Día uno: Alya y Marinette.
La castaña sabía. Bueno, al menos tenía una mínima sospecha. Sin embargo, había decido mantenerse al margen y no comentar al respecto, ni a Marinette, ni a su novio, ni a nadie. Prefería dejarle reflexión y tiempo a su mejor amiga; ella hablaría cuando se sintiera segura.
Sí… Sobre eso…
¡Al carajo! Alya Césaire nació con muchos dones (ser la mejor, por ejemplo), ¡pero paciencia no era uno de ellos!
Así que allí se encontraba, luego de una semana y tres días de espera (¡mataría a Marinette por dejarla en suspenso ese eterno tiempo!), cruzando la puerta principal de la panadería Dupain-Cheng, saludando fugazmente a los adorables Tom y Sabina, pero interrogando con la misma intensidad de un adicto en abstinencia por la azabache. No terminaron de decirle que se hallaba en su habitación, que ya estaba pateando la trampilla con la fuerza de un orangután con hambre.
Hambre de información.
Aunque lo que descubrió la dejó inmóvil: no había rastros de Adrien. No literalmente hablando, claro, sino que se refería a las miles de fotos que tenía su amiga por toda su habitación, los corazones, los diseños de cómo serían sus trajes cuando se casaran y entre otras cosas.
—¿Alya? —Una sorprendida Marinette la observaba desde lo alto de su habitación —. No esperaba que vinieras…
En lo que la azabache bajaba las escaleras que las separaban, su amiga recorría el cuarto con la vista. Al notar la falta de reacción de Alya y su extraña actitud, la otra volvió a tomar la palabra.
—¿Ocurre algo? Estás rara… —¿Ella era la rara? ¡Ja! La morena quería azotarle las revistas de diseño de su amiga en la cara… No, bueno, eso era violento.
—¿Cuándo me lo pensabas contar? —Ante la duda de la ojiazul, su amiga señaló la obvia falta del rubio, recibiendo un oh como respuesta —. ¿Qué pasó?
—No mucho… —Marinette desvió sus ojos de los ámbar, posando su atención en un boceto a medio hacer sobre su escritorio —. Es solo que… me di cuenta que Adrien no me quiere así, de esa forma… y no lo hará.
Alya buscó su mirada, para verificar la expresión de su amiga. Ella siguió huyendo de sus ojos, y continuó para disimular el obvio nerviosismo que le provocaba dialogar sobre sus sentimientos.
—Sí, yo… renuncié. Él tiene a Kagami, ¿sabes? Y hacen muy bonita… pareja. —Marinette suspiró, dejando ir un poco la tensión y se volvió a su mejor amiga, enfrentándola con seguridad y una sonrisa —. Estoy feliz por Adrien, Alya. Si él lo es…
Su voz se quebró, pero su sonrisa seguí ahí. Se inundaba en lágrimas saladas ante una curvatura de labios tan adorable, sosteniendo un dolor que no se había permitido mostrar. Alya se abalanzó a abrazarla, acariciando su cabello azabache mientras ambas se desvanecían en el piso.
Marinette lloró la tarde en brazos de su mejor amiga, liberándose de esos sentimientos que cargaba en soledad, siendo salvada (de muchas formas) por Alya, quien se mantenía firme. Incondicional.
Amiga.
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POR UNA PALABRA NO HICE 500 JUSTOS. Bueno, igual valió la pena.
Ojalá les guste estos relatos sobre amistad... ̶ ̶y̶ ̶e̶s̶p̶e̶r̶o̶n̶ ̶q̶u̶e̶ ̶s̶u̶f̶r̶a̶n̶ ̶y̶ ̶l̶l̶o̶r̶e̶n̶ ̶c̶o̶n̶ ̶a̶l̶g̶u̶n̶o̶s̶ . Bueno, empezaré por las típicas amistades de la serie y luego veré con qué sigo jajasj (ah re que ya tengo una lista).
¿Se nota que no puedo dejar de escribir sobre miraculous? menkanta ̶(̶i̶g̶u̶a̶l̶ ̶e̶s̶ ̶p̶o̶r̶q̶u̶e̶ ̶n̶o̶ ̶v̶e̶o̶ ̶m̶u̶c̶h̶a̶s̶ ̶s̶e̶r̶i̶e̶s̶,̶ ̶n̶i̶ ̶h̶e̶ ̶l̶e̶i̶d̶o̶ ̶a̶l̶g̶o̶ ̶u̶l̶t̶i̶m̶a̶n̶t̶e̶)̶