I Temporada de Caza

Dos pares de ojos observaban entre hastiados y aburridos la oscuridad que los rodeaba, para un humano normal dada la escasa, por no decir nula iluminación del lugar le hubiera sido imposible identificar a los dos hombres sentados en aquella pequeña habitación y de haberlos visto simplemente creería que eran algún tipo de actores o una ilusión dada su apariencia: jóvenes increíblemente apuestos, vestidos al estilo tradicional japones uno de blanco y armadura con dos imponentes katanas, mientras que el otro vestía de rojo y al igual que su acompañante cargaba con una vieja espada japonesa, las facciones de ambos eran similares lo cual hacía que cualquiera intuyera su parentesco ya que poseían cabellos largos y plateados, ojos dorados, marcas en los rostros y manos con formas de garras, la verdadera diferencia radicaba en el hecho de que el hombre de rojo contaba con unas curiosas orejas de perro sobre su cabeza.

La mayoría de personas que los veían quedaban encantados ante la apariencia de aquellas criaturas, pero eran conscientes de la peligrosidad de ellos los demonios perro traídos de las lejanas tierras de oriente, el gran Sesshomaru y su hermano Inuyasha los cuales eran parte de una basta colección de criaturas sobrenaturales encarceladas y cuyo único objetivo era participar en un ritual anual en donde se definía la continuidad de la era del hombre, si los sacrificios morían a manos de las criaturas convocadas los humanos ganaban un año de protección de los dioses mayores, por el contrario si alguno fuera de la "virgen" sobrevivía el reinado de lo sobrenatural reiniciaría y muchos (sobre todo los antiguos) retomarían las cosas donde las habían dejado quinientos años atrás cuando aún corrían libres por el mundo.

A los hermanos siempre les molestaron las reglas de aquel bizarro juego arreglado a conveniencia de los humanos ya que la criatura de turno siempre contaba con ventaja y finalmente terminaría atrapando a sus atontadas presas humanas, los grandes dioses se habían encargado que todos los participantes "voluntarios" cumplieran a cabalidad su labor en aquel ritual.

Ellos se limitaban a estar sentados uno en frente del otro mirándose, dormitando o hablando rodeados de la constante oscuridad que reinaba en todo el lugar, siendo conscientes de la presencia de otros similares a ellos, aunque la mayor parte del tiempo preferían ignorarlos ya que muchos no eran seres racionales o con los que se pudiera llevar una conversación, dado que sus orígenes eran muy diferentes y lo único en que concordaban todos los prisioneros era el odio absoluto a los humanos que mantenían en funcionamiento aquel lugar.

Repentinamente las luces se encendieron iluminando todo con una luz artificial y fría, logrando que varias de las criaturas se crisparan, o que otras miraron con malicia el trabajo de algunos hombres vestidos con overoles los cuales se encargaban de los trabajos habituales sobre las jaulas de contención.

- la temporada de caza esta por comenzar –fueron las palabras de Inuyasha, mientras observa a la cuadrilla que saltaba sobre los cubos.

- hummm –Sesshomaru miró fijamente a su hermano, como única respuesta.

- Me pregunto quienes serán los "afortunados" de este año.

- ¿Acaso eres un perro faldero –la mirada del mayor de los hermanos no escondía su disgusto ante aquella afirmación, recordaba bastante bien los tiempos en que andaban libres por el mundo viviendo bajo sus propios términos.

- ¡No lo digo por eso Sesshomaru! Sabes perfectamente que odio esta situación tanto como tú –las palabras de Inuyasha fueron subiendo de tono mientras se levantaba de su posición y enseñaba sus colmillos listo para una pelea que no sucedería, nunca les daría ese placer a los humanos que los observaban, sin contar que con los años había llegado a apreciar al psicópata de su hermano, el confinamiento en definitiva lo había afectado–. Aunque es un trabajo humillante es agradable sentir la brisa, estirar las piernas y cambiar la rutina, han pasado mas de veinte años desde nuestra última salida.

- Sandeces –Sesshomaru observaba como el menor recuperar la compostura mientras se sentaba en su lado de la habitación y no pudo evitar concordar con su hermano mientras la luces se apagaban nuevamente.

Antes de dormitar los dos demonios perro observaron a los demás habitantes de aquella prisión, los cuales también presentían que aquel siclo estaba por comenzar nuevamente, "la bruja sexi" mujer hermosa y de rubias cabelleras golpeteaba ansiosamente uno de sus pies contra el piso mientras pensaba en el ritual a efectuar si era convocada, Fornicus "lord del Bondage y el dolor" comenzó a juguetear con su esfera, el gato gigante abandonó su letargo para iniciar un baño a conciencia, Mary "la novia" frotaba su cuello cercenado buscando su collar, It el payaso no paraba de sonreír de manera inquietante mientras se relamía los labios, the Dolls cuyas mascaras no revelaban sus expresiones afilaban metódicamente sus armas... todos los que gozaban de conciencia comenzaban a esperar el ritual su pase al exterior y a la efímera ilusión de libertad, ya que en el fondo querían disfrutar de la única cacería que ahora les era permitida que les recordaba los viejos tiempos cuando lo sobrenatural dominaba el mundo.

Un par de días después de aquella conversación la temporada de caza inició con el encendido simultaneo de todas las luces en las jaulas de contención y el re posicionamiento de las mismas, los hermanos se miraron a los ojos entre hastiados y emocionados, con el retorcido deseo de ser los elegidos de la noche, mientras que a cientos de kilómetros un grupo de cinco jóvenes se dirigían animadamente hacia su perdición, ignorantes de los horrores que les esperaban y sin saber que el destino de una nueva era reposaba sobre sus hombros.

Dana, Curt, Jules, Marty y Holden habían pasado un día excelente independientemente de las señales de que algo estaba terriblemente mal, en aquel momento se encontraban en el sótano de la cabaña tras una tanda de verdad o reto, la atmósfera pesada llena de polvo y el siseo insidioso de cada uno de los objetos que ocupaba el lugar estaba nublando el escaso juicio de los jóvenes que entre fascinados y hechizados deslizaban sus manos entre los trastes polvorientos del lugar, una caja musical, un viejo maniquí con un polvoriento vestido de novia, una esfera, una caracola, infinidad de juguetes y trastes que simulaban ser totalmente inofensivos.

En una de las mesillas del lugar Dana encontró un viejo camafeo dorado con forma de corazón acompañado un delicado adorno para el cabello que emulaba una florecilla silvestre, la mujer deslizo sus dedos sobre aquel par de objetos mientras sentía la fuerte tentación de utilizarlos, igual ¿A quién le molestaría que colocara aquella flor de metal y laca en su cabello? ¿A quien le importaría si revisaba el interior del camafeo antes de utilizarlo?

Lo que ella no sabía era el escalofrío que recorría las nucas de los hermanos quienes expectantes sentían el posible llamado, ojos dorados y fríos que miraban el cristal de su jaula sabiendo lo cerca que estaban de pasar una noche de "diversión".

- Se ha ido –dijo Inuyasha algo desilusionado.

- El próximo año –replico Sesshomaru en un tono plano que escondía bastante bien sus emociones.

- No entiendo la razón de que ellos sean llamados de manera regular, si ni siquiera son capaces de disfrutar adecuadamente una cacería –fueron las exasperadas palabras de Inuyasha.

Los hermanos observaban con fastidio la manera en como el cubo que trasportaba a la familia Buckner flotaba hacia la línea de partida, mientras se preparaban para dormitar sin saber que la temporada de caza apenas estaba comenzando.

Notas de la autora

Una noche mientras buscaba algo que ver en la TV me encontré con esta película y me pregunté ¿qué pasaría si Inuyasha y Sesshomaru se encontrarán en uno de los cubos de la organización esperando a ser llamados para el ritual? De aquella duda insomne nació esta pequeña historia.

La historia consta de cuatro capítulos y está totalmente terminada, estoy contemplando la posibilidad de escribir un epílogo.