Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Nota de autor:

Chicas, por error subí el capítulo incompleto, por lo que he eliminado el anterior y subido este, donde hay más escenas y diálogos entre los personajes. Pido disculpas, he tenido la cabeza en muchas cosas a la vez. Espero les guste el capítulo más completo


Recomiendo: This Light – Rose Cousins

Capítulo dedicado a mis lectoras del mes:

Valentina de la Fuente y Claribel Cabrera

.

Capítulo beteado por Melina Aragón: Beta del grupo Élite Fanfiction.

Link del grupo:

www. facebook groups / elite . fanfiction /

Capítulo 34:

El proceso de sanar

PARTE II

"En esta luz, renuncio a mi pelea

(…) Aunque el tiempo se interponga

Quiero que te quedes

Quiero quedarme, aquí en esta oscuridad…"

Grité todo lo que pude, llamando a Edward con desesperación.

—Edward, ¡Edward! —exclamé—. ¡Es él!

—Cariño, tranquila, estoy aquí —me dijo. Pero yo no lo veía por ninguna parte—. Estoy aquí, mi amor. Shh.

Abrí mis ojos cuando sentí sus brazos grandes a mi alrededor, mirando sus tatuajes y luego sus ojos verdes que brillaban ante el sol que salía en pocos segundos.

Estaba llorando, sentía el calor de mis lágrimas rozando mis mejillas. También sudaba, el cabello se me pegaba a la cara, así como mi pijama. Mi cuerpo temblaba de forma compulsa, convirtiéndome en la chica de veintitrés a la que ese hombre golpeó hasta cansarse y pensar que estaba a punto de morir.

—Hey, hey, hey —me dijo mientras se arrodillaba en la cama, tomándome las mejillas entre sus manos—. Bella, estoy aquí, soy yo, Edward.

Cuando comprendí que todo había sido un sueño, boté el aire y el llanto aumentó, de tal forma que solo pude sostenerme de esos mismos brazos fuertes. Él me besó la frente y me apretó a su cuerpo, logrando calmarme poco a poco.

—Estoy aquí —insistió, calmándome de a poco—, no voy a irme, siempre estaré a tu lado.

Contemplé su rostro y lo besé, quitándome la angustia de adentro. Él me sostuvo la barbilla y luego fue dejando más besos en mi cuello, clavícula y hombro.

—Creí que él estaba aquí —musité al separarme, juntando mi frente con la suya.

Pestañeó.

—¿Quién?

Decir su nombre hacía que me ardiera el estómago.

—Dimitri.

Pestañeó y tragó.

—Él no volverá a aparecer en tu vida, estoy yo, siempre estaré yo, ¿bueno?

Lo abracé muy fuerte, sujetándome de su cuello y cerrando mis ojos.

—Prométeme que así será.

—No debo prometértelo, te lo juré cuando pedí que fueras mi esposa —sostuvo.

Suspiré.

—Fallé con ese hijo de… Con Royce —bramó—. No volveré a hacerlo con nadie más, aun si tengo que ser el hombre que dejé atrás.

Tragué.

—Tengo tanto miedo —susurré, escondiéndome en su pecho.

Odiaba sentir lo mismo de hace tantos años. Sabía que no era mi culpa, pues los vestigios de su maltrato nunca iban a irse. Sí, era una mujer más fuerte que antaño pero seguía sintiendo miedo, esa algo irracional y no podía controlarlo.

—Lo sé, es normal que tengas miedo, cariño —me dijo al oído—. Solo dime cómo quitártelo y lo haré, ¿sí? Haré lo que sea por ti, nena, no importa cuán difícil sea. Y si no hay manera de que el miedo deje de existir, entonces te acompañaré a vivirlo, nunca lo dudes.

Besé su pecho y pasé mis manos por sus pectorales, mirando los dibujos de tinta en su piel.

—Solo ámame, es lo único que necesito para estar mejor. Ámame y nunca dejes de hacerlo.

Sonrió y tomó mi mano.

—Eso ya lo hago. Te amo.

Respiré hondo, envuelta en él, en esa trinchera que era su fuerza, su compañía y sí, su amor. Tenía a mi Bestia, estaba aquí, conmigo.

—Cariño… Tú sabes que hay algo que nunca podré prometerte y lo sabes, ¿no?

Tragué, mirando a sus ojos.

—Edward —murmuré, suplicándole que no mantuviera esa idea.

—No voy a prometerte jamás el quedarme de brazos cruzados mientras veo que alguien se aprovecha de ti o si te hace daño… —Tensó la mandíbula—. Si llego a tener nuevamente a alguno de esos… mal llamados hombres… Seré Botas Rojas, y mucho peor, si tengo que derramar sangre para defenderte, lo haré.

Escondí mi rostro en su piel y Edward volvió a abrazarme.

—Tocaron una parte de mí que ya no tiene vuelta atrás. El odio que siento por cada maldito que nos hizo esto y a ti… No puedo manejarlo, es desbordante. Si vuelven a hacerte daño no voy a aguantar un solo segundo, ni uno solo —siguió diciéndome.

Me aterraba. No quería que se pusiera en peligro.

—No quiero que te separes de mí —murmuré.

Arqueó las cejas, ablandando su mirar.

—¿Por qué he de separarme?

Tragué.

—Porque es ponerte en peligro… Tengo miedo… Mi sueño…

—Él nunca volverá a tocarte.

—¡No tengo miedo por mí, sino por ti! —gemí.

Sonrió, muy tranquilo.

—Sabes que daría mi vida por mi chica.

—Pero yo no quiero una vida así.

—¿Así cómo?

—Sin ti a mi lado.

Besó mi frente.

—No voy a prometerte algo que no voy a cumplir. Lo que sí prometo es darlo todo por ti, nadie más volverá a tocarte, y si tengo que convertirme en una bestia por ti, aquí me tienes, listo para protegerte cuando no puedas hacerlo por ti misma.

Cerré mis ojos y lo besé de manera desesperada, odiando que me pusiera en esta posición. Lo quería a mi lado… Siempre.

De pronto, abrieron la puerta con cuidado, dejando entrar a los perros y luego a dos pequeños curiosos que estaban fisgoneando si sus padres estaban despiertos.

—¡Están juntos! —exclamaron, saltando a la cama con nosotros.

Nos largamos a reír aunque para mí resultó inevitable sentirme un poco culpable por haberles hecho ver a su mamá tan triste durante días. Bueno, seguía sintiéndome deprimida pero no quería mantener esa actitud, alejar a los demás era algo imperdonable a estas alturas, en especial al hombre que había estado para mí y que me necesitaba.

—Se han despertado muy temprano —dijo Fred, acomodándose junto a Edward, quien lo abrazó mientras lo metía a la cama.

—Mamá se sentía un poquito mal así que despertamos antes para un rico desayuno juntos, ¿qué les parece? —inquirí, peinando el cabello de Agatha con mis dedos.

—¿Y durmieron juntos? —preguntaron al unísono.

Edward y yo nos reímos y asentimos.

—Dale un beso, papi —pidió ella, como si tuviera miedo de que su familia, la que siempre había soñado, se desmoronase ante la lejanía de nosotros.

Me rompía el corazón pensarlo.

Mi Bestia sonrió y me buscó, dándome un beso suave, el que terminó con un te amo tan dulce que me hizo estremecer.

Los chicos estaban felices y yo quise contagiarme con ello. Era necesario.

.

Habían pasado cuatro semanas exactas desde que sucedió aquel trágico momento. No había día en que no lo recordara pero bien decían que el tiempo no cura, te hace aprender a lidiar con los recuerdos y el dolor.

Durante toda esta lucha, que a veces eran difíciles debido al dolor que conllevaba una pérdida, no habíamos estado solos, más bien estábamos más unidos. No quería que nos perdiéramos como pasó en esos días, quería estar con él todo el tiempo y Edward no escatimaba en demostraciones de afecto. Amaba cuando mi Bestia era aún más dulce por dentro y más fuerte por fuera. Y bueno, nuestras familias estaban ahí para nosotros, siempre, sin dudar ningún segundo, así como también mis amigos. James no perdía momento en venir y hacernos pasar un buen momento con su alegría, así como tampoco Victoria, que siendo una psicóloga tan buena, era capaz de hacerme ver las cosas de manera diferente, pero no solo conmigo, sino también con Edward. Éramos dos los afectados, un padre y una madre, él necesitaba calor, contención y apoyo, tal como yo.

Con Rose no había podido hablar pero estaba tranquila de saber que ella se encontraba bien desde que la encontraron a salvo… así como también su hijo.

A veces y en mis más profundos pensamientos, la envidiaba. Rosalie iba a disfrutar de su bebé, en cambio yo…

Suspiré y me acomodé la cinta en el cabello. Terminé de ponerme un poco de labial y sonreí, queriendo ver las cosas como antes, con alegría y optimismo.

Edward estaba esperándome afuera, por lo que me decidí a dar el paso adelante.

El sol era muy intenso y en el jardín se escuchaban los pajarillos desde las copas de los árboles.

Fue liberador.

¿Hace cuánto no salía de casa y de la cama? Ya no contaba los días. Miré a las flores que brotaron y no me di cuenta, noté la piscina llena de juguetes, los que Agatha y Fred habían estado esparciendo para jugar y luego sentí el viento primaveral en cada parte de mi piel.

Cerré mis ojos y me pasé una mano por el vientre, lo que hizo que quisiera llorar.

—Gracias por salir conmigo —susurró Edward, detrás de mí.

Me tocó en el mismo lugar donde tenía puestas mis manos y eso hizo que se me escapara un gemido.

—Era un chiquito —le dije, recordando lo que Victoria me pidió que pensara.

Él se dio la vuelta con los ojos llorosos.

—¿Eso crees? —me preguntó.

Asentí.

—Mi Puntito era un nene. —Sonreí y luego lloré—. Era… idéntico a ti.

Su barbilla tembló.

—Era… idéntico al hombre que amo… y sería el mejor amigo de Agatha y Fred —asumí.

Me besó la frente y me abrazó, sacándome otro gemido.

—Gracias por salir. Necesitaba que lo hicieras —me dijo al oído.

Lo miré.

—Quería llamarlo Tommy —le confié.

—Tommy. —Sonrió, asintiendo a la vez—. Nuestro Tommy.

Tragó.

—Edward —susurré.

Recordé la llegada de Jane, hermosa, despampanante, joven y vivaz, y entonces me miré al espejo con los ojos llorosos, hinchados y el pijama desastroso entre los edredones.

—Sé lo que vas a preguntarme, estabas muy enojada.

Yo crispé mi rostro.

—¿Has dejado…?

—No me lo preguntes.

—Edward.

—¿Qué si he dejado de amarte? —inquirió con furia.

Miré al césped.

—¡Jamás! —espetó—. ¿Me escuchaste bien? ¡Jamás dejaría de hacerlo! Quiero que seas mi esposa, eres la madre de mis hijos y… y… a pesar de lo que sucedió… —Su voz se quebró y yo lo vi destrozado, vulnerable y muy roto—. Mi amor por ti no mermó y no lo hará jamás. Y aunque te hayas sentido insegura de que ella haya venido a apoyarnos, yo sigo viéndote como la mujer más hermosa de este maldito mundo de mierda, porque junto a mi familia, esa que hemos creado, han sido lo único que han hecho de mi realidad un lugar mejor. ¿Me entiendes? —Me tomó la barbilla, mirándome a los ojos—. No pienses que esto me alejará de ti, ¡eso nunca! Estamos juntos, mi amor, ¡juntos!

Solté un sollozo y lo abracé, cerrando mis ojos con fuerza.

—Lamento haberte dicho tantas cosas —murmuré, pasando mis manos por su pecho.

—Nunca lo lamentes, estás herida, tan herida como yo. Pero mírate, sigues siendo fuerte, mi Rompecoches… Mi nena… —Se rio, haciendo que lo mirara—. Y te has puesto el vestido que más me gusta.

Lo besé mientras seguía llorando y él me recibió con el mismo deseo y amor de siempre. Fue como volver a casa luego de tanto llanto, desesperación y dolor.

—Quiero que nuestro Tommy tenga un recuerdo terrenal —murmuró, besándome ahora la barbilla y luego el cuello, todo con lentitud.

—¿Cómo lo haremos? —le pregunté, mirando a esos ojos verdes que tanto me calmaban.

—Ven conmigo —susurró, tomando mi mano.

Me dirigió hacia el árbol más frondoso y ahí vi diferentes globitos en forma de estrella. Aquello volvió a romperme en pedazos.

—Edward…

—Tommy es nuestro bebé estrella —dijo con la voz pesada—. Estuvo en ti y se fue en ti, pero es parte del cielo, como una estrella fugaz, nos hizo felices por unas semanas, pero seguirá brillando.

Yo sonreí mientras lloraba sin poder calmarme.

—Y aquí tengo esto —afirmó, entregándome una pequeña bolsita blanca con unas semillas—. Estas son semillas del cerezo. ¿Sabes qué significa su flor?

Negué y lo volví a mirar a los ojos.

—Su flor simboliza la transición de la vida, es sencilla, inocente… Nuestro Tommy lo era. —Lo vi llorar—. Quiero que plantemos esto juntos, y por cada raíz, cada hoja y cada flor que juntos veremos crecer, significará que Tommy sigue con nosotros. ¿Estás conmigo en esto?

Sus gestos… Oh, Dios, sus gestos y su forma de querer hacerme feliz incluso en este maldito momento.

Me subí a su cuello y lo besé, abrazándome a mi hombre, no queriendo soltar su fuerza y su misma sensibilidad.

—Te amo —le dije contra los labios—. Nuestro Tommy siempre va a estar con nosotros.

—Te amo, nena, te amo y siempre estaré aquí. Tommy crecerá y florecerá, y como una estrella también se quedará.

Sonreí.

Así sería.

El tiempo no curaba, no cuando un hijo había dejado la vida de sus padres. Nosotros aprenderíamos a llevar la pérdida, juntos, como habíamos hecho este tiempo.

Nos agachamos frente a la tierra fértil y él la abrió para que juntos pusiéramos las semillas. Puse un poco y Edward el resto, a la vez que terminábamos por llorar nuestro último resto de dolor, al menos por un tiempo. Agatha y Fred también nos necesitaban y también sentían todo pero aunque fueran solo dos pequeños de seis y siete, nos habían enseñado que Tommy seguía aquí y así sería siempre.

—Thomas Cullen… —jadeé, acariciando la tierra—. Te amaré siempre.

Edward se limpió las mejillas con el dorso de su mano y tapó las semillas con cuidado. Noté que iba a hablar pero no pudo, lo que me quebró por un instante. Así que terminé de echar un poco más de tierra, le hice apoyar la espalda en el tronco del árbol y me senté sobre sus piernas, acariciando con dulzura su nuca y sus cabellos. No tardó en abrazarme, manteniendo esos brazos suyos que me gustaban tanto, confiándome una vez más su dolor. Aquello no iba a desaparecer, jamás iba a ser así pero confiaba en que juntos podríamos dejarlo a un lado.

—Lo siento —me dijo—. Sigue siendo igualmente difícil para mí.

—No lo sientas, cariño —lo tranquilicé al oído—. No quiero que actúes como un hombre que no siente, no lo hagas por mí, yo también estoy aquí para abrazarte.

Quería que lo expresara aunque le costase. Para mí no iba a cambiar mi forma de verlo por ser testigo de su llanto. De hecho, bajo cada circunstancia, me iba enamorando más de él.

—Quisiera retroceder el tiempo —murmuró, acomodando su rostro en mi cuello.

Al cerrar mis ojos sentí que se me escapan las lágrimas.

—Ya no se puede. Debemos intentar mirar hacia el futuro, sé que a Thomas le habría gustado que así fuera, aunque la verdad era bastante pequeñito. —Me reí pero luego comencé a sollozar otra vez.

Me acomodó dentro de sus brazos y ahí me quedé, solventando junto a él lo que ningún padre debería nunca vivir.

Esperaba que pronto dejara de quemar de esta manera.

.

Fred se rascaba la cabeza ante la frustración, mientras que Agatha escribía pacientemente en su cuaderno. Hacer la tarea de caligrafía siempre era un suplicio para mi hijo.

—Tienes que seguir intentándolo, Saltarín, tú puedes —instó Edward, dejando a un lado las pesas.

Yo estaba terminando de hacer la cena mientras los miraba en su posición pero especialmente detenida en la manera en que a Edward le caía el sudor por el cuello y parte del pecho. Era tan sexy que me sentí estremecida desde mi lugar.

—Soy muy malo para esto —gimió Fred, dejando el lápiz a un lado.

—Creo que eres fantástico —corrigió Edward—, solo debes tener paciencia. ¿Sabías que yo era muy malo para esto también?

—¿De verdad, papá?

Dejé de escuchar porque el timbre había sonado.

—Voy yo —avisé, arremangándome la camiseta.

Al abrir, casi me caigo de culo al ver que se trataba de Félix, aquel doctor que había llegado a desbordar a mi Bestia de los celos más intensos alguna vez experimentados. Sí, eran primos pero vaya que se odiaban en su momento.

—H… Hola —tartamudeé, apoyada en la puerta.

—¿Interrumpo algo?

Levanté las cejas.

—No, claro que no.

Él venía con su bata de médico junto a su maletín.

—Discúlpame. Pasa.

Dio un paso adelante cuando yo se lo permití y enseguida sonrió de manera cálida.

—Supe todo lo que pasó. Créeme que lo siento mucho.

—Gracias, Félix, yo…

—Félix —exclamó Edward, usando un tono de voz neutral y más grave de lo normal.

Al girarme lo vi con los brazos tensados mientras sostenía una de las inmensas pesas, llevando sus guantes sin dedos que le hacían ver aún más rudo de lo que ya era.

—Solo vine por dos cosas, descuida, Edward.

—¿Puedo saber a qué? —inquirió, poco educado cuando se trataba del hombre que en más de una ocasión me invitó a salir.

—Quería asegurarme de que estuvieran bien. Sé lo difícil que puede ser perder a un hijo y lo sabes, Edward, seguimos siendo primos a pesar del problema que hubo hace algún tiempo.

Me sorprendí. ¿Cómo es que…?

—Sí, Bella, yo también perdí un hijo en similares circunstancias. No es fácil y en cuanto lo supe quise venir a darles mi apoyo a pesar de todo lo malo que sucedió en un pasado —aclaró—. Además, tengo muy presente la situación de su hijo y quiero devolverles un poco de felicidad.

Edward cambió levemente su expresión y lo instó a pasar a la sala de una manera no tan amable pero más calma que en otra oportunidad.

—Estoy interesado en hacer una mejoría en el tratamiento de los pequeños menores de ocho años con uso de colostomía —nos contó, juntando sus manos entre sí mientras se sentaba frente a nosotros.

Levanté mis cejas.

—¿Cómo es…?

—Es un proyecto importante, muy caro y cuidadoso. Quiero que el pequeño Fred sea parte de él.

Pestañeé, todavía sin poder creerlo.

—Todo será costeado por la fundación de la que soy parte. No tienen que preocuparse por absolutamente nada. La idea es darle una sonrisa a estos pequeños que han tenido que vivir con una colostomía durante toda su vida —afirmó Félix.

Me llevé una mano al pecho, imaginando la posibilidad de darle un mejor futuro a mi hijo. De solo imaginarlo se me levantaban los vellos del cuerpo y me estremecía de pies a cabeza.

—Vaya —masculló Edward. Lo miré; estaba emocionado—. No sabía que estabas en eso… Tampoco que…

—¿Que había pensado en él? —Rio con suavidad—. No voy a mentir, también lo hago por Bella, hay cosas que no son fáciles de olvidar.

Edward levantó su ceja, así, como una bestia dispuesta a clavarle los colmillos a quien se atreviera a más conmigo.

—Pero descuida, me gusta la familia que han formado.

Tomé la mano de mi hombre y él la sujetó con fuerza, acariciando parte del dorso con su pulgar.

—Fred… Todo cambiará para él. —Mi voz se quebró y yo me puso la mano en los labios, tan emocionada que temía llorar—. Félix, es maravilloso, siempre quise poder darle lo mejor y entre eso era darle una calidad de vida…

Boté el aire, queriendo correr hacia mi hijo y abrazarlo para decirle que su vida podría cambiar más pronto de lo que creía.

—Hay muchos estudios que debemos hacer pero por lo pronto él es el primero en la lista. Una vez te prometí que te ayudaría y creo que es el momento —sentenció.

—Gracias, Félix, de verdad, muchas gracias —dijo Edward.

—Ahora, quisiera contarles un poco qué debemos hacer. Me quedaría tranquilo también conociendo un poco más al pequeño Fred.

—Por supuesto. Te traeré un café, es lo menos que puedo hacer.

Sonrió.

—Claro, encantado.

Me levanté y los dejé un momento a solas, necesitaban hablar luego de lo que sucedió la última vez. Una vez que preparé el café, fui con una charola devuelta a la sala, desde donde podía escuchar que hablaban de manera más amena.

—Aunque no lo creas, estoy feliz de saber que has olvidado a la chica de esa fiesta —dijo Félix entre risas.

Paré enseguida y fruncí el ceño.

—¿La chica de la fiesta? —inquirió Edward.

—¿Recuerdas la chica de la fiesta? Me hablaste de ella por tanto tiempo. Fue cuando asististe a esa mierda de la universidad, hace más de seis años.

Edward se quedó un momento en silencio.

—Claro… Ella —murmuró, como si se llenara de recuerdos.

Tragué.

—Aún no puedo olvidar esa peluca —musitó Edward en respuesta.

—Creí que ella iba a ser siempre la mujer que te robaría el corazón pero ya veo que conociste a Bella y todo cambió para ti. De verdad estoy contento por ello, yo…

Félix dejó de hablar porque había notado que yo estaba escuchando. La expresión de Edward cambió de manera repentina.

—Aquí está el café. —Le puse la taza sobre la mesa—. Iré a buscar… algo más.

Me marché a la cocina, mordiéndome el labio ante lo que había escuchado. ¿Una chica? ¿Quién era esa?

—Hey, nena, eso que…

—¿Quién era ella? —le pregunté, cruzándome de brazos mientras me apoyaba en la encimera.

Frunció el ceño y sonrió, como si estuviera frente a una muchachita furiosa.

—O mejor, ¿por qué nunca me habías dicho que te habías enamorado de alguien en el pasado? Félix habla como si ella fuera… —No quise seguir hablando.

—¿Cómo si fuera qué?

Tragué.

—Como si fuera un gran amor o algo así —gruñí, queriendo hacer un puchero.

Comenzó a reírse mientras me tomaba desde las caderas.

—¿Estás celosa por una mujer de la que supones cosas? —inquirió, queriendo besarme.

Lo eludí, porque sí, estaba muriendo de celos.

—¿De la que supongo cosas? ¿Cómo es eso de que aún no puedes olvidarla? —Estaba elevando la voz sin darme cuenta.

Volvió a reírse.

—Solo fue una mujer de la que guardo muy buenos recuerdos, pasó hace años, más de siete, ni siquiera sabía su nombre… —Suspiró—. De hecho, nunca lo supe.

—Ella fue muy importante para ti, ¿no?

Se encogió de hombros.

—Fue un haz de luz en medio de la oscuridad, una aventura de una noche y no, no voy a mentirte, me gustó mucho —afirmó.

Seguí cruzada de brazos, recordando como hablaba de su ¿peluca? ¿De qué demonios…?

Me comían los celos de una manera tan profunda que no lo dejaba tocarme.

—Pero ¿sabes una cosa?

Negué mientras apretaba la mandíbula.

—A ti te amo —susurró, besándome el hombro con suavidad.

Sentí escalofríos deliciosos en cada porción de mí.

—Veo que tendré que ponerme una peluca desde ahora en adelante —gruñí.

Su risa me exasperaba.

—Te amo, tú eres el amor de mi vida —me susurró, subiendo con más besos por mi garganta hasta mis labios. Nos quedamos respirándonos mientras teníamos nuestras frentes juntas—. Y la que será mi esposa serás tú, a la que quiero hacerle el amor una y otra vez es a ti —siguió diciendo, tomándome del culo con fuerza bruta. Yo me aferré de sus grandes brazos tatuados—, es contigo con quien quiero pasar mil aventuras y más, solo tú.

Suspiré, dejándome llevar por sus caricias a pesar de los celos que sentía dentro de mí.

No podía evitarlo, porque era inevitable no darse cuenta de que esa mujer de peluca le había provocado muchas cosas en el pasado.

Si tan solo supiera quién era.

—Eres completamente mío, Edward Cullen —gruñí, aferrándome a su cuello—. No quiero compartirte con los recuerdos de esa chica con peluca.

—No tienes que hacerlo —susurró, mordiéndome el cuello hasta sacarme un leve gemido—. Nunca tendrás que compartirme con nadie, nena, porque soy tuyo por completo, tú lo has dicho. Y te amo, recuérdalo. Solo no voy a mentirte, ella sí fue importante, un recuerdo de una sola noche que ya no recuerdo tan bien. Solo ten claro una cosa, ¿bien? —Me tomó la mandíbula de esa manera dominante que tanto me gustaba—. Tú eres la mujer de mi vida, a ti te amo, te deseo, te admiro y te quiero conmigo todo el tiempo posible, solo quiero que tú seas mi esposa, nadie más.

Me deshice ahí, entre sus brazos, y solo pude responderle con una mordida en uno de sus dedos, para después llevármelo a la boca mientras miraba a sus ojos, que poco a poco se tornaban oscuros como la noche.

—No hagas eso, mi amor, no ahora. —Bufó, acercándome a sus labios para besarme.

Lo recibí, queriendo decirle que sí, que yo también era suya por completo y que era el hombre de mi vida. Y es que nunca había sentido unos celos así, unos que nacían desde mi interior. Era algo tan extraño.

.

Estaba intentando retomar mi escritura, tomando en consideración que tenía otro libro que terminar, uno que la editorial esperaba con total desesperación. Era difícil intentar escribir cuando aún sentía dolor pero lo intentaba.

De pronto, sonreí, escuchando cómo Agatha y Fred reían a carcajadas mientras Edward jugaba con ellos. Era algo hermoso de lo que me aferraba cuando a veces sentía que la tristeza era demasiada para levantarme.

Precioso y Preciosa se levantaron y se acercaron a la puerta, alertándome. Segundos después, sentí el sonido del timbre y el canturreo de los Cullen, algo inconfundible. Cuando les abrí, recibí el abrazo de Esme, Carlisle y de Nana, esta última echando los últimos vestigios de su cigarrillo antes de apagarlo contra la pared.

—Cariño —dijo la madre de Edward, instándome a ir hacia el sofá.

Yo aún estaba un poco adolorida desde la última vez.

Cuando Edward y los pequeños entraron a la casa y vieron que había visitas, la alegría aumentó, en especial para mi Bestia, que aunque a veces se hiciera el fuerte hasta el punto de hacerse daño, sabía que necesitaba de ellos con locura, en especial en estos tiempos.

Habían traído todo para hacer pizza, una de sus especialidades. Agatha y Fred fueron corriendo a cocinar, muy entusiastas por pasar tiempo con ellos. Nana se acomodó a mi lado, aprovechando un momento para hacer algo muy dulce, lo que contrastaba con su aspecto duro.

—Seguirá doliendo —susurró, acariciando mi brazo—, pero créeme que estamos todos aquí.

—Edward me contó lo que sucedió en su pasado. Siento si eso le incomoda.

Sonrió y negó.

—Sabía que tarde o temprano iba a hacerlo y quería que así fuera. —Suspiró—. Somos muchas las mujeres que debemos pasar por esto, es algo que no queremos pero que inevitablemente sucede. Solo no quiero que esto afecte lo que tienen y que tampoco dejen de soñar con la posibilidad a futuro.

Nana tenía razón.

—Solo de momento, siéntelo todo, es lo mejor.

La conversación entre las dos cambió pues ambas necesitábamos olvidar por un instante. Nana prefirió distraerme con las noticias de los preparativos de su boda, lo que me llevó a pensar en la mía… y en Edward.

Luego de ello, Esme vino conmigo para descansar de la cocina y Nana fue con ellos. Ella, tan madre en todos los aspectos, no tardó en abrazarme como lo habría hecho Renée.

—Lo que más queríamos era venir pero también esperábamos darles su espacio.

Esme se acomodó a mi lado y siguió acariciándome el cabello.

—Sé cómo es mi hijo y aunque le pedimos que nos aceptara las llamadas, no quería hacerlo. Siempre haciéndose el fuerte por los demás —susurró.

Lo miré mientras tenía a Agatha en su cuello y a Fred en el pecho, contemplando las fotografías de la boda de los Cullen.

—Gracias por preocuparte, Esme —dije, mirándola a los ojos.

Me dio un abrazo maternal, lo que me ayudó a sentir que todo esto podía pasar en compañía. Edward también necesitaba a su familia, al menos la que tuvo de pequeño. Sus padres estaban preocupados por él y querían lo mejor para su bienestar, al igual que Nana.

—Eres la chica más fantástica que pudo conocer mi Edward —aseguró—. ¿Cómo no voy a preocuparme por ti y por mi hijo?

—Estoy de acuerdo, es la mejor del mundo —afirmó él, tomándome de la cintura para acercarme a su cuerpo.

Suspiré y toqué su pecho, disfrutando de su mirada verde y tan intensa. Al instante me abrazó y me besó la frente, sosteniéndome con esa fuerza que me recomponía en un segundo.

—Te amo, nena —me dijo al oído—. Estoy deseando que llegue el día.

Estaba mirándome el anillo y yo le sonreí, añorándolo. El duelo para nosotros era difícil, demasiado, pero ¿esta no era una forma de demostrar que podíamos salir adelante? Amaba a mi Tommy y lo recordaba con tanto dolor. Quería tener la esperanza de que luego de esto saldría el sol.

—Muero por ser la Sra. Cullen —afirmé, subiendo mis brazos a su cuello, empinándome para estar más cerca.

Escucharlo de mis labios lo ponía contento. Las marcas por haber perdido a nuestro hijo disminuían cuando aquello sucedía. Eran cicatrices que nunca iban a irse pero sí podían sanar y lo necesitábamos. ¿Cuándo ocurriría? No lo sabía. Sin embargo, era nuestro propósito.

—La esposa de la Bestia —murmuró y luego me dio un beso apasionado.

—Consíganse un cuarto —nos regañó Nana, entrando con su bastón mientras Carlisle venía detrás de ella, sosteniendo el resto de las fotografías.

—Déjalos que se amen, mamá —dijo él, depositándolas sobre la mesa del café.

Nana nos guiñó un ojo y sonrió.

—La esposa de la Bestia —susurré, escondiéndome en su pecho—. Suena tan bien.

—Solo tuya, de nadie más —me comentó al oído, haciendo que los vellos de mi cuerpo se levantaran.

De reojo vi cómo Agatha y Fred revolvían entre las fotografías, muy curiosos.

—¿Esos quiénes son? —preguntó mi pequeña.

—Ese feo de ahí es tu abuelo Carlisle y quien la acompaña es Esme. No sé cómo fuiste a fijarte en mi hijo en ese instante —le dijo a ella.

Nos acercamos para ver a un Carlisle de cabello largo y barba frondosa. Debía tener diecinueve o veinte.

—Era guapo —contradijo mi suegra, abrazándolo.

—¿Lo ves, mamá?

Nana puso los ojos en blanco.

—¿Y esa es abuelita Esme con papi en su barriga? —inquirió Fred.

Nos sentamos en el sofá con los pequeños en el medio, viendo los recuerdos.

—Oh, mira qué linda fotografía —dijo ella, muy emocionada—. Sí, es papá. Tenía siete meses.

Suspiré.

Era inevitable ponerme a pensar en que hoy estaría cumpliendo doce semanas de embarazo. Hoy podría haber conocido el latido de su corazón y su rostro, al menos un poco…

Dolía muchísimo.

Edward lo notó y entrelazó sus dedos con los míos, besándome los nudillos mientras me miraba a los ojos.

—Esta foto es mi favorita —afirmó Nana, mostrándoselas a todos.

Era un pequeño de seis o siete años, usando un bonito traje de león.

—Quita eso, abuela —dijo Edward, muy avergonzado.

Levanté las cejas.

—¿Eres tú? —inquirí, enternecida.

Tomé la foto y lo miré, enamorada de ese pequeño tan guapo. Era tan adorable.

—Miren, ¡es papá! —les dije a Agatha y a Fred, que hacían sonidos de ternura.

Edward estaba sonrojado pero tomó la fotografía para mirarla con ellos. En un momento, su rostro pasó por una extraña expresión mientras contemplaba a Fred y luego a su "yo" de pequeño.

—Oye —lo llamó—. ¿No crees que nos parecemos aquí?

Nos reímos porque eso era imposible… Ellos…

Fruncí el ceño, mirando con más atención a la foto y dándome cuenta de que sí, Edward de siete años era muy parecido a Fred, tanto que sentí escalofríos.

—Oh —solté, sin saber qué más decir. Estaba un tanto pasmada. Cada vez que los miraba, más se parecían.

Pero entonces negué, porque no había razón alguna más que una increíble coincidencia. A veces… el ambiente hacía de las suyas, ¿no?

—¡Me parezco a ti! —exclamó Fred, saltando a los brazos de Edward.

Mi Bestia no le dio importancia y yo seguía sintiendo escalofríos, recordándome una y otra vez que eso era realmente imposible.

.

Edward POV

Desperté de manera violenta. Fue como una alarma incesante en mi cabeza. Su llanto ahogado desde algún lugar de la habitación parecía tan angustiante que de inmediato me levanté, tambaleando.

—Bella —susurré, mirando el lado vacío de la cama.

Sentía que intentaba callar su incomodidad y dolor detrás de la puerta del baño.

—Nena —la llamé, tocando la puerta.

—Estoy bien. Descuida.

—Déjame entrar, Bella, estoy preocupado.

—Edward… No…

—Abre, cariño, por favor. Estabas llorando… Dime qué ocurre…

—No quiero que te preocupes…

—Te pedí que fueras mi esposa porque aceptaría todo de ti, incluso las preocupaciones y los problemas. No me digas eso.

Hubo una pausa y ella abrió. Me miraba con los ojos llorosos, teniendo las bragas abajo, sentada en el retrete.

—No mires —susurró.

Fruncí el ceño.

—Si crees que va a incomodarme algo de ti, eso nunca sucederá —murmuré, arrodillándome frente a ella.

Cerró los ojos y volvió a llorar, escondiendo su rostro entre sus manos. Miré hacia abajo, preocupado, y entonces comprendí que había sangre en sus bragas.

—Es mi ciclo —contó—. Pero también es… lo que…

Lo que quedaba.

Se me formó un nudo en la garganta.

—Ven aquí. —Tomé su mano y la abracé, permitiéndole que llorara.

Apreté mis párpados, sosteniéndola a la vez que me derrumbaba.

—Ver que pasa esto me hace recordar que ya no está dentro de mí y… me duele.

—Lo sé.

A medida que los días pasaban y los recuerdos consumían, sumado a que a veces nos dejábamos llevar por los sentimientos, hacía que creciera mis ganas de buscarlo y hacerle hablar. Tenía una impotencia que calaba mis huesos y ahora era insostenible.

—Dios, no quiero que veas esto —insistió, limpiándose bajo los ojos y quitándose las bragas para lanzarlas a canasto de la ropa sucia.

Negué y volví a abrazarla, permitiéndole que llorara.

—Tommy no está pero nos acompañará siempre, nena, siempre —recordé.

Asintió con el labio inferior temblándole.

—Debo asumir que mi cuerpo volverá a ser el mismo que era antes de tenerlo conmigo y dolerá, seguirá haciéndolo pero debo aprender a renacer.

Besé su frente.

—No significa que lo olvidaremos —murmuré, tomando sus hombros—, significa que él verá a sus padres felices.

Busqué una de sus bragas en el cajón de la ropa y la ayudé a vestirse. Cuando estuvo lista, no tardó en rodearme el cuello con sus brazos.

—Te amo —dijo.

—Y yo te amo a ti. Ahora necesitas descansar.

La metí a la cama y la arropé, acunándola para que durmiera más tranquila. Finalmente, cuando concilió el sueño, me prometí por undécima vez que, tarde o temprano, los culpable de esta mierda iban a pagar todo lo que le habían hecho. Todo.

.

Bella dormía con la laptop en los brazos. Había estado escribiendo durante toda la noche anterior, por lo que apenas pudo dormir. Entendía que era su manera de liberar su mente, especialmente cuando los dos buscábamos terminar de sanar. Lo queríamos, de verdad.

Dejé lo suyo a un lado y la tomé en mis brazos. La acosté con cuidado en nuestra cama y me quedé un momento a su lado, queriendo velar sus sueños como llevaba haciéndolo varios días atrás. Sus pesadillas estaban siendo más frecuentes y ella no se daba cuenta de lo mucho que hablaba en ellas, suplicándole a Royce o a Dimitri que no se acercaran a nosotros.

—Te amo, nena —le susurré, besando su frente.

Corrí su cabello con mis dedos y me mantuve contemplando sus pestañas, pecas y gesto de paz. Así quería verla siempre, tranquila y sin temor. Me llevé su mano a los labios y me prometí, como el primer día en que la traje a casa a salvo, sin nuestro hijo, que nadie jamás volvería a hacerle pasar por esto. Sabía que tenía un espíritu fuerte que necesitaba de nadie para sostenerse y solventar cada suceso de su vida, era la chica con más fortaleza que alguna vez había conocido. Aun así, medía apenas un metro sesenta y pesaba cincuenta kilos exactos, era frágil, pequeña… Y dos personas que lo sabían se habían atrevido a dejarla malherida. No iba a permitirlo nunca más, lo prometía por mis hijos y por todos los sentimientos que albergaba por Bella.

No más.

Con esos pensamientos recordé el día que era hoy y me alejé con cuidado, prometiéndole volver antes de la noche.

Saqué mi móvil mientras me calzaba las botas y la chaqueta de cuero, siempre mirando a la mujer por la que daría hasta mi vida. Le marqué a Jonas y esperé a que respondiera.

—Edward, ya estoy aquí —afirmó—. Vine con todos los que me dijiste.

—Bien. Cuida el perímetro, nadie volverá a tocar a mi chica, ¿de acuerdo?

—Nadie, jefe.

—Iré al bar. Tardaré menos de dos horas.

—Ten cuidado.

Corté y le di un último beso a Bella. Bajé las escaleras, me aseguré de que Maggie estuviera pendiente de los pequeños, de quienes me despedí prometiendo volver pronto y finalmente saqué la motocicleta, mientras divisaba a mis amigos desde distintos puntos de la rotonda.

Tenía cosas importantes que hacer y este era el comienzo.

.

—Jefe —me llamó Jeremy, dejando a un lado su cerveza.

Saludé con la cabeza y dejé a un lado los demás saludos para enfocarme en lo que me importaba realmente.

—¿Cómo está tu chica? —preguntó Jacob, bajando conmigo hasta el subterráneo.

Sonreí de manera leve.

—Está bien, estamos intentándolo —susurré.

—Tenemos todo lo necesario ante cualquier cosa —contó, abriendo las rejas para mostrarme el arsenal de objetos que servirían para hacer pagar a todos los hijos de puta que estuvieran implicados en el daño que le habían hecho a Bella—. Si vuelven a hacer algo, sabes que estaremos preparados como antaño.

Asentí.

—Emmett también merece que le rompamos el culo a todos esos malditos hijos de perra y prometo que así será en su momento —afirmé con la mandíbula tensa.

Tomé una de las manoplas y miré las puntas en los nudillos.

—Tarde o temprano lo haremos —añadí.

Al devolvernos, varios de ellos estaban esperándome, atentos a las nuevas órdenes, sedientos de poder ser parte de la eliminación del crimen en las calles como hace tantos años atrás. Sabía que Royce era parte de algo turbio e iba a averiguar qué.

—Ya saben cuáles son los lugares en los que deben proteger las rotondas, ¿no es así? —pregunté.

—Totalmente —respondió Sam—. Las chicas y las familias primero.

Asentí.

—Los míos estarán con mi familia, ¿de acuerdo? Los que van con Rosalie, Emmett y los demás deben estar pendientes de todo, ¿de acuerdo? Esta mierda será una guerra.

Me cerré la chaqueta y saqué el casco.

—¿Adónde vas? —preguntó Jake.

—Tú sabes. Ven conmigo.

Asintió.

Nos fuimos en nuestras motos de manera apresurada, sabíamos que era mi última oportunidad de tenerlo frente a frente pues ya terminaba la hora de visitas y luego de aquello sería llevado a la prisión de máxima seguridad para iniciar el proceso de investigación. No era algo que quisiera hacer porque iba a costarme controlar la ira pero sí era necesario.

Cuando me enfrenté a su imagen frente a mí, esperando con el rostro hecho pedazos por mis golpes y un brazo enyesado, sentí el arrepentimiento de haber permitido dejarlo marchar y no haber acabado con él, pero entonces pensé en Bella, en cómo temía que ensuciara mis manos con la sangre de un tipo que no valía la pena…

Era su Bestia pero ¿hasta qué punto era capaz de entender que necesitaba vengar todo lo que nos había hecho, especialmente a ella?

Royce me vio y tragó. Me senté frente a su rostro de mierda y esperé a que dijera algo, lo que fuera. Nada.

—¿Te han comido la lengua o los golpes hicieron que me temas? —inquirí.

—Sé a lo que vienes y de alguna forma tú podrás ayudarme.

Me reí.

—Jamás voy a ayudarte. Haré que pases tras las rejas por lo que nos hiciste.

Asintió.

—Sé lo que me espera pero le tengo más temor a lo que los otros puedan hacer.

Fruncí el ceño.

—¿De qué hablas?

Se quedó un momento en silencio y luego se aclaró la garganta.

—Me metí con la mafia —susurró.

Hubo silencio.

—La de Dimitri Vasíliev.

Mis músculos volvieron a tensarse.

Ese hombre… El progenitor de Fred, el maldito que golpeó a mi chica durante tanto tiempo…

—Saben quién eres pero buscan el tesoro mayor.

Acomodé mi mandíbula, sin tener miedo por ese imbécil.

—¿Cuál es?

Entrecerró sus ojos.

—Isabella Swan.


Buenas tardes, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Como ven, las cosas entre Edward y Bella van dando giros a ese pasado que ninguno de los dos parece querer traer de vuelta, solo que hay una chica de peluca rosa y una noche en la que sucedieron más cosas de la que imaginan. ¿Quiénes son? ¿Por qué Fred comienza a mostrar parentezco con la Bestia? ¿Será que no lo une nada a Dimitri? Aun así, parece que Bella se puso muy celosa al darse cuenta que aquella chica misteriosa tiene mucho que ver con Edward y que sin duda le hizo sentir muchas cosas en el pasado, ¿será que Bella seguirá sintiendo celos irremediables? Lo importante es que ambos están juntos, queriendo mantener en su corazón la pérdida de su hijo pero sin querer que aquello los consuma. Edward ha sido claro, es capaz de dar la vida por la mujer que ama, ¿qué tanto es capaz de hacer la Bestia? Lo peor de todo es que Dimitri realmente está ahí como un espectro y Royce asegura que tarde o temprano volverá a por Bella. ¿Qué creen que hará Edward ahora? ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

¡Ya estoy trabajando en el siguiente capítulo! ¡Espero ver su entusiasmo!

Quiero hacer el alcance y decirle a mis administradoras, moderadoras, beta... amigas. No saben qué sería sin sus ganas de que yo aprenda, su guía, su ayuda y su entusiasmo por darme una mano cuando yo a veces me veo presionada por la vida real y por todo lo que hago para mis lectoras. Sin ustedes no sería posible, infinitas gracias

Agradezco los comentarios de LUZ CC, LoreVab, maoubrigmail, terewee , Tatiana1993 , joabruno, Yuni, angryc, Beastyle, DarkMak31, selenne88, SeguidoradeChile, Coni, roberouge, GabySS501, TashaRosario, tamarafala, camilitha Cullen, Miryluz, ROMINA19, cary, Aidee, Santa, PielKnela, Gibel, Veronica, bealnum, kathlen, Liduvina, Vanenaguilar, Mela Masen, ale173, sool21, P8991, VeroPB97, Tecupi , FlorVillu, Mar91, nicomartin, LadyRedScarlet, LicetSalvatore, AndreaSL, carlita16, bitha-granger, valem00, torrespera172, lunadragneel15, Maydi94, nydiac10, stella mio, danielapavezparedes, Anilu-Belikov, monik, Mss Brightside, beatrizalejandrabecerraespinoza, angelaldel, Iza, somas, Jenni98isa, Dinorah, Claribel Cabrera, Alimrobsten, miop, debynoe12, Flor Santana, Jocelyn, Jeli, JMMA, isbella cullen's swan, Alexandra Nash, Mayraargo25, Mime Herondale, Vero Morales, Jade HSos, YessyVL13, ELIZABETH, Karen, Ivette marmolejo, yesenia tovar 17, Elizabeth Marie Cullen, MariaL8, Leah De Call, BellsCullen8, Cullenland, Stella mio, barbya95, Valentina Paez, Nancygov, Damaris14, VeroG, Chiqui Covet, Andre22-twi, PanchiiM, alejandra1987, NarMaVeg, twilightter, anakarinasomoza, Anita4261, valentinadelafuente, Marxtin, jhanulita, Beth, Belli swan dwyer, Lore562, dayana ramirez, piligm, Angelus285, Micalu, lalyrobsten, Twilightsecretlove, Vero Grey Cullen, Valevalverde57, Brenda Cullenn, KRISS95, Vanina Iliana, beakis, krisr0405, Alexia Lopez, Liz Vidal, Mell Stefani, Liliana Macias, Veronica, Bitah, amedina6887, Cecy Dilo, Noriitha, MaleCullen, Josi, esme575, maribel hernandez Cullen, Marenny, Meemii Cullen, jupy, Danny Ordaz, Rero96, Marianacs, Srita Cullen brandon, Esal, Huiniguir, Kamile Pattz-Cullen, Lys92, Gladys Nilda, caritofornasier, kaja0507, Ceci Machin, MFer1996, freedom2604, catableu, Abigail, Elmi, Dominic Muoz Leiva, Pameva, Tereyasha Mooz, Yoliki, PatyMC, lauritacullenswan, Niny96, Ana, brenda naser, DanitLuna, Nat Cullen, patymdn, Joa Castillo, Johanna22, LizMaratzza, Adriu, saraipineda44, natuchis2011b, Cris, rjnavajas, llucena928, sheep0294,Car Cullen Stewart Pattinson, almacullenmasen, NoeLiia, morenita88, morales13roxy, cavendano13, Tata XOXO, rosycanul10, Valeeecu, Robaddict18, viridianaconticruz, Bell Cullen Hall, Fernanda javiera, Diana, CeCiegarcia, conitaisabelaraya, Reno Alvarez, BreezeCullenSwan, indii93, Pancardo, PilarAP, Milacaceres11039, Fallen Dark Angel 07, bbluelilas, CazaDragones, Pam Malfoy Black, maries24, AnabellaCS, Fernanda21 y Guest, espero volver a leerlas a todas nuevamente, cada gracias que ustedes me dejan es invaluable para mí, estas últimas semanas han sido super duras para mí y no saben lo entusiasta que me pone verlas ahí, apreciando cada idea loca que sale de mi cabeza, gracias infinitas a todas

Recuerden que quienes dejen su review recibirán un adelanto exclusivo del próximo capítulo vía mensaje privado, y si no tienen cuenta, solo deben dejar su correo, palabra por palabra separada, de lo contrario no se verá

Pueden unirse a mi grupo de facebook que se llama "Fanfiction: Baisers Ardents", en donde encontrarán a los personajes, sus atuendos, lugares, encuestas, entre otros, solo deben responder las preguntas y podrán ingresar

Cariños para todas

Baisers!