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III / FINAL
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Fluorite enrolló el pergamino que tenía en manos y se arrodilló para abrir el que más le quedó cerca.
¡Vaya! En ese pergamino estaba la imagen de un ave parado sobre el pasto verde. Sobre su pico una flor pequeña. Cabe mencionar que la única tinta que había usado era la negra, jugaba con el sombreado y la estructura, sin duda parecía tener mucha técnica y experiencia.
Wow… Sisyphus podría ser insoportable a veces, pero tenía talento.
Con curiosidad, tomó otro pergamino, en él se hallaban Manigoldo de Cáncer y Kardia de Escorpio, abrazándose de los hombros y riendo como los mejores amigos. Notablemente estaban borrachos.
Los detalles con las armaduras y el cabello… todo estaba en perfecto orden.
Bañada en curiosidad, Fluorite pasó al otro pergamino luego de doblar cuidadosamente el anterior.
En ese pergamino se hallaba la diosa Athena. O más bien Sasha. En la imagen ella vestía una toga blanca, era una niña de aproximadamente 10 años, pero ya usaba su báculo. Estaba sonriendo amigable en dirección al espectador.
Fluorite sonrió enternecida. No era sorpresa saber que Sisyphus guardaba especial cariño hacia su diosa.
En el siguiente pergamino… Sasha, otra vez. A su edad actual, vistiendo ropa más civil pero no griega sino italiana. Un vestido sencillo y luciendo una tierna trenza que se apoyaba sobre su hombro derecho y caía hasta su pierna. Ella sonreía.
Pasó al siguiente donde se hallaba… Sasha.
Fluorite frunció el ceño, ya un poco nerviosa.
En la imagen, Sasha vestía como la diosa Athena y estaba sentada sobre su asiento especial en el Santuario. No se le veía feliz. Su mirada triste, se posaba sobre una esquina.
Las próximas 3 imágenes eran: Sasha sentada sobre el pasto haciendo una corona de flores. Sasha frente a un librero eligiendo algo para leer. Sasha comiendo una uva.
«Creo que este tipo necesita ayuda» pensó frunciendo más el ceño ante la cuarta imagen. Una que, para empezar, estaba hecha con rabia. Lo supo por los trazos que rompían el papel.
Sí, el tipo necesitaba ayuda urgentemente.
En el dibujo, Sasha estaba siendo abrazada por Tenma de Pegaso. La imagen del muchacho era la que más rasgaduras tenía. Desde el cabello hasta las botas de la armadura.
Torciendo un poco sus labios, Fluorite negó con la cabeza. Así que eso era.
El amor no correspondido era difícil de superar, pero no imposible, y ojalá su maestro ya haya pasado la página desde la realización de este dibujo.
Todavía le quedaban unos cuantos rollos, y se preparó para seguir viendo imágenes de Sasha.
Sólo halló otras 2 en las que se le veía con Tenma. Una donde ambos usaban ropa civil, e iban tomados de la mano. Y otra muy… tierna, había que decirlo, donde ella con su báculo de diosa estaba de pie frente al chico que se hallaba arrodillado, mostrando su lealtad.
Fuera de eso, había unas cuantas de sus compañeros. Otras del pueblo. Una que otra con una cascada o un pastizal. Ramos de flores.
Otra imagen de ella misma…
Fluorite se sorprendió cuando se vio a sí misma, abrazando y siendo abrazada por Regulus. Como quisiera llevarse esa y colgarlo en su pared.
Lo enrolló con cuidado para abrir otro pergamino.
Ella, otra vez. Estaba con Dégel y Seraphina, caminando juntos por un sendero de flores. Vaya… ¿por qué nadie sabía de este bello talento que Sisyphus tenía escondido?
La siguiente imagen… ahí estaba ella misma.
Sola, sentada en las escaleras, abrazando sus piernas, mirando un poco sonriente hacia el cielo, con el viento moviéndole el cabello suelto. Se veía que el ángulo era de quien caminaba ascendiendo.
Otra imagen… la última era…
Ella llorando. Sólo que estaba abrazada a Manigoldo (el santo miraba al frente con rabia) con la capa de él sobre sus hombros. Se veía patética, Manigoldo se veía a punto de patearle el trasero a quien estuviese mirando… y abajo apenas se leía "culpable" en griego.
Esto era…
«Ese día» lo que le preocupaba es que esa imagen estaba hecha recién, lo supo porque la tinta se había pegado un poco con el papel y le había costado desenvolverlo sin romperlo… y todavía se sentía húmedo al toque. Como si Sisyphus lo hubiese lanzado aquí cuando apenas lo había terminado.
Ella tragó saliva pesadamente, dejando el dibujo junto a los otros, haciendo el menor ruido posible.
Procuró que se viesen como si no los haya visto de forma infraganti, y se consideró suertuda por no haber sido descubierta todavía.
Estaba saliendo de la dichosa bodega cuando se percató de que… afuera, en el pasillo, había ruido.
A unas puertas… ¡no! Atrás de la puerta de enfrente.
Oh cielos… oh cielos. ¿Acaso era él? ¡Había sido descubierta saliendo de una bodega espiando unos dibujos! ¡No! ¡No!
El corazón se le atoró en la garganta cuando la puerta justamente enfrente de la que ella ya había cerrado, se abrió y de ella salió Sisyphus. Se le veía muy pálido, e iba sosteniéndose el codo izquierdo como si se lo hubiese golpeado contra algo.
Él la miró con extrañeza.
—¿Qué haces aquí? —musitó frunciendo el ceño.
—Ehm… hoy… bueno. Ya sabes, hoy…
¡Poderoso Zeus! ¡Ayúdala a mentir!
—Cierto —susurró Sisyphus desviando su mirada hacia el piso—, perdona. No me siento nada bien.
Cuando él se llevó una mano a la cara, Fluorite se percató de que en ella había restos de pintura negra.
—¿Te duele la cabeza? —preguntó preocupada.
—Fiebre y siento el cuerpo cortado. Ayer hubo mucha lluvia, pero no me preocupé por eso —dijo agotado, bajando la mano para luego mirarla a los ojos—, sólo necesito descansar un poco y estaré bien. No te avisé porque me quedé dormido. Qué descuidado soy.
—Tranquilo, eres un ser humano y no eres inmune a un resfriado —respiró tranquila por saber que él no iba a interrogarle más sobre por qué había traspasado límites que no debía—. Puedo… prepararte una sopa si quieres. Es deliciosa y te ayudará un poco.
—Mmm no tengo hambre, pero gracias —él iba a pasar de ella para caminar, pero Fluorite le retuvo.
—¿A dónde vas?
—A la cocina —respondió bastante tranquilo como para que ella insistiese en ser amable.
—¿Quieres té, agua? Yo puedo traértela.
—¿Podrías? —la miró con un semblante tan enfermo y caído que Fluorite no pudo evitar meter sus narices en el asunto.
A veces odiaba preocuparse más de la cuenta, más con tipos con los que no había tenido un buen inicio, pero él era su maestro, y compañero de armas de su tutor. Casi podría decirse que eran familia.
—Claro —le sonrió, tomándole del brazo derecho para guiarlo de vuelta a su cuarto. Una acción que ella había visto sólo una vez y eso fue cuando Dégel enfermó del estómago y Seraphina le cuidó durante todo un día aun cuando él insistía en cumplir sus deberes.
El que Sisyphus no haya querido despacharla ni alejarla o impedirle ingresar a su habitación, hablaba de lo mal que debía sentirse.
Oh, al cuerno.
Iba a preparar su (en un futuro) mundialmente conocida sopa de pollo con verduras. Quizás en el pueblo habría alguien que pudiese venderle los ingredientes que necesitaba.
Ambos llegaron hasta su cama donde ella lo ayudó a acostarse y ponerle una cobija un poco abrigadora.
—Tú tranquilo —lo arropó como alguna vez Seraphina hizo con ella, recién llegaron al Santuario.
Actuando de forma mecánica, Fluorite puso una mano suavemente sobre su propia frente, y la otra sobre la frente (sin la característica cinta roja) de Sisyphus, para medir su temperatura con la de ella.
—Tu temperatura es bastante elevada —dijo rápido (excusando su acción) cuando descubrió que él la miró fijamente—, te traeré algo de agua y… ¿tienes un poco de manzanilla? Te haré un té, también. Ah, y no debes mantenerte sin comer mucho tiempo. Mientras hago la sopa, cortaré un poco de manzana y melón, ¿te parece bien?
—Supongo —masculló un poco desubicado, parpadeando lento.
—De acuerdo, volveré rápido.
…
Sólo Zeus sabrá cómo Fluorite logró hacer todo lo que le había prometido a Sisyphus que haría. Afortunadamente Regulus estaba en su casa, y no se molestó en ayudarla, trayendo principalmente, los ingredientes de la sopa desde el pueblo hasta Sagitario, siendo lo veloz que era.
Ella se encontraba haciendo el té y preparando el plato con fruta, cuando el joven volvió.
Hacer la sopa fue bastante sencillo siendo que ella la hacía de vez en cuando, hubiese un enfermo o no. Por su parte, Regulus ayudó a su tío a cambiarse de ropa y se comprometió a darle de comer (pues el mayor se sentía bastante fortalecido como para discutir que seguía sin tener hambre) mientras Fluorite pensaba en retornar a Acuario pues ya era muy tarde.
Lamentablemente tuvo que volver a Sagitario pues apenas puso un pie afuera, la lluvia comenzó a caer con mucha fuerza. Unos pedacitos de granizo le golpearon las pantorrillas y los pies.
—Creo que me quedo un rato más —se rio un poco apenada cuando tocó la puerta de la alcoba de su maestro, para ver cómo les iba a Regulus y su tío.
Atrapado a punto de llevarse una cucharada a la boca, Sisyphus estaba sentado en su cama, con una bandeja de madera (con el plato de sopa, el de fruta ya vacío y la taza de té) sobre sus piernas, mientras el chico de Leo estaba roncando en el suelo.
—"Puedes dejarlo todo en mis manos", ¿eh? —miró con los ojos entrecerrados al chico—. ¿Te sientes mejor? —puso su atención sobre su maestro.
Probando la sopa, sonrió un poco, asintiendo con la cabeza. Espero a tragar para responder.
—Mucho mejor… gracias.
—Espero no te moleste… —se sintió insegura sobre pasar o quedarse ahí parada. Confiaba en que Regulus estuviese despierto para que el ambiente no se pusiera tan incómodo dado a que ellos dos no habían hablado para nada más salvo de las clases de Fluorite—, pero tampoco soy inmune a la lluvia.
Además, todavía estaban frescas en su cabeza, las imágenes que ella había visto en los pergaminos de Sisyphus.
El que él la haya dibujado varias veces, la ponía algo nerviosa. No la asustaba, pero le picaba la curiosidad sobre por qué él la había retratado de forma constante.
—La escuchó —dijo él se refirió al agua que caía sonoramente sobre el techo—, dudo que pare hoy.
—Mmm, no me gusta molestar… pero tampoco tengo deseos de amanecer con un resfriado —un poco azorada, desvió su mirada hacia abajo no queriendo ser muy impetuosa al exigirle una habitación, pues con su suerte, la lluvia sería capaz de detenerse a media petición.
—Puedes dormir aquí, la habitación que está a la izquierda de esta es pequeña, pero tiene una cama que podrás usar —dijo realmente amable—. ¿Ya has comido?
—¿Eh?
—Ni siquiera sé qué hora es —musitó viéndola—, pero dudo que el sol no haya caído ya. ¿Al menos tú has comido algo?
Sólo lo que había sobrado de la fruta que cortó y las probadas que le dio a la sopa para medir bien la cantidad de sal.
—Sí… un poco, pero todo está bien —dijo algo apenada. Era la primera vez que Sisyphus era así de amable con ella. Y la primera vez que dormiría como invitada en una casa que no era la de Acuario—. ¿Quieres que despierte a Regulus?
—No —se rio meciendo la cuchara adentro del plato—, despertará hasta mañana. Créeme.
—¿Y está bien? ¿Y no se enfermará también si se queda ahí? —se preocupó.
—No le pasará nada, suele hacer eso muy a menudo haya el clima que haya —alzó los hombros con desinterés—. Por lo pronto, tú no vayas a dormir sin cenar.
—Claro —sus palabras casi salieron en tartamudeos, pero afortunadamente no fue así—. Por cierto, ¿quieres que vuelva para ayudarte con la bandeja?
—Ya me siento mucho mejor —desligó—, podré caminar hasta la cocina. Has hecho demasiado. De verdad te lo agradezco.
Sonriendo, seguramente enrojecida de sus mejillas, Fluorite negó con la cabeza.
—Hice lo que pude —en el nombre de Zeus, ¿por qué su corazón se sentía como un tambor al que golpeaban con fuerza y rapidez? Debía detenerse o alguien lo oiría—, aunque te recomiendo que visites a un doctor apenas amanezca.
—Lo haré —Sisyphus frunció un poco el ceño sin dejar de sonreír también—, ¿irás a cenar ya?
—¡Eh! ¡Sí! —se enderezó exageradamente guiada por el nerviosismo—. Y-ya me voy… eh… ¿seguro que no necesitas nada más?
—Sí —entrecerró sus ojos, divertido—, necesito que vayas y comas algo antes de dormir.
—Claro —dijo rápido, empezando a cerrar la puerta—. Descansa… eh… estaré a una puerta de distancia por si…
—Ve, ya —la apremió. Sin embargo, el cerebro a veces era un maldito traidor, fácil de confundir, por lo que Fluorite escuchó "bella".
¿Su corazón seguía funcionando?
—¿Qué dijiste? —se quedó paralizada.
—Qué vayas, ya —la miró con un gesto extrañado.
—Ah, claro. Sí… ya me iba —entonces por fin dio un paso atrás y cerró la puerta. «Qué tonta» se llevó una mano a la cabeza, decidiendo llevarse a la boca algo ligero.
Ya mañana le explicaría a Dégel y Seraphina el motivo por el cual no había llegado rápido a Acuario. Hoy no los había visto en todo el día.
…
Una luz se encendió en el cuarto luego de que Sisyphus por fin pudiese encender la vela que él mismo había apagado hace unas horas, y poner el cristal sobre el candelabro para que ésta iluminase mejor el interior. Luego de conseguir arropar a Regulus en la cama, abrió un poco la ventana para darse cuenta de que la lluvia había reducido a una pequeña llovizna.
Inhaló el petricor con gran gusto. Luego se giró para mirar el buró sobre el que había dejado los trastos.
Debía llevarlos a la cocina para lavarlos mañana.
Sin problemas pudo andar en la oscuridad, pues conocía cada rincón de esta casa. Eso claro, hasta que, de regreso, se detuvo tras la puerta que colindaba con su cuarto. Con todo el silencio que reinaba, él era capaz de oír unos ruidosos ronquidos al otro lado de esa puerta.
Frunció el ceño. Definitivamente, ser una "señorita" no era para ella.
Pero al final, Fluorite había hecho algo extraordinario por él sin que nadie se lo pidiese, se quedó a cuidarlo, a darle de comer y quedarse hasta que Regulus pudo suplirla.
Para variar, el muchacho dijo que iba a tomarse un descanso sobre el suelo y quedó profundamente dormido.
Por su parte, Sisyphus sentía una fuerte curiosidad. Esta se implantó sobre su pecho con necesidad. Jamás, nunca, en toda su vida… había visto a ninguna mujer dormir.
Sabía que abrir la puerta era algo completamente grosero… y hasta enfermo. Sin embargo, su cuerpo por sí solo era tan listo como Kardia, cuando su cerebro se quedaba pensando en algo más de la cuenta.
El chillido de la puerta le hizo dar un paso atrás y volverse hacia su propia alcoba.
¿Qué diablos había estado a punto de hacer?
Cerró su alcoba y luego de encontrarse con su sobrino, que seguía dormido, supo que no iba a dormir en su cama hoy. Bueno, la verdad es que tampoco tenía mucho sueño. Realmente se sentía bien, como nuevo.
¿Ahora qué?
Estuvo indeciso sobre cómo seguir, así que se puso un abrigo negro que tenía bien guardado entre sus pertenencias y (procurando no hacer mucho ruido) salió con el candelabro en manos, ignorando lo mejor que pudo, la puerta tras la que se ocultaba la protegida de Dégel.
Caminó hasta la entrada que lo separaba de Escorpio y se quedó ahí recibiendo un poco del frío de la madrugada.
El sol iba a tardar en salir. Se quedó ahí, pensando en nada realmente, hasta que dejó de estar solo.
—¿Sisyphus?
Él se giró un poco sorprendido de oírla.
—¿Qué haces despierta? —le preguntó a Fluorite.
—Ehm… lo que pasa es que… creí haber oído… algo…
¿Lo habría visto a punto de invadir su intimidad?
Oh, por Athena.
—¿Oíste…?
—Nada —se rio, tallándose el ojo derecho—. Seguro fue tu puerta, ¿no es así? ¿No te habré despertado? —algo nerviosa, llegó hasta con él con una cara apenada—. Dégel ya me había dicho que a veces hago ruido, así que creí…
—No —negó con la cabeza, aliviado de no haber oído lo que temía—, me desperté por mí mismo. Ya no pude volver a dormir así que preferí mirar un poco afuera. ¿No sientes frío? —la miró curioso. Iba sólo con su delgada toga.
—Luego de dormir toda una vida en Acuario… —bostezó, tallándose los brazos apenas cubiertos por la toga que había usado esta tarde—, esto apenas es una brisa.
No creyéndose tal tontería, Sisyphus puso los ojos en blanco. Bajó al piso el candelabro a una distancia segura y se quitó su abrigo para dárselo a ella.
—¿Y tú? —Fluorite se estremeció, seguramente porque había sentido el frío y luego el calor que la prenda había almacenado.
—Se nos obliga a soportar temperaturas extremas en nuestro entrenamiento, a diferencia de ti, esto sí es como una brisa para mí —lo gracioso era que él no mentía. Había usado el abrigo como prevención. El que se sintiese mejor no quería decir que ya estaba bien. Pero ahora podía usar su propio cosmos para mantenerse a una temperatura adecuada.
—Ahora entiendo —musitó Fluorite viéndole atenta, aferrándose de lado a lado del abrigo.
—¿El qué?
—El cómo Dégel y ninguno de ustedes tiene problemas si no tener velas a la mano —se rio infantilmente—, ustedes se "encienden" como una cuando hacen eso con su… ¿cosmos? ¿Se llama así?
Con el ceño levemente fruncido, Sisyphus miró sus manos y concordó con Fluorite. Su cosmos iluminaba bastante bien al mismo tiempo que le mantenía caliente. No sabía cómo sería con sus compañeros, pero él no solía andar de noche por su templo si no era necesario que lo hiciera. En caso de estar afuera, prefería ir sin ninguna luz salvo por el de la luna ya que la más mínima chispa podría alertar a posibles enemigos…
Ahora que lo pensaba, había cosas que él hacía por inercia que quizás para los civiles fuesen sorprendentes, como en esta ocasión.
—Jamás lo había visto así —tratando de no darle tanta importancia, Sisyphus alzó los hombros, mirándola de vuelta.
—Yo sí —sonrió apenada—, aunque… no se lo digas a Dégel.
—¿Por qué? —alzó una ceja.
—Porque pensará que me burlo, y no es así —contestó, bajando un poco la mirada.
Sonriendo, Sisyphus centró su mirada hacia enfrente.
—De acuerdo.
—Gracias —ella susurró eso, poniendo su atención sobre el horizonte también.
En silencio, se propusieron a ver cómo la lluvia poco a poco se paraba hasta que no cayese una sola gota. Fluorite se puso nerviosa al cabo de un rato, no porque Sisyphus haya hecho o dicho algo, sino porque no estaba acostumbrada a estar tan cerca de un hombre que no debiese ver como un familiar… solos… por un buen tiempo.
Con ayuda del rabillo de su ojo, ella pudo verle un poco sin evidenciarse tanto, y de ese modo notar qué tan diferente era Sisyphus a Dégel. Fuera del físico, a simple vista, los dos compartían muchas cosas. Eran responsables, fuertes, leales y bastante… severos. En especial con ella a la hora de educarla.
Sin embargo, Sisyphus era un hombre con… fuego. Un fuego contenido que llameaba adentro de sus ojos, muy de vez en cuando, pero, se veía su existencia.
Por su lado, Dégel era hielo absoluto, frialdad en su máxima expresión. Al menos Fluorite jamás lo había visto reír a carcajadas o ser demasiado expresivo.
Sisyphus… él al menos cuando le reprendía lo hacía con intensidad, y no es que eso fuese algo bueno, sino que, de cierto modo, al regañarla, le daba a entender a la chica al mismo tiempo que iba a poner más de su propio compromiso con cambiar algo y de ese modo progresar los dos juntos.
«Debo estarme volviendo loca para pensar así» se dijo Fluorite a sí misma, regresando su mirada hacia enfrente. No quería que Sisyphus la atrapase infraganti mirándolo.
Pero… incluso cuando él no hablaba de qué causaba su enfado, te dabas cuenta que estaba de ese humor pues sus expresiones faciales lo demostraban. A diferencia de Dégel, que usualmente mantenía una cara para todo o si algo variaba no era tan fácil notarlo.
Dos hombres tan distintos… que provocaban emociones distintas en ella.
—Te ves muy pensativa —dijo Sisyphus de pronto.
¿Acaso él quería conversar? Y Fluorite no quiso voltear, pero… ¿acaso él estaba viéndola?
—Estoy pensando —respondió alzando las cejas con deje cómico.
Meditó en si se vería bien o mal. Es decir, ahora que lo recordaba, ¿acaso él pintaría algo de este momento? Quería preguntarle sobre eso, pero no sabía si hacerlo sería algo lo oportuno ya que técnicamente ella misma había violado su privacidad al curiosear en una bodega.
Pero él la había pintado sin permiso. ¿Acaso eso no significaba lo mismo?
—Usualmente no hago estas preguntas, ¿en qué estás pensando?
Ella torció un poco los labios.
—¿Por qué el interés?
—Has estado haciendo diferentes muecas —señaló un tanto nervioso. Así que este hombre también podía ponerse nervioso—. ¿Estás bien?
—Sí —sonrió sintiéndose acalorada. Incluso se sentía sudando por la cara, cuello, axilas y espalda—. Y no pienso en nada interesante… sólo…
¿Cómo sacar el tema sin ponerse en evidencia? ¿Cómo? Ella quería (ahora que podía) sacarle a Sisyphus el por qué dibujaba a la gente, más precisamente a ella misma y Sasha.
—Pensaba… en qué pensaría Dégel si le dijese… que…
—¿Mmm?
—¿Crees que se moleste si le digo que me he interesado en el arte? —quiso darse una palmada en la cara, ¿por qué no dijo "pintura"? Arg, vamos, podía hacerlo mejor.
—¿Arte?
—Sí… ya sabes —se removió un poco—. Música, danza… pintura…
—Dudo que se enfade —dijo Sisyphus como si nada—, él también es un gran conocedor. Seguro le dará gusto saber que puedes desarrollar algún talento con la rama de tu preferencia. A propósito, ¿cuál sería?
Su mente dijo rápido "literatura", en segundo lugar "danza". "Pintura" en honor a su investigación. Pero su estúpida y torpe boca traicionera dijo:
—Música —Fluorite quiso gritar.
¡¿Dónde se hallaba un acantilado cuando se le necesitaba?!
—¿Música? —Sisyphus se sorprendió.
—Me interesa saber… del piano —trató de corregir—, pero todavía no me he decidido sobre qué me interesa más.
—Dégel una vez dijo que estabas interesada en la literatura.
¿Cuándo habrá sido eso? ¿Y Dégel hablaba mucho de ella con sus compañeros o sólo con Sisyphus que era su maestro?
A menos que…
¿Acaso sería por eso que Sisyphus se había esmerado tanto en enseñarle a escribir adecuadamente en griego? ¿En hacerla investigar sobr poeta de la antigüedad? ¿En leerle y hacerla leer viejos cuentos?
Nunca había visto de ese modo esos detalles que en un principio hasta este día le habían parecido una exageración.
—Y lo estoy —lo miró con las mejillas azoradas, agradeciendo a que todavía no alumbraba el sol—. Mi padre… él fue un gran escritor. Y mi sueño siempre ha sido poder seguir sus pasos. Sin embargo, ahora que sé un poco más sobre otros tipos de arte, no sé por cuál decidirme.
—Todos tienen un encanto diferente, eso es cierto.
—¿Y tú?
¡Muy bien! ¡Había llegado el momento de contraatacar!
—¿Yo?
—Sí… ¿te interesa algún tipo de arte? ¿Música? ¿Pintura, danza? —estos últimos los dijo rápido sin darse cuenta, pero manteniéndose con el corazón al mil.
—En realidad…
Enfocándose, girando su vista hacia el horizonte, Sisyphus pareció meditarlo. Fluorite no quería que tuviese tiempo de inventarle algo. Ella sabía que su pasatiempo era la pintura.
¡Como el muy listillo se atreviese a no ser sincero!
—¿Sí?
—Cuando era niño me gustaba dibujar.
Fluorite se quedó muda por un par de segundos.
«De acuerdo, eso fue fácil» parpadeando confundida porque él no le inventase alguna otra cosa, siguió con su interrogatorio—. ¿Te… gustaba? ¿Ya no?
—No tengo tiempo para nada de eso —susurró endureciendo su expresión facial—. Dibujar requiere de…
—¿De?
—Olvídalo —dijo recuperando su típica actitud estoica, dándose la vuelta—, debo ir a descansar antes de que salga el sol. Tengo mucho por hacer y no puedo retrasarme más con lo que no hice ayer por enfermar.
¿Qué?
¡No! Gritó dramáticamente Fluorite en su mente mientras que afuera, lo vio partir con una cara congelada hasta que se vio completamente sola.
¿En serio?
¿Así había terminado su primera charla casual?
—Oh…
¿Oh…?
¡¿Oh?!
¡Oh, calamares! ¡Pulpos! ¡Percebes! ¡Cangrejos! ¡Pescados!
Dando suaves, pero al mismo tiempo fuertes, pisotones al piso, Fluorite también trató de irse a dormir mientras seguía pronunciando en su mente, nombres de diferentes mariscos a modo de groserías.
…
Tan solo una semana más tarde, cuando volvió a tener su clase con Sisyphus, Fluorite (con sus pergaminos bajo el brazo) pudo volver a verlo. En el camino se encontró con Agasha hablando con Albafica y Kardia en Capricornio junto con El Cid.
—¿Todo bien? —les preguntó luego de saludar.
—Sí —Agasha asintió con animosidad, pero también algo de nerviosismo—, es sólo que…
—Niña, tú que siempre estás con Sisyphus —le dijo Kardia, interrumpiendo a Agasha—, ¿tienes alguna idea de por qué él habrá traído un piano?
—¿Un piano? —haciendo una mueca, rápido se imaginó el tamaño, luego el peso y se dijo que simplemente no podía ser posible que Sisyphus trasladase algo así a su casa o alguna otra—. ¿No ese instrumento enorme con teclas?
—Sí. Enorme, innecesario, ruidoso y costoso —Kardia se cruzó de brazos—. Ni siquiera permitió que Regulus lo ayudase a cargarlo. Apenas acaba de llegar a su casa y no quiere dar explicación alguna sobre por qué lo compró.
—¿Para él? —Fluorite negó con la cabeza.
¿Entonces sí estaba interesado en la música? Pero… de todos los instrumentos, ¿era necesario un piano?
—¿Para quién más? —dijo Kardia todavía desconcertado.
—Déjalo en paz, Kardia —le dijo El Cid—, mientras no haya inconvenientes con el ruido… cosa que dudo, no hay motivos para quejarnos.
—Sí —asintió Albafica.
—Aw, me gustaría saber si me dejaría tocarlo —Agasha soñó despierta, captando las miradas de todos—. Nunca he podido oír el piano, sólo sé que se hace canciones bonitas con él.
—¿Quieres un piano? —le preguntó Albafica. Kardia se rio.
—¡No! —Agasha se puso roja—, e-es sólo que… yo…
—Bien, te compraré el piano.
—¡No es necesario!
Fluorite y Kardia se divirtieron con la situación, El Cid sólo sonrió un poco ante la insistencia de Albafica por comprarle un piano a Agasha para que ella no tuviese la necesidad de pedirle prestado nada a nadie, y Agasha insistiéndole porque no lo hiciera.
Para no llegar tarde a sus clases, Fluorite se despidió de los presentes y corrió hacia Sagitario.
¿Cómo sería ese piano? En Francia, como sirvienta, había visto varios, de diferentes tamaños y colores. Y como la servidumbre que era, no había tenido el permiso de tocar siquiera uno, a menos que fuese para limpiarlo.
Al llegar observó lo más hermoso que pudo haber presenciado.
Era enorme, adornaba un sitio afuera de su cuarto de estudios y… wow. Era lindísimo. Ningún rasguño o golpe. ¿En serio Sisyphus lo había traído él solo? ¿Cómo podía ser posible? ¡Maravilloso!
¿Lo escucharía tocar?
Agasha le había implantado la idea de pedirle a Sisyphus dejarle tocarlo… aunque sonase mal por no saber cómo hacerlo.
¿Y si la condición para eso era tener mejores resultados en un dictado? ¡Sería genial! ¡Se esforzaría!
A una distancia prudente para no ensuciarlo ni siquiera con su aliento, Fluorite se deleitó la pupila, haciendo círculos a su alrededor cual niña pequeña. Rápido y sin detenerse a ver nada en específico.
—¿Qué estás haciendo? —escuchó a Sisyphus preguntarle con un ligero tono de extrañeza, como si estuviese observado el comportamiento más extraño que alguna vez haya visto.
—¡Aahh! —gritó quedándose tiesa, soltando los pergaminos, los cuales volaron a varias direcciones.
Sisyphus tomó el último, el cual iba cayendo justo enfrente de su rostro, para mirarlo con atención.
—Carece de estructura y la posición de la sombra está mal —masculló analizando lo que veía.
—¿De qué hablas? —agitada, todavía con el corazón en la garganta por el susto, Fluorite se volteó para mirar y darse cuenta que Sisyphus sostenía uno de sus tantos dibujillos que hacía cuando le entraban ganas y podía hacerlos.
Él le mostró el pergamino, el cual llevaba el dibujo de una manzana… que más bien parecía una pera.
El que tuviese una mirada crítica en su rostro mientras le mostraba su pobre intento de dibujo, le decía a Fluorite que no iba a tocar el piano siquiera en sus sueños.
—¿Acaso no puedo tener mi estilo siquiera en mi arte? —masculló por lo bajo. Sus mejillas estaban un poco sonrojadas.
—¿Estilo? ¿Arte? —alzó una ceja.
—No te burles —se quejó avergonzada—, te dije que apenas estaba intentándolo.
—Lo siento —dijo volviendo a ver el dibujo—. Para ser el principio no vas mal.
—¿Ahora intentas animarme? —su defensiva creció al igual que el sonrojo en sus mejillas.
Sabrán los dioses qué le apenaba más. Tenerlo criticándola, o apoyándola como lo haría un amigo.
—Mejor iniciemos con esto, ¿de acuerdo? —propuso Sisyphus.
Hasta que lo tuvo enfrente, sentado, leyéndole. Fluorite se dio cuenta de que Sisyphus recién se había dado una ducha. Todavía tenía el cabello un poco mojado.
Le costó un poco prestar atención, le costó más hacer un escrito decente de un dictado de 300 palabras. Sin embargo, luego de ver una pequeña sonrisa en Sisyphus, mientras le calificaba, Fluorite pensó que no lo había hecho tan mal en esta ocasión.
Creyó que sería todo por hoy, pero no fue así.
—¿Qué opinas del piano? —le preguntó él cuando salieron del cuarto. Eso le sorprendió a Fluorite ya que por lo regular él se quedaba un rato más mientras ella se iba.
—Es lindo —dijo sonriente—, ¿sabes tocarlo?
—Muy poco —respondió caminado solo hacia el instrumento—. Pensé que podría distraerme con él de vez en cuando.
Fluorite borró lento la sonrisa. ¿Acaso iba a dejar el dibujo?
—Ya veo, un pasatiempo.
—Sí. Aunque si quieres… también puedes usarlo.
La quijada de la chica por poco cayó al piso.
—¿De verdad? —preguntó anonadada.
—Sí —asintió mirándola por encima del hombro—, sólo promete que tendrás cuidado. Costó una fortuna.
No era necesario que se lo dijese. Ella no planeaba hacer algo estúpido para que luego Sisyphus pidiese su vida a Dégel como compensación.
—¡Lo haré! —chilló emocionada, dando pequeños saltitos en su lugar—. ¡Gracias, gracias!
—¿Quieres probarlo ahora?
—¿Puedo?
Él asintió señalándole el banquito acolchonado. Nerviosa pero muy entusiasmada, Fluorite se sentó lentamente temiendo manchar de algún modo el perfecto rojo del asiento.
—Pon tus manos sobre las teclas —le indicó suavemente, nada que ver a cómo le enseñaba literatura.
Fue con calma, fue comprensivo cuando por error Fluorite tocaba una tecla con mucha fuerza. De manera constante le decía que se relajase un poco… pero para ella tan era difícil al menos respirar, si lo tenía justo a sus espaldas susurrándole indicaciones fáciles de malinterpretar: "presiona suave aquí", "no le tengas miedo", "no te morderá", "relájate".
De no haber estado tan pensativa y cautivada por el piano o por su maestro, Fluorite se habría percatado de un cuaderno casi nuevo sobre la mesa en la que habían trabajado hace poco. Sobre todo, ella habría observado un misterioso cuaderno grande con tapas gruesas color marrón claro.
En su interior, los pergaminos que ella había dejado la noche en la que Sisyphus se enfermó, más otros nuevos que se habían adherido luego de aquella noche.
Uno donde ella miraba fijamente hacia enfrente, con el abrigo negro sobre sus hombros. Otro donde Fluorite caminaba riendo al lado de Agasha, como las amigas que eran. Y uno más donde ella tocaba el piano que Sisyphus había visto hace ya bastante tiempo y no había tenido pensado en comprar hasta aquella noche, en la que la escuchó diciéndole que estaba interesada por aprender un poco sobre la música.
Él no tenía la gran experiencia con el piano, pero sabía lo básico por haber leído al respecto. Sin que Fluorite lo supiese, él también estaba aprendiendo.
Apenas ella se marchó de vuelta a Acuario, Sisyphus bajó la tapa para cubrir las teclas y se volvió hacia el cuarto que usaban para estudiar. Abrió su cuaderno luego de sentarse, y le dio unos últimos toques a su última imagen.
No había detallado el rostro de su modelo y tampoco el resto, pero esa noche, mientras todo el Santuario dormía. Sisyphus había terminado su última obra.
Había colocado una sonrisa a la Fluorite de la imagen, le había modificado el cabello por el peinado que había estado usando esa tarde, y agregó además de sus infantiles pecas, junto a un tierno sonrojo en sus mejillas.
Al terminar, Sisyphus pudo cerrar el cuaderno e irse a dormir también.
—FIN—
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¡Tarán!
Gracias por leer este three-shot, con esto finalizamos con esta pequeña historia.
Francamente, a estos dos les veo mucho potencial, quizás sea solo yo, pero me encanta la química que podrían tener. Lo del final, el piano y etcétera, no lo planeaba pero no me desagradó jajaja Sisyphus me sorprendió hasta a mi XD ¿Y cómo lo ven? A punto de hacer de pervertido mientras la inocente Fluorite roncaba jajaja, bueno, ella también violó su privacidad. Ojo por ojo, supongo jajaja.
¡Muchas gracias por leer! ¡Muy pronto, una nueva aventura!
Para quienes no lo sean, estoy trabajando en un nuevo proyecto. La saga Decretos Divinos ya tiene segunda novela y recién se publicó ayer: Maligna Oración con la pareja de Dégel y Seraphina. ¡Les invito a leerlo! :D
Por el momento, esto es todo de mi parte. Saludos y hasta el próximo fic jejeje.
Gracias por sus reviews a:
camilo navas: la curiosidad le ganó jejeje menos mal que la sacó barata ya que Sisyphus no se dio cuenta. ;)
LuVittoire: ya somos dos jajaja, yo también dibujo horrible jajaja. Al menos, Sisyphus contestó con estilo jajaja.
agusagus: gracias por echarle un vistazo al fic, me alegra que te gustase. Jajaja me encanta hacer discutir a los santos por todo, ¿no? Admito que me divierto con eso jaja. Saludos.
lustrousray: primero que nada, me alaga saber que has leído todos mis fics, también me alegra que le hayas dado la oportunidad a este. Es un gusto saber que te agradó lo que viste. Yo no sé los demás, pero veo una química adictiva en Sisyphus y Fluorite, además de que siento, que comparten mucho en común. Quizás sea solo yo, pero acá tienen lo que puedo sacar de esto. Saludos y gracias por tu review.
¡Ahora sí! ¡Se despide, por el momento, su Tlatoani! ;)
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