Esto tiene que ponerse sí o sí :P Los personajes son de la maravillosa Stephanie Meyer y la autora de la historia es Edward's Eternal, yo solo traduzco.

No pueden faltar las gracias a mi queridísima Beta y amiga Erica Castelo, por acompañarme en otra de mis traducciones y corregir mis horrores :)


Me quedé congelada por el miedo, sus palabras haciendo eco en mi cabeza.

"Matarte. Lentamente."

"Dejar que tu esposo lo vea."

El hombre que conocía como Tom me sonrió con frialdad al ver que mi horror aumentaba, mi mano voló a mi estómago en un gesto defensivo.

"Pero-pero Garrett dijo que estabas muerto—tenían tu ADN…"

Levantó su mano, el espacio de sus dos dedos faltantes de pronto contaba otra historia. "Un pequeño precio que pagar." Se encogió de hombros. "Con un cadáver, algo de sangre donada y partes del cuerpo, y un trabajador de laboratorio fácil de sobornar—se puede hacer que cualquier cosa parezca diferente de lo que en realidad es. Como estar muerto—o asumir la identidad de otra persona viva por un tiempo."

"¿De verdad hay un Tom Smith?"

Inclinó su cabeza. "Lo… había."

Pasé saliva ante su insinuación.

"Fue lo bastante amable como para compartir muchas historias de su esposa embarazada. Probaron ser invaluables. Estaba muy agradecido."

"¿Y?" Susurré.

"Le agradecí al matarlos a ambos rápidamente."

Agitó su mano como si no fuera gran cosa. Como si matar personas y remover partes del cuerpo no importara.

Con creciente horror, supe que ninguno de los dos lo era para él. Continuó como si solo habláramos del clima.

"Esta vez, puedo disfrutarlo. Tomarme mi tiempo. Qué placer va a ser destruir lo único que le importa a tu esposo. Quitarle las dos cosas que más aprecia." Su sonrisa se volvió tan perversa que debilitó mis rodillas. "Tendré mucha satisfacción. Realmente la espera valdrá la pena."

"Él te matará," lo amenacé violentamente. "No se detendrá hasta que te encuentre."

Se echó a reír, ni un poco preocupado. "Estará tan agobiado por el dolor y la ira que será un blanco fácil. Lo que no sabe es que su infierno apenas inicia."

"¿Qu-qué?"

"Iba a eliminarte y dejarlo sufrir. Pero no es suficiente. Voy a matar a cada miembro de su equipo, de su familia, y a cualquier otro que considere pudiera agradarle un poco. Y cuando no le quede nada y no tenga nada por lo que vivir, lo mataré. Cuando crea que ha sufrido suficientes pérdidas." Se echó a reír, el sonido era tan frío que me estremecí. "Y creo que necesita sufrir de verdad." Deslizó su arma en su bolsillo, y estiró su mano hacia atrás, sacando un cuchillo. El arma de apariencia letal destelló con la luz, con rastros de sangre en el filo.

Me aferré al respaldo de la silla para evitar caerme. Podía sentir que el color desaparecía de mi rostro, y mi estómago se apretaba. Tapé mi boca con la mano y corrí al fregadero, dando arcadas sobre él cuando el terror se apoderó de mí. Las lágrimas calientes se derramaron por mis mejillas y mi aliento salía en jadeos.

Grité cuando James me agarró por el brazo, su apretón brutal. Me arrastró desde la cocina, por el pasillo y al interior de la oficina de Edward. Sam estaba en el suelo, rodeado por un charco de sangre. Era obvio que había luchado con todas sus fuerzas pero perdió. Contuve las náuseas, girando mi cabeza y disculpándome con él en silencio. No éramos cercanos de la forma en que Felix y yo lo éramos, pero había muerto tratando de protegerme. Le debía al menos eso.

James me empujó en la silla de Edward, inclinándose sobre mí y escribiendo en el teclado, abriendo una pantalla.

"¿Sabe tú esposa lo que haces?" Pregunté, pensando en todas las historias que me había contado.

Se rio otra vez. "Eres tan crédula. No tengo esposa. Sabía que si te contaba mierdas de mi 'familia', te relajarías y confiarías en mí." Sacudió su cabeza. "Tuve que contenerme para no matarte la primera vez que te vi, pero esto es mucho mejor. Incluso si fue un fastidio tener que disfrazarme como alguien más y evitar a tu esposo y a ese puto cabrón guardaespaldas que tenías todo el tiempo cerca." Se acercó. "Solo para que lo sepas, también odio trabajar con la maldita tierra. Tienes que pagar por todo eso. Tú y tu jodido Edward." Presionó unas cuantas teclas más, abriendo la cámara de la computadora de Edward.

"Llámalo."

"No," le dije con valentía. Podía matarme, pero me negaba a hacer que Edward lo viera.

Me abofeteó con tanta fuerza, que vi estrellas, y mi labio se partió, la sangre goteando por mi barbilla. "Llámalo, o mataré primero a tu hijo. Presionó el arma en mi estómago. "Puedo hacer eso y mantenerte con vida."

Mis manos temblaron al teclear el número de Edward. Contestó después de solo un timbrazo y con el corazón encogido, me di cuenta que esta sería la última vez que lo vería. Su rostro llenó la pantalla.

"Hola, amor. ¿Necesitas algo?" Dijo bromeando. "¿Mermelada de uva, tal vez?" Luego su expresión cambió cuando me vio. "¿Bella? ¿Qué le pasó a tu rostro?"

Traté de hablar, pero no pude. Las lágrimas brotaron, cayendo por mi rostro. Me asfixiaba el miedo saturando mi garganta.

"¡Bella! Cariño, ¿qué pasa? ¡Ve por Sam!" Dijo con pánico en su voz, luego jadeó, conmocionado cuando James se paró junto a mí.

"Hola, Edward."

Mi cabeza palpitaba y sentí apretarse mi garganta cuando vi que el color desaparecía del rostro de Edward. Vi a Felix pararse brevemente detrás de él y luego desaparecer. James se rio.

"Dile a tu compañero que lo que sea que piense que va a empezar no funcionará. Tengo el control, Edward. Los hombres de afuera están muertos y también lo está el inútil guardaespaldas. Tengo a tu esposa, y tengo el código de cada puerta, cerradura, y reja en esta casa. Todos los códigos que se han usado en los últimos tres meses han sido cancelados. Nadie puede entrar." Se inclinó hacia adelante, pasando el cuchillo por mi mejilla. "Y nadie puede salir."

"Lo que quieras es tuyo. Lo que sea." Edward habló. "Solo déjala ir. Ella es inocente en todo esto."

"¿Cambiarías tu vida por la suya?"

Edward no titubeó. "Sí."

"Es una lástima que no esté interesado."

"Tengo millones. Todo es tuyo. Cada centavo. Puedes desaparecer y empezar de nuevo." Edward se puso de pie, sosteniendo su teléfono, paseándose de un lado al otro de la forma en la que lo hacía cuando estaba molesto. Su voz estaba tensa pero calmada, aunque podía ver el pánico en sus ojos. Su rostro se desviaba hacia un lado para luego volver al teléfono, y sabía que su mente daba vueltas buscando soluciones. Podía escuchar gritos y ver que se estaba moviendo, luego el sonido de la puerta de un coche cerrándose de golpe. Trataba de llegar a mí, pero yo sabía que era demasiado tarde.

"Oh, me quedaré con tu dinero. Pero primero tienes que sufrir."

Un sollozo amortiguado escapó de mis labios. Edward se acercó el teléfono, su voz baja y gentil. "Está bien, Bella. Todo estará bien. Te lo prometo."

James se agachó, riéndose entre dientes. "Escúchalo mentir. Sabe que nada va estar bien. Sabe que vas a morir, pero viene la mejor parte." Me empujó quitándome del camino, llenando la cámara. "La mejor parte, Edward, es que tú lo verás. Todo lo que le haga a ella. Cada dolorosa cortada de mi cuchillo, bofetada de mi mano, rozón de mi bala—vas a presenciarlo."

Edward se volvió loco. Comenzó a gritar obscenidades, gritándole a James, que lo escuchaba, calmado e indiferente, estudiando el cuchillo que sostenía en su mano. Uno que planeaba utilizar en mí. Vi los monitores que rodeaban la propiedad. Un choche pasó lentamente, seguido de otro. No estaba segura si estaban aquí porque los habían enviado o simplemente pasaron por aquí admirando la propiedad. No importaba. Las gruesas paredes y la reja imposible de trepar que habían sido diseñadas para mantener a los ocupantes en el interior a salvo, funcionarían contra ellos. Si Sam estaba muerto, y James había matado a los otros hombres que patrullaban los perímetros de la propiedad, estaba sola y atrapada. James iba a matarnos a mí y a mi hijo, y nunca vería de nuevo a Edward. Nunca sentiría su boca en la mía o escucharía su voz.

"¡Edward, te amo!" Grité, necesitando que esas fueran las últimas palabras que escuchara de mí.

Mi voz detuvo su diatriba. "Bella," dijo con voz ronca. "Lucha contra él. Dame la oportunidad de llegar a ti."

"Qué conmovedor," James se burló. "Pero Edward tiene razón. Te mereces una oportunidad." Se sentó, cruzando las piernas. "Se me antoja un pequeño juego. Las escondidillas. Voy a darte diez segundos para ocultarte, y empezará mi entretenimiento. ¿No sería eso divertido?"

"¿Qué?" Pregunté atónita.

Se inclinó hacia adelante. "Debes ser una buena follada porque eres vergonzosamente estúpida. Dije que corrieras. Que te ocultaras. Tienes diez segundos." Se puso cómodo. "De hecho, te daré veinte debido a tu, ah, condición delicada. Solo en la casa, me temo." Palmeó su bolsillo. "Ahora tengo el control de los códigos. Las puertas exteriores no funcionarán, así que nadie puede acompañarnos."

Escuché la voz de Felix detrás de Edward.

"¡Bella! ¡Piensa!"

Algo resonó en mi mente inducida por el miedo, y traté de recordarlo.

Códigos.

Códigos.

Lo recordé.

Códigos.

James dijo tres meses. Cualquier código utilizado en los últimos tres meses estaba cancelado. Había un código que no había sido utilizado por mucho más tiempo que ese.

Y sabía exactamente dónde encontrarlo.

Inhalé profundamente.

Me levantó una ceja, ignorando las maldiciones de Edward y sus amenazas. James sostenía el cuchillo en la luz.

"Uno," dijo.

Y corrí.

~oOo~

Atravesé corriendo la cocina, con un brazo rodeando protectoramente mi estómago. La puerta hacia el garaje era la única que no requería de un código. Podía abrirse por fuera y por dentro con una llave, y siempre tenía una en mi bolsillo. Era otra de las reglas de Edward en caso de incendio. Salir por el garaje que tenía su propio sistema de emergencia contra incendios. Perdí preciosos segundos tratando de meter la llave en el cerrojo pero pude abrir la puerta. Ya podía escuchar a James aproximándose a mí. En el garaje, me agaché entre los coches, con un objetivo en mi mente. Al otro extremo estaba el coche de la señora Cope—sin usar desde que Felix lo había metido de reversa. Le había mostrado el dispositivo con el pequeño pedazo de cinta en la parte de atrás, esperando que no se enojara mucho con ella. Sacudió su cabeza divertido.

"Ella nunca se dio cuenta que podíamos ver todos sus movimientos. Sabíamos sobre la cinta y el código." Había empezado a reírse. "Nunca entendió por qué no podía recordar, porque seguimos cambiándole el código y la cinta." Colocó el dispositivo nuevamente sobre el tablero. "Lo dejaremos aquí para ella."

Él nunca canceló su código. Las llaves se quedaron en el encendido de la forma en que ella siempre las dejaba. Edward siempre se reía de eso, diciendo que nadie se robaría el pequeño Escort por encima del resto de sus coches lujosos, y les ahorraba el tiempo a todos si las extraviaba una vez más.

Si podía llegar al coche y encenderlo, podría salir. Al menos hasta la reja donde podría provocar una escena y comprarme algo de tiempo.

Escuché que James entró al garaje. "Buen intento, Bella. No puedes salir. Pero sin duda, aquí hay muchas cosas que puedo utilizar para castigarte."

Me arriesgué a asomarme por encima del coche. James sostenía su teléfono, ahora grabando en video cómo me cazaba para torturar a Edward.

Me negaba a permitir que eso ocurriera. Ignorando el dolor que me causaba, me arrastré por el suelo, raspando mis rodillas, avanzando con cautela hacia el otro extremo. Sabía que James caminaba por el garaje, sin preocupaciones, diciéndole a Edward todas las cosas que iba a hacerme cuando me atrapara. Traté de bloquear sus viles y aterradoras palabras, permitiendo que mis lágrimas cayeran en silencio mientras trataba de escapar. Casi había llegado al coche cuando él apareció detrás de mí, levantándome por el cabello, provocando que gritara por el dolor en mi cuero cabelludo. Comenzó a arrastrarme hacia la larga mesa de trabajo en la parte de atrás, y recordé las cosas de defensa personal que me enseñó Felix.

"¡Usa el elemento sorpresa, Bella! ¡Siempre!"

James me arrojó hacia la mesa, y agarré el borde, evitando golpearme con fuerza en ella. Él colocó su cámara sobre ella y aproveché la milésima de segundo en que su concentración no estaba en mí para agarrar la cosa más pesada en la mesa. Cuando se volvió otra vez, lo golpeé con una llave de tuercas y le di en la cabeza.

Fue su turno de aullar del dolor.

Aproveché y empecé a correr directamente al coche. Estaba dentro, con las puertas cerradas con seguro, justo cuando él agarró la manija. Me fulminó con la mirada, bajando su rostro hacia la ventanilla.

"Acabas de empeorar diez veces las cosas para ti, perra. Abre la puerta y olvidaré que esto ocurrió."

"Vete a la mierda," le grité y con una silenciosa plegaria, le di vuelta a la llave. El motor chisporroteó, luego rugió a la vida. James se echó a reír. "¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Estrellar este coche en la puerta del garaje? ¡Es acero reforzado a prueba de balas! No puedes atravesarlo, estúpida mujer." Me dijo con una mueca de desdén, para luego levantar su arma. "Aunque esas ventanillas no son a prueba de balas. Apágalo y sal de una puta vez del coche."

Levanté la vista y leí el código de seis dígitos, introduciéndolo en el remoto. La puerta del garaje empezó a subir, y James miró boquiabierto hacia la entrada, luego empezó a correr hacia el panel, y sabía que intentaría anular el código. Puse la palanca en directo, pisando el acelerador. Las llantas chirriaron, y el coche se disparó hacia adelante con tanta velocidad, que apenas podía controlarlo. La puerta se detuvo a mitad de camino, empezando a cerrarse de nuevo, y cerré mis ojos, dejando que el coche avanzara, decidiendo que prefería morir de esta forma que permitir que él nos lastimara. El coche salió disparado por la entrada, la parte de debajo de la enorme puerta del garaje raspando el techo, el sonido fuerte y desgarrador. Continué. Llegué a la reja, abrí la puerta y empecé a gritar. Las balas pasaban silbando junto a mí y corrí a ciegas, dirigiéndome hacia los árboles, zigzagueando para hacer que James fallara.

Un ardiente dolor intenso y agudo, atravesó mi pecho, haciéndome caer. La sangre escurría por el agujero mientras yacía en el suelo, mis jadeos resonando en mis oídos. Hubo gritos, fuertes obscenidades y más disparos mientras me hacía un ovillo, sosteniendo mi estómago, la vida dejándome. La oscuridad se acercaba mientras acunaba a mi bebé, esperando que Edward sobreviviera cuando llegara aquí. Que de algún modo continuara con su vida.

Escuché que gritaron mi nombre, y me quedé quieta, permitiendo que la oscuridad se apoderara de mí. Si estaba muerta cuando James me encontrara, ya no podría lastimarme o a Edward.

La sensación de manos gentiles y una voz llena de amor y preocupación llamando mi nombre fue lo último de lo que fui consciente.

El ángel que me recibió sonaba muy parecido a Edward.

~oOo~

Desperté poco a poco, con dolor de cabeza, mi cuerpo en llamas, y la más extraña sensación en mi brazo. Mis ojos se abrieron, parpadeando en la luz tenue. Estaba rodeada de máquinas que pitaban y daban vueltas. Fruncí el ceño, confundida. ¿Por qué el cielo se parecía a una habitación de hospital?

Miré en esa dirección y descubrí la fuente de la extraña sensación. Edward estaba dormido, con su mano envolviendo la mía, su mejilla descansando en mi antebrazo. Mi brazo y mi mano estaban entumecidos por el peso de su cabeza. En la esquina, Felix dormitaba, su cuerpo enorme ocupando la mayor parte del sofá.

"¿Estoy soñando?" Pregunté, mi voz baja, ronca y confundida.

La cabeza de Edward se levantó de golpe, y Felix se levantó, apresurándose hacia la cama.

"Bella," Edward, susurró, sus manos pasando por mi rostro y mis brazos. "Oh Dios, cariño. Gracias a Dios que estás despierta."

"¿No estoy muerta?"

"No," sacudió su cabeza. "No estás muerta."

En pánico, bajé la vista, con mi mano volando hacia mi estómago. Edward descanso su enorme mano sobre la mía. "Nuestro pequeño está bien, mami. Hemos estado esperando que despiertes."

"¿Por cuánto tiempo?"

"Una semana. Te golpeaste la cabeza cuando caíste, y perdiste mucha sangre," explicó Edward, sus manos todavía recorriéndome en un movimiento constante. "El doctor me aseguró que estarías bien. Dijo que habías sufrido un gran trauma, y tu cuerpo necesitaba tiempo para recuperarse." Los ojos de Edward se humedecieron bajo la luz tenue. "He estado justo aquí, esperando a ver que tus hermosos ojos se abrieran para mí." Tocó mi mejilla. "Y aquí estás."

El doctor entró, haciendo que Edward retrocediera mientras me examinaba. Él se negó a dejar la habitación, y el doctor no discutió con él. Tenía el presentimiento que ya habían tenido esa confrontación muchas veces. Cuando terminó, una enfermera me ayudó a acomodarme un poco, luego estaba sola con Edward. Todo el tiempo, nunca me quitó los ojos de encima y tan pronto pudo, estaba de nuevo a mi lado, sosteniendo mi mano y acariciando mi mejilla.

"¿James?" Pregunté temerosa.

"Muerto," Felix dijo, al entrar. "Esta vez de verdad. Yo mismo puse la bala entre sus ojos."

Me estremecí y Edward se inclinó, acariciando mi cabeza. "Todo está bien, Bella. No puede lastimarte de nuevo. Cariño, lo siento tanto. Te fallé gravemente."

"No lo hiciste," insistí. "Todos creímos que estaba muerto. Ninguno de nosotros lo sabía. No tenía idea cómo se veía hasta que me dijo su nombre. Creí que era uno de los trabajadores. Parecía tan amable," le expliqué. "Me contó de su esposa y su vida." Sacudí mi cabeza. "Le creí."

"Así era cómo engañaba a todas sus víctimas. Era un actor consumado. Conseguía que mujeres, niños, familias completas confiaran en él, luego, antes de que se dieran cuenta de lo que ocurría sus vidas habían desaparecido. Eran vendidos como esclavos o peor. Asesinó al verdadero Tom y asumió su identidad. Él era un nuevo miembro del personal, así que ni siquiera sus compañeros de trabajo lo conocían. Todo lo planeó muy bien." Edward sacudió su cabeza. "James era la peor excusa de ser humano con la que he tenido que lidiar en mi vida, y su muerte solo beneficia al mundo."

Se acercó, su voz baja. "Odio que te haya tocado. Que te haya lastimado. Que te haya amenazado. Aborrezco el hecho de que escuchaste todas esas cosas viles que dijo que iba a hacerte."

"Tenía mucho miedo," admití, mi voz temblorosa a medida que los recuerdos daban vueltas en mi cabeza.

"Fuiste muy valiente," Felix habló. "Hiciste exactamente lo que esperaba que hicieras. Nos compraste tiempo suficiente para llegar a ti."

"¿Cómo entraron?"

Felix se echó a reír. "James creyó que era muy listo, pero Edward siempre está un paso adelante. Había un código de anulación que solo nosotros teníamos para entrar sin importar qué. Llegábamos con refuerzos cuando tu coche salió disparado por el camino de entrada, y tú saliste de un salto y empezaste a correr. James comenzó a disparar descontroladamente a ti y a nosotros." Se veía contrariado. "Una bala perdida te dio en el hombro."

"Y tú le diste," dije bajito.

"Sí. Cuatro veces. Además de las seis de Edward, estoy seguro que está vez no se levantó."

Miré a Edward. "¿Le disparaste seis veces?"

"Te lastimó. Si hubiese podido, lo habría resucitado y lo habría hecho de nuevo. Esta vez lo quería acribillado para que no hubiera duda."

No tenía respuesta para eso.

Felix se aclaró la garganta. "Los dejaré a solas. Hay guardias afuera, así que voy a casa a dormir un poco. Sé que estás en buenas manos."

Edward se levantó y estrechó su mano. Felix se acercó a la cama y se agachó. "Me alegra que estés despierta, Bella. Él ya no está bien sin ti, así que mejórate y vuelve a dónde perteneces. A su lado—¿de acuerdo?"

"Está bien," susurré, con mi voz gruesa.

Se fue y Edward regresó a la cama. Sostuvo mi mano, acariciando mi piel amoratada. Se quedó callado por unos momentos, luego empezó a hablar.

"No sabía si podría llegar a ti. No sabía lo que encontraría cuando llegara. Todo lo que sabía, la única cosa de lo que estaba seguro, era que si tú ya no estabas, mi vida dejaría de existir." Levantó sus ojos, y me sorprendió ver las lágrimas que los llenaban. "Eres mi vida, Bella. Mi todo. Terminé de proteger al mundo. De este día en adelante, pasaré mi vida protegiéndote. A nuestra familia." Una lágrima cayó por su rostro. "Nunca te volveré a arriesgar. No puedo estar sin ti."

Su cabeza cayó, y sus hombros empezaron a temblar cuando se desmoronó. Me moví, tirando de su brazo y él subió a la cama junto a mí, permitiéndose ser vulnerable. Lo abracé lo mejor que pude con los cables y los vendajes, maravillándome de que este hombre fuera mío. De que había mucho más bondad bajo la oscuridad de lo que había visto. Que era capaz de tal clase de amor.

Dejé un beso en su cabeza y permití que mis propias lágrimas fluyeran. Podíamos llorar esta noche y compartir nuestros demonios.

Juré que mañana sería un nuevo día—un día sin miedo.

Uno que podríamos enfrentar juntos.

Epílogo

Carcajadas y risitas agudas flotaban por la playa, el sonido haciéndome sonreír. Caminé al borde de la terraza, mirando a la abierta expansión. Edward arrojaba a Carly en el aire, con nuestros gemelos, Anthony y Mason, aferrados a las piernas de Emmett mientras él caminaba como cangrejo hacia el agua. Rose se paró junto a mí, su risa baja pero feliz.

"Míralos."

"Lo sé," suspiré contenta. "Les encanta que estén aquí."

Deslizó su brazo sobre mis hombros y me apretó con afecto. "También nos encanta estar aquí."

Observé a mi esposo y a mi hija jugar en la arena. Su cabeza agachada sobre la de ella, el color de su cabello tan similar que no se podía saber dónde terminaba la de él y empezaba la de ella. Ella nació aquí en esta apartada isla privada, pero cerca de un bullicioso continente. Nacida en el sol y la calidez del lugar que nos restauró a Edward y a mí. Rose bajó los escalones hacia la playa y yo me senté con un suspiro de cansancio. Hoy me sentía cansada.

Mis pensamientos vagaron al pasado.

Nunca volvimos a la casa. Cuando dejé el hospital una semana después que desperté, abordamos un avión privado que nos alejó miles de kilómetros de la sangre y el dolor de la pasada vida de Edward. Por semanas, paseamos por la playa, visitamos islas, nos sentamos en el sol, y sanamos. Cuando Edward encontró este pequeño grupo de islas, supo que habíamos encontrado nuestro hogar. Grande, privado, y extenso, seguía teniendo fácil acceso a grandes áreas por bote y helicóptero. Había otras personas como nosotros—aquellos en busca de un nuevo comienzo. No se hicieron preguntas, y nos recibieron amablemente.

Nos instalamos en la villa justo antes que naciera Carly. Nunca presencié alegría como el día en que nació. Edward cambió de la noche a la mañana. Su sonrisa era constante, su felicidad contagiosa. Pronto empezaron los visitantes, y se convirtieron en residentes permanentes. Primero Emmett y Rose, luego Carlisle y Esme, y finalmente Jasper y Alice. Todos tenemos nuestra propia villa y espacio—incluso nuestras propias vidas, pero la playa principal era nuestro patio de juegos compartido. Felix nos visitaba en ocasiones, y siempre lo echaba de menos cuando se iba.

Carlisle se mantenía ocupado ayudando a mucha gente con problemas de salud, abriendo una pequeña clínica en la isla principal. Esme le ayudaba ahí. Alice le enseñaba a los niños pequeños, y Jasper y Emmett manejaban una compañía de alquiler de botes. Rose aún se sentía mejor en la seguridad de su hogar y seguía trabajando en los fondos que emitía la fundación. Le ayudaba en ocasiones, pero Edward y mis tres niños me mantenían ocupada la mayor parte del tiempo.

Después de seis años, Edward probó ser fiel a su palabra. Era el más feroz de los protectores, el padre más cariñoso, y el esposo más sexy que podría pedir. Sus ojos estaban claros y brillantes estos días, el tormento de su anterior vida desaparecía con los años. Tenía sus momentos, pero el sol y el agua siempre parecían llevárselos consigo.

Y yo. Él decía que era el rayo de sol más brillante en su vida.

Me asusté cuando Edward se sentó en la orilla de mi tumbona, interrumpiendo mis reflexiones. Me sonrió, las puntas de su cabello con matices dorados por el sol, su piel más oscura que cuando lo conocí. Sus ojos verdes estaban cálidos cuando se acercó, dejando un beso en mi boca.

"Hola, mi esposa."

Sonreí, pasando mi mano por su corta barba. Apenas reconocía al hombre en la bodega de hace tantos años.

"Hola, esposo."

"Te ves muy pensativa." Pasó su mano por mi vientre redondo. "¿Nuestra niña te está provocando algo de incomodidad?"

Cubrí su mano con la mía. "No, solo estaba pensando."

"¿Sobre qué?"

"Cuando llegamos aquí."

Se acercó, dándome otro beso. "Solo pensamientos buenos ahora, Bella. Esos días quedaron en el pasado. Estamos todos juntos y a salvo. Nada va a cambiar eso."

"Oh, lo sé." Me apresuré a tranquilizarlo. "Solo pensaba en lo maravilloso que es tener a toda la familia aquí."

"Pronto, habrá uno más."

Sonreí. "Sí. Otra hija para que mimes."

Sonrió. "Carly está muy emocionada con ir a la escuela el siguiente mes. Extrañaré tenerla aquí todos los días. Ha crecido muy rápido. También los niños."

Me reí entre dientes. "Vas a llevarla a ella y a Alice todos los días, Edward, y a recogerla. Solo se irá por unas horas. Le hará bien tener otros niños con los cuales jugar."

"Lo sé. Aunque no tiene que gustarme. Ella es mi mejor amiguita." Me dio una sonrisa burlona. "Tendremos que seguir teniendo nuevos para que no me sienta muy solo."

Sacudí mi cabeza resignada. "Lo que digas."

Se puso de pie, levantándome en brazos. Me besó, la caricia prolongada, persistente y llena de promesas. "Sabía que lo verías así. Creo que deberíamos practicar un poco, Rose y Em van a pasear a los niños en el bote y la casa está vacía."

Le sonreí, tocando su mejilla.

"De acuerdo, jefe."

Se rio echando su cabeza hacia atrás y entró a la casa, su boca cerniéndose sobre la mía.

"Así es, Bella, soy el jefe." Luego me guiñó. "Siempre que estés de acuerdo."

Me uní a su risa.


¡Sorpresa! Pues sí, llegó el final, les dije que la historia era corta, diez capítulos y un pequeño epílogo unido a este último capítulo. En fin, espero que hayan disfrutado de la historia. Ya saben que a pesar de que James no estaba muerto, no pudo lograr sus objetivos con Bella. Pero si nos hizo sufrir por un rato, ¿verdad? Ahora, ya dejaron todo atrás, los cuatro matrimonios están juntos, aunque cada quién en su villa y con tres angelitos que alegran sus vidas, y otro más en camino. Que mejor final que este :)

Les agradezco una vez más haberme acompañado en esta traducción, gracias primeramente a mi fiel compañera, beta y amiga, Erica. Gracias a ti que lees cada capítulo, aunque sea anónimamente, pero te agradeceré aún más si sales a la luz y das las gracias por el trabajo dedicado. Gracias a mis fieles lectoras y en especial a mi Team Revoltosas, aunque han estado un poco ausentes últimamente, espero que se pongan las pilas, ¿eh? Gracias por leer, pero sobre todo, gracias por decidirse a no solo leer, sino a agradecernos con un review alentándonos a seguir compartiendo historias como esta con ustedes. Ahora les pido por favor que dejen uno de esos reviews con la autora original, Edward's Eternal. El link de la historia original está en mi perfil y lo pondré en la parte superior de mi grupo de Facebook 'The World of AlePattz'. ¿Qué poner? Como siempre les digo, es mejor que sean sus propias palabras aunque sean en español, pero si quieren poner algo en inglés, pueden poner cualquiera de estas opciones:

Hi Melanie! I wanted to say thank you for give your permission for the Spanish translation of this story. I love your work, you're an amazing author! Greetings from (el nombre de tu país de origen)

Thank you so much for allow the translation of this story and I really hope I can read more of your work in the future. Greetings from (el nombre de tu país de origen)

Les pido, POR FAVOR, que dejen ese review con la autora. Esos reviews son los que han alentado a otras a dar permiso, y a las que ya lo dieron, a dar más. Una vez más, gracias por acompañarme y si está es la primera traducción mía que lees, tengo muchas terminadas en mi perfil. Y otras por publicar, así que si quieres leerlas ponme en alerta de autor ;)