Belleza
Kuina salió del salón de belleza sintiéndose como una extraña en su propio cuerpo. Vio su reflejo en la vitrina de una de las tiendas de aquel centro comercial donde se encontraba, siendo incapaz de reconocerse del todo a si misma. Kuina se fijó como en su cuerpo no había absolutamente ningún tipo de vello, sintiéndose suave y artificial como una muñeca de plástico. La espadachina miró algo desconcertada sus manos: su usual callosidad y dureza de sus manos contrastaba con las coloridas uñas de acrílico que adornaban sus dedos. Su cabello, el cual durante sus años como cazarecompenzas había mantenido muy corto, casi afeitado, ahora llegaba a los hombros y estaba estilizado con varios rizos artificiales y un flequillo que cubría parte de su frente, además de estar teñido de un color mucho más claro que el azul nocturno que lucía naturalmente, viéndose ahora color zafiro. Kuina observó fijamente su rostro el cual había sido embadurnado de toda clase de mascarillas y ungüentos, para después ser pintado como si fuera un lienzo: su piel había pasado de verse bronceada a anormalmente pálida, sus mejillas se habían vuelto color coral y sus labios color sangre. Sobre los párpados de sus obscuros ojos había una tupida capa de pestañas sintéticas y un difuminado arcoíris púrpura, dorado y negro, el cual resplandecía rodeado de brillantina. Sus cejas, anteriormente gruesas, salvajes e indefinidas se habían vuelto apenas un par de diminutas líneas delineadas de negro.
Sin embargo, posiblemente lo que más alteraba a Kuina era la sensación de que ella estaba siendo observada por los transeúntes, quienes al verla lejos de ver la poderosa máquina de matar que ella era, ellos solo veían a una mujer y si algo le había enseñado su padre era que las mujeres eran débiles. Y sensuales. La gente ya no veía en ella aquel torbellino de fuerza de antaño, sino la fragilidad y el erotismo encarnados. El hecho de que Kuina siguiera usando el patético vestido que le había dado Shiryu no hacía más que empeorar las miradas de la gente, quienes no despegaban su mirada del generoso escote que aquel vestido ofrecía. Y para colmo Devon se había ido del salón de belleza llevándose consigo la Wado Ichimoji, dejándola a ella varada sin armas en medio de aquel maldito centro comercial. No era como si Kuina fuera una inútil damisela en apuros sin su arma, sin embargo, eso no le quitaba la incomodidad que sentía.
- ¡Hola primor! – escuchó Kuina a la distancia, sintiendo una mezcla de alivio y furia.
Era Catarina Devon, quien acababa de regresar al salón de belleza cargando consigo el arma de Kuina así como varias bolsas llenas de ropa. Kuina corrió hacia ella rápidamente, en esperanza de que le devolviera su arma y que salieran de aquel infame centro comercial de una vez por todas.
- Hola señorita Devon. ¡Se ve muy linda con su ropa nueva! – exclamó Kuina halagando el conjunto de ropa nueva que llevaba Devon en ese momento.
A decir verdad, Kuina no era capaz de ver nada lindo en la apariencia física de aquella mujer y solo la halagaba por mera cortesía. Para Kuina no importaba si Devon usaba harapos o seda, su rostro hacía que cualquier ropa que tuviera puesta se viera grotesca. Aunque Kuina tenía que admitir que la pirata tenía un muy buen gusto: pantalones acampanados y blazer color fuchsia, argollas de oro, collar de perlas negras y unos zapatos de tacón vino tinto. A Kuina le fascinaba de sobremanera que, pese a lo alta que era Devon, ella insistiera en usar tacones, haciéndola lucir mucho más imponente lo que ya era.
- Murjuju… no me halagues, princesa. Este conjunto lo recién lo encontré en una de esas mugrosas tiendas de ropa vieja. ¡Pero no me resistí! ¡Estaba sin estrenar a solo 5,000 berris! ¿En que otra circunstancia podría encontrarme con semejante oferta? ¡Oh! Por cierto, también te compré algo de ropa nueva. Se que quizá no te guste ir de compras, pero a mi me encanta, así que te compré varios conjuntos de ropa para ti sola. Vamos al baño femenino a que te cambies y te pruebes nueva ropa, ya no soporto que estés en esas fachas de puta. – dijo Devon agarrando a Kuina del brazo y llevándola al baño a rastras.
Una vez dentro del baño, Devon hizo que Kuina se probara decenas de prendas de ropa distintas y las modelara para determinar cuales eran las mejores para ella.
Kuina se probó unos pantalones entubados…
- ¡Oh! Te ves muy linda en esos pantalones, realzan mucho tu figura. – decía Devon viendo a Kuina con sus nuevos pantalones.
- No se si sea mi estilo usar algo tan entallado. – comentó Kuina insegura.
- ¡Tienes que demostrarle al mundo que eres hembra, nena! ¡Y esos pantalones son la mejor manera!
Kuina se probó una blusa de la marca Criminal…
- Es un diseño adorable, pero algo no cuadra. No es que no me guste el diseño, pero en tu cuerpo se ve fatal. - criticó Devon.
- Yo no le veo problema. Tiene un diseño bonito. – dijo Kuina.
- ¿Cómo que no le vez problemas? ¡El color de esa cosa no hace más que resaltar tus pechos flácidos y decaídos! Quizá si no te hubieras vendado por tanto tiempo tus pechitos estarían redondos y se verían bien en esa ropa, pero por ahora te ves horrible. Trata de no usar esa camisa en público, al menos que tengas una chaqueta cubriéndote.
Kuina se probó un vestido de verano blanco…
- ¿Hola, fabrica de muñecas? ¡Se les acaba de escapar una y la tengo acorralada en un baño! – piropeó Devon sonriéndole a Kuina.
- No me gusta mucho usar vestidos. Son algo imprácticos y no van conmigo. – argumentó Kuina.
- ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que los machitos pervertidos de la tripulación te vean los calzones? ¡Esos patanes te espiarán de todas maneras! No tienes que esforzarte en ocultarte. Es más, si quieres les podemos poner show y cobrarles por ver. – se burló Devon.
Kuina se probó unos zapatos de plataforma…
- Muy bien, esos zapatos combinan con la chamarra que tienes puesta. Y te hacen ver mucho más alta y elegante. -comentó Devon complacida.
- Creo que me quedan un poco flojos, además no veo porque debería verme más alta, mi estatura esta bien. – susurró Kuina.
- Tu podrías chupársela a mi capitán sin necesidad de que ninguno de ustedes se sentara, claro que eres una jodida enana. – respondió Devon sarcásticamente.
Y así fue sucesivamente, Kuina se probaba una prenda y Devon procedía a halagarla o criticarla: si Kuina se sentía cómoda con su ropa Devon la atacaba, si Kuina se sentía incomoda, Devon la halagaba y hacía que cualquier cosa que dijera Kuina respecto a su ropa nueva fuera usado en su contra. La mayoría de la ropa que Kuina se probaba era muy femenina para su gusto e incluso en ocasiones podía ser bastante impráctica.
Kuina tenía sentimientos encontrados respecto a Catarina Devon: por un lado, a ella le gustaba mucho el hecho de que Catarina fuera la única persona dentro de la tripulación que se preocupara por ella y le diera regalos, pero por otro odiaba con toda su alma el hecho de que ella la tratara como una muñeca a la que podía vestir y desvestir a su antojo y que, pese a su inmunda apariencia, la insultara y criticara tan duramente por no ser tan femenina y "correcta" como se esperaría. Eso, y el hecho de que Devon fuera una asesina en serie, hacía sentir bastante incomoda a Kuina.
Tras un extenuante maratón de probarse ropa en frente de Devon, ambas salieron del baño y se dirigieron a la sección de comida de aquel centro comercial. Kuina había optado por salir del baño usando un pantalón acampanado carmesí, así como una camisa de manga corta color blanco. "Heart of glass" decía el estampado de la camiseta en letras grandes y rojas. Aquella ropa no le emocionaba a Kuina, pero era el conjunto que menos le había causado conflicto en el baño junto a Devon.
Catarina Devon fue lo suficientemente generosa como para darle a Kuina un gran fajo de dinero para gastar en los puestos de comida que había en el centro comercial, por lo que Kuina se volcó en comprar toda la comida chatarra posible: quería desquitarse del mal sabor que las críticas de Devon le habían causado y no había nada como atragantar sus penas con una deliciosa rebanada de pizza de huevo frito, un tazón de fideos con tocino y una deliciosa malteada de kiwi con crema batida para pasarse todo el coraje que tenía adentro.
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¡Dramas y caballeros! Ya llegó la escena que tanto esperaban: Devon y Kuina de compras, jajaja.
A veces me dan ganas de editar un poco los capítulos anteriores (en especial el capítulo seis), porque creo que retraté a algunos personajes muy fuera de si mismos o de forma inapropiada y tienen algunos errores de redacción y ortografía, sin embargo, no me animo por completo.
Rosslie: La verdad disfruté mucho escribir el pasado de Shiryu en el capítulo anterior, pero creo que es porque soy muy adicta al drama y a la tragedia. Hay algunas teorías locas y headcanons raros del pasado de Shiryu, pero en este fanfic le di un pasado trágico cliché tomando elementos de esas teorías para que quedara chido. Shiryu podrá ser un hombre cruel y misántropo, pero en algún punto de su vida se preocupo por otro ser humano.
Como siempre, agradezco sus reviews, visitas y comentarios, son geniales.
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