¡Aquí os dejo con el siguiente capítulo! Espero que os guste :)
Personajes de Akira Toriyama!
Capítulo 8. Y si…
No sabía la hora que era y, sinceramente, tampoco quería moverse para verla, porque eso significaría separarse de él y no quería. Cuando despertó su primera reacción fue sobresaltarse y la segunda, tras un leve recuerdo de la noche anterior, fue maldecirle a él. Bulma abrió los ojos y se encontró con su brazo rodeando el torso del Príncipe y una de sus piernas entrelazadas con las de él. Su cabeza estaba sobre su pecho, que subía y bajaba, mientras él dormía plácidamente ajeno al despertar de la mujer.
Su cuerpo, como ya le avisó, era cálido, mientras que el de ella era frío. Pensó que el motivo de la diferencia de temperatura era debido a que ambos eran de distintas razas. Alzó un poco la cabeza para verle dormir. Él estaba boca arriba, con una mano colocada sobre la almohada y la otra rodeándola a ella. Sus facciones estaban relajadas, como nunca antes le vio. Le pareció inofensivo, sin maldad alguna en él, como un niño pequeño que dormía después de horas de juego. Volvió a mirar su cuerpo y se perdió en el relieve de éste.
Con la yema de sus dedos acariciaba el cuerpo masculino que tenía a su lado, mientras escuchaba los latidos de su corazón en compás de su respiración. Contempló cada herida curada y se preguntó cuáles eran sus historias. Inevitablemente recordó la vida de aquel hombre y pensó en sus desgracias. Su hija lejos de él, su hijo a unos pasos siendo el títere de su enemigo y una mujer que no estaba. Se preguntó cómo sería. Si era una mujer hermosa y fuerte, así como lo era él. No pensó que tuviera celos de alguien que no conocía, pero albergaba en su interior una incomodidad latente que se hacía más y más fuerte cada vez que la pensaba. Si esa mujer apareciese en ese momento ¿seguiría él interesado en seducirla o volvería a los brazos de ella? Pensó en lo segundo. Ella era la madre de sus hijos, fue a ella a quien eligió como compañera de vida. No podía luchar contra eso.
De pronto se escuchó un sonido que rompió por completo el silencio que habitaba en aquel dormitorio. Bulma cerró los ojos con rapidez e intentó relajar su rostro. Pasados unos segundos sintió como él se removía perezosamente. Le escuchó soltar un bostezo y luego una risa sonora. Imaginó que era por descubrir la postura en la que estaba ella. Sintió como el brazo que la rodeaba se extendía y, tras cortos segundos, aquel molesto ruido dejó de sonar.
Volvió a notar como su mano se colocaba en su espalda y la otra sobre su brazo. Él estaba acariciando su piel con delicadeza haciendo que un escalofrío recorriese su cuerpo. Se movió un poco para que él supiera que iba a despertarse. Lentamente abrió los ojos, alzó la cabeza y le contempló. Él la observaba sin dejar de tocarla.
–Acerté–dijo él con voz ronca. Ella sonrió sin evitarlo–. Eres muy mala actriz. –
–¿Por qué lo dices? –Bulma se incorporó, apartándose de él y rompiendo todo contacto con su piel.
–Porque has fingido dormir–ella enmudeció al ser descubierta. Aquel comportamiento solo sirvió para que la teoría de él fuera cierta–. Te has despertado y no te ha extrañado ver que estabas tal y como te dije. –
Bulma rodó los ojos. Tenía razón, no era muy buena en la actuación. Echó un mechón suyo detrás de su oreja y le contempló con vergüenza.
–¿Te has arrepentido de no haber aprovechado esta noche? –ella negó con la cabeza–¿segura? He notado como me tocabas. –
Nuevamente él volvió a silenciarla, provocando una sonrisa de lado al ver su reacción. Se inclinó un poco para estar sentado, como lo estaba ella. Bulma no se había quitado el vestido para dormir, y él tampoco se quitó los pantalones. La vio amanecer como llevaba haciéndolo desde hacía años, nunca pensó que llegaría a extrañar tanto una sensación como aquella.
–¿Sabes que eres más agradable cuando duermes? –en ella se notaba la molestia, pero se apreciaba en su voz cierta burla que a él le gustaba–. Sentía curiosidad por tus heridas. –
Vegeta bajó la vista hasta su cuerpo para ver las cicatrices en su piel. A Bulma siempre le gustaba tocarlas y besarlas, era como si de esa forma estuviera sanándole. Parecía que eso en ella no cambiaba, le intrigaban sus marcas de guerra.
–Está fue por una pelea con un lameculos de Freezer–Bulma contempló la cicatriz que él señalaba, estaba en el lateral izquierdo, justo donde las costillas–. En ese momento era más fuerte que yo. Ahora yo soy más poderoso, no me hubiera hecho ni un solo rasguño. –
–¿Por qué te lo hizo? –ella miraba curiosa al Príncipe, que recordaba aquel momento como si fuera único en él, pero que a ella también la concernía.
–Una misión fallida–Vegeta empezó a narrar, esperando que aquella historia le fuera familiar–. Una muchacha que venía con nuestros escuadrón tenía que crear un medicamento para que el Rey tuviera una erección, porque era impotente–sonrió al ver sus mejillas sonrojadas–. Era algo que no debería saber nadie, así que ella debía firmar un contrato de confidencialidad que, de romperse, tendría grandes consecuencias. –
–¿Tú que tienes que ver en todo esto? –Vegeta suspiró.
–Que ella y yo ya lo sabíamos antes de que el Rey se lo dijera–Bulma empezó a pensar un momento y él lo apreció. A ella le llamó la atención lo de "ella y yo" cuando Vegeta dijo que además de ellos fue un escuadrón–. Le tendí una trampa al Rey para que todo el mundo viese que no estaba a la altura, Zarbon, que era el lameculos de Freezer, me golpeó hasta que se quedó a gusto. –
–Imagino que fue larga tu recuperación–Vegeta asintió.
–Al principio no me quería meter en un tanque de recuperación–la humana frunció el ceño–. La muchacha se peleó con Zarbon cuando pasó. Así como hiciste tú por Trunks. –
Vegeta esperó por una reacción positiva por su parte. Imaginó que era información suficiente para que recordarse el horrible episodio, en cambio ella divagaba en una teoría diferente.
–¿Era tu mujer? –Vegeta abrió los ojos al escucharla–parecía que hubiese un vínculo entre esa chica y tú. –
Esta vez fue él quien enmudeció de golpe. Era obvio que era su mujer, la misma que estaba haciéndole la pregunta en ese momento. No pensó que fuera esa la reacción que tuviera tras su palabrería. ¿Qué debía hacer? ¿Decir que no o que sí?
–Era ella–confirmó él. Bulma apartó la mirada un poco incómoda.
Vegeta analizó a la humana. Parecía entre contrariada y perdida. Se acercó un poco a ella, la tomó del mentón y la giró para que le viese. Bulma mostraba un gesto confuso.
–Mujer–nombró él mientras se perdía en el tacto de su piel–, no pienses. No te castigues de esa forma. –
–Ella es la madre de tus hijos y yo soy una que está aquí de paso ¿lo entiendes? –Bulma se apartó y se levantó de la cama–. ¿Acaso no te das cuenta de cómo hablas de ella? ¿De cómo sonríes cada vez que la nombras? –Vegeta miraba atónito a la humana–. Puedo entender que quieras rehacer tu vida, pero con ella en tu cabeza no creo que puedas. –
Bulma se colocó los zapatos, quería irse de allí cuanto antes. Se culpaba de haber ido allí y de aceptar su propuesta. Sentía que algo no iba bien. ¿Por qué cada vez que le veía le latía tan fuerte el corazón? Su razón parecía nublarse por algo que no podía describir, pero sabía que era por su culpa. Apenas le veía, apenas hablaban, y en cambio ahí estaba, soñando con él y aguantando las ganas de besarle.
–A la mierda con eso–Vegeta la giró y la agarró por los brazos. Bulma le contempló sorprendida–. ¿Te crees que yo soy un buen hombre? ¿Te crees que soy mejor que Turles? –aquello la asustó, él relajó su voz–. Hace años era como él, pero mírame, Bulma. ¿Dime que demonios ves? Un hombre intentando seducir a una mujer, cuando antes lo que quería lo tomaba aunque fuese a la fuerza. –
–Me estás asustando, Vegeta–él vio su piel pálida y el brillo desaparecer de sus grandes ojos. La soltó.
Vegeta sentía un dolor a la altura de su pecho. Era una punzada grande que le atravesaba. Quería gritarle que recordase, que hablaba de ella y no de otra mujer, porque no podría haber otra. Su vida la viviría con ella y no con nadie más.
–Veo a un hombre orgulloso, incapaz de hablar sobre sus sentimientos sin sentirse indigno por ello–Bulma se sentó a su lado mientras éste la contemplaba.
–No–negó él apartando la cabeza–. Si vieras con mis ojos entenderías muchas cosas, y dejarías de pensar en esas tonterías que solo incrementan tu inseguridad. –
–¿Inseguridad? –Vegeta volvió a ella, asintiendo con la cabeza.
–Te comparas con alguien de mi vida–dijo él con una sonrisa fingida–, y pierdes la batalla sin siquiera conocerla. Eres insegura, y eso incrementa tu miedo. ¿Sabes lo que provoca tu temor? –Bulma miraba atentamente al hombre–. Que te arrepientas de no hacer las cosas que quieres y dejas paso a un montón de "y si…".–
–¿Y sí…? –repitió ella.
–¿Y si hubiera besado a ese hombre atractivo? –Bulma sonrió, ante el ego de Vegeta que apareció–. ¿Y si me hubiera acostado con él esa noche? –sus ojos azules volvieron a retomar el brillo que a él le encandilaba–. ¿Y si dejara de pensar y me dejase llevar por una maldita vez? –
–¿Tú te haces preguntas así? –él hubiera querido negar, pero asintió. Con ella, en la intimidad, se veía en la obligación.
–¿Y si la hubiera dejado ir? –Bulma tragó saliva, todo su cuerpo temblaba, incluso sentía como titiritaba su interior. Un escalofrío que le congelaba hasta las entrañas mientras se perdía en los ojos negros que fervorosamente la contemplaba.
–Eso quiere decir…–
–Eso quiere decir que no te dejaré ir, mujer–concluyó él–. Si ahora mismo quieres salir por esa puerta hazlo, pero quiero que lo hagas con la idea de que volverás esta y mil noches más. –
–¿Y si no te beso ahora? –Vegeta sonrió de medio lado.
–¿Y si? –ella rio inevitablemente–. La única condición que te pongo es que vuelvas, Bulma. Mi batalla es esa, mi victoria será mucho más que un beso. –
Ella se perdió en sus ojos negros. Estaba tentada a besarle y tenía ganas, ahora que él parecía abierto a decirle lo que sentía, pero no pudo. Porque quería volver por la noche, escucharle una vez más y, si le convencía, besarle hasta que se hiciera de día.
–Hasta la noche–dijo ella mientras se levantaba.
Vegeta la imitó, se acercó al panel y le abrió la puerta. Se miraron una vez más, entre ellos nació el deseo y un calor que se expandía por todo el cuerpo.
Trunks, sentado sobre su cama, no dejaba de contemplar a la princesa de rubios cabellos que estaba en su habitación. Veía a Aloy doblar la ropa de combate y meterla en la cómoda, a pesar de que él intentase convencerla de no hacer nada de eso, ella se rehusó a hacerle caso. Decía que era el único modo de pagarle el favor de que la hubiera salvado de un futuro desolador, así que ejercía los deberes que tenían las mujeres que eran compradas.
–Aloy–ella se giró para ver al chico sobre la cama pequeña pegada a la pared–, te lo pido por favor. Déjalo ya. –
–Te quiero ayudar–dijo ella con una pequeña sonrisa en el rostro, volviendo su atención a la ropa que guardaba en el mueble.
Trunks se levantó de la cama y se acercó hacia donde estaba ella. Aloy, al notar su cercana presencia, se giró para observarle a los ojos. Él era alto, al menos le sacaba una cabeza a ella. Podía ver en sus ojos azules una tristeza e incomodidad que parecían perseguirle desde que volvió de aquella horrible misión.
–Eres una princesa–él la tomó con suavidad por las muñecas para que dejase de doblar la ropa y guardarla–. No me puedo permitir que te rebajes a esto y más cuando no me debes nada. Ya haces suficiente haciendo de mensajera, e incluso tienes que aguantar estar en el comedor con esos depravados. No hagas aquí de esclava porque tú no eres propiedad mía –negó con la cabeza, como corrigiéndose de sus palabras–. No eres propiedad de nadie. –
Aloy apartó la mirada, avergonzada de su comportamiento. Él la soltó, sintiendo la calidez de su piel cuando en un momento sus manos se tocaron. Ella acarició su cuello mientras mordía su labio.
–Lo siento–él colocó una mano sobre su hombro. Levantó la cabeza y vio al joven que sonreía.
–No te disculpes–dijo él con su dulce sonrisa–. Esto no es culpa tuya. –
–Eres el primer hombre que conozco que no habla de una mujer como si fuera una mercancía–él podía notar la tristeza en su amarga sonrisa–. Desde que nací toda mi vida ha estado planificada. Debía oír, ver y callar. Dejar que los hombres hicieran sus guerras mientras yo tomaba té–Trunks vio la lágrima que se escapó de su ojo izquierdo, que pronto fue acompañada por más–. Mi padre estaba ya preparándome un matrimonio concertado, porque al no tener hijos varones yo no puedo acceder al trono estando soltera. Debo casarme con alguien que tenga un título real. –
–Entonces, si vuelves a tu planeta…–ella se limpió las lágrimas.
–Me tendré que casar con alguien que no conozco–finalizó ella su frase. Trunks se separó, apartando su mano de ella pero sin dejar de mirarla–. Obviamente el final que he tenido no es mejor, pero contigo me siento un poco más libre de lo que alguna vez pude sentirme. Sin títulos y sin obligaciones. –
–Ojalá pudiera hacer más–Trunks desvió la mirada hacia la mesita que había al lado de su cama. Se acercó a ella, abrió el cajón que tenía y sacó un collar que estaba guardado. Éste se lo entregó Bulma la noche anterior, cuando él la invitó a entrar a la sala.
Cerró el cajón y se dio la vuelta. Aloy estaba mirándole desde el mismo sitio en el que estaba. Él se acercó y le extendió la mano, mostrándole el collar de fino colgante plateado con una piedra ovalada amarilla.
–Es un regalo para ti–Aloy sonrió contemplando el collar–, pero… tengo que contarte…–
–Lo sé–ella tomó el collar por la parte de la piedra mientras la contemplaba–. No me siento orgullosa de esto, pero escuché la conversación que tuviste con tu madre acerca de la piedra–alzó la mirada a Trunks, encontrándole sonrojado–. Tú no mataste a esa niña, y esto recordará, no solo que es lo único que queda de ese planeta, sino que tienes un corazón muy grande. –
–Ojalá ver con tus ojos–Aloy se dio la vuelta, agarró su cabello y le pidió a Trunks que le pusiera el collar. Él tomó los laterales de la cadena y los unió. Contempló su cuello y su espalda. Pudo sentir una corriente eléctrica que recorría todo su cuerpo–. Siento que no sea una joya como las que debes tener en tu palacio. –
Aloy se dio la vuelta, soltando su melena y contemplando al guerrero sonrojado.
–Tiraría todas mis joyas para ponerme este collar siempre, Trunks–la joven dio un paso hacia delante, colocó sus manos sobre el rostro de él contemplándole directamente a los ojos azules.
Él emitió una leve sonrisa mientras se perdía en los ojos ámbar que dulcemente le contemplaban. Se dejó llevar por la caricia de su mano sobre su rostro, viendo como se acercaba a él, inclinándose hasta depositar sus labios sobre su mejilla, regalándole un suave beso en ella que ruborizó al medio saiyajin.
Tarble contemplaba a la niña sentada sobre la hierba, con las manos rodeando sus piernas mientras le sonreía.
–Era muy guapa–dijo la pequeña mientras Tarble se sentaba delante de ella–. Le dio un beso a Trunks como en los cuentos. –
–¿Viste a tu hermano con esa chica? –Bra asintió–. ¿Cómo dijiste que se llamaba? –
–Aloy–repitió la pequeña–. Trunks dijo que era una princesa, pero yo nunca la vi en Akrog, porque allí iban muchos amigos del Rey Darek que eran reyes, reinas, príncipes y princesas. –
El saiyajin asintió, sin prestar mucha atención a las últimas palabras. El hombre pensó que la niña había tenido una visión de algo que aconteció o hace poco o en el mismo momento en que pasaba. El Rey Cold previno de que sus visiones podían ser también las que ocurrían en el presente.
–Te interesan mucho mis sueños–Tarble miró a la niña, que parecía un poco más cercana a él–. ¿Por qué? –
–Porque cuando uno sueña se olvida pronto de ello–respondió el saiyajin–. A nadie le gusta olvidar, Bra. –
Tarble se levantó de la hierba, y la niña igual. Ambos salieron de aquel jardín para dar el paseo diario. Él estaba ausente mentalmente y no paraba de contemplarla. Recordó a la Reina saiyajin nombrarle y entonces imaginó mil cosas y todas le daban la misma conclusión. Ella era su madre y, por ende, él era de aquella especie. Bra, era la hija del primogénito de la Familia Real de los saiyajins, si seguía con su hipótesis, era su sobrina.
Aquel niño con el que soñó Bra no aparecía por ningún lado, y él siempre fue ajeno a su vida verdadera. Siempre vivió por y para el Rey Cold, ahora se daba cuenta de que era un prisionero como aquella niña. Pero no pensaba quedarse de brazos cruzados, pensó investigar y dar con la manera de comunicarse con Vegeta. Si alguien en este mundo sabía si él era el hijo de la Reina, ese era su supuesto hermano.
Tarble volvió a la sala de seguridad. Esta vez decidió usar otro método para que el que estaba en el puesto saliera. Un remedio muy eficaz que era echar laxante en su bebida. Sonrió cuando le vio salir corriendo.
Su búsqueda fue rápida, y para su suerte los resultados saltaron solos. Únicamente introdujo las palabras "Princesa Aloy" y se encontró con el planeta Riolhase. Abrió los archivos recientes y se encontró con un auténtico caos. Era un planeta guerrero, tenía soldados fuertes que siempre quisieron los tiranos como aliados. Su Rey, el monarca Riolhase II, estaba en cama desde hacía tiempo y no había mucha noticia de su estado en la actualidad. Leyó el nombre de un tal Krixus, al parecer era quien estaba al mando en ese momento y había hecho un tratado con Cooler.
–Interesante–siguió leyendo–. ¿Dónde estás, Princesa? –
Tarble encontró un artículo en el que se reflejaba una noticia trágica. La Princesa del planeta fue encontrada muerta en sus aposentos. En el documento aparecía una imagen de la joven, era un retrato real. Una chica, pensó que no era más que una cría, de cabellos largos rubios, ojos penetrantes marrones, bien peinada y maquillada junto con un costoso vestido.
–"Era muy guapa". "Le dio un beso a Trunks como en los cuentos"–repitió Tarble las palabras de Bra–. Si esa chica está muerta, la niña no podía haber visto como le daba un beso a su hermano.–
El saiyajin se puso a investigar ahora con archivos procedentes de la base de Cooler. Inspeccionó la entrada de mujeres en los últimos días, cercanos al artículo de la muerte de la joven. En uno de ellos se encontró con el número de esclavas y su origen. Sonrió al ver a una riolhesiana entre ellas. Abrió las imágenes de las mujeres esclavizadas ese día.
Vio una fila de tres mujeres de frente, con la ropa rota y el rostro ensuciado por las lágrimas. Eran imágenes que luego se enviaban a algunos nobles mujeriegos. Tarble se acercó a la pantalla, amplió un poco la fotografía y observó a la joven que estaba justo en medio. Sin maquillaje, despeinada y sucia, pero la reconoció.
–Princesa Aloy de Riolhase–sonrió triunfante al verla–. Un Rey enfermo, un usurpador que pacta con Cooler y le entrega a su Princesa, para luego fingir su muerte ante el pueblo–enumeró en alto Tarble–. Un planeta cuyos guerreros son poderosos–la sonrisa del hombre se hizo más intensa, como si una bombilla se encendiera en ese momento sobre su cabeza.
Vegeta había reunido a todos los saiyajins en una de las salas de combate. Fue claro a la hora de dejar su mensaje, debían acudir de inmediato y sin objetar nada, cualquier ausencia conllevaría un castigo. Asistieron todos, eso significaba que Turles también se había personado, como si nada hubiera pasado.
El Príncipe tenía ganas de matarlo, luchaba internamente por no lanzarse sobre él y acabar con su insignificante vida. Todavía podía recordar las imágenes que vio, él sobre su mujer, intentando forzarla como si tuviera derecho sobre ella. No contento con ello, Turles no dejaba de mirar a su hijo. Podía leer en aquellos sanguinarios ojos sus intenciones. Mentalmente el saiyajin estaba matando a Trunks, quien estaba de brazos cruzados y ajeno al comportamiento del guerrero.
–¿Qué ocurre? –preguntó Paragus. El escuadrón estaba formando un circulo, donde unos estaban más separados que otros.
–La fiesta de los recién llegados va con un poco de retraso–se burló Turles, apartando finalmente la mirada Trunks que lo tenía enfrente. El joven le puso una mueca de desagrado–. ¿Y las mujeres? –
–Lejos de ti, como a ellas les gusta–Raditz, quien todavía no era conocedor de lo ocurrido con Bulma, decidió contestar la broma de Turles con una que le molestase, pero éste sólo se limitó a sonreír, mostrando su dentadura.
–Está reunión tampoco es santo de mi devoción–Vegeta interfirió. Estuvo toda la mañana pensando en si era buena idea realizar aquel encuentro, porque para ello debía tener confianza en los otros guerreros, algo que no tenía–. Antes que nada quiero saber la verdad. ¿Alguno de vosotros pensó en matar a Cooler en algún momento? –
Los saiyajins que vivían allí desde hacía mucho tiempo se miraron unos a otros. Trunks dudó de la pregunta de su padre, pues no la entendía, aunque en general ignoraba lo que estaba ocurriendo. Notó que estaba intranquilo y era algo que llevaba percibiendo desde el día anterior.
–Puede que seamos traidores–Vegeta escuchó a Paragus. Su voz sonaba más vieja que la de los presentes, pero clara y sin mentiras en ella–, pero somos saiyajins. No nos acostumbramos a recibir órdenes de otras especies. –
–Estuvimos a punto de conseguirlo–Kakarotto decidió hablar, siendo el centro de atención–. La única manera es quitarle el chip a Broly. Su ki es inmenso, seguramente superior al de Cooler. –
–Lo es–aseguró el nombrado. Vegeta miraba de arriba abajo a Broly. No paraba de escuchar todo el rato que era un guerrero muy poderoso pero limitado por un aparato interno en su cuerpo.
–Te adelantaste matando a Freezer–Kakarotto siguió hablando tras la interrupción de Broly–. Cooler enfureció y temió que nosotros nos rebelásemos de igual manera. Así que nos castigó cruelmente. –
–Ese no era motivo que os impidiese seguir con vuestro plan–Raditz habló, su voz se teñía de rabia cada vez que le dirigía la palabra a su hermano. A pesar del poder que tenía, no dejaba de verlo débil y una vergüenza para su familia y raza.
–El Rey Cold respalda a su hijo–Turles decidió hablar, dejando de lado la burla–. Cooler nos dio una paliza que estuvimos una semana en un tanque de recuperación y otra en camilla porque le dio la gana. Ese tiempo su querido papá se paseó por la base con su glorioso ejército para que lo viéramos. –
–Sino nos mata Cooler lo hará Cold–concluyó Broly.
Permanecieron en silencio por dos minutos. Vegeta utilizó el tiempo para analizar la situación. Se encontraba con un escuadrón que quería derrocar al tirano, como ellos en su momento, estos saiyajins anhelaban y luchaban por su libertad. Cada vez que repasaba los puntos acababa en el mismo lugar. Broly. Él parecía ser quien pudiera acabar con Cold y Cooler.
–¿A qué viene esta reunión? –preguntó Turles, rompiendo el silencio que ayudaba a pensar.
Vegeta se cruzó de brazos y se dio el tiempo necesario para pensar si estaba haciendo bien o metía la pata. Podían ser traidores e ir corriendo a contarle a Cooler sobre aquella reunión, pero podían ser ambiciosos en su lucha por la libertad.
–Es posible que Freezer no esté del todo muerto–soltó sin más.
Raditz abrió los ojos de golpe, Trunks miró sorprendido a su padre por haberlo dicho mientras que el resto de saiyajins le analizaban. Buscaban la verdad en sus palabras, pero sólo encontraron la inseguridad de una posible idea.
–¿Por qué dices eso? –Raditz fue el que cuestionó. Vegeta sabía que en él podía confiar, pero no esperaba tener que confesarle aquella hipótesis en compañía de los que le incitaban desconfianza.
–En el laboratorio están trabajando en un prototipo–Trunks tomó la palabra de su padre. Él vio los planos y sabía de lo que estaba hablando–. Era un soldado, uno que será muy fuerte. Su estructura es similar a la de Cooler, pero éste no tendría su tamaño, sino que sería inferior. –
–Freezer era enano–recordó Turles soltando una carcajada–. Enano y puñetero. –
–Pero un robot no es Freezer–Paragus intentó seguir el tema de conversación, siendo el único que parecía interesado.
–Ese es el problema, que no es ningún tipo de androide–los saiyajins, a excepción de Vegeta, miraron al más joven con un gesto de duda–. En el plano venía la figura, partes estaban dibujadas con los materiales que se utilizarían para recrearlas, y otras no tenían nada. Es como si lo que están fabricando fuese como una prótesis para alguien. –
–Para Freezer–zanjó Raditz y el joven lo confirmó con su mirada.
–Ilógico–Turles se jactó de la teoría, mirando con una sonrisa amplia y los ojos vacilones–. Habéis perdido el juicio por un invento de esos lunáticos que trabajan en el laboratorio. Si Freezer estuviese vivo lo sabríamos. –
–¿Entonces porque está creando Cooler ese soldado? –Trunks avanzó un paso hacia adelante, casi desafiando a Turles que no aguantó la risa por su comportamiento.
–Cooler es un puto narcisista y se ha creado una réplica de él robotizada. No hace falta ser un genio para darse cuenta, muchacho–Turles le señaló. Vegeta frunció el ceño a la par que apretaba sus puños. Su paciencia con ese saiyajin se iba con mucha rapidez.
–Si fuera una réplica tendría su altura y se formarían todas las partes del rompecabezas, inclusive con un único material, un par más si quieres diseñar algo bueno de verdad–Trunks no vacilaba en hablar. Estaba seguro de su teoría porque él fue quien vio el plano–. Una prótesis que llevase un ser vivo necesita de mucho más trabajo y bastantes más recursos. –
–Mira, niñato–Turles avanzó hacia él, quedando ambos cara a cara. Vegeta intentó luchar con las ganas de ir a enfrentarlo, pero se decía que era algo que Trunks sabría resolver. Ya le vio enfrentarse al saiyajin, pensó que no perdería–, te voy a decir por donde te puedes meter tu idea de mierda…–
–Turles, se terminó–Paragus se interpuso entre ambos, sorprendiendo a todos por el comportamiento del más anciano–. Por una vez piensa con la cabeza y deja de ser tan irritante. –
El mayor se dio la vuelta para contemplar a Trunks. En sus ojos había seguridad y sinceridad.
–Puede que te equivoques en tu teoría–Trunks asintió, en acuerdo con la posibilidad de que todo fuera un malentendido–, pero puede que estés en lo cierto. Puede que Freezer viva, pero ¿dónde? Es la cuestión. –
–En un tanque de recuperación–Vegeta miraba a su hijo. Parecía que había estudiado todas las posibilidades acerca de la posible idea de que Freezer siguiera vivo–. Según los planos las partes que no necesitan materiales son casi la mitad del cuerpo y parte de la cabeza. No podría sobrevivir sino estuviera metido en una de esas capsulas. –
–Pero aquí no está–Kakarotto consiguió la atención nuevamente–. ¿Estás seguro de lo que dices? –
–Tanto como que sé donde podría estar su cuerpo–confirmó el joven, esta vez intercambiando miradas con su padre.
Tarble se presentó ante el Rey Cold. Éste le había pedido información acerca de los sueños que estaba teniendo Bra, y él le comunicaba temas irrelevantes a lo que quería escuchar. El tirano utilizó la palabra "rota" para referirse a la niña, pero siguió con el plan. Repetía constantemente que la paciencia es una virtud, aunque en él no se evidenciara.
–Creo que la niña no tiene visiones porque ya no teme igual que antes. Se ha resignado–dijo el hombre mirando a la enorme bestia sentada sobre su trono–. Ya no se aferra a la idea de que su familia vendrá a rescatarla. –
–¿Quieres que le dé un susto? –Tarble ocultó el asco que sintió ante el sarcasmo del tirano. A él no le importaba nada de lo que sintiera a niña, pero era obvio que tampoco le importaba él, porque le arrebató a su familia y humilló a aquella mujer.
–No, Gran Rey Cold, pienso en otras medidas–Cold hizo un gesto con su mano, para que prosiguiera hablando–. Salir durante un rato de la base. Si la niña fuera a algún sitio donde volver a sentirse igual a antes y después ver que tiene que volver, su instinto de supervivencia y su temor aumentará. –
–Resumiendo–bostezó el ser inmenso–, que quieres llevarla de excursión. –
–Se podría llamar así–vio como el lagarto se rascaba la frente. Su postura era de pasotismo, le importaba poco lo que él dijera o hiciese, sólo quería información útil y no la estaba recibiendo.
–Si crees que dándole un paseo a tu nueva mascota puedes conseguir algo, adelante. Llévala al planeta más próximo–ordenó el tirano con un deje de desprecio.
–Gran Rey Cold–el ser nombrado miró hacia el saiyajin, que se mantenía en una postura de espalda recta y manos atrás–, pensé que sería mejor llevarla a un planeta con unas características similares a Akrog, donde ella nació. Por ejemplo, el planeta Riolhase podría ser de su gusto. –
–Está a un día de viaje–gruñó Cold observando con molestia al saiyajin–. No quiero perder más tiempo por una niña. –
–Le pido que recapacite–Tarble insistió–. En un entorno así la añoranza hará en ella mucho efecto cuando tenga visiones, y, si contamos con el factor tiempo que estará fuera de la base, mayor será el logro. En vez de hacer las cosas precipitadamente y rápido, mejor de esta manera. Evitaremos fallos. –
Vio como la enorme bestia entrecerraba los ojos, contemplándole como si pudiera leerle la mente. Pensó por un momento que sería capaz de ello, porque le notaba desconfiado y alerta ante cualquier mentira.
–Si fallas–le apuntó con el dedo–, pagarás caro el haberme hecho perder el tiempo. –
Tarble asintió, responsabilizándose de cualquier problema que pudiera conllevar. Cold soltó un gruñido fuerte y ronco, mientras se acomodaba mejor en su trono.
–Llévate a esa niña al planeta Riolhase. Tienes suerte de que ahora sea aliado nuestro–Tarble fingió sorpresa, pues hasta que no se documentó no era conocedor del trato de Cooler con el que gobernaba aquel planeta, así que debía recrear una expresión que convenciese a Cold que esa información era nueva para él–. Retírate. –
Tarble reverenció y se dio la vuelta. Con una sonrisa en sus labios abandonó la sala del trono para ir a buscar a la pequeña. Ahora pensaba poner todo en marcha.
Bulma sacó de la pequeña bolsa marrón una galleta amarilla, la llevó a su boca y le dio un mordisco. Estaba en su habitación, sentada sobre su cama mientras leía un libro que había encontrado en el laboratorio. Era una biografía sobre la vida de Freezer, donde hablaban de él como si fuera una especie de Dios. Sonrió irónicamente cuando en algunos párrafos le daban las gracias por haber salvado la vida de planetas que estaban perdidos en el universo, cuando la realidad era que los mantenía para poder explotar todas sus riquezas.
Escuchó unos golpes en la puerta, se giró y vio aparecer la cabeza de Aloy. Tenía una sonrisa en el rostro. Bulma le hizo un leve movimiento con la mano para que entrase y ella obedeció. Cerró la puerta detrás suya y se acercó hacia la humana, sentándose sobre su cama y quedando justo delante de ella. La científica bajó la mirada hacia el cuello de la joven, sonrió al ver el collar que le dio a Trunks.
–Bonito–señaló Bulma, la chica bajó la mirada, acarició la piedra y suspiró–. No te voy a preguntar quién fue el que te lo regaló, porque me lo intuyo. –
–Sobre todo cuando le ayudaste–la chica miró a Bulma, que le guiñó un ojo como respuesta–. ¿Qué tal te fue anoche? –
–Reunión de chicas–apuntó animada la peliazul. Agarró la bolsa de galletas y se la extendió a Aloy, que amablemente las negó–. Ese tipo… Ese Vegeta es peculiar. –
–¿Peculiar? –Bulma asintió, agarrando una galleta y comiéndosela.
–Parece un hombre solitario, de esos que no quieren que te acerques a él–dejó la bolsa encima de la cama y siguió hablando–, pero conmigo se comporta como si me conociera lo suficiente para confiarme cosas que ni a su propio hijo le diría. –
–Tal vez es porque le gustas–la científica se encogió de hombros.
–¿No es curioso? –Aloy contemplaba con atención a la humana, que tenía una sonrisa que parecía imborrable–. ¿Por qué está tan empeñado en conquistarme? Es un hombre atractivo, podría tener a la que quisiera. –
–Está interesado en ti–se encogió de hombros a la muchacha–. ¿Es eso extraño? –
–Los soldados aquí cuando quieren algo y no es correspondido lo toman a la fuerza–el estómago se le revolvió al recordar a Turles y su brutalidad–. No es cuestión de un hombre, sino que parecen salidos todos de la misma fábrica. –
–Menos Vegeta–apuntó Aloy a lo que Bulma asintió.
–En vez de agarrarme como una bestia resentida por haberle rechazado en su momento ha tomado la decisión de conquistarme, pero sin ser agobiante–Bulma miró a los ojos juveniles de la chica que asentía, entendiendo lo que quería decir–. No quiero arrepentirme, Aloy. Hay algo excitante en todo esto, pero tengo miedo de dejarme llevar porque no le conozco lo suficiente. –
–Te habló sobre su familia y por lo que has visto, y has dicho ahora, no es un hombre peligroso–Bulma suspiró pesadamente mientras Aloy intentaba hacer de celestina–. Sé lo que dices, pero pienso que te frena más el hecho de que tú no te acuerdas de nada de tu vida. –
Bulma se colocó con la espalda pegada a la pared y, a la vez, apoyó su cabeza contra el muro. Cerró los ojos, tragó saliva y se dejó llevar. No había querido pensar en eso, pero era cierto. Ella aún se preguntaba si había alguien extrañándola, pensó en Vegeta y su familia y sintió envidia. ¿No tenía ella una pareja o un simple amante? ¿No tendría algún hijo o una hija?
"Tiene los mismos ojos que su madre". Bulma podía escuchar la voz de una mujer en su cabeza.
Era una sala blanca con mucha luz, ella estaba sobre una camilla, sudando mientras miraba a la mujer de largas orejas que cargaba un bebé entre sus brazos. Podía escuchar el llanto de aquella pequeña criatura.
"El color del cabello es azul". Siguió diciendo la mujer.
Se acercó a ella y le mostró a la niña. La agarró en brazos y la miró. Dejó de llorar, tenía los ojos grandes y azules, como el mechón de cabello.
Abrió los ojos de golpe, se echó hacia delante al sentir una dolorosa punzada en el pecho que le dificultaba respirar. Aloy contempló a Bulma preocupada, tocando su espalda para calmarla. La fatiga estaba invadiéndola, hasta nublar su campo visual y sentir una oleada gélida que se adueñaba de su cuerpo.
–¿Qué te ocurre, Bulma? –Aloy recordó la escena que vivió cuando la humana empezó a tener pequeños recuerdos.
–Había una niña–dijo Bulma desviando la mirada a Aloy, pero solo la veía de manera borrosa. La joven podía notar la angustia en sus ojos y un dolor latente en su rostro. Vio como se llevaba la mano a la altura del corazón–. ¿Entiendes? –
–¿El qué? –Aloy esperaba que fuera clara, que dijera lo que ya estaba imaginando.
–Tengo una hija–la ansiedad se apoderó de la científica.
Aloy se levantó de la cama para acomodar a Bulma sobre el colchón, dejándola tumbada boca arriba. Su rostro brillaba por el sudor, sus ojos parecían perdidos, sus labios temblaban, así como tu su cuerpo. No sabía que más hacer. Pensó en salir corriendo y hablar con Trunks, pero lo descartó. Bulma necesitaba compañía. Se sentó a su lado y la agarró de la mano con fuerza, sintió un leve apretón por parte de la humana, como si así pudiera reconfortarse.
–¿Cómo se llama? –preguntó Aloy, esperando escuchar el nombre de la hermana de Trunks.
Bulma no respondió. El silencio no habitaba con ellas a causa de su agitada respiración. Cerró de nuevo los ojos, rememorando lo que acababa de ocurrir. Ella con una niña preciosa en brazos que se parecía mucho a su progenitora. No fue capaz de recordar algo más de lo que ocurrió después.
–No lo sé–contestó al final la humana.
Bra paseaba en soledad por los pasillos mientras Tarble estaba reunido con Cold. Veía a soldados pasar a su lado, la miraban de arriba abajo y la despreciaban con tan solo una mueca. Ella no hacía caso, pero se sorprendía de que no la hiciesen nada. Estaba alerta y asustada, porque aquellos hombres tenían una apariencia que aterraba a cualquiera, excepto a su padre y su hermano, pensaba en ocasiones.
Sus ojos azules contemplaron el letrero de una de las salas. Era el laboratorio de la base. No pudo evitar recordar a su madre y eso hizo que aquel sueño que tuvo volviera dolorosamente a su mente. Sintió un fuerte escalofrío y se vio tentada a salir corriendo, pero no lo hizo. Recordaba a su padre decir que ellos eran una raza poderosa que no tenían miedo a nada, y Bra pertenecía a ese linaje. Alzó la cabeza con orgullo y, sin dudar, entró en el laboratorio.
Observó el interior de la sala. Había muchos ordenadores, máquinas y proyectos, pero no encontró a nadie que trabajase allí. Anduvo por el lugar contemplando detenidamente cada cosa. Bra podía ser hija de un guerrero, pero su madre era científica y se decía a si misma que ella también lo podría ser de mayor. Ella sería una mujer fuerte e inteligente, así como su hermano era poderoso y con altos conocimientos en ciencia y tecnología.
El sensible oído saiyajin hizo que Bra escuchase unas voces al fondo de la sala. Con cuidado se acercó hacia una pequeña puerta metálica que estaba entreabierta. Su mirada curiosa se topó con un par de científicos que estaban alrededor de un tubo, del cual emanaba una fuerte e intensa luz brillante. Abrió la boca al ver a un ser parecido a Cold, pero con el cuerpo partido por la mitad, al igual que su cabeza. Su ojo estaba cerrado y sabía que estaba vivo por las burbujas que escapaban de la máscara de oxígeno que tenía colocada en su boca y nariz.
–Impresionante ¿verdad? –Bra se sobresaltó al escuchar una potente voz. Se dio la vuelta y contempló al enorme monstruo que la observaba con los brazos cruzados y la sonrisa triunfante–. Cuando lo encontraron unos soldados pensaban que estaba muerto, pero sorprendentemente aún sigue con vida. Ese tanque ha ayudado durante muchos años. –
Bra no entendía lo que decía, pero tampoco hacía mucho caso. Estaba en estado de pánico, no sabía como reaccionar.
–Ese de ahí es mi hijo, Freezer–sus ojitos azules se abrieron más si podía. Sabía quien era porque la historia de como su padre le mató era algo que todo el mundo conocía en Akrog–. Tu amado padre no le mató, le hirió de gravedad. –
–Eres malo–fue lo único que dijo la niña.
–Ni te imaginas cuanto–la risa de Cold terminó de asustar por completo a la niña.
Bra salió corriendo despavorida hacia su habitación, esperando no volver a ver a ese monstruo. Su corazón latía y todo su interior ardía. A tal punto ya estaba llorando, asustada y pidiendo mentalmente que apareciera su padre aunque fuera solo para darle un abrazo, con eso se conformaba para estar tranquila.
Bulma se perdía en la oscuridad de los ojos negros del Príncipe. La noche había caído, ella volvió a su habitación y él sonrió orgulloso por ello. No se dijeron nada cuando ella atravesó la puerta de su dormitorio. Podía notar cierta angustia en su mirada azul, y lo entendía porque ya sabía lo que ocurría. Aloy habló con Trunks, y éste le informó sobre lo ocurrido. La humana, su querida humana, había recordado el día que Bra llegó a su vida.
Realmente pensó que no la vería. Creyó que se encerraría en su habitación y se mortificaría con la idea de recordar más y no poder hacerlo. Maldijo a Cooler, deseó buscarle y matarle, pero Bra era demasiado importante y no podía exponerla a la ira de aquellas bestias.
–Volviste–finalmente decidió romper el silencio. Podía sentir el miedo que la invadía y pensó mucho en todo lo que le rondó por la cabeza. Tal vez aquel temor la apartase de él y no lo quería.
–Y no sé ni porqué–dijo con sinceridad–. Ahora sé que había alguien más en mi vida. Una niña de la que no sé nada. –
–¿Has venido a hablarme de ella? –Bulma negó.
–Aunque quisiera no puedo, porque no sé nada de ella–Bulma dio un paso hacia delante, acortando un poco más el espacio entre ella y el saiyajin–. Pero me he replanteado cosas y no paro de hacerme preguntas que no sé si en algún momento podré contestar. –
–Mujer…–ella negó con la cabeza, interrumpiendo al hombre.
–No sé si mi hija está viva o muerta–tragó saliva, haciendo que doliera–. Ni siquiera sé si el hombre con quien la tuve está vivo, muerto, me quiere o se fue con otra. No sé nada. –
Aquello dolió en el pecho. Vegeta dio un paso hacia delante y por una vez se vio vencido. Notaba el dolor en ella y no quería que siguiera. No hizo caso a la razón y decidió darle las respuestas que buscaba. Abrió la boca con la intención de hablar.
–Pero…–Vegeta se vio silenciado por ella–hubo un momento en el que cerré los ojos, esperando por una respuesta certera, y no la tuve–ella emitió una sonrisa teñida de tristeza–. Porque te vi a ti en mis pensamientos, haciendo que mis preguntas se esfumasen. –
–¿Qué quieres decir? –Bulma se aproximó a él, hasta quedar a un paso de distancia. Vegeta bajó la mirada a sus labios que humedeció con su lengua.
–Algo me dice que tú tienes las respuestas, Vegeta–internamente él sonrió. Ella dio el paso que cortaba la distancia, haciendo que el espacio fuera muy escaso entre ambos. Sus ojos se contemplaban, sus manos se rozaban disimuladamente y sus cuerpos reaccionaban a una calidez nacida de una tensión que incomodaba–. Yo exijo que me las des. –
Bulma colocó sus manos sobre sus hombros, se inclinó hacia delante, cerró los ojos y aproximó sus labios a los de él. Fue cuestión de un segundo que Vegeta se diera cuenta de que ella le estaba besando. Lo hacía con suavidad y delicadeza. Él fue rápido, la tomó de la cintura y la apegó a su cuerpo, profundizando así el beso que tanto había anhelado.
El escalofrío que la recorrió le era familiar, sus labios los sintió conocidos y sus manos, que la acariciaban con suavidad, eran como si la hubieran tocado toda la vida. Por mucho que cerrase los ojos, por mucho que incrementara el beso, no fue capaz de reconocer de dónde venían todas esas sensaciones, hasta que finalmente no pensó, solo se dejó llevar.
¡Hasta aquí el capítulo 8! Espero que os haya gustado y bueno, ya habéis visto que hay varias cosas, pero que habrá más por llegar.
¡Gracias por haber leído y haber dejado review! Seguid haciéndolo y no os desconectéis ;)