"La cita rara"

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"Aunque lo intente ya no puedo más, verte de lejos"

Luego de haber tenido una cena divertida en el restaurante del padre de Kotoko. Ambos se regresaron a su casa, conversando sobre temas triviales y hablando de lo bueno que era la vida cuando no existían muchas preocupaciones de por medio.

En cierta forma, fue agradable tener un rato de descanso antes del desastre con el que le tocaba lidiar, gracias a su madre. Pareciera que le hizo un amarre de amor con una desconocida que le hacía bullir la cabeza.

Sahoko no era fea, al contrario, era hermosa, pero no le atraía. No necesitaba más motivos para rehusarse a aceptar un matrimonio de ese calibre.

En pocas palabras, lo usaban como mercancía lista para vender, pasándola de un lado a otro a ver quien decide comprarlo sin reembolsos.

Patético, diría Naoki, patético e iluso.

Mientras se mantenía dubitativo durante lo que le quedaba de la semana e incluso el mismo día en que tenía la cita con Sahoko, pensando en las tempestades que aún le faltaban por recorrer, porque apenas sentía que estaba en el atolladero de la montaña y restaban kilómetros para llegar a la cima. Al punto en que él anhelaba arribar con valor y templanza.

No bastaba solamente con repudiar lo que el presente le proporcionaba, sino lo que el futuro le traería si no se ponía las pilas, detalle que recordó que su amigo Watanabe le mencionó cuando eran estudiantes de preparatoria y él no le entendió al principio, pero ahora en su reciente situación, lo entendía más que perfecto.

Naoki entendía que si no hacía las cosas en el tiempo preciso, no habría segundas oportunidades.

Por eso esa mañana en que partió a su cita, no lo dudó dos veces seguidas, no bastó con plantearse toda la noche que en aquella cita nefasta le diría a Sahoko que no quería prolongar el falso compromiso, porque no le gustaba.

Eso sí, desconocía cómo se lo diría, porque sería un momento relativo, nada especial y esperaba con franqueza, que no fuera nada caótico.

Así como en el odio y el amor solo existe una fina línea entre ambas, así existía la posibilidad de quebrarlas con el mínimo roce del viento yendo en su contra.

Cualquiera que fuera su decisión, ocurriría sin poderla evitar.

La temida cita le aguardaba en la casa de los Oizumi donde recogería a Sahoko antes de ir a comer a un restaurante con previa reservación y luego asistir a una orquesta. Naoki mil veces prefería ir a comer a un puesto de comida de la calle y escuchar a Kotoko cantar acapella.

Lo primero que hizo luego de recogerla, fue meterla al carro como todo un caballero, notando que ella lo miraba de reojo con cierto aire de curiosidad, como si quisiera preguntarle algo más, a parte del simple y cordial 'cómo estás?', mas no se atrevió a hacerlo, un detalle que le pareció un tanto extraño a Naoki, quien enarcó una ceja en gesto interrogatorio.

—No es nada— Tartamudeó ella, tratando de verse lo más natural posible.

Naoki sin creerle mucho, lo dejó pasar por ese momento, solo para no presionarla.

—De acuerdo— Fue su respuesta. Parco y neutral.

Sin embargo, Sahoko lo tomó desprevenido, cuando él conducía, porque se animó a preguntarle algo que lo distrajo de su acción.

—Cómo ha estado Kotoko-san?— Preguntó con un deje de curiosidad que Naoki no tuvo la cara para dejarlo resbalar.

—Ha estado bien— Repuso benevolente.

—Oh— Asintió, como esperando más detalles en su respuesta.

—Le va bien en la universidad—Añadió Naoki, sintiéndose incómodo en cuanto a hablar de Kotoko respecta.

—Y cómo es que está trabajando en Pandai?— Interrogó Sahoko, esbozándole una pequeña sonrisa. Naoki notó que sus mejillas estaban ligeramente coloradas en rojo, pareciéndole raro aquello.

—Kotoko está haciendo sus prácticas en Pandai— Respondió Naoki en tono escueto.

—Prácticas?— Repitió Sahoko interesándose. Naoki asintió enrarecido.

De cualquier manera, fueron a comer al restaurante, para sorpresa de Naoki, era un restaurante de comida francesa. Le recordó la vez en la que él fue con Kotoko al restaurante de las crepas y no pudieron probarlas, porque éste la presionó y ella terminó estallando y revelándole parte de su pasado y su desconfianza por estar en otra relación con un hombre.

Naoki había sido un idiota en aquella ocasión.

—Em, Naoki-san?— Sahoko le habló, habiendo acabado de comer su plato de Beef Bourguignon. Que por cierto, emanaba un olor exquisito.

—Qué pasa, Sahoko-san?— Asintió Naoki, quien comía una segunda ración de sopa de cebolla, porque con una sola porción no fue suficiente, pues le pareció deliciosa la sopa.

—Tienes una cara de estar recordando algo— Comentó ella, cruzando sus dedos entre sí. Naoki apretó los dientes, maldiciendo por dentro por su pequeño desliz.

—Ah, sí?— Musitó terso.

Sahoko asintió, ojeándolo atentamente; a Naoki le incomodaba ese gesto, sobre todo, de una mujer desconocida.

—Hay algo que te moleste?— Intentó preguntarle sobre su estado. Naoki apostaba a que su cara expresaba su terrible añoranza de tener a Kotoko consigo, porque aunque lo intentara, era difícil no desearla todo el tiempo.

—No— Negó manifestándose indiferente. —Solo estaba pensando en que esta comida está muy buena—

—Ah, claro— Repuso Sahoko, sacada de sí. —A mi abuelo y a mi nos gusta mucho venir aquí—

—Pues la comida es muy buena— Complementó con un tono serio. —Nunca había venido aquí—

—Qué lugares sueles frecuentar para ir a comer?— Sahoko cruzó los cubiertos para que el mesero le retirara su plato vacío.

Exactamente a qué lugares solía ir Naoki?

Pensó en los puestos de comida a los que solía frecuentar en compañía de Kotoko, también de la comida que probó en la discoteca del día de su graduación, lo cual fue una experiencia torpe y única. Añadiéndole que hace menos de una semana comió en el restaurante del padre de Kotoko, la comida de Kin-chan, misma que estaba exquisita.

En resumen, todos los lugares a los que iba, Kotoko estaba presente.

—Bueno, suelo ir al restaurante del padre de Kotoko— Afirmó Naoki, mesando sus manos. Los ojos de Sahoko se iluminaron a la mención de ese nombre.

Qué significaba esa reacción?

—El papá de Kotoko tiene un restaurante?— Dijo con un deje de emoción.

Naoki asintió, mirándola como si ésta tuviera dos cabezas.

A qué se debía el interés de Sahoko en relación a Kotoko? Ese interés no le parecía normal, al contrario, le perturbaba, le ocasionaba escalofríos combinados con incertidumbre.

—Y qué comida sirve?—

—Comida tradicional japonesa—

—Y Kotoko-san piensa heredar el restaurante?—

—No lo sé—

Naoki se mordió el labio inferior, apretando los dientes tanto como pudo, antes de continuar con la sopa que se le estaba enfriando por la interrupción.

Vaya giro que iba dando su salida con Sahoko, porque de cómoda no tenía nada.

Esa cita cada vez se tornaba más rara, que normal.

Finalizaron la comida pidiendo una tanda de postres franceses, de los cuales, cada quien podía elegir los que gustaran.

Entre tanto, él esperaba que el interés de Sahoko en referencia a Kotoko no fuera algo alocado.


Terminando de ver la orquesta, salieron caminando entre la multitud de personas.

La orquesta estuvo aburridísima, lo único que hizo reaccionar a Naoki de su trance fue haber soñado despierto que Kotoko se dormía sobre su hombro, acurrucándosele.

Casi se colapsa al pensar que pudo haber sido la Kotoko real, porque la sensación fue tan presencial en su cuerpo, que juró que se trataba que ella estaba realmente a su lado.

Naoki era un tonto al imaginársela si la veía literalmente todos los días.

Se notaba que todo su cuerpo reaccionaba a ella, que todo su ser palpitaba por tenerla, la añoraba tanto que podría reventar en un instante.

Sin anticiparlo mucho, comenzó a llover justo cuando salieron de la orquesta. Sahoko por suerte traía consigo una sombrilla, a comparación de él que no había traído ninguno, porque no pensó que se tardaría tanto en la cita.

—Parece que nos tocó una gran lluvia— Comentó Sahoko con una risita.

—Ajá— Musitó Naoki secamente. Ansiaba muchísimo estar en las comodidades de su casa, bebiendo un rico té preparado por su madre acompañado de unas galletas de mantequilla o de azúcar y en compañía de Kotoko, inclusive de su hermano menor, con quien no se había estado llevando bien, como en el pasado.

—Me agrada la lluvia, pero me gustan más los días soleados— Opinó Sahoko, asomándose por la ventana del carro.

Aburrido, pensó Naoki, rodando los ojos.

—Hm— Asintió, moviendo la cabeza.

—Se pueden disfrutar mucho los días cuando se hay mucho sol— Suspiró contentada. —A ti, te gustan los días con sol o con lluvia, Naoki-san?—

—Los dos— Respondió por reflejo.

—Y a…— Se frenó un poquito, dudando.

—Sí?—

—Y a Kotoko-san?—

—Qué?—

De nuevo, Sahoko mencionaba a Kotoko.

Naoki frunció el ceño.

—A Kotoko le gustan todos los climas— Contestó con frialdad.

Sahoko soltó una risita.

—Me imaginé— Mencionó sonriente. —Cuando la vi me pareció ser una chica muy risueña—

—Lo es— Dijo precipitado, arrepintiéndose al momento en que salió eso de su boca.

Soy un idiota, se dijo apretando los dientes.

Oyó a Sahoko suspirar ambiguamente, porque no entendió la intención de aquel suspiro. Se prestaba a diferentes interpretaciones, pero no captaba el mensaje entrelíneas de aquel suspiro.

En uno de los altos, casi sintió que el corazón se le ancló al pecho, cuando su atención se dispersó en dirección al parque público.

Kotoko estaba allí bajo la lluvia. Su cabello negro lacio estaba suelto, su cabeza dirigida hacia el cielo. Su aspecto lucía empapado por la lluvia.

Qué hacía ella allí? Peor, ¡sola!

Por qué?

Naoki sintió una terrible preocupación por ella, por verla sola bajo la lluvia y sin sombrilla. Quiso bajarse del carro y correr hacia ella, protegerla y cuidarla, pero no podía salirse del vehículo porque Sahoko estaba ahí, y además esa chica mostraba actitudes raras en cuestiones relacionadas con Kotoko. Le daba desconfianza a Naoki poner a las dos chicas juntas, más que nada por Sahoko.

Por mucho que Naoki lo intentara, no se hallaba consigo mismo cuando esas situaciones en las que no podía estar con ella ocurrían.

Impotencia y frustración se combinaban en su interior y se volcaban a una sensación tan horrible que lo sometía a sentirse acorralado entre el mundo y él mismo.

Aunque Naoki lo intentara ya no aguantaba mantenerse a flote sin sincerarse con Kotoko, porque no tardaría en estallar en un río de sentimientos recorriendo los acueductos de Japón hasta desembocar al mar.

Sus ojos castaños eran la única puerta abierta que reflejaba los sentimientos que tanto se esforzaba por ocultar, por cerrarlos bajo llave.

Era un sentimiento inevitable.

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P.D. (Mención a la canción "Verte de Lejos" de la serie de Violetta)

Espero que les guste este capítulo.