Notas Iniciales: Nuevo proyecto en marcha. Pensé en escribir una historia desarrollada en la trama original pero para eso tendría que leer el manga hasta su conclusión, así que he decidido crear un nuevo universo alterno. Gracias por animarse a leer.

Advertencias: Mentes rotas y Parafilias.


Uno.

Alabanza a la coexistencia.

Sonidos de metales crujiendo se mezclaron con la oscuridad, y el brillo de cada uno de los pesados objetos fue enviado entre la neblina hacia la superficie. Un disparo tras otro fue efectuado lejos de alcanzar su objetivo. La brisa del viento interceptó a una figura que con las sombras oscilaba hipnoticamente, simpatizando con la tensión que se respiraba en el ambiente. Una inhalación profunda llenó sus pulmones y el oxigeno dentro fue expulsado con igual armonía mientras las sombras se encargaban de cubrir sus hambrientas intenciones con cada paso que daba. La bestia gruñó con advertencia mientras las cadenas se arrastraban por el suelo, intimidando a quien yacía postrado en una silla de ruedas con dos guardaespaldas herbívoros igual a él a sus costados, cuyas pistolas yacían al frente, temblorosas ante la promesa de muerte inminente que se les presentaba aquella lúgubre noche de sueños deshechos. Riz el oso sabía lo que tenía que hacer a pesar de que la carne que realmente deseaba probar estaba fuera de su alcance, al menos hasta que cumpliera con su parte del trato, aún así no se impidió sorber el aroma del alimento vivo retrocediendo cada vez que él avanzaba; burlándose de su miedo con puñaladas silenciosas.

—Tem... podemos negociar esto —suplicó el mafioso, aterrado con la visión de aquel carnívoro respirando pesadamente frente a él. Los cartuchos de los revolver se habían vaciado y ahora no podían hacer más que observar al ser de amenazante porte enfrentándoles apenas a unos centímetros de distancia.

—Ustedes me quitaron lo que más quería —recitó la alpaca desde las sombras, la furia contenida rasgando su garganta a medida que emergía a la luz delante del oso—. No merecen misericordia. ¡Por fin pagarán por haber destruido a tantas familias!

El oso liberó un fuerte rugido antes de deslizarse a gran velocidad contra los tres herbívoros, los cuales no dudaron apresurarse a huir sin molestarse en cuidar de su compañero o jefe. Riz capturó al primero arrancándole de un mordisco la cabeza antes de apresurarse tras el segundo a quien desgarró desde el pecho, arrancándole las tripas sin mesura entre zarpazo y zarpazo. La llama que inútilmente trataba marcharse lejos con ayuda de su silla recibió encima la parte superior de uno de sus empleados cuando logró avanzar una distancia considerable, y así impactó en el suelo con las ruedas atascadas entre sus pezuñas y el cuerpo mutilado sobre su espalda. Haciendo un último esfuerzo inútil, se retorció bajo el peso de sus grilletes gimiendo desesperado mientras las fuertes pisadas del oso se aproximaban a él, entonces la llama no reconoció mejor salida de su aprieto que dirigirse nuevamente al joven que había conseguido manipular a ese demonio infernal.

—¡Espera, Tem! ¡Tú y yo sabemos que no quieres esto! —espetó al borde del pánico—. ¡Este asqueroso carnívoro te obedece únicamente porque acabará contigo una vez cumpla tu venganza! ¡Te devorará justo como hizo con otros! ¡Debemos unir fuerzas y devolverlo a la jaula donde pertenece! ¡Ambos sabemos que es todo lo que carnívoros como él merecen! ¡No puedes estarte condenando en serio!

Las toneladas de carga que representaban las garras de Riz lo impactaron más cerca de su humillante postura, gimiendo de dolor puro a medida que la fuerza aplicada del monstruoso oso aumentaba sobre su escuálida espalda. Tem se acercó mientras la llama agonizaba por la sensación de sus huesos siendo rotos de uno en uno, temiendo que su columna vertebral cediera hasta dejarlo completamente inmóvil, sin más oportunidades de escape para observar el aterrador final que profetizaba a merced de aquel carnívoro salvaje.

—He apostado mi vida para hacer pagar a los herbívoros podridos como tú —declaró Tem deteniéndose para admirar el trabajo del carnívoro, apenas logrando mantenerse firme cuando no estaba acostumbrado a presenciar esta clase de espectáculos sangrientos a pesar de todo—. Muere... y ayúdame a liberarme de esta condena existencial.

Un último crujido de huesos fue la señal de la dolorosa muerte que aquel herbívoro había protagonizado, trayendo un alivio inmenso en el cuerpo de la alpaca, quien suspiró profundamente antes de que sus piernas perdieran fuerzas y acabara arrodillado en el suelo ante el cadáver de su última victima, pues quizás el oso hubiese realizado todo el trabajo sucio pero había sido bajo su guía, así que no podría considerarse libre de culpa sin importar lo que se dijese a si mismo para controlar la adrenalina sofocándolo. No pudo dejar de temblar cuando la gigantesca mano de su acompañante sujetó uno de sus hombros, atrayendo su mirada al gentil rostro de Riz manchado de sangre.

—¿Estás bien? —cuestionó el oso pardo con voz áspera, tan compuesta que hizo pensar a Tem en la irrealidad de este acento en una situación tan retorcida como aquella.

—No es nada grave —contestó con obstinación—. Espero... —la joven alpaca no pudo terminar su oración al instante pero al final logró desatar el nudo que se había formado en su garganta—, espero que mi estado emocional no arruine el sabor de mi carne.

—No te preocupes por eso —espetó Riz ayudando al herbívoro ponerse de pie para mirar por última vez el cuerpo inerte y desfigurado de la llama, cuya expresión delataba lo pavoroso que había sido su deceso. Estaba seguro que su rostro aparecería en los diarios de la ciudad una vez fuera encontrado, describiendo el suceso como un desafortunado evento de los tantos que ocurrían alrededor de todo el mundo desde que los herbívoros comenzaron a dominar, sólo pensarlo le revolvió el estomago.

—Vamos —indicó Tem iniciando la caminata.

—¿A dónde?

—Hemos terminado nuestro cometido —La implicación de sus palabras logró reanimar un escalofrío en el interior del oso pardo, el cual erizó su pelaje inconscientemente—. Ya es hora de darle fin a nuestra alianza también. —Y siguió caminando sin importarle que la respuesta del oso tardara, pues bastó unos segundos para que Riz impulsara a sus propias piernas moverse tras los pasos continuos de la pequeña alpaca delante suyo. Durante su trayectoria por aquella fabrica abandonada no hubo conversaciones que rellenaran la atmósfera, nada más que la frecuencia de sus pasos por el solitario terreno, hasta que al fin Tem desfalleció sobre una vieja maquina de bordado inservible, incitando al oso correr en su dirección para salvarlo de un golpe fatal. —Mierda... ¿qué estoy haciendo? Soy un imbécil —se reprochó con un murmullo rencoroso, lleno de frustración.

—Tem, no deberías presionarte —le consoló Riz con tranquilidad.

—¡No quiero escuchar eso de un carnívoro! ¡Suéltame, Riz! ¡Aún no te estoy entregando mi carne! Maldito monstruo —replicó con furia, alejándose del toque ajeno ante la mirada estupefacta de su compañero de crimen quien indudablemente le dejó ir como si su albino pelaje tuviese espinas. Tem impactó contra una caja de herramientas, regándolas por el suelo entretanto recuperaba el equilibrio para dedicarse a respirar a una distancia optima de Riz y procesar lo que había dicho—. Lo siento, no quería... discúlpame...

—¿Te estás arrepintiendo? —interrogó Riz con una sonrisa amigable, palabras que consiguieron aterrar a Tem sin razón aparente.

—¡No es eso! —respondió con evidente alteración, antes de darse cuenta de su tono e inclinarse apenado por su comportamiento—. No es eso... —repitió llevándose una mano a la frente—. Es sólo... yo... mierda. Creí que estaba mentalizado para esto pero... la forma en la que asesinaste a esos sujetos fue asombrosa, hizo que me temblaran las piernas. Jamás presencie algo así desde que mis padres fueron asesinados así que... estoy aterrado, Riz. No quiero sufrir... no como todos ellos lo hicieron...

—Tem... —Los toscos brazos del carnívoro se acercaron cuidadosamente a la alpaca, acariciando de forma sanadora sus delgados hombros siquiera su tacto lo alcanzó. Y Tem, en medio de su martirio, tomó las ropas del oso entre sus puños consternado por lo inevitable de su mutuo acuerdo—. Siempre aprecie tu vida así que apreciaré tu carne con igual intensidad, jamás me atrevería causarte daño... si lo prefieres, podemos aplazarlo.

—¡No! —exclamó conectando ambas miradas con determinación arrasante—. No soportaría vivir recordando constantemente los rostros de esos criminales. Además, sé que tienes hambre, y no pretendo hacerte esperar demasiado por algo como eso. He vivido suficiente —Tem extendió una pausa bajando la cabeza mientras se relajaba, tragando saliva con dificultad para finalmente declarar—.Puedes hacerlo.

Riz levantó el rostro del herbívoro, compartiendole una mirada gentil y comprensiva, pues -llegado a este punto- todo el cariño que su corazón había sentido por aquella alpaca a lo largo de su convivencia estaba desbordándose por medio de sus gestos como jamás lo imaginó. En el pasado le hubiese parecido una tontería, incluso una blasfemia, sentir un sincero aprecio por un ser vivo que entonces consideraba mera comida pero ahora podía regordearse de este cálido sentimiento y aceptar los buenos deseos que estuvo dedicándole cuando estaban muy lejos de concluir con su trato. Tem la alpaca había significado más que una presa de las muchas que ya había ingerido y era por ello que su deseo de consumirlo alcanzaba el nivel de la religión, la delicia que representaría devorarle -estaba convencido- sería la muestra de un inquebrantable vinculo forjado por plena confianza.

—No sentirás dolor —dijo sosteniendo firmemente la cabeza del herbívoro con una sola mano sin llegar a ser rudo, demostrándole verdadera preocupación.

—¿... Lo prometes?

—Eres mi mejor amigo, Tem.

Una sonrisa triste e irónica curvó los labios de la joven alpaca al escuchar aquellas palabras, más no se resistió al tacto de las manos de Riz que rodearon su cuello con una delicadeza inimaginable antes de que un movimiento repentino lo torciera dejándolo sin vida en cuestión de un instante. Riz admiró su trabajo y se aseguró de que lo hubiese ejecutado correctamente con el fin de haber cumplido esta promesa a su amigo, incapaz de retener el salivar que se coló entre sus colmillos frente a la visión de la carne fresca. Cuando el salivar se volvió incontrolable, Riz no se contuvo más en abrir su ansiosa quijada y clavar sus filosos dientes en el cuello de su amigo, tragando de manera bestial todo lo que le había sido dejado atrás. Este era un ritual maravilloso para cualquier carnívoro pero Riz nunca lo sintió tan sagrado hasta ahora, después de haber cumplido los deseos de quien le trató como un igual desde el comienzo, el único que se atrevió a conocerlo de cerca sin hacer uso de cadenas y latigos. Y no se arrepintió de probar cada trozo rebosante de sangre, aspirar tan apetitoso aroma, o manchar el inmaculado pelaje cubriendo la piel de su fallecido amigo. Lo mejor de todo es que no lo extrañaría porque a partir de ese momento Tem formaría parte de él. Serían uno solo luchando contra este injusto mundo, lo harían juntos hasta que llegara el momento en que el propio Riz debiera entregar su carne a los buitres; si así fuera, el oso estaría dispuesto de hacerlo sin rencores porque era un carnívoro orgulloso de su condición.

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Su cuerpo entero sufrió de un inexplicable electrosock que lo obligó abrir los ojos de golpe. Consternado, se preocupó por enfocar la vista en aquel panorama absurdo antes de que su cerebro concibiera otras cosas. Legosi se removió con incomodidad mientras se desperezaba, percatándose del perfume nauseabundo que abundaba a su alrededor. Al mirar un poco descubrió la sustancia pegajosa causante de la fragancia que picaba su olfato y no dudó posar una palma completa sobre un coagulo de sangre que evidentemente no le pertenecía. No recordaba de dónde provenía ni qué había sucedido para encontrarse en esta situación, nada más que su nombre y la visión de una descontrolada batalla a muerte que había dejando migajas dentro de su cabeza. Pero aquel montón de rejas limitando su movimiento presagiaban malas noticias para su incierto presente, así que colocó sus rodillas contra el suelo al igual que las palmas de sus manos, olfateando, sus garras familiarizándose con la dureza del concreto mientras su visión nocturna intentaba encontrar cualquier señal que le revelara un dato de importancia sobre su ubicación actual, además de lo obvio. Si lo consideraba con detenimiento, no era extraño que un carnívoro estuviese enjaulado ni que el lugar de su confinamiento se encontrara en malas condiciones pero, sin duda, la falta de información significaba un importante descuido para quien estuviera involucrado con él. ¿Qué pasaría si no reconociese a su amo? ¿O hubiera sido vendido por una compañía ilegal? ¿Siquiera había tenido una buena vida antes de esto? ¿Cuál fue su última travesía en aquel mundo para terminar de esta manera? Entonces el sonido de rejas abriéndose y cerrándose a la lejanía lo alertaron, razón por la cual sus orejas giraron en busca de la dirección por donde provenía aquel ruido, encontrándola a sus espaldas donde vio a una compuerta automática abrirse y cederle el paso a dos herbívoros que supo identificar como dos cabras, una de ellas de la clase angora. Las luces se habían encendido cuando ambos habían ingresado al cuarto por lo que duró un rato en acostumbrarse al brillo.

—Este es —señaló la cabra angora dedicándole una mirada cautelosa al lobo gris quien se acercó impulsivamente a los barrotes para observarlos mejor.

—No se parece mucho a los otros —replicó la cabra macho con cierta incomodidad—. ¿Estás segura de que no fue alterado geneticamente, Els? Últimamente han existido muchos fraudes en el mercado de carnívoros.

—No puedo decir mucho —respondió la aludida con un suspiro—. La chica que lo trajo estaba desesperada porque lo curásemos, ni siquiera sabía a qué se dedica este edificio.

—¿Crees que pueda estar relacionado con lo que sucedió en la fabrica abandonada?

—No, él fue traído aquí dos días antes. Los doctores que lo atendieron ni siquiera le dieron esperanza para que despertara, verlo consciente ahora fue una sorpresa. —Els se aproximó a la jaula del expectante lobo gris, mirándole directamente a los ojos—. Mi nombre es Els y estoy encargada de supervisar todo lo que ocurre en este edificio. ¿Cómo te llamas?

—Legosi —contestó escuetamente.

—Muy bien, Legosi. ¿Sabes por qué estás aquí?

—¿Porque alguien creyó que era lo más apropiado para mi? —dijo con inseguridad.

—Estás aquí porque estamos tratando de averiguar cuál es tu verdadera naturaleza —replicó la hembra cruzándose de brazos con gesto severo—. Hemos recibido innumerables carnívoros de tu especie pero ninguno con tus características. Eres más alto que un lobo normal y tus facciones son tan inexpresivas como las de un reptil. Sin embargo, tu metabolismo siquiera se acerca a la sangre de lagarto, por lo tanto no eres híbrido. ¿Te importaría cooperar un poco y ayudarnos a saber qué hay malo en ti?

—Lo siento —Legosi bajó la cabeza apenado ante la mirada sorprendida de la impaciente hembra—... no lo recuerdo.

—Encima amnesia —espetó Els estresada, casi masticando las palabras, dando la espalda un instante al canino para proseguir con el interrogatorio, convencida de que este debía tratarse de un chantaje más ejercido por un carnívoro que busca librarse de los procedimientos—. Entiendo que todo esto te resulte ofensivo pero debes entender que si no nos proporcionas la información adecuada no seremos capaces de dejarte ir.

—No estoy mintiendo —Legosi insistió.

—Esta es tu última oportunidad, carnívoro —aseveró Els con gesto serio.

—No recuerdo nada más que mi nombre, de verdad.

—Zoe —esta vez Els se dirigió a su compañero—. El señor Legosi será trasladado a la jaula de renegados y se mantendrá ahí hasta nuevas ordenes. Si no está mintiendo se le dará otra oportunidad, de lo contrario me temo que su castigo será duro y no será apto para volver a la superficie nunca más.

La cabra macho asintió, y estuvo a punto de llevar a cabo el mandato recién hecho por su jefa cuando la tímida voz del canino interrumpió los siguientes movimientos de quienes le asistían, incitándolos mirar en su dirección más por curiosidad que verdadero entusiasmo debido a lo inusual que les resultaba que un carnívoro se atreviera dirigirles la palabra a dos herbívoros sin que estos le hubiesen permitido hablar con libertad.

—Disculpen, ¿podrían decirme dónde estoy?

—Carnivorous' Corporation. Una de las mayores empresas distribuidoras de carnívoros en todo Cherrynton —respondió Els con cierta rudeza, provocando que el pelaje de Legosi se erizara como primer reacción mientras era incapaz de discernir el motivo de su repentina inquietud después de que le fuera revelada semejante información.

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Luego de este encuentro, Legosi no estuvo seguro cuánto tiempo debió transcurrir en soledad para que la misma cabra macho de antes volviera a presentarse, esta vez con la compañía de dos herbívoros el doble de su tamaño, los cuales portaban pulcras batas blancas, gafetes con sus datos y tapabocas ajustados a las formas de sus labios primates. Por su postura, tamaño de sus brazos y aroma, Legosi pudo reconocer que se trataba de orangutanes. Estos se había aproximado a su jaula con jeringas en mano, cuyas sustancias lo cedaron al instante aún cuando intentó resistirse al tratamiento. Y al abrir los ojos por segunda vez en el día se dio cuenta que el tamaño y forma de su prisión había sido expandida, entonces se percató de la presencia de tres carnívoros más que yacían en sus propias celdas aunque muy próximos a los barrotes que conformaban la suya.

—¿Qué... ? —balbuceó, queriendo recordar cómo articular palabras.

—¡Hey, chicos! Parece que el cachorrito despertó —anunció la pantera del grupo ejerciendo cortos golpes en las barras de su jaula con la intención de darle fuerza a su aviso. El tigre a su lado se acercó también, emergiendo de las sombras que gobernaban el cuarto, formando una gran sonrisa en sus labios felinos como si ver a un lobo levantarse de un incomodo lecho se tratara de un espectáculo vistoso.

—Es verdad, apostaba que se quedaría dormido un día entero. Los canes son siempre tan débiles pero este acaba de hacerme tragar mis palabras.

—¡Oye, lobo! —volvió a exclamar Tao, entretenido con el suceso—. ¿Qué hiciste para terminar aquí? ¿Mordiste la mano que te dio de comer?

—Al menos déjenlo despertar apropiadamente —les reprendió el águila calva que permanecía de brazos cruzados y recargado en los barrotes cercanos, dándole la espalda a la jaula de Legosi como si no significara una novedad para él ver otro carnívoro problemático como ellos ocupando la misma zona desolada—. ¿No se percataron? Este lobo es nuevo. Debieron traerlo aquí por algún error que encontraron en su registro, o peor, su genética.

—Ahora que lo dices, no conozco su rostro —le dio la razón Tao al ave que respondía por el nombre de Aoba. Y, aprovechando la información, Bill se animó dirigirle la palabra.

—Sentimos lo de antes, lobo. ¿Qué Agencia Generadora te trajo aquí?

—¿Agencia? —repitió Legosi confundido—. ¿Qué quieres decir?

—¿Acaso eres el tipo de bestia que le gusta bromear de forma tan lamentable? Debes saber a qué me refiero —espetó Bill—. Las Agencias Generadoras son esos negocios donde los carnívoros nacen y crecen en cautiverio para posteriormente ser vendidos. Son el comercio con mayores ganancias pero los más peligrosos si el herbívoro no tiene idea cómo manejarnos. ¿Me vas a decir ahora que no tienes idea de lo que estoy hablando?

—Yo... —Legosi lo meditó un momento, percatándose de la falta de conocimiento que tenía sobre el tema, él no recordaba ni siquiera detalles tan importantes como aquellos a pesar de que le pareció normal estar encerrado siendo un carnívoro o reconocer sobre la posesión de un amo o compañías ilegales; descartando estos detalles superficiales era como si acabara de nacer, ya que realmente no sabía qué significaba esa información que parecía tener grabada muy profundo en su subconsciente.

—De todas formas no importa. Tú o tu vendedor debieron hacer algo muy malo para que terminaras aquí abajo —Bill pareció restarle importancia a su propio comentario.

—¿Qué hicieron ustedes?

—Oh, yo desobedecí una orden directa de nuestra jefa por quinta vez consecutiva y asusté a varios empleados amenazándolos con comérmelos cuando asistí a un examen medico. Tao, aquí —señaló a la pantera a su costado quien saludó a Legosi con un breve cabeceo—, se burló de la seguridad por segunda vez en la semana y estuvo vagando por todo el edificio como cualquier herbívoro. Aoba, por el contrario, se negó ingerir alimento y luchar en la Arena. —Legosi siguió los gestos del tigre para detenerse en la figura del ave, sintiéndose cautivado por su tranquilidad antes de que devolviera su atención a quien hablaba—. Como verás, somos todos unos rebeldes incorregibles así que no estamos preparados para subir a la superficie, en palabras de Els.

—¿La cabra de clase angora? ¿La conoces? —cuestionó el canino impresionado. Y su expresión facial ante esto no le agradó nada al felino rayado.

—Idiota. Es la supervisora de mayor autoridad en este edificio, todos la conocen.

—Tienes serios problemas de adaptación ¿eh? —observó Tao—. Debe ser por eso que fuiste recluido con nosotros.

—No —se apresuró Legosi en contradecir—, ella dijo que encontraron algo extraño en los estudios sobre mi naturaleza así que creo que podría tratarse de un problema genético.

—¿Tú no lo sabes? —inquirió Tao dubitativo, intrigando a todos los presentes. Legosi se frotó un brazo, avergonzado una vez más por su falta de entendimiento.

—Me temo que no recuerdo nada de lo que pasó antes de que despertara aquí. Les escuché decir que alguien me había traído gravemente herido así que...

—¿Un carnívoro con amnesia? Es la primera vez que lo escucho —intervino Aoba girándose sobre sus talones para observar al nuevo—. La mente de un carnívoro suele ser muy fuerte, no importa la clase de experiencias que pueda vivir, es imposible que bloquee todos sus recuerdos debido a sus instintos sanguinarios. Si le dijiste sobre esto a Els era obvio que pensara que estabas actuando. Pero no pudiste perder todas tus memorias.

—No es como si estuviera completamente ignorante —aclaró Legosi—. Después de todo recuerdo mi nombre y que pude haber tenido un amo, sé también sobre la existencia de compañías ilegales aunque no esté seguro qué signifique eso, o la importancia que tenga una lucha a muerte contra otro carnívoro sistemáticamente.

—Pudiste estar protegiendo a tu amo de otro carnívoro —Bill reflexionó en voz alta. Legosi emitió un sonido pensativo mientras se cruzaba de brazos y piernas sobre el desgastado colchón donde permaneció dormido—, alguien relacionado a una de esas compañías, eso explicaría todas esas imágenes que visualizas en tu cabeza ¿no crees?

—¿Dijiste algo sobre esto a Els? —Aoba quiso saber, Legosi se limitó bajar las orejas y este gesto el águila lo interpretó enseguida—. Supongo que no, siempre es una mala idea mencionar esta clase de cosas a los herbívoros ¿cierto?

—Tomaste la decisión correcta, lobo —le alentó Tao—. Quién sabe lo que te hubiesen hecho esos herbívoros de haberse enterado de tu verdadera situación.

—¿En serio?

—¡Por supuesto que si! —declaró Bill, prácticamente ofendido por el tono de duda que Legosi había emitido en su voz para corresponder al comentario de la pantera—. Todos los carnívoros estamos expuestos al sacrificio, no importa la edad. Una falta que ellos consideren grave es suficiente para mandarnos directo a la fosa común. Si les has dicho y ellos entrelazan tus recuerdos difusos con una traición hacia tu amo ni siquiera habrías tenido la dicha de conocerme.

—Aunque me digas eso, todavía no me haz dicho tu nombre.

—Soy Bill —se presentó el tigre con una mueca alegre—. A partir de ahora tu superior, así que más vale me trates con respeto, lobo.

—Legosi está bien.

—De acuerdo, Legosi —rectificó el tigre de mala gana. Aoba se adelantó a otras quejas del felino de pelaje anaranjado para darle una amable bienvenida al canino quien asintió cómodo con la actitud madura del ave. No sabía qué le depararía el destino a partir de ese momento pero se aseguraría de adaptarse hasta que pudiera encontrar su propósito en el mundo recuperando sus recuerdos, o tal vez se llegara el día de partir a la proclamada superficie. En esos momentos cualquiera de las dos posibilidades le parecían atractivas. Después de todo era un ser vivo más en la sociedad.