¡YAHOI! Finalmente, llegamos al final final, al último capítulo de TODOS.

Solo puedo decir que ha sido un auténtico placer para mí compartir este pequeño pedacito de mí con todos vosotros, sí, con todos, incluidos los fantasmas de ff (que sé que estáis por ahí, sí, queridos seres invisibles).

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

¡Espero que os guste!


Epílogo


El servicio de urgencias siempre era de lo peor. A pesar de los años que llevaba dedicándose a la medicina, había días, como aquel, en que lo único que le apetecía era que la jornada terminara de una vez para poder irse a su solitario apartamento para refugiarse en la soledad de su cómoda y blandita cama.

Mientras terminaba de pasar un expediente, una de las enfermeras que estaba de guardia entró sin llamar y sin ser invitada a pasar. Ella no se lo reprochó. A esas alturas de la noche, cualquier miembro del personal del hospital que estuviera trabajando estaría hasta la coronilla, con sueño, hambre y extenuado hasta el agotamiento.

―¿Qué ocurre?―preguntó, sin dejar de teclear a toda prisa en el ordenador, agradeciendo el haber aprendido a mecanografiar en su día.

―Ha entrado un chico. Al parecer tiene un corte profundo en una mano y algún que otro moretón. ―Sakura miró para la enfermera sin dejar de mover sus manos sobre el teclado del ordenador de su escritorio.

―¿No hay nadie más disponible?

―El doctor Akizuki está atendiendo un accidente de moto. La doctora Ishikawa está tratando varias lesiones menores sin importancia, pero está desbordada de pacientes. Y la doctora Kato está atendiendo un parto. Sé que usted es ginecóloga, como la doctora Kato, pero…

―Soy la única que está libre. Lo entiendo. Enseguida voy, Keiko. Gracias. ―La enfermera pareció tremendamente aliviada al oírla.

―Le haré pasar a la consulta que está libre, entonces. Iré tomándole las constantes. ―Asintió y terminó de transcribir el informe de su última paciente para luego guardar la carpeta con el expediente correspondiente en uno de los cajones.

Antes de levantarse sus ojos se detuvieron varios segundos en la foto que tenía sobre su mesa, donde un adolescente rubio de brillantes ojos verdes sonreía mientras sostenía orgulloso su diploma de instituto. A su lado, ella misma sonreía radiante a la cámara.

Los ojos se le llenaron de lágrimas pero parpadeó para impedir que estas se deslizaran por su rostro. Aquella foto era la última que tenía de él y una de las poquísimas en las que aparecían juntos. Eran muy escasas las ocasiones en las que el chico había accedido a fotografiarse con ella en las pocas visitas que había hecho a Konoha, pero eso no le importaba, porque al menos tenía en su poder algunas de las imágenes más maravillosas que una madre podía guardar de su hijo.

Suspiró mientras salía de la consulta y se dirigía por el pasillo vacío hacia el ascensor. Saludó a las pocas enfermeras que había de guardia en la planta de ginecología mientras su cabeza repasaba el protocolo para tratar a pacientes con heridas como el que tenía al que iba a ver ahora mismo.

El timbre del ascensor le anunció su llegada y tuvo que salir prácticamente de un salto al ver cómo una camilla con un paciente que parecía estar grave entraba en el ascensor antes de que ella saliera. El doctor a cargo la miró con disculpa y ella negó con la cabeza, diciéndole así que lo entendía.

Se encaminó hacia la zona donde estaban las consultas de urgencias y vio que la que tenía la puerta abierta era la consulta número siete. Entró y cerró tras de sí. La enfermera se apresuró a darle el informe mientras terminaba de aplicar la tirita sobre el brazo del chico. Seguramente le había hecho una analítica básica para corroborar que todo estuviera bien.

Lo primero que hizo fue firmar la petición para la analítica, para que la enfermera no tuviera luego problemas. Luego, metió la hoja en el sobre correspondiente y procedió a leer el informe preliminar.

Sin embargo, sus ojos se detuvieron nada más ver el nombre del paciente. Con el corazón latiéndole a mil por hora, rugiendo en sus oídos, tragó saliva y se giró, lenta, muy lentamente.

Se quedó petrificada, mientras unos ojos verdes la miraban, entre cautelosos, avergonzados y con algo de incomodidad.

―Y-yo… me he cortado―explicó él al fin atropelladamente, levantando la mano que llevaba vendada en lo que parecía un pañuelo.

Reuniendo toda la profesionalidad de la que fue capaz, dejó el informe encima de la cama con cuidado y se acercó a él con pasos medidos, temiendo que fuese a salir corriendo en cualquier momento.

―Ya veo. ¿Me dejas ver la herida?―El rubio puso algo de resistencia, pero finalmente cedió ante la delicada caricia de la mano de la médico en su mano lastimada.

Permitió que poco a poco deshiciese su tosca venda y apartara la tela ensangrentada; vio como sus ojos, tan verdes como los suyos, examinaban con ojo clínico el corte que tenía en la palma.

―No parece que haya seccionado el hueso, pero aún así vas a necesitar puntos… ―Le palpó la mano y la muñeca y él, por acto reflejo, tensionó los músculos del brazo. Con cuidado, la doctora siguió examinando la zona herida―. No hagas fuerza o te dolerá aún más-

―No me duele. No soy un llorica―soltó, bruscamente. Ella lo miró a los ojos, encontrándose con su fiera mirada verde jade. Sonrió con suavidad.

―No digo que lo seas, pero si haces fuerza, impedirás que la sangre fluya con normalidad y eso dificultará la cicatrización. ―Él vaciló unos segundos, como debatiéndose entre aceptar o no su razonamiento, pero finalmente aflojó la mano y ella asintió.

―Keiko, páseme aguja e hilo…

―Aquí tiene, doctora. ―La enfermera le acercó una bandeja con todo el material ya preparado. Luego, comprobó el ordenador que había en la consulta―. Los análisis ya están listos. Niveles de alcohol normales, nada de drogas… ¿tomas algún medicamento o eres alérgico a algo?

―No―contestó la doctora por él. Él frunció el ceño, mirándola atentamente―. No es alérgico a nada, Keiko, ni toma ningún medicamento, ¿verdad?

―No―contestó el chico al fin, tras varios minutos de silencio―. La última vez fue hace un mes, cuando me hice daño haciendo skate. Pero tan solo unos analgésicos, y mi madre me echó una de esas pomadas naturales… ―La mención de su progenitora hizo sonreír tanto al chico como a la médico.

―Siempre fue una firme defensora de la medicina natural. Podría haber sido médico o farmacéutica…

―A mamá lo que le gusta es dibujar. ¿Sabes que hace poco exhibió en la galería del tío Sai? Papá no podía estar más orgulloso de ella. ―Sonrió mientras preparaba la jeringuilla con la anestesia local. La acercó con cuidado a la mano que tenía extendida sobre una mesita con ruedas y se la clavó despacio. Inyectó la sustancia y dejó pasar unos segundos para que hiciera efecto.

―Sí, algo había oído. Seguro que tú también estás muy orgulloso de ella. ―El chico esbozó una radiante sonrisa.

―¡Ni te lo imaginas! Hizo un dibujo precioso de mí con Boruto y Hima, donde estamos haciendo el tonto. Papá sale de fondo… ―Hizo una mueca cuando vio cómo las hábiles manos de la médico hundían una aguja en la piel de la palma de su mano. No le dolió, pero le resultó extraño.

Pasaron varios minutos más en completo silencio, mientras ella se concentraba en su tarea. El rubio de ojos verdes se dedicó a contemplarla durante ese tiempo, observándola, estudiándola. Se fijó en su piel pálida y en su exótico cabello rosado, algo más largo que la última vez que la viera, el día de su graduación del instituto. También era muy delgada pero alta y esbelta. Los ojos del mismo tono verde que los suyos, y sus cejas finas y poco pobladas, ahora fruncidas en señal de concentración.

―Tienes… es decir, tengo tu mismo tono de piel―dijo, casi sin proponérselo. Se sonrojó y desvió la vista, sintiéndose ridículo. Ella no detuvo su tarea de coserle la mano, pero su labio inferior tembló ligeramente al escucharlo.

―Sí, eso parece. ―Volvió a hacerse el silencio―. Espero que no te haya supuesto un problema. Recuerdo que no paraba de quemarme cuando tenía tu edad. Me gustaba mucho ir a la playa pero también me olvidaba de aplicarme la crema para el sol cada dos por tres, así que acababa quemándome y eso me ponía de mal humor, porque no podía volver a la playa hasta que me curaba. Y así sucesivamente. Era un círculo vicioso.

―Yo nunca me he quemado―replicó él―. Mamá se encargaba siempre de echarnos toneladas y toneladas de crema porque ella también tiene la piel muy blanca, igual que Boruto. Hima es algo más morena, se parece más a papá en eso. ―Ella asintió mientras terminaba de dar los últimos puntos, indicándole así que lo escuchaba―. Tú… ¿te molesta que esté aquí?―preguntó, con algo de timidez. La doctora acabó de coserlo y cortó el hilo, haciéndole un nudo.

Dejó las tijeras y la aguja sobre la bandeja y se la tendió a la enfermera, que había esperado pacientemente a que la médico terminara. Luego, salió de la consulta, dejando a doctora y paciente a solas.

Levantó la vista y la calvó en el chico, que parecía avergonzado por haberle hecho semejante pregunta.

―No, claro que no. Jamás me molestaría por tu presencia, Shinachiku. ―Él pareció aliviado; desvió la mirada hacia la mano sana que descansaba sobre la cama de hospital, arrugando la sábana nerviosamente entre sus dedos―. Pero… ¿puedo preguntar qué te ha pasado?―Él volvió a mirarla, sopesando su petición.

―¿Prometes no contarles nada a mamá y papá?―Ella asintió.

―Técnicamente, no puedo violar la confidencialidad médico-paciente y, además, ya eres un adulto. Así que no puedo revelar información personal tuya a menos que tú lo autorices. ―Utilizó un tono profesional que consiguió que la tensión en los hombros de Shinachiku se disipase un tanto.

―Intentaron… intentaron hacerme una novatada. Yo solo me defendí. ―Sakura asintió, suspirando. Ya se había imaginado que sería algo así.

―¿Se metieron con el novato equivocado, entonces?―dijo, con una sonrisa. Él asintió, dejando que sus labios dibujaran una leve sonrisa, una sonrisa igualita a las que solía hacer su padre cuando se salía con la suya.

―Exactamente. ―Callaron durante unos segundos, sonriéndose. Luego, Shinachiku carraspeó, mirándola―. Yo… la verdad es que no he venido solo por… por esto―dijo, flexionando los dedos de su mano, que aún sentía algo entumecida por la anestesia―. Bueno, sí, pero… ―Bufó, enfadado por estarse enredando tanto―. Esperaba… esperaba que tú me atendieras y, eh… ―Se aclaró la garganta nuevamente―. Quiero, es decir… me gustaría… me gustaría quedar algún día… a tomar un café o algo… ―La miró, vacilante―. Tengo… quisiera… que me respondieras… a unas… a unas cuantas preguntas. Si tienes tiempo, digo, sé que los médicos estáis muy ocupados y eso, así que si no tienes tiempo lo entenderé…

―Me encantaría tomar un café algún día―susurró ella, intentando por todos los medios que las lágrimas no desbordaran de sus ojos.

Metió la mano en el bolsillo de la bata de hospital y le tendió una tarjeta donde aparecía su nombre, su número de teléfono y una dirección de correo electrónico.

―Ahí tienes mi número y mi mail, por si te sientes más cómodo escribiéndome. Cuando tú quieras, Shinachiku. De verdad. Cuando tú quieras. ―Él asintió, guardándose la tarjeta en el bolsillo trasero del pantalón en cuanto se levantó.

Recogió su cazadora y se volvió a mirarla una última vez.

―De todas maneras, tendré que venir a que me revisen esto y a que me quiten los puntos. Así que… ya nos veremos… Sakura ―Ella asintió, viendo cómo él al fin salía por la puerta hacia la salida del hospital.

No pudo evitar que un nudo le apretara la garganta, pero de la emoción.

Era la primera vez que su hijo la llamaba por su nombre. La primera vez que iba a verla por voluntad propia y la primera vez que la buscaba de motu proprio.

Sakura cerró los ojos y respiró hondo

Por fin, la espera había valido la pena.

Hinata había tenido razón: la paciencia había sido la clave para conseguir la oportunidad que tan largamente había esperado y anhelado.

La oportunidad de construir una relación verdadera con su hijo.

Fin Epílogo


Bueno, ahora sí: damos carpetazo a una historia más, un NaruHina más que llega a su fin en mis manos. Solo me queda agradeceros de todo corazón que hayáis llegado hasta aquí, que me hayáis apoyado y acompañado en esta aventura que comenzó a finales del verano de 2019, allá por el mes de agosto.

Así que gracias, gracias infinitas y sinceras, de verdad. Habéis sido los mejores lectores que podría desear. Al principio, cuando empecé a publicar Vínculos, no las tenía todas conmigo. No creía que fuese una historia que gustase, que captase la atención de los lectores, y me alegra enormemente haberme equivocado. Gracias, por todo, por todos los follows y los favoritos, por todos los MP recibidos y, por supuesto, por todos los reviews.

Especialmente a aquellos que habéis dejado reviews, porque vuestros comentarios han sido el oxígeno para que esta historia viera el final. Así que gracias, por confiar en que haría una buena historia, por seguirla, leerla y, sobre todo, por comentarla. Gracias infinitas y especiales a:

Guest

ANn

LuzAngie

mnavarrorest

Anu-hina

shion145

Marys

Mamen

Akime Maxwell

Dime Nahum

Citlalli Snchez

hyoma

Acceleration-sama

Son Of Time

Lilipili

Usagi Hina

Alesihr

Guest

PhoebeHDA

edtru23

Soar97

AmyRose664

Daiu Naruhina

Cristal311

1990

Hinata Hyuga -NxH

Solo Otra Mas

Guest

Myriam

menien

Guest

MarisaHearts

Guest

Guest

RobbStark-NH

Guest

Guest

Guest

hinatamyqueen

Alinita28

Lil

Janis O.x

AMBAR

Lila

ElmasPerron

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Escanor

Iron rescue

000

Guest

Paz

Regina Alba Blossom

Guest

NaruHina4ever

Amberly07

Alondra

Mini-Moony10

jane94

Blue-Azul-Acero

Palo

Guest

KawaiiSoul

Kurai Tora

Xerxes

wendisnice

eliuska20

Lavi-hime 4E

Guest

Guest

sele17

Llyl

Y, como ya he dicho antes, gracias también a los lectores fantasma. Gracias por darle una oportunidad a Vínculos, por confiar y creer en que sería una historia, sino buena, al menos entretenida; gracias por decidir pasar vuestras horas de asueto con mi fanfic; gracias por, bueno, por elegirme como alternativa de ocio xDDD.

Ay, que ya parezco un disco rayado con tanto agradecimiento, pero es que de verdad no tengo palabras para describiros cómo me he sentido por todo el cariño y el apoyo recibido por vuestra parte.

Dentro de poco empezaré a publicar alguna cosita más. Aún no sé si algo corto u otro longfic, depende de las ganas y del tiempo que tenga. Hay varias cosas en el tintero, pero aún tengo que decidirme... hum... se me acaba de ocurrir... ¿si pongo una encuesta en mi perfil, os pasaríais a votar? Pero de verdad, por favor, que no voten dos o tres, sino mínimo diez personas, sino no va a valer para nada que la ponga.

Decidme algo, porfi. En caso de no respuesta, ya me organizo como yo como vea y como pueda xDDD.

Ahora, a mis fans de InuYasha... sé que prometí hace más de un año ya subir un longfic de una temática específica y no es que no quiera escribir esa historia, sino que NO tengo tiempo. No me gusta tener más de dos historias a la vez en curso, más que nada porque me pesa después la responsabilidad de tener que actualizar y de saber que, cuánto más tiempo pasa, más difícil es que vosotros tengáis ganas de seguir la historia. Me angustio y no, no es coña. Muchos podrán decir que es una tontería y que solo yo tengo el derecho de decidir cuándo escribo y cuándo actualizo, pero eso es solo en parte.

Ya lo he dicho muchas veces: en el momento en que decides subir una historia nueva, adquieres un compromiso no solo hacia ti mismo y hacia esa historia, sino también hacia los lectores que te siguen y te leen. Me parece, desde mi punto de vista (y, OJO, es MI OPINIÓN) una falta de respeto publicar algo que después va a quedar inconcluso. Sé que a veces es imposible conjugar todos los aspectos de la vida de uno para poder escribir, para buscar inspiración y sentarse delante del ordenador, del móvil o de la tableta, que, por mucho que queramos, no siempre los astros están de nuestra parte. Sin embargo, en el minuto en que tú eres consciente de que nunca vas a terminar una historia, concho, anúncialo. Haz una nota en tu perfil o en donde sea diciendo "Mirad, chicos, lo he intentado, pero no doy/ya he perdido las ganas/la inspiración/chámalle x". Creo que es algo que se debería hacer, más que nada para no dar esperanza a esas personas que todavía confían.

Ese es mi motivo principal para no publicar nada más... de momento.

En fin, nada más, si habéis leído este mini testamento, gracias por haber llegado hasta aquí. Ahora sí, ya me voy, ya me voy.

Eso sí, no os olvidéis de pasaros a dejar vuestro review, ¿vale? Venga, va, un último esfuerzo. Porque, ya sabéis:

Un review equivale a una sonrisa.

*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a favoritos y follow y no dejar review es como manosearme la teta y salir corriendo.

Lectores sí.

Acosadores no.

Gracias.

¡Nos leemos!

Ja ne.

bruxi.