Porque Haru era como una flor silvestre que se abría paso en zonas adversas a toda la naturaleza, curiosa, terca y demasiado libre para apegarse al sistema. A diferencia de Louis quien era demasiado apegado a sus creencias como un roble en el bosque, poderoso y sabio.

Su atención dispersa fue atraída al presente cuando el sonido de un golpe ligero azotó sobre su mesa. Sin discreción miró a la mesera que la había atendido desde su llegada, no dudando en brindarle una sonrisa que también afirmaba que no había nada por el cual debiera preocuparse. La guepardo le devolvió la sonrisa luego de inspeccionar cuidadosamente el rostro de Juno con gesto severo para retirarse con una postura radiante y proseguir llevando las ordenes al resto de clientes ocupando el establecimiento carnívoro. Juno vio cómo su querido amiga agradecía a la clientela por su paciencia con aquella servicialidad que había visto en pocos trabajadores, entonces miró en dirección al mostrador saludando a un adormilado tigre cuyo gesto apenas fue una respuesta para indicarle que tenía su atención. La joven recordó entonces el motivo por el cual ese local en especial era importante para ella. Este café se trataba del negocio de sus mejores amigos, una familia de felinos con dos integrantes que se habían esforzado mucho para salir adelante por su cuenta. Juno recordó que fue el primer sitio donde invitó a ambos herbívoros, donde por primera vez los sorprendió, razón por la que desde entonces acordaron este fuera su punto de encuentro.

En este mundo loco donde herbívoros, carnívoros y omnívoros se mezclaban, no existían experiencias simples o monótonas, especialmente cuando se trataba de sexo. Los antropomorfos eran criaturas con estructuras físicas y comportamientos exquisitos para quienes gustaban de probar cosas nuevas de forma constante, ya que ni un sólo antropomorfo era igual a otro, pues las razas variaban en cuanto a su población, color de piel, pelaje, estilo de vida y personalidad. Y antes de conocerse, Haru había recorrido tantos cuerpos que su gusto por los carnívoros pronto alcanzó un nivel tan alto que la anatomía herbívora no podría derrocar por mucho que cualquier macho o hembra intentara seducirla, pues el único herbívoro a quien había aceptado todo este tiempo había sido a Louis, por cuestiones sentimentales que difícilmente serían desintegrados.

Entonces, ¿cómo fue que Juno terminó en esta situación? Fue la primer pregunta que se formó en su mente al visualizar la silueta de su novia cruzando la puerta de entrada en compañía de su amante y amigo ciervo, la campana agitándose con la sutilidad de un ave cantando melodías de cuna. Las manos de Juno temblaron ansiosas por tocar esas pieles que tantas veces se descubrió fantaseando, incitándola bajar la cabeza apenada por la forma en que su corazón palpitaba al ver que ellos se acercaban. Pero al darse cuenta de la hora no pudo evitar molestarse, ya que su encuentro debió suceder una hora atrás y esos herbívoros se había atrevido aplazarlo, también debido a eso no tuvo el valor de levantar la mirada. Haru tomó asiento a su lado sin siquiera pedir parecer, rodeandole los hombros con un brazo y depositando en su mejilla un beso con aroma a cereza, el mismo perfume que volvía a Juno loca. Aquello debía ser deliberado porque conocía cada una de sus debilidades a la perfección. Louis tomó asiento frente a ellas. Ningún carnívoro se sorprendió o prestó atención a su extravagante entrada, debido a que los comensales que lo frecuentaban ya sabían sobre la reunión de los tres interesados.

—Discúlpanos por llegar tarde, sucedieron cosas —le susurró Haru al oído con ese tono pretencioso que crispaba los nervios de Juno pero su aliento también olía a cereza así que se reconoció incapaz de quejarse por ello también—. Mírame, Juno —dijo deslizando su otro brazo por el estomago de su amada, alcanzando sus caderas y atrayendola con una fuerza casi exigente contra su escuálido cuerpo—. No me obligues a suplicarte.

—Es lo mínimo que deberías hacer para compensar tu falta —replicó Juno en voz baja.

—Hacerlo dañaría mi reputación a menos que me lo pidieras sobre una cama. —El cuerpo de Juno se tensó y el calor subió por su vientre hasta llegar a sus mejillas, presa del pánico se removió involuntariamente pero el abrazo de Haru era insistente y su obstinación lo era mucho más, pues aún cuando intentó soltarse en serio, Haru no se molestó en disimular su inquietud por mantenerla cerca—. Si... —ronroneó—, me gusta más verte avergonzada.

—Noto que estás más impaciente que de costumbre, Haru —comentó Louis distraídamente.

—¿Puedes culparme? No hemos tenido suficientes momentos a solas.

—Me temo decirte que tendrás que esperar más tiempo —replicó la joven canina con obstinación, pretendiendo defenderse de su propia frustración.

—Oh, vamos —Haru se frotó contra la mejilla de Juno—. Ha sido difícil para mi tenerte lejos y ver a mis compañeros disfrutar de vidas plenas a lado de sus parejas. Te necesito ahora, bonita. Por favor, no me tortures con tu indiferencia. Prefiero cuando coqueteas conmigo, ¿o es que coqueteas con alguien más y por eso ya no te importa estar conmigo?

—¿Qué? —Juno se sobresaltó con espanto—. Por supuesto que no, ¿quién crees que soy? Estoy en una relación contigo... y con Louis, lo que significa cero coqueteos con otros.

—En ese caso, vamonos de aquí. Yo invito el café de mañana.

—¡Haru! Quítate de encima —exigió tratando de alejar a ese cuerpo que obstruía considerablemente sus movimientos. Mas fue la voz de Shiira aquello que consiguió la cooperación de Haru. Y cuando los tres miraron se dieron cuenta que la felina ya estaba junto a su mesa e incluso tenía preparada la libreta para apuntar sus pedidos.

—¿Van a ordenar? —se aseguró. Juno miró a la coneja que todavía la apresaba con sus brazos, tomando la elección de la que se arrepentiría seguramente.

—Creo que esta vez no —y su respuesta sorprendió a los dos herbívoros—, mañana vendré temprano por mi café así que espérenme anticipadamente. —Juno se levantó de su asiento, librándose de las manos que la mantenían sujeta y se encaminó a la salida despidiéndose de sus amigos sin molestarse en mirar a sus acompañantes quienes no dudaron ponerse de pie también para perseguirla mientras los demás carnívoros observaban la escena; Shiira preocupada y Bill divertido, pues aquellos tres en verdad eran muy extraños.

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Bajo las delgadas gotas de lluvia, Juno caminó sin detenerse por las avenidas, ignorando a quienes no se rendían de acompañar sus pasos. El silencio entre los dos herbívoros y la carnívora era abrazador pero esto no le preocupaba a Haru en lo absoluto. No era la primera vez que Juno fingía indiferencia así que podía deducir el juego que estaba implementando en su esperado encuentro. La coneja echó a correr alcanzando la posición de la canina y abrazándola de nuevo por la cadera, verificando por la falta de reacción que todo estaba bien, después de todo la habría empujado de haber estado molesta como pretendía estarlo. Juno dejó de caminar y con esto Haru aprovechó para besarle una mejilla con ternura de un salto, ignorando la humedad del ambiente y disfrutando la frialdad de aquel pelaje al contacto con sus bigotes albinos. Sino se apresuraban en quitarse la ropa y encontrar un sitio cálido se resfriarían. Este pensamiento incitó a Haru sonreír con cierta picardía.

—Te extrañé mucho, Juno —susurró mientras la abrazaba otra vez. Juno se estremeció en respuesta y bajó la cabeza con timidez; el nerviosismo que agitaba sus entrañas cada vez que Haru hacía eso era como la primera vez.

—¿Ah, si? Pues su horrorosa demora a nuestra cita demuestra lo contrario.

—Aw, bonita. No fue porque nosotros quisiéramos. El autobús se retrasó por culpa de un accidente, ¿verdad, Louis? —Haru se dirigió al ciervo en busca de apoyo verbal, el cual Louis demostró asintiendo con una sonrisa y apresurándose en acomodarse en el otro costado de la canina para tomarla de la mano, acción que terminó siendo correspondida en el acto por quien todavía se negaba a mirarles—. Debiste vernos correr siquiera arribamos, estoy segura que comprenderías lo preocupados que estábamos por llegar a tiempo sinos hubieras visto empujar a todo el que se cruzaba en nuestro camino. ¡Soy testigo de que Louis incluso empujó a un policía en nuestra carrera!

—... Está bien —dijo después de unos momentos—. Discutiremos esto camino a mi departamento, pero por favor no se me peguen mucho.

—¿Ehhh? ¿Por qué no? —inquirió Haru de forma traviesa—. ¿No sería más lindo que camináramos todos juntos así?

—Siento que daríamos la imagen de tres niños que regresan de jugar a la pelota en el parque o, en cualquier caso, a las muñecas —comentó Louis con gesto aburrido, su acento plagado de incertidumbre, y sus palabras enseguida causaron la frustración en la pequeña herbívora quien arrugó el ceño severamente.

—¿Por qué siempre arruinas mis ilusiones de esta manera, Louis? Como castigo serás el único que no camine tomado de la mano de Juno. ¡Suéltala!

—Que egoísta, solo estás buscando un pretexto para dejarme afuera.

—Tengo todo el derecho de imponer orden ya que tu eres un macho arrogante e insensible.

—¿Lo dice quien deja en visto los mensajes?

—¡Eso sólo ocurrió una vez! —se quejó Haru bajando las orejas—. Y porque mis compañeros me obligaron atenderlos antes de que pudiera responder.

—No está bien decir mentiras, Haru.

La risa de Juno entonces rompió el intercambio de insultos que sus dos acompañantes pronto habían emprendido, haciéndolos callar al instante por la forma en que atrajo las manos de los dos a su hocico, dedicándoles un beso en las puntas de sus delicados dedos. Ambos herbívoros se reconocieron sorprendidos por el gesto antes de formar una sonrisa avergonzada, pues habían olvidado que estaban bajo la brisa de lluvia a mitad de una avenida desnuda, y esto lo comprendieron cuando Juno los miró a los ojos con todo el cariño irradiando de su mirada, siempre sería gratificante cuando la loba reía divertida.

—Calma, chicos. Los dos podrán turnarse para darme amor en casa, por ahora quiero que caminemos separados ¿está bien? —sugirió Juno, maternal—. Aunque tu propuesta es encantadora, Haru, apoyo el punto de vista de Louis, se vería muy raro que tres universitarios camináramos tomados de las manos por las calles, especialmente por el barrio en donde vivo. No olvides la última vez que nos vieron juntas.

—Si, lo recuerdo—admitió Haru con el ceño fruncido— Odiosos perjuicios —agregó entre dientes, manteniéndose en una postura digna mientras andaba e incitaba a los otros dos seguirle el paso después de compartir una sonrisa entre sí.

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Los tres caminaron exponiendo conversaciones agradables durante todo el recorrido, comentando sobre las cosas que habían vivido en sus universidades, los proyecto que tenían y otro par de detalles extras sobre la convivencia con sus compañeros de clase. Juno se sintió entretenida con las interesantes anécdotas que los herbívoros le compartían, correspondiendoles con toda la situación que estaban viviendo en el internado, cómo las cosas se ponían cada vez más difíciles para la coexistencia que habitaba en el mismo y los reglamentos poco convencionales que estaban implantando. Y sin darse cuenta, llegaron al departamento que Juno rentaba, así que no se evitó darles una pequeña guía por su residencia, mostrandoles la ubicación de su baño donde serían libres de tomar una ducha, ofrecerles bebida y bocadillos mientras decidían qué actividades realizarían ese fin de semana, pues ahora que por fin tenían tiempo para ellos no desaprovecharían la ocasión. Los tres se sumergieron en los jugueteos y caricias espontaneas, divirtiéndose tanto que no prestaron atención a las necesidades biológicas hasta entrada la noche, donde olvidaron la película seleccionada para su deleite acomodados sobre la cama de la canina de forma alineada entre ellos. Las ropas ligeras seleccionadas cuidadosamente por la anfitriona friccionándose entre si a medida que los herbívoros se rendían a la atracción provocada por los sutiles movimientos que les invitaban a complacerla. Juno liberó el primer jadeo cuando una de las delgadas manos de la coneja alcanzaron su entrepierna, estimulándola con movimientos circulares al tiempo que las yemas de los dedos de Louis se entretenían con los pezones de sus senos. Los alientos de ambos se detuvieron a cada costado de su cuello, sus lenguas proporcionándole lamidas cuidadosas, divergentes entre besos traviesos. Con una risa encantadora, Juno repartió besos con ambos, sintiéndose cada vez más ansiosa de probar la carne que lentamente la llevaban al pecado.

—Hum, me gusta así—elogió Juno, frotándose más cerca de las manos que recorrían su rojizo pelaje con persistencia—. No se detengan —pidió en tono seductor mientras mordía con suavidad el cuello de Louis, quien inevitablemente dejó emerger un suspiro desde la parte más profunda de su garganta. Juno sonrió dejando colar su mano a la entrepierna de Haru quien se sobresaltó un poco sorprendida por la acción, más pronto relajándose sobre su palma como si de un asiento se tratara—. Oh, Haru, estás tan mojada... tu aroma es increíble, tan delicioso. Eres tan hermosa.

—Joder... sabes como encenderme —aceptó Haru con un gemido alargado, inclinándose sobre el pecho de la loba con la intención de descubrir sus pechos de una vez por todas para depositar sobre estos sus labios, besar cada tramo de pelaje componiéndola antes de utilizar su lengua para juguetear con sus erectos pezones, manteniendolos donde quería con ayuda de sus delicadas manos, apretujandolos de momentos.

—Déjame hacer eso —solicitó Louis imitando a Haru, teniendo cuidado con cada movimiento sin que ninguno descuidase la estimulación en la cilitrosis de la canina, pues lo que menos querían era hacerla sentirse incomoda o que se negarse a sus cuidados.

—Oh, les encanta tocarme ahí ¿no es así? —comentó Juno sorbiendo el aire—. Pueden hacerlo el tiempo que quieran, no me molesta —De un impulso echó la cabeza hacia atrás, rodando los ojos, fascinada por las sensaciones, y casi con timidez gimió—. Rayos...

—Me encantas, bonita —comentó Haru deteniéndose un momento para admirar el rostro de su amada ser consumido lentamente por el placer que le proporcionaban—. Como recompensa te haré sentir mejor —afirmó gateando sobre la cama hasta posicionarse entre las piernas abiertas de la carnívora. A Haru le encantaba que la canina fuese tan alta, sus piernas largas y firmes eran aspectos que la hacían volar su cabeza con sensuales fantasías que siempre conseguía cumplir con un poco de perseverancia y meticulosidad durante el proceso de estimulación y esta no sería diferente de otras situaciones coitales—. Mantente así, querida —indicó rodeándose con esas atractivas piernas sobre su cuello antes de comenzar a beber del elixir femenino a su alcance. Louis sonrió con tan lasciva vista.

Juno se estremeció ante el tacto húmedo que la abordó sin abstención, gimiendo en el momento que la destreza de aquella lengua aumentó su velocidad, entonces se mordió uno de los dedos, en busca de controlar las ansias que nacían de su lujuria. Mientras tanto Louis se hizo cargo de hacerla sentir escalofríos con su aliento sobre sus oídos, besándola y mordiéndola ocasionalmente, presa de la pasión que le inspiraba tan indecente suceso. Juno no podía creer que estuviera teniendo sexo con ellos dos de nuevo, pues ella era pecado en cuerpo y mente, era desolación, rocío ardiente, él era templanza y una corona de espinas, era frescura, el incentivo que le hacía falta a su vida, y la habían poseído cual espectro, obligandola cometer delitos imperdonables, debido a ello ahora era incapaz de escapar de sus calientes acciones por lo mucho que los amaba, por lo mucho que deseaba sus cuerpos, por lo mucho que la llenaban física y sentimentalmente. Estaba pensando de qué manera sostendría tanta felicidad saturando su pecho cuando de pronto, Haru se levantó de su posición, uniendo ambas vaginas en un beso humedecido con el producto de su excitación para comenzar a crear fricción a un ritmo acelerado, impetuoso.

—¡Haru! —exclamó la loba, aunque planeó quejarse terminó pronunciando el nombre de la herbívora con una mezcla de reproche y satisfacción.

—¿Te gusta, cariño? Pensé que ya era hora de que lo hiciéramos así.

—S-Si... muévete así, por favor. —Con un gruñido, Juno tomó el miembro viril de Louis, quien fue incapaz de luchar contra la agitación de su propio corazón. Juno nunca fue reservaba al momento de complacerlos así que no se limitó en obedecer a sus instintos y a la guía de la carnívora sobre sus movimientos—, aquí, déjame ayudarte —comentó con aparente inocencia, sin tardarse en liberarlo de su incomodidad y tomar su miembro con la voracidad de un experto—. Te extrañaba, cariño —agregó antes de continuar.

Louis se dejó hacer y Haru no se detuvo en ningún momento hasta que llegaron al orgasmo prometido, Haru tomó un poco de los fluidos compartidos para lamerlo ante la mirada atenta del ciervo quien se acercó hacia ella para compartir un beso profundo, el cual volvió a enfocarse en el cuerpo de Juno. Haru se inclinó para tomar una nueva posición sobre la vagina contraria, penetrándola con sus dedos, estaba tan lubricada que Haru no tuvo más opción que seguir trabajándola de aquella manera. Louis sujetó las orejas de la canina al sentir su propio orgasmo cercano a la culminación, indicándole con ello que se detuviera antes de que su pegajoso semen la ensuciara. Juno se separó y se levantó de donde había permanecido recostada mientras Louis liberaba el producto de su satisfacción, tomando a ambos herbívoros de las caderas, cargando a Haru de un movimiento sencillo para que estuviera a la altura de sus rostros y atraerlos a ella, haciéndolos comprender que esperaba un beso entre los tres para poder continuar. Y así lo hicieron, y aún después de separar sus cavidades, sus lenguas permanecieron unidas por hilos delgados de saliva.

—¿Tienen un juego en mente? —quiso saber, genuinamente interesada.

—Es curioso que lo preguntes porque yo estaba pensando en combinar las fantasías de las que estuvimos hablando hace unos días por teléfono —comentó Haru, jugueteando con el pelaje rojizo que componía las mejillas de la hermosa loba gris—. ¿Qué dicen?

—Opino que será interesante —afirmó Louis convencido—. No todos los días tenemos la oportunidad y el humor de estructurar un escenario entre los tres.

—Me parece bien pero, si en algún momento se sienten incómodos, no olviden usar sus palabras de seguridad y todos nos detendremos al instante ¿de acuerdo?

—Siempre puedo contar contigo, bonita —dijo Haru como única respuesta, apresurándose en abrazar una vez más a la canina quien aceptó el gesto con una sonrisa. Louis bufó divertido con la actitud de la coneja, pero no tardó en ser halado para unirse también al abrazo de la joven loba, mientras los tres realizaban pequeñas caricias sobre sus satisfechos cuerpos, a las cuales no se resistieron dentro de las horas siguientes, donde continuaron explorando el poder de su sexualidad sin abstenerse de disfrutar hasta la última calada de aliento entrecortado.

Fin.


Notas Finales: Me apetecía escribir un poco de hard yuri con bisexualidad incluida y heme aquí por esa simple razón. Siempre he considerado que Juno tiene potencial bisexual y no hay mejores parejas sexuales que Haru y Louis, es por eso que también ellos fueron elegidos para esta situación, jeje. Y como la relación herbívoro-carnívoro es una moda común en el fandom pues... Espero que les haya gustado.