Final
Iban a viajar a Wycke el viernes.
Ella estaría encantada de ir. Estaba empezando a sentirse tan prisionera en este bonito conjunto de Namikaze House como lo había estado en esa celda sucia. Después del primer par de días, cuando ella se había sentido demasiado débil y maltratada como para hacer algo más que comer y dormir, pasó más tiempo como el tigre enjaulado que una vez había visto en la casa de las fieras de la Torre.
Al menos en Wycke podía dar largos paseos en los jardines y quemar un poco su ira con el ejercicio. O montar. El Conde entró y habló con ella muy amablemente una noche, diciéndole que se aseguraría de que hubiera un caballo adecuado para su uso.
Pero Naruto no había ido con él.
¡Había tenido suficiente! Se dirigió a la chimenea, y tiró de la campanilla.
Cuando Sukey llegó, ella dijo: — ¿Puedes enviar a uno de los lacayos para pedir un taxi para mí? — Ella hubiese deseado tomar esa precaución la última vez que había decidido salir.
Esos hombres deben haber estado observando sus movimientos desde hacía algún tiempo, en busca de una oportunidad para raptarla. Ella había pedido con frecuencia taxis para llevarla a visitar a su madre. No sería descuidada de nuevo nunca más.
Si a Lord Namikaze no le importaba, podría llevar a uno de los criados con ella.
Fue al armario que Lady Namikaze había designado a su uso, y sacó su chaqueta azul marino y el bonete en combinación. Se tomó unos segundos para fijar un velo a su borde. Por alguna razón, Naruto no quería que nadie viera su rostro, aunque ella no entendía por qué él estaba haciendo tanto escándalo. Sus moretones se estaban desvaneciendo, y gran parte de la hinchazón había bajado.
El árnica era maravillosamente suavizante, mucho más eficaz que la cerveza, hizo una mueca mientras acomodaba el velo en su posición.
Unos minutos más tarde, Sukey llegó a decirle que un taxi la estaba esperando.
Había conseguido bajar por las escaleras, antes de notar a Naruto abajo.
— ¿A dónde vas?
Ella levantó la barbilla.
—A visitar a mi madre.
—Eso sería poco aconsejable —Su cara expresaba que lo prohibía.
Pero ella había tenido suficiente de sus edictos prepotentes.
—No voy a salir de la ciudad sin despedirme. Ella pensará que es raro. — Hinata descendió el último escalón. Pero él se acercó, tomándola del brazo, diciendo: —Si insistes en ir, iré contigo.
—No hay necesidad.
— ¡Hay toda la necesidad!
Se miraron durante unos segundos, desconcertada en cuanto a por qué querría ir con ella, cuando él hizo tan evidente que estaba enfermo y cansado de la sola idea de estar con ella. Sólo le tomó algunos momentos comprenderlo.
Él no querría que ella dijera nada que pudiera molestar a su preciosa Sakura, que seguía viviendo con su madre. La única razón por la que insistía en ir con ella era asegurarse de que se comportara.
Se sintió profundamente insultada.
—Si insistes, supongo que no puedo detenerte —suspiró, apartando los ojos lejos de él, para mirar con añoranza a la puerta abierta.
Él tardó sólo un minuto o dos en buscar su sombrero y el abrigo. A continuación, caminaron juntos al carruaje, él tomando la mano de ella en su brazo de la forma más correcta como si fueran cualquier pareja casada, que salían de visita.
Pero el rostro de él era sombrío, y ninguno de los dos habló durante el viaje.
La Sra. Hyūga estaba encantada de verlos. Se levantó para abrazar a su hija cuando el mayordomo les hizo pasar a la sala de estar, donde había estado escribiendo algunas cartas. Aunque su cara se arrugó con preocupación cuando Hinata levantó el velo para devolver su beso.
— ¡Oh! ¿Qué te ha pasado en la cara?
—Yo…
No había pensado en una excusa. No había pensado más allá de salir y ver a su madre. Todo lo que quería era arrodillarse a sus pies, apoyar la cabeza en su regazo y sollozar.
Pero en ese momento, Sakura entró en el salón.
— ¡Hina! —Exclamó y fue a abrazarla —Te he echado mucho de menos estos últimos días ¡Estoy tan contenta de que vengas, te tengo noticias! Oh, buenos días, Capitán Uzumaki —se contuvo, haciendo una reverencia cortés, antes de volver a Hinata.
Naruto la fulminó con la mirada antes de cruzar la habitación para tomar asiento al lado de la señora Hyūga, que se había desplomado en un sofá, tirando con ansiedad de una cinta de su toca bordada.
Fue entonces cuando Sakura miró a Hinata detalladamente.
— ¿Qué te ha sucedido? —Impulsivamente, extendió la mano para tocar las contusiones de la ceja de Hinata, por el lado izquierdo de su cara.
—Me caí de un carruaje —dijo Hinata. Era casi verdad, la única parte que se sentía lista para compartir en esta ocasión. —Muy tonto de mí parte —dijo ella, acomodándose en una silla junto a la chimenea —Realmente prefiero no hablar de ello —levantó la cabeza para mirar directamente a Sakura. —Déjame escuchar tus noticias.
Mientras Sakura iba a su silla favorita junto a la ventana, Hinata llamó la atención de su madre, y le hizo un pequeño movimiento de cabeza. Luego lanzó una mirada significativa hacia Sakura, que estaba en el sitio exacto en el que el sol de la mañana destacaba su pelo.
—Puedo ver bien por qué estuviste indispuesta los últimos días —dijo su madre.
Se aclaró la garganta.
—Naturalmente, no podía salir, mientras los moretones estaban en su peor momento. Y yo estaba un poco conmocionada, para ser honesta. No habría venido hoy si no fuera porque viajo a Wycke mañana, y quería despedirme de las dos. Voy a escribirles, por supuesto.
La Sra. Hyūga se relajó de inmediato, comprendiendo con el mensaje silencioso que su hija le contaría todo a su debido tiempo.
—Bien, estoy feliz de que vinieras en persona. Para que no te enteraras de mis noticias por medio de una carta. ¡Estoy comprometida! —dijo Sakura. — ¡Con el Sr. Sasuke Uchiha!
Hinata sintió como su mundo se salió de su eje. No se atrevía a mirar a su marido. Qué golpe debía ser para él, justo cuando había creído que estaba a punto de ganar lo que deseaba su corazón.
— ¿Cómo sucedió esto? Pensé que casi habías perdido la esperanza con él.
—Sí, así fue —admitió ella, cada vez más emotiva. —Y desesperanza... sí, sí, eso es exactamente lo que sufrí. No sabía cómo podía soportarlo. Pero ayer llegó aquí, suplicando permiso para hablar conmigo en privado. No sabía si debía recibirlo, pero al final, tu madre me convenció de dar una vuelta por el jardín con él.
El corazón de Hinata se sacudió ¿Se le propuso en el jardín, el mismo lugar en que Naruto se le había propuesto a ella?
—En primer lugar, me rogó que perdonara dejarme de lado por tanto tiempo, después de haberme prestado tanta atención. Explicó que, en un principio, sólo había tenido la intención de ligar con la debutante más bonita de la Temporada. Pero a medida que pasaba el tiempo, la atracción se hizo tan fuerte que se sintió obligado a romper todo contacto conmigo, antes de que las cosas fueran demasiado lejos. Su familia nunca estaría de acuerdo en que se casara con una mujer como yo. Sabía que tendría que elegir entre mí y su familia, en caso de proponerme matrimonio. Pero al final, ya no pudo mantenerse alejado. No puede vivir sin mí. ¡Eso pasó! —Terminó ella, con las manos entrelazadas, con los ojos brillantes de asombro — ¿No es maravilloso?
—Increíble —dijo Hinata débilmente, finalmente, lanzando una mirada de preocupación a su marido.
Su rostro expresaba desprecio al escuchar una declaración tan ingenua. Ambos sabían por qué Uchiha había comenzado a coquetear con Sakura. Y ambos podrían adivinar hacía donde se dirigían sus intenciones en este momento.
Pain era un hombre peligroso. Era evidente que no iba a descansar hasta que recuperara su dinero. Debe haberse dado cuenta de que había cometido un grave error al suponer que Naruto sería un blanco fácil, y decidió volver a Uchiha.
Desesperado por encontrar dinero para pagar, Uchiha no tenía más remedio que tomar ventaja del enamoramiento de Sakura. Puede ser que signifique romper con su familia, pero las amenazas de Pain le había hecho temer por su propia vida.
Probablemente creía que no viviría si no podía convencer a Sakura de casarse con él, y ganar el control de su dote. Él seguramente le dio a sus mentiras el sentido de sinceridad necesario para convencer a Sakura que era en serio, especialmente cuando él le estaba diciendo exactamente lo que ella más deseaba oír.
—Espero que seas feliz —acertó a decir ella, cuando no podía, a conciencia, felicitarla más.
— ¡Oh, lo seré... —suspiró —...porque amo a Sasuke! Nos casaremos pronto— inclinándose hacia delante. —Yo espero que seas mi dama de honor. A pesar de que nunca me pediste que fuera la tuya —añadió con un toque de reproche.
—Estoy segura de Hinata estaría encantada —dijo Naruto bastante chocante —Debe hacernos saber cuándo y dónde se llevará a cabo la boda.
El resto de la visita giró en torno al vestido de novia de Sakura, lo encantados que sus padres estaban por haber conseguido un buen partido en su primera Temporada, y que se casarían en la elegante capilla de San Jorge, o en su propia iglesia parroquial de Lower Wakering.
Naruto no hizo ninguna contribución a la conversación. Cuando llegó el momento de partir, no pudo disimular su alivio.
Se hundió en el asiento frente a ella en la cabina de vuelta a Namikaze House.
A pesar de que Hinata había decidido que ya no lo amaba, se veía tan miserable que su tierno corazón se apiadó de él.
—Lo siento —dijo ella en voz baja, sin poder evitar extender la mano para tocarle su manga.
Sus ojos se abrieron, atajándola en el mismo momento que ella retiraba su mano y la llevaba a su regazo.
— ¿Qué es lo que sientes?
—Que Sasuke Uchiha se va a casar con Sakura después de todo.
Él frunció el ceño durante unos segundos antes de decir lentamente
—No sé por qué piensas que debo sentir que Uchiha se case con ella ¡Fue sugerencia mía, después de todo!
— ¿Tu sugerencia? Pero no querrías que él... que cualquier hombre... — vaciló, completamente desconcertada por su declaración.
—Por supuesto que quería que Uchiha se casara con Sakura ¡Se merecen el uno al otro! —Espetó —Ella es una criatura egoísta, tonta y poco profunda que sólo ve el exterior, y él lo único que quiere es el dinero suficiente para vivir con estilo. No le importa la forma en que lo adquiere, incluso casándose con una chica que él cree que esta tan por debajo de él en la escala social que ella solo es adecuada para ser su amante.
Hinata sacudió la cabeza
—No puedo creer... —pero de repente, vio lo que había sucedido.
Se había desenamorado de Sakura, al igual que ella de él. Parecía que el amor no correspondido estaba condenado a desaparecer. Sin duda, explicaba la amargura de las palabras que había elegido para describir el carácter de Sakura
¿No lo maldijo ella a fondo, durante sus largas y solitarias noches de insomnio? Y cuando se volvió para mirar por la ventana se dio cuenta de cómo las caras de muchas personas, mientras se desplazaban a lo largo de las calles, parecían tensas o abatidas. La vida era una empresa deprimente.
— ¿No crees que haría cualquier cosa para mantenerte a salvo, Hinata? —Dijo con urgencia, inclinándose hacia ella.
Se volvió hacia él con un sobresalto. Eso era lo último que habría esperado que dijera. Su asombro debió de reflejarse en su cara, porque él se echó hacia atrás, y su rostro adoptó una forma sardónica.
—No, no puedes creer nada bueno de mí. No te culpo, supongo. Le advertí a Uchiha que si no se casaba con Sakura, lo haría pagar por poner tu vida en peligro. Sólo tuve que disparar mi pistola una vez para hacerle ver que ya era hora de que se tragara su orgullo. Pronto decidió que podía casarse con una chica cuyo dinero proviene del comercio, una vez que comprendió que tenía que pagarle a Pain lo que le debía, de lo contrario enfrentaría mi venganza ¿Por qué me debe importar el mal de los dos, siempre y cuando Pain no tenga motivos para acercarse de nuevo a ti?
— ¿Lo amenazaste con una pistola? —Su corazón había comenzado a latir en un ritmo extraño e irregular.
—Llevé a Shino conmigo, naturalmente —se burló. —No estoy en condiciones de hacer mucho para intimidar por mi cuenta. Incluso con un par de pistolas. Pero Uchiha no es mucho partido —dijo con amargura. —Sólo sirve para molestar y engañar mujeres. Frente a un hombre, aunque sea medio como yo, no tarda en mostrar su verdadera cara.
— ¿Por qué, Naruto? ¿Por qué insistir en que se casara Sakura? Cuando podrías tener... ¡Oh! —Sería más fácil tener una aventura con una mujer casada. Si fueran discretos, la reputación de Sakura no sufriría. — Naruto, lo siento, pero no creo que funcione para ti. Sakura ama a Uchiha. Y nunca... es decir, que no podría... —Ella sacudió la cabeza, incapaz de decirle que, incluso ahora, que su amiga lo encontraba físicamente repulsivo.
A pesar de que ella había ido a él esa noche junto a la fuente. Tal vez tenía la esperanza de que, una vez que conociera a Uchiha, Sakura estuviera desesperada e iría a él de nuevo.
El taxi se detuvo frente a Namikaze House y un lacayo se apresuró a abrirles la puerta y ayudarlos a bajarse.
Entraron, lado a lado, como si fueran cualquier pareja casada, al regresar de una visita en la mañana. A pesar de que parecía como si su mundo estaba llegando a su fin, y se sentía como si estuviera sangrando por dentro.
Cuando llegaron al pie de la escalera, él se aclaró la garganta.
— ¿Me darías un momento antes de regresar a tus habitaciones? —Dijo él con una voz entrecortada. —Hay una cuestión que debemos discutir.
Su corazón dio un vuelco. No había nada más que decir, ¿o sí? Su matrimonio había terminado ¿De verdad creía que podía sentarse y hablar de ello, de forma racional? Sí, pensó ella, volviéndose hacia él con una expresión resignada en su rostro.
Él seguía pensando que esto había sido sólo un acuerdo de negocios por parte de ella.
Todavía no tenía idea de cómo se había sentido cuando había accedido a ser su esposa.
— ¿Por favor?
Sus ojos se posaron en el rostro de él, estremeciéndose al ver que tocaba su fibra sensible con su propia miseria. No había nadie que pudiera entender, mejor que ella, lo que estaba sufriendo en estos momentos pensando que su amada daba su corazón y su vida a otro. Con un suspiro, ella asintió con aquiescencia.
Tomó su lugar en uno de los sofás frente a la chimenea vacía, se quitó mecánicamente el sombrero y el velo, mientras que Naruto se sentó en el sofá opuesto.
Por un rato, él no dijo nada, aunque no le quitaba los ojos de encima. Ella tenía la peculiar impresión de que estaba memorizando cada faceta de ella, desde las puntas de sus botas de media caña a la corona de su cabeza.
Cuando Shino vino a preguntar si les gustaría un poco de té, la expresión de Naruto se volvió francamente feroz.
— ¡No quiero discutir la ruptura de mi matrimonio con tazas de té como si fuera una simple formalidad! —Rugió — ¡Vete!
Hinata juntó las manos sobre el regazo, concentrándose en ellas a través de una película de lágrimas mientras que Shino se retiraba.
Es curioso, pero aunque ella había sabido que él quería terminar su matrimonio desde hacía unos días, aceptando que era lo mejor, porque ella lo odiaba todos modos, realmente ella...
Ella sorbió por la nariz, horrorizada pues sintió que se aclaraba su vista al ver rodar una sola lágrima por su mejilla.
Con rabia, se limpió con la mano enguantada. ¡No iba a llorar delante de él! ¡Él no valía la pena!
Aún anhelaba a Sakura...
Para su sorpresa, Naruto se levantó y vino a sentarse a su lado. Le puso un pañuelo en la mano.
—Por favor, no llores, Hinata. Serás libre de mí pronto, lo juro.
Él se levantó entonces, y se apartó bruscamente.
—Perdóname. Sé que no quieres tenerme cerca de ti —hizo una pausa sacando la tapa de cristal del decantador y rodándola entre sus dedos antes de volverse hacia ella con una expresión grave en su rostro.
—Tenemos cosas que discutir, antes de que me dejes para siempre.
Hinata se llevó la mano a la sien, donde había comenzado un latido sordo.
¿Estaba hablando sin sentido, o no podía entender lo que estaba diciendo?
—No entiendo —admitió ella, sacudiendo la cabeza con confusión. — ¿De qué estás hablando, Naruto? ¿Qué cosas debemos hablar?
— ¿No has pensado que podrías estar embarazada? —Le espetó, con el rostro tan pálido, que ella pensó que iba a desmayarse.
De hecho, una vez dichas las palabras, volvió al sofá frente a ella, y se sentó pesadamente.
Hinata sentía como si la hubieran golpeado. La había utilizado, mentido, arrojado a su cara el amor que ella le tenía y pisoteado bajo sus pies, ¿y ahora la ponía ante la perspectiva de que él accidentalmente la hubiese embarazado?
Siempre había soportado lo que la vida le había puesto delante con la gracia que le habían enseñado que una dama siempre debe mostrar. En las pocas ocasiones en que había titubeado de su autocontrol, se había alejado de la confrontación.
Pero ahora se sentía presionada.
Se puso de pie, cruzó el estrecho espacio entre los dos sofás y lo abofeteó con fuerza en la cara.
Las lágrimas corrían por su rostro sin control ahora. Se paró frente a él, respirando con dificultad mientras se esforzaba por encontrar las palabras para decirle lo que pensaba.
Pero no había ninguna lo suficientemente fuerte como para expresar el alcance de su ira, o el fondo de su angustia.
Ella observó como las marcas de los dedos florecieron en sus rasgos pálidos, un testamento increíblemente satisfactorio de su arrebato físico. Y ella echó hacia atrás el brazo para golpearlo de nuevo.
Esta vez, él le cogió la mano en el aire, la tapa de cristal saltó de sus dedos y se estrelló contra el mármol de la chimenea.
Así que ella levantó la otra mano, la apretó en un puño y la sacudió violentamente contra él. Él levantó su brazo lesionado para protegerse de los golpes que cayeron sobre su rostro y hombros. Pero al mismo tiempo, retorcía el otro brazo de ella hasta lograr traer todo su cuerpo a su lado en el sofá.
Ella se deslizó en el asiento de cuero en un esfuerzo por alejarse de él, pero él era demasiado fuerte para ella.
Cogiéndola por la cintura con su brazo izquierdo, tiró de ella contra su pecho, y de alguna manera se encontró con que estaba sentada en su regazo, llorando en su cuello, mientras él la abrazaba con fuerza contra su cuerpo, con los brazos de ella sujetados a sus costados.
Eventualmente, ella dejó de luchar, y dejó que las lágrimas inundaran todo.
Cuando la tormenta pasó, se dejó caer en él, con los ojos cerrados, esperando que su abrazo aflojara, que la abandonara.
Pero simplemente siguió abrazándola con fuerza, con su propia cara pegada a la coronilla de su cabeza.
Por último, aunque mantuvo los ojos cerrados, con la cara apretada contra su cuello, sacó la fuerza suficiente de alguna fuente más profunda para decir, con una voz que temblaba de desafío:
—Si estoy embarazada, yo por lo menos, amaré estarlo. Incluso si tú no quieres tener nada que ver con eso, o conmigo...
— ¡No! —Él se enderezó y tomó su barbilla con la mano, por lo que tuvo que mirarlo a los ojos, dijo: —Si estás embarazada, yo te apoyaré. ¡En todo lo que pueda! ¡Sólo tienes que hacérmelo saber, y te juro, que haré lo que solicites de mí!
Ella frunció el ceño, una vez más intrigada por sus palabras. Pero asió el pequeño grano de esperanza que había vislumbrado en ellas.
—Si me entero de que estoy embarazada, ¿vendrás a Wycke, entonces?
—Por supuesto, si estás segura de que eso quieres.
Antes de que tuviera tiempo para pensar, ella soltó:
—Oh, entonces espero estar embarazada.
Él se tambaleó hacia atrás, con una expresión de horror en su rostro.
— ¡No puedes desear eso! Hinata, no puedes decirlo en serio.
— ¿Por qué no? —Se enderezó en su regazo, mirándolo — ¿Qué hay de malo en querer tener un bebé? A pesar de que no me ames, ¿seguramente quieres tener hijos? Cuando propusiste casarnos, me prometiste que…
— ¡Esto no tiene nada que ver con el amor!
—Lo sé... —suspiró —...Sé que sólo te casaste conmigo para conseguir el dinero. Siempre he sabido que estás enamorado de Sakura. Y, de hecho, yo…
— ¿Enamorado de Sakura? ¿Te has vuelto loca? ¿De dónde sacas una idea tan ridícula?
Su corazón latía muy rápido.
—Pero la perseguías. Seguiste pidiéndole que bailara contigo. Incluso lograste que recibiera una invitación al baile de Lord Nara para que finalmente lo hiciera...
Su rostro se oscureció.
—Eso fue lo que supuso Uchiha también. Eso fue lo que empezó todo este maldito tren de acontecimientos. Oh, Dios mío —sopló, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza en el respaldo del sofá. —Cómo me gustaría no haber sido tan tonto. Aunque si no lo hubiera hecho... —se quedó quieto, abrió los ojos y la miró con tal dolor que ella quería llorar por él.
—Lo sé —dijo ella, soltando su mano de la de él para rozar con sus dedos las marcas que ella le había causado en su rostro —no habrías tenido que verla enamorarse de Uchiha...
Él tomó una bocanada de aire, atrapando su mano en la suya y apretándola con tanta fuerza que casi dolía.
—Puedo ver que la única manera en que te haré creer que no me importa nada la señorita Haruno es confesar todo. A pesar de que me da vergüenza admitir lo bajo que caí —inclinó la cabeza, presionando su boca en la palma de su mano, mientras respiraba profundamente.
— ¿Ahora qué puedo perder? —Dijo él con amargura, bajando la mano a su regazo. —Ya me odias.
Ella se detuvo cuando casi al punto de estar de acuerdo con él. ¿Podría realmente sentarse en el regazo de un hombre al que odiaba, con su brazo alrededor de su cuello, esperando y rezando para que no le dijera que se sentara en su propio sofá, y lo dejara en paz?
Le había dicho que lo odiaba, lo había atacado incluso físicamente, y sin embargo, cuando había vislumbrado una forma de evitar una separación, ella le había pedido que fuera a Wycke con ella. Eso no era odio. Su estómago se revolvió.
Estaba lejos de ser odio.
—Acudí primero a la señorita Haruno buscando al hombre que estaba causando problemas a la prometida de Nara. Había seguido su rastro, y estaba buscando a alguien que pudiera ayudarme a capturarlo. La primera vez que me vio, ella... —hizo una mueca —...se estremeció. En ese momento, pensé que ya me había endurecido ante el hecho de causar náuseas a mujeres bonitas. De hecho, Shion me había asegurado que mi cicatriz era mucho menor que cuando ella me había visto por primera vez... pero entonces la señorita Haruno me arrugó la nariz, y yo... me da vergüenza admitir esto, decidí darle una lección.
Hinata echó su memoria hacia atrás recordando la forma en que se había comportado en esos días, frunciendo el ceño con perplejidad.
—Pude ver lo incómodo que mi presencia la hacía sentir. Así que me propuse llegar a ella, en cada evento al que asistió, ¡simplemente para echar a perder su noche! Y ella cayó aún más bajo en mi estima cuando me di cuenta de que si hubiese tenido un título, o dinero, habría superado su disgusto por mi apariencia, y positivamente me habría adulado.
Hinata no podía discutir eso. Era un aspecto de Sakura que a ella no le había gustado mucho.
—Así que tendí el señuelo de una invitación para el evento más exclusivo de la temporada hasta el momento. El baile de Namikaze. Y ella se comportó exactamente como supe que lo haría. Con el alma de una puta, apartó a un lado su aversión natural y se vendió a mí por una media hora.
— ¡No...La has juzgado mal! —Ella quizá podría entender por qué Naruto se sentía tan amargado, pero estaba equivocado acerca de Sakura. —Sólo es un poco tonta, eso es todo. Se dejó llevar por la idea de casarse bien, en un principio, pero prontovio que estaba mal perseguir a un hombre sólo por su título. Uchiha no tiene título. Y ella ha aceptado casarse con él ¡Ella lo ama!
Naruto hizo un sonido que expresó su disgusto por esa declaración
—Ella no sabe el significado de esa palabra. Simplemente está deslumbrada por su aspecto y su encanto superficial. No sabe nada del amor. Pero eso no viene al caso. —Se movió, tomándola con firmeza alrededor de las caderas y empujándola fuera de su regazo, aunque ella tuvo el consuelo de que él la colocó sobre los cojines junto a él, en lugar de tirarla al suelo, como pensaba que él deseaba hacer.
—Pero hay algo peor —dijo con gravedad, mirando hacia abajo a sus botas, en lugar de a ella. —Yo hice una apuesta que la involucraba. Aposté a Nara que podría conseguir que la debutante más bonita de la Temporada se postrara para mí, aunque la sola idea de verme la hiciera sentir mal... —Se pasó los dedos por el pelo, con expresión de desprecio en su rostro.
—Nunca me importó Sakura —confesó en carne viva. —De ninguna manera. Pero debido a la apuesta, Uchiha la persiguió, ¡pensando que estaba a punto de proponerle matrimonio! —Él se rio con amargura, moviendo la cabeza por el absurdo de la situación. —Nunca tuve intención de casarme con ella.
Él levantó la cabeza para mirarla, diciendo, 'La única mujer con la que he querido casarme eres tú. '
Él se puso de pie y se alejó de ella.
—Dios, qué desastre.
Hinata miraba la rigidez de sus hombros, sintiendo que la miseria que había sido su carga por tanto tiempo desaparecía un poco mientras repetía
— ¿Querías casarte conmigo? —Pero no iba a saltar a conclusiones. —Para conseguir el dinero de la señorita Uchiha que había dejado en su testamento. Y para vengarte de Uchiha por robarte a Sakura...
Él se dio la vuelta, con expresión tan feroz que la habría asustado si la hubiese visto de esa forma al principio del día, cuando todavía creía que estaba enamorado de Sakura.
— ¡Yo no consideraba que me hubiera robado a Sakura! ¡No tenía nada que ver con ella! O, al menos, muy poco ¡Era mi pasado! Mi infancia. Mi Dios, Hinata, ¿no ves lo mucho que odio a los Uchihas? Una vez que supe que podría vengarme, no me importó lo que tuviera que hacer, ¡quería hacerle daño! ¡Para vengar a mi madre, nada más! Los Uchihas la mataron, ¿sabías? Sacándola de su casa, insinuando que yo no era hijo de mi padre, negándose a dejarla ver a Menma, a quien consideraba como un hijo... —Todo su cuerpo temblaba de rabia. —Y por eso te usé. Te he forzado a casarte conmigo, prometiéndote un futuro financiero seguro, y niños, sin considerar un pensamiento para ti.
Se dirigió a la parte trasera del sofá, se apoyó en él asiéndolo con fuerza, su rostro lleno de dolor
—Y debido a mi egoísmo, mi deseo de venganza, quedaste atrapada en la pelea, y esos hombres te capturaron, y te hirieron... —Con una mano trazó las contusiones que ya se estaban desvaneciendo en la mejilla, la cicatriz en el labio.
—Te violaron. Y podrías estar embarazada...
Ella jadeó.
— ¡Nadie me violó!
—Pero los moretones en el cuello... el vestido rasgado.
— ¿Pensaste que me habían violado? —Preguntó ella, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
En lugar de tratar de consolarla, él se había alejado de ella tan lejos como pudo. Incluso había decidido enviarla al campo.
—Te equivocaste —ella le informó con voz plana. —Mi vestido se rompió cuando me sacaron del carruaje. Me partieron los labios para darme una lección por tratar de escapar. Y mi cuello se lastimó cuando me sujetaron para cortar un mechón de mi cabello y enviártelo.
—Pero Shion dijo que quemaste toda tu ropa. Dijo que nunca te sentirías limpia de nuevo. Pensé…
—Sí, me has dicho lo que pensabas —dijo con amargura. —Quemé mi ropa porque tenía miedo de haber traído pulgas a la casa. Y claro que me sentiría sucia si hubiera pasado un par de días durmiendo con esa ropa, en una celda sucia, ¡con nada más que cerveza para lavarme! ¡Apestaba como una fábrica de cerveza!
Volvió al sofá con la intención de tomar su mano.
—Ellos no te violaron. Gracias a Dios…
Pero ella se levantó de un salto, alejándose de él
— ¿Qué clase de hombre eres? Puedes sostener mi mano ahora, cuando sabes que no se ha contaminado, pero cuando te necesitaba, cuando desperté en la noche temblando de miedo, ¿dónde estabas entonces, Naruto?
Ella temblaba con la fuerza de su ira y la decepción. Cada vez que ella sentía que podría haber una oportunidad para ellos, él cerraba la puerta de su esperanza.
— ¡Creía que no me querías cerca! —Protestó —No después de la última vez, cuando te alejaste de mí. No te culpo, pero me di cuenta de que dabas un respingo cada vez que me acercaba a ti, después de eso.
Se dio cuenta de que ella estaba de pie con los puños apretados a los costados, ligeramente agachada como si se dispusiera a saltar sobre él. Ella se obligó a enderezarse, y estirar sus manos, antes de sisear
— ¿Después de que me llamaste una puta, quieres decir?
Él respiró profundamente
—Estaba tan enojado contigo, Hinata, después de la salida campestre. Te había estado observando todo el día, ¡tratando de ver con cuál de mis supuestos amigos estabas planeando ponerme los cuernos!
La esperanza parpadeó y murió. Con cansancio, se fue a buscar a su bonete.
—No me conoces en absoluto, ¿verdad, Naruto? Desde la primera vez que me preguntaste si quería casarme contigo, no has hecho más que insultarme.
—Lo sé —Él se puso de pie, erguido, mientras ella caminaba hacia la puerta. —Mereces más. Es por eso que te estoy dejando ir.
— ¿Dejarme ir? —Ella soltó la manija de la puerta, y se volvió hacia él con renovada furia. —Me estás enviando lejos. Tú has decidido, por alguna razón, que ya no te molestarás pretendiendo querer ser mi marido, ¡por eso te escondes detrás de esas excusas patéticas!
Se dirigió de nuevo a él, con los ojos ardiendo con una furia que ella ya no tenía ninguna intención de tratar de controlar.
—Por una vez en tu vida, Naruto, ¿por qué no admites la verdad?
— ¿La verdad? —Dijo —La verdad es que una vez que te vayas, me sentiré como si me arrancaran el corazón. No sé cómo voy a sobrevivir, pero es por tu bien, sé que debo hacerlo. Es la única cosa que puedo hacer por ti...
¿Como si le arrancaran el corazón?
Su propio corazón dio un vuelco cuando recordó uno o dos de los comentarios que él había hecho anteriormente, y que tanto la habían confundido. Había hablado de amenazar con una pistola a Uchiha, de modo que ella estaría a salvo de Pain.
Había negado con vehemencia amar a Sakura, declarando que ella era la única mujer con la que había querido casarse. Se acordó de la naturaleza casi desafiante de esa propuesta, su certeza de que cualquier mujer en su sano juicio lo rechazaría.
Y de repente, todo parecía encajar.
—Realmente eres el hombre más estúpido que he conocido —dijo temblorosa.
—Sí —admitió con tristeza —He hecho todo mal cuando se trata de ti.
—Yo también he sido negligente —dijo, pensativa. Debería haberle dicho que lo amaba desde el principio. Y luego demostrarle, día a día, que lo decía en serio. Le habría ahorrado a ambos tanto dolor —Al no decirte que te amo.
— ¡No puedes amarme!
—Eso es lo que he estado tratando de decirme, pero, por desgracia, es verdad.
Hizo un enojado gesto hacia sí mismo.
— ¡Ninguna mujer podría ver esto y amarlo!
— ¿Sabes —ella dijo, colocando su sombrero con cuidado sobre la mesa —que la primera vez que te vi, en la fiesta de la señora Moulton, ni siquiera me notaste? Tú entraste por la puerta, y de inmediato, todas las otras personas allí me parecieron actores sobre un escenario. Tú eras la única persona real en ese salón. Eras tan vibrante, tan vivo, en tu uniforme, de pie allí, explorando el salón como un hombre con una misión. Creo que perdí mi corazón por ti en ese momento.
— ¿La fiesta de la señora Moulton? —Miró desconcertado.
Ella comenzó a quitarse los guantes, observando con satisfacción femenina que él tenía los ojos clavados en sus acciones
—Tus ojos pasaron sobre mí como si yo no existiera, pero se engancharon en Sakura, y se quedaron allí. La mirabas en la forma en que todos los hombres lo hacen. De arriba y abajo, y luego a la cara otra vez, y entonces esbozaste esa especie de media sonrisa. —Extendió la mano para acariciar su rostro. —Sólo media sonrisa y fue entonces cuando me di cuenta de que tenías algunas cicatrices.
— ¡Algunas cicatrices! —Él se apartó de su mano — ¡Mi cara es una ruina!
Ella asintió. —Una ruina de lo que lo era antes, tal vez. Debiste ser excesivamente guapo antes de quedar quemado. Probablemente demasiado guapo para tu propio bien.
Él la miró como si estuviera loca.
—Te vi en tres ocasiones más antes de que me hablaras. En el teatro, en el Farringdon, y una vez, a caballo por el parque, una mañana, muy temprano. No fue hasta que comenzaste a perseguir Sakura, que me di cuenta de lo mal herido que estabas. Y para entonces, lo único que podía hacer era maravillarme con lo bien que lo ocultabas. —Ella inclinó la cabeza hacia un lado, pasando sus ojos por todo su cuerpo.
—Cuando usas tu uniforme, con esas botas, es casi imposible decir que has perdido tu pie izquierdo. Ya sabes que eres mucho más consciente de tus lesiones que otras personas. Ciertamente, todo lo que vi, en aquellos días, cada vez que se te ocurrió pedirle a Sakura que bailaran, era al hombre más atractivo que había conocido.
— ¿Me… encontrabas atractivo? —Estaba recostado contra el brazo del sofá ahora, con su respiración entrecortada — ¿Perdiste tu corazón por mí? —Dijo, como si su declaración anterior, finalmente, se hubiera hundido en él.
— ¿Por qué dices eso? —Su rostro enrojeció furioso. Sacudió la cabeza. —No pudiste haberlo hecho. Es imposible.
Ella se encogió de hombros.
—Eso era lo que seguía tratando de decirme a mí misma. Conocí a un hombre tan experimentado, tan sofisticado, que nunca miraría dos veces a una niña de provincia, apenas salida de la escuela, y que yo no debía dejar que mi entusiasmo creciera más. Pero no podía evitarlo. Y cuando me propusiste matrimonio... —sus ojos brillaron cuando pensó en ese día —...era como si todos mis sueños se hubieran hecho realidad.
—No soy el sueño de ninguna mujer —él persistió. —Soy más como una pesadilla. Hinata, no entiendo por qué te empeñas en decir estas cosas…
—Porque es la verdad, idiota —dijo con cierta brusquedad —Aunque sólo el cielo sabe por qué te sigo queriendo. Cuando ha sido tan difícil, desde el primer momento que me permitiste saber lo que pensabas de mí.
— ¡Eso no es verdad! Por lo menos, pude haberte hecho creerlo, por la forma abominable en que te he tratado, pero no es porque no te respete. Te tengo en la más alta estima. Siempre he sabido que eres demasiado buena para mí, Hinata. Siempre tan sana, tan intacta, cuando mi vida ha estado empañada desde el principio.
—Por lo tanto luchaste contra cualquier tierno sentimiento que comenzaste a tener, y demostraste que te podía hacer muy bien estar sin mí.
—Sí —confesó, más bien aturdido. —Eso es exactamente lo que hice.
— ¿Cuándo fue...? —Ella se aclaró la garganta, y se puso roja, mirando sus manos, que se estrechaban en su cintura — ¿Cuándo te diste cuenta de que me amabas, Naruto?
Su voz era apenas más que un susurro.
Se tiró del sofá, y suavemente tomó un mechón de su cabello en sus dedos.
—Cuando Shino abrió el paquete que Pain me envió, y vi tu guante manchado de sangre. Yo sabía que si no podía conseguir que volvieras, mi vida ya no sería digna de ser vivida. Con mucho gusto le habría dado toda mi fortuna para asegurar tu liberación.
Ella dejó escapar un trémulo suspiro de alivio. Había sido una apuesta para tratar de provocarlo para que confesara un amor del que aún no estaba del todo convencida de que él sentía. Pero él lo había confirmado.
—Así que, ¿por qué fuiste a rescatarme? —preguntó ella, mirándolo con timidez — ¿E hiciste que Uchiha pidiera casarse con Sakura para que pudiera pagar él mismo?
—Maldito Uchiha. No tiene nada que ver con Uchiha. Simplemente no podía soportar la idea de que estuvieras sola, con miedo y posiblemente lesionada. No podía sentarme y esperar a recibir una nota de rescate. Tenía que encontrarte y llevarte a casa. Hinata —él exhaló, tirando de ella hacia sus brazos, al fin — Hinata, ¿de verdad crees que me amas? ¿Incluso después de todo lo que he hecho?
Ella asintió con la cabeza, arrojando sus brazos alrededor de la cintura de él y abrazándolo también.
—Todavía no entiendo cómo. No es sólo la forma en que me veo. El hombre que soy por dentro tiene tantas cicatrices y está tan lisiado como lo que el mundo puede ver de mí. —La alejó de él para que poder mirar la cara de ella. —Estoy lleno de odio. He sacado fuerza de la amargura durante tanto tiempo que me he vuelto cruel...
—Pero ya no serás cruel conmigo, nunca más, ¿verdad? No ahora que finalmente hay amor en tu corazón.
— ¿Crees que amarte de alguna manera me hará un mejor hombre? —Él sonrió con tristeza. — Hinata, eres tan ingenua, tan inocente.
—No tanto como cuando te conocí —declaró —Tu amor me ha cambiado. Y si el amor me puede cambiar, puedes cambiar tu también —Ella tomó su cara entre sus manos y, mirándolo fijamente a los ojos, dijo: — Naruto, yo nunca voy a dar marcha atrás, o dejar que tu orgullo absurdo se meta entre nosotros. Voy a amarte con cada fibra de mi ser, hasta que creas ser digno de ser amado. Y vas a dejar de tener miedo a amarme. Me amarás, y la fuerza combinada de nuestro amor va a lavar toda la amargura que ha carcomido tu alma.
— Hinata —gimió, deteniendo su boca con un beso. —Si alguna mujer puede hacer tal milagro, esa eres tú. Pero, ¿qué tengo yo para darte a cambio de todo tu sacrificio?
—Hijos —respondió sin dudar un momento, ignorando su referencia al sacrificio.
Se necesitaría mucho tiempo para librar su mente de tales nociones sin sentido, sin argumentos. Con una expresión determinada en su cara, ella le desabrochó la chaqueta.
—Quiero tus hijos —dijo, soltando los botones de su chaleco. —Al menos dos niños y dos niñas.
—Yo estaba pensando más en joyas y carruajes —él respondió débilmente, mientras ella sin piedad quitaba su corbata.
Sacudió su cabeza.
—Quiero una casa en el árbol y un columpio.
—Será una casa del árbol —tragó, mientras sus manos descendieron haciendo caer los pantalones. —Para esos hijos que tanto deseas —él gimió, y el sudor brotó en su frente.
— ¡Y para nuestras hijas! —protestó ella, llevándolo de nuevo hacia el sofá.
Al caer él, sólo logró reunir el ánimo para tirar de ella hacia abajo con él.
—Ah, sí, por un minuto se me olvidó.
Y por otro minuto, no se dijo más, hallaron otra forma de ocupar sus bocas.
—Su educación —jadeó, cuando Hinata se agachó para quitarse su falda —será de naturaleza liberal.
—Igualdad —declaró ella con firmeza. —Es muy importante entre los sexos. Las mujeres tienen el mismo derecho a la educación... y a las casas en árboles... y... oh... y...
— ¿El placer? —él murmuró, cuando finalmente se deslizó dentro de ella.
—Oh, sí —ella estuvo de acuerdo. — ¡Sí! —A pesar de que se había olvidado por completo de lo que habían estado hablando. — ¡Oh, Naruto, te amo! —exclamó ella, vibrando con la libertad de ser capaz de decirlo en voz alta. — ¡Te amo!
—También te amo —admitió, mirando su cara ruborizada gloriosamente.
Y descubrió que rendirse no era una admisión de debilidad.
No en este caso.
Esta fusión de dos cuerpos, dos corazones, dos vidas, estaba forjando algo más fuerte.
Ya no estaba sólo, luchando por su lugar en el mundo.
Como pareja serían lo suficientemente fuertes como para asumir el mundo entero, si lo consideraba conveniente.
Tenía a alguien, por fin, a quien pertenecía de la forma más completa.
Su mujer.
FIN
La historia se llama «La inocente esposa del Capitán
Fawley» de Annie Burrows. La primera adaptación que hago que tiene tanto drama, pero no pude evitar relacionar la protagonista con la Hinata del Canon.