El siguiente personaje no es de mi autoría, hago uso de él sin fines de lucro. Liz y todos los personajes aparecidos o mencionados forman parte de Resident Evil 6.

El sonido de las teclas que emanaban los dedos talentosos de ésa joven señorita resonaba por los pasillos de la universidad.

Incluso apaciguó a los chicos podridos que deambulaban por ahí, quedando inmóviles en un punto específico de una caminata sin objetivo alguno.

Aún en sus últimos momentos de vida, cuando las luces se intensificaban y su mente era bombardeada por los recuerdos del ayer, lo único que ella quería hacer era tocar el piano.

A ella no le aterraba la muerte.

Aunque le parecía un final triste.

Jamás volvería a ver a su amada madre ni a su hermano Liam.

Nunca se graduaría con los merecidos honores.

Había perdido a todos sus amigos cuando la misteriosa niebla se presentó, convirtiendo a la gente que más quería en terribles criaturas hambrientas de carne humana.

Liz puso toda su concentración y fuerza para terminar esa triste tonada.

Sus yemas se movían al compás de una memoria que poco a poco iba olvidando qué tecla tocar.

Sus movimientos se volvieron lentos, tanto que entorpecieron el ritmo y no se podía apreciar qué estaba haciendo.

Parecía que sólo apretaba las teclas como si de un niño inexperto se tratase.

No recordaba por qué estaba rodeada de cadáveres de personas que la saludaron esa mañana.

Tampoco de por qué tocaba el piano.

Se sintió tan cansada que decidió abandonarlo y simplemente rendirse, dejar que la terrible pesadez se encargara de cerrar sus ojos para no volverlos a abrir.

No pudo recordar nada más.

Nada más allá de ese dulce sabor cuando le enterró los dientes al cuello de su padre.

Cuando lo despedazó en esa extraña y violenta necesidad.

Tenía mucha hambre.

Eso no pudieron comprender aquellos viles que la mataron.