Capítulo 5:
Hikaru, el fuego extinto
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Con ilusión y un infinito amor veía el mundo que con su voluntad había salvado. El decreto era perfecto, no podría pasar nada más. Miró con ilusión los brillantes ojos de sus amigas, que esperaban ansiosas de volver a ese mundo mágico que significaba tanto para ellas, que de un día para otro se había vuelta parte vital en sus vidas.
Lo más valioso, lo mejor de la vida que había escuchado, lo repetía constantemente en su mente: «Y yo a ti, Hikaru…», esa declaración de amor, esa parte que se había tatuado en su corazón, esas palabras eran su motor para despertar cada día y no perder la esperanza.
Se había levantado esa mañana con mucha esperanza. Desayunó con calma disfrutando cada bocado, sentía que ese día sería especial, que tendrían un milagro, que regresarían.
Llegó y pudo ver a Fuu recargada en el ventanal donde se podía observar toda la ciudad, ese lugar tan especial en el que habían vivido tantas cosas. Pegada a ella llegaba Umi con un brillo especial en los ojos, no lo expresaba con palabras pero deseaba lo mismo: Regresar.
No tardaron en ponerse a platicar de ese maravillo lugar, se había vuelto su tema favorito, en lo más importante de su vida, por lo menos para ellas si lo era. Fue un milagro, un hermoso milagro todo lo que pasaron.
—Ya pasó un año desde entonces —dijo emocionada recordando aquellas aventuras.
—Sí, y ahora somos estudiantes del "Mundo Místico" —dijo Umi mientras las chicas reían.
—¡Miren! —gritó Hikaru señalando hacia el ventanal.
—¡Oh, qué maravilloso! —expresó Umi extasiada.
—Si, es verdad —dijo Fuu sintiendo emoción en su corazón—, lograron crear un mundo hermoso y pacifico sin un Pilar.
—Fue gracias a la cooperación de todos —opinó Umi conmovida de ver ese hermoso mundo.
—Quiero ir a Céfiro una vez más, pero esta vez sin arrepentimientos, quiero vivir la nueva historia de Céfiro —dijo con esperanza en su corazón, imaginando un mundo feliz al lado de Lantis, una nueva vida en el lugar que las tres habían salvado, una gran esperanza de que su vida sería mejor, mucho mejor.
Con ese pensamiento, con ese amor en el corazón de las tres, con las bendiciones que cada una brindaba a ese hermoso lugar, volverían, volverían antes de lo que pensaban.
El primer año fue fácil, tantas ilusiones puestas en regresar, tanto amor que declarar a su amado Lantis, una vida juntos, convivencia diaria, vivir en paz en ese planeta que tanto amaban. Todos los días se despedía de sus hermanos de una forma muy profunda, esto empezó a extrañar a sus hermanos, se notaba a cientos de kilómetros que Karu estaba enamorada, pero no sabían de quien. Sus hermanos al principio se preocuparon y se encelaron, pero conforme paso el tiempo y la vieron crecer, entendieron que ella irremediablemente tendría que hacer su vida y no tendría que seguir bajo su brazo protector.
Pero hubo uno de sus hermanos que al contrario de los otros, no estaba conforme con el crecimiento de su hermana Hikaru. Se había vuelto más controlador con su hermana, algo hizo "click" en la mente de la guerrera y empezó a alejarse de su hermano. Notó con recelo los accidentes que tenía Kareku con ella, que eran cada vez más frecuentes, entrar al baño mientras ella se estaba desnudando o secándose, entrar a su recámara cuando se estaba cambiando, veía en su mirada vacía un brillo siniestro y maldad. Pero eso no importaba, habían pasado 12 años desde su regreso y aunque no podía ocultar su amargura, aún tenía la esperanza de volver a ver a su amado Lantis. Estos hechos jamás se lo comentó a sus amigas.
Kareku tomó muy mal el comportamiento lejano de su hermana, que de mala gana veía a su hermana, le hastiaba su felicidad y la relación con sus amigas. Karu vio esto con dolor y después como una llamada de advertencia, la relación con su hermano se enfrió aún más, pero esto no enfrió su felicidad. Pronto regresaría y podría hacer su vida. Pronto regresaría con Lantis y formarían una familia. Pronto regresaría y sería feliz.
Las últimas reuniones con Umi habían sido vacías y extrañas, tanto como Karu y Fuu trataban de hacerle la conversación. Sin embargo, solo podía ver al vacío en busca de alguna razón para vivir en esos momentos tan difíciles.
—Umi… —le habló Hikaru mientras tomaba su mano con delicadeza. La guerrera del agua prestó su atención en ella.
—Cuentas con nosotras, ¿sabes que cuentas con nosotras verdad? Te quiero Umi, me parte el alma verte tan mal —dijo mientras la veía a los ojos, sintió un escalofrió cuando vio lo ojos vacíos de Umi posarse en los suyos.
—Lo sé… —contestó con dificultad—, ¿y si todo fue un sueño? —confesó mientras las veía con firmeza—, ¿y si todo lo vivido simplemente lo imaginamos?
Pero no fue así…
Entró a su casa llorando desconsoladamente, se sentía vacía, triste y estaba sumamente desesperada. Había visto las señales en todas partes, cuando murió el padre de Umi, cuando falleció su madre, ahora las había abandonado. Fue a buscarla a su casa cuando tuvo una punzada en su corazón de que algo estaba mal. Umi había desaparecido, se la había tragado la tierra. La habían buscado por meses hasta que un día recibió un correo de ella diciendo lo peor.
Estimada Karu y Fuu:
Sé que es una cobardía de mi parte no darles la cara. Sé que estoy siendo cobarde, pero ya no puedo más, no puedo con este sentimiento de abandono, de no volver a verlos, ya no puedo, ya no. Sé que nunca regresaremos y no me quiero aferrar a esa posibilidad y a esa esperanza de un "tal vez", tengo que rehacer mi vida y tiene que ser lejos de aquí.
Las amo, créanme que sí, pero no puedo vivir teniendo la ilusión de que algún día regresaremos. Tienen que rehacer su vida, pero sobre todo, tienen que hacerse la idea ustedes también de que nunca más volveremos a verlos.
Attentamente:
Umi
Ni siquiera había esperado a abrirla en su casa, la abrió en la puerta, arrugó el papel en cuanto lo vio, se sintió traicionada, que su corazón jamás volvería a unirse nuevamente. Kareku iba de salida y alcanzó a ver a su hermana bañada en lágrimas. Hikaru no tenía cabeza para pensar nada más que en el abandono de su amiga y de su amor ahora imposible.
—¿Qué tienes, Karu? ¿Por qué lloras tanto? —preguntó tomándola de los hombros.
Hikaru se sintió incómoda ante tal gesto, pero no se privó de contestar su pregunta: —Umi… —dijo ahogada en llanto— Umi nos abandonó, se fué de Tokio —apenas si pudo hablar, pues los sollozos parecían interminables como si se tratase de una niña pequeña. Su hermano la tómo de la mano y la llevó hasta la sala.
—¿Por qué se fue, Karu? —preguntó mientras le ofrecía una taza de té a la pelirroja.
—No soportó el dolor de perder a sus padres, no soportó el dolor de no regresar a… —dijo tapándose la nariz y ocultando su cara, su hermano la acercó a ella y la abrazó dulcemente. Después de algunos años se volvió a sentir querida por su hermano, que la relación era como antes.
Se refugió en ese abrazo cómodo y cariñoso, extrañaba su vida de antaño, cuando sus hermanos la protegían, cuando no habían conocido nada de Céfiro, cuando era pequeña y feliz, y su única preocupación eran su perrito "Hikari" y la escuela. Ese abrazo le brindaba sensaciones ya desconocidas y añejas para la guerrera. Fue la primera vez que renegó de Céfiro y de haber salvado ese planeta, empezó a sentir que todo lo que había vivido fue una alucinación. Salió de su comodidad cuando sintió la mano de su hermano tocando su parte baja, trató de separarse pero su hermano tenía la ventaja por la posición en la que estaba.
—No Hikaru, no… —dijo apretándola más contra sí—, me tenías muy olvidado, ¿sabes? Nos hemos separado tanto —exclamó con voz ronca, deforme, como deforme el alma, mientras la apretaba más contra sí.
—¡No… no es cierto! —expresó Hikaru temblorosa y estupefacta, al comprender lo que estaba a punto de sucederle.
—¡Sabes que mientes, Karu! —le dijo su hermano al oído de forma erótica. La guerrera sintió asco por la cercanía de su hermano, y el estómago se le revolvió al sentir un beso en la oreja.
—¡Suéltame, suéltame!
—No hermanita, estamos solos… estaría idiota si te soltara —dijo ahora apretando su nalga de manera dolorosa.
—¡Suéltame! —gritó Hikaru de forma tajante.
—No Karu, no te soltaré —dijo lamiendo su cuello—, es ahora o nunca…
En ese momento Hikaru reaccionó y le dio un codazo en la cara logrando zafarse del sucio abrazo de su hermano.
Kareku la jaló del pie y la azotó contra el piso, Hikaru trató de zafarse soltando golpes a diestra y siniestra para quitárselo de encima, a lo que su hermano le soltó un puñetazo y perdió el conocimiento. Con un pitido molesto empezó a recobrar el conocimiento cuando un dolor punzante y certero la despertó, tenía un dolor horrible en la pierna izquierda, pero nada se comparó con el dolor que sintió cuando se dio cuenta de lo que se trataba: Kareku la penetraba de forma agresiva y dolorosa. Lloró de dolor cuando sintió su interior desgarrarse y comenzó a gritar.
—¡Lantis! ¡Lantis! —gritaba mientras su hermano la abofeteaba sin piedad.
—Sabía que eras una prostituta, ¡lo sabía! ¡Solo quiero tomar lo que es mío, porque tú me perteneces! —el gritó el hermano mientras le escupía en la cara.
—¡Lantis! ¡AYÚDAME, LANTIS! —gritó con mayor desesperación. Era un grito que nunca salió de aquella habitación, que nunca llegó a su verdadero destino. Se perdió entre las paredes de la nada, y nunca halló el camino a los oídos del amado caballero que, sin lugar a dudas, habría salvado a la chica que alguna vez amó.
Hikaru, de repente, dejó de sentir la pesadez del cuerpo de su hermano sobre el suyo, un pequeño milagro liberador… aunque de nada servía, porque la maldición ya estaba consumada y posada en la profundidad de sus entrañas.
Alguien había aparecido para su rescate. Ilusamente, Hikaru creyó que se trataba de Lantis, pero cuando pudo enfocar la vista, vio una pelea encarnecida entre Masaru y Kareku. Masaru trataba de acercarse a su hermana para protegerla, cuando de una patada lo inmovilizó, abrazó a su hermana en señal de protección. Masaru se recuperó del golpe, se levantó para patear y golpear a su hermano. Él la protegió, la protegió con su cuerpo, mientras aquel canalla lo molía a golpes, con mucho esfuerzo, sacó su móvil y se lo dio a Hikaru que sin dudar marcó el teléfono de la policía.
—Mi hermano me violó y está matando a golpes a mi otro hermano, ¡AYÚDENOS! ¡LO ESTÁ MATANDO! —gritó cuando sintió un dolor agudo en la cara.
Ahora no solo golpeaba a su hermano que yacía inmóvil encima de Hikaru, también estaba sintiendo los golpes de Kareku, pero algo llamó su atención, Masaru estaba aun con el ademan de abrazarla pero ya no respiraba. No supo cuánto tiempo pasó hasta que Satoru llegó junto con la policía para arrancárselos de encima.
Su hermano jamás podría olvidar, el semblante de terror de su hermano muerto, la ira y la locura de aquel que estaba siendo inmovilizado y que era causante de la muerte de Masaru y de Hikaru que, golpeada, con sangre brotando entre sus piernas también era inmovilizada por dos policías, lloraba por su hermano muerto, lloraba por aquel que había dado su vida para defenderla.
Cuando llegó Fuu al hospital con Hikaru no pudo decirle nada, se sentó con ella en señal de protección y tomó su mano, Hikaru que había guardado la carta de Umi entre sus ropas, con dificultad y un dolor insoportable en sus piernas, se incorporó para entregar la carta de Umi, cuando Fuu la leyó, tenía un cúmulo de sentimientos en ese momento, sus ojos eran dos ríos de corriente interminable, no pudo decir nada, en su corazón lo sabía, que ella se había ido para no volver.
—¿Trajiste lo que te pedí? —Preguntó Hikaru con mucho dolor.
—Me costó trabajo entrar, pero te traje la ropa que me pediste y el… el medallón —contestó Fuu entregándoselo. Hikaru lo vio y acercó el objeto brillante hasta su corazón.
—Ayúdame a cambiarme —pidió con firmeza.
—Pero estás lastimada, tienes clavos en la pierna izquierda y… —miró el dolor en la cara de Hikaru y calló, su amiga se arrancó el suero de un jalón y la ayudó a ponerse la ropa.
—Vamos al puerto y después al funeral de mi hermano, por favor Fuu, no me dejes sola —pidió mientras se incorporaba y tomaba su mano con fuerza.
—Jamás te dejaré, lo sabes —contestó mientras la abrazaba con suavidad.
Llegaron al puerto una media hora después, en uno de los balcones veían cómo estaba el ocaso, estaba a punto de ocultarse el sol, la palabras de Umi tenían razón, tenían que rehacer su vida.
Sacó el medallón de su bolsillo y lo observó, ya no conservaba el mismo brillo, lo acercó a su corazón y lo mantuvo ahí varios segundos, después lo acerco a sus labios para besarlo y sus labios comenzaron a temblar.
—Tiene razón Umi, tenemos que rehacer nuestra vida, Fuu —y sin más, soltó el objeto.
Ambas lo vieron flotar unos momentos y después fueron testigos de cómo se lo llevaron las olas.
Después al llegar al funeral de su hermano, Hikaru perdió los estribos, no quería soltar el ataúd de su hermano, le suplicaba con lágrimas y a gritos que no se fuera, Satoru trató de jalarla a lo que ella cayó al piso y los clavos le perforaron de más. Perdió la cordura y tuvo que ser ingresada nuevamente el hospital, las heridas que le infligió su hermano quedarían siempre en la memoria de Hikaru, como consecuencia, jamás pudo entablar una relación con nadie y le quedaría una marcada cojera por el resto de sus vidas. A consecuencia de los viles actos de Kareku, perdieron toda posesión y tuvieron que salir adelante con las cenizas de su vida.
•
En el presente…
—Hikaru ¡ya apúrate! —gritó exasperado mientras trataba de ponerse las botas de trabajo con dificultad.
—Ya te dije que yo no voy —dijo molesta mientras no se despegaba de la tele.
—Tienes que ir conmigo, nos van a contratar a los dos, ya te despidieron y no tenemos dinero —dijo mientras se ponía enfrente de la tele.
—No puedo, estoy ocupada —dijo moviéndose para ver la televisión, el avión donde había estado Fuu con su hermana había colapsado y se había estrellado antes de llegar a su destino.
Hikaru se desmayó cuando escuchó en la noticias el triste desenlace de su amiga y hermana, Satoru estuvo a punto de internarla cuando se dio cuenta de que por primera vez su hermana estaba perdiendo la razón, una amiga desaparecida y la otra muerta, aunado a lo que había sucedido en su alrededor años atrás, le daba mucho miedo perderla.
Se preocupó más cuando la vio en el aeropuerto pidiendo informes de Fuu y su hermana, había algo que no cuadraba tanto para ella como para él, Hikaru tenía la reservación de Fuu y Kuu pero no había cuerpos de ellas, había pasado un mes desde el accidente y no habían encontrado sus cuerpos, lo peor, los padres de ambas no se habían presentado para pedir informes. Hikaru estaba en shock y tenía miedo, eso significaba una cosa, estaba en Céfiro, no sabía si con su hermana, pero ella era la siguiente y le daba miedo regresar.
—¡Muévete ya, Hikaru! —gritó el hermano mayor mientras la levantaba de un jalón.
—No te atrevas a darme ordenes —contestó furiosa mientras lo empujaba—. Desde que perdimos el Dojo, te he mantenido sin ninguna queja.
—Karu por favor, acompáñame, lo sé, me mantuviste cuando perdí el sentido de todo, ayúdame Karu, este trabajo será bueno para nosotros, mi amigo te quiere conocer, por favor…
—Ok, vamos a la planta de Sodegaura, pero honestamente no sé qué haría yo ahí —dijo cruzándose de brazos.
—Eres muy buena con la redes, anda Karu vamos, es tiempo de que yo me haga cargo de ti, tendrías que ver las inyecciones y extracciones al ducto de gas.
—¿Gas? —preguntó con curiosidad—, ¿qué tipo de gas?
—Gas LP Karu, gas doméstico —la guerrera comenzó a sudar frío—. Ok, deja me cambio rápido.
—No quiero ir, Satoru. Fuu y Kuu están desaparecidas, estoy muerta de la angustia y no quiero irme de aquí hasta no saber el informe completo del avión ¿Es que acaso no lo entiendes? ¡Fuu es todo para mí! —gritó colérica mientras se levantaba con dificultad del sillón.
—Lo sé, es tu amiga —comentó tratando de conciliar la situación.
—¿Amiga? —se rió amargamente—, ¡hermana! ¡Es una hermana para mi! No quiero perder a más familia Satoru, ya no. Ya perdí a Masaru, Kareku, a Umi… y ahora a Fuu. ¡Tengo que encontrarla! ¡Tengo que hacerlo!
—Lo sé Karu, yo también perdí a mis hermanos, pero por favor apóyame en esto que te pido ¡Y te juro que no descansaremos hasta encontrarlas! ¡Las volverás a ver! ¡Te lo aseguro! Algo en mi corazón dice que así será. Además, yo también estoy preocupado por Kuu…
—Yo sé que siempre te gustó su hermana —señaló Karu mientras se limpiaba las lágrimas.
—Si Karu, te puedo decir que hace años estaba perdidamente enamorado de ella, estoy preocupado, quiero que esté bien —respiró profundo y continuó—. Anda, vamos, por lo pronto consigámonos un trabajo y después buscaremos a las chicas.
EL trayecto fue de casi una hora, la refinería a la que tenían que ir se encontraba muy lejos de su residencia. Había algo que la inquietaba, sentía su corazón intranquilo, como si algo muy malo estuviera a punto de pasarle. Trato de relajarse escuchando música, pero fue inútil. Respiró hondo varias veces sin éxito.
—¿Te encuentras bien, Karu? —preguntó su hermano preocupado al verla tan pálida.
—Si Satoru, estoy bien —contestó metiendo la mano en la mochila cuando sintió algo duro y frío, sacó incrédula el objeto redondo y para su terror el medallón estaba nuevamente en sus manos, como si de un morboso hechizo se tratase. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y empezó a temblar descontroladamente.
—Hikaru ¿qué pasa? Me estas preocupando mucho —dijo mientras la volteaba hacia él.
—¿Te dije alguna vez como conocí a Umi y a Fuu?
—Si, en una excursión en la Torre de Tokio.
—Si te dijera que estuve viviendo con ellas en un mundo extraño, en otra dimensión ¿me creerías? —su hermano la volteó a ver como si tuviera dos cabezas.
—Además de eso, tuvimos que matar al sumo Sacerdote y a la Princesa de ese planeta y regresamos cuando el planeta estaba a punto de desaparecer. He luchado con espadas, tengo poderes mágicos, luchamos con otros planetas enemigos y Rayearth mi genio… —no la dejó continuar mientras le tapaba la boca y la acercaba a él.
—¿Pero de qué mierda estás hablando, Hikaru? —dijo bajito mientras veía como el chofer de la camioneta que los transportaba los veía de reojo—, ¿te has vuelto loca? ¿Poderes mágicos…? ¿Otra dimensión…? ¿Matar a… quién?
—Es cierto Satoru, te lo juro por la memoria de nuestros padres —alegó con lágrimas en los ojos.
—No fue real Hikaru, tranquila nada de eso paso —expresó mientras le daba unas suaves palmaditas en la cabeza, ella empezó a reír de forma histérica, en ese momento el medallón empezó a brillar, Hikaru lo sacó de su mochila y se lo enseñó.
—¿Ves este medallón? Tócalo —contestó mientras lo aventaba a su regazo –¿Qué es lo que ves? ¿De qué época puede ser? —Satoru lo pensó detenidamente.
—¿Quién te lo dio? —preguntó Saturo ceñudo.
—Una persona de mi imaginación me lo dio, ahora contéstame lo que te pregunté —el Shidou mayor le echó un vistazo. Nada en este mundo se parecía a ese medallón, que a simple vista parecía costar una millonada.
—¿Lo robaste? —preguntó aún más incrédulo y preocupado.
—¡¿Serás idiota?!, ¿pero sabes qué? Mejor déjalo así, Umi desapareció con su hijo, Fuu y Kuu desaparecieron ¿No es así? —Satoru asintió—, pues se me hace que hoy regresamos.
—No podemos regresar a la casa Karu, estamos súper lejos…
—A la casa no, Satoru, me refiero a Céfiro. Tengo el presentimiento… el presentimiento de que hoy regresaremos —exclamó frustrada tallándose los ojos con violencia—, y vamos a una planta de Gas LP, mira qué coincidencia…, será muy doloroso.
—¡Ya párale Karu! ¡Me estás espantando! ¡Hablas como una lunática!
—¡No lo soy! ¡Te demostraré que es cierto! —contestó mientras le arrebataba el medallón.
—Karu, dices puras locuras, estoy temiendo por tu salud mental, de verdad que sí —confesó el hermano mayor mientras la veía con aprehensión.
—Te dije que soy la Guerrera de fuego, ¿no? —lo cuestionó con una sonrisa siniestra.
—¡Ya cállate! ¡Me tienes aterrado! —dijo viendo de reojo al conductor que al igual que él, veía a Hikaru aterrado.
Pese a estar viajando con una "lunática", llegaron sin contratiempos a la refinería.
Después de la bienvenida de protocolo por parte del Sr. Nabu, estaban inmersos en una sala de juntas viendo el proceso de interconexiones de Gas LP por todo el complejo. Tenían más de 3 horas en esa reunión y ninguno de los dos se había relajado ni un ápice. Satoru dudaba de la salud mental de su hermana, pero el medallón era algo que no podía obviar. ¿Y si le estaba diciendo la verdad? Salió de su ensueño cuando su futuro jefe le habló.
—Vamos a revisar las instalaciones, estoy segura de que se mueren por verlas —Karu sonrió de forma nerviosa a Satoru y el volteó a ver a su hermana de forma aterrada —si me acompañan, por favor —comentó mientras les cedía el paso y salían de la sala de juntas.
Mientras les explicaba las inyecciones del Gas y las mediciones de flujo, el "futuro jefe" de Hikaru se dio cuenta de la cojera que la aquejaba, se desesperaba cada vez mas de tener que estar esperando a que se emparejara con ellos.
—¿Puedo preguntarte qué te pasó en la pierna? —dijo un tanto hastiado de tener que esperarla cada tanto durante el trayecto.
—Ya lo preguntó, señor —contestó molesta—, ¿de verdad quiere saberlo?
—Por supuesto —contestó firmemente.
—Me violaron y tratando de escapar me rompí la pierna. Después, cuando me pusieron los clavos me caí, ¿también quiere saber si después de mi violación he estado con otro?
—¡Ya basta HIkaru! —gritó mientras la jalaba del brazo, pero su hermana había dejado entrever algo, que el tipo que sería su jefe era un idiota.
El tipo paró de golpe su caminar, acto que imitaron los otros dos Shidou. —Usted señorita no cumple con el perfil del puesto, agradeceré que se retire en este mismo momento —dijo tajante el Sr. Nabu cuando Hikaru notó un ligero olor a gas.
—Ya nos vamos —dijo mientras jalaba a su hermano del brazo.
—Espera Hikaru, ¡necesitamos el trabajo, maldita sea! —dijo muy bajito mientras trataba de detenerla.
—No te preocupes, estamos por irnos a Céfiro, así que… pueden esperar —contestó tartamudeando.
La temperatura empezó a subir de forma acelerada, el olor a Gas era penetrante y fue cuando se escuchó la primera explosión. Cayeron al piso por la onda expansiva y quedaron aturdidos del impacto. Satoru se incorporó y trató de ayuda a su hermana a levantarse, cuando volteó a su izquierda pudo ver las máquinas, mediciones y los ductos pequeños en llamas.
—¡Desalojen! ¡DESALOJEN! ¡Rápido! —gritó el jefe Nabu mientras manoteaba de manera frenética— ¡Protocolo de seguridad! ¡Satoru, Hikaru! Por aquí, sigan… —se escuchó la detonación de la planta en donde estaban y de repente Hikaru vio todo en cámara lenta. Los cuerpos se derretían al contacto con el fuego, se calcinaban de una forma tan lenta que a Hikaru le pareció ridículo. Cuando el fuego alcanzó su pierna izquierda Hikaru gritó y se acercó a su hermano, el medallón brilló cubriéndolos a ambos.
—¡FLECHA DE FUEGO!
Satoru abrió los ojos y se le llenaron de lágrimas pensando en que su hermana estaba loca de remate, pero cuando el cuerpo de Hikaru empezó a brillar y arremetió la explosión protegiéndolo con su poder, se dio cuenta de que su hermana había dicho la verdad y que todo era cierto.
Satoru no podía creerlo, estaba a punto de que le diera un aneurisma de la impresión cuando una luz blanca los cegó a ambos, sintieron vértigo y ambos se dieron cuenta de que estaban cayendo. Al tocar el piso, el golpe no fue nada gentil y cayeron cerca del volcán que estaba en erupción. Satoru sintió un miedo irracional al ver el panorama frente a sus ojos. Estaban en un volcán que flotaba en el cielo, que le daba una vista con un aspecto desolador. El olor a putrefacción era tan fuerte que sintió una sensación terrible de vomitar. Hikaru estaba desmayada pero Satoru con el estrés vivido seguía sin parpadear viendo alrededor.
—No mentías Hikaru, ¡no mentías!, estamos en lo que tu llamaste… "Céfiro".