Todos los personajes de Saint Seiya pertenecen a Masami Kurumada.
Domingo 29 de Noviembre, 01:24 a.m.
Now, it's three in the mornin'
And I'm tryna' change your mind
Left you multiple missed calls
And to my message, you reply
"Why'd you only call me when you're high?"
La orden dorada había tardado un suspiro en organizarse para salir hacia la avenida principal de Las Vegas para buscarse un destino aquella noche, la calle estaba repleta de personas buscando divertirse, el clima era frío y las luces lograban encandilarlos. En cada esquina encontraban promotores que los invitaban a disfrutar de diferentes espectáculos, shows y servicios, por momentos tan solo lucían como un grupo de amigos buscando qué hacer. Los susodichos lograban llamar bastante la atención de las demás personas ya que todos lucían la misma vestimenta, el traje color vino que les tocó usar en la conferencia, mientras que los demás humanos normales iban sumamente abrigados.
—¡Miren lo que es este lugar! —vociferó Dohko mientras pasaba su brazo por los hombros de Shion—. ¡Es un maldito sueño!
—¡Esta es nuestra noche, chavales! —aseguró Shura, quién caminaba delante de Dohko mientras observaba cada posible destino.
—En cuanto encuentre algún lugar dónde bailar salsa me perderán —bromeó Aldebarán.
—¡Oh por Dior! —gritó Afrodita frenándose de golpe.
Sus compañeros casi saltaron del susto al oír aquel grito, rápidamente voltearon a él.
—¿Qué te pasa, zoquete? —cuestionó Milo.
El de Piscis tan solo continuaba cubriendo su boca mientras que con su otra mano señaló la marquesina de un teatro, una enorme foto de RuPaul resaltaba.
—¡Un show de Drag! —dijo soltando chispas por los ojos de la emoción—. Fue un placer acompañarlos, galanes, pero me iré a ver a RuPaul.
—¡No inventen, miren allá! —Aioros señaló un enorme cartel luminoso situado en la calle de enfrente—. ¡Un show de magia de Criss Angel!
Milo y Aioria contuvieron un grito de emoción.
—¡El puto Criss Angel está aquí! —Milo tomó a Camus de la camisa, prácticamente gritándole en la cara—. Tenemos que ir.
—Quítame las manos de encima, idiota —respondió el mago de los hielos mientras torpemente intentaba alejarlo.
De pronto, toda la orden dorada se había detenido en una calle donde de a poco comenzaban a debatir los diferentes rumbos que tomarían.
—Esperen, esperen —Shaka pasó una de sus manos por su rostro intentando aclarar su muy confundida cabeza—. Tenemos que encontrarnos en algún lado y regresar todos juntos.
Sus camaradas asintieron, aquello era muy cierto.
—Tengan sus móviles con ustedes todo el tiempo, antes de que amanezca nos reuniremos en algún punto y entraremos sigilosamente al hotel —dijo Shion con aires de estratega—. Nos comunicaremos por el grupo.
Él era el patriarca, el supervisor de su trabajo en Las Vegas y el que dirigía las cosas, por lo tanto él daba las órdenes.
—Me parece bien —dijo Afrodita con evidente apuro—, nos vemos en unas horas, ya va a comenzar mi show y debo conseguir entradas.
El de cabello celeste saludó sin ganas a sus compañeros y pronto se perdió entre las personas que transitaban por allí.
—Oigan viejitos —Saga se dirigió a Shion y Dohko—. Kanon y yo iremos al Casino, haré que ese imbécil pierda todo su dinero —soltó con malicia—. ¿Quieren venir con nosotros?
—¡Pues claro que sí! —respondió Dohko animadamente.
De esa forma los cuatro caballeros se alejaron de los demás.
—Nosotros iremos a ver el show de Criss Angel —dijo Milo mientras señalaba a Camus, Aioria y Aioros—. ¿Alguno quiere venir?
—No gracias, nosotros iremos a un show de Arctic Monkeys —respondió Shura refiriéndose a él y Máscara Mortal.
—Pero primero iremos a un antro, y estos vendrán con nosotros —Mascarita tomó bruscamente a Mu y Shaka, los mismos abrieron los ojos a más no poder.
—¿A-antro…? —Shaka pasó saliva pesadamente.
—¿Monkeys dará un show? —preguntó Aioria con frustración—. Diablos, es una de mis bandas favoritas.
—Descuida, todavía falta bastante, por eso iremos a un antro primero. Tal vez puedan alcanzarnos luego —aseguró Shura comenzando a alejarse.
Capricornio y Cáncer se llevaban a rastras a los pobres de Shaka y Mu, sus almas puras terminarían corruptas al final de la noche a causa de esos dos.
—¿Y tú qué harás? —esta vez fue Aioria quien tomó la palabra dirigiéndose a Aldebarán.
—Iré a buscar algún lugar dónde pongan música latina, mi cuerpo me pide danza —aseguró dando una vuelta defectuosa.
Aioros soltó una risa inocente al ver como su camarada no sentía nada de pena al ponerse a hacer ridiculeces en plena calle, los demás hacían gestos para que ya se detuviera.
De pronto una muchacha de cabello castaño se acercó a Aldebarán observándolo curiosa.
—¿Escuché mal o buscabas un lugar para bailar música latina?
—Es lo que llevo calles buscando, muchacha —respondió amigablemente.
—Pues tengo lo indicado para ti —dijo extendiendo un folleto en su rostro—. Caribe es el mejor lugar que encontrarás para fiestas cien por ciento latinas, y hoy habrá descuentos.
—Entonces iré —dijo chasqueando los dedos—, el Caribe me espera.
—Espero poder verlos a todos allí.
La muchacha arrastró su mirada por cada uno de los muchachos, sin embargo se enfocó exclusivamente en el francés, al cual no dudó en guiñarle un ojo antes de darse la media vuelta para irse.
—De pronto me dieron ganas de ir al Caribe —dijo el aludido mientras observaba a la muchacha morena irse.
Sus compañeros se miraron entre sí con sorpresa, era realmente sorpresivo que Camus actuara casi como un chico normal, claro, solo que bajo la influencia de sustancias externas.
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Mandalay Bay Resort, 01:34 hs.
Dentro del complejo hotelero noventa reinas de todos los países se hospedaban cómodamente, muchas deseaban quedarse descansando y concentrarse en el evento que ocurriría dentro de dos semanas, sin embargo había ciertos grupos que dentro de sus habitaciones se encontraban probándose sus mejores atuendos para salir a divertirse. En cada habitación había seis reinas de países cercanos compartiendo espacio, en la habitación donde se encontraban Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Puerto Rico y Cuba tres se habían puesto de acuerdo para salir, las mismas iban tocando puerta por puerta en las habitaciones de sus colegas para buscar compañía.
—Tenemos que ir a la habitación de Miss Francia —aseguró Madison alias Miss USA mientras caminaba junto a sus compañeras por el pasillo.
—¿Por qué tanto interés? —preguntó curiosa Carla, Miss México.
—Porque está entre las favoritas a ganar la corona, quiero hacerme su amiga —acomodó su cabello rubio hacia atrás de forma vanidosa.
—Eres tan interesada —bromeó Puerto Rico.
—De hecho esa es la habitación donde se hospeda Francia y otras chicas de Europa —acotó Carla señalando hacia una de las puertas.
Madison rápidamente se adelantó para tocar la puerta de aquella habitación, pronto unos pasos del otro lado se hicieron audibles y la puerta se abrió. La muchacha de cabello negro del otro lado era Natasha Kusnetzova, Miss Rusia, la misma se encontraba en ropa de dormir.
—Hola —dijo Madison con una enorme sonrisa—, permiso —borró su sonrisa y pasó por el lado de la muchacha adentrándose en la habitación.
—¿Hola? —dijo levantando una ceja ante el comportamiento tan extraño de la rubia—. Pasen, parece que ustedes también van de fiesta.
—Claro que sí —respondió Carla como si fuese lo más obvio del mundo, se adentró mientras acomodaba su cabello rojo—. ¿Tú no saldrás?
—No creo, estoy un poco cansada, hicimos muchas cosas hoy.
Madison y Ágatha compartieron un abrazo tan cálido y estrecho que hasta llegaba a lucir falso, la francesa traía una falda negra y un top blanco, realmente estaba dispuesta a darlo todo en alguna fiesta.
Por alguna extraña razón Ágatha y Luna no lograron conectar desde el primer día, sobre todo luego de que la francesa interrumpiera su coqueteo con Milo, por esa razón la puertorriqueña se sentó en la cama de Natasha observando todo en silencio.
—Salgamos, blanquita —le propuso la de Puerto Rico a la rusa.
—Ustedes ya están listas para salir, yo debería empezar desde cero… —soltó con honestidad.
—No te preocupes por eso, yo misma te ayudo para que lo hagamos en la mitad del tiempo —dijo animada—. Después de todo en Rusia debe hacer más frío que aquí, seguramente puedes ponerte algo ligero.
—De acuerdo, iré con ustedes —sonrió de lado, se notaba que era bastante tímida o reservada.
Luna se puso de pie tomando un cepillo de cabello que vio sobre la mesa de luz de la pelinegra, se colocó detrás de ella comenzando a peinar su cabello. Ágatha observaba a ambas de reojo, por alguna razón no tragaba a ese par, quizás su ambición por la corona rechazaba totalmente la idea de que los missólogos elogiaran la performance de Natasha durante su coronación en Rusia, o el hecho de que Luna fuera extremadamente popular en Puerto Rico. Estaba totalmente segura de que el chisme de que habían visto a Natasha charlando con Camus no influenciaba para nada su postura, no le caía bien porque si. Según ella.
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Bar Carpe Diem, 02:52 a.m
No muy lejos del hotel se encontraba un popular bar llamado Carpe Diem en el cual se podía disfrutar de rock actual, en el mismo había varias mesas de pool y la luz tenue combinaba perfecto con las luces led de la barra. Era un lugar ideal para tomar un trago y esperar por ver una banda. Shura, Shaka, Mu y Máscara Mortal se encontraban sentados en una mesa la cual ya tenía más de diez vasos y botellas regados de forma desprolija sobre la misma, la apariencia de los cuatro era cada vez más devastada, estaban más que ebrios y con los efectos del cannabis encima.
—Estoy orgulloso de ti, borrego —dijo muy lentamente Shura palmeando la espalda de Mu—. Yo sabía que no eras un cobarde.
El mismo se encontraba con los codos sobre la mesa mientras sostenía su cabeza, podía jurar que nunca se había sentido tan mareado y despreocupado, para ese entonces ya no llevaba puesto el saco, incluso tenía las mangas se su camisa a la altura de sus codos al igual que sus amigos.
—Soy el caballero de Aries, el caballero dorado de Aries —dijo con los ojos más cerrados de lo usual, su lengua parecía entumecida al hablar—. Y yo no soy ningún cobarde.
—¡Así se habla, desgraciado! —vociferó Máscara levantando la botella de Corona.
El de Capricornio observó su móvil, ya casi era la hora de partir hacia el show de Arctic Monkeys, el mismo se puso de pie.
—Ya debemos ir —aseguró.
—¿Puedo ir al baño primero? —Shaka se puso de pie apoyándose en el respaldar de su silla, frunció el ceño al sentirse muy mareado de pronto.
—Hazlo, pero apúrate —respondió el de Capricornio, luego lo observó bien—. ¿Quieres que te acompañe?
El rubio simplemente negó con la mano. Observó el último shot que quedaba sobre la mesa y lo tomó echando su cabeza hacia atrás. Golpeó el pequeño shot contra la mesa y se dio la vuelta dispuesto a encontrar el baño. Los tres dorados lo observaron con la boca abierta.
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Camus, Aioria, Aioros y Milo habían disfrutado de uno de los shows de su vida, lograron observar aquel espectáculo de cerca y de paso disfrutar de algunos tragos. A pesar de que ellos fueran caballeros de Athena no encontraban explicación a algunos trucos que había llevado a cabo el reconocido ilusionista Criss Angel. El reloj ya marcaba las tres de la mañana y de a poco comenzaban a abandonar el espacio donde habían disfrutado del show, una vez salieron pisaron la calle nuevamente, sus móviles sonaron al unísono, causando su extrañeza. Aioria desbloqueó la pantalla de su móvil encontrándose un mensaje en el grupo que compartían todos los miembros de la orden dorada, ahora staff de Miss Universe.
—No puede ser —rió observando la foto que envío Afrodita.
En aquella imagen podían ver una selfie del caballero de Piscis totalmente en lágrimas al lado de RuPaul, quien posaba sonriente haciendo el signo de la paz.
—Que suertudo es Dita —dijo Aioros.
Camus observaba atentamente el móvil de Aioria hasta que logró sentir una presencia familiar no muy lejos de allí. Buscó disimuladamente con la mirada aquella presencia y grande fue su sorpresa al ver a su ex novia caminando por la calle de enfrente, detrás de ella caminaba otro grupo de chicas, que no se trataban de nada más ni nada menos que las concursantes.
—Ni se te ocurra —le advirtió Milo tomando consciencia de la situación.
—¿Que no es esa California Girl? —cuestionó Aioros llamando la atención de su hermano.
Efectivamente del otro lado de la calle un grupo de mujeres caminaba animadamente hacia Dios sabe dónde, aquellas chicas eran varias de las aspirantes a Miss Universe.
Milo se paró frente a ellos obstruyendo su vista.
—¿No creen que se vería muy mal que vayamos tras ellas después de haberlas visto en la calle? —inquirió—. Sería mejor que nos encontrarán por casualidad en el lugar donde vayan a estar.
Lo que decía Milo tenía todo el sentido del mundo.
—Además prometimos alcanzar a Shura y los demás en el show de Arctic Monkeys —esta vez fue Aioros quien chasqueó los dedos recordando.
—¡Diablos, Monkeys ya va a tocar! —Aioria borró toda ilusión de su mente al observar su reloj—. No llegaremos.
—Claro que llegaremos —dijo Camus cerrando los ojos, el mismo comenzó a elevar su cosmos.
—Sé que Saori dijo que debíamos actuar como personas normales… —Aioria cerró el puño mientras elevaba su cosmo-energía—, pero Arctic Monkeys es cosa seria.
Milo miró a cada uno de sus lados procurando que no hubiera muchas personas por allí. Observó seriamente a sus compañeros estirando su puño cerrado.
—Por Alex Turner.
—¡Por Alex Turner! —vociferaron al unísono uniendo sus puños.
De esa forma los cuatro caballeros desapareciendo dejando una ráfaga de viento que logró despeinar a las personas que caminaban tranquilamente por aquella calle.
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Bar Carpe Diem, 03:02 a.m.
Shaka caminaba de regreso buscando a sus amigos, no podía evitar sentirse excesivamente mareado, tal vez la luz tan baja de ese lugar no ayudaban a la lucidez de sus sentidos. Pasó ambas manos por su rostro de forma pesada, al aclarar su vista notó como una muchacha de cabello verde lloraba a moco tendido sentada en una de las mesas. El maquillaje negro de esa mujer lucía como un verdadero desastre a causa de las lágrimas. Era un caballero de Athena, un protector de la paz y de la humanidad, y definitivamente no podía ignorar a esa mujer. Se acercó a ella y posteriormente se sentó a su lado.
—¿Te encuentras bien?
La mujer simplemente negó con la cabeza. La misma tomó un pañuelo limpiándose la nariz.
—Acabo de ver a mi novio siéndome infiel… —confesó y nuevamente rompió en llanto.
Shaka parpadeó un par de veces, si esa mujer seguía llorando de esa forma seguramente le iba a dar un infarto. Colocó una mano en su hombro dándole suaves palmaditas.
—El hecho de que rompan tu corazón debe ser muy triste, desconocida, sin embargo, no permitas que tu ser se vea opacado por tu cuerpo del dolor —explicaba calmadamente.
La muchacha secaba sus lágrimas mientras lo escuchaba.
—El mundo está repleto de almas que de seguro se sentirán a gusto con tu ser, pero primero debes tú sentirte a gusto con tu ser —frunció apenas el ceño— . ¿Estás conforme con tu ser?
La muchacha negó y nuevamente comenzó a llorar desconsoladamente.
—¡Siento que me dará un ataque de pánico! —soltó exageradamente.
—No, no, de ninguna manera.
Shaka tomó la mano de aquella mujer y la colocó sobre su pecho.
—¿Sientes mi respiración?
—Sí, si la siento —respondió la chica intentando calmarse.
—Ahora cierra los ojos, intenta dejar tu mente en blanco —la muchacha seguía sus pasos—. Sigue mi respiración, no pienses en nada más, no permitas que tu ser se vea opacado por la luz de la oscuridad.
—Me estoy sintiendo un poco más tranquila… —dijo aún con los ojos cerrados.
—Es porque estás entrando en armonía con tu ser y consciencia, debes meditar más seguido, de esa forma ningún hecho hará que te aferres al…
—¡¿Qué significa esto?!
Un hombre bastante musculoso, de barba y rapado a los lados se hizo presente, totalmente escandalizado por la escena que se había topado.
Shaka se puso de pie y la mujer copió su acción mostrando un evidente enojo.
—¿Cómo te atreves a buscarme, Edgardo? —reclamó indignada—, después de lo que me hiciste.
—Pues no se te ve muy triste —dijo mirando de muy mala manera a ambos—. Ya encontraste a alguien más.
Shaka observó aquella situación con suma confusión.
—¡El muchacho es doctor, y me estaba ayudando para que no me dé un ataque de pánico por tu culpa!
—¿Doctor? —cuestionó ladeando la cabeza.
El enorme hombre barbudo viró su rostro lleno de ira hacia Shaka.
—Simplemente estaba asistiéndola, se sentía mal —dijo a aquel sujeto.
—Pues alguien tendrá que asistirte a ti luego de la paliza que te daré.
La mujer cubrió su boca con ambas manos presa del horror. Las demás personas en aquel bar se percataron de la situación observando todo, algunos hasta sacando sus móviles.
—La violencia no es buena, incrementará tu ego y le hará creer a tu mente que tienes un falso poder —dijo Shaka mientras cerraba sus ojos.
—¡Mi poder es real, idiota!
Aquel hombre soltó un puñetazo con todas sus fuerzas hacia Shaka, sin embargo el caballero dorado abrió sus ojos un par de segundos antes y detuvo el golpe con un solo dedo.
—¡Controlate! —vociferó el rubio tomando la mano del sujeto para torcer su brazo hacia su espalda, dejándolo inmovilizado con suma facilidad.
—¿Qué demonios ocurre aquí?
Máscara Mortal se hizo presente entrando a los empujones, la gente se había aglomerado alrededor de aquella disputa. Al divisar a su compañero de orden tomando el brazo de un enorme sujeto parpadeó incrédulo. ¿Podría ser real lo que veían sus ojos? ¿El más santo de los santos dorados en una riña?
—¡Por favor joven, no se ensucie las manos con este engendro! —dijo la muchacha tomando el brazo de Shaka.
El rubio accedió soltándolo, la muchacha asintió agradecida.
Aún en el suelo aquel hombre extendió su mano tomando la pata de una silla, sonrió con malicia. Máscara Mortal observó aquello y elevó una ceja, se acercó hasta él y le propinó un fuerte golpe en la cabeza con el puño cerrado. Ahora sí, aquel hombre había quedado inconsciente. Caminó por encima de su cuerpo como si fuese una alfombra y se dirigió a Shaka.
—Estamos esperándote fuera, el show ya va a comenzar, iluso —reclamó el de Cáncer.
El mismo tomó el brazo de Shaka sacándolo casi a las rastras.
—¡Te prometo que meditaré más seguido! —dijo aquella muchacha con ojos llenos de ilusión.
—Jamás creí que fueras de esos ebrios que arman pleitos en bares, Shaka, me sorprendes cada vez más —bromeó Mascarita.
—Yo solo quería ayudar a las personas… —dijo inocentemente.
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03:36 a.m.
Afrodita caminaba por las calles ya no tan repletas de Las Vegas mientras observaba embelesado su nuevo fondo de pantalla, RuPaul y él juntos, todavía le parecía que estaba en un sueño. A los codazos y empujones logró hacerse un lugar a la salida del teatro y tomarse una foto con su más grande ídolo, sin dudas era una noche mágica. El sueco caminaba tan ensimismado que se sorprendió bastante al oír una voz femenina llamando su nombre.
—¡Afrodita!
El aludido se volteó buscando saber de dónde provenía esa voz, no muy lejos de él en esa misma calle una muchacha de cabello azul levantaba su brazo para llamar su atención, la misma era Ágatha.
—¡Hey! —dijo guardando su móvil.
Caminó hacia donde se encontraba la francesa y ex novia de uno de sus camaradas, estaba en la puerta de un bar llamado Limón & Miel.
—¡Dita! —la muchacha lo abrazó fuertemente—. Eres el único que siempre me va a caer bien de todos los del santuario.
—Mi reina, ese es mi poder —correspondió a su abrazo—. No soy como los demás simios.
—¿Y qué estás haciendo por aquí? —cuestionó colocando sus manos en los hombros del sueco—. ¿Los otros idiotas te dejaron solito?
—Se fueron a hacer cosas de hombres, ya sabes —dijo ondeando su mano—. Yo fui a ver un show de Drag, y adivina qué.
La muchacha subió ambas cejas en forma de interrogación, él tomó su móvil y le enseñó su fondo de pantalla. Ágatha colocó ambas manos en su rostro.
—¡Imposible! —soltó con incredulidad.
—Así es, el caballero dorado de Piscis siempre consigue lo que quiere —guiñó un ojo.
—¿Caballero… de Piscis? —inquirió Luna acercándose a ellos.
Afrodita y Ágatha abrieron los ojos como platos, se suponía que nadie debía conocer las verdaderas vocaciones de aquellos muchachos.
—E-ese era su usuario cuando jugábamos… FIFA —dijo lentamente la de cabello azul.
—Exacto, el FIFA… —Afrodita observó con mirada asesina a Ágatha, el fútbol era una de las cosas de las que menos entendía en la vida.
La puertorriqueña se extrañó aún más.
—¿Se conocen de antes? —se cruzó de brazos.
Ágatha suspiró.
—¡Oigan! —Madison apareció en ese instante—. ¿Dónde se habían metido?
—¡Mad bonita! —Afrodita vio la oportunidad perfecta de evadir la pregunta—. Estaba buscando algún lugar dónde pasar el rato, ¿dónde irán ustedes?
—Pues este lugar es muy aburrido, así que pensábamos ir a un lugar muy cerca de aquí, pasan música latina y se llama Caribe —dijo subiendo los hombros.
—¡Me encantaría ir! —se apresuró a decir—. Muero por bailar algo de música latina. "Si claro, como si yo conociera algo de eso." Pensó.
—Pues no sé qué esperamos para ir, iré dentro a buscar a las demás —dijo la rubia volteándose—. ¡Vayan buscando un par de taxis!
—¡Me parece perfecto! —Afrodita huyó hacia la acera tratando de divisar un taxi.
—¡Oye! —reclamó Luna, quedándose con la duda.
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03:40, show de Arctic Monkeys.
El grupo de Milo, Camus, Aioria y Aioros tardaron un parpadeo en alcanzar a sus camaradas quienes estaban parados en la fila para entrar, mientras esperaban, Shura les compartió el chisme de Shaka haciendo pleitos en bares ante las risas y miradas de sorpresa de sus demás compañeros. ¿Shaka? ¿Era eso posible? Definitivamente aquella noche estaba brindando muchísimas anécdotas. Las puertas del estadio estaban a minutos de abrirse cuando Máscara apareció con las ocho entradas en mano, un verdadero héroe sin capa. Si bien Shaka y Mu no eran grandes fans de aquella banda, conocían algunas de sus canciones y en sus estados, ninguna idea parecía mala, así que de esa forma se adentraron. El estadio estaba a oscuras, los gritos de la gente comenzaban a copar el lugar, dos enormes pantallas a los lados daban un plano más cercano del escenario, era increíble. El lugar no tardó en llenarse y teniendo en cuenta lo tarde que era, la banda no tardaría en salir, ni siquiera había alguna banda soporte que tocara primero, solo ellos.
Las luces del estadio se apagaron del todo y de la nada apareció humo a los lados del escenario, el público comenzó a enloquecer. Aioria colocó ambas manos detrás de su cabeza mientras sonreía embobado, su sueño estaba a punto de cumplirse, Milo pasó su brazo por los hombros de Camus acercándolo a él de forma brusca, se los veía muy emocionados. Un acorde de guitarra seguido de la batería daban comienzo a la primera canción, "R U Mine?". La misma empezó a resonar fuertemente acompañada de la voz de Alex Turner, las luces se encendieron y los gritos lograron hacer que Shaka se tapara el oído izquierdo. El público se encontraba cantando a los gritos, expectante.
"In my mind when she's not right there beside me, I go crazy…"
En esa última frase, las personas allí comenzaron a saltar al unísono, Mu abrió sus ojos bastante grande observando aquello, recibiendo algún que otro empujón, al principio le resultaba algo molesto, sin embargo de a poco fue soltándose. Máscara Mortal y Shura corrieron hacía el lugar donde más saltaban las personas para hacerse parte de ellos, realmente eran unos revoltosos.
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Disco Caribe, 03:50 a.m.
Afrodita había llegado a aquel lugar en dos taxis con el resto de las chicas que se había encontrado, aunque llevaban apenas dos días allí ya se había hecho buenas amigas, era su especialidad, las reinas ya veían en él alguien en quien confiar. Al entrar a la disco se encontraron con un lugar sumamente lindo, las barras eran iluminadas desde dentro, sobre las mismas varios tragos a base de piña servían para la decoración, los sorbetes de cada trago traían banderillas de países latinos. A pesar de que Dita era sueco, podía asegurar que ese lugar no era un antro, sino todo lo contrario. De repente sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando sintió un par de fuertes manos tomando sus hombros desde atrás, se volteó extrañado.
—¿Alde?
—¡Afrodita! —vociferó evidentemente feliz y ebrio—. ¿Qué haces por aquí?
—Pues…
—¡Muchachos! —apareció Miss México sorprendiendo a ambos—. ¡Aldebarán, no sabía que fueras latino!
—Claro que lo soy, Carla, orgullosamente brasilero —dijo inflando su pecho mientras levantaba su caipirinha.
—Voy a sacarle chispas a la pista de baile y ya sé con quién —afirmó sonriente la muchacha mientras tomaba el brazo de Alderbarán.
De pronto Madison se acercó tímidamente a ellos de brazos cruzados.
—Oye Dita… —colocó una mano en su nuca tratando de parecer normal—, ¿Tus amigos no van a venir?
Afrodita y Aldebarán sonrieron pícaros.
—Oh, ya veo, quieres que cierto caballero de… —observó la cara del caballero de Tauro negando frenéticamente—, del staff de Miss Universe venga —corrigió lentamente.
—Mi mejor amiga está totalmente loca por el River Phoenix que tienen de compañero.
—¡Carla! —la regañó.
—Si lo dices por Aioria, estoy seguro que estará encantado de venir si le digo que estás aquí —Afrodita se acercó a ella y le guiñó un ojo.
Madison sonrió complacida y elevó una ceja.
—Pues dile que venga pronto, o me puedo arrepentir —soltó retomando sus aires de diva, le guiñó un ojo y se dio la vuelta yéndose de allí.
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Show de Arctic Monkeys, 04:02 a.m.
El concierto llevaba ya unos cuarenta minutos y los muchachos lo estaban disfrutando a más no poder, la banda había hecho un popurrí de sus canciones más populares para que el público se mantuviera despierto, sin embargo, había una balada que era imposible que no tocaran. Alex Turner dejó su guitarra eléctrica a un lado y tomó la acústica, solo restaban unas dos canciones más y todo terminaría, así que era el momento de darle un toque nostálgico a la noche. La melodía de "Cornerstone" hizo posesión en su guitarra causando que todos levantaran sus móviles para iluminar el estadio.
El león dorado Aioria estaba pasando un tiempo increíble en Las Vegas, había conocido muchas chicas lindas y se encontraba bajo el efecto de sustancias que resaltaban su felicidad, sin embargo, si había una canción que le recordaba a Marín, era esa.
"I elongated my lift home
Yeah I let him go the long way round
I smelt your scent on the seat belt and kept my short cuts to myself…"
Sus ojos se habían cristalizado apenas un poco, todo era muy reciente respecto a ella. ¿Lo peor? Su maldito teléfono no paraba de sonar y cómo buen leonino, transformaría aquella tristeza en cualquier otro sentimiento explosivo. Atendió con desgano tapándose uno de sus oídos para oír mejor.
"¿Qué rayos quieres Afrodita?"
"Mira idiota, no me pagan por ser celestina, solo te diré que estamos en una disco llamada Caribe y Madison quiere verte. Eres un pésimo amigo."
"¿Madison? En unos veinte minutos estaré allí, eres el mejor amigo del mundo, Dita, te besaría." Soltó evidentemente feliz.
"Ser gay no me hace tener mal gusto. Adiós."
Aioria borró todo rastro de tristeza, observaba su móvil con una sonrisa de lado, la noche aún era joven y no se iba a desperdiciarla, y para su suerte, aquella tortuosa canción había terminado.
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Disco Caribe, 04:20 a.m.
Natasha se encontraba sentada en la barra tomando un trago, a decir verdad estaba un poco aburrida, tal vez le hacía falta tomar un poco más. La misma llevaba su cabello lacio y un vestido negro brillante, estaba más que preciosa. A su lado, Luna tenía uno de sus codos apoyados sobre la barra mientras sostenía su mejilla, su rostro estaba en dirección a la entrada, parecía que no apartaría su vista de ahí hasta que cierto caballero de Escorpio apareciera, ya que Afrodita aseguró que pronto llegarían. Cada tanto retocaba su top plateado que dejaba el abdomen a la vista y su short blanco, tampoco dejaba tranquilo su pelo castaño, estaba sumamente nerviosa.
—¡Ahí llegaron! —vociferó emocionada, la muchacha a su lado casi se ahoga con el sorbete del susto.
—Es tu oportunidad —le dijo después de toser frenéticamente—. ¡Anda, ve!
Aiora, Aioros, Milo, Camus, Shura, Máscara, Shaka y Mu aparecieron llamando la atención de varias personas, realmente no tenían pinta de ser latinos ni mucho menos, sin embargo no paraban de observarlos debido a lo increíblemente atractivos que se veían en camisa y pantalón color vino, sus corbatas y sacos sabría Dios dónde habían quedado, las mangas de sus camisas estaban arremangadas y algunos llevaban los primeros botones desabrochados, era imposible no voltearse a verlos.
Natasha comenzó a hacerle gestos a Camus levantando su brazo, el mismo se veía serio como siempre, pero a su vez observaba disimuladamente aquel lugar, probablemente preguntándose qué diablos hacía allí. Pronto la muchacha logró captar su atención y el mismo se fue acercando.
—¡Hey! Qué extraño verte por aquí, no creí que a un francés le gustaran los antros latinos.
—Pienso lo mismo de alguien que proviene de Rusia, aunque seguramente los dos estamos aquí por la misma razón —dijo tomando asiento en la barra.
—Sí, Luna me obligó a venir —bromeó—, apuesto a que tus amigos y sus conquistas te arrastraron aquí, aunque debes saber que me encanta la música latina.
Camus asintió y posteriormente pidió uno de aquellos tragos tan típicos que todos parecían estar bebiendo, el barman comenzó a hablar con Natasha y en ese momento no pudo evitar observarla, su piel blanca hacía juego perfecto con su cabello negro, aquel vestido le quedaba muy bien, y la forma en que sus labios rojos envolvían el sorbete de su copa era encantador. ¡¿Pero qué diablo estaba pensando?! Se sostuvo entrecejo unos segundos tratando de disipar esos pensamientos de ebrio básico, a Natasha le gustaban las mujeres. Pasó una mano por su cabello y giró su rostro tratando de divisar a algunos amigos, evidentemente no logró encontrarlos, pero sí pudo ver a Ágatha no muy lejos de allí, observándolo con un rostro muy específico. Se la veía levemente enojada, pero con tanta indignación como si fuera un criminal, la francesa blanqueó los ojos y se dio la vuelta.
—¿Me permites un momento?
—Claro, yo te cuido esto —respondió Natasha mientras acercaba la copa hacia ella.
Camus se dirigió a paso rápido hasta donde se encontraba su ex novia charlando como si nada con otras reinas, colocó una mano en su hombro y al verlo su sonrisa se esfumó. Se alejaron de allí unos cuantos metros y la peli azul se cruzó de brazos.
—¿Te pasa algo? —cuestionó confundido.
—Me sorprende que te preocupe, pensé que estabas muy entretenido con tu nueva… —entonces Ágatha dirigió su mirada hacia Natasha.
La rusa volteó en ese instante topándose con la mirada de aquellos dos, la misma bebía del trago que había comprado Camus, señaló la copa y posteriormente le hizo un OK con los dedos, dándole a entender cuán bueno estaba. Al mago de los hielos le hizo mucha gracia, más trató de disimularlo lo más posible.
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En otro sector de aquel lugar, Madison se puso de pie enseguida al notar la llegada de Aioria, él también parecía buscar algo con la mirada, ambos no tardaron en encontrarse, el león dorado sonrió y se hizo paso hacia la muchacha rubia, la misma se volteó caminando hacia un lugar más apartado en aquel antro, el otro tan solo la siguió.
Madison apoyó su espalda en el muro de aquel lugar, topándose con los ojos verdes y algo rojos del caballero de Leo, la muchacha mantenía una actitud seductora.
—¿Qué te trajo por aquí, Aioria? —dijo mientras se atrevía a acomodar el cuello de la camisa del mencionado.
—¿Te digo la verdad o quieres que me excuse con que mis amigos me arrastraron hasta aquí? —respondió acercándose peligrosamente, apoyó la palma de su mano en la pared, justo a uno de los lados de la muchacha.
—No hace falta que nos hagamos los desentendidos —aseguró sonriente, pero siempre con aires de ser inalcanzable—, yo le dije a Afrodita que te avise que estaba aquí.
La rubia acomodó su cabello hacia un lado con confianza, esa mujer podría comprar el mundo si quisiera.
—Y yo salí de un concierto de Arctic Monkeys que todavía no terminaba solo para llegar lo más rápido posible —soltó sin quedarse atrás, era imposible intimidarlo.
En ese momento la canción Dream Girl comenzó a sonar, era una canción tranquila y perfecta para el momento de coqueteo.
. . .
En medio de la pista de baile se encontraba Carla, la misma bailaba despreocupadamente con aquella melodía lenta de fondo, llevaba un trago en la mano y nadie más estaba con ella, al parecer no necesitaba compañía para poder divertirse. Soltó su cabello rojo ondulado y el mismo se movía con gracia a la par de su cuerpo, se veía tan despreocupada que lo último que se imaginaba es que alguien la observaba totalmente embelesado desde no muy lejos. Máscara Mortal traía una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, mientras que con la otra sostenía un cigarro, el mismo deseaba que la mexicana se diera cuenta de su presencia, pero su misma impaciencia canceriana lo llevó a acercarse hasta ella.
—Buenas —le dijo inclinándose a su altura.
La muchacha observó por sobre su hombro y se volteó sin dejar de bailar, le brindó una cálida sonrisa al italiano y pronto le quitó el cigarrillo, le dio una calada y posteriormente lo tiró.
—Ven —dijo tomando sus manos llevándolo con ella más dentro de la pista de baile.
Máscara Mortal pasó saliva pesadamente, ¿acaso esa mujer planeaba hacerlo bailar, o algo por el estilo? La muchacha colocó sus manos en los hombros del canceriano acercándose a él, de pronto se puso muy nervioso.
—¿Creés que tengo idea de cómo se baila esto? —dijo con sarcasmo.
—Tú no tienes que bailar —rió ladeando su rostro—, yo tengo que bailar.
"El Efecto" Comenzó a sonar por todo el lugar.
. . .
Milo se encontraba recargado en una pared mientras bebía un trago bastante exótico, su mirada estaba enfocada en la muchacha que bailaba a tan solo un par de pasos de él, la misma lo observaba fijamente, ella conocía perfectamente el efecto de un buen baile seductor. El escorpiano la observaba con una media sonrisa y una mirada de esas que solo él sabía lanzar, podría derretir a cualquiera. De vez en cuando se acercaba a él para robarle un beso, pero debía dividirse entre sus dos pasiones, el baile y aquel muchacho de cabello azul, aunque luego de que el DJ colocara una canción horrenda según ella, no tardó en arrojarse a los brazos de Milo.
—No me gusta esa canción —dijo mientras lo rodeaba con sus brazos—. No entiendo por qué no ponen algo más movido.
Milo colocó su mentón en la cabeza de Luna mientras la acercaba aún más a él, cada vez que alguna de las reinas o de los caballeros pasaban por allí no podían creer la intensidad que manejaban esos dos desde el día uno, al verlos así abrazados parecían una pareja de años.
—¿Hablas del reggaeton horrible y ruidoso? —cuestionó con cara de desagrado.
—¡Oye! A mí me encanta el reggaeton, los mejores y más grandes son de la tierra de Puerto Rico —dijo orgullosa apartando un poco su rostro para observarlo—. Respetalos —bromeó.
Milo tan sólo blanqueó los ojos mientras trataba de no sonreír.
La música que sonaba fuertemente por el lugar fue yéndose con un sutil fade out causando las repentinas caras de confusión de la gente allí, las luces apuntaron a la cabina del DJ revelando la apariencia de aquel sujeto que extrañamente llevaba gafas de sol, el mismo tomó un micrófono y lo golpeó un par de veces contra su mano para procurar que se lo oyera bien.
—¡Buenas noches a todos, hermanas y hermanos latinos! —el sujeto puso ambas manos detrás de sus orejas para "oír mejor" los gritos de la gente que lo aclamaba sin razón—. Veo muchas mujeres hermosas cerca de sus parejas, les pido que por favor se alejen de ellos un momento y se acerquen al centro de la pista…
Casi como si ese hombre tuviera el poder de un pastor evangélico las muchachas se apartaron de los varones cercanos a ellas, eso incluía a las reinas quienes habían dejado a los caballeros con caras de wth.
—Ahora muy bien, preciosas, quiero que bailen esta canción como nunca antes —dijo mientras presionaba algo en el tablero que tenía frente a él.
La conocida voz femenina de "Yo Perreo Sola" empezó a retumbar en aquel lugar, las presentes allí comenzaron a gritar presas de la emoción. Las luces bajaron nuevamente y las de colores empezaron a parpadear al ritmo de aquella canción, fue cuestión de segundos poner a todas a bailar.
Tan solo momentos después el remix de la canción cambió de forma imperceptible a otra mucho más conocida.
"Hoy se bebe, hoy se gasta, hoy se fuma como un rasta si Dios lo permite…"
La famosa banda sonora de la película Tiburón le dio el pie de entrada a la conocida "Safaera".
Afrodita arrugó el rostro al escuchar el comienzo de esa canción, no entendía el porqué de la repentina fascinación de la gente allí por esa música tan escandalosa y fea.
Camus elevó una ceja evidentemente desagradado por aquella melodía.
Aioros subió los hombros mientras intercambiaba una mirada a lo lejos con su hermano, esa música era extraña pero no le desagradaba del todo. Además, para los latinos del lugar esa canción parecía un himno.
Mu se encontraba perplejo, realmente no podía creer que aquellas letras tan obscenas no fueran censuradas o algo por el estilo, no podía de dejar de parpadear.
"Si te lo **** no me llames, que esto no es pa' que me ames, si tu novio no te…"
"¡Pa' eso que no mame!" gritó la muchedumbre al unísono.
En ese preciso instante la mandíbula de casi todos los caballeros allí habían caído al suelo, no podía ser cierto. ¡¿Cómo podían disfrutar de aquella música tan extraña?! Incluso para Milo había sido demasiado. Solo había un dorado bailando de lo más normal y ese era Aldebarán, a quién no parecía haberle escandalizado esa canción. ¿Sería que habían pasado demasiado tiempo en el santuario que ahora se sorprendían como ancianos?
—Buda perdóname… —dijo Shaka cubriendo su rostro con ambas manos.
.
La noche había continuado por un par de horas más para los muchachos que de alguna forma habían terminado en una disco latina, también para aquellos como los gemelos de Géminis quienes habían optado por pasar toda la noche en un Casino, sin embargo y sin desearlo del todo, el horario que habían pactado para encontrarse en la puerta del hotel había llegado. Para las 06:15 a.m. la orden ateniense se había reunido allí, a excepción de cierto caballero de Cáncer del cual todos desconocían su paradero.
Sin siquiera despedirse los muchachos empezaron a acomodarse en sus respectivas habitaciones.
En la siempre organizada habitación de Shaka todos dormían plácidamente, en la habitación de Afrodita ocurría lo mismo e incluso había aún más paz ya que Máscara no se encontraba allí y era quien más roncaba, pero para sorpresa de nadie, había algunos conflictos en la habitación de los más problemáticos.
Aioros decidió tomar una ducha para dormir más relajado, presentía que al ser tan tarde ya ninguno estaría despierto. Salió despreocupadamente del baño vistiendo únicamente un pantalón de dormir, sacudió su cabello y al aclarar su vista se encontró con un par de miradas femeninas frente a él.
—¿Qué caraj…
—¡Oye, no te andes exhibiendo de esa manera! —esa voz fue la de Milo quien apenas entraba.
Aioros miró hacia ambos lados aún bastante confundido y pronto se colocó una camiseta.
—¿Ustedes qué hacen aquí?
—Nuestra habitación está cerrada, no podemos entrar —respondió tímidamente la rubia de Estados Unidos.
—Y nuestros bomboncitos se ofrecieron a darnos lugar —añadió Luna mientras le arrojaba un beso a Milo.
El caballero de Sagitario no solía quejarse de nada, sin embargo encontraba toda la situación bastante extraña e incómoda. El par de muchachas pusieron ojos de cachorros y el sagitariano bajó la guardia.
—De acuerdo, de acuerdo —dijo suspirando con desgano—. ¡Pero nadie tendrá sexo aquí!
—Que mal pensado eres, hermano —le recriminó Aioria, quien trataba en un torpe intento ordenar su lado de la habitación—. Nuestro deber como caballeros es proteger a la humanidad.
En ese preciso momento Luna recordó algo.
—¡Oye, River Phoenix! —dijo señalándolo—. ¡Eso de caballero ya lo había oído antes!
Milo, Aioros y Aioria quedaron congelados.
—¿Dónde oíste eso? —cuestionó el aludido tratando de fingir naturalidad.
—En este momento no lo recuerdo, tal vez…
—Milo, mejor ofrécele un café a tu novia porque se ve que sigue estando ebria —bromeó Aioria tratando de ocultar su nerviosismo.
—¡Grosero!
—¿Qué rayos está pasando aquí? —Camus se adentró en la habitación encontrándose con demasiadas personas para su gusto.
Las muchachas le sonrieron, sin embargo el acuariano no era como los demás, su cara de pocos amigos seguiría allí.
—Olvídenlo, me voy a duchar, y cuando regrese quiero todo en silencio.
Sin decir más el de cabello azul se encerró en el baño.
—¿Siempre es así de simpático? —cuestionó Madison con sarcasmo.
. . .
Camus se había tomado todo el tiempo del mundo para ducharse y estar solo un rato, realmente había sido una noche larga y necesitaba cerciorarse de que al salir del baño todos estarían dormidos y no molestando. Se colocó su ropa de dormir y abrió despacio la puerta del baño dejando escapar el vapor de allí, se asomó y observó a sus camaradas durmiendo profundamente, dos de ellos con sus Dios sabría qué, y tampoco le interesaba saber. Suspiró agradecido y se metió en su cama la cual siempre estaba ordenada, esa mañana se sentía particularmente cómoda. Cerró sus ojos y colocó la manta a la altura de su nariz, ya estaba a punto de entregarse a los brazos de Morfeo cuando un par de golpes se oyeron en la puerta. "No puede ser" Pensó.
Salió de su cama dispuesto a congelar a quien sea que estuviera del otro lado, un segundo de paz pedía, solo eso.
Al abrir se topó con Natasha y otra muchacha junto a ella, se trataba de Katarina, una de las concursantes de Europa.
—Perdón por venir a molestar —dijo la rusa juntando sus manos a modo de súplica—, pero no sabía a quién recurrir.
—¿Qué ocurre? —cuestionó dejando su dureza de lado para mostrar preocupación.
—Es que nuestras compañeras llevaron unos extraños a dormir a la habitación y no nos sentimos seguras para estar allí —aseguró la rubia proveniente de Polonia.
—Iré a sacarlos de inmediato.
—¡No! —dijeron al unísono impidiéndole el paso.
—Es que si se enteran que nos fuimos de fiesta nos pueden sancionar —explicó Natasha—. Solo necesitamos que nos hagas un lugar, por favorcito —le rogó.
Camus sintió que la vida y Athena estaban poniéndolo a prueba, de lo contrario no se explicaba tantas ganas de complicarle la existencia.
Sus amigos le habían dado hospedaje a sus chicas sin siquiera consultar, no tenía excusa para negarles la ayuda a aquellas muchachas.
—De acuerdo, entren en silencio —soltó haciéndose a un lado.
—Muchas gracias, sabía que no me ibas a abandonar —dijo la rusa en voz baja.
Al llegar a la habitación las muchachas se sorprendieron bastante al ver a Luna y Madison durmiendo allí como si nada, solo había una cama vacía, de pronto Katarina y Natasha sintieron sus rostros arder al pensar en cómo iban a dormir.
—Ustedes duerman ahí —Camus señaló su cama.
La rusa y la polaca ya llevaban ropa de dormir así que no tardaron en hacerse lugar en dicho sitio.
Camus se acercó hasta la cama Aioros.
—Oye.
El de cabello azul tocó el hombro de su compañero hasta que dio un mínimo signo de vida.
—Hm…
—Hazme un lugar, voy a dormir contigo.
—¿Qué rayos pasó? —cuestionó el arquerito mientras se frotaba un ojo.
—No te preocupes, nada malo ocurre.
Aioros elevó apenas la cabeza encontrándose con dos muchachas que lo saludaban desde la cama del acuariano, por puro instinto respondió el saludo y se hizo a un lado, solo quería seguir durmiendo. Camus se acomodó al lado de Aioros deseando internamente que ya sus dramas terminaran por hoy.
—Oye… —esa fue la voz de Aioros.
—¿Qué? —replicó Camus a punto de arrancarse el cabello.
—¿Me dejas ponerte la pierna encima?
—No.
—Entonces no duermes conmigo.
—Diablos, ya, haz lo que quieras pero déjame dormir.
¡Buenos días, tardes, noches o cuando sea que leas esto!
La verdad me tardé un poco en publicar este capítulo, no les voy a mentir, sin embargo voy a tratar de mantener un ritmo más seguido. Espero que les guste lo que traje en esta entrega (que por cierto, me quedó un poquito larga) y hay cosas que en el próximo capítulo van a aparecer a modo de flash back porque sino iba a quedar inmenso este capítulo. Además fue un capítulo un poco musical, ¿no? Desde Arctic Monkeys a Bad Bunny, cuanta diversidad. En fin, me gustaría leer sus opiniones y las mismas siempre serán bienvenidas.
Si llegaste hasta acá, te agradezco mucho.