Un regalo especial


Sumary: Mickey quiere conseguir un regalo especial para Donald por su aniversario, pero las cosas no resultan como él lo planeaba.


Mickey había comenzado la búsqueda de un regalo para Donald semanas antes del aniversario de ambos. Pasó largas horas pensando en lo que su novio pudiera necesitar sin lograr dar con el regalo adecuado. El problema no era la falta de opciones, sino que había muchas, demasiadas como para poder elegir solo una.

Trató de pensar en algo que le gustaría tener y nuevamente las opciones fueron muchas. Donald era un pato de gustos sencillos que disfrutaba de horas durmiendo bajo la hamaca, pero él no quería regalarle algo sencillo, era el primer aniversario que pasaban juntos y quería que su regalo fuera más que memorable.

Al final se decidió por una velada juntos. Sabía lo demandante que podía ser Scrooge McDuck como jefe así que se dijo que llevaría a Donald a un lugar donde pudiera descansar y ellos pudieran pasar algo de tiempo a solas, cosa que con tres niños era muy difícil. No era que a Mickey le desagradaran los trillizos, al contrario, incluso los consideraba como parte de su familia, era solo que en ocasiones desearía poder salir con Donald sin que su novio se esté preocupando por la seguridad de los niños o que estos aparezcan en el momento menos apropiado.

Le había pedido a Goofy que cuidara de los trillizos. Sabía que su amigo adoraba al trío de patitos y que estos eran buenos amigos de Max por lo que no creyó que hubiera algún problema. En el momento en que le había contado de sus planes, su amigo se había mostrado más que feliz de poder ayudar.

Aunque su primera opción fue comprar algo de comida en un restaurante elegante al final se decidió por pedirle ayuda a la abuela de Donald y cocinar algo entre los dos. No era solo el hecho de que Elvira Coot fuera la mejor cocinera que conocía sino el hecho de que consideraba que una comida casera tenía mucho más valor significativo que una cena comprada.

Esto último fue lo que le tomó más tiempo. Quemó varios platillos antes de poder sentirse satisfecho con el resultado. No era algo demasiado elaborado, pero Mickey confiaba que a Donald le gustaría. De lo contrario siempre podía contar con el postre, el cual sí había comprado en una tienda que Minnie y Daisy le habían recomendado.

Cuando llegó la hora de la cita se aseguró de verse presentable. Ver a Donald con su ropa de siempre y respirar de manera un tanto agitada lo hizo sentir un tanto desilusionado. Después de haberse esforzado tanto esperaba que su novio hiciera lo mismo. Dicha sensación desapareció cuando le entregó una pequeña cajita.

No era por lo valioso del regalo, sino por lo que este contenía. Era un guardapelo que al abrirse mostraba una fotografía de ambos en su primera cita.

—También tengo uno —Donald tomó su guardapelo y lo colocó al lado del de Mickey, ambos encajaban —. ¿Puedo…?

Mickey asintió con un movimiento de cabeza y Donald colocó el guardapelo en su cuello. El ratón no pudo evitar sonrojarse cuando sintió un beso. Incluso después de un año saliendo seguían sorprendiéndose con las espontaneas muestras de afecto de su amado.

—Preparé algo especial para nosotros —Mickey notó la expresión incrédula de Donald por lo que se apresuró en agregar —, tu abuela me ayudó.

—Eso imaginé.

Ambos se dirigieron a la mesa donde todo estaba listo para la ocasión. Brindaron por su aniversario y charlaron durante un rato, al menos hasta que Donald se quedó dormido.

Mickey no podía enojarse con Donald porque era consciente de lo mucho que trabajaba su novio. Tenía a tres niños inquietos bajo su cuidado y un trabajo bastante estresante con Scrooge McDuck. Mickey sabía por experiencia propia lo demandante que podía ser el pato, tanto que trabajar con él era casi esclavitud.

Con mucho cuidado lo llevó hasta su cama y se encargó de recoger la comida. Se dijo que podría calentarla después y celebrar esa ocasión, aunque no fuera en el mismo día. Donald se veía cansado y él no quería forzarlo a ir más allá de lo que su cuerpo le permitía.