Desde aquel día en la nieve. Hope se había calmado.
Había dejado de buscar precipicios de los que saltar o luchar con osos con sus manos desnudas, nunca lo hizo pero le sonaba genial. Había vuelto a la normalidad para alivio de su familia aunque notaban cierto deje de melancolía y añoranza en su mirar pero ella lo ignoraba.
No dejaba de empujarlo de su vida tratando de que no fuera algo importante. Intentando que fuera menos de lo que realmente era. Apartándolo en el fondo de su cabeza a cada momento aun cuando su pecho dolía.
Y había vuelto a pintar. Y se concentraba en el ejercicio o estudiar magia para tener su mente ocupada pero nada podía ser suficiente. Todos lo sabían pero no estaban seguros de que se trataba el problema. Ella lo sabía y aunque lo aceptaba también sabía que lo mejor era estar apartada. Alguien a su alrededor siempre salía herido por su culpa y no quería que volviera a ocurrir.
Hasta que un día no pudo más. Luego de una sesión de ejercicios con Marcel estaba ansiosa. Preocupada por algo. Tal vez culpa de la pesadilla de la noche anterior o su propia debilidad al pensar siempre lo peor. Lo que fuera la hizo encerrarse en su habitación y preparar un círculo mágico, encendió las velas con solo pensarlo y se concentró manteniéndose de pie en el centro.
Prometiéndose una y mil veces que solo vería que estuviera bien. No hablaría o se acercaría. Solo quería verla por un instante...
Confusa apareció en su habitación oscura. Aun en la penumbra sabía que era su habitación y miro a su alrededor preguntándose si había hecho algo mal.
-¿Hope? –. Se giró con rapidez. Encontrando a Josie sentada en el suelo con su espalda recargada en su cama –No puede ser...
La cobriza le sonrió con dulzura sin poder evitarlo. Como una niña atrapada en una travesura y entonces noto la botella de whisky a medio beber que Josie sostenía en su mano –¿Así que ahora bebes?
Josie entrecerró sus ojos con cierta molestia –Tengo catorce y medio. Es lo normal.
-Wow. Toda una niña grande –. Se burló Hope acercándose un par de pasos y se sentó con las piernas dobladas frente a ella.
-Cállate...
-Bien –. Acepto y solo la vio llevar la botella a sus labios para darle un corto trago que le hizo hacer muecas. No pudo evitar sonreir y casi reír pero la mirada de la castaña le dijo que mejor no lo hiciera. En su lugar se hizo hacia atrás recargándose en sus manos y miro a su alrededor –Oh. Aquí está mi libro...
-¿Qué libro? –. Pregunto Josie por inercia.
-Poemas de Gabriel García Márquez. Es bueno... –. Suspiro –Aun no lo terminaba.
-Pues ven por el –. Reto la castaña mirándola.
Hope sonrió. Pura alegría en su pecho salto al ver aquella mirada llena de entereza, de fortaleza que había carecido la última vez que la vio y eso le alivio pero al final negó. Fingió seguir viendo a su alrededor un poco más, notando el reloj que marcaba las dos de la madrugada –¿No deberías estar dormida?
-No. Hubo una fiesta en el bosque...
-¿Y no fuiste?
-No tenía ánimo. Mejor hice mi propia fiesta –. Dijo la castaña con cierto toque molesto en su tono de voz.
-Y vaya que es divertida –. Soltó la cobriza encarándola –Vamos Josie. ¿Qué ocurre? ¿Cómo has estado?
Josie apretó el agarre a la botella y le dio otro trago pero no pudo dejar de mirarla con enojo –¿Enserio? ¿Desapareces por meses y solo se te ocurre preguntarme como estoy?
Asintió con cierta duda –Así es...
Un bufido escapo de sus labios –Pues estoy bien la mayoría del día.
-¿Y el resto? –. La cobriza le miro preocupada.
-Depende el día... –. Soltó bajando la mirada.
Hope se tensó al escucharla y por inercia endureció su mirar –¿Que está mal? ¿Satán sigue molestándote?
Josie la miro al escucharla y rio por lo bajo. Negó viendo la confusión en el rostro de la cobriza –Lizzie le apodo igual...
-Oh, dios. Tener la misma idea que Lizzie Saltzman... me siento sucia –. Acepto Hope haciendo una mueca seguida de un puchero momentáneo –Nunca podre limpiar esto.
Su risa escapo por sus labios sin que pudiera evitarlo. Era tan natural y relajante después de tanto tiempo. Era dulce y cálido pero al terminar el rostro de Josie bajo y lágrimas silenciosas escaparon.
Hope lo vio y se acercó lo más que pudo hasta casi estar sentada a su lado. Si hubieran estado en la misma habitación, ambas notarían la calidez de la otra sin problemas –¿Qué está mal? Josie. Dímelo...
Josie la miro a los ojos y atravesó su hombro invisible con su mano –Esto está mal...
Bajaron sus miradas. Ocultándose su dolor mutuamente pero Hope fue la primera en recuperarse –No Josie. Esto es como debe de ser.
-¿Por qué no volviste?
-¿Cómo podría? Después de todo lo que hice y dije... –. La cobriza se acercó un poco más sin saber porque -No puedo solo aparecer en la puerta y fingir que no pasó nada.
-Papá lo olvidaría... ha intentado localizarte desde el mismo día en que te fuiste –. Endureció su mirar –Mamá también. Y yo. Yo te he enviado cartas y llamado pero tú no respondiste.
Hope bajo su mirar y negó –Necesitaba tiempo.
-¿Tiempo para qué? –. Reclamo la castaña.
Sus miradas se cruzaron y con sinceridad respondió –Para controlar todo lo que pasaba y pasa por mi cabeza.
Josie la miro dolida y susurro –Dijiste... dijiste que estarías conmigo...
-Y lo estoy –. Afirmo Hope al instante. Con firmeza.
Y no pudo evitar tocarla, concentrando su magia todo lo que pudo para que fuera al menos notorio. Deslizando con suavidad su mano en la mejilla de Josie que se inclinó hacia ella cerrando sus ojos. Permaneciendo así un rato sin importar que su poder fuera disminuyendo.
Entonces Josie negó y se apartó –No. No lo estas –. Susurro mirándola –No lo estas y yo estoy aquí. Sola y extrañándote a cada momento... –. La cobriza la miro sorprendida. Aturdida y algo dolida por ver su dolor. Y Josie negó mirándola con fingida determinación –Deja de alargar lo inevitable...
Hope entendió. Como si la golpearan en la cabeza, las palabras le llegaron. Y entendió. Endureció su semblante y asintió dejando caer su mano a la vez que miraba hacia enfrente sin ver nada en específico –Tienes razón... Bye Josie...
-¡¿Hope?! –. Exclamo al instante. Arrepintiéndose desde el momento en que lo dijo e inútilmente trato de sujetarla pero la magia se desvaneció entre sus dedos.
Ella se desvaneció...
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Al siguiente instante. En el siguiente día. Semanas. Meses. Josie lo lamento.
Iba por la escuela fingiendo normalidad. Ya nadie trataba de hacerle bromas desde que Hope la había defendido. Los rumores decían que tenían un hechizo especial que la mantenía siempre vigilada por ella. Eso era bueno.
Penélope aún se acercaba y les daba frases burlonas e hirientes como si se tratara de alguna tonta prueba de valor. En especial a Lizzie que a veces lo soportaba y otras tantas no pero ella no volvió a permitir que le afectara. Al menos no enfrente de ella. Se negaba a darle el gusto.
Así que iba por la escuela como si hubiera recobrado su vida. La normalidad. Y era asfixiante pero no lo mostraba. No hasta que la noche llegaba y envuelta en sus mantas se permitía llorar por ella. De nuevo había tratado de llamarle dos o tres veces cada día. De escribirle. De aparecer a su lado como ella lo había hecho pero no podía. No había respuesta o había sido bloqueada de su mundo. La aparto y eso la destrozaba más que lo que su ex le había hecho.
La navidad se acercaba y Caroline quería animarla. Sabía que no estaba bien. Lo veía con claridad y le sonreía con ternura a la vez que su corazón se rompía. Pensó en organizar una gran fiesta. Un baile navideño donde todos sus amigos estuvieron invitados incluyendo los alumnos que no habían vuelto a su casa para las fiestas.
Y Lizzie estaba deslumbrante. En su precioso vestido y con una gran sonrisa que mantuvo toda la noche pero no su hermana. Josie también había estado deslumbrante pero sus padres podían notar la tristeza en su sonrisa.
Y Alaric se maldijo una y mil veces. Le había fallado y se sentía la peor basura. Sin importar el riesgo llamo de nuevo a los Mikaelson pero en esta ocasión ni siquiera le respondieron. Cambiaron el número.
Caroline suspiro al verlo lanzar la copa al suelo de su oficina con frustración y negó. Se preguntó en silencio si él ya sabía que su hija se había enamorado o si solo pensaba que extrañaba a su amiga.
Camino hasta la habitación de sus hijas. Lizzie seguía abajo bailando con Damon pero Josie casi a medianoche se había despedido. Golpeo la puerta y se asomó al interior. Encontrándola recostada en su cama, aferrándose al lobo de peluche mientras leía un libro de poemas que solo la hacían llorar. Tal vez porque cada uno le recordaba a ella o porque este le perteneciera. No estaba segura.
Se sentó a su lado y la abrazo con suavidad. Josie recargo su cabeza en su pecho y se acomodó mejor dejando el libro de lado pero no el peluche.
-Jo jo jo mi querida niña –. Susurro Caroline con fingida voz grave –Este y todos los años has sido la mejor del mundo... –. Josie sonrió –¿Qué te gustaría de regalo? ¿Un viaje? ¿Un nuevo guardarropa? Di lo que desees y lo tendrás.
La sonrisa de Josie se perdió suavemente y suspiro –Quiero... quiero al menos disculparme...
Caroline cerró los ojos. Ella sabía lo que había pasado. Su hija se lo había confesado entre llanto y sabía que no sería fácil. Era casi imposible no solo porque no sabían donde estaba aunque la había tratado de localizar con magia sino porque el propio carácter de la cobriza siempre había sido difícil. Sabía que no le volvería a permitir acercarse. Al menos no sin tener que luchar.
-Ella no te dejara -. Susurro.
-Lo sé... –. Afirmo Josie –Pero quiero al menos la oportunidad de intentarlo. No solo por pensar y creerlo dejarme vencer. Quiero tratar.
Caroline sonrió con orgullo. Reconociendo su fortaleza y seguridad. Y sonrió contagiándose de ello –Muy bien –. Volvió a cambiar su voz –Jo jo jo. Entonces yo iré por el mundo en mi trineo y la traeré arrastras –. Josie se levantó de un salto y la miro. Su madre acaricio su rostro y le sonrió amorosamente dejando el papel –Lo prometo.
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La alegría estaba en el aire así como el suave aroma del pantano cercano. Había vuelto a New Orleans por las fiestas. A su hogar.
Y se sentía feliz y triste casi por igual. De pie en el balcón observo la calle principal del barrio francés y sonrió con melancolía recordando a su padre en el mismo sitio. Como un rey que observaba su reino. Y ella se sentía igual por alguna razón aun cuando no pudiera quedarse demasiado. No porque corriera peligro. Realmente era su reino y nadie se atrevería a siquiera pensar en tocarla pero estar ahí demasiado tiempo podía llevar a las manadas a hacerse una idea equivocada. Así que estaba ahí de pie. Disfrutando de su penúltima noche en su reino.
La fiesta familiar seguía abajo. Sus amigos más cercanos y las manadas que eran parte de su familia se encontraban disfrutando de una gran fiesta ofrecida por los Mikaelson pero ella necesitaba algo de tiempo. En sus manos un hermoso collar antiguo era jugueteado por sus dedos. Una de las tantas reliquias familiares en la que había clavado sus ojos en el instante en que la vio. Para ella.
Había tratado con más fuerza de olvidarla luego de su última conversación. Reconocía que tenía la razón y no la culpaba o estaba enojada. Lo entendía y le apoyaba pero eso no significaba que doliera menos.
La banda callejera casi frente a su casa comenzó a tocar una de sus canciones favoritas y cerró los ojos. Dejo su mente en blanco y solo se concentró en escuchar "La Vie en Rose".
Y justo cuando los últimos acordes se hicieron oír. Apretó su puño alrededor del collar y bebió su copa de champagne de golpe. Decidirá a dejarla en un lejano cofre en su cabeza así como iba a hacer con el collar que guardo en su alhajero antes de abandonar la planta alta.
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Lizzie estaba furiosa y la cocina había pagado por ello. Era el día siguiente de navidad y su madre había vuelto a irse.
No estaba enojada con ella. No. Esta vez realmente culpaba a alguien más.
-Lizzie cálmate –. Exclamo su hermana desde la puerta.
Y varias cosas volaron hacia ella. Golpeando con fuerza la puerta que había alcanzado a interponer la castaña al retroceder.
-¡¿Calmarme?! ¡Mamá se fue! –. La miro con sus ojos inyectados en sangre –¡Se fue por tu maldita culpa! ¡Prometió quedarse mínimo un mes más! ¡Y tú! ¡Tú me la quitaste! ¡Todo por la estúpida esa! ¡Te odio!
Grito con todas sus fuerzas a la vez que su padre aparecía en el lugar siendo lanzado por los aires a causa de la magia liberada.
Josie corrió hacia el sin importar el tener que atravesar la cocina y Lizzie sintió lagrimas rodar por su rostro asustado a la vez que trataba de forzarse para recobrar el control. Luego de mucho luchar y escuchar como su hermana llamaba a la consejera o Dorian con todas sus fuerzas. Lo consiguió.
Corrió hacia su padre inconsciente y negó llorando –Lo siento... lo siento tanto...
Josie tomo su mano y la miro a los ojos –Relájate. Respira.
Juntas inhalaron y exhalaron a la vez. Los adultos llegaron y Alaric despertó lentamente aunque visiblemente atontado siendo golpeado al instante por sus hijas que se aferraron a él llorando.
-Todo está bien –. Susurro acariciando sus espaldas.
-Lo siento... –. Lloriqueo la rubia.
El negó –No cariño. Está bien. Estoy bien... todo estará bien...
-Si mamá estuviera aquí lo estaría –. Mascullo Lizzie alejándose del agarre para ver a su hermana con enojo. Josie se sintió culpable –Todo es culpa de esa...
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Caroline entro lentamente al sitio. Escuchando como sus pasos retumbaban en la piedra pero trato de concentrarse mejor. No era seguro estar ahí.
Y tenía la razón. De la nada y en un instante. Fue lanzada por los aires cayendo en el suelo del salón con chimenea con fuerza pero apenas lo había tocado cuando una mano la sujeto del cuello y la estrello de espaldas en una mesa de trabajo que crujió. Con simpleza sintió unos dedos penetrar en su pecho y rodear su corazón.
Cerro los ojos con dolor por un momento y al abrirlos se encontró con el rostro de su atacante que le siseo en la cara mostrando sus colmillos.
-¿Nadie te enseño a tocar la puerta? Forbes –. Mascullo Rebeca sin soltarla.
Caroline que apretaba los dientes se forzó a hablar –N-no había...
Rebeca frunció su ceño confusa.
-Mea culpa. Lo siento –. Dijo Marcel a su espalda. Al voltear las rubias lo vieron cargando la gran puerta de madera reconstruida –¿Qué opinas? cariño.
Rebeca le sonrió amorosamente e ilusionada –Me encanta. Te quedo preciosa –. A la vez saco su mano del pecho de Caroline que soltó un jadeo sonoro. Se tomó un momento y luego se sentó viendo como el hombre desaparecía hacia el vestíbulo mientras su esposa se acercaba a una mesa de licores de donde tomo una copa –¿Quieres?
-Más que eso. Creo que lo necesito –. Acepto Caroline.
Rebeca rio un poco y sirvió las copas para luego acercarse. Entregando con amabilidad a la vez que le miraba con cierta seriedad –Bien Forbes. Dime que haces aquí.
Caroline le dio un sorbo a su copa y luego bajo de la mesa. La miro con seriedad –Sabes porque estoy aquí. ¿Dónde está Hope?
La rubia suspiro y dio un trago –Tu familia no se cansa ¿Cierto? –. La miro con frialdad –Con Kol.
Caroline no pudo evitar mostrar su molestia al escuchar la respuesta. Era uno de los peores hermanos a su parecer y al de Alaric que sin duda maldeciría cuando se lo dijera –¿Qué hace con él?
Rebeca elevo los hombros y se recargo con elegancia en el respaldo del sofá a su espalda –Lo normal. Estudia magia con Davina y Kol se encarga de lo físico. Ya sabes. Ser una loba, en especial una alfa natural hace que sea necesario prepararla para la guerra.
-¿Cuál guerra? –. Exclamo la rubia enojada –Es solo una niña. Debería estar en la escuela con otros chicos en lugar de ser entrenada para matar.
Rebeca no pudo evitar sonreir con burla oculta –Es una Mikaelson. La hija del gran Klaus el hibrido y de la reina de los lobos, Hayley. La realeza corre por sus venas y una reina debe estar preparada para derramar la sangre de sus enemigos.
-¡No! –. Caroline la encaro –No lo permitiré.
Y la rubia soltó una fingida carcajada. En un parpadeo volvió a sujetarla por el cuello y corrió hasta fuera del castillo de piedra. El primer hogar de los Mikaelson.
Caroline trato de luchar contra el agarre pero no logro liberarse hasta que fue lanzada a la hierba. Se puso de pie en un parpadeo y se lanzó contra la rubia que en un ágil movimiento le enterró una estaca justo en la boca del estómago. Haciéndola que cayera de rodillas.
-No es tu decisión. Es nuestra –. Susurro Rebeca con firmeza en su oído –Ya demostraron que en su escuela no es bien recibida. Ahora desaparezcan de su vida –. Soltó la estaca y le dio la espalda a la caída para volver con normalidad hacia el castillo -No quiero que vuelvas a aparecer o la siguiente será a tu corazón.
Caroline escupió sangre y la vio alejarse a la vez que sacaba la estaca de su cuerpo. El enojo estaba presente pero pronto se hizo a un lado para darle paso a la preocupación.
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Hope escuchaba música en su habitación y disfrutaba del paisaje que plasmaba con elegancia en el cuadro que pintaba. Concentrada en ello y solo ello.
La puerta se abrió y Rebeca sonrió admirándola trabajar por un rato ya que no había sido notada. Se acercó y beso su coronilla con amor haciendo que el pincel se detuviera.
Hope sonrió con dulzura y volteo hacia su tía que por un instante se fijó en el libro de bosquejos abandonado en la cama donde el retrato de un rostro reflejaba dulzura y cariño.
-Caroline se acaba de ir.
La cobriza tenso su mirar –¿Sabe que estoy aquí?
Su tía negó y fingiendo simple cotilleo tomo el libro que comenzó a hojear –No lo creo.
Noto la sangre que manchaba la blusa ligera de su tía y se tensó –¿Pelearon?
Rebeca le sonrió pícaramente –¿Que son unas cuantas estacas entre viejas conocidas? –. Hope rio un poco pero era evidente que se preocupaba. Suavemente su tía acaricio su mejilla –Tranquila. Solo unos golpes que ya deben haber desaparecido.
Hope suspiro. Sin saber que había retenido el aire y sonrió volteando hacia su cuadro –Gracias por ocultarme.
Rebeca se acercó y la abrazo –Always & Forever –. Susurro haciendo sonreir a su sobrina –Te amo cariño.
Hope sujeto sus manos y volteo a verla –También te amo, tía. Always & Forever.
Permanecieron un rato más en el agarre. Disfrutando el momento y el paisaje pero luego Rebeca se apartó para dejarla seguir en lo suyo.
Cuando iba a llegar a la puerta se detuvo y la miro –¿Algún día me dirás quién es?
Hope volteo a verla confusa y esta le señalo el dibujo en la cama. Sonrió con debilidad –Solo un lejano sueño...
Rebeca asintió. Sin preguntar más abandono la habitación pero al cerrar la puerta sonrió con dolorosa comprensión. Ella reconocía esa melancolía donde fuera.
Tan idéntica a la de su hermano cuando pensaba en aquella rubia que le había robado el corazón sin que ninguno lo deseara. Su último gran amor...
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Hola.
Gracias por leer. Como pueden notar la historia continua y la tengo medio trabajada pero ya que me atreví a publicar en ingles en Wattpad pues me centre mas en esa historia para cuidar el idioma que no es tan lo mio. Tal vez si lo piden les públique la segunda parte pero por el momento aquí queda.
Gracias a todos por su lecturas, a los favoritos y a los seguidores.