No saben la emoción que tengo de dar click y estar subiendo esta nueva historia... ¡Ya las extrañaba! No diré más, les dejo el capítulo

EPOV

Leí de nuevo el documento entre mis manos, una y otra vez, palabra tras palabra; no daba crédito a su contenido. Una vez que lo asimilé, mi corazón comenzó a acelerarse, los engranajes en mi cabeza comenzaron a encajar, era un impulso, era como la sensación de tener un resorte en mi silla que me empujaba a levantarme, pero la cuestión era qué quería hacer.

Hice lo primero que vino a mi mente, aquello que me ayudaría a aclarar la situación que estaba en mis narices y que sin embargo no tenía ningún tipo de lógica. Llamé a mi abogado y mejor amigo desde el primer día que llegué a Inglaterra, Emmett. Él radicaba en Estados Unidos durante ese momento, así que se encontraba en la mejor situación para poder arreglar todo.

Mientras esperé a que mi llamada fuera conectada me quedé mirando el documento una vez más, mi pecho comenzó a comprimirse en la medida que recordaba viejos sentimientos y emociones. Creí que todo había concluido años atrás e incluso creí que esa herida estaba sanada. Viví ocho años de mi vida tratando de olvidar, de dejarla atrás, creyendo que ya no era mía, que dejo de serlo desde ese maldito día.

FLASHBACK

Caminé por el césped mojado, había caído una lluvia torrencial que provocó un corte en la luz, todo, absolutamente todo estaba en penumbras. Subí las escaleras hasta el pequeño departamento, vivía ahí en compañía de Irina, la chica que salvó mi culo desde el primer día que llegué a Nueva York.

Crucé los dedos para no encontrarla a ella y su novia, Kate, en plena faena sexual como era habitual, realmente comenzaba a preguntarme si no tendrían alguna tendencia exhibicionista. Podría buscarme otro lugar donde vivir, pero Irina, excluyendo su tendencia al exhibicionismo, era una buena amiga y compañera de piso, además que era bastante difícil encontrar un lugar barato y decente para vivir en Nueva York.

Entré y me encontré con un absoluto silencio, esa era una buena señal, y justo en el momento en que cerré la puerta la electricidad regresó, mis ojos tardaron en adaptarse a la nueva a la iluminación.

— ¿Edward cariño, eres tú? —salió Irina de su cuarto en pijama.

—Vaya, Kate no está en casa, eso sí que es toda una novedad —me quité mi chaqueta y la colgué en el perchero al lado de la puerta.

—Vamos, Edward, si fuera al revés y Bella estuviera en Nueva York no saldrías de tu habitación, simplemente hay que escuchar sus llamadas, chicos me pongo caliente nada más escucharlos; afortunadamente siempre está Kate para eso.

—Definitivamente no conoces el significado de la palabra privacidad.

Puse mis ojos en blanco y pasé por su lado para ir hacia mi habitación.

Ella suelta una risotada.

—Estaré en el baño tomando una ducha —me gritó.

Me puse a recoger mi habitación y mandé un texto a Bella, pero ella no respondió, quizá estaba ocupada, esperaría hasta hacer nuestra llamada de todas las noches. Busqué ropa cómoda para después poder acostarme y leer un rato. Tomé la playera blanca para ponérmela cuando escuché que tocaban la puerta, probablemente se trataría de Kate.

Abrí mientras me colocaba la prenda y frente a mí se encontraba el ángel más hermoso que haya visto alguna vez.

—Oh, este sí que es un buen recibimiento —me dije mientras levanta la vista de mi abdomen hacia mi rostro.

—Bella —dije con sorpresa, era incapaz de decir algo más.

—Oye, pero ¿acaso eso es todo para tu novia que atravesó todo el país para verte?

—Cariño, ¿quién tocaba la puerta?

Miré cómo el rostro de Bella se iba transformando, miré hacia el lugar donde sus ojos se encontraban fijos y me encontré con una Irina envuelta en una toalla, mojada y sonriente, fruncí mi ceño y volví a dirigir mi atención a mi Bella, pero me quedé en shock, su rostro estaba húmedo, sus ojos cristalinos; había pena, decepción y dolor en ellos.

— ¿Cómo pudiste? —susurró.

Por un breve momento no entendí a lo que se refería, pero pronto caí en cuenta de lo que ella pudo haber creído ver. Irina envuelta en una toalla, llamándome cariño, yo abriendo la puerta mientras me ponía la camiseta y sin decirle nada.

—Bella, no… —comencé a decir, pero ella me interrumpió.

—Es por eso que cada vez te veía menos. Eres un bastardo —me dijo con la voz rota y después dio media vuelta.

— ¡Bella! —grité y fui detrás de ella sin importarme que fuera descalzo.

Ella tomó el elevador y yo corrí por las escaleras, cuando llegué vi el elevador vacío y sin rastro de Bella por ningún lado, salí del edificio y lo único que vi fue su cabello a través del cristal de una ventanilla de un taxi.

Subí corriendo a ponerme unos tenis y buscar mis cosas, debía encontrarla. Al subir me encontré con una Irina preocupada y completamente vestida.

— ¿Qué ha sucedido?

—Es Bella, ha malinterpretado todo —primero me miró con confusión y al poco tiempo terminó de comprender.

— ¡Mierda! —vamos a buscarla.

Tomó las llaves de su auto y salimos pitando. Llegamos al aeropuerto, pero ella no estaba, no había ningún vuelo reciente o próximo a Seattle, regresamos a las calles, buscamos en hoteles, pero no hubo rastro de ella.

—Por favor, que no le haya pasado nada —supliqué mientras volvía a marcar su número.

—Ella está bien, la encontraremos, le explicaremos todo y serán felices. Lo que no entiendo es por qué no le explicaste antes que tenías una compañera de piso.

—Es complicado, Irina.

—Al parecer será una larga noche y que mejor que pasarla escuchando una buena historia. Anda, cuéntame.

—No quería que se enterara que sólo pago la mitad de alquiler y la otra mitad la estoy ahorrando junto con el dinero que gano, quería darle una sorpresa, quería demostrarle a su padre que soy lo suficientemente capaz… En fin, debo de viajar a Seattle.

Tres semanas después recibí un sobre manila, el remitente era la dirección de su padre en Forks, no había una nota, ni nada, sólo documentos de la demanda de divorcio.

— ¿Qué es eso? —preguntó Irina—. ¡Oh por Dios! Estás casado —dijo al leer el documento sobre la mesa— ¿Ha sido Bella quien los manda?

—No, fue su padre, pero estoy seguro que ella se lo ha pedido.

—Y ahora qué piensas hacer —se sentó en la silla a mi lado.

—Voy a darle lo que me pide —dije.

En cuanto terminé de decir aquello un insoportable dolor se instaló en mi pecho. Era como si mi corazón se estuviera contrayendo poco a poco.

— ¿Así como así te rendirás?

—Irina, he ido a buscarla a Seattle, a Forks, le he llamado y mandado miles de mensajes, correos e incluso cartas. Nada, ni una sola respuesta. Es como si no existiera más; la conozco y sé que no querrá escucharme.

—Déjame decirte que te estás comportando como un fracasado.

—Quizá lo soy, quizá su padre ha tenido rezón desde siempre. No soy suficiente para ella.

—Además de fracasado, cobarde —dijo Irina molesta antes de levantarse

Fin del Flashback.

Desde entonces no volví a saber nada de ella, mandé los documentos firmados al abogado que su padre me indicó y di por finiquitado ese asunto. El sonido de un timbre de teléfono me sacó de mis pensamientos.

—Emmett —saludé a mi amigo al otro lado de la línea y del océano.

— ¿Cuál es el lío del que te debo sacar? —ese fue su saludo.

—Bella

— ¿Bella Swan? ¿La chica de Forks? ¿Tu exesposa?

—Dirás Bella Cullen y mi actual esposa.

— ¿Cómo? Me habías dicho que estaban divorciados.

—Eso es lo que yo pensé, hasta esta mañana. Recibí una notificación donde me avisan que mi matrimonio con Isabella Cullen no ha sido anulado y debo presentarme la próxima semana para iniciar un nuevo proceso.

— ¿Y cómo es que sucedió esto? ¿Por qué te han notificado hasta ahora?

—Eso mismo me gustaría saber, necesito que averigües todo y te hagas cargo del papeleo; de ser necesario evita que tenga ir.

— ¿No quieres verla una vez más?

—Eso quedó en el pasado —dije cortante y molesto.

Había tratado durante todos esos años de mantener a raya mis sentimientos por ella y el anhelo de tenerla entre mis brazos. Logré sobreponerme al vacío que me dejó su pérdida, logré dejar de torturarme con su recuerdo como para que un malentendido legal venga a acabar con la paz que he logrado. No le daría ese poder a Isabell Swan… Cullen.

—De acuerdo, veré lo que puedo hacer, pero muy probablemente no me será posible salvarte y tendrás que venir, por lo que veo se trata de un caso bastante especial y el juez querrá verte.

Efectivamente, Emmett no pudo evitar que tuviera que presentarme ante el juez así que terminé instalándome en el Hotel Four Season Seattle. Estaba a un día de encontrarme con Isabella. Los nervios comenzaron a aparecer, un calor que hacía mucho no aparecía comenzó a surgir desde el centro de mi pecho.

Esa última noche antes de verla no logré dormir, cada intento que hacía, cada que cerraba los ojos un par de orbes azules aparecían, comencé a preguntarme si seguiría sonrojándose de la misma manera, o si todavía tenía esa manía de morderse el labio inferior cada vez que se pusiera nerviosa, o levantar su ceja cuando se enfadaba y que era totalmente diferente a cuando retaba a alguien. Todos esos "si" me llevaron a pensar en otros, como el si su cuerpo seguiría encajando a la perfección con el mío, si llegaba a tocarla seguiría sintiendo la misma descarga eléctrica, si mi corazón seguiría deteniéndose por un segundo al verla sonreír, si mis labios hormiguearían por el deseo de besarla, si seguiría despertando el más primitivo de los deseos en mi cuerpo ¿Qué sentimientos se despertarían en mí al verla de nuevo?

Esa velada soñé con nuestra noche de bodas, la manera en cómo nuestros cuerpos sudorosos se enredaban, se movían en sincronía; la forma en cómo respondíamos ante las caricias del otro, explorándonos, entregándonos; me perdí en los recuerdos oníricos de su rostro distorsionado por el placer, sus jadeos, la humedad de su piel, el calor de su cavidad envolviéndome.

Desperté bañado en sudor, sacudí mi cabeza tratando de alejar aquellos recuerdos que durante mucho tiempo traté de dejarlos atrás y que de lo contrario si continuaba de esa forma sólo lograría abrir las viejas heridas y eso no ayudaría a nadie.

Llegué al juzgado y pedí instrucciones para llegar a la sala donde la audiencia había sido programada, pero vi a Emmett a lo lejos, iba acompañado de Tanya, su mano derecha en Estados Unidos.

—Tanya, hace tanto que no te veo —le dije al acercarme a ellos.

— ¿Cómo estás? —me preguntó mi amigo—. No te ves bien.

—La he pasado mejor ¿La… la has visto?

—Edward no sé cómo es ella, así que realmente no lo sé.

Justo en ese momento se escucharon un par de voces que evidenciaban que alguien se acercaba; tanto Emmett como yo nos giramos para encarar las voces.

El tiempo se congeló, mi corazón se aceleró y todo desapareció a mi alrededor, todo excepto la mujer que se detuvo a un par de metros.

Era ella, se veía más hermosa, con su cabellera de un sedoso y brillante chocolate, sólo más largo y ondulado; sus hermosos orbes de un color zafiro, grandes y tan expresivos como siempre, su atributo que me condenó. Lucía mucho más madura. Su cuerpo ya no era el de la jovenzuela con quien me casé, sus caderas se habían terminado de desarrollar, sus piernas cremosas ahora son más torneadas, sus pechos del mismo tamaño se erguían con orgullo.

—Sí, al parecer es ella —escuché decir a Emmett a mi lado y me vi obligado a apartar la mirada.

— ¿Qué me decías? —le dije a Emmett mientras miraba de reojo a la chica de ojos castaños.

¿Era yo o ella me estaba mirando?

—Te preguntaba si se trataba de ella, pero por tu reacción tengo más que suficiente.

Lo dejé hablando y comencé a caminar. Me di cuenta de que mis pies se movían bajo impulso, sin necesidad de una orden y ya no había nada que hacer más que llegar al destino.

—Bella —le llamé.

—Hola, Edward —saludó con cordialidad.

—Yo…

—Cariño, por fin te encuentro.

Un hombre alto y moreno de cabello corto se acercó a ella para rodear su cintura diminuta con su brazo, posteriormente besó su mejilla.

—Sé que te prometí estar aquí antes, pero todo se complicó.

—Jake —le dijo Bella con dulzura tratando de traerlo al momento, pero no pasó desapercibido en mí el pequeño retortijón en mi estómago al escucharla hablarle de esa manera.

Él pareció reaccionar y darse cuenta de mi presencia.

—Oh, tú debes ser Edward —extendió su mano para saludarme—. Insólita situación. Conocer el futuro esposo de tu futura exmujer, aunque claro ustedes creían que esto ya se había finiquitado hace años —lo dijo todo con una enorme sonrisa en su rostro.

—Jake, por favor.

Bella jaló la manga del saco de Jacob y comenzó a sonrojarse. Eso no había cambiado a lo largo de los años.

—No te imaginas la sorpresa que nos llevamos cuando fuimos a realizar los trámites para nuestro matrimonio e Isabella aparecía aún como una mujer casada.

—Jacob —repitió Bella, pero cualquiera que la conociera sabría que comenzaba a molestarse.

—Después nos dimos cuenta que el abogado de mi suegro por alguna razón no mandó los documentos para continuar con el trámite y bueno, ya no podemos preguntarle a mi suegro ¿verdad? —continuó Jacob sin registro alguno de Bella ¿Acaso no veía o sentía la tensión en los hombros de ella?

— ¿Tu padre murió? —pregunté.

—Hace tres años —respondió con la voz quebrada y apagada.

Todavía el dolor estaba presente en ella, su proceso de duelo no había sanado del todo y mis brazos morían por ir a abrazarla, quería consolarla ¿Qué demonios estaba sucediéndome? Ella ya tenía quien la consolara y dudaba mucho que me dejara hacerlo ¡Demonios!

—Yo lo siento muchísimo —dije como único consuelo que pude darle, resignado a mantener la distancia

En ese momento nos llamaron para ingresar a la sala donde se llevaría a cabo la audiencia; cuando ambos entramos nos quedamos estáticos al ver la persona parada al fondo y que por su indumentaria parecía que sería la jueza encargada de llevar el proceso.

—Grandioso —escuché murmurar a Bella de manera sarcástica, de pronto se había puesto de malas.

—Vaya, vaya. Cuando vi de quienes se trataba no me lo podía creer —dijo Irina mientras se sentaba en el estrado —. Pasen y tomen sus lugares, muero por saber qué sucedió con ustedes dos. Casos como estos suceden uno en un millón y soy la afortunada de llevarlo. Anden, anden, muero por escuchar los detalles.

— ¿La conoces? —preguntó Emmett.

—Bastante bien —dijo Bella en tono irónico.

—Era mi compañera de piso —respondí mirando de reojo a Bella, quien frunció su ceño llena de confusión y después apareció el enfado.

—Claro y yo soy la señora Claus —pasó por mi lado junto a su abogado y se ubicó en su lugar.

—Adelante Cullen. Muero de ansias.

— ¿Qué haces ahí Irina?

—Bueno, no estás para saberlo, pero lo diré. Influencias de mi madre me han colocado en esta posición a mis treinta y dos años.

— ¿Y estás segura de que puedes o sabes manejar esto? —pregunté.

—Cullen, me ofendes.

— ¿Podemos empezar con todo esto de una vez? —preguntó Bella con impaciencia y había algo más en su voz, pero me negué a creer que fuera lo que estaba pensando, así que volteé a verla y me di cuenta de que estaba enfadada por esa pequeña "V" que se formó entre sus cejas. Mis dedos picaron por las ganas de alisar su entrecejo.

—Mi princesa tiene prisa por comenzar a organizar nuestra boda —dijo Jacob.

Sentí como si un puño se hundiera en mi estómago quitándome la respiración por lo que tuve que recargarme ligeramente en la mesa tratado de recomponerme.

—Oh, qué pena —dijo Irina con pesar—. ¿Quién comienza a explicarme esta extraña situación?

—Como bien sabrá usted su señoría, hace años solicité el divorcio —Bella comenzó a explicar.

—Una decisión tonta si me preguntas —dijo Irina de manera muy directa.

— ¿Disculpa? —respondió Bella en tono indignado, no volteé a verla, pero estaba seguro de que su ceja izquierda se encontraba arqueada impecablemente.

—Chica, mandaste todo a la mierda sin razón alguna —le soltó—. Te diste por vencida muy rápido.

— ¿Se supone que esperara en la sala mientras ustedes terminaban su asunto y después ir y acostarme en su cama?

—Tu imaginación sí que vuela. Edward no me habías dicho que tu chica fuera tan creativa con sus historias —me mira Irina y sólo cierro los ojos y muevo mi cabeza.

—Edward, de qué está hablando Bella —me dijo Emmett, moví mis manos para restarle importancia.

Sentí en ese momento que debía de intervenir y cortar aquello, porque aunque Irina todo se lo tomaba a la ligera por naturaleza y no se enganchaba a peleas, el tono de Bella me indicaba que ella ya estaba enganchada y no aguantaría hasta el final.

— ¿Y cómo está Kate? —pregunté con lo único que se me vino a la mente en ese momento.

—Cuidando a Carmen, o eso espero, porque esas dos juntas pueden llegar a ser un gran dolor en el culo ¿Quieres conocerla?

—Oh, vaya. Has encontrado la horma de tu zapato. Me encantaría conocerla.

—Por supuesto que sí. A Kate le encantará verte de nuevo.

—Sí, bueno ¿podemos dejar el reencuentro de los amantes para después? —preguntó una Bella más que furiosa.

—Oye niña, tranquila; digo ¿en serio? ¿amantes? Sigues totalmente equivocada.

—Juez, de nuevo le pido que la disculpe, pero mi nena está impaciente por casarse y como comprenderá esto es un pequeño inconveniente.

¿Nena? ¿Él acababa de llamarla nena? Bella odiaba que la llamaran así porque le recordaba a todos los brabucones que la perseguían y atosigaban en Forks y por su expresión me di cuenta de que eso no había cambiado ¿Por qué entonces Jacob lo hacía?

—Está bien, he leído el caso, además de estar bien informada al respecto de los antecedentes —sonrió.

—Con todo respeto, solicito que sea reasignado el caso a otro juez, considero que puede existir conflicto de intereses —habló el abogado de Bella.

— ¿Pone en duda mi objetividad, abogado? —preguntó Irina imponiéndose— ¿Cree que soy incapaz de llevar a cabo mi labor? —lo miró de manera penetrante y desafiándolo.

—No, por supuesto que no —dijo entre balbuceos.

—Ya lo pensaba —Irina tomó una postura profesional—. Bueno, continuando con esto. En este juzgado nos tomamos con seriedad el salvaguardar la familia, que en este caso es el matrimonio. Con elementos suficientes pospongo la audiencia durante dos semanas con la finalidad que el señor y la señora Cullen puedan revalorar la situación.

— ¿Disculpe? —preguntó Jacob atónito.

—Señor Black, comprendo su confusión e incluso el enfado por el inconveniente que esto puede causarle en sus planes, pero tengo elementos suficientes para considerar que existieron malentendidos entre los señores Cullen que pueden arreglarse.

— ¿Y qué le hace pensar que yo quiero arreglar las cosas con el señor Cullen? —preguntó Bella enfadada.

Y eso se sintió como una dura y firme puñalada.

—Irina, no creo que sea necesario, podemos firmar ahora mismo —comenté con voz neutra.

—Es su señoría, señor Cullen y la que toma las decisiones que se crean pertinentes soy yo, así que ya lo he dicho. Dentro de dos semanas nos reuniremos aquí mismo, si ustedes siguen en la misma posición ese será el último día que tendrán que verse y sólo firmarán el divorcio para dejar todo finiquitado en cuanto a su relación.

Solté el aire de golpe y miré de reojo a Bella quien sólo se mordía su labio y golpeaba el piso con su pie una y otra vez.

—En dos semanas los quiero aquí a ambos —Irina nos señaló—. Y sin más, bueno Cullen te invito un café para continuar con el reencuentro.

—Por supuesto, te dejaré mis datos para ponernos en contacto.

En ese momento se escuchó un golpe, miramos hacia donde estaba Bella acompañada de su prometido y su abogado. Ella acababa de dejar caer una carpeta sobre la mesa.

—Lo siento, sólo estaba recogiendo mis cosas —dijo mientras tomaba su bolso junto con la carpeta; su mandíbula se veía tensa.

Pasó por mi lado sin mirarme, detrás de ella iba Jacob conversando con su abogado.

Emmett tomó sus cosas junto con Tanya y salimos de ahí, en el pasillo ya no había rastro de ella, de pronto la estancia me pareció bastante fría, más allá de lo vacía que estaba. Definitivamente tenía muchas cosas por analizar.

—Rosalie quiere que vengas a cenar ¿Te animas? —Emmett colocó su mano sobre mi hombro.

—Sí, por supuesto. Hace mucho que no la veo.

Nos despedimos de Tanya y nos dirigimos hacia el hogar de la familia McCarthy. Llegamos a la gran casa al estilo victoriano de color gris claro y un enorme porche de madera pintada de blanco. Desde afuera ya se podía sentir el calor hogareño. La puerta se abrió y apareció Rosalie, con todo y sus seis meses de embarazo.

—Edward, me da mucho gusto que hayas aceptado venir.

—Pero mírate, ya comenzó a crecer —le dije acercándome a ella y acariciando su vientre abultado.

—Lo sé, por lo menos las nauseas ya desaparecieron.

—Por cierto, felicidades por la nueva integrante. Emmett ya me dijo que esperan una hermosa niña.

— ¿Qué puedo decir? Él siempre estuvo seguro de que sería niña, su deseo se ha cumplido. Pero pasen, está comenzando a hacer frío.

Entramos a la acogedora morada, la chimenea se encontraba encendida.

—Rosalie, te dije que me esperaras. Estar cerca de la chimenea puede hacerte mal o podrías caer mientras la enciendes.

—Oh, no comiences McCarthy. Se ha puesto bastante sobreprotector —dijo mientras me miraba—. Pero díganme, cómo les ha ido. Emmett me contó todo ¡Qué extraña situación!

—Tenemos que regresar en dos semanas —dijo Emmett—. Al parecer Edward conoce muy bien a la juez.

—No es lo que piensas, Rose —le dije rápidamente.

Y fue ahí donde comencé a narrarles la historia de cómo había perdido a la mujer que amaba.

—Oh, Dios, Edward. Ella debió tener más confianza en ti.

—Sí, bueno las cosas ya están hechas.

—Todavía no, amigo —comentó Emmett.

—Realmente no creo que las cosas cambien mucho, pero ya es tarde y debo irme.

Ayudé a Rosalie a recoger la mesa y después Emmett me llevó al hotel donde me hospedaba, me despedí de mi amigo y quedé en encontrarme con él en unos días para revisar todo porque fui totalmente sincero con él cuando le dije que no creía que cambiaran mucho las cosas. Mi divorcio con Bella quedaría finiquitado dentro de dos semanas y de eso no cabía duda.


Los capítulos de esta historia serán cortitos por lo mismo de que es una historia bastante corta. No creo que salgan más de cinco capítulos. Espero sea de su agrado y poder leerlas en los reviews (ya saben que me encantan). Les pido paciencia con las actualizaciones porque mi vida se ha convertido en un caos en el último año, juro que no las dejaré abandonadas, ya saben que no es lo mío. Quería avanzar un poco más en las historias antes de publicarlas, pero ya me quemaba de ansiedad por publicar algo.

P.D. No se pierdan el primer capítulo de La Fortezza (en unos días lo subiré... espero)