¡YAHOI! Después de mucho pensar y deliberar y darle a las neuronas... decidí finalmente comenzar a publicar un nuevo fanfic.
Por favor, leed las notas de más abajo. Ahí aclararé todas vuestras posibles dudas y preguntas xD.
Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.
Capítulo 1
Contemplaba embelesado aquel bultito diminuto que reposaba tranquilamente en sus brazos. Sus manitas convertidas en puños y su pequeño pecho subiendo y bajando. Unos lisos mechoncitos rubios asomaban bajo el gorrito azul del hospital.
Su bebé. Su hijo.
Cuando su novia le dijo que estaba embarazada su primera reacción fue asustarse como el infierno. Es decir, no tenían más que dieciocho años, no llevaban ni un año de relación y aún no se explicaba cómo leches había ocurrido. Siempre habían sido cuidadosos, usaban protección...
No habían empezado siquiera aún la universidad y había sido jodidamente difícil ocultar el estado de la chica durante los meses que restaban antes de que ambos finalizaran el instituto. Más que nada porque ella no quiso contárselo a nadie. No así él: se lo había contado a sus padres, afrontando aquel hecho como un hombre o, al menos, eso creyó en su momento.
Por supuesto, su querida y temperamental madre le había dado la paliza de su vida mientras que su tranquilo padre se limitó a suspirar. Con el tiempo, lo habían llegado a aceptar y, debía decir, que ambos se lo habían tomado mejor de lo que esperaban.
Por supuesto, había respetado el deseo de Sakura de no decírselo a nadie. Ni siquiera los padres de la chica lo sabían; ni a su mejor amiga, Ino, le había dicho palabra alguna. Se había inventado un cursillo de verano en la universidad durante el último mes de gestación del bebé para poder dar a luz en el hospital sin contratiempos.
―Uzumaki-kun. ―La voz de una de las enfermeras lo sacó de sus pensamientos―. Debemos lavar al pequeño. ―Frunció los labios con disgusto. No quería por nada del mundo soltar al cálido bebé. Se sentía tan calentito entre sus brazos… ―Uzumaki-kun. ―Dando un gran suspiro al fin se lo tendió a la enfermera. Vio con algo de enfado cómo se lo llevaba. Sacudió la cabeza y sonrió, feliz.
Salió del ala de neonatos del hospital y se dirigió a los ascensores. Marcó el tercer piso, saludando a las demás personas que había. Fue sonriendo como idiota hacia la sala de espera.
―¡¿Dónde está'ttebane?! ¡¿Dónde está mi nieto?!―Perdió el equilibrio cuando su amorosa madre se le tiró encima, tomándolo por el cuello de la chaqueta y zarandeándolo violentamente en el proceso. Sí, Kushina Uzumaki no se caracterizaba precisamente por ser delicada.
―Kushina. ―El llamado de su marido la hizo volverse a verlo. Gruñó y al fin lo soltó―. ¿Todo bien, Naruto?―Él asintió a la pregunta de su padre, volviendo a esbozar aquella sonrisa de felicidad.
―Sí. Se lo acaban de llevar para bañarlo. Podéis bajar, si queréis, papá. Yo iré a ver cómo se encuentra Sakura-chan. ―Su sonrisa se amplió al pensar en su novia. Llevaban varios meses de relación, después de que ella, por fin, se dignara a darle una oportunidad. ¡Qué feliz fue aquel día en que por fin aceptó una cita con él! Se había pasado años detrás de ella, intentando llamar su atención,
Dejó a sus padres y avanzó por el pasillo. Llegó a la habitación dónde habían ingresado a Sakura y entró sin llamar, seguro de que ella estaría tan radiante de felicidad como él. Unos ojos verdes se posaron unos segundos en su persona para acto seguido desviarse al techo. Naruto se acercó a ella, preocupado.
―¿Te encuentras bien, Sakura-chan?―Ella asintió, desviando el rostro cuando él se inclinó para besarla tiernamente en los labios. Acabó besando su mejilla en cambio. Naruto frunció el ceño pero lo dejó pasar―. ¿Sabes? ¡Nuestro bebé es perfecto'ttebayo! ¡Mamá y papá están ahora abajo, esperando para verlo!―Le apartó con cariño unos mechones rosas de la frente, parloteando sin parar sobre el niño. Sakura apretó los labios. Se sentía cansada, sudada y agotada mentalmente. Se mordisqueó el labio inferior, pensando en cómo decirle lo que quería.
―Naruto―lo interrumpió, con voz débil. Él paró su cháchara y le sonrió, dándole pie a que siguiera, que la escuchaba―. Yo… ―apretó los puños, incapaz de mirarlo a los ojos, sabedora de que las palabras que iba a pronunciar a continuación le romperían el corazón al Uzumaki y le destrozarían el alma―. Yo…
―¿Qué ocurre, Sakura-chan?―Tomó valor para mirar a aquellos ojos azules que siempre la habían contemplado con cariño y con ternura, como si ella fuera la única persona en el mundo. Ahogó un sollozo en su garganta. No iba a echarse atrás. De su decisión dependía su futuro, un futuro por el que había luchado con uñas y dientes para que se hiciera realidad. Y no estaba dispuesta a tirar todo su esfuerzo y su trabajo por la borda.
―No lo quiero―dijo al fin, en un hilo de voz. Naruto parpadeó, sin comprender.
―¿Qué es lo que no quieres'dattebayo?―preguntó el chico.
―Al niño. No lo quiero. ―Los ojos del Uzumaki se abrieron como platos ante semejante confesión, a la par que su boca. Sus oídos debían de haberle traicionado, sí, seguro que había escuchado mal.
―Sa-Sakura-chan, cre-creo que no te he-
―Me has oído perfectamente. No lo quiero. ―Naruto se echó para atrás en la silla en la que se encontraba sentado. Su cerebro estaba siendo incapaz de procesar lo dicho por su novia―. ¡No me mires así!―exclamó ella, ahora desesperada, haciendo un esfuerzo por sentarse en la cama de hospital―. ¡Sabías desde el principio que yo no lo quería! ¡Te lo dije! ¡Pero las circunstancias… Y tú estabas tan empeñado… ¡No me escuchaste!
―Sakura-chan… ―Era imposible para él creer lo que su novia, su adorada Sakura, le estaba diciendo. Aquel niño, aquel bebé, era algo que habían hecho entre los dos. Era simplemente perfecto―. No digas tonterías―intentó sonar despreocupado―. Estás cansada. Hablaremos cuando…
―¡No, no estoy cansada ni con depresión postparto ni nada! Lo he pensado mucho y… ¡entiéndeme! ¡Tengo un futuro por el que he trabajado mucho! ¡Un niño no entra en mis planes!―Ahora fue Naruto el que se enfadó.
―¡Él no tiene la culpa, Sakura-chan! Es nuestro hijo, nuestro bebé. ―Quiso acercarse a ella para tomarle las manos, pero Sakura lo miró con reproche, disipando todo pensamiento en él de acercársele.
―¡Pero yo no lo quiero! No lo quiero, no lo quiero… ―El silencio invadió la habitación durante unos minutos que a ambos se le hicieron eternos. Sakura respiró hondo, tomando aire para hablar―. Escucha, piénsalo bien. Somos demasiado jóvenes, no tenemos estudios y, por mucho que tus padres se ofrezcan a ayudarnos… Los míos no saben nada. No podríamos vivir juntos ni criarlo en el seno de una familia. Pero si lo damos en adopción…
―¡Sobre mi cadáver!―saltó ahora Naruto, haciéndola respingar―. ¡¿Cómo puedes decir algo como eso y quedarte tan pancha?! ¡Y lo de tus padres ¿de quién fue la culpa, eh?! ¡Te supliqué un millón de veces que me dejaras hablar con ellos pero tú siempre te negaste! ¡¿Así que era por esto?! ¡¿Porque no querías que vieran que su perfecta hija no es tan perfecta?!―Aquellas palabras dolieron en lo más hondo a Sakura.
―¡No puedo arriesgar todo aquello por lo que he luchado hasta ahora! Tú mejor que nadie sabes…
―¡Esa no es excusa!―Se acercó a la chica y la cogió de las manos, suplicándole con la mirada―. Sakura-chan, por favor, no estás siendo razonable. Es nuestro pequeño, nuestro bebé. Es precioso y perfecto y te juro que no estarás sola. Yo estaré contigo en todo momento, a tu lado. Puedes venirte a vivir con nosotros, mis padres no se negarán. Ellos nos ayudarán en lo que puedan, puedes seguir estudiando, yo también puedo ir a la universidad. Buscaré también un trabajo para mantenernos. Sakura-chan, por favor. Te quiero. ―Los ojos verdes de la chica se aguaron ante la confesión, sintiendo la culpa carcomerla por dentro, como tantas veces desde que habían iniciado su relación.
Sí, Naruto la quería, siempre la había querido, siempre acosándola, pidiéndole citas, diciéndole que nunca se rendiría pese a saber perfectamente que ella estaba enamorada de otro chico y de que él tenía detrás a una buena chica que lo quería de verdad.
Pero ella no lo quería, no de esa manera, al menos. Su decisión de decirle que sí había sido motivada por la rabia y la tristeza de que el chico del que ella estaba enamorada no le correspondía.
―Naruto… lo siento pe-pero… ya he tomado mi decisión. ―Aquello fue una bofetada para el rubio. La soltó, separándose de ella, mirándola tremendamente dolido. Una sonrisa amarga se extendió por su rostro. Ahora lo comprendía.
―Es por él, ¿verdad? Por Sasuke. Claro. Solo estabas conmigo por pena ¿no es eso? Y ni siquiera nuestro hijo te importa. Dime una cosa, Sakura-chan: si ese bebé fuera de Sasuke, ¿te querrías deshacer de él tan fácilmente?―Los ojos verdes se abrieron a más no poder ante sus palabras. Quedó muda, mirándolo fijamente, incapaz de responderle.
Naruto se tapó la cara con una mano y rio con tristeza. Ya lo sabía. Lo venía sospechando desde que ella le dio el sí para salir con él. Cuando le anunció su embarazo ella quiso abortar, pero para ello necesitaba el permiso de sus padres por ser aún menor de edad y para cuando cumpliera los dieciocho el plazo legal para interrumpir el embarazo ya habría expirado. Además, él quería tenerlo. Creía ingenuamente que aquel niño los uniría definitivamente.
Sí, a sus dieciocho años era un completo imbécil enamorado.
Al fin se dignó a mirarla, con sus ojos azules ahora inexpresivos. Sakura sintió un escalofrío recorrerla entera. Naruto nunca la había mirado así, de aquella manera. Supo que lo estaba decepcionando profundamente y que aquello dañaría de forma irreparable cualquier tipo de relación que hubiesen tenido en el pasado o que pudieran tener en el futuro.
―Haz lo que te dé la gana. Pero a mi hijo no me lo quitas. Lárgate si quieres, pero él se queda conmigo. ―Y con esas frías palabras dio vuelta y salió del cuarto. Sakura quiso llorar pero se reprimió, repitiéndose a sí misma una y otra vez que aquello era lo correcto.
Por su parte Naruto avanzó con pasos furiosos por el pasillo. Volvió a bajar al ala de neonatos. Necesitaba ver a su bebé, a su pequeño. Necesitaba acunarlo entre sus brazos, sentir su calidez contra su cuerpo. Casi corrió hacia el cristal a través del que se podían contemplar las cunitas con los diferentes bebés. Se detuvo, respirando agitado, al ver a su madre con el pequeño en brazos, restregando su mejilla contra la del rubio bebé mientras su padre hacía carantoñas al niño.
Sintió como parte de un peso se le quitaba de encima, a pesar de que su corazón sangraba y de que su alma lloraba. Los ojos azules de su padre se levantaron y lo vieron. Debió ver algo en su expresión que lo alertó porque dejó a su mujer con el bebé y salió apresuradamente hacia dónde él se encontraba.
―¿Qué ha pasado? ¿Sakura está bien?―Naruto retrocedió unos pasos y encaró a su progenitor.
―Sí, estupendamente. ―Lo dijo con tal resentimiento en la voz que Minato no pudo menos que fruncir el ceño.
―Naruto… ―El tono del rubio mayor le dijo a su hijo que exigía una respuesta, una explicación al estado de agitación en el que se encontraba.
―No lo quiere. ―Minato pestañeó, sin entender.
―¿Eh?
―No lo quiere, papá. ¡No lo quiere, maldita sea! ¡No quiere a su propio hijo!―Minato dio un paso atrás, como si lo hubiesen abofeteado―. Soy un estúpido… ―Naruto se cubrió el rostro con las manos y su cuerpo empezó a temblar. Minato supo en ese momento que su hijo lloraba, roto de dolor―. Qui-quiere darlo en adopción pe-pero yo… papá yo…
―¡¿Qué has dicho?!―Aquel grito teñido de la más pura furia los hizo levantar el rostro. Ambos rubios miraron con pavor cómo una vena se hinchaba en la frente de Kushina y cómo sus ojos violetas destellaban de ira―. ¡Sobre mi cadáver se llevarán a mi nieto'ttebane!
―Mamá… ―Minato puso una mano en el hombro de Naruto y se lo apretó.
―Kushina, cariño, aquí no. ―La pelirroja mujer fulminó a su marido con la mirada. Minato no apartó los ojos ni un segundo de ella y al final su esposa claudicó, mascullando maldiciones entre dientes. Minato suspiró y se volvió a mirar a su hijo―. Naruto, ¿tú qué quieres hacer?―Los ojos azules del aludido brillaron con determinación al mirar a su padre.
―Es mi hijo. No voy a deshacerme de él'dattebayo. ―Una pequeña sonrisa de orgullo asomó a los labios de Minato.
―¡Por supuesto que no'ttebane!―Kushina abrazó a Naruto fuerte contra ella―. Tu padre y yo estaremos aquí para apoyarte. ―Naruto sintió ganas de llorar nuevamente pero se contuvo.
―Papá, mamá, yo… ―Ambos progenitores le sonrieron, dándole a entender que todo estaba bien. Naruto sintió un nudo en la garganta, preguntándose cómo era posible que Dios le hubiese dado unos padres tan maravillosos como aquellos. A pesar de haberles dado una de las mayores decepciones que un hijo podía dar a sus padres ellos no lo juzgaron, trataron de comprenderlo y lo apoyaron en todo momento, brindándole su cariño incondicional. No podía sentirse más afortunado.
Finalmente se volvió de nuevo hacia el cristal y sonrió con orgullo al ver a su pequeño dormir plácidamente de nuevo en su cunita.
―¿Cómo lo llamarás?―Naruto quedó pensativo unos segundos. Hacía unos meses se le había ocurrido un nombre, pero no había tenido oportunidad de hablarlo con Sakura porque ella nunca parecía querer hablar acerca del bebé. El hielo volvió a instalarse en su corazón al comprender ahora las reticencias de su novia… no, ex novia, a hablar de todo lo que concernía a la llegada de su futuro hijo.
―Shinachiku―dijo, con voz firme―. Mañana mismo iré a inscribirlo en el registro… Mamá, ¿tú podrías… ―Kushina le sonrió.
―Cuenta con ello. Me quedaré con Shina-chan toda la mañana si hace falta. ―Naruto se lo agradeció con una sonrisa.
Aquella noche fue su padre el que decidió quedarse en el hospital. Naruto no quería, quería quedarse él como padre de Shinachiku, pero ya había pasado la noche anterior sin pegar ojo y necesitaba dormir y ducharse (esto último sugerencia de su madre). Al final marchó a su casa con reticencias, prometiéndose volver al día siguiente, en cuanto le fuera posible.
Llegó al hogar que compartía con sus padres, se dio una buena ducha caliente y, nada más su cabeza tocar la almohada, quedó profundamente dormido. Cuando despertó vio con alivio en su despertador que aún era temprano. Se pasó lo justo por el hospital, donde un adormilado Minato lo saludó, bebiendo del café malo de una de las máquinas. Pasó a ver a Shinachiku antes de solicitarle a la recepcionista del hospital los papeles necesarios para dar de alta a su hijo en el Registro Civil.
Se despidió nuevamente de su padre, prometiéndole que su madre llegaría cuanto antes y tomó un taxi hacia la ciudad. Una vez en las oficinas del registro se vio rodeado de gente que iba a hacer trámites varios. Se acercó a una mesa y cogió un bolígrafo, comenzando a rellenar los datos que requerían en la hoja. Su mano se paralizó al ver el apartado que rezaba "Nombre de la madre". Naruto se mordió el labio inferior, temblando. Las ganas de llorar lo golpearon con fuerza de nuevo. Aún no había tenido tiempo de asimilar todo lo que había ocurrido el día anterior.
Se había sentido como un auténtico gilipollas al que habían tomado, además, por imbécil. ¿Lo peor? Quería a Sakura.
Se tapó el rostro con las manos, sonriendo y meneando la cabeza, diciéndose que no podía dejarse llevar por el dolor y la angustia, no ahora. Su hijo lo necesitaba, debía ser fuerte.
Miró de nuevo para aquel apartado que lo traía por el camino de la amargura y, finalmente, decidió dejarlo en blanco. No supo por qué, pero algo en su interior le dijo que sería una pequeña venganza contra aquella chica por la que tanto había suspirado.
Terminó de rellenar todos los datos y, DNI en mano, se puso a la cola. Afortunadamente allí iban rápidos y, en menos de media hora, ya lo estaban atendiendo. Saludó a la chica del mostrador con un amago de sonrisa y le entregó los papeles del hospital junto con su Documento Nacional de Identidad.
―Para dar de alta a un recién nacido―explicó a la muchacha.
―Parece que todo está bien… hum… te falta aquí el-
―No falta nada. ―La cortó con más brusquedad de la que realmente pretendía. La chica pareció comprender que era un asunto sensible y no dijo más. Introdujo los datos en el ordenador, sacó copia a todos los papeles, los compulsó y le dijo que en una semana tendría listo el libro de familia, y que si por algún motivo él no podía ir a recogerlo en persona podría ir otra persona con una copia de su DNI y una declaración jurada firmada de su parte. Naruto asintió a todas las explicaciones, no perdiendo detalle y memorizando todo a la perfección por primera vez en su vida.
Salió del Registro Civil algo más animado. Entonces se dirigió nuevamente al hospital. Mientras iba de camino se puso a pensar en lo que haría a continuación. El día anterior, en su patético intento por convencer a Sakura, le había dicho que los dos podrían ir a la universidad, como tenían planeado desde un principio. Pero, sinceramente, ahora mismo Naruto no sabía qué hacer. Sentía que estar con su hijo era lo más importante ahora. Sus padres estarían ahí para él pero… ¿podría quedarse en Konoha después de todo lo que había pasado?
No, le dijo su mente automáticamente. Sería imposible para él pasear por aquellas calles con Shinachiku como si nada importara. Konoha no era una ciudad pequeña pero tampoco excesivamente grande. En algún momento tendría que dar la cara ante sus amigos y, si se quedaba, lo más probable era que se cruzara con Sakura más de una vez, algo que no sería nada bueno para ninguno de los dos.
Tomó una decisión: se iría de Konoha. Su abuelo, que en paz descanse, les había dejado antes de morir una casa en un pueblo no muy lejos, a un par de horas en tren, tres y media en coche. Allí había pasado el anciano sus últimos momentos, antes de que un tumor inoperable se lo llevara a la tumba. Naruto recordaba a la perfección la paz y la tranquilidad en el rostro del viejo pervertido cada vez que iban a visitarlo todos los fines de semana. Sería difícil convencer a sus padres de que lo dejaran irse a él solo para allí, más con Shinachiku.
Llegó al hospital, pagó al taxista y se bajó. Respiró hondo y, con su decisión tomada, franqueó las puertas del complejo hospitalario. Fue directamente a ver a Shinachiku. Sonrió al ver a sus padres observándolo embelesados. Carraspeó para llamar su atención. Minato y Kushina se volvieron y se acercaron a él, sonrientes.
―¿Todo bien, hijo?―Naruto asintió.
―Sí, sí. Eh… mamá, papá, tengo algo que deciros'ttebayo. ―Ambos lo miraron interrogantes. Un presentimiento comenzó a surgir en el pecho de Minato.
―Dinos. ―Naruto tragó saliva y les indicó que se sentaran. Ellos obedecieron, cada vez más intrigados por la actitud nerviosa del rubio menor.
―Yo… he decidido irme de Konoha durante un tiempo. ―Minato cerró los ojos y los volvió a abrir. Kushina, por su parte, estaba que no daba crédito.
―¡¿QUÉ?!―estalló. Naruto hizo una mueca―. ¡¿Vas a abandonar a tu hijo?! ¡Mal padre! ¡Irresponsable! ¡Yo no te crié-
―Kushina. ―La pelirroja miró para su marido, furiosa. ¿Por qué no se enfadaba él también?―. Dejémosle terminar. ―Naruto miró agradecido para su progenitor. Tomó aire y les expuso su idea.
―Necesito irme de aquí, tomarme un tiempo. Por supuesto, Shinachiku viene conmigo. Podréis visitarnos siempre que queráis solo… dejadme una temporada con él, para acostumbrarme a la idea. No puedo quedarme en Konoha, mamá―dijo, dirigiéndose ahora a Kushina―, no ahora, al menos. Tal vez en un futuro próximo pero…. Ahora mismo… ―El labio inferior de Naruto comenzó a temblar y los ojos azules se impregnaron de gruesas lágrimas. Kushina maldijo en su mente a Haruno Sakura por hacer pasar a su hijo por un infierno.
―¿Y adónde piensas ir?―preguntó Minato, haciéndose ya una idea de la respuesta que daría.
―A la casa del abuelo'dattebayo. ―Minato asintió. Kushina respiró hondo, tratando de calmarse. Cuando volvió a hablar, su tono era más bien de súplica.
―Naruto, por favor, piénsalo bien. ¿Cómo vas a hacer tú solo con un recién nacido? ¡Si apenas te acuerdas de alimentarte a ti mismo! ¿Y el dinero? ¿Piensas trabajar o…
―Tengo ahorros y, también, lo que me dejó el abuelo. Sé que era para la universidad pero… ―tomó aire para continuar―, necesito hacer esto, mamá, necesito pensar, acostumbrarme a la idea de ser padre soltero y de saber lo que quiero hacer con mi vida. ―Kushina frunció los labios en claro disgusto a todo lo que decía su hijo.
―Cariño―llamó Minato, abrazándola por los hombros―, Naruto ya es adulto, sabe lo que hace y tanto tú como yo sabemos que sería muy difícil para él permanecer ahora mismo en Konoha. ―Su esposa dejó caer los hombros, derrotada. Naruto sonrió ampliamente a sus progenitores, agradeciéndoles con ese gesto la confianza que estaban depositando de nuevo en él.
―¿Uzumaki-kun?―Se volvió al oír que lo llamaban, Una de las enfermeras sostenía a Shinachiku contra ella y cargaba un biberón en una de sus manos―. Es su hora de comer. ¿Le gustaría intentarlo? Su madre dice que no quiere darle el pecho―susurró, algo incómoda por tener que ser ella la que diera semejante información. De reojo vio como su padre se tensaba y cómo su madre apretaba los puños y fruncía los labios. Haciendo a un lado el dolor que comenzaba a lacerar su pecho respiró hondo y miró a la enfermera, extendiendo los brazos en respuesta.
―Lo haré'ttebayo. ―La mujer pareció tremendamente aliviada al oírlo. Lo guio hasta una de las sillas que había libres y recolocó al bebé en sus brazos, explicándole cómo debía cogerlo. Naruto prestó suma atención a todas y cada una de las directrices de la enfermera. Luego comenzó a alimentar a Shinachiku, quién tragaba la leche como si no hubiera un mañana al tiempo que Naruto lo miraba con ojos más que brillantes.
Un poco apartados, Minato y Kushina miraban la escena conmovidos. Estaban seguros de que Naruto sería un excelente papá. Solo había que ver el profundo amor y adoración que ya le profesaba a ese bebé.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Varios días después, el matrimonio Uzumaki se despedía de su hijo y de su nieto en la estación de tren.
―¿Seguro que quieres hacer esto?―Naruto asintió, totalmente convencido. Llevaba una mochila a la espalda, una bolsa de viaje colgada de un hombro, el porta-bebé con Shinachiku en la otra y arrastraba una enorme maleta con la mano que le quedaba libre. Compraría todo lo necesario una vez estuviera instalado en su nueva casa.
―Sí, mamá. ―A Kushina se le inundaron los ojos de lágrimas y abrazó a su hijo con fuerza. Naruto sonrió, restregando su mejilla contra el cabello largo y lacio de su madre, correspondiendo así la muestra de afecto. La pelirroja se dirigió luego a Shinachiku, quién dormía plácidamente, ajeno al ajetreo que reinaba en el andén.
―Oh, Shina-chan, no sabes cómo voy a echarte de menos'ttebane. ―Tanto su esposo como su hijo sonrieron ante la escena.
―Cuídate mucho, Naruto. Y cuida también de Shinachiku. ―Naruto asintió, serio.
―Lo haré'dattebayo. ¡Lo prometo! ¡Y yo nunca rompo mis promesas!―Minato esbozó una sonrisa y asintió. Una voz femenina hizo la última llamada para el tren que salía en pocos minutos, el de Naruto. Kushina volvió a estrangular a su hijo en un fuerte abrazo y al fin lo dejó ir. Lo vio subirse al tren y, varios minutos después, este partió.
En su respectivo asiento Naruto terminaba de acomodar las maletas lo mejor que podía en el portaequipajes, vigilando por el rabillo del ojo que Shinachiku no se despertara. En los pocos días que llevaba de padre soltero había aprendido que lo primero que hacían los bebés nada más abrir los ojos era llorar como posesos, reclamando un cambio, comida o simplemente que los tomaran en brazos.
Cuando al fin colocó todo se dejó caer en su sitio y se aseguró de que Shinachiku estuviera cómodo en el portabebé. Le tapó uno de sus diminutos piececitos con la mantita beis que su madre le había obsequiado y lo meneó un poco cuando se removió, seguramente por haber notado el traqueteo del tren. Pronto volvió a quedar quieto. Naruto respiró, aliviado de que no despertara. No sabría qué hacer si Shinachiku empezaba a armar escándalo en mitad de un vagón lleno de pasajeros.
Consultó su reloj, calculando que para cuando llegaran a su destino ya sería la hora de darle el biberón. Mientras tanto, sacó su nuevo teléfono móvil y empezó a trastear con él, acostumbrándose a los nuevos iconos, instalando aplicaciones y actualizando los contactos con los números de sus padres y de su abuela. Había decidido cambiar de número y también de móvil. Lo único que había conservado eran fotos de él con sus amigos que había subido a una carpeta de Dropbox antes de hacer el cambio definitivo. Por supuesto había borrado todas y cada una de las instantáneas en las que aparecía con Sakura. No quería saber nada de ella, no en un buen tiempo al menos.
El dolor volvió a ahogarlo, provocando que también hiciera acto de presencia la ira. Aún no se explicaba el cómo alguien podía abandonar de aquella manera a su propio hijo, a su propia sangre y carne. Se suponía que las madres luchaban como fieras por sus vástagos, su propia progenitora era la prueba viviente de ello: Kushina siempre había hecho lo imposible por protegerlo y por darle lo mejor, por cuidarlo y educarlo. No le entraba en la cabeza el que las demás madres no hicieran lo mismo con sus hijos.
Pero lo que más le afectaba era el hecho de haber creído firmemente durante toda su vida que Sakura era una buena chica: amable, con carácter, sincera… Desde que la vio por primera vez siendo niño se sintió cautivado por ella, por su melena rosa y sus ojos verdes. Nunca se había fijado en otras chicas, solo había existido Sakura para él. Era su chica ideal, el amor de su vida, y hasta hace unos días había sido así. Ahora, en un tren camino a un futuro algo incierto con su bebé recién nacido, Naruto se preguntaba si el problema no había sido precisamente ese: el idealizarla, el pensar que ninguna otra podría ser tan genial ni tan perfecta como su Sakura-chan.
Dejó escapar un largo suspiro, recostándose en el asiento. Miró para Shinachiku una vez más y sonrió, acariciando la pequeña cabecita rubia del bebé.
―De nada me sirve ahora comerme el tarro―se dijo―. Lo más importante es Shinachiku. ―Cerró los ojos y se dejó acunar el también por el traqueteo del tren, quedando medio adormilado.
Al cabo de un par de horas lo despertó la voz mecánica de los altavoces, anunciando que habían llegado a una parada. Naruto abrió los ojos, aún medio dormido, pero espabiló enseguida al ver en la pantalla de información que habían llegado a su parada. Se levantó de un salto, cogió todas las maletas y agarró el portabebés de Shinachiku. Mientras se apeaban del tren Naruto vio con inquietud cómo su hijo empezaba a removerse. No tardaría en despertar y en reclamar alimento. Se apresuró a salir de la pequeña estación arrastrando como pudo todo su equipaje, al tiempo que buscaba con la mirada una cafetería, un bar o algún puesto donde le pudieran proveer de agua caliente para poder prepararle el biberón a Shinachiku.
―Hey, chico. ―Naruto se volvió y entrecerró los ojos con desconfianza cuando vio avanzar hacia él a un sujeto de lo más singular: un hombre maduro, teñido todo de rubio, con gafas de sol y tatuajes en los brazos―. ¿Necesitas ayuda?―preguntó el desconocido al llegar a su altura. Naruto iba a responderle que no pero Shinachiku escogió ese preciso momento para empezar a llorar. Asustado, Naruto soltó las bolsas de golpe y empezó a menear el portabebés, intentando calmarlo. El hombre observaba toda la escena con una ceja alzada.
―S-se lo agradecería mucho―terminó por decir Naruto, acunando torpemente a Shinachiku, diciéndose que ahora no podía ser orgulloso. El hombre asintió y tomó las bolsas de Naruto mientras este agarraba el asa de la maleta para empezar a arrastrarla―. ¿Sa-sabe donde puedo encontrar una cafetería?―El hombre asintió―. Soy Naruto, por cierto, Uzumaki Naruto―se presentó, en tono nervioso―. Y él es Shinachiku. ―El desconocido se volvió a mirarlo, ahora con expresión curiosa.
―¿Naruto? ¿Eres el nieto del viejo Jiraiya?―El rubio abrió sus ojos azules como platos al oírle preguntar aquello.
―¿Co-conocía a mi abuelo?―El hombre asintió.
―Buena gente. Solíamos reunirnos un par de tardes a la semana para charlar. Hablaba mucho de ti. ―Naruto sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas al rememorar el rostro siempre sonriente de su abuelo―. Sígueme. ―Naruto obedeció, tratando por todos los medios de que los leves gimoteos de Shinachiku no volvieran a convertirse en un llanto desesperado―. Soy Killer Bee, pero todos me llaman Bee. ―Naruto asintió, sin prestarle realmente atención. El hombre mayor miraba de reojo para el bebé que el muchacho cargaba. Sin duda, era su hijo.
Naruto siguió a Bee por las calles del pueblo. Estaba muy tranquilo, algo normal teniendo en cuenta que casi era la hora de comer. Bee se detuvo a las puertas de una cafetería y le indicó con la cabeza que entrara.
―¡Yay! ¡Aquí llega el amo Bee, el mejor en lo que es!―Naruto dio un respingo al oírlo rapear de aquella forma tan peculiar. Lo peor fue que su repentino movimiento asustó a Shinachiku, haciendo que empezara a llorar de nuevo. Naruto comenzó a balancear el portabebés de nuevo, desesperado.
―¡Bee-san! Qué sorpresa. ―Una chica rubia, de aspecto serio, se acercó a ellos. Observó con curiosidad al chico rubio tras el mayor, acunando de forma graciosa a un bebé―. ¿Y tú eres…
―Es Naruto. El nieto del viejo Jiraiya. ―La chica alzó ambas cejas y volvió a mirar al muchacho. Naruto se preguntó si su abuelo había hablado de él a todo el pueblo―. Vamos, ven. Te hará bien―canturreó Bee, yéndose a sentar en una mesa libre. Algunos parroquianos que se encontraban allí miraron con desconfianza para el recién llegado.
Naruto lo siguió a paso rápido, sentándose en una silla. Desabrochó las correas que mantenían preso a Shinachiku en el portabebés y lo cogió en brazos, comenzando a balancearse torpemente con él sobre su pecho. Rebuscó en una de las bolsas hasta dar con el biberón y se lo tendió a la chica rubia con una súplica en sus orbes azules.
―¿P-podría calentar un poco de agua, por favor?―Ella asintió, tomando el recipiente de plástico y sintiendo algo de pena por aquel rubio.
―Claro. ¿Tú quieres algo?―Naruto negó con la cabeza.
―Yo quiero un café que esté hecho con mucha fe. ―La chica bufó mientras Naruto volvía a posar sus ojos con desconfianza en Bee.
―No te preocupes por él. Es inofensivo. Soy Samui, por cierto. ―Naruto asintió a la chica.
―Uzumaki Naruto. ―Una pequeña sonrisa asomó a los labios de la rubia y al fin los dejó solos. Shinachiku se había tranquilizado un tanto al sentirse entre los brazos de su padre, pero aún se oían sollozos y quejidos―. Ya va, Shina-chan, ya va. Aguanta un poco. ―Rebuscó de nuevo en la bolsa hasta dar con la tetina del biberón y un pequeño recipiente de plástico donde había echado algo más de un cuarto de bote de leche infantil. Tendría que ir a una farmacia a comprar al menos un bote, porque aquella minúscula cantidad no le duraría hasta mañana. Pero con las prisas no había podido coger nada más que eso.
―¿Es tu hijo?―Naruto miró para Bee y asintió, con el orgullo pintado en su rostro―. Eres muy joven, zagal. Aunque algo no hayas hecho mal. ―Naruto frunció el ceño.
―Soy joven, ¿y eso qué?―Bee alzó las cejas. En ese momento Samui volvió con el biberón lleno de agua recién hervida y el café para Bee.
―Espero que no esté ni muy fría ni muy caliente. No soy experta en estos menesteres. ―Naruto agarró el biberón y lo dejó sobre la mesa.
―Está a la temperatura perfecta. Muchas gracias'ttebayo. ―Samui asintió y se fue a atender al par de clientes que habían entrado en ese momento. Naruto no se demoró más y preparó la leche para su hijo. Echó los polvos en el agua, cerró el biberón como pudo y lo agitó hasta que la leche en polvo se deshizo en el líquido transparente. Se echó unas gotas en el dorso de la mano y comprobó aliviado que estaba bien para poder darle de comer a Shinachiku.
Acomodó al bebé en sus brazos y acercó la tetina a su boquita. Shinachiku no tardó en abrir los labios y en empezar a chupar como si no hubiera comido nunca en su vida. Naruto sonrió enternecido al ver como los puñitos de su retoño intentaban inútilmente hacerse con el biberón.
―Has venido a ver la casa de Jiraiya. Yo puedo llevarte hasta allá, yeah. ―Naruto dejó de observar unos momentos a Shinachiku para fijar la vista en Bee.
―Yo… se lo agradezco mucho, de verdad pero… no quisiera causar molestias. Me las apañaré. ―Bee meneó la cabeza.
―No seas orgulloso si no eres mañoso. Pedir ayuda es siempre mejor que quedarse con la duda. ―El rubio menor resopló.
―¿Siempre hablas rimando?―Por toda respuesta Bee sonrió mostrando una hilera de dientes blancos y perfectos para después llevarse su café a los labios y beber un sorbo. Naruto suspiró, sopesando de nuevo la oferta. No sería mala idea, a decir verdad. Aún no había averiguado la ruta para llegar a la casa de su abuelo y no sabía siquiera si los buses de aquella zona paraban cerca siquiera. Y andando no podía ir, no con Shinachiku y las maletas, al menos―. De acuerdo. Muchas gracias. ―Bee hizo un ademán con la mano, restándole importancia.
Shinachiku se terminó el biberón en menos que canta un gallo y Naruto se lo retiró en cuanto vio que este estaba sin gota de leche. Dejó el recipiente vacío sobre la mesa e incorporó al bebé, poniéndolo sobre su hombro y comenzando a darle palmaditas en la espalda para que eructara. En cuanto lo hizo varias veces volvió a ponerlo sobre su regazo. Vio con adoración como el pequeño bostezaba y empezaba a cerrar los ojitos. Naruto se dijo que probablemente el viaje en tren lo había agotado; cuando despertara la próxima vez sería para un cambio de pañal, estaba más que seguro.
En cuanto se durmió dejó a Shinachiku de nuevo en el portabebé y guardó el biberón y el recipiente con la leche en polvo. Bee se terminó su café, pagó y ambos rubios salieron de la cafetería, despidiéndose antes de Samui. Naruto le agradeció una vez más el haberle dado el agua caliente para el biberón de Shinachiku.
Bee los llevó hasta una camioneta de aspecto destartalado pero que según él funcionaba a la perfección. Echaron las maletas en la caja de atrás y Naruto se acomodó en la parte trasera junto con Shinachiku, mientras Bee se sentaba en el asiento del conductor.
―¿Vienes por algo de la casa?―preguntó Bee al cabo de un rato de camino en silencio. Naruto se mordió el labio, no sabiendo muy bien cómo responder. Al final decidió decir la verdad, no sería un secreto en cuanto empezaran a verlo diariamente paseando por el pueblo con Shinachiku.
―En realidad vengo a quedarme un tiempo'dattebayo. ―Bee arqueó una ceja y miró para el chico por el retrovisor. No quiso hacer más preguntas porque notó enseguida la incomodidad de Naruto. No quería hablar del tema y lo respetó. Él no era quien para andar metiéndose en la vida de nadie y, además, apenas lo conocía.
Bee tomó un camino secundario que partía del pueblo y el paisaje empezó a tornarse más campestre. Naruto vio por las ventanillas del coche como empezaban a aparecer chalets y algunas fincas grandes con algún que otro campo de cultivo e, incluso, piscina en varias de las casas.
―Vaya―dejó escapar, en voz alta―. Está muy… distinto―murmuró. Bee asintió a su afirmación.
―Sí―contestó el mayor. No dijeron nada más hasta llegar a su destino. Bee estacionó la camioneta ante un enorme portón de madera. Naruto bajó de un salto y agarró el portabebés donde Shinachiku seguía profundamente dormido. Metió la mano en un bolsillo de la chaqueta que llevaba puesta y sacó un manojo de llaves. Fue probando una a una hasta dar con la correcta mientras Bee bajaba las bolsas. Tomó las maletas como pudo y le agradeció a Bee por acompañarlo.
―Muchas gracias, de verdad.
―No hay de qué. Es lo que es. ―Naruto sonrió. Se despidió del hombre y avanzó con paso tembloroso hasta la puerta principal. Volvió a meter las llaves una por una hasta encontrar la de la puerta principal. Más adelante tendría que memorizarlas, se dijo. Consiguió al fin abrir la puerta y la empujó con el hombro para entrar al que sería su nuevo hogar durante tiempo indefinido.
―Bienvenido a casa, Shina-chan―le susurró a su hijo, quien arrugó su naricita en una muestra de haberlo oído. Naruto sonrió con ternura para luego pasear la vista por aquella entrada que tantas veces había traspasado, haciendo escándalos y alguna que otra rabieta.
Casi pudo escuchar a su abuelo regañándolo por interrumpir su siesta. Le prometió en su mente al viejo pervertido que cuidaría de aquel hogar en el que tan feliz había sido su abuelo en los últimos días de su vida.
Y prometiéndole a su vez a Shinachiku que sería el mejor padre que un hijo podía esperar.
Fin Capítulo 1
Bien, a ver... empecemos por lo importante:
1. Esta historia la tengo TOTAL y ABSOLUTAMENTE terminada. Desde hace MESES. Es solo que no me animaba a subirla porque aún tengo fics sin acabar. Aunque al final ganaron mis ganas de dárosla a conocer xD.
2. Ni Sakura va a ser la mala del cuento (ya os daréis cuenta más adelante) ni va a haber NaruSaku de ningún tipo, no más allá de la circunstancia de que existe Shinachiku.
3. Este fanfic, al igual que todos los demás de mi autoría pertenecientes al fandom, es 100% NaruHina. Cien por cien. He dicho (?).
4. Habrá romance, mucho, claro que sí, pero más que eso quise hacer una historia basada en los lazos, más o menos fuertes, que nos unen a otras personas. De ahí el título del fic xD.
5. Os pido, por favor, respeto por mi obra. Si no te gusta, no leas, pero no vengas a joderme la existencia con tu veneno. Aceptaré las críticas siempre y cuando estas sean constructivas, no destructivas.
6. Habrá OC, y no solo lo digo por Shinachiku. En un punto me hizo falta echar mano de ese recurso, porque no se me ocurría ningún personaje del manga original para mis propósitos xD. Aunque será puntual y tan solo en un capítulo (si no recuerdo mal).
Nada más. Tan solo pediros que, si os ha gustado, me dejéis un review. Porque, ya sabéis:
Un review equivale a una sonrisa.
*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a favoritos y follow y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo.
Lectores sí.
Acosadores no.
Gracias.
¡Nos leemos!
Ja ne.
bruxi.