Capítulo 7:
Línea de meta
¿Cuándo se va a cansar de hacer el ridículo?
Draco lleva media hora despierto, intentando responder esa pregunta. Su mirada está fija en las cortinas rojas con ribetes dorados, nota su garganta seca, su cabeza palpita dolorosamente, su boca sabe a estiércol de dragón y siente que no va a poder ingerir nada sólido en al menos dos días. Se da cuenta entonces de que lleva puesta una camiseta azul con un dibujo en el pecho. Se remueve ligeramente, alegrándose de notar que también lleva pantalones, y avergonzándose porque seguramente Harry debe haberle cambiado de ropa.
Ojalá le hubiera dado un coma etílico, pero su suerte no es tan generosa.
—¿Vas a fingir estar dormido durante mucho más tiempo? Lo digo porque si estás pensando en huir de la habitación, te va a ser difícil.
Suspira, cerrando los ojos. Cuando se da la vuelta, siente un ligero mareo que hace que su estómago se estremezca.
—En realidad estaba pensando en la posibilidad de salir de Inglaterra sin levantar sospechas.
Harry resopla una risa, le mira con ojos divertidos y preocupados. Su cabello es un desastre, pero su rostro parece despejado, sin signos de malestar alguno. Draco le envidia.
—Creo que te vendrá bien esto —levanta la mano para enseñarle un vial con una poción que reconoce a la perfección—. Te ves más pálido de lo habitual, y ya es decir.
Ignora el último comentario, demasiado concentrado en tragar la poción para la resaca que le despeja la cabeza, le asienta el estómago y le deja un sabor a menta fresca en la boca. Sin duda una de las mejores pociones existentes.
—Gracias —dice, devolviéndole el vial vacío para que lo deje en la mesita de al lado—. Y... lo siento.
—¿Por qué?
Sus mejillas se sonrojan, y mantiene la mirada fija en las cortinas rojas de la cama. De repente es consciente de que está tumbado junto a Harry Potter y que todo en la habitación es extrañamente silencioso. Se pregunta si hay algún hechizo para insonorizar su alrededor.
—Por todo.
—Bueno... fue algo para recordar, sin duda —rueda los ojos cuando el moreno vuelve a reír. Una parte de él se siente mortificado y con unas ganas tremendas de salir huyendo y no volver jamás, pero hay otra parte que se siente terriblemente emocionado de estar ahí, compartiendo espacio con Harry, tan cerca de él que puede percibir su calor corporal—. ¿También te arrepientes de lo que dijiste?
—¿Lo que dije?
Potter se relame lo labios, hay un pequeño destello de incertidumbre en su rostro, junto con una ligera decepción. Al final termina negando con la cabeza.
—Nada, da igual.
Le ve hacer ademán de levantarse, lo que le hace sentarse rápidamente para cogerle el brazo.
—Espera —dice. No sabe porqué, pero todo esto le parece importante—. ¿Qué fue lo que dije?
Hay un silencio extrañamente denso. Draco aparta lentamente su mano del brazo de Harry, notando como su corazón empieza a acelerarse. Intenta recordar algo, pero su mente no parece haber registrado nada después de su bochornosa escena.
—Que me querías.
Quiere reír. Quiere huir, no solo del país, sino también del continente. Quiere lanzarle un obliviate a Potter y, a poder ser, a sí mismo también. Quiere que alguien lo mate, de hecho está dispuesto a revivir a Voldemort si con eso se asegura un puesto en primera fila para el Velo de la Muerte.
No hace nada de eso, y Potter parece peligrosamente serio. Esta no es la conversación que esperaba tener esa mañana.
—¿De verdad? —se le ocurre preguntar. Casi desea pegarse a sí mismo.
—Sí. ¿Lo dijiste en serio o...?
La pregunta queda en el aire, sin terminar. La lengua de Draco pica por responder que no, que estaba borracho, que no debería haberle dado importancia, que ni si quiera era consciente de lo que decía, porque en realidad, esa es la verdad: no sabía lo que decía.
—No lo sé —es lo que responde.
La valentía no es su fuerte, y le aterra afirmar o negar en cualquier caso.
—Tal vez podríamos averiguarlo.
Para su suerte, Harry tiene valentía por los dos porque acto seguido se acerca hasta a él y junta sus labios en un beso suave. Draco siente la cálida presión en su boca, el peso a su lado, la calidez que emana su cuerpo, el olor a menta por la poción contra la resaca y el tacto húmedo de la lengua de Harry por su labio inferior. Abre la boca y apenas puede soltar un ligero suspiro cuando el beso se profundiza haciendo que su cuerpo se tense como la cuerda de un piano. No puede evitar gemir cuando el piercing del moreno se frota con su propia lengua.
—¿Todavía no lo sabes?
Su mente tarda un par de segundos en saber a que se refiere. Los dientes de Harry mordiendo el lóbulo de su oreja le distraen demasiado.
—No, no lo tengo muy claro —murmura.
—Creo que voy a tener que esforzarme un poco más.
No le da tiempo a responder, porque Harry le agarra de la cintura y tira de él hasta que le tiene aprisionado contra el colchón. Esta vez el beso es mucho más vehemente que el anterior. A Draco le cuesta respirar, así que agradece silenciosamente que Harry haya decidido repartir mordiscos, besos y lametones por su mandíbula, su cuello y su clavícula izquierda. Sabe que su piel va a estar enrojecida mañana, y por una vez no le importa.
—Harry —suspira cuando nota como las manos del otro se cuelga por debajo de su camiseta para acariciar su estómago.
—Levanta los brazos.
Obedece como si estuviera funcionando bajo una Imperius, dejando que el moreno le quite la ropa, para luego hacer lo mismo con su propia prenda.
Ha soñado con esto tantas veces que ni si quiera puede creerse que esté ahí, con el maravilloso cuerpo de Harry a una distancia de apenas unos pocos centímetros.
Levanta las manos antes de poder arrepentirse, y las coloca a en el pecho del otro. Puede sentir el vello bajo sus yemas, el calor que irradia la piel y la suavidad de esta. Es mucho más delgado de lo que aparenta y sus músculos se marcan más de lo que creía.
—Creo que debo darle la razón al inútil de McLaggen —la voz de Harry le hace alzar la mirada hacia sus ojos, que lo miran con un anhelo que le hace volver a temblar— porque sin duda eres un jodido sueño húmedo.
Intenta reír, pero el sonido que sale de su garganta es más un jadeo ahogado y nervioso.
—Solo a ti se te ocurre hablar de McLaggen.
Potter sonríe antes de inclinarse para besarle mientras le acaricia ávidamente. Su snitch revolotea sobre su pectoral derecho, y cuando el moreno va a acariciarla, esta sale disputada hacia su espalda.
—A veces se escapa —se excusa.
—La atraparé —promete, y no puede llevar la contrario porque es Harry Potter y él siempre consigue la snitch de Draco.
Harry se toma su tiempo, explora su piel, sus marcas, sus cicatrices, palpa las zonas tersas y pálidas de su cuerpo hasta que las torna rojizas. Draco se relaja, se permite abrazar, tocar y besar todo lo que el moreno le permita —no parece que vaya a ponerle un límite pronto—, y para el momento en el que Harry le está abriendo, Draco puede sentir el deseo arremolinado en su columna vertebral, así que se arquea, jadeando mientras busca aire entre sus labios hinchados.
—¿Me quieres?
Abre los ojos solo para mirar a Harry esparcir besos sobre su ingle, con tres dedos bombeando en su entrada.
—Por favor —pide con los ojos cerrados y la garganta seca—. Te necesito.
—Eso no responde a mi pregunta.
—Joder —exclama cuando la lengua del moreno recorre su eje. Puede sentir la bolita plateada de su lengua presionando contra su carne, haciéndole gemir con necesidad.
No va a aguantar, lo sabe cuando los dedos cepillan su próstata mientras Harry le engulle con afán hasta que su pene está enterrado en su garganta y, joder, ese maldito piercing le va a llevar al infiero.
—No puedo —solloza. Las lágrimas han empezado a acumularse en el borde de sus ojos—. Por favor, Harry.
El aludido gruñe, luego le libera de su boca y sus dedos y se inclina sobre él.
—Dime si es demasiado o...
—No estoy para tus tonterías de Gryffindor ahora mismo —espeta ahogadamente.
Con algo osadía, baja su mano hacia la erección de Harry envolviéndola firmemente, haciendo que jadease con fuerza. El orgullo se revuelve dentro de él cuando ve el rostro del moreno lleno de placer y la manera que tiene de morderse el labio inferior para no emitir ningún sonido.
—Bien —exhala, echándose hacia atrás para que el rubio deje de tocarle—, tú ganas.
Respira profundamente cuando nota la presión en su entrada y como sus músculos van cediendo y adaptándose. La sensación es extraña, y le cuesta un tiempo acostumbrarse, pero la idea de que Harry está dentro de él, llenándole, es más que suficiente para casi llevarlo al borde.
—¿Todavía no estás seguro?
—¿Qué? —pregunta confundido, con la mente demasiado espesa porque el moreno a empezado a moverse y Draco puede jurar que está viendo estrellas bajo sus párpados.
—¿Me quieres?
Su corazón late acelerado, su cuerpo está tenso y siente que su orgasmo está empezando a crecer lentamente, quemándole.
—Sí —gime. Tiene que aferrarse a los hombros del otro cuando los movimientos se vuelve bruscos y acelerados—. Sí, te amo.
Harry jadea, envuelve su erección y la acaricia al ritmo de las rápidas embestidas.
—Draco.
El rubio lloriquea, aprieta sus piernas alrededor de la cintura de Potter y echa su cabeza hacia atrás en medio del éxtasis cuando su orgasmo estalla y hace que todos su nervios se quiebren. Cuando su mente vuelve a la claridad, nota a Harry estremecerse antes de enterrarse profundamente en él y gemir roncamente. Se derrumba encima de él después de eso, y Draco aprovecha para acariciarle perezosamente la espalda.
—Deberías dejarte crecer el pelo —comenta, enterrando sus dedos en su cuero cabelludo. Puede sentir a Potter vibrar—, me gustaba cuando estaba largo.
—Lo tendré en cuenta —responde con la cara enterrada en su cuello, para luego alzar la cabeza y mirarle con atención. Por un momento, se siente expuesto bajo sus ojos verdes, pero luego Harry sonríe con cariño, y todas sus preocupaciones parecen desvanecerse—. Y yo también te amo.
Ríe, porque no sabe qué otra cosa hacer aparte de reír y sonrojarse. Pansy estaría toda la vida burlándose de él si lo viera ser tan Hufflepuff.
—¿Nos veremos en vacaciones? —pregunta Potter, tumbándose a su lado— Podríamos ir a cenar a algún lado.
Draco arquea una ceja y le mira divertido durante un instante.
—Sabes que todo eso de las citas se hace antes de hacer esto, ¿verdad?
El moreno se encoge de hombros con una sonrisa contenta y despreocupada en el rostro.
—Alguna carreras empiezan por la línea de meta.
No tiene nada que objetar a eso.
Fin.
Se acabóóóó.
Creo que voy mejorando, porque cada vez me da menos nostalgia terminar un fic jaja
Espero que os haya gustado. Muchas gracias a tod s por el apoyo, los comentarios, el cariño, por recibirme siempre tan bien y gracias a aquell s que me han leído por primera ve que me leen historia tras historia.
¡Os quiero!