Nota: Tengo pendiente muchas historias, sepan que sí lo recuerdo, ¡pero me venció la idea de hacer esto y pues acá lo tienen! Un three-shot dramático, conflictivo y algo desesperante. Cada uno tendrá un punto de vista diferente, así entenderán porqué la reacción de los protagonistas. Es la segunda vez que narro como primera persona, espero sus críticas.

.

Decisiones Pasadas

Por Shoseiki

Capítulo 1: Reencuentro inesperado

.

Durante la mayor parte de mi vida, o en la adolescencia para ser exacto, creí que si cortabas comunicación con alguien muy cercano a ti; una persona indispensable, te derrumbarías al nivel de necesitar consejo o ayuda de terceros, cómo le ocurriría a un ser común y corriente. Pero yo, Naruto Namikaze, aprendí (de la peor forma) que no todos somos iguales, que cada quién refleja o demuestra sus emociones de manera distinta, lo cuál en ocasiones puede provocar desenlaces inesperados, tristes, o inclusive hasta traumáticos.

Bueno, lo cierto es que el mío fue peor. A mí dicha separación me dejó, literalmente, hundido en la derrota. Y necesité no sólo marcar espacio entre ambos, sino también alejarme de todo lo que me la recordara, a ella, el gran amor de mi vida. El único capaz de hacerme sentir vivo, pleno, feliz. Ella fue la mujer que me empujó hasta las nubes, conduciéndome al paraiso que era para mí su amor, al igual que, meses después, decidió tirarme al suelo con la intención de que pisara bien la tierra, o en este caso que viese la realidad. Esa chica, de la que estaba enamorado, me amaba a mí... y a otro. ¿Cómo podía ser posible eso? ¡Se supone que cuándo amas a alguien no tienes ojos para alguien más! O quizás yo era el que pensaba mal, no sé. De lo que sí estoy convencido, es que obré bien al distanciarme de ella y de lo que estuviese relacionado con su persona. Por eso lo hice, por eso me mudé de España a Nueva York, más que dispuesto a olvidarla.

Pues me equivoqué.

No pude lograrlo del todo, ¡y menos ahora que ha aparecido! ¿Por qué demonios me pasa esto, justo en el momento que he tomado la decisión de iniciar una nueva relación con una mujer maravillosa, que no ha hecho más que apoyarme y ofrecerme su cariño? Lo desconozco, y mi intención no es ponerme a analizar cosas de la vida que sobrepasan mi entendimiento. Para mí lo importante es ser fiel y devolver el mismo respeto a mi novia, que está allá afuera en su fiesta de cumpleaños, a unos escasos metros de dónde me encuentro con su mejor amiga, casi hermana, y quién no ha resultado ser otra que Sakura Haruno; mi cerezo, a la cuál llamé tantas veces el amor de mi vida.

La tengo enfrente, pero soy incapaz de mirarla. ¿Qué clase de hechizo ha puesto en mí esta mujer, que si la veo me pierdo en sus ojos? La verdad no nos hemos dirigido palabra, salvo un breve saludo que emitirían un par de desconocidos a los que se les ha obligado a presentarse, aunque, sin exagerar, este silencio es casi decirnos todo.

No puedo con esto.

Oigo su respiración, serena y lenta, detenerse de golpe cuándo separo mis labios para disparar la primera pregunta. Una de tantas que inundan mi cabeza, y que pone fin al mutismo mantenido durante cinco largos años. Qué lento pasa el tiempo.

- ¿Por qué? -pronuncio, sin saber a qué me refiero. Puede que sea un cuestionamiento sobre su amistad con Ino, mi actual novia ¿O quizás un reclamo? ¡Maldición! No me entiendo ni a mi mismo. Su presencia, aquí, a tan sólo pocos pasos de mí, consigue confundirme y hacerme sentir que me voy a volver loco.

Siempre ha sido ella la razón de mi cordura, y también de mi locura.

Sus ojos sobre mi rostro pesan, por lo que escojo mirar al techo antes que a esos enormes y penetrantes orbes color jade, causantes de este nerviosismo que ahora habita en cada poro de mi cuerpo. El aroma que emana, y que viaja por mis fosas nasales al respirar, no ayuda a tranquilizarme.

- ¿Por qué? -repite, con esa voz tan suya y melodiosa. Mi corazón se agita al oír su tono más bajo de lo normal, así que tomo por fin la valentía de verla a los ojos, y lo que hallo me deja mudo. Ella... está llorando. Pero ¿por qué motivo lo haría? ¿Acaso en este reencuentro, no he sido yo el único afectado? ¿Será capaz Sakura de sentir el mismo dolor que siento? Deseo preguntárselo, sólo que ella se me adelanta al hablar-. Naruto, tú ya sabes porqué.

- No, no lo sé.

Sakura se acerca un poco, mis latidos aumentan.

- ¿De verdad no lo sabes? -me interroga, permitiendo que las lágrimas le mojen las mejillas sonrosadas. Mis manos pican por borrarlas, mis labios por besar cada una de ellas, pero aún así me detengo. Lo que me queda de amor por Sakura no puede ser más fuerte que yo, no voy a flaquear, ¿cierto?

Debo mantenerme fuerte por mí y por Ino.

Debo... saber manejarlo sin perder en el intento.

- De lo único que estoy consciente, es que Ino es mi novia, ya lo demás no importa.

La veo fruncir el ceño, mirándome con reproche.

- Estás mintiendo. -me espeta.

- No.

- ¡Por supuesto que lo haces! -exclama, al parecer indignada por no escuchar lo que deseaba. Esta situación también me exaspera y enoja, ¿cómo es que Ino nunca me habló de ella en todo el tiempo que llevamos juntos? Si es su mejor amiga, ¿no debió mencionármela en algún instante? ¿Qué papel juega Ino en este enredo? Tantas preguntas me empiezan a provocar dolor de cabeza, y Sakura contribuye a ello con su mera presencia.

- No comprendo nada, ¡ni siquiera sé qué haces aquí! -respondo, llevando mis manos al cabello, tiro y no me importa despeinarme. Sólo quiero salir de este lugar. Necesito aire, porque lo de mi alrededor me intoxíca, me asfixia. Sakura suaviza su expresión, para luego verme entre llorosa y triste, sin contestar a mi grito. Esos ojos, verdes como la hierba fresca, se encuentran aguados y fijos en mí, casi rogando que haga o diga cualquier cosa con tal de calmarla. ¿Cómo hacerlo si estoy igual? Nunca premedité esto, nunca imaginé volverla a ver-. Tú... no debiste venir.

- De no haberlo hecho, jamás te vería de nuevo.

- ...

- ¿Dónde estuviste estos años?

Detecto curiosidad en su timbre, algo que me sorprende. ¿No sabía ella de mi relación con Ino, entonces? ¿Por qué pregunta cosas que sabe de sobra? La causante de mi partida fue ella, y sólo ella.

- Quise marcar distancia...

- Entre nosotros, ¿verdad? -me interrumpe, volviendo a llorar mientras agrega:-. ¿Tanto daño te hice que preferiste huir de España a verme de nuevo? -No contesto, cosa que la enfurece-. ¡Respóndeme, por Dios!

- ¡SI! -exploto, llevado por el dolor y ese maldito amor que me vence. Muevo los brazos, señalo mi pecho-. Escapé, ¿sabes por qué? Porque los veía a ti y a él en todas partes, en mis sueños, mis pesadillas, en mi mente, y no lo soporté. No soporté imaginarte junto a Sasuke, ¡no de la manera en que te tuve yo! ¿Y sabes qué es lo peor? -sonrío, triste y con los ojos vidriados, ante la mujer que amé desde el primer momento en que la vi, mirándola taparse la boca para ahogar un sollozo y llorar todavía más-. Te amé tanto... que fui incapaz de apartarte de él. No pude hacerte eso, no conseguí ser lo suficientemente egoísta para quedarme a luchar por ti sabiendo que lo amabas. Creo que me bastaba verte sonreír para ser feliz, pero a la larga me destruía, me mataba... porque ya esas sonrisas no eran para mí -El sentimiento me llena demasiado, de tal manera que sacudo la cabeza y cierro los orbes, y una lágrima me traiciona al final. Pongo una mano sobre mi pecho, allí dónde el corazón no ha parado de latir como un puto tambor, apretando fuerte sin tomar en cuenta que la ropa se arrugará-. Te amé tanto que aún me duele.

Luego, el silencio. Sólo se oyen los sollozos amortiguados por su palma, mi respiración acelerada por el esfuerzo que he hecho al decir esas verdades escondidas por tanto tiempo, y el ruido de la música a lo lejos. Cierto, lo había olvidado. La gente está celebrando el cumpleaños de Ino, razón que justifica el que ella no note mi ausencia y la de Sakura, puesto que al ser la anfitriona no le queda chance de atender a todos, salvo a familiares y amigos cercanos. ¿Se habrá dado cuenta de dónde ando? Ino es muy inteligente, y sabe captar las emociones de las personas que la rodean. No me sorprendería que me estuviese buscando ya.

Abro los ojos y miro a la mujer que está deshecha frente a mí. Aunque me duela verla en ese estado, mi lugar no es junto a ella. No. Ese puesto se lo ha ganado otra persona, y es mi deber acompañarla. Mi desgastado vínculo con Sakura acaba aquí, ahora. Entre nosotros ya no hay más qué hablar.

- Perdóname por todo lo malo que te he hecho pasar, Sakura -pido más calmado y dejando caer los brazos a mis costados, entonces ella parece salir de su estado depresivo, porque la veo levantar la mirada hacia mí y ponerse en alerta, advertida de mi ansias por huir ya de aquí. Jamás creí que me conociera tanto-. Cuándo termine la fiesta hablaré con Ino y le explicaré todo. No la engañaré ocultándole nuestro pasado.

- ¿La quieres? -pregunta, su voz suena nasal debido al llanto.

- Sí. la quiero.

Por la mueca de su rostro y su mirada, tengo la impresión de que mi respuesta le ha dolido, ¿o será otra equivocación mía? Sospecho que sí, hasta que la miro derramar más lágrimas. ¿He sido yo quién la ha hecho llorar? Pero, ¿por qué?

No la entiendo, y menos después de que formulara una incógnita que nunca me esperé.

- ¿La quieres como a mí?

- ¿Qué? -inquiero, confundido. Me ha dejado en shock, ¿qué pretende con esto?

- Te he preguntado -dice, más lentamente- si quieres a Ino de la forma en que me amas a mí.

Sakura traga saliva, sin apartar sus ojos de los míos. Es como si lo que yo dijera a continuación, fuera bueno o malo, le sirviera de algo. La conozco demasiado, por ello es muy fácil para mí saber cuán importante le es mi contestación, lo veo en su mirada, esos jades nunca me mienten.

- No tiene sentido que lo sepas. -susurro, intentando sonreírle. No funciona. Nunca le he sabido mentir, a ella no.

- Para mí sí lo tiene, así que dime sin evasivas, ¿sientes por Ino lo mismo que aún te provoco yo?

Luce decidida, y no es su postura determinada lo que me asombra. Oh, no. Se trata de la manera en que asegura la existencia de mi amor por ella. ¿En qué se basa para creer que todavía la amo? Cualquier hombre la odiría tras lo sucedido. Pero el punto no es ése, sino que Sakura me conoce desde niños y sabe identificar mis gestos, a pesar de que es complicado creerlo así. Me resulta difícil pensar que delante suyo, yo sea vulnerable y transparente, tan... legible.

Decido hablarle con la mayor seriedad posible, quizás eso sí funcione.

- No continuaré con esta conversación -declaro, moviéndome hacia la puerta. Sakura sigue intacta, sin signos de intentar pararme, lo cuál me alivia y hace que agradezca en silencio la culminación de esta intensa charla. No deseo que entremos en detalles sobre un pasado que a ambos nos duele, nos marca y lastima. Ella será feliz con el chico que eligió, y por mi parte... bueno, Ino es una mujer maravillosa que me ha ayudado a salir de la peor decepción amorosa que tuve. Se merece lo mejor de mí.

Me convenzo de todo aquello cuando agarro el pomo y estoy a punto de girarlo, pero un par de brazos blancos y hermosos me rodean desde atrás, y es en el momento que siento el calor de su cuerpo, perfecto y pequeño en comparación al mío, pegarse con desespero a mi espalda.

Sakura me está abrazando.

- ¡No te vayas! -chilla apretándome-. Por favor... -gimotea bajito, y casi puedo jurar que sigue llorando- quédate conmigo, por favor.

- Sakura...

- No puedo dejarte ir, no quiero. -solloza, más fuerte esta vez. Su petición me ha dejado de piedra. ¿A qué se refiere con que me quede a su lado? Ella ya es feliz con Sasuke, entonces, ¿qué papel quiere que juegue yo en su vida? Deduzco, durante unos cortos segundos, que a lo mejor desea volver a ser mi amiga como en los viejos tiempos. ¿Es acaso eso lo que Sakura pretende? ¿Que seamos amigos de nuevo? La idea de que así sea me hace arrugar la frente. No podría.

Yo no.

- No comprendo qué es lo que quieres, Sakura.

Percibo en mi espalda cómo niega con la cabeza, supongo que inundada por el llanto. En estos momentos, me odio a mí mismo. Me odio por hacerla llorar, por sentir lo que siento, por no poder ignorar su sufrimiento y por lo que haré ahora. Aprecio muchísimo a Ino, la respeto, y no creo que consolar a Sakura me califique como un hombre infiel, porque de verdad no lo soy.

Lo único que hago es, sin omitir nada en absoluto, girarme con lentitud y permirtirle seguir aferrada a mí, a diferencia de que ya no es mi espalda, sino mi torso lo que toca. Pronto Sakura hunde el rostro en mi pecho, humedeciendo la camiseta que traigo puesta desde temprano. Sus lágrimas empapan parte de la tela, y pienso: ¿es culpa mía que ella se derrumbe así? ¿Usé las palabras inadecuadas al expresar cómo me sentía? ¿Qué es lo que hice mal?

- Responde a mi pregunta -escucho que pronuncia, y de inmediato abandono mis locas ideas para prestarle atención-. ¿La amas con la misma intensidad que lo hiciste conmigo, Naruto?

Es dífícil contestar a algo como eso, en especial si no se tiene definido qué es el amor en sí. No el de hermanos, familia o amigos, sino el de pareja. Ese sentimiento que te causa emociones, sensaciones extrañas, miedo, valentía, coraje... deseos. Todos y cada uno de esos, los viví. Tuve mucha suerte, pues conozco los tipos de amor que se es capaz de sentir.

Con Sakura, por ejemplo, experimenté el más fuerte, salvaje y apasionado. El que sólo se siente una vez. Ardiente y desesperado. Un amor único, irrepetible. Y también el que más me dolió. Por eso al sol de hoy, sé que nunca, jamás, querré a otra mujer igual que a ella.

Siempre se lo dije.

Por un breve instante, enfoco la mirada en su cabello rosa y consigo olfatear retazos de lo que me parece shampoo de frutas, mezclado con su aroma natural. Sakura levanta la cara, porque le llevo una cabeza de ventaja, y me observa en silencio, con la nariz y mejillas enrojecidas por el llanto.

Es tan hermosa que por un efímero momento la creo un sueño y no una realidad.

- ¿Para qué preguntas si sabes la respuesta? -murmuro, en un tono mucho más bajo de lo que pretendía.

- Porque necesito oírlo.

Necesito, es el término que ella ha utilizado.

Necesito.

- ¿Por qué razón, Sakura?

- Para saber si vale la pena insistir. -confiesa, tan cerca de mi rostro que su aliento me cosquillea la barbilla. Huele a fresas, como de costumbre. Y es adictivo. Tentador.

- No comprendo. ¿De qué hablas?

Sakura sonríe con suavidad, sosteniéndome la vista. Ese gesto... ya lo conozco. Ésta era su manera de decirme idiota con tono meloso, no insultándome a propósito como de seguro creerán muchos. Yo empiezo a creer que lo hace por costumbre y no porque me ame. Es imposible. Sakura no me ama, ¿o sí?

- Te busqué, Naruto. De todas las formas posibles, te busqué -dice, bajando los ojos a mi boca por medio minuto-. Contacté con la policia, con nuestros amigos... y nadie sabía de ti. Me preocupé tanto...

- ¿Por qué lo hiciste? -replico con la intención de que mire de nuevo a mis ojos, y lo consigo-. El día que me marché te ibas a casar, así que ¿para qué quedarme? Yo ya no era importante en tu vida, Sasuke pronto sería tu marido y no...

- Cállate -me corta, enojada. El cambio de su tono me sorprende, por lo que pestañeo y la observo. Su cabeza está gacha, el cabello le cubre la frente y mayor parte de los ojos, impidiendo que vea su cara. A esta escasa distancia, sólo percibo la rigidez de sus hombros y un ligero temblor que proviene de su cuerpo-. Tú no puedes decir eso -gruñe llena de rabia-, ¡no puedes!, ¡¿me oyes?! -añade, elevando el rostro y paralizándome con sus ojos llorosos-. Cinco malditos años, Naruto, cinco años en los que te busqué desesperada por miedo a que no regresaras y te perdiera para siempre, ¿y todo para qué?, ¿para que ahora venga y me digas todas esas idioteces? Eres... ¡eres un idiota!

Cinco años, ¿buscándome? ¿Es eso lo que ha dicho? Demonios, ¡esto es demasiado confuso! No entiendo qué trata de explicarme, y para cuándo salgo de mi trance, ella me está arrugando la camiseta con sus puños, poseída por el dolor y la ira.

- Sakura...

- ¿Acaso no lo comprendes?

Le clavo la mirada.

- Estás casada, tu lugar es junto a Sasuke, no conmigo. -le recuerdo, calmado.

- ¡No, no es así! -grita soltando mi pecho y retrocediendo-. ¿Qué clase de persona consideras que soy, eh? ¿Una descarada, mentirosa o...?

- No he dicho nada de eso.

- Pero lo piensas, ¿no? -refunfuña ella.

Guardo silencio en espera de que se calme, mientras nos sostenemos la vista. Además, tampoco sé qué responder. Esta situación no es igual a cualquiera que haya enfrentado antes. Ni siquiera conozco la forma correcta de reaccionar frente a circunstancias como la que vivo ahora. Es... frustrante.

Me agota todo lo que sucede.

- Haber venido aquí te causará problemas con Sasuke. -le digo.

Sakura se pasa una mano por el cabello, poniendo la otra en su cadera. Parece exhausta. Yo debo lucir igual.

- ¿Podrías parar de nombrarlo? -consulta.

La miro, incrédulo.

- Es tu esposo, Sakura.

- ¡No Naruto, estás equivocado! ¡Sasuke no es mi marido! -exclama molesta.

¿Qué?

- ¿C-cómo es posible eso? -pregunto, totalmente descolocado. A estas alturas, ellos deberían tener cinco años de matrimonio, porque yo decidí marcharme el día que contraerían nupcias, si no recuerdo mal. Para ser sincero creo que jamás olvidaré todo aquello. La decepción, el dolor... mi corazón hecho añicos, serían fieles testigos de cuánto sufrí. Pero ahora lo que ella me ha dicho, casi gritado, me parece algo absurdo. ¿Qué razones tendría para no casarse? Yo mismo fui, y la vi, la miré entrar con ese vestido rosa claro, que le quedaba como guante, abrazado a esas curvas y piel que podían enloquecer a cualquier hombre con sólo observarlas, marchar directo a dónde Sasuke la esperaba, recto y serio, luciendo un traje blanco. Aquello lo presencié, por pocos minutos, oculto tras la iglesia que rebosaba de invitados. No tardé demasiado en largarme de ahí sin emitir ruido alguno. Ya había visto suficiente, mi cuerpo y mi mente no toleraban más de eso. Horas después emprendí mi viaje a Nueva York, sitio en el que vivo ahora, pero por lo que veo no sirvió nada. Sakura está aquí, y esto me hace sentir más perdido que nunca.

- Lo que acabo de decirte, es la verdad. -responde.

Yo quedo mudo, sin comprender la mayor parte de lo sucedido. Necesito entenderlo o me volveré loco.

- No pude, Naruto -agrega ella sin dejar de verme-. No pude hacernos esto.

Esa última frase, que pronunció con tanto sentimiento, provoca que no sólo mi corazón se agite de una forma dolorosa, sino también que mi mente reviva uno a uno tormentosos recuerdos. Los besos, las caricias, un sinfín de momentos íntimos, vuelan como aves alborotadas por mi cabeza. Me hacen daño. Mucho.

- ¿Por qué, Sakura? -me atrevo a cuestionar, clavando mis ojos en los suyos-. ¿Para qué buscarme y decirme esto ahora? ¿Por qué viniste a mí?

Mi voz suena dolida, un claro reflejo de cómo me siento por dentro. El hecho de que Sakura ande aquí, y me mire de esa manera, logra derribar el muro que construí frente a mi corazón. El muro que me protege de cualquier daño, excepto de ella.

¿Por qué tenía que regresar?

- ¿De verdad no lo sabes? -desvío la vista, porque aquella mirada me afecta demasiado. Con amor, así es cómo Sakura me ve. De pronto la siento caminar en mi dirección y todo se desmorona. Su perfume me envuelve, me droga. Intento resistirme a su efecto, pero Sakura sin autorización ni permiso, detiene sus pies frente a los míos, tan cerca que nuestros pechos se rozan, y me agarra la mandíbula con una mano. Cierro los ojos. Su toque es suave, y me calienta el cuerpo entero-. Naruto, mírame.

- No.

- Naruto...

- Es mentira -susurro sin verla todavía-. Todo esto tiene que ser una vil mentira. Una pesadilla, sí -añado, intentando convencerme a mí mismo-. De seguro en cualquier segundo despertaré.

Es lo que más deseo: poder abrir los ojos y encontrarme con mi cuerpo tendido en una cama, lejos de todo y de todos. Lejos de ella. Estar en un lugar donde me sea imposible reconocerla, y en el que ya no me duela tanto el corazón. Pero sé que es irreal, porque la tengo aquí, a unos malditos centímetros de distancia, tocándome como sólo Sakura Haruno, mi cerezo, sabe hacerlo.

Y duele, maldita sea. Duele como el infierno.

- Yo también quisiera que se tratara de un sueño -le escucho pronunciar, tan bajito que renuncio a mi plan de mantener los ojos cerrados. Los abro y ahí está, viéndome de cerquita, igual que cuando éramos novios y amantes. Su apariencia no ha cambiado en nada. Esta mujer sigue siendo la chica apasionada, de carácter fuerte y bellísima que me enamoró años atrás. La misma que hoy día he decidido olvidar-. Quisiera... retroceder el tiempo y no haber tomado la decisión equivocada.

Niego con suavidad, y atrapo la mano que ha pasado de sujetar mi mandíbula a mimar mi mejilla. Le sonrío sin ánimo.

- Es tarde -digo algo melancólico, ella entristece-. Para nosotros... ya es muy tarde, Sakura.

- No es cierto.

- Sakura...

Aflojo la palma para soltarle la mano, pero ella es más rápida y consigue capturar mis dedos, luego los entrelaza con los suyos. Ambos tragamos saliva, mirándonos fijamente.

- Tú me amas, yo lo sé. -me asegura.

- Antes lo hice, ya no.

- ¡Mientes! -exclama, su cuerpo tiembla por el esfuerzo.

La observo unos momentos más, sin saber qué decir. Es verdad, lo que he dicho ha sido falso, porque sería una cobardía de mi parte negarme a mí mismo la realidad. La amo. Amo a Sakura Haruno como solo se puede amar una vez en la vida; con todo mi cuerpo, mi alma y mi mente. Amo su personalidad, sus ojos, su sonrisa, su cabello liso y de color rosa, ¡su frente, joder! Toda ella, es el amor para mí.

La adoro tanto...

- Naruto. -oigo que nombra.

Salgo de mis cavilaciones y niego en un movimiento de cabeza, retrocediendo un paso. Nuestros dedos se sueltan.

- Se acabó, Sakura. Lo que teníamos ya terminó. -le repito, antes de darme la vuelta y empezar a caminar rumbo a la salida, justo hacia afuera, dónde es mi lugar. Mientras lo hago, no puedo evitar pensar que esa puerta marca un punto y final entre nosotros, que aquí finaliza mi historia de amor con ella, y comienzo otra con una persona que de verdad me ama. Los momentos juntos, las risas, toda aquella felicidad que compartimos, quedará atrás en cuánto ponga mis pies fuera de esta recámara. Borraré de mí cada una de sus huellas y memorias.

Entre los dos ya no habrá nada.

Nunca.

- ¡Por favor no te vayas! -grita desesperada-. Sé que te lastimé y que no merezco tu perdón pero... yo... de verdad lo siento. ¡Lamento haber hecho lo que hice! -dice más alto, más fuerte-. ¡Por favor!

Me detengo de golpe, por sus palabras y por lo quebrada que sonó su voz en la última frase, donde me ruega que no la deje. Es demasiado confuso todo. Su presencia, su mirada, la forma en que me suplica, hace de mi cabeza un laberinto sin salida. No sé qué hacer.

- ¡He vuelto por ti! ¿Que no te das cuenta? -continúa en voz alta.

Yo volteo la cara para contemplarla de reojo, más sigo de espaldas a ella. Quiero terminar ya esta conversación.

- De lo único que me doy cuenta, Sakura, es que no debiste regresar.

Y entonces vuelvo a mi andar, listo para cerrar este doloroso capítulo de mi vida. Todo está dicho. No hay más que hablar, o eso creo... hasta que Sakura, llorando, me echa en cara lo último que pensé oír de su boca.

- Naruto... ¡yo te amo!

¿Qué?

- ¡Te amo! -repite, y mucho antes de que mi cerebro lo procese, mi cuerpo gira en redondo, encontrándome de cara con Sakura; mi preciado tormento-. Te amo. -pronuncia por tercera vez, como si lo acabara de descubrir.